Tengo unos cuantos relatos, que fui escribiendo a lo largo del tiempo, y se me dio por publicarlos acá.
Este es el que estaba más prolijo (a mi gusto). No soy escritor, así que disculpen las fallas
Espero les guste. Ahí va
Cuando yo empecé a trabajar en la oficina la conocí a Elisa. Ella tenía 5 años menos que yo, era recién casada e inmediatamente nos comenzamos a llevar muy bien . Con el tiempo se convirtió en una especie de secretaria mía. Era muy capaz, absolutamente fiel y muy consecuente, yo era una especie de work alcoholic y muchas veces me acompañaba hasta cualquier hora.
Esas locuras de trabajo, aparte de generarle algunas broncas de su marido hacían que la confianza entre nosotros creciera y que los diálogos, algunos subidos de tono, nos hicieran reír mucho.
Independientemente que yo la respetaba, principalmente luego de que fue madre de dos niños (entre nosotros su esposo Juan no me caía bien), cada primavera era una tortura. Cuando empezaba el calor, su cercanía me volvía loco. Cuando usaba camisas siempre le decía que me daba miedo que algún botón me sacara un ojo, y cuando iba de musculosa le pedía que por favor, cuando estaba frente mío no se inclinara porque me desconcentraba.
Elisa era una mujer baja de estatura, pero contundente, no era gorda, no se si me explico, esas mujeres de piernas fuertes, buena cola y unos pechos espectaculares.
Ella devolvía también, por ejemplo diciéndome que le encantaba usar mi teléfono porque tenía mi perfume, o algún fin de semana que me vio de pantalones cortos diciéndome que siempre le habían gustado las piernas como las mías (en aquel momento eran muy musculosas)
Pero los años pasaban y no superábamos los piropos.
En algún momento Elisa se descuidó un poco, su físico, su vestuario, no eran igual que siempre. Por supuesto no le dije nada, me daba pena verla así , sobre todo porque siempre había sido muy coqueta.
Un día la veo entrar a la mañana, no la esperaba porque era feriado, yo tenía que entregar un trabajo y sin que se lo pida vino a ayudarme.
Me sorprendió, una pollera no muy corta pero ajustada, una camisa blanca que traslucía un soutien muy sexy, bien maquillada, otra vez una hermosura.
Mi primer comentario fue, espero que no hayas venido en colectivo porque se hubieran peleado por apoyarte. Me arrepentí porque no festejó, pensé que se había enojado por su gesto, me disculpé, le dije que me perdonara, y me dice “nooo, tenés razón, y no es mala idea, no me disgustaría que alguien me apoye, así no me olvido como es”.
Me ví obligado a preguntarle que le pasaba y me contó. Hacía más de un año que su matrimonio iba mal, su marido no la atendía, de hecho me dijo que hacía como 6 meses que no tenían sexo, y ahora había confirmado sus sospechas, él tenía otra. Que lo había pensado mucho, y había decidido que no se iba a separar por sus chicos, y que luego de una depresión tomó aire y dijo que iba a buscar afuera lo que no tenía en casa.
Me levanté, la abracé, le dije que lo lamentaba, que me parecía una buena decisión, y como tantas veces había hecho le dije un chiste para descomprimir, “y donde hay que anotarse???”
Se separó de mí y me dijo, si hay alguien que no tiene que anotarse sos vos, cagamos dije, perdí la última chance,
Bueno dije, podías haber sido menos directa… y realmente mi cara debía demostrar mi decepción, empezó a sonreírse y me dice; “tonto, vos siempre fuiste el primero en mi lista” se acercó , me abrazó y me comió la boca con desesperación.
Que caliente estaba esa mujer, me llevó unos segundos recuperarme de la sorpresa, tantas veces había fantaseado con eso, que el hecho que por fin se produjera me descolocó unos momentos.
Una vez que me dí cuenta que era la situación que había soñado para unas cuantas pajas memorables a lo largo de los años, empecé a tratar de tomar el control, la empujé contra la pared, tomé sus manos las levanté por encima de su cabeza y le revisaba la boca con mi lengua, mientras le apoyaba mi cuerpo para notara lo dura que estaba mi verga. Cuando comencé a mordisquearle y besarle el cuello sus gemidos eran los de una gata en celo.
Comencé a desabotonar su blusa y sus pechos parecían explotar, el soutien era definitivamente sexy, pero lo iba a mirar mejor después, le besaba los pezones por encima del fino encaje, y ella acariciaba casi con furia mi pelo, mientras tanto mis manos iban hacia el cierre de su pollera lo bajaban y comencé a sacársela.
Que linda estaba, con la respiración entrecortada, la volví a besar mientras acariciaba su cola, se la apretaba, la pellizcaba y la volvía a acariciar. Solté su soutien, me dediqué un largo rato a sus lolas, sus pezones eran dos timbres encantadores, mientras le apretaba uno con pulgar e índice, le jugueteaba con mi lengua el otro.
Bajé con mi boca muy lentamente por su pecho y su estómago, literalmente la estaba comiendo a besos.
Cuando llegué a su pubis su aroma me encantó, pero apenas le dí unos besitos en la pequeña mata de vello que se había dejado, de ahí pasé a sus muslos, mi lengua los recorría por la parte de adentro, pero todavía sin tocar su conchita.
“cómemela, por favor, no seas hijo de puta” me dijo y eso era raro, no usaba malas palabras, pero no quería hacerla enojar, así que me arrodillé frente a ella, la apoyé contra la pared, me puse una de sus piernas en mi hombro y comencé a deleitarme con su conchita y sus jugos, era un manantial… y que dulce su sabor…
Perdí la noción del tiempo, no se cuanto estuve trabajando con mi lengua ahí, pero luego me dijo que había tenido tres orgasmos
(continuará)
La segunda parte está en:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2160698/Elisa_-mi-companera-de-trabajo-_parte-2_.html
Este es el que estaba más prolijo (a mi gusto). No soy escritor, así que disculpen las fallas
Espero les guste. Ahí va
Cuando yo empecé a trabajar en la oficina la conocí a Elisa. Ella tenía 5 años menos que yo, era recién casada e inmediatamente nos comenzamos a llevar muy bien . Con el tiempo se convirtió en una especie de secretaria mía. Era muy capaz, absolutamente fiel y muy consecuente, yo era una especie de work alcoholic y muchas veces me acompañaba hasta cualquier hora.
Esas locuras de trabajo, aparte de generarle algunas broncas de su marido hacían que la confianza entre nosotros creciera y que los diálogos, algunos subidos de tono, nos hicieran reír mucho.
Independientemente que yo la respetaba, principalmente luego de que fue madre de dos niños (entre nosotros su esposo Juan no me caía bien), cada primavera era una tortura. Cuando empezaba el calor, su cercanía me volvía loco. Cuando usaba camisas siempre le decía que me daba miedo que algún botón me sacara un ojo, y cuando iba de musculosa le pedía que por favor, cuando estaba frente mío no se inclinara porque me desconcentraba.
Elisa era una mujer baja de estatura, pero contundente, no era gorda, no se si me explico, esas mujeres de piernas fuertes, buena cola y unos pechos espectaculares.
Ella devolvía también, por ejemplo diciéndome que le encantaba usar mi teléfono porque tenía mi perfume, o algún fin de semana que me vio de pantalones cortos diciéndome que siempre le habían gustado las piernas como las mías (en aquel momento eran muy musculosas)
Pero los años pasaban y no superábamos los piropos.
En algún momento Elisa se descuidó un poco, su físico, su vestuario, no eran igual que siempre. Por supuesto no le dije nada, me daba pena verla así , sobre todo porque siempre había sido muy coqueta.
Un día la veo entrar a la mañana, no la esperaba porque era feriado, yo tenía que entregar un trabajo y sin que se lo pida vino a ayudarme.
Me sorprendió, una pollera no muy corta pero ajustada, una camisa blanca que traslucía un soutien muy sexy, bien maquillada, otra vez una hermosura.
Mi primer comentario fue, espero que no hayas venido en colectivo porque se hubieran peleado por apoyarte. Me arrepentí porque no festejó, pensé que se había enojado por su gesto, me disculpé, le dije que me perdonara, y me dice “nooo, tenés razón, y no es mala idea, no me disgustaría que alguien me apoye, así no me olvido como es”.
Me ví obligado a preguntarle que le pasaba y me contó. Hacía más de un año que su matrimonio iba mal, su marido no la atendía, de hecho me dijo que hacía como 6 meses que no tenían sexo, y ahora había confirmado sus sospechas, él tenía otra. Que lo había pensado mucho, y había decidido que no se iba a separar por sus chicos, y que luego de una depresión tomó aire y dijo que iba a buscar afuera lo que no tenía en casa.
Me levanté, la abracé, le dije que lo lamentaba, que me parecía una buena decisión, y como tantas veces había hecho le dije un chiste para descomprimir, “y donde hay que anotarse???”
Se separó de mí y me dijo, si hay alguien que no tiene que anotarse sos vos, cagamos dije, perdí la última chance,
Bueno dije, podías haber sido menos directa… y realmente mi cara debía demostrar mi decepción, empezó a sonreírse y me dice; “tonto, vos siempre fuiste el primero en mi lista” se acercó , me abrazó y me comió la boca con desesperación.
Que caliente estaba esa mujer, me llevó unos segundos recuperarme de la sorpresa, tantas veces había fantaseado con eso, que el hecho que por fin se produjera me descolocó unos momentos.
Una vez que me dí cuenta que era la situación que había soñado para unas cuantas pajas memorables a lo largo de los años, empecé a tratar de tomar el control, la empujé contra la pared, tomé sus manos las levanté por encima de su cabeza y le revisaba la boca con mi lengua, mientras le apoyaba mi cuerpo para notara lo dura que estaba mi verga. Cuando comencé a mordisquearle y besarle el cuello sus gemidos eran los de una gata en celo.
Comencé a desabotonar su blusa y sus pechos parecían explotar, el soutien era definitivamente sexy, pero lo iba a mirar mejor después, le besaba los pezones por encima del fino encaje, y ella acariciaba casi con furia mi pelo, mientras tanto mis manos iban hacia el cierre de su pollera lo bajaban y comencé a sacársela.
Que linda estaba, con la respiración entrecortada, la volví a besar mientras acariciaba su cola, se la apretaba, la pellizcaba y la volvía a acariciar. Solté su soutien, me dediqué un largo rato a sus lolas, sus pezones eran dos timbres encantadores, mientras le apretaba uno con pulgar e índice, le jugueteaba con mi lengua el otro.
Bajé con mi boca muy lentamente por su pecho y su estómago, literalmente la estaba comiendo a besos.
Cuando llegué a su pubis su aroma me encantó, pero apenas le dí unos besitos en la pequeña mata de vello que se había dejado, de ahí pasé a sus muslos, mi lengua los recorría por la parte de adentro, pero todavía sin tocar su conchita.
“cómemela, por favor, no seas hijo de puta” me dijo y eso era raro, no usaba malas palabras, pero no quería hacerla enojar, así que me arrodillé frente a ella, la apoyé contra la pared, me puse una de sus piernas en mi hombro y comencé a deleitarme con su conchita y sus jugos, era un manantial… y que dulce su sabor…
Perdí la noción del tiempo, no se cuanto estuve trabajando con mi lengua ahí, pero luego me dijo que había tenido tres orgasmos
(continuará)
La segunda parte está en:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2160698/Elisa_-mi-companera-de-trabajo-_parte-2_.html
10 comentarios - Relato: Elisa, mi compañera de trabajo (parte 1)
Esta tarde o mañana va la segunda parte
http://www.poringa.net/posts/relatos/2160698/Elisa_-mi-companera-de-trabajo-_parte-2_.html
Ya voy a leer la conclusión! 🤤
:buenpost:
Tremenda Elisa @viejopolirrubro... nos mató esta frase “cómemela, por favor, no seas hijo de puta” 😉
Te seguimos tambien Amigo 🙂
_PUNTOS para VOS
Abrazo!
(hay tres partes mas)