La verdulería de mi barrio, vaya novedad, es propiedad de una familia de bolivianos, muy prósperos, muy trabajadores y lograron montar local muy bien provisto y muy prolijo. Siempre fue atendida por sus dueños, una pareja de cincuentones, además de primos, hijos, otros parientes y alguna empleada de ocasión, siempre de la colectividad. Justmente una de estas ocasionales trabajadoras es la protagonista de esta historia.
Hacía un par de meses que esta chica trabajaba allí y ya me había llamado la atención por su hermosa sonrisa y su cuerpo mucho más estilizado que la de sus coterráneos. Era más alta, más bonita y con una linda cola, invariablemente enfundada en pantalones de jean. Siempre los usaba apretaditos y, ya más lacivo, debo decir que no podía parar de mirarle su entrepierna, allí debajo de la concha donde a algunas mujeres se le forma ese famoso huequito, que a mi tanto me calienta. Despúes supe que tenía 23 años, ideal para mis 35 de macho recién separado, con ganas de cogerse hasta las paredes.
La verdad que mi relación con ella durante esos meses fue muy precaria, ella era muy tímida, un poco demasiado tímida, por lo menos con los argentinos. Si alguien tiene relación con personas de comunidad boliviana sabrá que los recién llegados son reacios a sociabilizar con gente que no sea de su colectividad, hasta que se adaptan un poco a nuestras costumbres. Incluso entre ellos siguen hablando en quichua. De a poco, fuimos tomando un poquito de confianza, algún saludo, alguna sonrisita, pero nada más, tampoco voy tantas veces a la verdulería por semana.
Una mañana de jueves, estando yo de vacaciones en el trabajo, tuve un impulso, casi intuición, de arrancar los mandados tempranito y por la verdulería. A las 8.30 de la mañana no había nadie comprando y estaba ella sola atendiendo. De verdad que ese día estaba muy linda, la soledad me permitió mirarle el culo y el huequito de la concha con más detalle. Cuando quise acordar me di cuenta que me estaba calentando.
-"Qué linda que estás hoy", fue lo que se me ocurrió decir. Como respuesta obtuve un "gracias". Fue la primera vez que no me respondió con un monosílabo. La verdad que encararla era un riesgo, porque nunca había habido un guiño de parte de ella, pero de última, me dije, cambiaba de verdulería, no iba a ser tan grave.
-"Como te deben tener los muchachos, te deben piropear todo el día", seguí.
-"Sí, algunos", me dijo.
-"Igual, una chica tan linda como vos, debe tener novio, 2 o 3 novios", me reí
-"Uno solo, señor, en Bolivia", me respondió
Esto me desanimó, a pesar de la distancia, daba la impresión de que le quería seguir siendo fiel. Además, la conversación exigía un largo esfuerzo de remo.
-"Algún amigo para salir acá tendrás", seguí
-"No conozco a nadie de aquí, llegué hace poco, mucho trabajo".
No quiero seguir reproduciendo el diálogo de modo textual, porque me costó bastante sacarle palabras, pero en definitiva, yo venía a ser su mejor amigo argentino, el que la iba a llevar a conocer la ciudad, algún boliche, pero siempre respetando a su novio que se estaba deslomando en Bolivia. Arreglamos hacer algo el sábado a la noche, para ir a un boliche a tomar algo y alguna recorrida a lugares nocturnos, sólo para pasear.
No me dejó que la pase a buscar, porque vivía muy lejos en zona de quintas y ni siquiera supo explicarme cómo llegar. Los dueños de la verdulería tenían su casa en el local, así que ese iba a ser el punto de encuentro, sábado 23.30.
No puedo decir que esperé el día ansioso, porque no me hacía muchas espectativas, ella parecía haberse tomando en serio lo de la amistad, el tour y todas esas excusas mías. No la veía desesperada por coger, ni cornear al novio. Llegó la hora y puntual llegué a la verdulería (era para morirse de risa, en la puerta de la verdulería 11 y media de la noche, bañado y perfumado). Dos bocinazos y salió, estaba infartante, con un jean clarito bien ajustado, el huequito bajo la concha bien marcado, botas negras bien altas, y remerita blanca, tipo lycra tambien ajustadita que marcaba sus pequeñas y hermosas tetas hasta ese momento ignoradas por mí. Se me aceleró el corazón, nunca pensé que estuviera tan buena, para la mesita de luz. De repente, en medio de mi delirio, un golpe de Knok Out. Detrás de ella, también vestida para salir, asomó otra chica, también de su colectividad, nada que ver con ella, mas petisita y regordeta, más parecida al resto de los que trabajaban en la verdulería. La cosa era lógica, era solo un tour nocturno por la ciudad, por qué no venir con una amiga que también quería conocer?
Subieron al auto y me dispuse a vivir una pesadilla remando en dulce de leche. Estaban las dos perfumaditas, impecables, sonrientes, pero eran dos y no hablaban.
Fuimos hasta un bar céntrico, casi sin hablar, yo de muy mal humor. Daría, la que me interesaba a mí, se sentó a mi lado y la otra, de la que no retuve el nombre, enfrente. Una de las pocas cosas que logré sacar es que la gordita era la hermana del novio, para completar el cuadro, además de medios parientes de los verduleros. O sea, me daba por vencido. Me pedí un whisky, para entonarme un poco y hacerlo lo más llevadero posible. Ellas pidieron gaseosa. Yo ya no me molestaba ni en intentar hablar, la noche estaba perdida. Ellas de vez en cuando se comentaban algo en quichua y se reían, yo imginaba que de mí. Al final de las bebidas propuse ir a bailar, por ahí, con un poco de suerte hasta me libraba de ellas. La gordita de fue al baño. Yo miré a Daría a los ojos y vi una chispita que me lanzó a un camino sin retorno, me acerqué a sus labios y casi sin explicación la besé, a la espera de cualquier reacción. Salvo que ocurrió lo contrario, ella posó sus labios en los míos como si los hubiera estado esperando, con una ternura como nunca me habían besado, casi con amor. Ternura y desesperación al mismo tiempo. Fue hermoso cruzar nuestras lenguas, suavemente, pero yo sabía que no podía durar más de un minuto, la hermana de su novio debía volver del baño en cualquier momento. Ella parecía flotar, y la llegada de su cuñada pareció no alterarla, siguió besandome, como si la otra ya lo supiera. Tal vez era eso lo que hablaban en su idioma, porque lo tomó como si nada, lo más normal.
Salimos, y envalentonado, propuse un cambio de planes, le dije si antes de salir querían pasar a conocer mi dpto. Para tomar algo más y hacer tiempo porque era muy temprano. Un "sí" fue toda su respuesta. Llegamos, en el ascensor la arrinconé un poquito pero con disimulo y estuve bien recibido. Las hice pasar, puse música, serví unas bebidas y nos acomodamos en el living, yo siempre cerca de mi dama. Al rato las invité a conocer el lugar, pero la generosa cuñada dijo que le dolían un poco los pies, que ese sillón era tan cómodo!.
No hice muchas escalas, a ella no le interesaba el baño, ni la cocina ni el estudio. mi dormitorio fue la primera y única parada. Entramos, cerrar la puerta y empezar a besarla fue un solo movimiento. Otra vez con dulzura, difrutando, sin apuro. Su aliento era embriagador y no había manera separarnos. Así parados, para mí la manera mas caliente de besar porque permite apretar, empecé a tocarle el culo, la cintura, metí mano por todos lados y ella me dejaba hacer. Visto que lo inevitable iba a ocurrir, con pesar despegamos nuestras bocas, lentamente empezamos a desvestirnos. Finalmente, ella quedó sólo con su lencería negra, muy chiquita, tipo hilo que exponía un culo que se insinuaba bueno, pero que así mostrado era simplemente espectacular. Sus tetas, perfectas, su conchita depilada por completo. Era una Barbie del altiplano, además muy dulce en sus movimientos. Ya desnuda la tiré sobre la cama y fui directo a aquel huequito bajo su concha que me llamó la atención desde el primer día. Le chupé la concha con una suavidad como nunca lo había hecho, con besos y lamidas. Se la había perfumado, había previsto todo. Caliente y todo como estaba, no podía parar de chuparle la concha, no quería dejarla. La lleve a un orgasmo intenso pero silencioso, tal como era ella. Un paso por sus hermosos pezones,(no sé de donde me suena, eran verdaderos pechos de miel) me llevó de nuevo a su boca. Luego fue su turno de complacerme y me chupó la pija con la misma delicadeza que yo lo había hecho con su concha, la miraba con amor, devoción y la engullía hasta la mitad, la difrutaba, como una nena cuida la muñequita nueva que recién le regalaron.
Luego un 69, siempre con ese ritmo suave, gozamos los dos hasta que terminó sentada en mi cara, dándome su culo para que lo saboree, tenía un sabor incomparable. Todo en ella producía adicción, si empezabas a chuparle algo no podías parar.
Pero en algún momento tenía que penetrarla. Bastó que se moviera unas centímetros para adelante y se calzara en mi pija dándome la espalda. Los dos emitimos un pequeño gemido. Comenzó a cabalgarme, con el mismo ritmo en que empezamos a besarnos en el bar, gozando al máximo cada movimiento. Para mi ver su espalda perfecta, su culo igual de perfecto y mi verga entrando y saliendo de su concha era lo más cercano a la felicidad que me pasó jamás.
Ella gemía en vos muy baja. Acabamos juntos en un orgasmo ineterminable. No besamos un rato en la cama y parece que al mismo tiempo nos acordamos de su cuñada, que el día de hoy, varios meses después, no se que papel vino jugar. Nos vestimos, salimos de la habitación y nos reencontramos con la gordita, que seguía en el sillón, en la misma posición que la habíamos dejado, escuchando una radio FM.
-"Nos pedís un remis'", me dijo.
Permanecimos los tres callados hasta que el remisero tocó el portero. Las acompañé hasta abajo y me saludó con un beso en la mejilla como si quisiera disimular algo, que había sido tan evidente como si la cuñada nos hubiera visto coger. Sentada en asiento trasero del remís, es la última imagen que tengo de ella. Jamás volvió a la verdulería, jamás volví a tener noticias de ella, jamás la volví a ver. Ya soy casi vegetariano de tanta verdura que llevo comprada en estos meses con la esperanza de verla otra vez. Pero no, me atiendé siempre Joselito, el dueño, que ya me tomó el tiempo y me cobra cada vez más caro el kilo de cebolla...
Hacía un par de meses que esta chica trabajaba allí y ya me había llamado la atención por su hermosa sonrisa y su cuerpo mucho más estilizado que la de sus coterráneos. Era más alta, más bonita y con una linda cola, invariablemente enfundada en pantalones de jean. Siempre los usaba apretaditos y, ya más lacivo, debo decir que no podía parar de mirarle su entrepierna, allí debajo de la concha donde a algunas mujeres se le forma ese famoso huequito, que a mi tanto me calienta. Despúes supe que tenía 23 años, ideal para mis 35 de macho recién separado, con ganas de cogerse hasta las paredes.
La verdad que mi relación con ella durante esos meses fue muy precaria, ella era muy tímida, un poco demasiado tímida, por lo menos con los argentinos. Si alguien tiene relación con personas de comunidad boliviana sabrá que los recién llegados son reacios a sociabilizar con gente que no sea de su colectividad, hasta que se adaptan un poco a nuestras costumbres. Incluso entre ellos siguen hablando en quichua. De a poco, fuimos tomando un poquito de confianza, algún saludo, alguna sonrisita, pero nada más, tampoco voy tantas veces a la verdulería por semana.
Una mañana de jueves, estando yo de vacaciones en el trabajo, tuve un impulso, casi intuición, de arrancar los mandados tempranito y por la verdulería. A las 8.30 de la mañana no había nadie comprando y estaba ella sola atendiendo. De verdad que ese día estaba muy linda, la soledad me permitió mirarle el culo y el huequito de la concha con más detalle. Cuando quise acordar me di cuenta que me estaba calentando.
-"Qué linda que estás hoy", fue lo que se me ocurrió decir. Como respuesta obtuve un "gracias". Fue la primera vez que no me respondió con un monosílabo. La verdad que encararla era un riesgo, porque nunca había habido un guiño de parte de ella, pero de última, me dije, cambiaba de verdulería, no iba a ser tan grave.
-"Como te deben tener los muchachos, te deben piropear todo el día", seguí.
-"Sí, algunos", me dijo.
-"Igual, una chica tan linda como vos, debe tener novio, 2 o 3 novios", me reí
-"Uno solo, señor, en Bolivia", me respondió
Esto me desanimó, a pesar de la distancia, daba la impresión de que le quería seguir siendo fiel. Además, la conversación exigía un largo esfuerzo de remo.
-"Algún amigo para salir acá tendrás", seguí
-"No conozco a nadie de aquí, llegué hace poco, mucho trabajo".
No quiero seguir reproduciendo el diálogo de modo textual, porque me costó bastante sacarle palabras, pero en definitiva, yo venía a ser su mejor amigo argentino, el que la iba a llevar a conocer la ciudad, algún boliche, pero siempre respetando a su novio que se estaba deslomando en Bolivia. Arreglamos hacer algo el sábado a la noche, para ir a un boliche a tomar algo y alguna recorrida a lugares nocturnos, sólo para pasear.
No me dejó que la pase a buscar, porque vivía muy lejos en zona de quintas y ni siquiera supo explicarme cómo llegar. Los dueños de la verdulería tenían su casa en el local, así que ese iba a ser el punto de encuentro, sábado 23.30.
No puedo decir que esperé el día ansioso, porque no me hacía muchas espectativas, ella parecía haberse tomando en serio lo de la amistad, el tour y todas esas excusas mías. No la veía desesperada por coger, ni cornear al novio. Llegó la hora y puntual llegué a la verdulería (era para morirse de risa, en la puerta de la verdulería 11 y media de la noche, bañado y perfumado). Dos bocinazos y salió, estaba infartante, con un jean clarito bien ajustado, el huequito bajo la concha bien marcado, botas negras bien altas, y remerita blanca, tipo lycra tambien ajustadita que marcaba sus pequeñas y hermosas tetas hasta ese momento ignoradas por mí. Se me aceleró el corazón, nunca pensé que estuviera tan buena, para la mesita de luz. De repente, en medio de mi delirio, un golpe de Knok Out. Detrás de ella, también vestida para salir, asomó otra chica, también de su colectividad, nada que ver con ella, mas petisita y regordeta, más parecida al resto de los que trabajaban en la verdulería. La cosa era lógica, era solo un tour nocturno por la ciudad, por qué no venir con una amiga que también quería conocer?
Subieron al auto y me dispuse a vivir una pesadilla remando en dulce de leche. Estaban las dos perfumaditas, impecables, sonrientes, pero eran dos y no hablaban.
Fuimos hasta un bar céntrico, casi sin hablar, yo de muy mal humor. Daría, la que me interesaba a mí, se sentó a mi lado y la otra, de la que no retuve el nombre, enfrente. Una de las pocas cosas que logré sacar es que la gordita era la hermana del novio, para completar el cuadro, además de medios parientes de los verduleros. O sea, me daba por vencido. Me pedí un whisky, para entonarme un poco y hacerlo lo más llevadero posible. Ellas pidieron gaseosa. Yo ya no me molestaba ni en intentar hablar, la noche estaba perdida. Ellas de vez en cuando se comentaban algo en quichua y se reían, yo imginaba que de mí. Al final de las bebidas propuse ir a bailar, por ahí, con un poco de suerte hasta me libraba de ellas. La gordita de fue al baño. Yo miré a Daría a los ojos y vi una chispita que me lanzó a un camino sin retorno, me acerqué a sus labios y casi sin explicación la besé, a la espera de cualquier reacción. Salvo que ocurrió lo contrario, ella posó sus labios en los míos como si los hubiera estado esperando, con una ternura como nunca me habían besado, casi con amor. Ternura y desesperación al mismo tiempo. Fue hermoso cruzar nuestras lenguas, suavemente, pero yo sabía que no podía durar más de un minuto, la hermana de su novio debía volver del baño en cualquier momento. Ella parecía flotar, y la llegada de su cuñada pareció no alterarla, siguió besandome, como si la otra ya lo supiera. Tal vez era eso lo que hablaban en su idioma, porque lo tomó como si nada, lo más normal.
Salimos, y envalentonado, propuse un cambio de planes, le dije si antes de salir querían pasar a conocer mi dpto. Para tomar algo más y hacer tiempo porque era muy temprano. Un "sí" fue toda su respuesta. Llegamos, en el ascensor la arrinconé un poquito pero con disimulo y estuve bien recibido. Las hice pasar, puse música, serví unas bebidas y nos acomodamos en el living, yo siempre cerca de mi dama. Al rato las invité a conocer el lugar, pero la generosa cuñada dijo que le dolían un poco los pies, que ese sillón era tan cómodo!.
No hice muchas escalas, a ella no le interesaba el baño, ni la cocina ni el estudio. mi dormitorio fue la primera y única parada. Entramos, cerrar la puerta y empezar a besarla fue un solo movimiento. Otra vez con dulzura, difrutando, sin apuro. Su aliento era embriagador y no había manera separarnos. Así parados, para mí la manera mas caliente de besar porque permite apretar, empecé a tocarle el culo, la cintura, metí mano por todos lados y ella me dejaba hacer. Visto que lo inevitable iba a ocurrir, con pesar despegamos nuestras bocas, lentamente empezamos a desvestirnos. Finalmente, ella quedó sólo con su lencería negra, muy chiquita, tipo hilo que exponía un culo que se insinuaba bueno, pero que así mostrado era simplemente espectacular. Sus tetas, perfectas, su conchita depilada por completo. Era una Barbie del altiplano, además muy dulce en sus movimientos. Ya desnuda la tiré sobre la cama y fui directo a aquel huequito bajo su concha que me llamó la atención desde el primer día. Le chupé la concha con una suavidad como nunca lo había hecho, con besos y lamidas. Se la había perfumado, había previsto todo. Caliente y todo como estaba, no podía parar de chuparle la concha, no quería dejarla. La lleve a un orgasmo intenso pero silencioso, tal como era ella. Un paso por sus hermosos pezones,(no sé de donde me suena, eran verdaderos pechos de miel) me llevó de nuevo a su boca. Luego fue su turno de complacerme y me chupó la pija con la misma delicadeza que yo lo había hecho con su concha, la miraba con amor, devoción y la engullía hasta la mitad, la difrutaba, como una nena cuida la muñequita nueva que recién le regalaron.
Luego un 69, siempre con ese ritmo suave, gozamos los dos hasta que terminó sentada en mi cara, dándome su culo para que lo saboree, tenía un sabor incomparable. Todo en ella producía adicción, si empezabas a chuparle algo no podías parar.
Pero en algún momento tenía que penetrarla. Bastó que se moviera unas centímetros para adelante y se calzara en mi pija dándome la espalda. Los dos emitimos un pequeño gemido. Comenzó a cabalgarme, con el mismo ritmo en que empezamos a besarnos en el bar, gozando al máximo cada movimiento. Para mi ver su espalda perfecta, su culo igual de perfecto y mi verga entrando y saliendo de su concha era lo más cercano a la felicidad que me pasó jamás.
Ella gemía en vos muy baja. Acabamos juntos en un orgasmo ineterminable. No besamos un rato en la cama y parece que al mismo tiempo nos acordamos de su cuñada, que el día de hoy, varios meses después, no se que papel vino jugar. Nos vestimos, salimos de la habitación y nos reencontramos con la gordita, que seguía en el sillón, en la misma posición que la habíamos dejado, escuchando una radio FM.
-"Nos pedís un remis'", me dijo.
Permanecimos los tres callados hasta que el remisero tocó el portero. Las acompañé hasta abajo y me saludó con un beso en la mejilla como si quisiera disimular algo, que había sido tan evidente como si la cuñada nos hubiera visto coger. Sentada en asiento trasero del remís, es la última imagen que tengo de ella. Jamás volvió a la verdulería, jamás volví a tener noticias de ella, jamás la volví a ver. Ya soy casi vegetariano de tanta verdura que llevo comprada en estos meses con la esperanza de verla otra vez. Pero no, me atiendé siempre Joselito, el dueño, que ya me tomó el tiempo y me cobra cada vez más caro el kilo de cebolla...
30 comentarios - Extraña historia con la chica de la verdulería
te felicito
lastima q no tng puntos para dejar...
Que linda historia, como la llevaste. Me gusto che!
😉
Debió ser el titulo!!!!
IMPECABLE relato!!!!
Paso con puntos mañana!
Muy bueno y bien narrado el caliente relato !
El final es muy pero muy bueno !!!!
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
A favs y reco Obvio y dejo mi ofrenda en las pocas chirolas que se me dan para retribuir los buenos aportes de P!
:buenpost:
Felicitaciones!
Te lo recomiendo con ganas, apoyando a los colegas escritores que despuntamos el vicio en Poringa!
Te espero en mi post!
Besos
Seguramente se volvio para su pais... una lastima... pero siempre tendras los recuerdos de esa noche jeje 😛