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Esposa de uno, amante de otro ( I parte)

Hola, me llamo Agostina, tengo 26 años, casada, madre de dos hijos, Pablo, el mayor de 10, y Paulita de 5 recién cumplidos. Mi historia, la que quiero compartir con ustedes, comienza hace 10 años, cuándo tenía… mejor saquen ustedes la cuenta, ya que no quiero tener problemas con el relato al decir mi edad, pero tampoco quiero mentirles.
En ese entonces todavía era virgen pero, a diferencia de muchas chicas de mi edad, debo decir que entre al sexo por la puerta grande.
Cursaba el cuarto año de secundaria en el colegio Euskal Echea, en Balvanera. Ahí me hice muy amiga de María José, o Majo, como le decíamos cariñosamente. Éramos tan compinches e inseparables, que muchas veces, usando como excusa los exámenes, me quedaba a dormir en su casa o ella en la mía, claro que en vez de estudiar aprovechábamos el tiempo en hablar de mil y un tonterías, cosas típicas de la edad. Todo iba bien hasta que al lado de la casa de Majo se mudo un nuevo vecino. Ella vivía en Humberto Primo y Entre Ríos, en una casa por pasillo. El cuarto departamento era el que ocupaba con sus padres, y justo al lado había una escalera que conducía al departamento de este nuevo vecino. Hasta ahí nada para destacar, aunque nunca imagine el giro que daría mi vida aquella primera noche que me quede en lo de majo ya con ese nuevo vecino instalado. Estuvimos viendo películas y charlando casi hasta las dos de la madrugada, cuándo ya nos venció el cansancio nos acostamos a dormir, me quede dormida enseguida, aunque no por mucho tiempo ya que me despertó el ruido de unos zapatos de taco alto en la escalera del pasillo. Mire la hora y eran como las tres. No le di importancia y trate de seguir durmiendo, pero al poco rato empiezo a escuchar algo como… gemidos… al principio creí que eran los padres de Majo que estaban haciendo el amor creyendo que estábamos profundamente dormidas, pero no… los gemidos provenían de la ventana del cuarto, la que justamente daba al departamento de arriba. Eso significaba que el flamante vecino de mi amiga tenía compañía y por los ruidos que hacían, parecía que la estaban pasando muy bien.
-Majo… Majo… escucha, parece que tu vecino esta cogiendo…- le dije a mi amiga tratando de incitar su curiosidad, pero no me dio pelota.
-Ah si- dijo medio dormida –Me olvide de avisarte, todas las noches trae una mina distinta… esta por lo menos no grita tanto como las otras- y ahí mismo se dio la vuelta y siguió durmiendo.
Yo aunque quería no podía dormirme, y no era porque me molestaran los gemidos y el ruido del traqueteo que producían, sino porque, por el contrario, me excitaban. No entendía como a Majo no le producían nada, por las expresiones de la mujer aquel misterioso vecino aparentaba ser un muy buen amante. No pude evitar masturbarme y tener un orgasmo casi simultáneo con aquella desconocida. Al otro día no le mencioné el tema a Majo, pero me quede con una sensación extraña.
Las noches siguientes no fueron diferentes, yo le insistía a Majo para quedarme en su casa, esperando ansiosa el momento en que aquel sujeto llegara con su compañera de turno e hicieran lo que a mí me despertaba más morbo. Ni bien empezaban, yo metía una mano por entre mis piernas y los acompañaba sin que ellos lo supieran, siendo tanta la humedad que desprendía mi sexo que debía llevar una toalla conmigo para no manchar las sábanas con esas ganas que se acumulaban cada vez más en mi cuerpo.
Una tarde en que llegábamos juntas del colegio pude conocer finalmente al protagonista de todas mis fantasías. Se llamaba Pablo y debía tener unos 40 y pico de años. Contrariamente a lo que puedan suponer no se trataba de un tipo atractivo, no era lo que se dice un galán, tenía un aspecto de lo más común, morocho, de cabello enrulado, si no fuera por que había escuchado de lo que era capaz, jamás me hubiera fijado en alguien como él… pero en este caso la atracción superaba el aspecto meramente visual.
-Hola chicas… ¿Cómo están?- nos saludó al vernos esa tarde.
Estaba compartiendo una cerveza con un amigo en la esquina del departamento. Majo ni le dirigió la palabra, pero yo le respondí que estábamos bien, dedicándole una amplia sonrisa.
-¿Para que le hablás a ese negro?- me retó mi amiga ni bien nos alejamos de ellos.
-Es que… no quise quedar como una maleducada- me excusé.
-Los maleducados son ellos- me replicó. No le respondí nada. El haber conocido a Pablo, el responsable de todos esos gemidos y jadeos nocturnos, me había sumido en una amplia confusión. Él no me gustaba como hombre, pero me atraía, y me atraía cada vez más.
Pasaron los días, los meses, y seguí quedándome en casa de Majo, solo para disfrutar de esos ruidos sexuales que se producían en la noche. Pese a ello mi amiga dormía como un tronco, pero lo que es yo… yo me quedaba despierta imaginado que era yo la que estaba con Pablo en ese momento. Finalmente lo que tenía que pasar, pasó.
Me acuerdo que ese fin de semana mi amiga no iba a estar en su casa, se iba con sus padres a lo de un familiar. Me invitó a ir pero rechacé la invitación aduciendo otro compromiso. Era mentira, pero ya venía planeando esto desde hace tiempo, y su ausencia me posibilitaba la tan ansiada oportunidad que esperaba. El domingo me levanté temprano y fui hacia lo de mi amiga, compré una docena de facturas en la panadería de enfrente y me quede esperando en la puerta. Toque el timbre una par de veces para disimular, ya que sabía que no había nadie. Estuve esperando más de una hora afuera, hasta que a eso de las 11 sale Pablo con terrible cara de dormido, todavía tenía la marca de la almohada en la cara.
-¿Qué hacés bonita, todavía no te abrieron?- me preguntó al verme.
-No, parece que no están- respondí.
Ya estábamos en primavera y aquel día estaba algo caluroso, por lo que me había ido con un vestidito de algodón, así que no fue extraño que sus ojos se perdieran en el surco que formaban mis pechos a través del escote.
-Puede ser porque hoy no los escuche para nada- comentó.
-Voy a tener que volverme a casa entonces- dije haciendo un gesto medio compungido.
-Que lástima, te viniste con facturas y todo-
-Si, para tomar mate-
-Y ya que están las facturas, ¿no querés subir a tomar unos mates conmigo?-
-Mmm… no sé… mejor me voy a casa-
-Dale, mira que cebo unos mates de primera, ¿te los vas a perder?- me insistió.
-No… es que…- ni me dejo terminar la frase. Me agarró del brazo, me metió adentro y cerrando la puerta me guió a través del pasillo, sin soltarme en ningún momento. Yo solo me dejaba llevar.
-No, en serio Pablo, me voy a casa-
-Si, te vas a ir a casa pero después de tomarte unos mates, además me ahorras el viaje a la panadería- me dijo mientras me conducía por la escalera hacia la puerta de su departamento. Estaba sin llave así que la abrió de un empujón y me metió adentro. Yo estaba que temblaba, pero no de miedo, sino de excitación. Me condujo hacia la cocina y me invitó a sentarme. Mientras el ponía la pava en el fuego y preparaba el mate, deje las facturas en la mesa y comencé a mirar todo alrededor. Estaba todo desordenado, se ve que a las mujeres solo las traía para una cosa y no precisamente a limpiar.
-¿No va a venir nadie?- le pregunté en algún momento.
-No, no espero visita, ¿Por qué?-
-Como casi siempre estás acompañado-
-Bueno, ahora mismo estoy acompañado por vos- me hizo notar.
-Me refería a… otras mujeres-
-En realidad se fue una hace un rato- admitió.
-¿Tu novia?-
-No tengo novia, solo era una amiga-
-¿Soles pasar la noche con tus amigas?-
-Si, digamos que son amigas muy íntimas- repuso invitándome el primer mate.
Lo agarré, apoyé los labios en la bombilla y chupé. Recién entonces me atreví a hacerle la próxima pregunta, la que deseaba hacerle desde hacia rato.
-Quizás yo también pueda ser una de tus amigas… íntimas-
-¿Te gustaría?-
-Ajá- asentí sintiendo como se me enrojecían las mejillas.
Entonces se me acercó, me sacó el mate de la mano y me dijo:
-Si es así vas a tener que probar el mate especial que tengo para mis amigas-
-¿Mate especial… cuál mate especial…?- le pregunté.
Ahí mismo se desabrocho el pantalón y peló una pija que aún hoy me corta la respiración. La sacudió fuertemente frente a mí, a la vez que decía:
-Éste mate mamita, solo para vos, para que lo chupes a gusto…-
Era la primera vez que tenía algo así adelante y debo admitir que aquella primera visión me pareció hermosa, no veía ningún defecto en aquel instrumento, era perfecto, no podía creer que pudiera existir algo tan bello, tan… impresionante, incluso la fuerza que denotaba con esa vena hinchada y contundente que la surcaba de un extremo a otro me producía un cosquilleo especial.
-Yo nunca… nunca se la chupe a ningún chico…- le confesé.
-¿Con esa boquita no chupaste ninguna pija? ¡Que desperdicio! Pero no te preocupes, hoy vas a aprender a chupar una pija como se debe- me dijo.
Se me acercó, y me la refregó por la cara, por los labios, entonces me di cuenta que no solo era perfecta para la vista, sino para el olfato también, olía tan bien que de solo olerla me excitaba.
-¿Te gusta, te gusta sentirla?- me preguntó.
-Mmmm… si…- asentí casi en éxtasis, dejándome seducir por su calor y tersura.
-Mucho más te va a gustar chuparla, abrí la boca- me dijo.
La abrí y me la metió de una, casi me atraganto y hago una arcada al sentirla, pero me contuve. Era demasiado rica como para rechazarla. Entonces como que se me despertó el instinto, y aunque nunca había chupado una pija, se la agarré y comencé a mamarla con el mayor de los gustos.
-¡Ahhhhh… siiiiii… así pendeja… ¿estás segura que nunca chupaste una?... lo hacés bastante bien… ahhhhh… tenés un talento natural para chupar- me elogiaba.
La forma en que disfrutaba lo que le hacía me motivaba a seguir y hacérselo con más avidez todavía, saboreándola a todo lo largo y a lo ancho también, relamiéndome cada vez que me la sacaba de la boca, solo para tomar aire y volver a comérmela hasta los pelos. Era tanto el gusto que sentía con esa verga en la boca que no quería soltarla, no quería perderla, quería sentirla por siempre en mi paladar. Sin que él me lo dijera, por mí misma busque sus bolas para lamerlas, para besarlas, para mordérselas suavemente, despacito, casi delicadamente.
-¡Uh nena… me estás enloqueciendo…!- me dijo.
Me la sacó, me la arrebató y ahí mismo, en donde estaba sentada, se ubicó entre mis piernas, me levantó la falda del vestido y enfiló la verga hacia mi tesoro más preciado.
-¡Despacito por favor… soy virgen…!- le pedí, sabiendo ya de antemano que en aquel preciso instante dejaría de serlo.
-No te preocupes mi amor, te lo voy a hacer con la mayor de las dulzuras- me aseguró.
Hizo a un lado entonces mi bombacha y me acarició suavemente los labios de la concha.
-¡Estás empapada…!- exclamó al sentirme.
Solo un suspiro escapó de mis labios al sentir sus dedos. Entonces apoyó la cabeza de su pija en el centro y empezó a empujar. Nunca había sentido tanto dolor, pero tampoco tanto placer… sentía un ardor ahí adentro que me quemaba y que sabía debía satisfacer cuánto antes para no terminar inmolada.
¡PLOP! se sintió cuándo la cabeza hizo su entrada triunfal en mi conchita, dolió si, pero no fue nada comparado con todo lo que me había imaginado. Pablo la dejo ahí metida por un instante, como para que me fuera acostumbrando y luego siguió empujando, ahora si, sentía que me abría, que me partía al medio, él empujando, y yo ahí sentada, con las piernas abiertas, dejándome atravesar por esa verga monstruosa que estaba dispuesta a despojarme de todo vestigio de virginidad.
-¡Ahhhhhh… ahhhhhh… ahhhhhhh…!- mis jadeos y quejidos incrementaban su intensidad a medida que la penetración se hacía más profunda.
Yo estaba con los ojos cerrados, disfrutando/padeciendo ese único e irrepetible momento, el de mi primera cogida, que no me di cuenta cuándo la tuve toda adentro. Lo veía pero no lo creía, toda la pija de Pablo, esa inmensidad hecha carne, estaba toda dentro de mí, llenándome, palpitando en mi interior, convirtiéndose por ese momento en un órgano más de mi cuerpo. Pero lo mejor vino sin duda cuándo empezó a entrar y salir, la sensación, el morbo de estar siendo desvirgada por ese sujeto que me llevaba más de veinte años y que en ningún aspecto se parecía al hombre de mis sueños, me trasladaba a un sitio en donde solo los sentidos y las emociones prevalecían sobre todo lo demás. Yo ya estaba entregada, a completa merced de sus designios, entonces Pablo me aferró por la parte baja de las piernas y me levantó haciéndome upa, teniéndome todavía con la pija bien clavada en mi interior, así de pie me deslizó unas cuántas veces a lo largo de tan brutal erección, haciéndomela sentir a pleno y me llevó a su habitación, siempre moviéndome en torno a ese émbolo de placer que parecía haberse convertido en el eje rotatorio de mi cuerpo. Ya en su pieza, me depositó sobre la cama, echándose él sobre mí y empezó a cogerme con todo, bombeándome con una fuerza impresionante, la cama toda se sacudía bajo el influjo de sus acometidas, haciendo que la cabecera golpeara una y otra vez contra la pared. Yo estaba toda abierta, toda despatarrada, recibiendo uno tras otro esos fuertes pijazos cuya fuerza parecía incrementarse cada vez más. Todavía estaba con el vestido puesto, por lo que sin dejar de metérmela, me acariciaba las tetas a través del escote, pellizcándome los pezones en una forma por demás agresiva.
-¡Puta… puta… putita…!- me gritaba como endemoniado, sin dejar de embestirme, hasta que en medio de un grito me la dejo clavada bien adentro y entre sacudidas y estremecimientos sentí que un líquido caliente y espeso, bastante caudaloso, me llenaba por completo. Cuándo salió de mí, echándose a un costado, me toqué la concha alcanzando a percibir los labios bien abiertos e inflamados y algo que me salía de adentro.
-¡Ufffff… que bien te cogí mamita! De verdad eras virgen, cuándo te la metí la primera vez sentí que rompí algo, ¿vos lo sentiste?- quiso saber.
-Si- asentí recordando ese casi inaudible ¡PLOP!
-¿Pero te gustó?- me preguntó.
-Si pero… me duele un poco- le dije acariciándome esa parte de mi cuerpo que él tanto había maltratado.
-¡Y lo que te va a doler todavía… y no solo esa parte…!- exclamó frotándose vulgarmente la pija que todavía seguía parada.
No lo entendí en ese momento, pero muy pronto habría de comprenderlo a la perfección…

Continuará…




















23 comentarios - Esposa de uno, amante de otro ( I parte)

teban_2903
uffff caliente relato, espero la 2da parte, besos
Belga2
Muy buen relato, me gusta tu correcta forma de escribir.
Que suerte debe tener tu amante jeje.
garrote2373 +1
Muy buen relato. Ansioso espero la segunda parte
unilusomas
que paja me clave de imaginarte nomas...
EL_PROFE25
Muy bueno!!!!
Espero la segunda parte y mas!!
Excelente!
Gracias por compartir!
sikamikanico01
muy bueno! reco mas mis 5 puntos asi sumas y salis de aprendiz!

:buenpost:

besos!
complice69
mmmm que rico leer un relato asi!!!
james_hadley1
Muy bueno, me hizo parar la pija, un poco más chica que la de Pablo, jaja
gs200
Es tu foto la del avatar?
Easylover
Muy bueno nena, realmente me calentaste con el relato! 🤤
Espero la 2ªparte y uno donde nos cuentes como seguis puliendole los cuernos a tu marido actualmente con el Sr TRES PIERNAS 😉
BEsos loquita linda! :winky:
AussieAG
Me gusto mucho tu relato. Ya mismo me voy a leer la segunda parte.
FiXiCat
espectacular el relato!

Esposa de uno, amante de otro ( I parte)
julietanay
aqui estan mis 10..... para que seas vip. nfu
erebo1984
Muy bueno, voy por el final...
fresis2012

Buen relato!


pendeja


Si podés pasate por mis post...
elnegro5220
Muy buen relato si es cierto es el sueño de mi vida, luego leo los otros!