Por fin un día nos decidimos mi mujer y yo y fuimos a una playa nudista del sur de la isla, es bastante grande, pero los que practican nudismo suelen ponerse en una cala pequeña todos juntos. A nosotros nos daba un poco de corte así que decidimos quedarnos un poco antes en una zona de matorrales, lo que no sabíamos era que por allí se ponían los mirones y las parejas que querían hacer algo más que desnudarse. Nos pusimos entre unos matorrales y mi mujer se quitó toda la ropa y empezó a ponerse bronceador. Tienes unos grandes pechos y verla extendiendose la crema por ellos y con el coñito todo depilado totalmente desnuda me hizo excitarme y se me puso el pene duro.
- ¿No te quitas el bañador?
Llevaba un bañador cortito tipo slip, que me marcaba todo el paquete y se me empezaba a salir por la parte de arriba. Ella se había dado cuenta, estaba claro y estaba jugando conmigo.
- Es que me da un poco de vergüenza porque la tengo dura.
Me dijo que no importaba que allí no nos veía nadie y que me pusiera boca abajo a ver si se me bajaba. Me puso crema en la espalda y en el culo, que lo tenía muy blanco, y se entretuvo bastante tiempo en esa zona metiendo la mano por el hueco llegando hasta el comienzo de los testículos. Cada vez estaba más cachondo y ya empezaba a salirme gotitas por la punta del pene.
- Date la vuelta, que estás muy blanco y te vas a quemar. -
Justo cuando me dí la vuelta y me vió como la tenía, me dijo que si que la tenía dura. Le respondí que claro con esos masajes y viéndola desnuda...Empezó a ponerme crema por el pecho y bajando, pero no el pene, se inclinó y me chupó la punta limpiándola del líquido que no paraba de salirme por la excitación. En eso pasó un hombre de unos 50 años paseando, seguramente sería un mirón, y pasó mirándonos sin ningún pudor. Nos cortamos bastante y mi mujer se puso de lado poniendo el culo hace él y yo levanté las rodillas tratando inútilmente de disimular mi pene empalmado. Cuando vimos que se había alejado lo suficiente nos quedamos tumbados tomando el sol.
- Eso no baja, me parece que voy a tener que echarte una mano - Me dijo mientras empezaba a masturbarme.
No tarde nada en correrme llenando su mano y mi barriga de semen. Como no ibamos a ir hasta el agua, que quedaba un poco lejos y me daba vergüenza ir caminando por ahí con mi pene levantado, empezó a limpiarse a lametones la mano y luego mi barriga. Quise meterle mano, pero cuando empecé a tocarle el coñito que lo tenía bastante húmedo, me dijo que lo dejáramos para luego que le daba mucha vergüenza y sólo quería quitarme el calentón.
El hombre de antes volvió a pasar y se quedó sentado una piedra bastante cerca de nosotros, mirándonos descaradamente. Eso nos cortó bastante y le dije a mi mujer si nos atrevíamos a ir a la cala donde se ponía todos los nudistas. Tardamos un poco en decidirnos, pero finalmente recogimos las cosas, Mi mujer se puso sólo un pareo amarillo algo trasparente. Poco me faltó, al verla caminar sólo con eso, ponerme empalmado de nuevo. Yo me puse mi bañador y fuimos hasta la cala que quedaba algo apartada por una pared natural de de rocas que lo apartaba de la playa más grande dando algo más de “intimidad” si eso es posible en una playa turística.
Había bastante gente, pero había aún un hueco cerca de la orilla por el lado donde estaba la pared, entre una pareja de jóvenes, ella muy flaca, pero con pechos grandes y el de complexión fuerte; y una pareja de unos 50 años, que para su edad no tenían malos cuerpos. En aquel lugar plantamos las toallas y nos quitamos lo poco que teníamos puesto. Nos dimos un baño y nos tumbamos a tomar sol y a ver a los demás. Habrían como unas 40 personas, casi todas en parejas, algunos gays y pocos grupos de tres o cuatro; estos grupos no estaban desnudos, como mucho las chicas hacían topless.
Se notaba que cada cual iba a lo suyo, alguna que otra mirada discreta, pero no había nadie como el señor del otro lado de la playa. Vamos que nadie iba de mirón descarado. Había mucho morbo por estar con mi mujer desnudos entre tanta gente igual, pero a la vez se podía estar muy relajado tomando el sol y disfrutando del día de playa.
Pasamos el día entre baños, bocadillos, crema sin mucho tocamiento por si acaso, y viendo llegar a algunos y marcharse a muchos. Llegó un momento en el que nos acostumbramos a la situación y dejamos de prestarle atención a la gente que teníamos alrededor. Ya serían más de las seis y quedaba una docena de personas en la cala, a parte de nosotros, todos desnudos. Lo estabamos pasando genial y mi mujer sacó la cámara de fotos y empezamos a sacarnos algunas sin ser muy descarados, ya que nos daba un poco de corte que pensaran que queríamos sacarselas a los demás. Me puse bastante caliente y se me puso uno poco dura y ella seguía retratándome, le gustaba verme cortado. Me daba corte que me vieran empalmado, pero me levanté rapido y fui hasta el agua, para que se me bajara la hinchazón. No miré a los demás, pero seguro que pudieron verme con el pene levantado dirección al mar. Tras jugar un rato los dos en el agua volvimos a las toallas y esperamos hasta que nos secamos. Andabamos muy calientes, y viendo que todavía quedaba gente en la cala decidimos irnos al otro lado donde estaban los matorrales, no nos importaban los mirones, seguramente por lo excitados que estabamos.
Tras un rato de paseo encontramos unos matorrales bastante altos que nos ocultaban bastante, nos desnudamos de nuevo y yo tenía ya el pene duro que ir pensando que ibamos a tener sexo. Nos tumbamos y me empezó a comersela, se me puso del todo dura y ella estaba supermojada, yo le tocaba el coñito y le comia los pechos. Notamos movimiento en los matorrales cercanos y descubrimos que no estabamos solos. Un hombre se masturbaba detrás de ellos y por el otro lado otro, vestido, nos miraba sin tocarse. Mi mujer se tumbó, pero tenía tanto corte que se me bajó y no pude penetrala, uff fatal. Por un lado estaba excitadísimo, pero por otro la vergüenza me mataba.
Me terminó de masturbar y me corrí sobre sus tetas. Recogimos y nos fuimos al coche. Al final ella se quedó a dos velas, pero cuando llegamos a casa nos pusimos super cachondos recordando el morbo y viendo las fotos que habíamos hecho y tuvimos una buena sesión de sexo.
- ¿No te quitas el bañador?
Llevaba un bañador cortito tipo slip, que me marcaba todo el paquete y se me empezaba a salir por la parte de arriba. Ella se había dado cuenta, estaba claro y estaba jugando conmigo.
- Es que me da un poco de vergüenza porque la tengo dura.
Me dijo que no importaba que allí no nos veía nadie y que me pusiera boca abajo a ver si se me bajaba. Me puso crema en la espalda y en el culo, que lo tenía muy blanco, y se entretuvo bastante tiempo en esa zona metiendo la mano por el hueco llegando hasta el comienzo de los testículos. Cada vez estaba más cachondo y ya empezaba a salirme gotitas por la punta del pene.
- Date la vuelta, que estás muy blanco y te vas a quemar. -
Justo cuando me dí la vuelta y me vió como la tenía, me dijo que si que la tenía dura. Le respondí que claro con esos masajes y viéndola desnuda...Empezó a ponerme crema por el pecho y bajando, pero no el pene, se inclinó y me chupó la punta limpiándola del líquido que no paraba de salirme por la excitación. En eso pasó un hombre de unos 50 años paseando, seguramente sería un mirón, y pasó mirándonos sin ningún pudor. Nos cortamos bastante y mi mujer se puso de lado poniendo el culo hace él y yo levanté las rodillas tratando inútilmente de disimular mi pene empalmado. Cuando vimos que se había alejado lo suficiente nos quedamos tumbados tomando el sol.
- Eso no baja, me parece que voy a tener que echarte una mano - Me dijo mientras empezaba a masturbarme.
No tarde nada en correrme llenando su mano y mi barriga de semen. Como no ibamos a ir hasta el agua, que quedaba un poco lejos y me daba vergüenza ir caminando por ahí con mi pene levantado, empezó a limpiarse a lametones la mano y luego mi barriga. Quise meterle mano, pero cuando empecé a tocarle el coñito que lo tenía bastante húmedo, me dijo que lo dejáramos para luego que le daba mucha vergüenza y sólo quería quitarme el calentón.
El hombre de antes volvió a pasar y se quedó sentado una piedra bastante cerca de nosotros, mirándonos descaradamente. Eso nos cortó bastante y le dije a mi mujer si nos atrevíamos a ir a la cala donde se ponía todos los nudistas. Tardamos un poco en decidirnos, pero finalmente recogimos las cosas, Mi mujer se puso sólo un pareo amarillo algo trasparente. Poco me faltó, al verla caminar sólo con eso, ponerme empalmado de nuevo. Yo me puse mi bañador y fuimos hasta la cala que quedaba algo apartada por una pared natural de de rocas que lo apartaba de la playa más grande dando algo más de “intimidad” si eso es posible en una playa turística.
Había bastante gente, pero había aún un hueco cerca de la orilla por el lado donde estaba la pared, entre una pareja de jóvenes, ella muy flaca, pero con pechos grandes y el de complexión fuerte; y una pareja de unos 50 años, que para su edad no tenían malos cuerpos. En aquel lugar plantamos las toallas y nos quitamos lo poco que teníamos puesto. Nos dimos un baño y nos tumbamos a tomar sol y a ver a los demás. Habrían como unas 40 personas, casi todas en parejas, algunos gays y pocos grupos de tres o cuatro; estos grupos no estaban desnudos, como mucho las chicas hacían topless.
Se notaba que cada cual iba a lo suyo, alguna que otra mirada discreta, pero no había nadie como el señor del otro lado de la playa. Vamos que nadie iba de mirón descarado. Había mucho morbo por estar con mi mujer desnudos entre tanta gente igual, pero a la vez se podía estar muy relajado tomando el sol y disfrutando del día de playa.
Pasamos el día entre baños, bocadillos, crema sin mucho tocamiento por si acaso, y viendo llegar a algunos y marcharse a muchos. Llegó un momento en el que nos acostumbramos a la situación y dejamos de prestarle atención a la gente que teníamos alrededor. Ya serían más de las seis y quedaba una docena de personas en la cala, a parte de nosotros, todos desnudos. Lo estabamos pasando genial y mi mujer sacó la cámara de fotos y empezamos a sacarnos algunas sin ser muy descarados, ya que nos daba un poco de corte que pensaran que queríamos sacarselas a los demás. Me puse bastante caliente y se me puso uno poco dura y ella seguía retratándome, le gustaba verme cortado. Me daba corte que me vieran empalmado, pero me levanté rapido y fui hasta el agua, para que se me bajara la hinchazón. No miré a los demás, pero seguro que pudieron verme con el pene levantado dirección al mar. Tras jugar un rato los dos en el agua volvimos a las toallas y esperamos hasta que nos secamos. Andabamos muy calientes, y viendo que todavía quedaba gente en la cala decidimos irnos al otro lado donde estaban los matorrales, no nos importaban los mirones, seguramente por lo excitados que estabamos.
Tras un rato de paseo encontramos unos matorrales bastante altos que nos ocultaban bastante, nos desnudamos de nuevo y yo tenía ya el pene duro que ir pensando que ibamos a tener sexo. Nos tumbamos y me empezó a comersela, se me puso del todo dura y ella estaba supermojada, yo le tocaba el coñito y le comia los pechos. Notamos movimiento en los matorrales cercanos y descubrimos que no estabamos solos. Un hombre se masturbaba detrás de ellos y por el otro lado otro, vestido, nos miraba sin tocarse. Mi mujer se tumbó, pero tenía tanto corte que se me bajó y no pude penetrala, uff fatal. Por un lado estaba excitadísimo, pero por otro la vergüenza me mataba.
Me terminó de masturbar y me corrí sobre sus tetas. Recogimos y nos fuimos al coche. Al final ella se quedó a dos velas, pero cuando llegamos a casa nos pusimos super cachondos recordando el morbo y viendo las fotos que habíamos hecho y tuvimos una buena sesión de sexo.
4 comentarios - Día de playa