En honor a la canción de Scorpions he hecho este, mi primer relato. Los hechos aquí relatados son 90% reales. Se cambiaron los nombres de los participantes y algunas locaciones para no afectar a terceros.
Corría octubre de 2005, yo vivía en ese pedacito de cielo que se llama Playa del Carmen. Gabriela había sido nuestra roomie (mía y de Adriana, mi novia) por un tiempo pero después se había mudado a Cancún por motivos de trabajo. Desde antes de irse ya habíamos tenido nuestros encontronazos pero nunca habíamos cristalizado nada, principalmente porque a ella le preocupaba que Adriana nos cachara en plena acción o que se diera cuenta. Para mi era como el sueño hecho realidad tener ondas con Gabriela aunque desquitara la mayor parte del ímpetu sexual con Adriana… y es que no podían ser más diferentes: Adriana era morena, piernas fuertes, caderas anchas, un culo envidiable y una cintura de avispa producto de tantas horas en el gimnasio, su personalidad era altanera, dominante y hacía unas mamadas de miedo cuando se lo proponía; sin embargo tenía unas tetas más bien pequeñas y eso era su único punto en contra. Gabriela en cambio, tenía unas tetas de agasajo, nunca me atreví a preguntar que copa eran pero aplicando el dicho que “teta que mano no cubre no es teta sino ubre” estaban muy cerca de la segunda categoría, su piel blanca la hacía un dulcesito y además tenía una personalidad más tranquila, sin embargo, con un poco de alcohol le salía la calentura y empezaba a pegar esas tetazas a quien le tuviera tantita confianza y se dejara… claro que yo nunca decía que no. El asunto es que el 20 de octubre de 2005 Gabriela llegó a Playa del Carmen desde Cancún porque no quería pasar sola el huracán, cosa que al final resultó ser una excelente idea por muchos motivos, sobre todo porque Wilma (el huracán del que nos resguardábamos) desató la mayor parte de su ira sobre Cancún. Nuestro nuevo roomie era Sebastián, todos eramos compañeros de la universidad… Cualquiera que nos viera a los 4 juntos pensaría que estábamos haciendo una especie de dominó humano, Sebastián era alto, delgado y moreno, combinando perfectamente con Adriana y yo soy más blanco, combinaba mejor con Gabriela pero Sebastián le traía ganas a Gabriela y yo nunca le dije que me la andaba dando… mientras que obviamente Adriana era mi novia o sea que el que estaba un poco bailando era Sebastián.
Llegué al final del 20 de octubre que fue la noche previa al impacto de wilma en Playa del Carmen, es un hecho que fue una grata sorpresa encontrar a Gabriela en casa y le di un fuerte abrazo al verla, ya que además de andar de traviesos siempre habíamos sido buenos amigos. La noche se acercaba así que salimos a comprar algo de despensa y alcohol para pasar el huracán.
Esa noche decidimos dormir todos en el mismo cuarto (el de Adriana y mío) porque era el que estaba mejor resguardado, pusimos las camas en paralelo y nos acostamos a dormir. Sebastián en la cama con Gabriela y yo con Adriana… en el colmo del descaro, mientras Adriana me abrazaba y Sebastián a Gabriela nosotros nos tomábamos de la mano mientras dormíamos sin que los otros dos se dieran cuenta.
Amanecimos al otro día y desperté porque Sebastián me avisó que el ruido del huracán había empezado, la verdad es que no teníamos pensado que fuera a ser algo tan grande, el agua empezó a meterse a la casa por debajo de las puertas y se formaba un pequeño espejo. Avanzada la tarde, Adriana decidió dormir una siesta mientras que Sebastián se metió a bañar… Gabriela y yo nos quedamos solos platicando en el sillón. En menos de 3 minutos ella se recostó sobre mi pierna y yo empecé a sobarle el vientre inocentemente hasta que gradualmente fui subiendo hacia sus tetas y notaba como ella se sonrojaba más y más hasta que lanzó un gemidito que me hizo carcajearme de los nervios.
- Cállate pendeja que vas a despertar a la otra
- Perdón es que está bien rico
La levanté y nos besamos apasionadamente mientras yo metía mano por debajo de su blusa amasando esas tetazas suyas guardando todo el silencio humanamente posible. No resistí más y le quite el brassiere desabrochándolo y liberando a las hermosas tetas que tenía por debajo de su blusa. Metí la mano por una de las mangas de su blusa y le jalé un tirante liberándolo por el brazo y se me acercó al oído
- No me lo quites que Sebastián se va a dar cuenta
- Nah, le dices que te vas a acostar y ya
- No por favor, se va a despertar Adriana
- Pues si, pero no puede sacarnos a la calle en medio del huracán
Quité el otro tirante y guardé el brassiere en una bolsa del pantalón cargo que yo traía puesto. Afortunadamente traía falda por lo que pude levantar un lado de la blusa y empezar a mamar su linda teta mientras con una mano amazaba la otra y con la otra empezaba a hacerme camino entre sus piernas para alcanzar su ropa interior y acariciar su monte de venus por encima de la ropa interior… Al final no resistí más e hice a un lado su ropa interior para meter un dedo en su vagina al tiempo que ponía una mano en su boca para que no se escucharan sus gemidos… me quitó la mano de su boca para acercarce a morderme el oído mientras afuera se escuchaba la furia de wilma azotando con todo su poder. Un trueno nos sacó un poco de concentración al tiempo que ella metía su lengua deliciosamente en mi oído.
Afortunadamente Sebastián siempre ha sido un tipo más bien ruidoso, cuando salió de la ducha se golpeó con algo y pegó un tremendo grito después de abrir la cortina, lo que nos convenció de separarnos. Gabriela me recriminó para que le diera su brassiere y le dije que se lo daría en otro momento, ante lo cual salió corriendo al cuarto de Sebastián para ponerse otro, al cruzar la puerta la llamé y le hice señas para que me dejara verle las tetas, se levantó la blusa notoriamente sonrojada por unos segundos y luego se puso a buscar en su maleta para sacar un brassiere… se lo terminó de poner cuando Sebastián salió del baño y nos platicó que se había golpeado el pie con algo…
- a que huele? – Preguntó Sebastián.
- No sé, a qué te refieres? – Contesté
- Huele raro… Cocinaron algo?
Yo pensé: Pues… estábamos a punto de comernos un pollito… Pero no dije nada… Gabriela se sonrió y para disimular la sonrisa pícara bostezó y se escusó diciendo que iría a recostarse un rato ya que al no haber energía eléctrica no había nada que hacer… yo me quedé sentado por un rato mientras Sebastián sacaba algo para comer, una galleta o algo así mientras que yo esperaba que se me bajara la erección…
El primer día de encierro huracanado había estado muy interesante… y todavía faltaba más por venir…
Corría octubre de 2005, yo vivía en ese pedacito de cielo que se llama Playa del Carmen. Gabriela había sido nuestra roomie (mía y de Adriana, mi novia) por un tiempo pero después se había mudado a Cancún por motivos de trabajo. Desde antes de irse ya habíamos tenido nuestros encontronazos pero nunca habíamos cristalizado nada, principalmente porque a ella le preocupaba que Adriana nos cachara en plena acción o que se diera cuenta. Para mi era como el sueño hecho realidad tener ondas con Gabriela aunque desquitara la mayor parte del ímpetu sexual con Adriana… y es que no podían ser más diferentes: Adriana era morena, piernas fuertes, caderas anchas, un culo envidiable y una cintura de avispa producto de tantas horas en el gimnasio, su personalidad era altanera, dominante y hacía unas mamadas de miedo cuando se lo proponía; sin embargo tenía unas tetas más bien pequeñas y eso era su único punto en contra. Gabriela en cambio, tenía unas tetas de agasajo, nunca me atreví a preguntar que copa eran pero aplicando el dicho que “teta que mano no cubre no es teta sino ubre” estaban muy cerca de la segunda categoría, su piel blanca la hacía un dulcesito y además tenía una personalidad más tranquila, sin embargo, con un poco de alcohol le salía la calentura y empezaba a pegar esas tetazas a quien le tuviera tantita confianza y se dejara… claro que yo nunca decía que no. El asunto es que el 20 de octubre de 2005 Gabriela llegó a Playa del Carmen desde Cancún porque no quería pasar sola el huracán, cosa que al final resultó ser una excelente idea por muchos motivos, sobre todo porque Wilma (el huracán del que nos resguardábamos) desató la mayor parte de su ira sobre Cancún. Nuestro nuevo roomie era Sebastián, todos eramos compañeros de la universidad… Cualquiera que nos viera a los 4 juntos pensaría que estábamos haciendo una especie de dominó humano, Sebastián era alto, delgado y moreno, combinando perfectamente con Adriana y yo soy más blanco, combinaba mejor con Gabriela pero Sebastián le traía ganas a Gabriela y yo nunca le dije que me la andaba dando… mientras que obviamente Adriana era mi novia o sea que el que estaba un poco bailando era Sebastián.
Llegué al final del 20 de octubre que fue la noche previa al impacto de wilma en Playa del Carmen, es un hecho que fue una grata sorpresa encontrar a Gabriela en casa y le di un fuerte abrazo al verla, ya que además de andar de traviesos siempre habíamos sido buenos amigos. La noche se acercaba así que salimos a comprar algo de despensa y alcohol para pasar el huracán.
Esa noche decidimos dormir todos en el mismo cuarto (el de Adriana y mío) porque era el que estaba mejor resguardado, pusimos las camas en paralelo y nos acostamos a dormir. Sebastián en la cama con Gabriela y yo con Adriana… en el colmo del descaro, mientras Adriana me abrazaba y Sebastián a Gabriela nosotros nos tomábamos de la mano mientras dormíamos sin que los otros dos se dieran cuenta.
Amanecimos al otro día y desperté porque Sebastián me avisó que el ruido del huracán había empezado, la verdad es que no teníamos pensado que fuera a ser algo tan grande, el agua empezó a meterse a la casa por debajo de las puertas y se formaba un pequeño espejo. Avanzada la tarde, Adriana decidió dormir una siesta mientras que Sebastián se metió a bañar… Gabriela y yo nos quedamos solos platicando en el sillón. En menos de 3 minutos ella se recostó sobre mi pierna y yo empecé a sobarle el vientre inocentemente hasta que gradualmente fui subiendo hacia sus tetas y notaba como ella se sonrojaba más y más hasta que lanzó un gemidito que me hizo carcajearme de los nervios.
- Cállate pendeja que vas a despertar a la otra
- Perdón es que está bien rico
La levanté y nos besamos apasionadamente mientras yo metía mano por debajo de su blusa amasando esas tetazas suyas guardando todo el silencio humanamente posible. No resistí más y le quite el brassiere desabrochándolo y liberando a las hermosas tetas que tenía por debajo de su blusa. Metí la mano por una de las mangas de su blusa y le jalé un tirante liberándolo por el brazo y se me acercó al oído
- No me lo quites que Sebastián se va a dar cuenta
- Nah, le dices que te vas a acostar y ya
- No por favor, se va a despertar Adriana
- Pues si, pero no puede sacarnos a la calle en medio del huracán
Quité el otro tirante y guardé el brassiere en una bolsa del pantalón cargo que yo traía puesto. Afortunadamente traía falda por lo que pude levantar un lado de la blusa y empezar a mamar su linda teta mientras con una mano amazaba la otra y con la otra empezaba a hacerme camino entre sus piernas para alcanzar su ropa interior y acariciar su monte de venus por encima de la ropa interior… Al final no resistí más e hice a un lado su ropa interior para meter un dedo en su vagina al tiempo que ponía una mano en su boca para que no se escucharan sus gemidos… me quitó la mano de su boca para acercarce a morderme el oído mientras afuera se escuchaba la furia de wilma azotando con todo su poder. Un trueno nos sacó un poco de concentración al tiempo que ella metía su lengua deliciosamente en mi oído.
Afortunadamente Sebastián siempre ha sido un tipo más bien ruidoso, cuando salió de la ducha se golpeó con algo y pegó un tremendo grito después de abrir la cortina, lo que nos convenció de separarnos. Gabriela me recriminó para que le diera su brassiere y le dije que se lo daría en otro momento, ante lo cual salió corriendo al cuarto de Sebastián para ponerse otro, al cruzar la puerta la llamé y le hice señas para que me dejara verle las tetas, se levantó la blusa notoriamente sonrojada por unos segundos y luego se puso a buscar en su maleta para sacar un brassiere… se lo terminó de poner cuando Sebastián salió del baño y nos platicó que se había golpeado el pie con algo…
- a que huele? – Preguntó Sebastián.
- No sé, a qué te refieres? – Contesté
- Huele raro… Cocinaron algo?
Yo pensé: Pues… estábamos a punto de comernos un pollito… Pero no dije nada… Gabriela se sonrió y para disimular la sonrisa pícara bostezó y se escusó diciendo que iría a recostarse un rato ya que al no haber energía eléctrica no había nada que hacer… yo me quedé sentado por un rato mientras Sebastián sacaba algo para comer, una galleta o algo así mientras que yo esperaba que se me bajara la erección…
El primer día de encierro huracanado había estado muy interesante… y todavía faltaba más por venir…
0 comentarios - Fuck you like a hurricane (parte 1)