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Buenos amigos.

Dedicado a mi gran amiga:

--o--


Hoy Mariela cortó conmigo.
Me sentí mal. La natural angustia que siente todo hombre cuando la nostalgia sexual comienza a invadirlo.
¿Para qué engañarme a mí mismo? De inmediato extrañé sus besos.
Y cuando caminé errante luego de tus palabras finales, pensé en que no podría desatar nunca más sus corpiños, y dejé caer una lágrima en la acera.
Con la cabeza gacha, no me di cuenta que mi caminar me llevó a la casa de mi mejor amigo: Jorge.
_¿Qué pasó, viejo? –me preguntó tomando mi hombro.
_Mariela…
Jorge me invitó a entrar a su casa. Nos sentamos en el salón y sirvió dos vasos con cerveza.
_¡Ah! Sabía que tarde o temprano iba a terminar ese idilio. Muchos problemas, muchas peleas… deberías estar feliz. Ahora podrás descansar y… además, encontrar a una mujer más linda, porque Mariela no era muy linda que digamos…
_Gracias –dije con los ojos llorosos, pues valoré enormemente el esfuerzo que hacía Jorge con sus palabras de apoyo.
_No la extraño a ella, extrañaré el sexo –sorbí un poco de cerveza y continué- Hoy antes de irme, miré sus piernas… blancas, cuya suavidad era tan notoria que no era necesario palparla para advertir su brillo… Pienso que ella se está preocupando mucho de su físico… para salir con otro.
_¿Ves? Ella es muy suelta… le encanta culear con muchos hombres.
_Da igual. Siento una nostalgia sexual infinita. Vos no me podés ayudar, por más palabras que me digas. Tu persuasión deja ver el buen amigo que eres, que está en las buenas y en las malas, pero no podés hacer nada contra lo que te estoy contando…
Interrumpí mi discurso de agradecimiento. La mano de Jorge estaba sobre mi muslo. Sus ojos miraban hacia el vacío.
_Es solo sexo – dijo – Yo sí te puedo ayudar, si es que quieres.
Me quede quieto. Nunca había dudado de mi sexualidad, pero entonces… por qué carajo estaba tan caliente? Logré mi máxima erección, solamente con su mano en mis piernas. Lo único que deseaba en mi interior, es que Jorge corriera su mano de mi muslo y la llevara directamente a mi pija.
Me levanté del asiento. Y me acerqué a él.
_Sí, quiero que me ayudes –le susurré en el oído, y le besé la frente.
Cerré mis ojos. Él besó mi mejilla. Yo me aferré a él, acariciando su cuerpo con mi mano izquierda, y buscando su enorme verga con la derecha. Me fue sencillo bajar sus pantalones deportivos.
Lo comencé a masturbar, y nos besábamos con la pasión de los dos hombres calientes que éramos.
Él no dejaba de besarme, mientras intentaba desabrochar el cierre de mi pantalón.
Hasta que al fin lo logró. Mi pija al aire y su mano apretándomela con fuerza.
Continuamos besándonos, hasta que él interrumpió:
_Te quiero
Yo lo estaba besando con locura. Cuando despegué mi boca de la de él, le dije con respiración agitada:
_Y yo a vos
Y de vuelta al beso… a los dulces besos y a la masturbación mutua.
Linda tarde, olvidando a Mariela.


Buenos amigos.

1 comentarios - Buenos amigos.

sedesama
muy buenooo... termina de contar todo