MI ANTERIOR POST FUE BORRADO, AQUI ESTA CORREGIDO.-
Nosotras las chicas tenemos una idea muy distinta de los chicos respecto a la exclusividad de nuestras relaciones sexuales. Por ejemplo, a ninguna de nosotras se le ocurriría proponer el compartir a un chico guapo, de buena pija, cumplidor y calentante. Ninguna de nosotras le diríamos, después de un tiempo de cojer con él, que nos gustaría que cojiera con nuestras amigas, y que para eso podemos invitarlas a ellas para que él se las coja delante nuestro. Sin embargo, eso es lo que hacen muchos de los chicos. Después de estar un tiempo con nosotras, de cojernos como han querido, de hacernos chupar sus pijas durante horas y de hacernos tragar su leche, nos proponen traer algún o algunos amigos para que hagamos lo mismo con ellos, y así ellos disfrutar con la contemplación de semejante espectáculo en el que una es la protagonista y ellos son los convidados al banquete. Lo cuento porque a mí me pasó más de una vez. Por ejemplo, hace dos años, cuando yo tenía 18 años, salí con un chico de 19, Julio, y a él le di todo lo que me pidió. Como soy especialista petera, es decir chupadora de pijas, le hice el pete todos los días, le hice adoración de su pija y de sus bolas, le lamí y chupé sus bolas, recibí su leche en mi boca y mi cara, y muchas veces me tragué su leche y todo. Cuando me pidió cojerme, le dije que sí, y le pedí que se pusiera siempre forro. Él aceptó y me cojió de lo lindo, muchísimas veces, y una vez intentó hacerlo por el culo, pero no pudo porque me dolió demasiado. Cuando llevábamos ya tres meses de petes y cojidas, me contó que él le había dicho a varios de sus amigos cómo era yo en la cama, y que ellos habian quedado muy calientes y querían conocerme. Y me insinuó que yo podría recibirlos y hacer con ellos lo mismo que con él, y que me iba a gustar, y que iba a gozar con el hecho de que mientras uno me la metía por la concha yo se la podía chupar a otro, y con las dos manos hacerles la paja a otros dos. Y mi novio iba a estar mientras tanto mirando y deleitándose, aunque, claro, no tanto como iba a gozarla yo. Yo acepté, y por supuesto que me gustó la experiencia. Algunos de sus amigos tenían una pija magnífica, gordita y no muy larga, ideal para chupar y que te llenes la boca, y también ideal para sentirla en la vagina, ocupándola y satisfaciéndola. Varios de los amigos de Julio eran incansables, y después de llenarme la boca me cojían y llenaban un forro y a veces más. Durante un año fui la hembrita de un grupito de 12 chicos, de entre 18 y 20 años. Fue una época magnífica, que recuerdo con placer y me mojo toda cuando rememoro las mil escenas calientes que viví. Pero no deja de extrañarme cómo los muchachos pueden compartir así sus amantes, y no tener celos. Cómo ellos mismos nos empujan a cojer con otros, a chupársela a otros, a hacernos las putitas y reputitas con otros chicos. Y casi todos los chicos que he conocido piensan lo mismo: les encanta que una coja con ellos y con otros también. Al año y un poco más de andar con Julio y sus numerosos y pijones amigos, mi novio se fue a vivir a otra provincia. Ahí terminó nuestro período de orgías. Algunos de sus amigos me han venido a ver después, pero ya nada es igual. No me he negado, por supuesto, pero falta el encanto de lo prohibido, de lo orgiástico, de la entrega de su novia que hacía Julio, por amistad a sus amigos y también por calentura propia.
Nosotras las chicas tenemos una idea muy distinta de los chicos respecto a la exclusividad de nuestras relaciones sexuales. Por ejemplo, a ninguna de nosotras se le ocurriría proponer el compartir a un chico guapo, de buena pija, cumplidor y calentante. Ninguna de nosotras le diríamos, después de un tiempo de cojer con él, que nos gustaría que cojiera con nuestras amigas, y que para eso podemos invitarlas a ellas para que él se las coja delante nuestro. Sin embargo, eso es lo que hacen muchos de los chicos. Después de estar un tiempo con nosotras, de cojernos como han querido, de hacernos chupar sus pijas durante horas y de hacernos tragar su leche, nos proponen traer algún o algunos amigos para que hagamos lo mismo con ellos, y así ellos disfrutar con la contemplación de semejante espectáculo en el que una es la protagonista y ellos son los convidados al banquete. Lo cuento porque a mí me pasó más de una vez. Por ejemplo, hace dos años, cuando yo tenía 18 años, salí con un chico de 19, Julio, y a él le di todo lo que me pidió. Como soy especialista petera, es decir chupadora de pijas, le hice el pete todos los días, le hice adoración de su pija y de sus bolas, le lamí y chupé sus bolas, recibí su leche en mi boca y mi cara, y muchas veces me tragué su leche y todo. Cuando me pidió cojerme, le dije que sí, y le pedí que se pusiera siempre forro. Él aceptó y me cojió de lo lindo, muchísimas veces, y una vez intentó hacerlo por el culo, pero no pudo porque me dolió demasiado. Cuando llevábamos ya tres meses de petes y cojidas, me contó que él le había dicho a varios de sus amigos cómo era yo en la cama, y que ellos habian quedado muy calientes y querían conocerme. Y me insinuó que yo podría recibirlos y hacer con ellos lo mismo que con él, y que me iba a gustar, y que iba a gozar con el hecho de que mientras uno me la metía por la concha yo se la podía chupar a otro, y con las dos manos hacerles la paja a otros dos. Y mi novio iba a estar mientras tanto mirando y deleitándose, aunque, claro, no tanto como iba a gozarla yo. Yo acepté, y por supuesto que me gustó la experiencia. Algunos de sus amigos tenían una pija magnífica, gordita y no muy larga, ideal para chupar y que te llenes la boca, y también ideal para sentirla en la vagina, ocupándola y satisfaciéndola. Varios de los amigos de Julio eran incansables, y después de llenarme la boca me cojían y llenaban un forro y a veces más. Durante un año fui la hembrita de un grupito de 12 chicos, de entre 18 y 20 años. Fue una época magnífica, que recuerdo con placer y me mojo toda cuando rememoro las mil escenas calientes que viví. Pero no deja de extrañarme cómo los muchachos pueden compartir así sus amantes, y no tener celos. Cómo ellos mismos nos empujan a cojer con otros, a chupársela a otros, a hacernos las putitas y reputitas con otros chicos. Y casi todos los chicos que he conocido piensan lo mismo: les encanta que una coja con ellos y con otros también. Al año y un poco más de andar con Julio y sus numerosos y pijones amigos, mi novio se fue a vivir a otra provincia. Ahí terminó nuestro período de orgías. Algunos de sus amigos me han venido a ver después, pero ya nada es igual. No me he negado, por supuesto, pero falta el encanto de lo prohibido, de lo orgiástico, de la entrega de su novia que hacía Julio, por amistad a sus amigos y también por calentura propia.
12 comentarios - soy petera corregido
por la edad
Lindos relatos, besos
🤤 🤤
Asi que la proxima vez, que algun "novio" intente compartirte, primero decile, nos casamos, despues compartimos. Vas a ver que la compartida deja de existir....jaaaa.
van puntos.
Mi actual ni en pedo se presta a eso, por eso cada tanto nos encontramos entre amigos y amigas. Besos y abrazos