Bienvenidos a mi segunto post ! espero les guste y me dejen su comentario. 🙂
El Sofá
Sabes que estoy por llegar, has dejado la puerta entreabierta. Casi sin hacer ruido, entro. Desde el recibidor te veo sentado en el sofá, con los ojos cerrados, relajado, pensando en quién sabe que, ¿estará soñando?. Estás semidesnudo, llevas únicamente un short. Te veo allí, tan relajado, sin percibir siquiera mi presencia, que opto por cerrar en silencio la puerta y dejar en el suelo mi bolso.
A medida que voy acercándome a vos, sin apartar la vista de tu cuerpo, percibo como estás formado. Tu pecho, tus piernas. Me gusta lo que veo. Me paro a una distancia prudencial para no perder esa perspectiva. Veo como tu pecho se mueve acompasadamente con tu respiración rítmica. Una música relajante, casi inaudible llena la habitación. El sol del ocaso, que se filtra por la puerta balcón del living, te ilumina de pleno con una luz mortecina. Las lámparas están todas apagadas, parece que hace bastante rato que esperas y que te has quedado adormecido. No quiero despertarte.
Me acerco mas a vos, tengo ganas de tocarte, de sentir tu piel contra la mía, de sentir tu calor. Sin pensarlo dos veces, empiezo a quitarme la camisa que cae a mis pies. Me quito los zapatos y las medias, disfruto sintiendo el frío del piso en mis pies. Estás rodeado de almohadones, Mmm, qué ganas tengo de compartir el sofá con vos, estoy cansada de mi largo viaje. Me saco el pantalón que oprime mi cuerpo y me quedo en ropa interior.
Estoy excitada, la visión de tu cuerpo me ha encendido. Un pequeño escalofrío de deseo recorre mis entrañas. Tanto tiempo anhelando estar contigo y ahora que estoy a tu lado, ese deseo se ha multiplicado.
Ya casi no entra luz por la puerta balcón, todo en penumbra. Digo tu nombre en voz alta, casi en un susurro, a la vez que me arrodillo frente a vos, y con suavidad deposito las yemas de mis dedos en tus piernas. No deseo que te sobresaltes, quiero que despiertes suavemente notando mi presencia.
Vuelvo a decir tu nombre mientras me acerco mas a ti, moviendo las manos a través de tus muslos. Todavía no has vuelto a la conciencia pero detecto alguna reacción en tu cuerpo. ¡Estás soñando!. Con voz no modulada pronuncias mi nombre. Tu boca entreabierta deja escapar un murmullo y el vello de tus piernas se eriza a mi contacto. Sigo acariciándote y acercándome más a ti si cabe. Extiendo mis manos por tu pecho y noto como se contraen tus músculos a mi contacto. Estoy cerca, muy cerca de ti. Mis caderas en tus rodillas, mi pecho en tu cintura, mis brazos arropándote. Mi cabeza contra tu pecho sintiendo los latidos de tu corazón, que cada vez late más rápido. Inclino mi cara hacia la tuya con afán por capturar tus labios, por saborearte. Estás ya casi despierto. Entreabres la boca para recibirme, a la vez que humedeces con tu lengua los labios. Un escalofrío de placer recorre mi espalda desde la base en el momento del contacto. Quiero besarte, quiero que me beses, quiero perderme en vos y que tu vos pierdas en mi. Te deseo, y ese deseo crece por momentos.
Siento esa parte de tu cuerpo, ahora tapada por el pantaloncito, pugnando por liberarse, endurecida ahora. El deseo también crece en ti a pasos agigantados. Tu calor me traspasa, me enciende, me inunda.
Por fin abres los ojos y ¿qué ves?, me ves a mi, cerca, muy cerca. Nuestros alientos se confunden. Nuestras miradas se mezclan. Tus manos por fin me tocan, acercándome más a vos. Me besas profundamente, exigiéndome más a cada instante. Esas manos juguetonas me desabrochan el corpiño, liberando la opresión de mis pechos, que levantás y acariciás. Me separas un poquito para contemplarlos y así poder acercar tu boca a ellos. Me chupas suavemente, succionándolos de una manera que me enloquece, inclino mi cabeza hacia atrás, ofreciéndotelos completamente. Son todo tuyos. Tus manos errantes viajan a través de mi espalda hacia abajo, muy abajo capturando mis glúteos, masajeándolos en una caricia sin fin, separándolos, apretándolos. Tu cada vez mas pujante masculinidad, oprimida por el pequeño short, intenta asomarse y yo, embrujada por sus estremecimientos autónomos no puedo evitar acercar mis manos hacia ella en un afán por liberarla. Necesito verla, olerla, tocarla, gustarla. Me obsesiona el saberla tan cerca de mi y no atreverme a disfrutarla.
Sin darme cuenta, me encuentro sentada en el sofá mientras con manos expertas y un movimiento sinuoso, me liberas de la última prenda de ropa. Con tus manos recorres mis piernas, y cuando llegas a la altura de mis rodillas, me mueves acomodándome mas cerca del borde del asiento. Acercas tu cabeza a mi cintura, dejándola reposar allí apenas unos instantes. Con las mías, por miedo a que te alejes de allí, te sujeto para que no la retires. Que deleite sentir tu aliento contra mi ombligo, tus labios besándolo, como si jugaran con el.
Mis piernas rodean tu cuerpo aposentado entre mis muslos, tu cara contra mi piel, mis sentidos exultantes pensando en el devenir de los acontecimientos inmediatos y mi mente gozando del momento. ¡Qué mas se puede pedir!.
Besas mi cuerpo como si fuera el único cuerpo de mujer del mundo y eso me hace feliz. Y tus manos. Tus manos acariciadoras y errantes despiertan en mis sentidos sensaciones, algunas completamente olvidadas y otras totalmente desconocidas para mi. Besos, caricias, susurros incomprensibles, excitantes sacudidas de gozo. Humedades recientes que manan independientes y por propia voluntad. Delirios que mi mente ni siquiera podía imaginar. Apoyas tus mejillas entre mis muslos, para olerme mejor, para saborearme mejor, y empiezas
Y ahora me besas para compartir mis sabores, mientras con diestra técnica entras dentro de mi, hondo, muy adentro, para que nos sintamos pegados, unidos en el placer. Estoy tan exhausta de sensaciones que soy incapaz de moverme, se ha apoderado de mí la laxitud. Me siento como transportada lejos y a la vez muy cerca tuyo. Me invades el pensamiento y el entorno no existe, hemos traspasado el umbral de lo material. Somos hombre y mujer. Complementos de un todo. Y ese todo es este momento de complacencia mutua. De placer compartido de sensaciones gozadas al unísono. De luces sin sombras, de colores sin tonos, de músicas sin acordes, de voces sin sonido. Sólo piel contra piel, sentidos, disfrutes, amalgama de matices compartidos.
Tu y yo, juntos en un universo único, nuestro. Éxtasis simultáneo luz irisada. Nada más y nada menos.
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El Sofá
Sabes que estoy por llegar, has dejado la puerta entreabierta. Casi sin hacer ruido, entro. Desde el recibidor te veo sentado en el sofá, con los ojos cerrados, relajado, pensando en quién sabe que, ¿estará soñando?. Estás semidesnudo, llevas únicamente un short. Te veo allí, tan relajado, sin percibir siquiera mi presencia, que opto por cerrar en silencio la puerta y dejar en el suelo mi bolso.
A medida que voy acercándome a vos, sin apartar la vista de tu cuerpo, percibo como estás formado. Tu pecho, tus piernas. Me gusta lo que veo. Me paro a una distancia prudencial para no perder esa perspectiva. Veo como tu pecho se mueve acompasadamente con tu respiración rítmica. Una música relajante, casi inaudible llena la habitación. El sol del ocaso, que se filtra por la puerta balcón del living, te ilumina de pleno con una luz mortecina. Las lámparas están todas apagadas, parece que hace bastante rato que esperas y que te has quedado adormecido. No quiero despertarte.
Me acerco mas a vos, tengo ganas de tocarte, de sentir tu piel contra la mía, de sentir tu calor. Sin pensarlo dos veces, empiezo a quitarme la camisa que cae a mis pies. Me quito los zapatos y las medias, disfruto sintiendo el frío del piso en mis pies. Estás rodeado de almohadones, Mmm, qué ganas tengo de compartir el sofá con vos, estoy cansada de mi largo viaje. Me saco el pantalón que oprime mi cuerpo y me quedo en ropa interior.
Estoy excitada, la visión de tu cuerpo me ha encendido. Un pequeño escalofrío de deseo recorre mis entrañas. Tanto tiempo anhelando estar contigo y ahora que estoy a tu lado, ese deseo se ha multiplicado.
Ya casi no entra luz por la puerta balcón, todo en penumbra. Digo tu nombre en voz alta, casi en un susurro, a la vez que me arrodillo frente a vos, y con suavidad deposito las yemas de mis dedos en tus piernas. No deseo que te sobresaltes, quiero que despiertes suavemente notando mi presencia.
Vuelvo a decir tu nombre mientras me acerco mas a ti, moviendo las manos a través de tus muslos. Todavía no has vuelto a la conciencia pero detecto alguna reacción en tu cuerpo. ¡Estás soñando!. Con voz no modulada pronuncias mi nombre. Tu boca entreabierta deja escapar un murmullo y el vello de tus piernas se eriza a mi contacto. Sigo acariciándote y acercándome más a ti si cabe. Extiendo mis manos por tu pecho y noto como se contraen tus músculos a mi contacto. Estoy cerca, muy cerca de ti. Mis caderas en tus rodillas, mi pecho en tu cintura, mis brazos arropándote. Mi cabeza contra tu pecho sintiendo los latidos de tu corazón, que cada vez late más rápido. Inclino mi cara hacia la tuya con afán por capturar tus labios, por saborearte. Estás ya casi despierto. Entreabres la boca para recibirme, a la vez que humedeces con tu lengua los labios. Un escalofrío de placer recorre mi espalda desde la base en el momento del contacto. Quiero besarte, quiero que me beses, quiero perderme en vos y que tu vos pierdas en mi. Te deseo, y ese deseo crece por momentos.
Siento esa parte de tu cuerpo, ahora tapada por el pantaloncito, pugnando por liberarse, endurecida ahora. El deseo también crece en ti a pasos agigantados. Tu calor me traspasa, me enciende, me inunda.
Por fin abres los ojos y ¿qué ves?, me ves a mi, cerca, muy cerca. Nuestros alientos se confunden. Nuestras miradas se mezclan. Tus manos por fin me tocan, acercándome más a vos. Me besas profundamente, exigiéndome más a cada instante. Esas manos juguetonas me desabrochan el corpiño, liberando la opresión de mis pechos, que levantás y acariciás. Me separas un poquito para contemplarlos y así poder acercar tu boca a ellos. Me chupas suavemente, succionándolos de una manera que me enloquece, inclino mi cabeza hacia atrás, ofreciéndotelos completamente. Son todo tuyos. Tus manos errantes viajan a través de mi espalda hacia abajo, muy abajo capturando mis glúteos, masajeándolos en una caricia sin fin, separándolos, apretándolos. Tu cada vez mas pujante masculinidad, oprimida por el pequeño short, intenta asomarse y yo, embrujada por sus estremecimientos autónomos no puedo evitar acercar mis manos hacia ella en un afán por liberarla. Necesito verla, olerla, tocarla, gustarla. Me obsesiona el saberla tan cerca de mi y no atreverme a disfrutarla.
Sin darme cuenta, me encuentro sentada en el sofá mientras con manos expertas y un movimiento sinuoso, me liberas de la última prenda de ropa. Con tus manos recorres mis piernas, y cuando llegas a la altura de mis rodillas, me mueves acomodándome mas cerca del borde del asiento. Acercas tu cabeza a mi cintura, dejándola reposar allí apenas unos instantes. Con las mías, por miedo a que te alejes de allí, te sujeto para que no la retires. Que deleite sentir tu aliento contra mi ombligo, tus labios besándolo, como si jugaran con el.
Mis piernas rodean tu cuerpo aposentado entre mis muslos, tu cara contra mi piel, mis sentidos exultantes pensando en el devenir de los acontecimientos inmediatos y mi mente gozando del momento. ¡Qué mas se puede pedir!.
Besas mi cuerpo como si fuera el único cuerpo de mujer del mundo y eso me hace feliz. Y tus manos. Tus manos acariciadoras y errantes despiertan en mis sentidos sensaciones, algunas completamente olvidadas y otras totalmente desconocidas para mi. Besos, caricias, susurros incomprensibles, excitantes sacudidas de gozo. Humedades recientes que manan independientes y por propia voluntad. Delirios que mi mente ni siquiera podía imaginar. Apoyas tus mejillas entre mis muslos, para olerme mejor, para saborearme mejor, y empiezas
Y ahora me besas para compartir mis sabores, mientras con diestra técnica entras dentro de mi, hondo, muy adentro, para que nos sintamos pegados, unidos en el placer. Estoy tan exhausta de sensaciones que soy incapaz de moverme, se ha apoderado de mí la laxitud. Me siento como transportada lejos y a la vez muy cerca tuyo. Me invades el pensamiento y el entorno no existe, hemos traspasado el umbral de lo material. Somos hombre y mujer. Complementos de un todo. Y ese todo es este momento de complacencia mutua. De placer compartido de sensaciones gozadas al unísono. De luces sin sombras, de colores sin tonos, de músicas sin acordes, de voces sin sonido. Sólo piel contra piel, sentidos, disfrutes, amalgama de matices compartidos.
Tu y yo, juntos en un universo único, nuestro. Éxtasis simultáneo luz irisada. Nada más y nada menos.
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4 comentarios - El Sofá -relato erótico-