A la caza
Como felino agazapado en busca de su presa,
Recostada y desnuda
Te acecho, te estudio,
Mi cuerpo se afirma esperando el momento de abalanzarse sobre el tuyo.
Mis músculos se tensan,
Resaltando cada línea, cada vena que lo recorre.
Todo en mi se endereza, se yergue.
Por mi sangre corre raudamente la adrenalina que el corazón palpita
Ensanchando mis vasos,
Hasta verse en el desnudo
Como cabos de hiedra que suben por mi árbol.
Su cadencia se hace más veloz
Y la excitación se transmite por todo mi ser,
Acumulándose en su centro,
Saliendo de la pelvis como árbol resbaloso,
Húmedo, potente, lleno de savia.
Como presa desprevenida,
Tu mirada inocente me estimula en dos ancestrales pasiones,
A lanzarme sobre ti
Perforar tu cuello,
Y tus piernas, desgarrarte y disfrutarte,
Y a atraparte, lamerte, apretarte, acariciarte y saborearte.
Tu cuerpo no nota mi presencia y se relaja
Tus crines caen sobre tu cuello y cubren tus pechos.
De pronto un fuerte viento los alborota,
Y tu pelo se mueve como un estandarte,
Dejando al descubierto tus pezones,
Endurecidos por el mismo viento,
Y por un extraño sexto sentido,
Te apresta la atención.
Y sin saber el motivo,
Empieza a invadir tu cuerpo un suave cosquilleo.
De a poco empieza a transformarse en excitación,
Y entre tus piernas se abre una necesidad urgente,
Vital y profunda de ser consentida.
Tus labios se ensanchan, se humedecen,
Se abren, ambos, y empiezan tus propias caricias.
Vigilante a tus movimientos, sigo ahí, contemplándote,
Deseándote, sin que lo adviertas conscientemente,
Pero algo dentro tuyo sabe de mi presencia.
Me tenso aun más,
Y ya no es solo un pedazo de piel húmeda y dura la que recubre mi cuerpo.
Las hormonas se apoderan de mi
Y empiezo a transpirar, mientras de adentro mío
Empieza a asomar como un hilo de savia.
Tus caricias se hacen más intensas,
Tus dedos pasan por tus pezones,
Por tu boca y por tus labios
Y más allá.
Te abres como una flor en busca de esa abeja que la polinice,
Que se pose sobre sus antenas,
Que eche por su pistilo ese preciado pólen que espera cada primavera.
Cuando te volteas, tus redondeces casi me hacen lanzarme sobre ti.
Mientras te admiro y te ansío, marrón
Entre los suaves contornos de tus nalgas,
Se destacan el rosado intenso, encantador de tus labios
Y un misterioso, profundo y atrapante agujero pardo,
Una suave perfume puedo oler entre tus redondeces
Y ese sagrado nectar endulza mi lengua
Y me hace ansiarte cada segundo más.
Tus nalgas se abren,
Y mientras tus manos pasean por todo su contorno
Moviéndose en todo su canal,
Entre sus dos puertos,
Tus colores se potencian y me llevan a preparar el zarpazo.
Rodillas en tierra, recostada sobre tus brazos;
Disfrutas de tus caricias,
Mientras empieza a resbalarse entre tus piernas
Un dulce almibar que te empapa
Llevándolo con tus dedos por todo el canal que forman tus glúteos,
De lo más alto a lo más profundo,
Gozando con su suavidad,
Su calor y su viscosidad,
Acariciando con ese nectar tus labios y tu otra cueva.
Y con esa extraña sensación te preparas para el ataque.
Y cuando el ataque comienza, lejos de salir corriendo,
Te instalas,
Y cuando te alcanzo, te beso, te muerdo el cuello, te acaricio y te lamo.
Saboreo tu nectar con mi lengua y con ella te penetro,
Te vas, y vienes,
Y te penetro con mi árbol surcado por hinchados vasos.
Te vas y vienes, con un balanceo constante y excitante.
Con un ritmo y una cadencia preciso,
Como para que la caza dure más que un instante.
Sales en el momento justo
Y te recuestas como rehuyendo la batalla.
Y empezamos a luchar,
A forcejear entre nuestros cuerpos,
Se confunden nuestros labios,
Nuestros sexos, nuestras lenguas.
Con un rápido movimiento me das vuelta
Y me vuelcas sobre el piso
Y cuando pienso que te retiras, allí te quedas,
Aferrada con tus labios a mi árbol,
Enseñando tus labios entre tus cachetes,
Y enseñándome con tus otros labios a gozar tu boca.
Te penetro con mi lengua, una y otra vez,
Te langüeteo y te saboreo.
Sentimos el sabor de nuestros jugos
Y como animales en celo nos volvemos a unir,
Y vos sobre mí saltando con energía y yo con vigor.
Nos elevamos hacia las estrellas,
Nos besamos y acariciamos,
Y nos tocamos todo el cuerpo,
Como intentando saber si tanto placer es real.
Y entonces, como el relámpago que avisa la llegada de la lluvia,
Me hincho adentro tuyo,
Por tu calor, por tu humedad,
Por tu subir y bajar,
Y cuando estallo en una lluvia, te yergues,
Como una gacela al haber descubierto a su cazador
Y presta a salir corriendo.
Pero ya es tarde, ya eres mi presa,
Y yo la tuya.©
Como felino agazapado en busca de su presa,
Recostada y desnuda
Te acecho, te estudio,
Mi cuerpo se afirma esperando el momento de abalanzarse sobre el tuyo.
Mis músculos se tensan,
Resaltando cada línea, cada vena que lo recorre.
Todo en mi se endereza, se yergue.
Por mi sangre corre raudamente la adrenalina que el corazón palpita
Ensanchando mis vasos,
Hasta verse en el desnudo
Como cabos de hiedra que suben por mi árbol.
Su cadencia se hace más veloz
Y la excitación se transmite por todo mi ser,
Acumulándose en su centro,
Saliendo de la pelvis como árbol resbaloso,
Húmedo, potente, lleno de savia.
Como presa desprevenida,
Tu mirada inocente me estimula en dos ancestrales pasiones,
A lanzarme sobre ti
Perforar tu cuello,
Y tus piernas, desgarrarte y disfrutarte,
Y a atraparte, lamerte, apretarte, acariciarte y saborearte.
Tu cuerpo no nota mi presencia y se relaja
Tus crines caen sobre tu cuello y cubren tus pechos.
De pronto un fuerte viento los alborota,
Y tu pelo se mueve como un estandarte,
Dejando al descubierto tus pezones,
Endurecidos por el mismo viento,
Y por un extraño sexto sentido,
Te apresta la atención.
Y sin saber el motivo,
Empieza a invadir tu cuerpo un suave cosquilleo.
De a poco empieza a transformarse en excitación,
Y entre tus piernas se abre una necesidad urgente,
Vital y profunda de ser consentida.
Tus labios se ensanchan, se humedecen,
Se abren, ambos, y empiezan tus propias caricias.
Vigilante a tus movimientos, sigo ahí, contemplándote,
Deseándote, sin que lo adviertas conscientemente,
Pero algo dentro tuyo sabe de mi presencia.
Me tenso aun más,
Y ya no es solo un pedazo de piel húmeda y dura la que recubre mi cuerpo.
Las hormonas se apoderan de mi
Y empiezo a transpirar, mientras de adentro mío
Empieza a asomar como un hilo de savia.
Tus caricias se hacen más intensas,
Tus dedos pasan por tus pezones,
Por tu boca y por tus labios
Y más allá.
Te abres como una flor en busca de esa abeja que la polinice,
Que se pose sobre sus antenas,
Que eche por su pistilo ese preciado pólen que espera cada primavera.
Cuando te volteas, tus redondeces casi me hacen lanzarme sobre ti.
Mientras te admiro y te ansío, marrón
Entre los suaves contornos de tus nalgas,
Se destacan el rosado intenso, encantador de tus labios
Y un misterioso, profundo y atrapante agujero pardo,
Una suave perfume puedo oler entre tus redondeces
Y ese sagrado nectar endulza mi lengua
Y me hace ansiarte cada segundo más.
Tus nalgas se abren,
Y mientras tus manos pasean por todo su contorno
Moviéndose en todo su canal,
Entre sus dos puertos,
Tus colores se potencian y me llevan a preparar el zarpazo.
Rodillas en tierra, recostada sobre tus brazos;
Disfrutas de tus caricias,
Mientras empieza a resbalarse entre tus piernas
Un dulce almibar que te empapa
Llevándolo con tus dedos por todo el canal que forman tus glúteos,
De lo más alto a lo más profundo,
Gozando con su suavidad,
Su calor y su viscosidad,
Acariciando con ese nectar tus labios y tu otra cueva.
Y con esa extraña sensación te preparas para el ataque.
Y cuando el ataque comienza, lejos de salir corriendo,
Te instalas,
Y cuando te alcanzo, te beso, te muerdo el cuello, te acaricio y te lamo.
Saboreo tu nectar con mi lengua y con ella te penetro,
Te vas, y vienes,
Y te penetro con mi árbol surcado por hinchados vasos.
Te vas y vienes, con un balanceo constante y excitante.
Con un ritmo y una cadencia preciso,
Como para que la caza dure más que un instante.
Sales en el momento justo
Y te recuestas como rehuyendo la batalla.
Y empezamos a luchar,
A forcejear entre nuestros cuerpos,
Se confunden nuestros labios,
Nuestros sexos, nuestras lenguas.
Con un rápido movimiento me das vuelta
Y me vuelcas sobre el piso
Y cuando pienso que te retiras, allí te quedas,
Aferrada con tus labios a mi árbol,
Enseñando tus labios entre tus cachetes,
Y enseñándome con tus otros labios a gozar tu boca.
Te penetro con mi lengua, una y otra vez,
Te langüeteo y te saboreo.
Sentimos el sabor de nuestros jugos
Y como animales en celo nos volvemos a unir,
Y vos sobre mí saltando con energía y yo con vigor.
Nos elevamos hacia las estrellas,
Nos besamos y acariciamos,
Y nos tocamos todo el cuerpo,
Como intentando saber si tanto placer es real.
Y entonces, como el relámpago que avisa la llegada de la lluvia,
Me hincho adentro tuyo,
Por tu calor, por tu humedad,
Por tu subir y bajar,
Y cuando estallo en una lluvia, te yergues,
Como una gacela al haber descubierto a su cazador
Y presta a salir corriendo.
Pero ya es tarde, ya eres mi presa,
Y yo la tuya.©
2 comentarios - Poesía erótica ©
Besitos
Excelente, excitante, realmente de los mejores post que he leído :buenpost: