Esta claro que cada persona es un mundo en lo que respecta a gustos, y en un campo tan grande como el sexo, es cierto que hay gente para todo. Aunque por lo general a muchas chicas no es que les apasione el semen, por suerte, también son muchas las que cada vez más lo disfrutan y se interesan por el blanco elixir. En mi caso, una vez conocí a una mujer que simplemente le fascinaba. Era su fetiche.
Coincidimos en un foro de temática sexual, en un mensaje donde se hablaba del tamaño de los testículos, y esta mujer comentaba que a ella le gustaban grandes y cargados de "leche". Ya sólo por la gracia que me hizo leer su mensaje le envié un privado, para saludarla. Tras un par de privados más, nos dimos los mails y comenzamos a chatear.
- Me tienes que contar eso de los testículos cargados de leche jaja, trabajas para algún banco de donantes? - bromeé
- No, es porque me encanta el semen - me dijo
- En serio, y que haces con él?
- Pues tragármelo obviamente. Por un lado esta lleno de vitaminas y minerales que ayudan a mantener la piel y el pelo jóvenes, no en vano ese nectar es pura vida. Pero además me da mucho morbo, porque es un dulce que sale de ahí, del pene de los hombres, y eso me pone mucho. Cuando veo a un tipo que me gusta, siempre pienso en como tendrá el pene y si soltará mucha leche. Y cuando me la bebo me da mucho morbo pensar que llevo su semen en mi barriguita, que me he bebido parte de él...hmmm...
- Vaya, tendrás a tu marido exprimido! - dije sorprendido por todo lo que me estaba contando
- Estoy soltera, por eso ando a la busca de sementales que me puedan proveer de abundante leche...
- Bueno, aquí me tienes, soy todo tuyo! - le exclamé por el chat
- No, lo siento, soy muy selectiva. Hace tiempo que ya sólo escojo a chicos que sé que tienen una eyaculación abundante
- Hombre, yo en eso no tengo problema, suelo soltar mucha leche. A veces me he estado corriendo durante casi medio minuto...
- Ya bueno, hablar es muy fácil, si quieres que te crea demuéstralo - Me dijo a la vez que llegaba una invitación para iniciar web cam. Tras aceptar, no tardó en aparecer una mujer rubia, pelo largo, algo rizado y con unas gafas de sol que me impedían ver por completo su rostro. Al mismo tiempo aparecía en la pantalla mi ventana con mi cara de sorpresa.
- Bien, a ver, veamos cuanta leche sacas - me dijo con una naturalidad que me resultó muy excitante. Algo cortado pero sin vuelta atrás, bajé mis pantalones, saqué mi semi erecta polla, y se la mostré a la pantalla.
- Ya veo, muy bonita, pero no es eso lo que me interesa. Tienes algún vaso por ahí a mano, así podré calcular mejor cuanto te vienes, si lo echas en un recipiente. - Obediente alcancé el vaso de mi mesita de noche y lo mostré a cámara. - Muy bien, ese servirá - me dijo.
A continuación, os podeis imaginar la escena. Me estaba masturbando para una mujer que acaba de conocer que veía como mi mano amasaba mi duro pene, y todo para que ella me viera eyacular y poder darme su veredicto sobre si era un buen semental. Menuda situación más bizarra en la que me acababa de meter.
Mientras me masturbaba, la mujer observaba en silencio y muy atenta toda mi paja, con total seriedad. En el momento que noté el orgasmo llegar, alcancé el vaso y lo coloqué frente al glande, y miré a la pantalla, para asegurarme de que la escena quedaba encuadrada en la web cam. Debía llevar unos cinco días sin vaciar mis huevos, asi que comencé a eyacular con soltura. Tres primeros chorros más fuertes salieron y comenzaron a llenar el culo del vaso, pero infinidad de gotas y chorros más líquidos y débiles les siguieron detrás.
Cuando terminé, observé el contenido del vaso, y estaba lleno a un tercio. No era un vaso muy grande, era pequeño, pero vamos, había soltado bastante leche. Contento y orgulloso, se lo mostré a la mujer, que seguía observando toda la escena.
- Vaya, no esta mal. Era cierto que guardabas bastante leche. Blanquito y más bien líquido, uno de mis favoritos. No me importaría comprobar que tal sabe - sentenció
- Ni a mi que lo hicieras - le contesté provocándola
- Si de verdad quieres que te admita como semental, debes saber que hay unas reglas.
- Cuéntame - dije lleno de curiosidad
- A partir de ahora no te puedes masturbar y desperdiciar tu leche, ya que será de mi propiedad. La mejor leche es la que se almacena en los huevos al menos tres días, así que yo te iré llamando entre una y tres veces por semana para que me la des, pero el tiempo que no te llame, tendrás que aguantar sin masturbarte. - explicó
Podría ser complicado, pero si realmente me iba a ir llamando para descargar, creía que podría aguantar, con el morbo añadido de darle mi semen a ella en vez de al retrete o a un clinex.
- Ok, eso puedo hacerlo- le dije
- Bien, pero hay más. Me tienes que decir un horario en el que pueda llamarte cualquier día para que vengas a darme tu leche, ya sea por la mañana, por la tarde, mediodías, etc...
- Cómo trabajo en horario de mañanas, tengo las tardes y las noches libres, no creo que haya problema en ese horario.
- Bien, pues te llamo el fin de semana. - y tras darnos los teléfonos, nos despedimos.
Y efectivamente, el sábado por la tarde me llamó.
- Hola, soy yo, estás libre? - me preguntó
- Si, dime
- Puedes venir ahora a mi casa?
- Claro - y tras darme su dirección me despedí - en media hora estoy allí.
Cuando me abrió la puerta de su piso pude verla mejor. Era una mujer rubia, con el pelo rizado y largo, más allá de los hombros. Llevaba puesto un vestido, junto con unos zapatos de tacón, que le daban un aspecto muy elegante. Fué al menos la impresión que me dió.
Pasa, acompáñame. - me dijo mientras mientras nos introduciamos por un pasillo del piso, que daba al comedor. Ella caminó hasta acercarse a un sofa de piel negro, donde se sentó y ví como recogía una especie de recipiente de plástico. Lo cogió con ambas manos y me sonrió.
Bien, ahora quiero que me des tu leche, la pondremos aquí - me dijo señalando el recipiente. Como me debió ver algo sorprendido y parado, añadió - venga, como el otro día por webcam, desabrocha esos pantalones y masturbate para darme tu leche. Obedecí acercándome hacia ella mientras bajaba mis pantalones y mis boxers. Mi polla, ya bastante dura, apuntaba a su cara. Aquellos ojos brillantes y deseosos, posaron su mirada en el miembro que oscilaba frente a su rostro y sonrió.
Me agarré la polla, y comencé a menarmela en su cara. Me excitaba mucho tener a aquella mujer, frente a mi, contemplando no sólo mi polla, sino viendo como me la meneaba y esperando mi leche. Se me puso muy dura.
Quieres ayudarme a ordeñarla? - le pregunté ya bastante excitado
No, sólo quiero tu leche - me dijo tranquilamente. Estaba claro que no buscaba contacto físico, sino solamente el preciado nectar que sólo se obtiene de los huevos de un hombre.
Comencé a tensarme cuando noté el orgasmo que llegaba. Mira hacia el bote de plástico para asegurarme que apuntaba dentro. También quería ver si salía suficiente leche. Ya! - le dije, mientras vi como ella colocaba más cerca el recipiente para no perder ni gota. Mi leche empezó a salir en varios chorros, que caía en el interior del recipiente, y se iban reuniendo hasta formar un blanco líquido que se acumulaba en el fondo. La mujer, observaba en silencio toda la escena que transcurría a escasos centímetros de su cara.
Cuando terminé, suspiré hondo, y miré hacia abajo. La verdad es que me había corrido bastante y supuse que mi anfitriona estaría complacida. Tenía la punta del pene bastante mojada con restos de semen. Ella, dejó el recipiente a un lado, sin decir nada, agarró mi polla y se le acercó a la boca. Comenzó a chuparla, limpiando todos los restos durante un breve pero intensno minuto. Luego comenzó a hacer pequeñas mamadas y chupetones, como si fuera una lactante, supongo que para conseguir sacarme las últimas gotas que suelen quedar dentro. Luego me soltó y me dijo - esos restos también son semen, y me interesan.
Tras acompañarme hacia la puerta y despedirme, me dijo que me llamaría de nuevo en unos días. La verdad es que estaba descolocado con todo lo que acaba de suceder, pero en el fondo contento, porque aunque extraña, había sido una experiencia muy morbosa. Y efectivamente, a los cuatro días, me llamó:
- Hola, soy yo, qué tal? Estas libre? - me dijo
- Hola, si claro, dime.
- Has guardado tu leche todos estos días para mi?
- Si, tal y como quedamos, no me masturbo.
- Ok, es que estoy tomando café con una amiga, y se nos ha terminado la leche, y quería saber si nos puedes dar la tuya. Estuve probando la que me diste el otro día, y es de un sabor dulzón que creo es ideal para añadirla al café.
Al oir aquello, mi corazón y mi polla dieron un salto.
- Claro, ahora iré - atiné a decir aún sorprendido
- Ok, te esperamos, no tardes!
Ni tardar ni nada, salí pitando para su casa, empalmado todo el viaje. Al llegar, me abrió de nuevo la puerta muy sonriente. Esta vez me dió dos cordiales besos de mejilla al recibirme y me pidió que la acompañara al salón. Allí, efectivamente, había otra mujer sentada, de mediana edad, pelo cobrizo, e igualmente elegante luciendo un traje de pantalón y chaqueta beige. A su lado, reposaba una bandeja con galletas y dos tazas de café aún humeantes.
- Mira, te presento a mi amiga - aunque evitó dar nombre alguno - había preparado un café, pero no tenemos leche, y bueno, he pensado que igual la tuya nos hacía más dulce el café. - La amiga solo sonreia mirandome.
- Eeeeh, claro - dije más rojo que un tomate por la situación.
- Ok, pues cuando quieras, la puedes ir preparando...
Y dicho aquello, la anfitriona se sentó de nuevo con su amiga y prosiguieron hablando. Yo bajé mis pantalones y calzoncillos hasta los tobillos, y comencé a masturbarme junto a ellas, que ya estaba terriblemente duro e hinchado. La mujer del pelo cobrizo, lanzó una mirada furtiva para admirar mi polla, y luego prosiguió hablando con su amiga. La verdad es que aunque no estaban mirándome, era deliciosamente morboso y erótico estar allí masturbandome al lado de aquellas dos mujeres, agitando mi pene para producir la dulce leche que me habían pedido. Para eso me habian llamado.
- Ah, me voy a correr - les avisé. Ambas, que ya tenían sendas tazas de café en sus manos, las dirigieron a la punta de polla. Apunté al café de la señora del pelo cobrizo e instantes después un chorro de semen salió disparado cayendo en el centro de su taza, y se hundió en el café, pero pronto se extendió como una mancha blanquecita que se diluía en el oscuro líquido. Otro chorro salió e impacto contra la taza, pero un poco más al borde, la mayoría se escurrió hacia dentro de la taza, pero una par de gotas se deslizaron por fuera hasta llegar a los dedos que la sujetaban. Giré mi pene apuntando al vaso de mi amiga, la dueña del piso, y varios chorros más fueron saliendo, ahora ya más líquidos y con menos fuerza, pero que igualmente comenzaron a cambiar el color del café a medida de ambos líquidos se mezclaban. Una espesa gota colgó de la punta de mi pene y lo apreté más hasta que cayó en su taza. De nuevo volví a girarme hacia la taza de la mujer desconocida de pelo cobrizo, y sacudí mi pene regalandole las últimas gotas de mi corrida.
Cuando terminé, la anfitriona, dejó un momento su taza en la bandeja plateada que tenía en la mesita y cogió mi pene para limpiar sus restos con la boca. Lo chupo de forma bastante intensa durante un par de minutos, estrujándolo bien para sacar todo lo que pudiera quedar. Su amiga mientras se llevó a la boca sus dedos que se habían manchado con mi semen y los relamió.
Cuando terminó de larmeme la polla, la anfitriona se levantó, y me invitó a que la acompañara a la puerta para despedirme. Al salir del comedor, su amiga se despidió con un adios, y al girarme para devolverle el saludo, vi como tomaba un sorbo del café con mi semen diluido. Ya en la puerta, la mujer se dirigió a mi:
- Gracias, me has salvado la tarde. El sábado posiblemente tenga una cena en casa, te puedo llamar?
- Si, creo que lo tengo libre - respondí
- Ok, pues así quedamos. - y me marché con la cabeza aún dando vueltas por lo que acaba de pasar.
Hace tiempo, recordaba a ver visto en la tele, una entrevista que le hicieron a una señora en programa nocturno, donde ella aseguraba que usaba el semen para muchas cosas, como jabón para lavarse el pelo, como crema de manos, etc. Evidentemente, su marido no podía abastecerla con leche infinita para todos los usos que ella le daba, y comentaba que a veces amigos y vecinos le daban la suya en pequeños recipientes y botes para que ella lo usara. Cuando el presentador le preguntó, y te lo bebes?, ella respondió que sólo el de su marido.
Yo deducía que esta mujer, hacía algo parecido, usaba el semen de varias formas, además de para bebérselo. Debía sentir algún tipo de fetiche o excitación con él, era toda una seminfómana, si es que existe ese término. Incluso supongo que no era yo sólo, sino que tenía una serie de chicos a los que iria llamando cada varios días para que le dieran su semen, y poder satisfacer así sus necesidades diarias. Lo que ya era el colmo del morbo es que lo hiciera delante de amigas y nos compartiera con ellas. Eso significaba que eran varias mujeres las que disfrutaban de esto y nos usaban como juego, y como alimento. La verdad, me ponía malísimo todo aquello, y no dejaba de darle vueltas a lo que habría querido decir con que tenía una cena el sábado. Fué duro aguantar desde aquel miércoles hasta el sábado sin masturbarme con la excitación que me tenía encima, recordando una y otra vez mi descarga de leche en los cafés de las dos mujeres, pero entre duchas frías, y buscando distracciones cada vez que me calentaba, conseguí no tocarme.
El sábado, sobre las cuatro de la tarde, recibí su llamada y me citó para las nueve y media de la noche. Al hablarme de cena, me arreglé un poco más. Pantalón negro, camisa, bien peinado, etc. Cuando llegué a su casa, me recibió como siempre, con una amplia sonrisa, y tras los dos besos de rigor, me acompañó al salón.
Allí se encontraban ya cenando tres mujeres más en una media edad que rondaría entre los 30 y los 45 años creo yo. Estaban sentadas dos frente a dos, contando el sitio de la anfitriona que estaba vacio por estar a mi lado. A juzgar por los platos de pasta de la mesa, debían ir por el primer plato. Tras presentarme a sus amigas, que me saludaron sin levantarse, se dirigió a mi y me explicó:
- Mira, nos vas ayudar con el postre - dijo señalando un cuenco con fresas que estaba en el extremo de la mesa justo a nuestro lado. - puedes quitarte los pantalones y dejarlos allí - señaló una silla - y a ver si consigues regarlas bien, que somos cuatro y muy golosas - a lo que todas rieron.
Me dirigí hacia el sofá y me quité los zapatos, luego los pantalones, y por últimos los boxers, hasta quedarme desnudo de cintura para abajo en aquel comedor. Al darme la vuelta, la anfitriona ya había ocupado su lugar en la mesa y la velada se retomaba tras mi llegada, así que las cuatro mujeres se pusieron a charlar y siguieron comiendo. Yo me acerqué algo vacilante y descolocado hacia la mesa, con la polla ya bastante morcillona.
Me coloqué frente al cuenco de las fresas, y comencé a masturbarme sobre él. El corazón me iba a mil por hora, sólo de ver que me estaba masturbando frente a cuatro mujeres y que se iban a comer de postre aquellas fresas con mi leche. Ellas en cambio, parecían ignorarme y seguían cenando tranquilamente, salvo alguna mirada rápida que me lanzaban para ver como tenía la polla o como me masturbaba. La verdad es que todo esto estaba teniendo un punto de sumisión, la mia claro, o incluso era similar al conocido juego cfnm, siglas en inglés de "clothed females naked men", es decir, mujeres vestidas y hombres desnudos. Ignoro si conocían estas prácticas, pero era muy excitante.
Mientras me masturbaba sobre el cuenco de fruta, mi pene quedaba casi entre las dos mujeres que estaban sentadas más cerca de mi. Desde esta posición, las podía ver mejor. Eran mujeres bastante guapas, y se las veia cuidadas. Peinadas de peluquería, ropa de marca, algún reloj igualmente caro...diría que eran de clase media alta, y me preguntaba como serían en sus vidas normales, y de donde nacería en ellas el deseo de estos juegos morbosos...
Cuando empecé a gemir por el orgasmo, todas me miraron y observaron como mi semen comenzó a brotar y caer sobre las fresas. Sus atentos ojos, vieron como espesos chorros de semen surgían rítmicamente e iban adornando aquellas rojas fresas con latigazos blancos de esperma. Me seguí masturbando durante unos instantes más, hasta que dejo de salir leche. La anfitriona me sacó de mi orgásmico trance al comentar en voz alta:
- Quién se la quiere limpiar?
- Yo - contestó rápidamente y levantando la mano, la mujer morena que estaba sentada en la parte opuesta a la mesa de donde yo estaba, y se ubicaba frente a la anfitriona.
- Ves hacia ella - me indicó la anfitriona
Con la polla en la mano, ladeé la mesa, para acercame aquella mujer. Ella hizo lo propio, separándose un poco de la mesa y girando la silla para poder encararse hacia mí. Cuando llegué a su altura, me cogío por el muslo, y con la otra mano agarró mi polla y se inclinó para poder metérsela en la boca. Me la chupo con bastante intensidad durante unos instantes, asegurándose que me sacaba las últimas gotas y limpiaba los restos que quedaban. Notaba como tragaba su saliva mezclada con los restos de mi semen, y me hacía temblar de placer.
Cuando me soltó, la anfitriona estaba al frente de la mesa, donde el cuenco de fresas y me hizo un gesto para que me acercara. Al volver hacia ella, me señaló el cuenco.
- No está nada mal, has soltado bastante, pero crees que podrías sacar un poco más? Piensa que hoy somos cuatro, y seguro que tú tienes más ahí dentro - me dijo, mientras que con su mano, me cogió por los testículos y los apretó un poco, haciendoles un pequeño masaje. - Mientras acabamos de cenar, quiero que te sigas masturbando y te corras todas las veces que puedas, vale? - me dijo poniendo morritos, como pidiéndolo por favor. Y dicho eso, se giró hacia la mesa y comenzó a retirar los primeros platos para llevarlos a la cocina.
En esos instantes, me quedé solo con sus tres invitadas, que entonces sí, me miraron con descaro y lascivia. Incluso se dirigieron a mi:
- Tienes más leche ahí dentro, verdad? - dijo una
- Claro, la ha estado guardando para nosotras - le respondío otra
La mujer de la izquierda, que estaba más cercana a mi, me agarró la polla y me dijo - ven, déjame que te ayude a ponerla dura de nuevo - al tiempo que comenzaba una lenta, pero gratificante paja, mientras se servían los segundos.
Me soltó la polla cuando se dispusieron a comer de nuevo, y yo volví a la carga para masturbarme de nuevo, la tenía morcillona, y no sabría si podría volver a correrme, pero inducido por aquellas mujeres iba a intentarlo. Mientras las miraba cenar, mi excitación volvió. Tardé posiblemente unos diez minutos, pero finalmente comencé a eyacular de nuevo. Todas se giraron para ver con calma la corrida, que esta vez fué menos abundante que la anterior. Al terminar, la chica que me había pajeando un poco antes, y que era la más joven, me agarró del pene y tiro de mí, mientras me decía de nuevo: ven. Esta vez fué ella la que limpió los restos de semen de mi polla, y me terminó de vaciar. Si bien su forma de mamar era más dulce y pausada, sus succiones finales fueron igualmente fuertes.
Exahusto, miré hacia la anfitriona, que me indicó que siguiera pajeandome, y todas volvieron a cenar. Miré hacia el cuenco, y prácticamente todas las fresas tenían restos de mi semen. No es que tuiviera ya muchas ganas, pero la excitación de que estas mujeres, quisieran que me vaciara por completo para ellas me podía, asi que volví a masturbar mi enrojecido y algo dolorido pene.
Unos minutos después, se pusieron a recoger los platos, y se volvieron a sentar. Ahora las cuatro me miraban, sonriendo y comentando. La anfitriona me preguntó:
- Qué? Cómo lo llevas, crees que podrás correrte de nuevo? Nos vas a dar más leche?
- Sí, no creo que tarde - le respondí, teniendo de nuevo mi pene duro de nuevo, y esperando alcanzar el orgasmo. La mujer de la derecha, puso su mano bajo mis testículos y los masajeo suavemente. Las demas miraban divertidas o comentaban entre ellas.
No tardé mucho en alcanzar por tercera vez el orgasmo. Esta vez sólo tres disparos de un semen bastante líquido salieron de mi pene y bañaron las fresas. La misma mujer que todavía masajeaba mis huevos, tiró de mi, para llevarse mi pene a su boca, y comenzó a limpiarlo, aunque esta vez no hubieran tantos restos. Igualmente me la mamó durante unos dos fascinantes minutos.
La anfitriona me acompañó entonces al sofa y me dijo que descansara un poco. La verdad es que me temblaban hasta las piernas. Desde el sofá, a un par de metros de la mesa, las ví como comenzaron a comer las fresas bañadas en mi semen.
Alguna mordía las fresas, mientras que otras relamian primero el semen que las cubría antes de comerse la fruta. La mayoría se relamía los dedos tras cada pieza. Las veía tragar toda aquella fruta, y me pareció realmente morboso. Reían y seguían animadas charlando, aunque desde donde yo estaba no alcanzaba a seguir la conversación.
Cuando acabaron, se levantaron de la mesa y vinieron hacia mi, que me había quedado casi dormido en el sofa, completamente agotado. La joven comentó:
- Como me gustaría seguir sacándole la leche toda la noche. A ti te gustaría? - me preguntó mientras las demás reian
- Déjalo, que me lo vais a matar, pobrecillo - le respondió la anfitriona, tratando de poner orden. Las tres amigas, no tardaron en ir recogiendo para marcharse después de felicitar a su amiga por la velada. Tras esto, mi anfitriona, me ayudó a vestirme, y me llamó un taxi para que me llevara a casa. Te lo has ganado me dijo, dejándo pagada la carrera al taxista cuando me acompañó al portal.
Está fué sin duda una de las experiencias más morbosas que tuve con esta mujer, una fetichista del semen, que le gustaba mucho el morbo y los juegos eróticos. Espero que os haya gustado mi historia con ella.
Coincidimos en un foro de temática sexual, en un mensaje donde se hablaba del tamaño de los testículos, y esta mujer comentaba que a ella le gustaban grandes y cargados de "leche". Ya sólo por la gracia que me hizo leer su mensaje le envié un privado, para saludarla. Tras un par de privados más, nos dimos los mails y comenzamos a chatear.
- Me tienes que contar eso de los testículos cargados de leche jaja, trabajas para algún banco de donantes? - bromeé
- No, es porque me encanta el semen - me dijo
- En serio, y que haces con él?
- Pues tragármelo obviamente. Por un lado esta lleno de vitaminas y minerales que ayudan a mantener la piel y el pelo jóvenes, no en vano ese nectar es pura vida. Pero además me da mucho morbo, porque es un dulce que sale de ahí, del pene de los hombres, y eso me pone mucho. Cuando veo a un tipo que me gusta, siempre pienso en como tendrá el pene y si soltará mucha leche. Y cuando me la bebo me da mucho morbo pensar que llevo su semen en mi barriguita, que me he bebido parte de él...hmmm...
- Vaya, tendrás a tu marido exprimido! - dije sorprendido por todo lo que me estaba contando
- Estoy soltera, por eso ando a la busca de sementales que me puedan proveer de abundante leche...
- Bueno, aquí me tienes, soy todo tuyo! - le exclamé por el chat
- No, lo siento, soy muy selectiva. Hace tiempo que ya sólo escojo a chicos que sé que tienen una eyaculación abundante
- Hombre, yo en eso no tengo problema, suelo soltar mucha leche. A veces me he estado corriendo durante casi medio minuto...
- Ya bueno, hablar es muy fácil, si quieres que te crea demuéstralo - Me dijo a la vez que llegaba una invitación para iniciar web cam. Tras aceptar, no tardó en aparecer una mujer rubia, pelo largo, algo rizado y con unas gafas de sol que me impedían ver por completo su rostro. Al mismo tiempo aparecía en la pantalla mi ventana con mi cara de sorpresa.
- Bien, a ver, veamos cuanta leche sacas - me dijo con una naturalidad que me resultó muy excitante. Algo cortado pero sin vuelta atrás, bajé mis pantalones, saqué mi semi erecta polla, y se la mostré a la pantalla.
- Ya veo, muy bonita, pero no es eso lo que me interesa. Tienes algún vaso por ahí a mano, así podré calcular mejor cuanto te vienes, si lo echas en un recipiente. - Obediente alcancé el vaso de mi mesita de noche y lo mostré a cámara. - Muy bien, ese servirá - me dijo.
A continuación, os podeis imaginar la escena. Me estaba masturbando para una mujer que acaba de conocer que veía como mi mano amasaba mi duro pene, y todo para que ella me viera eyacular y poder darme su veredicto sobre si era un buen semental. Menuda situación más bizarra en la que me acababa de meter.
Mientras me masturbaba, la mujer observaba en silencio y muy atenta toda mi paja, con total seriedad. En el momento que noté el orgasmo llegar, alcancé el vaso y lo coloqué frente al glande, y miré a la pantalla, para asegurarme de que la escena quedaba encuadrada en la web cam. Debía llevar unos cinco días sin vaciar mis huevos, asi que comencé a eyacular con soltura. Tres primeros chorros más fuertes salieron y comenzaron a llenar el culo del vaso, pero infinidad de gotas y chorros más líquidos y débiles les siguieron detrás.
Cuando terminé, observé el contenido del vaso, y estaba lleno a un tercio. No era un vaso muy grande, era pequeño, pero vamos, había soltado bastante leche. Contento y orgulloso, se lo mostré a la mujer, que seguía observando toda la escena.
- Vaya, no esta mal. Era cierto que guardabas bastante leche. Blanquito y más bien líquido, uno de mis favoritos. No me importaría comprobar que tal sabe - sentenció
- Ni a mi que lo hicieras - le contesté provocándola
- Si de verdad quieres que te admita como semental, debes saber que hay unas reglas.
- Cuéntame - dije lleno de curiosidad
- A partir de ahora no te puedes masturbar y desperdiciar tu leche, ya que será de mi propiedad. La mejor leche es la que se almacena en los huevos al menos tres días, así que yo te iré llamando entre una y tres veces por semana para que me la des, pero el tiempo que no te llame, tendrás que aguantar sin masturbarte. - explicó
Podría ser complicado, pero si realmente me iba a ir llamando para descargar, creía que podría aguantar, con el morbo añadido de darle mi semen a ella en vez de al retrete o a un clinex.
- Ok, eso puedo hacerlo- le dije
- Bien, pero hay más. Me tienes que decir un horario en el que pueda llamarte cualquier día para que vengas a darme tu leche, ya sea por la mañana, por la tarde, mediodías, etc...
- Cómo trabajo en horario de mañanas, tengo las tardes y las noches libres, no creo que haya problema en ese horario.
- Bien, pues te llamo el fin de semana. - y tras darnos los teléfonos, nos despedimos.
Y efectivamente, el sábado por la tarde me llamó.
- Hola, soy yo, estás libre? - me preguntó
- Si, dime
- Puedes venir ahora a mi casa?
- Claro - y tras darme su dirección me despedí - en media hora estoy allí.
Cuando me abrió la puerta de su piso pude verla mejor. Era una mujer rubia, con el pelo rizado y largo, más allá de los hombros. Llevaba puesto un vestido, junto con unos zapatos de tacón, que le daban un aspecto muy elegante. Fué al menos la impresión que me dió.
Pasa, acompáñame. - me dijo mientras mientras nos introduciamos por un pasillo del piso, que daba al comedor. Ella caminó hasta acercarse a un sofa de piel negro, donde se sentó y ví como recogía una especie de recipiente de plástico. Lo cogió con ambas manos y me sonrió.
Bien, ahora quiero que me des tu leche, la pondremos aquí - me dijo señalando el recipiente. Como me debió ver algo sorprendido y parado, añadió - venga, como el otro día por webcam, desabrocha esos pantalones y masturbate para darme tu leche. Obedecí acercándome hacia ella mientras bajaba mis pantalones y mis boxers. Mi polla, ya bastante dura, apuntaba a su cara. Aquellos ojos brillantes y deseosos, posaron su mirada en el miembro que oscilaba frente a su rostro y sonrió.
Me agarré la polla, y comencé a menarmela en su cara. Me excitaba mucho tener a aquella mujer, frente a mi, contemplando no sólo mi polla, sino viendo como me la meneaba y esperando mi leche. Se me puso muy dura.
Quieres ayudarme a ordeñarla? - le pregunté ya bastante excitado
No, sólo quiero tu leche - me dijo tranquilamente. Estaba claro que no buscaba contacto físico, sino solamente el preciado nectar que sólo se obtiene de los huevos de un hombre.
Comencé a tensarme cuando noté el orgasmo que llegaba. Mira hacia el bote de plástico para asegurarme que apuntaba dentro. También quería ver si salía suficiente leche. Ya! - le dije, mientras vi como ella colocaba más cerca el recipiente para no perder ni gota. Mi leche empezó a salir en varios chorros, que caía en el interior del recipiente, y se iban reuniendo hasta formar un blanco líquido que se acumulaba en el fondo. La mujer, observaba en silencio toda la escena que transcurría a escasos centímetros de su cara.
Cuando terminé, suspiré hondo, y miré hacia abajo. La verdad es que me había corrido bastante y supuse que mi anfitriona estaría complacida. Tenía la punta del pene bastante mojada con restos de semen. Ella, dejó el recipiente a un lado, sin decir nada, agarró mi polla y se le acercó a la boca. Comenzó a chuparla, limpiando todos los restos durante un breve pero intensno minuto. Luego comenzó a hacer pequeñas mamadas y chupetones, como si fuera una lactante, supongo que para conseguir sacarme las últimas gotas que suelen quedar dentro. Luego me soltó y me dijo - esos restos también son semen, y me interesan.
Tras acompañarme hacia la puerta y despedirme, me dijo que me llamaría de nuevo en unos días. La verdad es que estaba descolocado con todo lo que acaba de suceder, pero en el fondo contento, porque aunque extraña, había sido una experiencia muy morbosa. Y efectivamente, a los cuatro días, me llamó:
- Hola, soy yo, qué tal? Estas libre? - me dijo
- Hola, si claro, dime.
- Has guardado tu leche todos estos días para mi?
- Si, tal y como quedamos, no me masturbo.
- Ok, es que estoy tomando café con una amiga, y se nos ha terminado la leche, y quería saber si nos puedes dar la tuya. Estuve probando la que me diste el otro día, y es de un sabor dulzón que creo es ideal para añadirla al café.
Al oir aquello, mi corazón y mi polla dieron un salto.
- Claro, ahora iré - atiné a decir aún sorprendido
- Ok, te esperamos, no tardes!
Ni tardar ni nada, salí pitando para su casa, empalmado todo el viaje. Al llegar, me abrió de nuevo la puerta muy sonriente. Esta vez me dió dos cordiales besos de mejilla al recibirme y me pidió que la acompañara al salón. Allí, efectivamente, había otra mujer sentada, de mediana edad, pelo cobrizo, e igualmente elegante luciendo un traje de pantalón y chaqueta beige. A su lado, reposaba una bandeja con galletas y dos tazas de café aún humeantes.
- Mira, te presento a mi amiga - aunque evitó dar nombre alguno - había preparado un café, pero no tenemos leche, y bueno, he pensado que igual la tuya nos hacía más dulce el café. - La amiga solo sonreia mirandome.
- Eeeeh, claro - dije más rojo que un tomate por la situación.
- Ok, pues cuando quieras, la puedes ir preparando...
Y dicho aquello, la anfitriona se sentó de nuevo con su amiga y prosiguieron hablando. Yo bajé mis pantalones y calzoncillos hasta los tobillos, y comencé a masturbarme junto a ellas, que ya estaba terriblemente duro e hinchado. La mujer del pelo cobrizo, lanzó una mirada furtiva para admirar mi polla, y luego prosiguió hablando con su amiga. La verdad es que aunque no estaban mirándome, era deliciosamente morboso y erótico estar allí masturbandome al lado de aquellas dos mujeres, agitando mi pene para producir la dulce leche que me habían pedido. Para eso me habian llamado.
- Ah, me voy a correr - les avisé. Ambas, que ya tenían sendas tazas de café en sus manos, las dirigieron a la punta de polla. Apunté al café de la señora del pelo cobrizo e instantes después un chorro de semen salió disparado cayendo en el centro de su taza, y se hundió en el café, pero pronto se extendió como una mancha blanquecita que se diluía en el oscuro líquido. Otro chorro salió e impacto contra la taza, pero un poco más al borde, la mayoría se escurrió hacia dentro de la taza, pero una par de gotas se deslizaron por fuera hasta llegar a los dedos que la sujetaban. Giré mi pene apuntando al vaso de mi amiga, la dueña del piso, y varios chorros más fueron saliendo, ahora ya más líquidos y con menos fuerza, pero que igualmente comenzaron a cambiar el color del café a medida de ambos líquidos se mezclaban. Una espesa gota colgó de la punta de mi pene y lo apreté más hasta que cayó en su taza. De nuevo volví a girarme hacia la taza de la mujer desconocida de pelo cobrizo, y sacudí mi pene regalandole las últimas gotas de mi corrida.
Cuando terminé, la anfitriona, dejó un momento su taza en la bandeja plateada que tenía en la mesita y cogió mi pene para limpiar sus restos con la boca. Lo chupo de forma bastante intensa durante un par de minutos, estrujándolo bien para sacar todo lo que pudiera quedar. Su amiga mientras se llevó a la boca sus dedos que se habían manchado con mi semen y los relamió.
Cuando terminó de larmeme la polla, la anfitriona se levantó, y me invitó a que la acompañara a la puerta para despedirme. Al salir del comedor, su amiga se despidió con un adios, y al girarme para devolverle el saludo, vi como tomaba un sorbo del café con mi semen diluido. Ya en la puerta, la mujer se dirigió a mi:
- Gracias, me has salvado la tarde. El sábado posiblemente tenga una cena en casa, te puedo llamar?
- Si, creo que lo tengo libre - respondí
- Ok, pues así quedamos. - y me marché con la cabeza aún dando vueltas por lo que acaba de pasar.
Hace tiempo, recordaba a ver visto en la tele, una entrevista que le hicieron a una señora en programa nocturno, donde ella aseguraba que usaba el semen para muchas cosas, como jabón para lavarse el pelo, como crema de manos, etc. Evidentemente, su marido no podía abastecerla con leche infinita para todos los usos que ella le daba, y comentaba que a veces amigos y vecinos le daban la suya en pequeños recipientes y botes para que ella lo usara. Cuando el presentador le preguntó, y te lo bebes?, ella respondió que sólo el de su marido.
Yo deducía que esta mujer, hacía algo parecido, usaba el semen de varias formas, además de para bebérselo. Debía sentir algún tipo de fetiche o excitación con él, era toda una seminfómana, si es que existe ese término. Incluso supongo que no era yo sólo, sino que tenía una serie de chicos a los que iria llamando cada varios días para que le dieran su semen, y poder satisfacer así sus necesidades diarias. Lo que ya era el colmo del morbo es que lo hiciera delante de amigas y nos compartiera con ellas. Eso significaba que eran varias mujeres las que disfrutaban de esto y nos usaban como juego, y como alimento. La verdad, me ponía malísimo todo aquello, y no dejaba de darle vueltas a lo que habría querido decir con que tenía una cena el sábado. Fué duro aguantar desde aquel miércoles hasta el sábado sin masturbarme con la excitación que me tenía encima, recordando una y otra vez mi descarga de leche en los cafés de las dos mujeres, pero entre duchas frías, y buscando distracciones cada vez que me calentaba, conseguí no tocarme.
El sábado, sobre las cuatro de la tarde, recibí su llamada y me citó para las nueve y media de la noche. Al hablarme de cena, me arreglé un poco más. Pantalón negro, camisa, bien peinado, etc. Cuando llegué a su casa, me recibió como siempre, con una amplia sonrisa, y tras los dos besos de rigor, me acompañó al salón.
Allí se encontraban ya cenando tres mujeres más en una media edad que rondaría entre los 30 y los 45 años creo yo. Estaban sentadas dos frente a dos, contando el sitio de la anfitriona que estaba vacio por estar a mi lado. A juzgar por los platos de pasta de la mesa, debían ir por el primer plato. Tras presentarme a sus amigas, que me saludaron sin levantarse, se dirigió a mi y me explicó:
- Mira, nos vas ayudar con el postre - dijo señalando un cuenco con fresas que estaba en el extremo de la mesa justo a nuestro lado. - puedes quitarte los pantalones y dejarlos allí - señaló una silla - y a ver si consigues regarlas bien, que somos cuatro y muy golosas - a lo que todas rieron.
Me dirigí hacia el sofá y me quité los zapatos, luego los pantalones, y por últimos los boxers, hasta quedarme desnudo de cintura para abajo en aquel comedor. Al darme la vuelta, la anfitriona ya había ocupado su lugar en la mesa y la velada se retomaba tras mi llegada, así que las cuatro mujeres se pusieron a charlar y siguieron comiendo. Yo me acerqué algo vacilante y descolocado hacia la mesa, con la polla ya bastante morcillona.
Me coloqué frente al cuenco de las fresas, y comencé a masturbarme sobre él. El corazón me iba a mil por hora, sólo de ver que me estaba masturbando frente a cuatro mujeres y que se iban a comer de postre aquellas fresas con mi leche. Ellas en cambio, parecían ignorarme y seguían cenando tranquilamente, salvo alguna mirada rápida que me lanzaban para ver como tenía la polla o como me masturbaba. La verdad es que todo esto estaba teniendo un punto de sumisión, la mia claro, o incluso era similar al conocido juego cfnm, siglas en inglés de "clothed females naked men", es decir, mujeres vestidas y hombres desnudos. Ignoro si conocían estas prácticas, pero era muy excitante.
Mientras me masturbaba sobre el cuenco de fruta, mi pene quedaba casi entre las dos mujeres que estaban sentadas más cerca de mi. Desde esta posición, las podía ver mejor. Eran mujeres bastante guapas, y se las veia cuidadas. Peinadas de peluquería, ropa de marca, algún reloj igualmente caro...diría que eran de clase media alta, y me preguntaba como serían en sus vidas normales, y de donde nacería en ellas el deseo de estos juegos morbosos...
Cuando empecé a gemir por el orgasmo, todas me miraron y observaron como mi semen comenzó a brotar y caer sobre las fresas. Sus atentos ojos, vieron como espesos chorros de semen surgían rítmicamente e iban adornando aquellas rojas fresas con latigazos blancos de esperma. Me seguí masturbando durante unos instantes más, hasta que dejo de salir leche. La anfitriona me sacó de mi orgásmico trance al comentar en voz alta:
- Quién se la quiere limpiar?
- Yo - contestó rápidamente y levantando la mano, la mujer morena que estaba sentada en la parte opuesta a la mesa de donde yo estaba, y se ubicaba frente a la anfitriona.
- Ves hacia ella - me indicó la anfitriona
Con la polla en la mano, ladeé la mesa, para acercame aquella mujer. Ella hizo lo propio, separándose un poco de la mesa y girando la silla para poder encararse hacia mí. Cuando llegué a su altura, me cogío por el muslo, y con la otra mano agarró mi polla y se inclinó para poder metérsela en la boca. Me la chupo con bastante intensidad durante unos instantes, asegurándose que me sacaba las últimas gotas y limpiaba los restos que quedaban. Notaba como tragaba su saliva mezclada con los restos de mi semen, y me hacía temblar de placer.
Cuando me soltó, la anfitriona estaba al frente de la mesa, donde el cuenco de fresas y me hizo un gesto para que me acercara. Al volver hacia ella, me señaló el cuenco.
- No está nada mal, has soltado bastante, pero crees que podrías sacar un poco más? Piensa que hoy somos cuatro, y seguro que tú tienes más ahí dentro - me dijo, mientras que con su mano, me cogió por los testículos y los apretó un poco, haciendoles un pequeño masaje. - Mientras acabamos de cenar, quiero que te sigas masturbando y te corras todas las veces que puedas, vale? - me dijo poniendo morritos, como pidiéndolo por favor. Y dicho eso, se giró hacia la mesa y comenzó a retirar los primeros platos para llevarlos a la cocina.
En esos instantes, me quedé solo con sus tres invitadas, que entonces sí, me miraron con descaro y lascivia. Incluso se dirigieron a mi:
- Tienes más leche ahí dentro, verdad? - dijo una
- Claro, la ha estado guardando para nosotras - le respondío otra
La mujer de la izquierda, que estaba más cercana a mi, me agarró la polla y me dijo - ven, déjame que te ayude a ponerla dura de nuevo - al tiempo que comenzaba una lenta, pero gratificante paja, mientras se servían los segundos.
Me soltó la polla cuando se dispusieron a comer de nuevo, y yo volví a la carga para masturbarme de nuevo, la tenía morcillona, y no sabría si podría volver a correrme, pero inducido por aquellas mujeres iba a intentarlo. Mientras las miraba cenar, mi excitación volvió. Tardé posiblemente unos diez minutos, pero finalmente comencé a eyacular de nuevo. Todas se giraron para ver con calma la corrida, que esta vez fué menos abundante que la anterior. Al terminar, la chica que me había pajeando un poco antes, y que era la más joven, me agarró del pene y tiro de mí, mientras me decía de nuevo: ven. Esta vez fué ella la que limpió los restos de semen de mi polla, y me terminó de vaciar. Si bien su forma de mamar era más dulce y pausada, sus succiones finales fueron igualmente fuertes.
Exahusto, miré hacia la anfitriona, que me indicó que siguiera pajeandome, y todas volvieron a cenar. Miré hacia el cuenco, y prácticamente todas las fresas tenían restos de mi semen. No es que tuiviera ya muchas ganas, pero la excitación de que estas mujeres, quisieran que me vaciara por completo para ellas me podía, asi que volví a masturbar mi enrojecido y algo dolorido pene.
Unos minutos después, se pusieron a recoger los platos, y se volvieron a sentar. Ahora las cuatro me miraban, sonriendo y comentando. La anfitriona me preguntó:
- Qué? Cómo lo llevas, crees que podrás correrte de nuevo? Nos vas a dar más leche?
- Sí, no creo que tarde - le respondí, teniendo de nuevo mi pene duro de nuevo, y esperando alcanzar el orgasmo. La mujer de la derecha, puso su mano bajo mis testículos y los masajeo suavemente. Las demas miraban divertidas o comentaban entre ellas.
No tardé mucho en alcanzar por tercera vez el orgasmo. Esta vez sólo tres disparos de un semen bastante líquido salieron de mi pene y bañaron las fresas. La misma mujer que todavía masajeaba mis huevos, tiró de mi, para llevarse mi pene a su boca, y comenzó a limpiarlo, aunque esta vez no hubieran tantos restos. Igualmente me la mamó durante unos dos fascinantes minutos.
La anfitriona me acompañó entonces al sofa y me dijo que descansara un poco. La verdad es que me temblaban hasta las piernas. Desde el sofá, a un par de metros de la mesa, las ví como comenzaron a comer las fresas bañadas en mi semen.
Alguna mordía las fresas, mientras que otras relamian primero el semen que las cubría antes de comerse la fruta. La mayoría se relamía los dedos tras cada pieza. Las veía tragar toda aquella fruta, y me pareció realmente morboso. Reían y seguían animadas charlando, aunque desde donde yo estaba no alcanzaba a seguir la conversación.
Cuando acabaron, se levantaron de la mesa y vinieron hacia mi, que me había quedado casi dormido en el sofa, completamente agotado. La joven comentó:
- Como me gustaría seguir sacándole la leche toda la noche. A ti te gustaría? - me preguntó mientras las demás reian
- Déjalo, que me lo vais a matar, pobrecillo - le respondió la anfitriona, tratando de poner orden. Las tres amigas, no tardaron en ir recogiendo para marcharse después de felicitar a su amiga por la velada. Tras esto, mi anfitriona, me ayudó a vestirme, y me llamó un taxi para que me llevara a casa. Te lo has ganado me dijo, dejándo pagada la carrera al taxista cuando me acompañó al portal.
Está fué sin duda una de las experiencias más morbosas que tuve con esta mujer, una fetichista del semen, que le gustaba mucho el morbo y los juegos eróticos. Espero que os haya gustado mi historia con ella.
8 comentarios - La seminfómana
Muy buen relato y muy excitante la situación.