“y a vos? A vos como te gusta?”
“a mí me gusta como a los animalitos”
“ah…así que te gusta en cuatro…?!?!?!”
La frase que siguió a esos tres puntos suspensivos , el que hayan pasado tantos años de haber oído esas palabras y que aun hoy la recuerde perfectamente, es lo que me lleva a escribir este, mi 3er relato.
Esta, también se trata de una situación real que me toco vivir allá por el 2003, probablemente, de las mas excitantes de mi vida.
Pero empecemos por el principio:
Enero del 2003, humedad, muchos grados, asfalto como chicle que se adhiere a la suela de los zapatos, y un verano sin vacaciones que me obligo a quedarme en mi Buenos Aires querido.
Calor, calor y más calor, y ojo que cuando me refiero al calor, no solo hablo de temperatura ambiente, sino de cuando la sangre llega al punto de ebullición, cuando uno cree descubrir en cada escote, en cada falda, al amor de su vida…
Así, es como una noche de viernes de hastío me senté frente a mi máquina, tratando de encontrar alguna forma de pasar el rato; después de que unas piernas tan largas como traicioneras me cancelaran una salida largamente planificada; me perdí en una página de juegos on line.
Como se imaginarán, la novedad de jugar con perfectos desconocidos a los naipes, poco hubiera durado, de no haber sido por descubrir la posibilidad de chatear con los ocasionales contrincantes. Escondida bajo un Nick que me reservo por cuestiones lógicas, se presento muy desafiante alguien que decía ser una señorita de 23 años de zona sur.
-“queres perder al truco?”
--“que fe te tenes…! Veamos que pasa…”
Así empezó una partida de truco virtual que me toco ganar con amplitud, cosa que no cayó nada bien del otro lado:
-“quiero la revancha!”
--“bueno, dale, por ahí te dejo ganar” alardeé
Nueva partida, idéntico score:
-“pero que culo que tenes!”
--“y bueno…afortunado en el juego…”
-“bue…yo no tengo suerte ni en el juego ni en el amor”
--“y yo que pensaba que era el único que pasaba una noche de viernes como esta sin compañía”
-“ni me hables! Que tengo un mal humor terrible por ese tema. Pero te quiero ganar! Juguemos otro”
Así iniciamos la tercer partida, resultado: una conversación tan atractiva como una siesta en día de lluvia.
Poco a poco, la charla le fue ganando protagonismo a las cartas, hasta que nos encontramos de lleno en un ida y vuelta donde poco a poco se fue develando el por qué de la soledad en un viernes a la noche.
Un noviazgo iniciado en la escuela secundaria y concluido apenas hacia unas semanas, con un novio absorbente y celoso, cuya única aspiración pasaba por extender tanto como se pudiera el “subsidio” paternal.
Lo que hacía sumamente interesante a la charla, era la forma en que explicaba las cosas. A todas luces, era una persona con una claridad mental y elocuencia que no muchas veces vi. Me hablaba de cómo con su ex carecía de toda estimulación intelectual y de que él nunca había logrado salir de la adolescencia.
Claramente, ella era una persona que había tenido el privilegio de una muy buena educación, pero no por eso, criada dentro de una elite. Por el contrario, era barrio y calles adoquinadas, pero también era mundo y refinamiento.
Hablaba un perfecto ingles, era bilingüe, pero al mismo tiempo se manejaba con el lunfardo y los códigos del barrio con la misma naturalidad que un tanguero de ley. Era una mezcla muy particular de perfume francés, con 2 gotitas de sudor…esas 2 gotitas de sudor, que hacen que una mujer huela a cielo, y no a un frio freeshop de aeropuerto.
La charla se iba tornando cada vez más interesante, sobrevolaba los temas más diversos (música, literatura, cine) pero siempre volvía al punto de partida: su ex, y su inmadurez.
--“te entiendo, es complicado estar con alguien que no te incentiva a nada…pero no me jodas, algo bueno tendría, o no?”
-“si, el sexo”
Mi morbo se puso en alerta y rápidamente indague
--“mira vos!, así que buen sexo?”
-“si, mucho y muy bueno. Yo estoy lejos de ser una modelo, pero en la cama me sentía como si lo fuera”
--“ah no…! si no sos una modelo no hablo mas con vos…! Jaja, y como sos?”
-“petisita, colorada y sin tetas, vos?”
--“mmm…me suena a que te estás tirando muy abajo…pasame tu mail y te mando una foto, no soy bueno describiendo, así vos también me mandas una tuya”
-“vos mandame y después vemos” me extorsionó.
Cruzamos mails, busque una foto, y la mande.
-“Me llegó.”
--“y? estoy aprobado? Jeje”
Pasaban el tiempo y nada. Los minutos se caían del reloj burlones, y se iban acomodando en un rincón de la habitación, cuando me quise dar cuenta, ya superaban la decena, y la ansiedad me venció
--“te fuiste?”
Nada…en un par de ocasiones tuve que contenerme para no insistir. Con una mezcla de desilusión y vergüenza propia, me levante dándole una patada en los dientes al último minuto que había caído del reloj y se reía de mi…cuando ya me disponía a buscar algo mejor que hacer, el monitor me mostro un
-“perdón! Estaba buscando una foto donde estuviera linda para mandártela…ya te debe haber llegado…”
Como una jauría de rotweillers mis dedos se peleaban entre sí para contestar, abrir una nueva página, e ingresar la contraseña del mail…el vencedor fue mi meñique derecho quien logró presionar el enter…
Ahí estaba, un mail, con un adjunto de ella…tardé nada en hacer doble click…solo quedaba esperar a que bajara el file…así, casi mágicamente, los 0 y 1 del código binario de mi laptop se fueron complotando para empezar a formar un blanco rostro, casi transparente, que contrastaba con un pelo largo y rojizo…todo dominado celosamente por una africana roja boca…esos labios eran obscenos, carnosos, masticables como un paquete de sugus verdes…pecas que servían de bijouterí a sus mejillas, y unos ojos marrones que otra vez reflejaba su dualidad…mirada profunda y pensante, al tiempo que un brillo tenaz dejaba entrever una fogosidad innata…
-“y? que te pareció”
--“ahora me fijo, no la vi aun” fingí.
Aguarde unos segundos, y dispare:
--“mira, yo no sé si sos modelo, pero conozco unas cuantas marcas de rouge que pagarían mucho porque esa boca les haga de imagen publicitaria…”
-“jaja, me hiciste reír…igual, vos tampoco te quedas atrás con tu boca”
Efectivamente, ella marco algo que para mí siempre estuvo más cerca de ser un complejo que una virtud…una bocaza de labios gruesos…
--“si, es cierto…te imaginas si algún día tuviéramos hijos?!?!?!?”
-“uh! Serian bocones y trompudos!!”
Así fue como el viento de la conversación cambio de dirección rápidamente…y sin darnos cuenta nos fue adentrando mas y mas en un mar de dobles sentidos, indirectas, y directas…un mar muy picado que bamboleo la noche de un lado para el otro…nuevas fotos se cruzaron entre Avellaneda y capital que hicieron olvidar por completo a piernas traicioneras y novios adolescentes.
Cada foto que llegaba, reafirmaba mi primera impresión…una mujer hecha y derecha, con una retorica implacable, y un erotismo a flor de piel.
--“che, no queres que te pase a buscar?”
-“epa! No seas atrevido tampoco!!! jaja, además ya es tarde” me tiro todo el frio del polo sur encima…mientras prosiguió:
-“mañana a la tarde que haces? Porque no te venís a tomar un mate?” me resucitó.
--“me parece bien, tipo 16hs?”
-“te espero”
Despedida prometedora, y una excitación que me mantuvo despierto hasta bien entrada la madrugada.
Sábado, auto, autopista, y una Avellaneda que a mis ojos era Las Vegas, un lugar donde todo podía suceder.
Calle adoquinada, estacionar, y hundir un timbre en la pared.
Nada.
Segundos que pasan, y cuando mi dedo ya estaba apuntando hacia el portero eléctrico nuevamente, la gran puerta de madera que se abre para mostrarme que mi virtual amiga, no tenía nada de virtual, era concreta, contundente, y estaba ahí
-“hola! Que loco que estés acá!”
--“hola, como va? Si, loquísimo”
Era bajita, no llegaba al 1.60mt, el pelo rojo estaba un poco más largo que en las fotos, suelto, pero prolijo, sus labios se movían acompasadamente y cada vez que se rozaban entre sí, mi corazón bombeaba mas y mas sangre a mi pija; ella era delgada, blanca en extremo, pecas que no solo se dejaban ver en su cara, sino también en todo el cuerpo, pechos pequeños, pero que no hacían menguar su particular belleza, y una cintura que se ensanchaba sutilmente hacia su cadera haciendo promesas de una cola memorable.
-“veni, pasá, subamos”
Giró para comenzar a subir las escaleras, y todas las promesas de su cintura se cumplieron inmediatamente. Un pantalón blanco que envasaba sus piernas al vacio apareció ante mí para revelar un culo tan suculento como sus labios. Era pronunciado, notoriamente parado, orgulloso, vanidoso, que sabía que era un imán para los ojos de cualquiera. Subimos las escaleras, y subió mi pija, que para cuando llegamos al living ya está parada, gorda y venosa, queriendo echar espuma por la boca.
-“ya tengo el agua calentita, agarro el termo y subamos a la terraza que esta más fresco, además en un rato seguro vienen mis viejos y nos van a invadir si nos quedamos acá”
--“si, vamos donde prefieras”
Admito que esa frase guardaba un doble sentido el cual fue captado al instante
-“je, por ahora vayamos a la terraza”
Tenía razón, por la sombra de los arboles de la calle era sin dudas el ambiente más fresco de toda la casa. Una hamaca de esas que solían tener las heladerías cuando éramos chicos nos refugio.
Empezamos a conversar, su boca se movía, sus cuerdas vocales lanzaban sonidos al aire que debían ser palabras, pero mi capacidad de entendimiento estaba dedicada exclusivamente a tratar de explicar cómo alguien podía tener semejantes labios. De alguna forma pude seguir la conversación hasta que una mano se puso en mi rodilla y exclamó:
-“te tengo una sorpresa!, cerra los ojos!”
--“eh?!?! Me hablas en serio???”
-“si, dale, porfis…!”
Un poco desconcertado por la situación accedí el pedido, deseando que la sorpresa fuera su boca, masacrando la mía, hasta que escuché:
-“abrilo! Es para vos”
Al hacerlo, me encontré con una envoltura que claramente escondía un libro en su interior. Atiné a decir un “gracias, que sorpresa!!!” y cuando la desilusión se empezaba a adueñar de mí (cualquier sorpresa distinta a esos labios me hubiera desilusionado) me encontré con un ejemplar de un libro que yo conocía bien: El Anatomista, de Federico Andahazi.
Nuevamente, mi poronga se puso rígida y eréctil…El Anatomista es una novela que había leído hacía algún tiempo, que muchos conocerán: habla de cómo un monje anatomista en la Edad Media, Mateo Colón, descubre una forma de librar a las mujeres de toda voluntad, dejándolas a merced de quien conociera este secreto. En otras palabras, haya el lugar exacto del cuerpo de la mujer donde radica el amor. Es un libro muy bien escrito, de ágil lectura, que por momentos adquiere un voltaje erótico increíble…son esas historias que de ser medicamentos, su prospecto mencionaría como contraindicación: No leer en público, puede generar erecciones notarias.
-“lo conoces?”
--“si, me lo prestaron hace algún tiempo pero no lo tenía, mil gracias”
Beso, abrazo, y sus labios que pusieron todo su kilaje en mi mejilla. Mi verga parecía un tronco de quebracho, mi cabeza daba vueltas, su mirada fija en mi boca y un portazo que rompió por completo el clima
-“uh, llegaron mis viejos”
--“que?”
-“si…volvieron súper rápido”
Cuando mi cabeza no había llegado a elaborar aun el momento, una señora aparece en la terraza, seguida por su esposo, diciendo “hola chicos, llegamos” y sin el mínimo gesto de sorpresa me saludaron con la familiaridad con que se saluda a un viejo conocido, me puse de pie, el jean ajustaba mi bulto mientras que yo seguí sin entender nada.
Ella, se aparto para cruzar unas palabras con su mama, mientras que su padre hacia las veces de meteorólogo dándome todos los pormenores del clima para los próximos días. Con el rabillo del ojo, pude advertir miradas cómplices entre madre e hija y risas picaras, que fueron interrumpidas por un “bueno, nosotros bajamos chicos”. Desaparecieron de mi vista.
-“sorry bonito, te dije que nos iban a invadir!” al tiempo que caminaba hacia mí.
--“no todo bien, son muy atentos”
-“muy metidos!, pero son buenos” ya estábamos los dos sentados nuevamente, atacó
-“en que estábamos?”
Esa frase, sumada a una mueca sugestiva de su cara y sus manos otra vez sobre mis piernas, me dieron el empujón necesario para lanzarme.
Puse mi mano derecha por debajo de su pelo, tomándola de su cuello suavemente para acercarla hacia mí, cuando un estruendo exploto en la tarde seguido por:
-“para! Que haces desubicado?!?!?!”
Un cachetazo se había tatuado en mi cara, haciendo que mi corazón dejara de latir
-“mira, mejor andate, me cagaste la tarde!”
Azorado, sin entender, sin poder siquiera articular palabra, me encontré bajando las escaleras esperando que algo pasara que explicara toda la situación. Su padre me interceptó y me dijo “ya te vas?, que pena, bueno, te acompaño “
20’’ después ponía en marcha mi auto, y recién ahí, fui consiente de toda la situación. En la medida que manejaba de vuelta a casa, veía todo en perspectiva y los 5 aguijones que me había clavado en mi mejilla empezaron a envenenarme la sangre. Hablaba solo en el auto “como se puede ser tan histérica” “también yo soy un boludo! Quien me manda a meterme con esta pendeja” “la puta madre, que veneno…y la caradura dice que es el novio el que no supero la adolescencia!”
Indignado, llegue a casa, con un mal humor que no me dejaba verme siquiera la punta de la nariz.
Con mi pija pidiendo venganza, encendí la máquina y empecé a escribir un mail devastador, lapidario.
Escribí de corrido, sin detenerme un solo segundo.
Terminé.
Lo releí.
Lo borre integro.
Respiré hondo, y empecé otra vez prometiéndome no jugar su juego, con lo cual, solo puse algo así como que no entendía toda la situación por la que me había hecho pasar, y que si yo había procedido mal, me disculpaba.
Un poco más relajado por haber podido exorcizar de una manera correcta mis demonios, me fui a duchar y di el asunto por terminado.
No les voy a mentir, durante los días que siguieron entraba a mi casilla esperando encontrar una respuesta, algo parecido a una explicación, pero nada, entonces, me forcé a creerme eso de no “hay mal que por bien no venga.”
Así , pasaron las semanas, y el agobiante verano fue desalojado por un otoño demasiado tórrido para mi gusto.
Otro viernes, otro infierno en el trabajo que me obligo a iniciar el fin de semana apenas unos minutos antes de las 20hs. De mal humor, me metí en Galerías Pacífico a comprar un regalo para un cumpleaños familiar que se avecinaba.
Ya pasadas las 20:30hs, en la caja del negocio, mientras espero que me entreguen el obsequio, un “hola” se metió en mis oídos.
Al girar, lo que todos ya adivinaron:
Ahí estaba la pelirroja bilingüe, con sus labios rojos, y un gesto en los ojos similar al de un cachorro que acaba de hacer lo que no se supone.
La miré, me tome unos segundos antes de responder, los demonios aparecieron nuevamente, pero pude domarlos, con lo cual, casi como si nada dije:
--“hola, que sorpresa?, todo bien?”
-“si qué casualidad no?, todo bien por suerte vos?”
--“bien, comprando un regalo y yéndome a casa” actuaba con naturalidad y algo de desdén.
-“ah…está bien…estas muy enojado conmigo?”
Sentí un regocijo interior de que todo el esfuerzo hecho por no hacer el papel de un chiquilín enojado, había dado sus frutos. Mientras salíamos del local, dije
--“mira, lo que pensaba ya te lo puse en un mail, no tengo mucho mas por decir, es un tema terminado para mí.”
-“si, tenes razón, seguramente tenes razón…estuve mal, perdón”
--“ya está, olvidate, habrás tenido tus motivos. Tus cosas como siguen?” trate de aflojar el tono de mi voz
-“ay, gracias! Me sacaste un peso de encima…! Yo bien, con algunos proyectos de laburo…es más, me serviría mucho tu opinión”
Dude, volví a dudar, ella, hábil estratega, mordió su labio inferior, y toda mi resistencia se fue al piso. “si, por supuesto, decime como te ayudo”.
Ahí me empezó a contar un proyecto que le habían propuesto, me hablaba de sus dudas, me pedía sugerencias…en fin, estaba mostrando su veta profesional…notando mi aburrimiento, puso freno de mano y dijo:
-“para, tenes algo que hacer? Porque no vamos a tomar algo?”
A los pocos minutos, estábamos sentados en un restaurant en Puerto Madero. Jugué al consultor de negocios durante toda la cena, tratando de agotar el famoso tema profesional el cual sobrevivió incluso a la botella de Malbec que nos acompañaba.
Café, negocios, y cena terminada.
Ya en el auto, sintiendo haber tropezado una vez más con la misma piedra, me dice:
-“me odiaste aquella tarde no?”
-“y…digamos que estuviste floja”
--“si, lo sé, mi papá me dijo que eso no se hacía”
-“tu papa?!?!”
Resultó ser que el padre, desde la escalera, había presenciado todo el cuadro, y una vez que me fui, le recrimino a su hija que así no se debía tratar a una persona, que no se podía jugar con la gente, que me había provocado y no sé cuantas otras cosas.
-“y yo se que tiene razón” dijo apenada
--“mira, no sé si tiene razón, pero verdaderamente, por cómo se había dado todo, sentí que se imponía darte un beso”
Y queriendo redimirse dijo:
-“y ahora? No se impone un beso?”
Mi corazón se acelero, mi pija creció hasta tomar su máxima expresión en cuestión de segundos, mi boca seca, la suya…majestuosa…
La tome de su camisa blanca, y de un tirón la traje hasta mí, empecé a besarla.
Besarla fuerte, húmedo, jugoso, caliente… sus manos se prendieron a mi espalda como abrojo, las mías transitaban por su espalda de norte a sur hasta rozar el pantalón de jean de tiro bajísimo que traía. Mordía, mascaba, deglutía esos labios enormes, ella por todos los medios buscaba aferrarse a mí, parecía querer meterse dentro mío por osmosis. Me prendí a su cuello, no para besarlo, no para morderlo, sino para la lamerlo, chuparlo, chuponearlo…su piel tan blanca rápidamente empezó a mostrar los vestigios de la lucha. Un gemido ahogado se escapo. El pantalón de mi traje, prácticamente no dejaba nada librado a la imaginación…ahí estaba mi poronga empujando desde dentro mi bragueta. En un movimiento tan tosco como efectivo me empujo sobre la puerta del conductor para darme vía libre a ese culo glorioso que me había negado hace unos meses atrás.
Mis manos se hicieron un festín, sin ningún pudor, amasaba sus nalgas, las apretaba, mis dedos intentaron en vano el contacto piel con piel, otro gemido, y mi mano izquierda abandono su cola para buscar sus pequeñas y delicadas tetas. Sin ningún esfuerzo llegué hasta un corpiño armado que trataba de aparentar mas tamaño que el real, debajo del cual encontré un pezón duro, erecto, rígido, y como si fuera aquel monje creado por nuestro amigo Andahazi, la despoje de toda voluntad con solo rozarlo…ahora los gemidos eran poco menos que gritos, se recostó sobre la puerta del acompañante, me llevo con ella, y tras desabrochar 2 o 3 botones empecé a amamantarme de sus pezones…tan rojos como el vino bebido apenas minutos atrás, y el barrio nuevamente afloró en su boca con un:
-“llevame ya a un telo!”
Arranque, entre vidrios empañados trate de hacer memoria rápidamente del hotel más cercano, “el que está sobre Tres Sargentos!” festeje internamente mi lucidez mental.
Allí fuimos, entre al estacionamiento con una urgencia “ambulancistica”, no menos raudo fue el camino hasta la recepción.
“habitación 216”
Ascensor, boca, labios, pelos tironeados, botones de mi camisa que se soltaban, pasillo, más boca, más labios. Un glorioso 216 inscripto en una puerta. Entramos. Ambas camisas que caen al piso al unísono, y un “para, tengo que pasar por el baño” que puso coto a la lujuria.
Se perdió en el baño de una habitación apenas aceptable. Intenté encontrar la combinación de luces más adecuada…imposible hacerlo, apague todo, y justo cuando encendía la televisión, la puerta del baño se abre y sale ella…vestida únicamente con una tanga de algodón negra y un pearcing en su ombligo
-“no estaba preparada para esto” que sonó a una disculpa innecesaria.
Sin dejar pasar el tiempo, corrí a morderle esa trompa y por primera vez a tocar ese culo al descubierto con ambas manos descubriendo que la tanga de algodón negro no era más grande que un isósceles de 2x2 que hacia todavía mas apetecible el festín. Babeando como perro de Pablov recuerdo decirle “mirate lo que sos!!!” y ella siempre atendiendo mi boca replico “que soy? Decime que soy”. Enloquecido, estrujando su nalga izquierda con mi mano derecha, la di vuelta bruscamente para apoyar su pecho desnudo en un espejo que ocupaba toda la pared, diciéndole
--“una puta hermosa, eso es lo que sos…!”
Un suspiro profundo, y sus manos que me despojaron del maltratado pantalón del traje, yendo directo a buscar el glande, mientras yo jugaba a deglutir una por una cada peca que se interponía en mi camino. Le apretaba sus tetas chiquititas y jugaba con esos 2 pezones desproporcionadamente erectos, mientras ella me empezaba a masturbar con lo que bien podría haber sido la otra mano de dios.
La presencia de ese culo reverencial ante mi pudo mas, y lo empecé a sobar de una forma inadecuada, inmoral…separaba esas cachas y ponía mi verga hirviente en el medio…ella, con toda su calle, sacando mas la cola, arqueando la espalda, subía y bajaba suavemente diciendo
-“que ganas tenia de sentir esa pija así! Estas hirviendo hijo de puta!”
Jugaba una pulseada con la excitación que varias veces estuve cerca de perder, sobre todo cuando mi mano derecha se canso de maltratar su culo y fue por su concha…con tan solo desplazar mis dedos bajo su tanga pude percibir la humedad y una pelvis muy delicadamente depilada, con tan solo una breve y bella línea de vello que coronaba una vagina exultante de sexualidad…si con el primer roce de sus pezones la despoje de su voluntad, al hurgar entre su sexo, la despoje de toda conciencia, entro en trance, siempre de espaldas a mí, me tomaba con ambas manos de la nuca, frotando su culo contra mí y gimiendo…se mojaba, se mojaba como nunca antes había visto mojarse a alguien. Mis ojos bien abiertos se valían de la pared espejada y el reflejo de la tele para ver como su cara se contraía poseída por el deseo…se zafó de mí, se dio vuelta, y les aseguro que cuando me empujo sobre la cama, y vi ese pearcing acercándose hacia mí, sentí miedo. Me dijo:
-“como te gusta?”
Se arrodillo, abrió la boca, y sus labios empezaron a hacer algo que bien podría ser considerado el séptimo arte…con maestría, y sin utilizar sus manos, desgastaba mi verga, la horadaba con sus labios mientras que su lengua daba golpes firmes como tratando de talar el tronco de mi inflamada poronga…me incorporé, me miró a los ojos, y sosteniendo la mirada rodeó toda la circunferencia de mi cabeza con su lengua inflamable…para luego tragarla toda, cuan larga es…definitivamente también era bilingüe en la cama…su lengua parecía desdoblarse y lamer a derecha e izquierda, arriba y abajo simultáneamente. El sonido hondo de mi poronga en su garganta...
Saque mi pija de su boca, la agarre del culo, y ya de pié, la subí a mi cintura, diciéndole…
--“querías saber cómo me gusta? Así me gusta!”
Y sin más, parados, la atravesé con mi verga…mientras introducía cada centímetro iba sintiendo la humedad de su concha que parecía llorar…abrazo mi cadera con sus piernas, y empezamos a galopar juntos…ella me mordía la lengua, yo la sostenía solo con mi pija a rojo que entraba y salía, sus pezones se deshacían entre mis dedos…su humedad me enloquecía…mi mano izquierda sobre su espalda, mi verga 17cm dentro de ella, y mi mano derecha hurgando en su culo…
-“para, para por favor! No puedo más!” suplicó
Me senté en la cama, y muy suavemente, dejó mi pija al descubierto clamando por más concha…entonces pregunte:
--“y a vos? A vos como te gusta?”
-“a mí me gusta como a los animalitos”
--“ah…así que te gusta en cuatro…?!?!?!”
-“no, me gusta por la cola…”
Mi mandíbula escapó de sus coyunturas, los ojos, fuera de sus cuencas…yo mismo, fuera de mí.
Sonrió y se echo boca abajo en la cama…
Quien había quedado librado de voluntad, conciencia, ser y no ser, ahora era yo…la mire, y vi ese paisaje ante mis ojos…un culo monstruoso que suavemente se movía a derecha y a izquierda incitando a la lascivia…sin hacerme rogar, recuerdo que lo primero que hice fue devolver aquella cachetada recibida, pero ahora en forma de chirlo que resonó en toda la habitación y dejo la palma de mi mano marcada en el blanco lienzo de su cola…
-“ssssssssssss….siiii…me encanta! Dale, dale, otra vez”
Y una nueva palmada, un poco más pesada, a la que le siguió una suplica
-“pendejo de mierda, haceme lo que quieras, turro!”
Mi lengua como taladro, se perdió entre sus muslos…su cola levantada, mi mano, derecha masturbando su concha…la lamia, la chupaba…con mi mano izquierda corría los cachetes de su acolchonado culo para darle vía libre a mi lengua…se la metía y se la sacaba…gemía, los dedos de mi mano derecha, encontraron su clítoris, apenas más chico que aquellos pezones desproporcionados…sus jugos empapaban la cama...el índice de mi mano derecha, se hizo amigo de mi lengua, y ambos empezaron a penetrar alternadamente su culo…ya no gemía…gritaba…por momento era notable como encadenaba un orgasmo tras otro…no aguante mas…me puse a sus espaldas…y sin el mínimo esfuerzo, toda la cabeza de mi pija se encontró en su culo…yo separaba sus cachas…ella que se desmembraba…su ano se iba dilatando allanando el camino para el grueso tallo de mi verga…empecé a bombear, primero suave, haciendo movimientos cortos, rítmicos, el frenesí era total, su boca, una excitante cloaca
“siiiii, bebeee….damela en la cola, dámela en la cola…!”
Para esas alturas, ya había empezado a darle con todo, un chirlo acentuó mas sus quejidos, pidió otro, le di, le di, y le di…su culo me recibía abierto de par en par…mi pija entraba y salía con una facilidad asombrosa…le dije…”te gusta que este en tu cola?”
Se desintegro diciendo…
-“si por favor, mójame, mójame, mójame yaaaa…”
Mi poronga que no soportaba mas, al oír ese pedido…comenzó a vomitar leche dentro de su culo…el grito a dúo que soltamos debe haber invadido la intimidad del resto de las habitaciones, mientras que mi pija, sin retirarse siquiera un centímetro de sus profundidades, dejaba salir mi esperma a raudales…cuando pensé que el clímax ya había pasado, ella contrajo su cola, haciendo que saliera de mis entrañas un gemido gutural acompañado por un lechazo mucho más potente que todos los anteriores….pletórico, me desplome sobre su espalda…para escucharla susurrar…
-“viste que lindo es ser como los animalitos…”
El después?…como dice un tango…”que importa el después…!”
Nada de lo que paso después tuvo relevancia después de ese momento.
Hace un tiempo, tropecé con su nro. de celular…
Pensé
Dudé
Invité
Respondió
-“tengo marido, pero vos siempre serás mi Mateo Colón”
Hermosa.
“a mí me gusta como a los animalitos”
“ah…así que te gusta en cuatro…?!?!?!”
La frase que siguió a esos tres puntos suspensivos , el que hayan pasado tantos años de haber oído esas palabras y que aun hoy la recuerde perfectamente, es lo que me lleva a escribir este, mi 3er relato.
Esta, también se trata de una situación real que me toco vivir allá por el 2003, probablemente, de las mas excitantes de mi vida.
Pero empecemos por el principio:
Enero del 2003, humedad, muchos grados, asfalto como chicle que se adhiere a la suela de los zapatos, y un verano sin vacaciones que me obligo a quedarme en mi Buenos Aires querido.
Calor, calor y más calor, y ojo que cuando me refiero al calor, no solo hablo de temperatura ambiente, sino de cuando la sangre llega al punto de ebullición, cuando uno cree descubrir en cada escote, en cada falda, al amor de su vida…
Así, es como una noche de viernes de hastío me senté frente a mi máquina, tratando de encontrar alguna forma de pasar el rato; después de que unas piernas tan largas como traicioneras me cancelaran una salida largamente planificada; me perdí en una página de juegos on line.
Como se imaginarán, la novedad de jugar con perfectos desconocidos a los naipes, poco hubiera durado, de no haber sido por descubrir la posibilidad de chatear con los ocasionales contrincantes. Escondida bajo un Nick que me reservo por cuestiones lógicas, se presento muy desafiante alguien que decía ser una señorita de 23 años de zona sur.
-“queres perder al truco?”
--“que fe te tenes…! Veamos que pasa…”
Así empezó una partida de truco virtual que me toco ganar con amplitud, cosa que no cayó nada bien del otro lado:
-“quiero la revancha!”
--“bueno, dale, por ahí te dejo ganar” alardeé
Nueva partida, idéntico score:
-“pero que culo que tenes!”
--“y bueno…afortunado en el juego…”
-“bue…yo no tengo suerte ni en el juego ni en el amor”
--“y yo que pensaba que era el único que pasaba una noche de viernes como esta sin compañía”
-“ni me hables! Que tengo un mal humor terrible por ese tema. Pero te quiero ganar! Juguemos otro”
Así iniciamos la tercer partida, resultado: una conversación tan atractiva como una siesta en día de lluvia.
Poco a poco, la charla le fue ganando protagonismo a las cartas, hasta que nos encontramos de lleno en un ida y vuelta donde poco a poco se fue develando el por qué de la soledad en un viernes a la noche.
Un noviazgo iniciado en la escuela secundaria y concluido apenas hacia unas semanas, con un novio absorbente y celoso, cuya única aspiración pasaba por extender tanto como se pudiera el “subsidio” paternal.
Lo que hacía sumamente interesante a la charla, era la forma en que explicaba las cosas. A todas luces, era una persona con una claridad mental y elocuencia que no muchas veces vi. Me hablaba de cómo con su ex carecía de toda estimulación intelectual y de que él nunca había logrado salir de la adolescencia.
Claramente, ella era una persona que había tenido el privilegio de una muy buena educación, pero no por eso, criada dentro de una elite. Por el contrario, era barrio y calles adoquinadas, pero también era mundo y refinamiento.
Hablaba un perfecto ingles, era bilingüe, pero al mismo tiempo se manejaba con el lunfardo y los códigos del barrio con la misma naturalidad que un tanguero de ley. Era una mezcla muy particular de perfume francés, con 2 gotitas de sudor…esas 2 gotitas de sudor, que hacen que una mujer huela a cielo, y no a un frio freeshop de aeropuerto.
La charla se iba tornando cada vez más interesante, sobrevolaba los temas más diversos (música, literatura, cine) pero siempre volvía al punto de partida: su ex, y su inmadurez.
--“te entiendo, es complicado estar con alguien que no te incentiva a nada…pero no me jodas, algo bueno tendría, o no?”
-“si, el sexo”
Mi morbo se puso en alerta y rápidamente indague
--“mira vos!, así que buen sexo?”
-“si, mucho y muy bueno. Yo estoy lejos de ser una modelo, pero en la cama me sentía como si lo fuera”
--“ah no…! si no sos una modelo no hablo mas con vos…! Jaja, y como sos?”
-“petisita, colorada y sin tetas, vos?”
--“mmm…me suena a que te estás tirando muy abajo…pasame tu mail y te mando una foto, no soy bueno describiendo, así vos también me mandas una tuya”
-“vos mandame y después vemos” me extorsionó.
Cruzamos mails, busque una foto, y la mande.
-“Me llegó.”
--“y? estoy aprobado? Jeje”
Pasaban el tiempo y nada. Los minutos se caían del reloj burlones, y se iban acomodando en un rincón de la habitación, cuando me quise dar cuenta, ya superaban la decena, y la ansiedad me venció
--“te fuiste?”
Nada…en un par de ocasiones tuve que contenerme para no insistir. Con una mezcla de desilusión y vergüenza propia, me levante dándole una patada en los dientes al último minuto que había caído del reloj y se reía de mi…cuando ya me disponía a buscar algo mejor que hacer, el monitor me mostro un
-“perdón! Estaba buscando una foto donde estuviera linda para mandártela…ya te debe haber llegado…”
Como una jauría de rotweillers mis dedos se peleaban entre sí para contestar, abrir una nueva página, e ingresar la contraseña del mail…el vencedor fue mi meñique derecho quien logró presionar el enter…
Ahí estaba, un mail, con un adjunto de ella…tardé nada en hacer doble click…solo quedaba esperar a que bajara el file…así, casi mágicamente, los 0 y 1 del código binario de mi laptop se fueron complotando para empezar a formar un blanco rostro, casi transparente, que contrastaba con un pelo largo y rojizo…todo dominado celosamente por una africana roja boca…esos labios eran obscenos, carnosos, masticables como un paquete de sugus verdes…pecas que servían de bijouterí a sus mejillas, y unos ojos marrones que otra vez reflejaba su dualidad…mirada profunda y pensante, al tiempo que un brillo tenaz dejaba entrever una fogosidad innata…
-“y? que te pareció”
--“ahora me fijo, no la vi aun” fingí.
Aguarde unos segundos, y dispare:
--“mira, yo no sé si sos modelo, pero conozco unas cuantas marcas de rouge que pagarían mucho porque esa boca les haga de imagen publicitaria…”
-“jaja, me hiciste reír…igual, vos tampoco te quedas atrás con tu boca”
Efectivamente, ella marco algo que para mí siempre estuvo más cerca de ser un complejo que una virtud…una bocaza de labios gruesos…
--“si, es cierto…te imaginas si algún día tuviéramos hijos?!?!?!?”
-“uh! Serian bocones y trompudos!!”
Así fue como el viento de la conversación cambio de dirección rápidamente…y sin darnos cuenta nos fue adentrando mas y mas en un mar de dobles sentidos, indirectas, y directas…un mar muy picado que bamboleo la noche de un lado para el otro…nuevas fotos se cruzaron entre Avellaneda y capital que hicieron olvidar por completo a piernas traicioneras y novios adolescentes.
Cada foto que llegaba, reafirmaba mi primera impresión…una mujer hecha y derecha, con una retorica implacable, y un erotismo a flor de piel.
--“che, no queres que te pase a buscar?”
-“epa! No seas atrevido tampoco!!! jaja, además ya es tarde” me tiro todo el frio del polo sur encima…mientras prosiguió:
-“mañana a la tarde que haces? Porque no te venís a tomar un mate?” me resucitó.
--“me parece bien, tipo 16hs?”
-“te espero”
Despedida prometedora, y una excitación que me mantuvo despierto hasta bien entrada la madrugada.
Sábado, auto, autopista, y una Avellaneda que a mis ojos era Las Vegas, un lugar donde todo podía suceder.
Calle adoquinada, estacionar, y hundir un timbre en la pared.
Nada.
Segundos que pasan, y cuando mi dedo ya estaba apuntando hacia el portero eléctrico nuevamente, la gran puerta de madera que se abre para mostrarme que mi virtual amiga, no tenía nada de virtual, era concreta, contundente, y estaba ahí
-“hola! Que loco que estés acá!”
--“hola, como va? Si, loquísimo”
Era bajita, no llegaba al 1.60mt, el pelo rojo estaba un poco más largo que en las fotos, suelto, pero prolijo, sus labios se movían acompasadamente y cada vez que se rozaban entre sí, mi corazón bombeaba mas y mas sangre a mi pija; ella era delgada, blanca en extremo, pecas que no solo se dejaban ver en su cara, sino también en todo el cuerpo, pechos pequeños, pero que no hacían menguar su particular belleza, y una cintura que se ensanchaba sutilmente hacia su cadera haciendo promesas de una cola memorable.
-“veni, pasá, subamos”
Giró para comenzar a subir las escaleras, y todas las promesas de su cintura se cumplieron inmediatamente. Un pantalón blanco que envasaba sus piernas al vacio apareció ante mí para revelar un culo tan suculento como sus labios. Era pronunciado, notoriamente parado, orgulloso, vanidoso, que sabía que era un imán para los ojos de cualquiera. Subimos las escaleras, y subió mi pija, que para cuando llegamos al living ya está parada, gorda y venosa, queriendo echar espuma por la boca.
-“ya tengo el agua calentita, agarro el termo y subamos a la terraza que esta más fresco, además en un rato seguro vienen mis viejos y nos van a invadir si nos quedamos acá”
--“si, vamos donde prefieras”
Admito que esa frase guardaba un doble sentido el cual fue captado al instante
-“je, por ahora vayamos a la terraza”
Tenía razón, por la sombra de los arboles de la calle era sin dudas el ambiente más fresco de toda la casa. Una hamaca de esas que solían tener las heladerías cuando éramos chicos nos refugio.
Empezamos a conversar, su boca se movía, sus cuerdas vocales lanzaban sonidos al aire que debían ser palabras, pero mi capacidad de entendimiento estaba dedicada exclusivamente a tratar de explicar cómo alguien podía tener semejantes labios. De alguna forma pude seguir la conversación hasta que una mano se puso en mi rodilla y exclamó:
-“te tengo una sorpresa!, cerra los ojos!”
--“eh?!?! Me hablas en serio???”
-“si, dale, porfis…!”
Un poco desconcertado por la situación accedí el pedido, deseando que la sorpresa fuera su boca, masacrando la mía, hasta que escuché:
-“abrilo! Es para vos”
Al hacerlo, me encontré con una envoltura que claramente escondía un libro en su interior. Atiné a decir un “gracias, que sorpresa!!!” y cuando la desilusión se empezaba a adueñar de mí (cualquier sorpresa distinta a esos labios me hubiera desilusionado) me encontré con un ejemplar de un libro que yo conocía bien: El Anatomista, de Federico Andahazi.
Nuevamente, mi poronga se puso rígida y eréctil…El Anatomista es una novela que había leído hacía algún tiempo, que muchos conocerán: habla de cómo un monje anatomista en la Edad Media, Mateo Colón, descubre una forma de librar a las mujeres de toda voluntad, dejándolas a merced de quien conociera este secreto. En otras palabras, haya el lugar exacto del cuerpo de la mujer donde radica el amor. Es un libro muy bien escrito, de ágil lectura, que por momentos adquiere un voltaje erótico increíble…son esas historias que de ser medicamentos, su prospecto mencionaría como contraindicación: No leer en público, puede generar erecciones notarias.
-“lo conoces?”
--“si, me lo prestaron hace algún tiempo pero no lo tenía, mil gracias”
Beso, abrazo, y sus labios que pusieron todo su kilaje en mi mejilla. Mi verga parecía un tronco de quebracho, mi cabeza daba vueltas, su mirada fija en mi boca y un portazo que rompió por completo el clima
-“uh, llegaron mis viejos”
--“que?”
-“si…volvieron súper rápido”
Cuando mi cabeza no había llegado a elaborar aun el momento, una señora aparece en la terraza, seguida por su esposo, diciendo “hola chicos, llegamos” y sin el mínimo gesto de sorpresa me saludaron con la familiaridad con que se saluda a un viejo conocido, me puse de pie, el jean ajustaba mi bulto mientras que yo seguí sin entender nada.
Ella, se aparto para cruzar unas palabras con su mama, mientras que su padre hacia las veces de meteorólogo dándome todos los pormenores del clima para los próximos días. Con el rabillo del ojo, pude advertir miradas cómplices entre madre e hija y risas picaras, que fueron interrumpidas por un “bueno, nosotros bajamos chicos”. Desaparecieron de mi vista.
-“sorry bonito, te dije que nos iban a invadir!” al tiempo que caminaba hacia mí.
--“no todo bien, son muy atentos”
-“muy metidos!, pero son buenos” ya estábamos los dos sentados nuevamente, atacó
-“en que estábamos?”
Esa frase, sumada a una mueca sugestiva de su cara y sus manos otra vez sobre mis piernas, me dieron el empujón necesario para lanzarme.
Puse mi mano derecha por debajo de su pelo, tomándola de su cuello suavemente para acercarla hacia mí, cuando un estruendo exploto en la tarde seguido por:
-“para! Que haces desubicado?!?!?!”
Un cachetazo se había tatuado en mi cara, haciendo que mi corazón dejara de latir
-“mira, mejor andate, me cagaste la tarde!”
Azorado, sin entender, sin poder siquiera articular palabra, me encontré bajando las escaleras esperando que algo pasara que explicara toda la situación. Su padre me interceptó y me dijo “ya te vas?, que pena, bueno, te acompaño “
20’’ después ponía en marcha mi auto, y recién ahí, fui consiente de toda la situación. En la medida que manejaba de vuelta a casa, veía todo en perspectiva y los 5 aguijones que me había clavado en mi mejilla empezaron a envenenarme la sangre. Hablaba solo en el auto “como se puede ser tan histérica” “también yo soy un boludo! Quien me manda a meterme con esta pendeja” “la puta madre, que veneno…y la caradura dice que es el novio el que no supero la adolescencia!”
Indignado, llegue a casa, con un mal humor que no me dejaba verme siquiera la punta de la nariz.
Con mi pija pidiendo venganza, encendí la máquina y empecé a escribir un mail devastador, lapidario.
Escribí de corrido, sin detenerme un solo segundo.
Terminé.
Lo releí.
Lo borre integro.
Respiré hondo, y empecé otra vez prometiéndome no jugar su juego, con lo cual, solo puse algo así como que no entendía toda la situación por la que me había hecho pasar, y que si yo había procedido mal, me disculpaba.
Un poco más relajado por haber podido exorcizar de una manera correcta mis demonios, me fui a duchar y di el asunto por terminado.
No les voy a mentir, durante los días que siguieron entraba a mi casilla esperando encontrar una respuesta, algo parecido a una explicación, pero nada, entonces, me forcé a creerme eso de no “hay mal que por bien no venga.”
Así , pasaron las semanas, y el agobiante verano fue desalojado por un otoño demasiado tórrido para mi gusto.
Otro viernes, otro infierno en el trabajo que me obligo a iniciar el fin de semana apenas unos minutos antes de las 20hs. De mal humor, me metí en Galerías Pacífico a comprar un regalo para un cumpleaños familiar que se avecinaba.
Ya pasadas las 20:30hs, en la caja del negocio, mientras espero que me entreguen el obsequio, un “hola” se metió en mis oídos.
Al girar, lo que todos ya adivinaron:
Ahí estaba la pelirroja bilingüe, con sus labios rojos, y un gesto en los ojos similar al de un cachorro que acaba de hacer lo que no se supone.
La miré, me tome unos segundos antes de responder, los demonios aparecieron nuevamente, pero pude domarlos, con lo cual, casi como si nada dije:
--“hola, que sorpresa?, todo bien?”
-“si qué casualidad no?, todo bien por suerte vos?”
--“bien, comprando un regalo y yéndome a casa” actuaba con naturalidad y algo de desdén.
-“ah…está bien…estas muy enojado conmigo?”
Sentí un regocijo interior de que todo el esfuerzo hecho por no hacer el papel de un chiquilín enojado, había dado sus frutos. Mientras salíamos del local, dije
--“mira, lo que pensaba ya te lo puse en un mail, no tengo mucho mas por decir, es un tema terminado para mí.”
-“si, tenes razón, seguramente tenes razón…estuve mal, perdón”
--“ya está, olvidate, habrás tenido tus motivos. Tus cosas como siguen?” trate de aflojar el tono de mi voz
-“ay, gracias! Me sacaste un peso de encima…! Yo bien, con algunos proyectos de laburo…es más, me serviría mucho tu opinión”
Dude, volví a dudar, ella, hábil estratega, mordió su labio inferior, y toda mi resistencia se fue al piso. “si, por supuesto, decime como te ayudo”.
Ahí me empezó a contar un proyecto que le habían propuesto, me hablaba de sus dudas, me pedía sugerencias…en fin, estaba mostrando su veta profesional…notando mi aburrimiento, puso freno de mano y dijo:
-“para, tenes algo que hacer? Porque no vamos a tomar algo?”
A los pocos minutos, estábamos sentados en un restaurant en Puerto Madero. Jugué al consultor de negocios durante toda la cena, tratando de agotar el famoso tema profesional el cual sobrevivió incluso a la botella de Malbec que nos acompañaba.
Café, negocios, y cena terminada.
Ya en el auto, sintiendo haber tropezado una vez más con la misma piedra, me dice:
-“me odiaste aquella tarde no?”
-“y…digamos que estuviste floja”
--“si, lo sé, mi papá me dijo que eso no se hacía”
-“tu papa?!?!”
Resultó ser que el padre, desde la escalera, había presenciado todo el cuadro, y una vez que me fui, le recrimino a su hija que así no se debía tratar a una persona, que no se podía jugar con la gente, que me había provocado y no sé cuantas otras cosas.
-“y yo se que tiene razón” dijo apenada
--“mira, no sé si tiene razón, pero verdaderamente, por cómo se había dado todo, sentí que se imponía darte un beso”
Y queriendo redimirse dijo:
-“y ahora? No se impone un beso?”
Mi corazón se acelero, mi pija creció hasta tomar su máxima expresión en cuestión de segundos, mi boca seca, la suya…majestuosa…
La tome de su camisa blanca, y de un tirón la traje hasta mí, empecé a besarla.
Besarla fuerte, húmedo, jugoso, caliente… sus manos se prendieron a mi espalda como abrojo, las mías transitaban por su espalda de norte a sur hasta rozar el pantalón de jean de tiro bajísimo que traía. Mordía, mascaba, deglutía esos labios enormes, ella por todos los medios buscaba aferrarse a mí, parecía querer meterse dentro mío por osmosis. Me prendí a su cuello, no para besarlo, no para morderlo, sino para la lamerlo, chuparlo, chuponearlo…su piel tan blanca rápidamente empezó a mostrar los vestigios de la lucha. Un gemido ahogado se escapo. El pantalón de mi traje, prácticamente no dejaba nada librado a la imaginación…ahí estaba mi poronga empujando desde dentro mi bragueta. En un movimiento tan tosco como efectivo me empujo sobre la puerta del conductor para darme vía libre a ese culo glorioso que me había negado hace unos meses atrás.
Mis manos se hicieron un festín, sin ningún pudor, amasaba sus nalgas, las apretaba, mis dedos intentaron en vano el contacto piel con piel, otro gemido, y mi mano izquierda abandono su cola para buscar sus pequeñas y delicadas tetas. Sin ningún esfuerzo llegué hasta un corpiño armado que trataba de aparentar mas tamaño que el real, debajo del cual encontré un pezón duro, erecto, rígido, y como si fuera aquel monje creado por nuestro amigo Andahazi, la despoje de toda voluntad con solo rozarlo…ahora los gemidos eran poco menos que gritos, se recostó sobre la puerta del acompañante, me llevo con ella, y tras desabrochar 2 o 3 botones empecé a amamantarme de sus pezones…tan rojos como el vino bebido apenas minutos atrás, y el barrio nuevamente afloró en su boca con un:
-“llevame ya a un telo!”
Arranque, entre vidrios empañados trate de hacer memoria rápidamente del hotel más cercano, “el que está sobre Tres Sargentos!” festeje internamente mi lucidez mental.
Allí fuimos, entre al estacionamiento con una urgencia “ambulancistica”, no menos raudo fue el camino hasta la recepción.
“habitación 216”
Ascensor, boca, labios, pelos tironeados, botones de mi camisa que se soltaban, pasillo, más boca, más labios. Un glorioso 216 inscripto en una puerta. Entramos. Ambas camisas que caen al piso al unísono, y un “para, tengo que pasar por el baño” que puso coto a la lujuria.
Se perdió en el baño de una habitación apenas aceptable. Intenté encontrar la combinación de luces más adecuada…imposible hacerlo, apague todo, y justo cuando encendía la televisión, la puerta del baño se abre y sale ella…vestida únicamente con una tanga de algodón negra y un pearcing en su ombligo
-“no estaba preparada para esto” que sonó a una disculpa innecesaria.
Sin dejar pasar el tiempo, corrí a morderle esa trompa y por primera vez a tocar ese culo al descubierto con ambas manos descubriendo que la tanga de algodón negro no era más grande que un isósceles de 2x2 que hacia todavía mas apetecible el festín. Babeando como perro de Pablov recuerdo decirle “mirate lo que sos!!!” y ella siempre atendiendo mi boca replico “que soy? Decime que soy”. Enloquecido, estrujando su nalga izquierda con mi mano derecha, la di vuelta bruscamente para apoyar su pecho desnudo en un espejo que ocupaba toda la pared, diciéndole
--“una puta hermosa, eso es lo que sos…!”
Un suspiro profundo, y sus manos que me despojaron del maltratado pantalón del traje, yendo directo a buscar el glande, mientras yo jugaba a deglutir una por una cada peca que se interponía en mi camino. Le apretaba sus tetas chiquititas y jugaba con esos 2 pezones desproporcionadamente erectos, mientras ella me empezaba a masturbar con lo que bien podría haber sido la otra mano de dios.
La presencia de ese culo reverencial ante mi pudo mas, y lo empecé a sobar de una forma inadecuada, inmoral…separaba esas cachas y ponía mi verga hirviente en el medio…ella, con toda su calle, sacando mas la cola, arqueando la espalda, subía y bajaba suavemente diciendo
-“que ganas tenia de sentir esa pija así! Estas hirviendo hijo de puta!”
Jugaba una pulseada con la excitación que varias veces estuve cerca de perder, sobre todo cuando mi mano derecha se canso de maltratar su culo y fue por su concha…con tan solo desplazar mis dedos bajo su tanga pude percibir la humedad y una pelvis muy delicadamente depilada, con tan solo una breve y bella línea de vello que coronaba una vagina exultante de sexualidad…si con el primer roce de sus pezones la despoje de su voluntad, al hurgar entre su sexo, la despoje de toda conciencia, entro en trance, siempre de espaldas a mí, me tomaba con ambas manos de la nuca, frotando su culo contra mí y gimiendo…se mojaba, se mojaba como nunca antes había visto mojarse a alguien. Mis ojos bien abiertos se valían de la pared espejada y el reflejo de la tele para ver como su cara se contraía poseída por el deseo…se zafó de mí, se dio vuelta, y les aseguro que cuando me empujo sobre la cama, y vi ese pearcing acercándose hacia mí, sentí miedo. Me dijo:
-“como te gusta?”
Se arrodillo, abrió la boca, y sus labios empezaron a hacer algo que bien podría ser considerado el séptimo arte…con maestría, y sin utilizar sus manos, desgastaba mi verga, la horadaba con sus labios mientras que su lengua daba golpes firmes como tratando de talar el tronco de mi inflamada poronga…me incorporé, me miró a los ojos, y sosteniendo la mirada rodeó toda la circunferencia de mi cabeza con su lengua inflamable…para luego tragarla toda, cuan larga es…definitivamente también era bilingüe en la cama…su lengua parecía desdoblarse y lamer a derecha e izquierda, arriba y abajo simultáneamente. El sonido hondo de mi poronga en su garganta...
Saque mi pija de su boca, la agarre del culo, y ya de pié, la subí a mi cintura, diciéndole…
--“querías saber cómo me gusta? Así me gusta!”
Y sin más, parados, la atravesé con mi verga…mientras introducía cada centímetro iba sintiendo la humedad de su concha que parecía llorar…abrazo mi cadera con sus piernas, y empezamos a galopar juntos…ella me mordía la lengua, yo la sostenía solo con mi pija a rojo que entraba y salía, sus pezones se deshacían entre mis dedos…su humedad me enloquecía…mi mano izquierda sobre su espalda, mi verga 17cm dentro de ella, y mi mano derecha hurgando en su culo…
-“para, para por favor! No puedo más!” suplicó
Me senté en la cama, y muy suavemente, dejó mi pija al descubierto clamando por más concha…entonces pregunte:
--“y a vos? A vos como te gusta?”
-“a mí me gusta como a los animalitos”
--“ah…así que te gusta en cuatro…?!?!?!”
-“no, me gusta por la cola…”
Mi mandíbula escapó de sus coyunturas, los ojos, fuera de sus cuencas…yo mismo, fuera de mí.
Sonrió y se echo boca abajo en la cama…
Quien había quedado librado de voluntad, conciencia, ser y no ser, ahora era yo…la mire, y vi ese paisaje ante mis ojos…un culo monstruoso que suavemente se movía a derecha y a izquierda incitando a la lascivia…sin hacerme rogar, recuerdo que lo primero que hice fue devolver aquella cachetada recibida, pero ahora en forma de chirlo que resonó en toda la habitación y dejo la palma de mi mano marcada en el blanco lienzo de su cola…
-“ssssssssssss….siiii…me encanta! Dale, dale, otra vez”
Y una nueva palmada, un poco más pesada, a la que le siguió una suplica
-“pendejo de mierda, haceme lo que quieras, turro!”
Mi lengua como taladro, se perdió entre sus muslos…su cola levantada, mi mano, derecha masturbando su concha…la lamia, la chupaba…con mi mano izquierda corría los cachetes de su acolchonado culo para darle vía libre a mi lengua…se la metía y se la sacaba…gemía, los dedos de mi mano derecha, encontraron su clítoris, apenas más chico que aquellos pezones desproporcionados…sus jugos empapaban la cama...el índice de mi mano derecha, se hizo amigo de mi lengua, y ambos empezaron a penetrar alternadamente su culo…ya no gemía…gritaba…por momento era notable como encadenaba un orgasmo tras otro…no aguante mas…me puse a sus espaldas…y sin el mínimo esfuerzo, toda la cabeza de mi pija se encontró en su culo…yo separaba sus cachas…ella que se desmembraba…su ano se iba dilatando allanando el camino para el grueso tallo de mi verga…empecé a bombear, primero suave, haciendo movimientos cortos, rítmicos, el frenesí era total, su boca, una excitante cloaca
“siiiii, bebeee….damela en la cola, dámela en la cola…!”
Para esas alturas, ya había empezado a darle con todo, un chirlo acentuó mas sus quejidos, pidió otro, le di, le di, y le di…su culo me recibía abierto de par en par…mi pija entraba y salía con una facilidad asombrosa…le dije…”te gusta que este en tu cola?”
Se desintegro diciendo…
-“si por favor, mójame, mójame, mójame yaaaa…”
Mi poronga que no soportaba mas, al oír ese pedido…comenzó a vomitar leche dentro de su culo…el grito a dúo que soltamos debe haber invadido la intimidad del resto de las habitaciones, mientras que mi pija, sin retirarse siquiera un centímetro de sus profundidades, dejaba salir mi esperma a raudales…cuando pensé que el clímax ya había pasado, ella contrajo su cola, haciendo que saliera de mis entrañas un gemido gutural acompañado por un lechazo mucho más potente que todos los anteriores….pletórico, me desplome sobre su espalda…para escucharla susurrar…
-“viste que lindo es ser como los animalitos…”
El después?…como dice un tango…”que importa el después…!”
Nada de lo que paso después tuvo relevancia después de ese momento.
Hace un tiempo, tropecé con su nro. de celular…
Pensé
Dudé
Invité
Respondió
-“tengo marido, pero vos siempre serás mi Mateo Colón”
Hermosa.
5 comentarios - Animalitos
Escrito MUY MUY erótico!!!!!!!!!!