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Mi Profesor y su Hija

Nunca fui una buena estudiante en mis tiempos de colegio. Repetí un par de años por lo cual era de las grandes en el último grado ya con 18 cumplidos, y mi promoción pendía de un hilo ya que por andar en otros asuntos iba perdiendo prácticamente todas las asignaturas; muchas de ellas eran recuperables fácilmente pues si bien no era aplicada, al empeñarme lo suficiente no me suponían gran dificultad las letras, las ciencias, la historia... Pan comido; las matemáticas por otro lado nunca se me dieron bien y por más que lo intenté, no dejaron de ser para mí símbolos incomprensibles y mamarrachos sin ningún valor, así que de esa asignatura dependía casi por entero aprobar y graduarme, y como no quería estar un año más en ese suplicio infernal tuve que tomar cartas en el asunto.

Nuestro profesor de matemáticas era un tipo de lo más normal, aunque ahora no me parece tan viejo -tendría algo más de los 40-, con los ojos de las 18 primaveras se me hacía viejísimo; no tenía mucha información de su vida privada, excepto que su hija mayor estaba en mi curso -una niña a la que yo ni siquiera determinaba dada su condición de buena estudiante- y a decir verdad hasta ese momento ni siquiera me interesaba conocerle para nada, pero dada la situación desesperada, mi necesidad de aprobar me hizo estar más atenta a las cosas referentes a él, así que un día decidí que quizá la mejor manera era acercarme a la hija -Erika- y tal vez, sólo tal vez, ella pudiera darme alguna información útil de chantaje o soborno, algo utilizable para rescatar mi nota final.

Con la excusa de ponerme al día, le pedí a Erika que me sirviera de tutora, y mi personalidad jugó a mi favor, de manera que en dos meses ella ya se creía que eramos las mejores amigas y comenzó a invitarme a su casa y hacerme confidencias... Confidencias infantiles, con un grado de inocencia casi imposible, y a pesar del par de tetas que tenía, siempre había sido una chica de su casa; así que estaba yo a punto de perder las esperanzas -Ni estudiando, aunque ella me explicaba, daba igual que me hablara en cantonés, las mates no me entraban ni a palos- .

Dos meses de "observar al enemigo" dieron su fruto cuando cierto día, luego de una jornada de estudio en fin de semana, Erika decidió que merecíamos un descanso. Yo que nunca desperdicié una oportunidad de escapar del estudio, tomé su traje de baño prestado y me encaminé en su compañía a la piscina de su casa, donde nos encontrábamos a solas en ese momento; me decidí por zambullirme un rato, mientras la chica se quedó al lado tomando el sol sobre una tumbona.

Llevaríamos acaso 15 minutos, yo nadando y ella dormitando en la tumbona, cuando al tomar un descanso en una orilla alejada, veo aproximarse al profesor -quien seguro llegó mientras estabamos ahí, y por lo visto aún no se percataba de mi presencia pues la sombra de la orilla donde me detuve a descansar me camufló con el paisaje- Venía caminando desde una posición lateral a la silla de Erika, de modo que no quedaba en su campo visual; yo que estaba casi de frente, podía verlos a los dos, y cuando estaba a punto de reiniciar mis brazadas, veo al profesor detenerse a cierta distancia de su hija, observándola detenidamente y casi instantáneamente llevar su mano derecha hasta su verga, la cual hasta ese momento no había yo notado pero se marcaba con dureza contra la pantaloneta de lycra piscinera. Me estoy equivocando? pensé, pero entonces comienza a frotar con más fuerza sin dejar de mirar a Erika, muy ensimismado. Yo del pasmo, sólo pienso en escaparme sin que me vea, pero con la torpeza de los nervios me tropiezo y hago un estruendo de agua. Por supuesto mi cara de terror, y los quince tonos de rojo que tomó el rostro de mi profesor nos avisaron mutuamente que los dos nos habíamos dado cuenta del evento.

Salí apresurada de la piscina, tomé la toalla que me había prestado Erika y pasé por su lado rumbo a la casa -ella seguía dormitando, ni cuenta se dio de nada- Millones de ideas entrecruzándose en mi mente, la mezcla de vergüenza y triunfo, la incertidumbre de qué hacer a continuación, yo simplemente necesitaba salir de ahí para organizar mis ideas. Entré directo a la habitación de la chica en busca de mi ropa, no me di cuenta que el profesor venía atrás de mi, y cuando iba a cerrar la puerta, él la detiene y me dice que tenemos que hablar.

-Violeta, me gustaría conversar sobre lo que viste en la piscina, creo que lo podrías haber mal interpretado...

Yo me atolondré por completo, me sentía vulnerable con el trajecito de baño que Erika me había prestado, que aunque no era muy chico, dejaba mucho de mi cuerpo al descubierto, además la afirmación a mansalva me blanqueó la mente, así que decidí jugármelo todo.

- Profe! no sabía que podía ser tan travieso - Le dije con media sonrisa pícara - La verdad es que ha estado interesante...
-No Violeta, no es lo que te imaginas...
-Pero es que no hay mucho que imaginarse! he visto lo que pasó, no sé qué otra explicación pueda tener eso -dije mientras descorría un poco la cortina que justo daba a la piscina donde la chica continuaba como muerta sobre la tumbona.

De nuevo el profesor se puso de todos los tonos de rojo existentes, y con una voz muy quedita me dijo que no quería que yo hablara sobre eso con nadie, que podíamos llegar a algún acuerdo, que realmente no era para tanto; y entonces me pareció indicado mencionar mi boletín de notas, y cómo podría aumentar unos cuantos puntos para permitir que yo aprobara...

-Violeta, tú sabes que eso no es algo muy sencillo de hacer, tu historial de notas no ha sido el mejor durante el año y un cambio abrupto generará algunas preguntas.
-Pues tendrá que pensar en una solución, porque si no me sube la nota tendré que contarle a todo el mundo lo que vi hoy en la piscina- Para ese momento estaba confiada en que lo tenía en mis manos, así que con una sonrisa me senté sobre la cama y crucé las piernas. El hombre se quedó mirándome fijamente, se mordió el labio inferior mientras pensaba una posible salida a mi exigencia, dándose cuenta de que no tenía otro remedio; con lo que yo no contaba es que iba a agregar una condición al acuerdo.

-No es tan fácil violetica - Se acercó y se sentó a mi lado, ya con un rostro más tranquilo y mirando por entre los velos de la cortina hacia donde Erika seguía tomando el sol, me dijo -Para algo tan complicado, tendrás que hacer algo más por mí, porque la verdad no estoy tan seguro de que te crean tan fácilmente si me denuncias.
El profesor alargó su mano y me acarició la pierna que reposaba sobre la otra, y con los ojos con los que me miró me dijo prácticamente todo lo que estaba en su mente. A decir verdad, ese tacto me hizo estremecer, no tanto de miedo o de fastidio, sino de agrado, así que decidí seguir el juego para ver hasta dónde llegaría. Con la cara más inocente que pude poner le pregunté a qué se refería, él sonriendo me dijo que seguro que yo iba a darme cuenta, mientras la mano subió un poco más hasta mi entrepierna.

Fue una sensación como nunca antes había tenido, cabe comentar que ya tenía yo alguna experiencia en los placeres del sexo, pero siempre había sido con algún amiguito de mi propia edad, totalmente prácticas de novatos; definitivamente el profesor sabía cómo tocar a una mujer, y yo había ya comenzado a excitarme con el simple roce, supongo que se me notaba porque sonrió abiertamente y se me acercó mucho más, abarcándome con los brazos, acariciándome el pelo, descorriendo el brassiere del bikini, besando mi cuello y mis hombros; para entonces ya había yo comenzado a jadear un poco, de modo que al saberme en sus manos, en un cambio total de confianzas y de poderes, se levanta de la cama y me dice con esa voz autoritaria, la que usa para lograr el orden en el aula de clases, -Voltéate y apoya las manos sobre la cama.

La verdad he sido siempre muy rebelde, y a lo largo de mi vida he tenido serios problemas con la autoridad, de manera que fue una sorpresa máxima sentirme tan excitada con el mandato, y de inmediato le hice caso. Miré por la ventana a través del velo, y Erika seguía bajo el sol, ahora boca abajo dorando su espalda, se había desabrochado su parte superior del bikini seguro para no dejar marcas de la prenda al broncearse, al tiempo que su padre no me quitó, ME ARRANCÓ esa misma prenda y comenzó a acariciarme con fuerza y pasión las tetas y a darme mordiditas en el cuello. No podía moverme mucho por como él estaba sobre mí, pero escuché la tela de su bañador caer de su cadera, sentí su verga tanteando por mi culo totalmente dura y caliente; yo que estaba muy excitada le dejé hacer, así que él con todo el permiso me penetró con fuerza mientras me agarraba el pelo y respiraba fuerte al lado de mi oreja, la verga entrando con fuerza en mi raja mojada y caliente, la excitación cubriendo mi cuerpo por completo sin pensar en nada más que en mi profesor penetrándome con fuerza, dominándome cada vez con mayor pasión desde atrás; yo jadeando suavecito primero y luego un poco más fuerte, y él respirando en mi oreja sólo murmuraba una palabra: Erika.

6 comentarios - Mi Profesor y su Hija

GINGERLYM +1
Me gustó el relato

Mi Profesor y su Hija
visitantevengador +1
un feliz cumpleaños...........
sikamikanico01 +1
Muy bueno!!!!!! 🤤

Recomendado!
:buenpost: hermosa!
GNG22 +3
GINGERLYM dijo: Me gustó el relato

incesto


la verda me da asco esta imagen
Si-Nombre +1
Me encanto el relato hay segunda parte???
lobocalientee +1
bueniiisimo relato espero la continuacion si la hay
Profesexxx +1
wow que buena historia, apoyo una segunda parte 👍