Eran aproximadamente las 5 de la mañana, ya en sábado. Volvía solo, de una fiesta familiar y me encontraba esperando el colectivo. Aún era de noche y no había nadie en la parada. Confieso que en esas horas y en esas circunstancias, muchas veces encontré levante, por lo que me esmero en mirar a todo auto que pase cerca. Estaba vestido con un jogging blanco y una remera roja, lo cual me facilitaba el parecer gay. La calle no era muy transitada y tenía semáforo en la esquina en que yo esperaba.
De pronto para un auto en el semáforo, a unos 5 metros de mí. Los vidrios estaban bajos, la música muy alta y adentro había tres muchachos, que venían gritando y riéndose. Por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad. Miré descaradamente hacia el auto y tiré la cola para afuera.
El que estaba como acompañante me vio y se percató de la situación. Era un pibe de alrededor de 20 años, de pelo negro y tez blanca y parecía menudito. Fijé la mirada en él. Ante la situación, me grita:
- ¡Puto! Qué mirás, la concha de tu madre.
Me sonreí y seguí mirando. Se escuchaba que los otros dos se reían.
El semáforo se puso en verde y se fueron.
Bueno, listo, me dije. Seguí al auto con la mirada.
A las dos cuadras veo que paran (no había semáforo) pero no baja nadie. Habrá sido cerca de un minuto hasta que el auto arrancó de nuevo y dobló a la izquierda. Eso me ilusionó. ¿Volverán por mi?
Fueron unos instantes de ansiedad, hasta que veo que el auto aparece por la calle transversal.
Al cruzar la calle, el mismo que me habló antes, grita desde el auto:
- ¡Puto, vení!
Veo que el auto se detiene unos metros más adelante. Obviamente me acerqué.
El mismo me dice:
- ¡Puto, tengo ganas de chuparle la concha a tu hermana. ¿Me la entregás?
- No tengo hermana –contesté.
El que estaba atrás era un poco más grande (unos 24) y parecía muy sexy. Me dijo:
- ¿No tenés hermana? Entonces, ¿por qué no me chupás la banana? (mientras se agarraba el bulto y me lo mostraba)
- Ah, eso si –dije
El tercero, el conductor, también tendría unos 24 o 25 años, era robusto, con barba candado y se le veía un pecho bastante peludo entre su camisa abierta casi hasta abajo. Se asoma casi por encima del acompañante y me dice:
- Escuchame puto del orto. Queremos una concha ahora. ¿Qué podés hacer al respecto? Si nos conseguís alguna, te dejamos que nos tires la goma.
El pedido me resultaba imposible de satisfacer, aunque hubiera hecho cualquier cosa para lograrlo. Por suerte, había salido con una tanga. Así que aposté todo a ella.
- No, imposible, no puedo conseguir a nadie ahora. Pero tengo esta colita. – me di vuelta, saqué la colita para afuera y me bajé el jogging. Quedó mi culito entangado apuntando a ellos.
El acompañante dijo:
- Uy, ¡qué pedazo de puto, boludo!
El conductor me dice:
- Escuchame invertido. ¿Te va que te enfiestemos los tres?
No lo dudé y contesté:
-Sí.
- Subite entonces –me dice el conductor.
Me subo atrás, al lado del tercero y pregunto:
- ¿A dónde vamos?
El conductor se echa hacia atrás y abre la puerta que yo recién había cerrado y me dice:
- Escuchame bien puto de mierda y la concha de tu madre., No queremos que nos hagas ninguna pregunta. ¿Entendiste? Vos sos trolo, ¿no?
- Sí
. Nosotros somos machos, nos cogemos minas, ¿entendés?
- Sí
- Pero te vamos a enfiestar bien, nos vas a hacer gozar bien. Estás para eso, no para hacer preguntas. Si no te gusta, bajate.
No dije nada y cerré la puerta.
Antes de seguir me dijo algo más:
- Somos tres flacos normales, no nos drogamos, la queremos pasar bien. Él se llama Ernesto (señalando al acompañante), él Mariano (el de atrás) y yo Rodrigo. Tu nombre no nos importa. Vos acá sos el puto. ¿Ok?
- Ok.
Debo decir que en ningún momento sentí desconfianza de ellos, así que decidí dejarme llevar por la situación, que prometía y mucho.
Arrancamos.
Mariano: Che, la verdad que yo probaría a ver si el puto éste la mama bien antes de llevarlo.
Ernesto: ¿la chupás bien, puto?
Yo: Sí. Muy bien. No lo dudes.
Rodrigo: según dice, los putos la chupan mejor que las minas, ¿no?
Yo: yo digo que sí, espero que dentro de un rato vos lo digas también.
Rodrigo: ¡ojalá! Mi mujer me raspa cuando la chupa, boludo.
Yo: ¿sos casado?
Rodrigo: no preguntes nada!!!!
Mientras, Mariano me agarra la mano y me la hace pasar por su bulto.
Ernesto: che, puto, ¿cuando dejaste la concha y te dedicaste a la pija?
Yo: nunca toqué una concha, papi.
Rodrigo: uy, ¡cómo me lo voy a coger a este puto!
Mariano: ey, el puto me está tocando el bulto.
Ernesto: ¿Ya?
Mariano: sí. ¿Qué pasa, puto? ¿Querés empezar a mamar ahora?
Yo: si, papi
Mariano: bueno, ocupate vos. ¿Qué querés? ¿Qué me baje los pantalones yo?
Le abrí el jean y le saqué la verga que estaba semi-erecta. Era muy blanquita (como él), mediamente peluda. Empecé a chupar con mucha delicadeza y empeño ya que me estaba jugando la continuidad de la noche. Mariano se echó hacia atrás, se puso las manos en la nuca y parecía disfrutar mucho.
Rodrigo: ¿Y? ¿Qué onda?¿Cómo la chupa?
Mariano: Cómo los dioses, boludo.
La pija de Mariano era más o menos estándar, pero muy linda: 17 x 4. Alzo la vista y veo que Mariano me está mirando. Me quedo mirándolo con su verga en mi boca.
Mariano: ¡qué bien que la mamás! Te gusta la pija, ¿no?
Yo hago un gesto de asentimiento.
Mariano (mientras yo lo miraba fijo): Trolo, chupapija. ¿Sos un puto de mierda?
Yo: si, papi
Mariano: dicen que acá adentro hay un puto que se va a dejar empomar bien. ¿Sabés quién es?
Yo: sí, yo.
Ernesto y Rodrigo largaban risotadas.
Ernesto: le gusta la pija como loco al puto éste.
Mariano: yo ya me echo el primero, boludo.
Mariano me acomodó más de costado para que los de adelante pudieran ver. Me agarró de los pelos y me metió la pija de nuevo en la boca y me la empezó a coger. Yo me quedé inmóvil. Ernesto miraba y Rodrigo se daba vuelta cada tanto mientras manejaba.
Mariano: te voy a llenar la boca de leche, trolo.
Ernesto estaba dado vuelta y me miraba:
Ernesto: ¡Cómo chupás pija, puto de mierda! ¿Te vas a comer así la mía, también?
Con un gesto dije que sí.
Mariano empezó a bombearme la boca con más vigor. De repente, agarró su pija con una mano, la sacó de mi boca yla masturbó.
Mariano: abrí la boca que te largo la leche, puto.
Yo le pasaba la lengua por la cabeza.
De golpe, con un grito brutal, lanzó el lechazo en mi cara y boca. Varios chorros humectaron mi cara. Luego del último chorro, empecé a mamársela con la intención de no dejar una sola gota adentro.
Mariano me apartó y se echó hacia atrás. Estaba exhausto.
Mariano: qué polvo me hizo echar este puto, la puta madre.
Ernesto: estás todo enlechado, puto. Mostrame la leche que tenés en la boca.
Se la mostré.
Ernesto: tomátela, trolo.
Me la tomé.
Ernesto: sacate esa leche que tenés en la cara y tomala.
Hice lo que me dijo.
Ernesto (a Rodrigo, que miraba en todo momento que podía): le vamos a hacer de todo a este puto.
Mariano (gritando): ¡Qué bien que la chupa este puto!
5 minutos después llegamos a una casa.
De pronto para un auto en el semáforo, a unos 5 metros de mí. Los vidrios estaban bajos, la música muy alta y adentro había tres muchachos, que venían gritando y riéndose. Por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad. Miré descaradamente hacia el auto y tiré la cola para afuera.
El que estaba como acompañante me vio y se percató de la situación. Era un pibe de alrededor de 20 años, de pelo negro y tez blanca y parecía menudito. Fijé la mirada en él. Ante la situación, me grita:
- ¡Puto! Qué mirás, la concha de tu madre.
Me sonreí y seguí mirando. Se escuchaba que los otros dos se reían.
El semáforo se puso en verde y se fueron.
Bueno, listo, me dije. Seguí al auto con la mirada.
A las dos cuadras veo que paran (no había semáforo) pero no baja nadie. Habrá sido cerca de un minuto hasta que el auto arrancó de nuevo y dobló a la izquierda. Eso me ilusionó. ¿Volverán por mi?
Fueron unos instantes de ansiedad, hasta que veo que el auto aparece por la calle transversal.
Al cruzar la calle, el mismo que me habló antes, grita desde el auto:
- ¡Puto, vení!
Veo que el auto se detiene unos metros más adelante. Obviamente me acerqué.
El mismo me dice:
- ¡Puto, tengo ganas de chuparle la concha a tu hermana. ¿Me la entregás?
- No tengo hermana –contesté.
El que estaba atrás era un poco más grande (unos 24) y parecía muy sexy. Me dijo:
- ¿No tenés hermana? Entonces, ¿por qué no me chupás la banana? (mientras se agarraba el bulto y me lo mostraba)
- Ah, eso si –dije
El tercero, el conductor, también tendría unos 24 o 25 años, era robusto, con barba candado y se le veía un pecho bastante peludo entre su camisa abierta casi hasta abajo. Se asoma casi por encima del acompañante y me dice:
- Escuchame puto del orto. Queremos una concha ahora. ¿Qué podés hacer al respecto? Si nos conseguís alguna, te dejamos que nos tires la goma.
El pedido me resultaba imposible de satisfacer, aunque hubiera hecho cualquier cosa para lograrlo. Por suerte, había salido con una tanga. Así que aposté todo a ella.
- No, imposible, no puedo conseguir a nadie ahora. Pero tengo esta colita. – me di vuelta, saqué la colita para afuera y me bajé el jogging. Quedó mi culito entangado apuntando a ellos.
El acompañante dijo:
- Uy, ¡qué pedazo de puto, boludo!
El conductor me dice:
- Escuchame invertido. ¿Te va que te enfiestemos los tres?
No lo dudé y contesté:
-Sí.
- Subite entonces –me dice el conductor.
Me subo atrás, al lado del tercero y pregunto:
- ¿A dónde vamos?
El conductor se echa hacia atrás y abre la puerta que yo recién había cerrado y me dice:
- Escuchame bien puto de mierda y la concha de tu madre., No queremos que nos hagas ninguna pregunta. ¿Entendiste? Vos sos trolo, ¿no?
- Sí
. Nosotros somos machos, nos cogemos minas, ¿entendés?
- Sí
- Pero te vamos a enfiestar bien, nos vas a hacer gozar bien. Estás para eso, no para hacer preguntas. Si no te gusta, bajate.
No dije nada y cerré la puerta.
Antes de seguir me dijo algo más:
- Somos tres flacos normales, no nos drogamos, la queremos pasar bien. Él se llama Ernesto (señalando al acompañante), él Mariano (el de atrás) y yo Rodrigo. Tu nombre no nos importa. Vos acá sos el puto. ¿Ok?
- Ok.
Debo decir que en ningún momento sentí desconfianza de ellos, así que decidí dejarme llevar por la situación, que prometía y mucho.
Arrancamos.
Mariano: Che, la verdad que yo probaría a ver si el puto éste la mama bien antes de llevarlo.
Ernesto: ¿la chupás bien, puto?
Yo: Sí. Muy bien. No lo dudes.
Rodrigo: según dice, los putos la chupan mejor que las minas, ¿no?
Yo: yo digo que sí, espero que dentro de un rato vos lo digas también.
Rodrigo: ¡ojalá! Mi mujer me raspa cuando la chupa, boludo.
Yo: ¿sos casado?
Rodrigo: no preguntes nada!!!!
Mientras, Mariano me agarra la mano y me la hace pasar por su bulto.
Ernesto: che, puto, ¿cuando dejaste la concha y te dedicaste a la pija?
Yo: nunca toqué una concha, papi.
Rodrigo: uy, ¡cómo me lo voy a coger a este puto!
Mariano: ey, el puto me está tocando el bulto.
Ernesto: ¿Ya?
Mariano: sí. ¿Qué pasa, puto? ¿Querés empezar a mamar ahora?
Yo: si, papi
Mariano: bueno, ocupate vos. ¿Qué querés? ¿Qué me baje los pantalones yo?
Le abrí el jean y le saqué la verga que estaba semi-erecta. Era muy blanquita (como él), mediamente peluda. Empecé a chupar con mucha delicadeza y empeño ya que me estaba jugando la continuidad de la noche. Mariano se echó hacia atrás, se puso las manos en la nuca y parecía disfrutar mucho.
Rodrigo: ¿Y? ¿Qué onda?¿Cómo la chupa?
Mariano: Cómo los dioses, boludo.
La pija de Mariano era más o menos estándar, pero muy linda: 17 x 4. Alzo la vista y veo que Mariano me está mirando. Me quedo mirándolo con su verga en mi boca.
Mariano: ¡qué bien que la mamás! Te gusta la pija, ¿no?
Yo hago un gesto de asentimiento.
Mariano (mientras yo lo miraba fijo): Trolo, chupapija. ¿Sos un puto de mierda?
Yo: si, papi
Mariano: dicen que acá adentro hay un puto que se va a dejar empomar bien. ¿Sabés quién es?
Yo: sí, yo.
Ernesto y Rodrigo largaban risotadas.
Ernesto: le gusta la pija como loco al puto éste.
Mariano: yo ya me echo el primero, boludo.
Mariano me acomodó más de costado para que los de adelante pudieran ver. Me agarró de los pelos y me metió la pija de nuevo en la boca y me la empezó a coger. Yo me quedé inmóvil. Ernesto miraba y Rodrigo se daba vuelta cada tanto mientras manejaba.
Mariano: te voy a llenar la boca de leche, trolo.
Ernesto estaba dado vuelta y me miraba:
Ernesto: ¡Cómo chupás pija, puto de mierda! ¿Te vas a comer así la mía, también?
Con un gesto dije que sí.
Mariano empezó a bombearme la boca con más vigor. De repente, agarró su pija con una mano, la sacó de mi boca yla masturbó.
Mariano: abrí la boca que te largo la leche, puto.
Yo le pasaba la lengua por la cabeza.
De golpe, con un grito brutal, lanzó el lechazo en mi cara y boca. Varios chorros humectaron mi cara. Luego del último chorro, empecé a mamársela con la intención de no dejar una sola gota adentro.
Mariano me apartó y se echó hacia atrás. Estaba exhausto.
Mariano: qué polvo me hizo echar este puto, la puta madre.
Ernesto: estás todo enlechado, puto. Mostrame la leche que tenés en la boca.
Se la mostré.
Ernesto: tomátela, trolo.
Me la tomé.
Ernesto: sacate esa leche que tenés en la cara y tomala.
Hice lo que me dijo.
Ernesto (a Rodrigo, que miraba en todo momento que podía): le vamos a hacer de todo a este puto.
Mariano (gritando): ¡Qué bien que la chupa este puto!
5 minutos después llegamos a una casa.
10 comentarios - Cuando fui el puto de unos hetero