De como la curación de un accidente lleva a una situación en la que una hermana acaba absorta por el descomunal miembro de su hermano.
Había pasado un mes desde aquel siniestro accidente, el camión, la moto, el peatón despistado, el semáforo intermitente, un suelo mojado y toda una vida que pasa delante de ti en tres fatídicos segundos, era el resumen de aquella oscura tarde de verano, ¿secuelas?, yo era el de la moto, que mas puedo contar, el jodido transeúnte, causante de todo aquello desapareció sin dejar rastro, y al camionero le salvo el seguro, una clavícula, varias costillas y un brazo entero partido por varios sitios, a parte de mi defenestrada moto resumían mi historial.
Había abandonado el hospital hacía una semana,
no podía hacer nada, metido en mi lúgubre habitación estudiantil con una ventana al patio de luces, lo hacía todo mas tedioso, el recuerdo del accidente y de mi moto reventada me martirizaba a todas horas, y salvo los ratos en que algún amigo me visitaba, el resto del día se me hacía eternamente insufrible, aunque lo peor eran las idas y venidas al baño y el aseo diario, toda una experiencia vejadora, que hacía mucho mas frustrante mi vida.
Con mis brazos en forma de cuchara, la hora de evacuar líquidos era horrible, mi padre, mi madre incluso en alguna ocasión mi hermana me ayudaban a esa tarea, yo cerraba los ojos, lamentándome de aquella situación, en cuanto al baño, la situación era peor, verme desnudo delante de mi padre o mi madre no me hacía mucha gracia, aunque mi estado de ánimo tampoco me hacía pensar mucho en eso.
Ese fin de semana mis padres tuvieron que partir por motivos familiares dejándome al cuidado de mi hermana pequeña, por aquel entonces yo tenía 25 años y ella 21, no le hacía ninguna gracia quedarse a cargo de un invalido con mal humor, pero no le quedaba otra y así fue como empezó todo.
Eran las once de la mañana y tal como le había indicado mi madre, me tenía que asear, Sandra me llevó con sumo cuidado al baño, seguía riéndose de mí por lo de la moto recién estrenada, aunque era una burla condescendiente y comprensiva que realmente me importaba poco. Una vez dentro del cuarto de aseo, me desvistió y me metió en la bañera, solo me había dejado el boxer, supongo que por pudor, hasta que me miró y me preguntó si mama me lo dejaba o me lo quitaba, .-mama me lo quita, pero déjalo si quieres, me da igual-. , bueno, te lo quito, respondió ella, y así lo hizo, sin apenas fijarse en mi miembro flácido y tornándose su rostro colorado por aquella situación.
Encendió la ducha y una vez comprobada que el agua estaba templada, comenzó a rociarme, con delicadeza para no mojarme las escayolas, a partir del abdomen hasta abajo, pasando su mano sobre mi piel, piel que no sentía nada ya que mi cabeza seguía pensando en la moto y en el jodido peatón que se me cruzó sin mirar, hasta que mi piel empezó a sentir, miré hacía abajo y allí observé a mi hermana, absorta, mirando mi inerte miembro, bufff, dijo, ¡es muy grande!, y ciertamente lo era, en estado flácido me alcanzaba los 16cm, ella la agarro con la mano, con su mirada fija en el, empezó a manosearlo, mientras seguía diciendo, ¡es enorme, que grande!. Esos comentarios despertaron a mi miembro, que poco a poco empezó a tomar vigor, Sandra seguía medio hipnotizada y sus primeros manoseos palpando aquel músculo, se convirtieron en un candente movimiento de idas y venidas que hacía que mi polla fuese creciendo tanto a lo largo como a lo ancho. ¡Madre mía, no para de crecer, es enorme, joder, que grande!, mientras sus movimientos se iban acelerando al mismo ritmo que su mano me iba masturbando, ¡joder, que grande, que grande!, seguía diciendo, ¡madre mía, que bestia!, casi sin darse cuenta e hipnotizada por el tamaño de mi verga, que ya había alcanzado los 24 cm de largo por 5 cm de ancho. Ella
seguía pajeándome, sin percatarse de lo que estaba haciendo, solo veía aquel enorme falo que hinchado ante ella la tenía absorta en una sensación indescriptible de sorpresa y placer, su mano había acelerado el ritmo, noté como sus pezones marcaban la ajustada camiseta que llevaba, y como mi miembro hinchado, morado, se erguía altivo ante ella, yo tampoco pensaba en la situación, solo veía a una mirada perdida ante mi enorme polla y una mano que apenas podía abarcarla masturbándome, mientras en el baño solo se oía, un incesante, ¡que grande, no para de crecer, es enorme, dios mío, que grande!,
su mano subía y bajaba por aquel trozo de carne, en ese momento solo existía para ella eso en el mundo, concentrada seguía sin parar, yo estaba a punto de correrme, deseaba hacerlo, me dolía del placer que me estaba proporcionando y ni siquiera la avisé, el primer chorro de semen alcanzo su cara, ella seguía concentrada en la paja y ni siquiera el segundo chorro que alcanzó su pelo la sacó de aquel trance, continuó con sus movimientos, mi miembro seguía rociándola, ella cambió el que grande por el ¡cuanta leche, madre mía, que exageración!, yo tenía las piernas temblando de tantas sensaciones, ella seguía exprimiéndome, vaciándome por completo, y así, toda bañada por mi esperma, se acostó sobre el suelo, y metió su mano bajo el pantalón corto que llevaba y empezó a masturbarse.
Yo seguía de pie dentro de la bañera, mirando como mi hermana, bañada con mi semen se masturbaba frenéticamente, su mano se movía rápidamente bajo aquella tela que la cubría, mientras con la otra mano rebañaba el semen que había en su cara y lo introducía con sus dedos dentro de su boca, saboreando la leche que poco antes me había sacado, la otra mano acariciaba su hinchado clítoris, para luego introducir sus dedos s en su mas que mojado sexo, intentando apagar el fuego que la quemaba, que la tenía hirviendo,
que la había vuelto totalmente loca, la sensación de excitación y de placer se juntaban y ella quería acabar con esa excitación lo antes posible, para alcanzar su placer inmediatamente, sus aggghhhh , sus diosssss, acabados con un me cooorroooo que se me hizo eterno me tenían totalmente desconcertado, en ese momento, unos violentos espasmos me confirmaban que estaba alcanzando un orgasmo como nunca antes ella había experimentado, su mano dejó de moverse, resoplo varias veces, y supongo que con cada soplo de aire
se iba percatando de todo lo que había ocurrido, entonces me miró, desnudo en la bañera, bajo su mirada, clavándola en mi miembro semiflácido del que aún caía alguna gota de semen, se miro las manos, la camiseta manchada, se tocó la cara bañada, ¡que he hecho!, ¡perdóname, dios mío!, ¡que he hecho!, ¡estoy loca! y con lagrimas en los ojos salió corriendo del baño, dejándome en un estado casi de catarsis, sin comprender aún todo lo que en ese momento había acontecido.
A los minutos de todo aquello, empecé a llamarla, ¡Sandra, Sandra, ayúdame, no puedo salir!, ella volvió, avergonzada, sin mirarme a la cara, sin decir nada, todavía desconcertada, me colocó rápidamente el boxer y me llevó de nuevo a la cama, -tenemos que hablar-, le dije .- si, pero no ahora-, me contestó, mientras se alejó de mi habitación, sin mirarme y con la cabeza baja, mientras yo, ya acostado en la cama, pensaba en todo aquello, arrepentido por no haberlo parado pero al mismo tiempo, con una extraña sensación de excitación producida por la imagen de ver a mi hermana como me había masturbado y como se lo había hecho ella, allí mismo, poseída por una lujuria que jamás me podría haber imaginado, pensamientos que me llevaban a desear a mi hermana como nunca antes había deseado a nadie.
Había pasado un mes desde aquel siniestro accidente, el camión, la moto, el peatón despistado, el semáforo intermitente, un suelo mojado y toda una vida que pasa delante de ti en tres fatídicos segundos, era el resumen de aquella oscura tarde de verano, ¿secuelas?, yo era el de la moto, que mas puedo contar, el jodido transeúnte, causante de todo aquello desapareció sin dejar rastro, y al camionero le salvo el seguro, una clavícula, varias costillas y un brazo entero partido por varios sitios, a parte de mi defenestrada moto resumían mi historial.
Había abandonado el hospital hacía una semana,
no podía hacer nada, metido en mi lúgubre habitación estudiantil con una ventana al patio de luces, lo hacía todo mas tedioso, el recuerdo del accidente y de mi moto reventada me martirizaba a todas horas, y salvo los ratos en que algún amigo me visitaba, el resto del día se me hacía eternamente insufrible, aunque lo peor eran las idas y venidas al baño y el aseo diario, toda una experiencia vejadora, que hacía mucho mas frustrante mi vida.
Con mis brazos en forma de cuchara, la hora de evacuar líquidos era horrible, mi padre, mi madre incluso en alguna ocasión mi hermana me ayudaban a esa tarea, yo cerraba los ojos, lamentándome de aquella situación, en cuanto al baño, la situación era peor, verme desnudo delante de mi padre o mi madre no me hacía mucha gracia, aunque mi estado de ánimo tampoco me hacía pensar mucho en eso.
Ese fin de semana mis padres tuvieron que partir por motivos familiares dejándome al cuidado de mi hermana pequeña, por aquel entonces yo tenía 25 años y ella 21, no le hacía ninguna gracia quedarse a cargo de un invalido con mal humor, pero no le quedaba otra y así fue como empezó todo.
Eran las once de la mañana y tal como le había indicado mi madre, me tenía que asear, Sandra me llevó con sumo cuidado al baño, seguía riéndose de mí por lo de la moto recién estrenada, aunque era una burla condescendiente y comprensiva que realmente me importaba poco. Una vez dentro del cuarto de aseo, me desvistió y me metió en la bañera, solo me había dejado el boxer, supongo que por pudor, hasta que me miró y me preguntó si mama me lo dejaba o me lo quitaba, .-mama me lo quita, pero déjalo si quieres, me da igual-. , bueno, te lo quito, respondió ella, y así lo hizo, sin apenas fijarse en mi miembro flácido y tornándose su rostro colorado por aquella situación.
Encendió la ducha y una vez comprobada que el agua estaba templada, comenzó a rociarme, con delicadeza para no mojarme las escayolas, a partir del abdomen hasta abajo, pasando su mano sobre mi piel, piel que no sentía nada ya que mi cabeza seguía pensando en la moto y en el jodido peatón que se me cruzó sin mirar, hasta que mi piel empezó a sentir, miré hacía abajo y allí observé a mi hermana, absorta, mirando mi inerte miembro, bufff, dijo, ¡es muy grande!, y ciertamente lo era, en estado flácido me alcanzaba los 16cm, ella la agarro con la mano, con su mirada fija en el, empezó a manosearlo, mientras seguía diciendo, ¡es enorme, que grande!. Esos comentarios despertaron a mi miembro, que poco a poco empezó a tomar vigor, Sandra seguía medio hipnotizada y sus primeros manoseos palpando aquel músculo, se convirtieron en un candente movimiento de idas y venidas que hacía que mi polla fuese creciendo tanto a lo largo como a lo ancho. ¡Madre mía, no para de crecer, es enorme, joder, que grande!, mientras sus movimientos se iban acelerando al mismo ritmo que su mano me iba masturbando, ¡joder, que grande, que grande!, seguía diciendo, ¡madre mía, que bestia!, casi sin darse cuenta e hipnotizada por el tamaño de mi verga, que ya había alcanzado los 24 cm de largo por 5 cm de ancho. Ella
seguía pajeándome, sin percatarse de lo que estaba haciendo, solo veía aquel enorme falo que hinchado ante ella la tenía absorta en una sensación indescriptible de sorpresa y placer, su mano había acelerado el ritmo, noté como sus pezones marcaban la ajustada camiseta que llevaba, y como mi miembro hinchado, morado, se erguía altivo ante ella, yo tampoco pensaba en la situación, solo veía a una mirada perdida ante mi enorme polla y una mano que apenas podía abarcarla masturbándome, mientras en el baño solo se oía, un incesante, ¡que grande, no para de crecer, es enorme, dios mío, que grande!,
su mano subía y bajaba por aquel trozo de carne, en ese momento solo existía para ella eso en el mundo, concentrada seguía sin parar, yo estaba a punto de correrme, deseaba hacerlo, me dolía del placer que me estaba proporcionando y ni siquiera la avisé, el primer chorro de semen alcanzo su cara, ella seguía concentrada en la paja y ni siquiera el segundo chorro que alcanzó su pelo la sacó de aquel trance, continuó con sus movimientos, mi miembro seguía rociándola, ella cambió el que grande por el ¡cuanta leche, madre mía, que exageración!, yo tenía las piernas temblando de tantas sensaciones, ella seguía exprimiéndome, vaciándome por completo, y así, toda bañada por mi esperma, se acostó sobre el suelo, y metió su mano bajo el pantalón corto que llevaba y empezó a masturbarse.
Yo seguía de pie dentro de la bañera, mirando como mi hermana, bañada con mi semen se masturbaba frenéticamente, su mano se movía rápidamente bajo aquella tela que la cubría, mientras con la otra mano rebañaba el semen que había en su cara y lo introducía con sus dedos dentro de su boca, saboreando la leche que poco antes me había sacado, la otra mano acariciaba su hinchado clítoris, para luego introducir sus dedos s en su mas que mojado sexo, intentando apagar el fuego que la quemaba, que la tenía hirviendo,
que la había vuelto totalmente loca, la sensación de excitación y de placer se juntaban y ella quería acabar con esa excitación lo antes posible, para alcanzar su placer inmediatamente, sus aggghhhh , sus diosssss, acabados con un me cooorroooo que se me hizo eterno me tenían totalmente desconcertado, en ese momento, unos violentos espasmos me confirmaban que estaba alcanzando un orgasmo como nunca antes ella había experimentado, su mano dejó de moverse, resoplo varias veces, y supongo que con cada soplo de aire
se iba percatando de todo lo que había ocurrido, entonces me miró, desnudo en la bañera, bajo su mirada, clavándola en mi miembro semiflácido del que aún caía alguna gota de semen, se miro las manos, la camiseta manchada, se tocó la cara bañada, ¡que he hecho!, ¡perdóname, dios mío!, ¡que he hecho!, ¡estoy loca! y con lagrimas en los ojos salió corriendo del baño, dejándome en un estado casi de catarsis, sin comprender aún todo lo que en ese momento había acontecido.
A los minutos de todo aquello, empecé a llamarla, ¡Sandra, Sandra, ayúdame, no puedo salir!, ella volvió, avergonzada, sin mirarme a la cara, sin decir nada, todavía desconcertada, me colocó rápidamente el boxer y me llevó de nuevo a la cama, -tenemos que hablar-, le dije .- si, pero no ahora-, me contestó, mientras se alejó de mi habitación, sin mirarme y con la cabeza baja, mientras yo, ya acostado en la cama, pensaba en todo aquello, arrepentido por no haberlo parado pero al mismo tiempo, con una extraña sensación de excitación producida por la imagen de ver a mi hermana como me había masturbado y como se lo había hecho ella, allí mismo, poseída por una lujuria que jamás me podría haber imaginado, pensamientos que me llevaban a desear a mi hermana como nunca antes había deseado a nadie.
8 comentarios - Accidentado y con mi hermana
jajajaja
Toma un par de puntos!:)
Y la moto???
gracias meloyo