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Aún existe magia en el mundo



Era como una hoja temblando de frió, luego que la última micro se me pasó en plena alameda a las 4 de la mañana, solo y mojado por la lluvia, comencé a caminar rumbo a plaza Italia donde esperaba encontrar algún colectivo para llegar luego a mi casa a descansar o mejor dicho a dormir la mona luego de esa noche de música y cerveza, pero nada ni un alma por ningún lado, me daba rabia no haber aceptado irme con mis amigos a la playa..., pero el cansancio y las labores de "padre soltero" me impedían hacerlo.

Así que caminé por Vicuña Mckenna, esperando por algún transporte cuando luego de parar de llover comenzó a caer una gruesa neblina sobre mis ojos. A medida que me adentraba en la negrura del espesor mi corazón latía cada vez mas rápido rogando no encontrarme con nada malo.

Cuando de pronto siento el sonido de una puerta, y una luz ilumina la entrada de aquella antigua casa.

De ella sale una mujer misteriosa que me pregunta si estoy perdido.
Como un instante mágico donde la realidad pareció colapsar dejé de temer y el suave arrullo de su voz me invitó a entrar en aquella casa.

Un pasillo a media luz, unos muros cubiertos de tela adornada con flores, muebles antiguos de nobles maderas y puertas de roble macizo custodiando las grandes habitaciones, toda una visión, de pronto sin saber como estaba dentro de una de ellas sentado en una mesa tomando una tasa de café, mientras ella estaba detrás de mi con una toalla secando mi cabello.

Una vez seco, me mostró el camino hacia una antigua cama estilo barroco, que se encontraba a mis espaldas, y me invitó a quitarme esas ropas mojadas y recostarme en ella, el calor de la chimenea encendida y el efecto de la magia de aquella noche alejó todo temor en mi y accedí.

Desnudé mi torso, quité mis pantalones y ropa interior, abrí las sábanas añosas pero limpias y me acosté, ella apareció nuevamente en el umbral de la puerta, se deslizo hacia mi como flotando en el aire y entró bajo las sabanas completamente desnuda, el calor de su vientre llamó a mis manos a encender el fuego de la pasión, mis labios se conectaron con los de ella y mi pecho sintió sus senos turgentes, un tanto agresivo la tome por los hombros y me puse sobre ella y fundí mi boca en su boca saboreando sus labios de color púrpura violáceo, fríos eran ellos a diferencia de su sexo que era de un candor que parecía quemar mi miembro, la miré y vi solo vi sus ojos, negros como aquella noche, la penetré profundamente una y otra vez hasta que estallé en su vulva llenándola de mi sabia y volví a fundirme con ella en un eterno beso...

Luego desperté recostado en mi cama pensando en que todo había sido solo un bello e inquietante sueño, me levanté para ir al baño cuando de debajo de mi almohada cayó un medallón con un pentáculo, me agaché a recogerlo y noté un dolor en mi muslo derecho lo examiné y noté una marca como de mordisco estaba claro para mi...

A la semana siguiente repetí el recorrido con el fin de entregarle su medallón y también obviamente para volver a verla, pero ni ella ni la casa estaban ahí.

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