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Entrevista laboral

Últimamente estoy medio vaga para buscar laburo, si no fuera por mi vieja que me esta encima presionándome para que consiga lo que sea cuánto antes creo que ni me molestaría en salir, pero bueno, algo tengo que hacer, ni siquiera estoy estudiando, así que lo único que me queda es trabajar. El domingo me compré una vez más el Clarín y marque los avisos que me parecían más o menos convenientes, mi mamá como que no estuvo muy de acuerdo porque solo marcaba los trabajos de oficina, que son los que me interesan, y en los que tengo más experiencia, según su opinión debía ampliar un poco más mi criterio de búsqueda… lo que significa que también busque entre los avisos que solicitan mucamas y empleadas de limpieza. Ya una vez habíamos tenido una discusión en ese sentido, me decía que yo era muy cómoda, que solo buscaba estar sentada y cosas así y no un trabajo de verdad. No quise discutir así que le di la razón, aunque igual seguí marcando los avisos que a mí me interesaban.
El lunes bien temprano me levanté, me bañé y me vestí decidida a cambiar, de una vez por todas, el rumbo de mi vida. Empecé a visitar los distintos lugares según el horario que me había prefijado para no llegar tarde a ninguno. En algunos solo recibían el currículum y en otros te hacían esperar para hacerte una entrevista. En todas recibí la misma promesa. “Te llamamos”. No lo decían muy convencidos, así que seguí visitando los distintos avisos que había marcado. Al mediodía me tomé un yogurt en una plaza, lo que me venía bien para bajar algunos kilitos… jajaja. A las dos de la tarde fui al último aviso. Recibían hasta las tres, así que llegué a horario. Era una clínica. Al llegar no había nadie esperando, lo cuál me sorprendió, ya que en los avisos anteriores siempre había encontrado a otras chicas antes que yo. Me presenté a una secretaría, una mujer mayor con terrible cara de ojete. Bue, ya empezamos mal, pensé.
-El director ya no toma entrevistas, si querés dejar el currículum dejalo en esa bandeja- me dijo cuándo le dije que venía por el aviso.
Cuándo vi la bandeja se me cayó el alma al piso, había una pila de curriculums. Por un momento pensé en quedármelo y no dejar una copia al divino botón, pero justo cuándo estaba decidiendo qué hacer, se acerca un hombre también mayor, enfundado en un impecable delantal blanco.
-¿La señorita viene por el aviso?- preguntó dirigiéndose a la secretaría, aunque mirándome a mí.
-Si doctor, ya le dije que…-
-No, está bien, puedo tomar una entrevista más- dijo interrumpiéndola y sacándome prácticamente el currículum de la mano.
-Veni, mi oficina es por acá- me dijo indicándome un pasillo.
La secretaria siguió con lo suyo y yo seguí al doctor hasta su oficina. Entramos, cerró la puerta, se sentó detrás de un imponente escritorio y me pidió que me sentara. Me senté, siempre en silencio, mientras él hojeaba mi currículum que en realidad no es muy amplio, apenas un par de hojas. Ahora, si le hubiera expuesto mi currículum sexual, entonces podía estar un par de días leyéndolo… jajaja.
Carraspeó una par de veces mientras leía y releía esas pocas líneas. Se trataba de un hombre de unos 50 o 60 años, aunque muy bien conservado eso sí, de aspecto impecable y luciendo valiosos anillos y reloj de oro. En eso levanta la cabeza, me mira y me pregunta porque había renunciado a mi último empleo. Le dije que porque necesitaba un cambio y que patatín y patatán, siguió haciéndome otras preguntas, lo usual en una entrevista de trabajo, hasta que me hizo una que me sorprendió.
-¿Estás de novia?-
-Si- asentí aunque no sea del todo cierto, ya que con Quique todavía estamos en el proceso previo de la reconciliación.
Siguió leyendo el currículum, levantaba su mirada y me miraba, volvía a releer un par de líneas más y volvía a mirarme. ¿Qué tanto lee?, me preguntaba yo, ¿me habré equivocado y le habré dado uno de mis relatos en vez del currículum?
-Lo que estamos buscando es alguien para ocupar un puesto en recepción, esto es para recibir a los pacientes ya sea para consultas, estudios o cirugías, realizar toda la atención previa, cobrándoles si son particulares o haciéndolos firmar una planilla si vienen por obra social o prepaga. De la recepción se los deriva al consultorio, también tendrías que encargarte de la confección de la respectiva historia clínica y de la atención del teléfono para dar turnos… claro que en los primeros días vas a tener a alguien al lado tuyo que va a ir instruyéndote en las diferentes etapas del aprendizaje- al escuchar esto último me tranquilicé, ya que dicho así y de un tirón parecía demasiado.
-¿Te interesa?- preguntó mirándome siempre en esa forma que parecía recorrerme de arriba abajo con la mirada.
-Si, claro, por supuesto que me interesa- asentí.
-¡Perfecto!- exclamó haciendo un leve gesto de triunfo - Considerando entonces que te interesa el puesto, me gustaría tomarte otra entrevista, ¿te parece?-
-Si, no tengo problema-
-¿Puede ser esta misma tarde?-
-¿Esta tarde?- me sorprendí.
-Si, ahora son… las dos y media, digamos… ¿dentro de una hora?-
-Si, esta bien, ¿acá mismo?-
-No, acá no- agarró un recetario y escribió una dirección –Te espero en esta dirección en una hora, no podés perderte, es la confitería que está a dos cuadras, por Salguero- me aclaro.
-¿Una confitería?- mi sorpresa iba en aumento.
-Si, ahí vamos a estar más tranquilos y relajados- observó.
-Está bien- asentí, guardando el recetario en mi cartera.
Se levantó, me levanté, le estreché la mano, y al tener la mía en la suya, mi miró fijamente a los ojos y me dijo:
-Tené en cuenta que hay muchas postulantes para ese puesto, es un buen trabajo con un muy buen sueldo, que sea tuyo depende solo de vos-
Más claro, echale agua. El tipo me estaba tirando los galgos. Todavía no había empezado a trabajar y ya estaba siendo víctima de acoso sexual. Tendría que haberlo mandado a la mierda, soltarle la mano e irme de allí dando un portazo, pero no, en vez de eso le dije con una sonrisa, dejando mi mano entre las suyas:
-No se preocupe, voy a hacer todo lo posible para que ese trabajo sea mío-
-Veo que nos entendemos- repuso guiñándome un ojo.
Me acompañó hasta la puerta tomándome de la cintura.
-Andá pidiendo lo que quieras, querida, en un rato estoy por ahí- me dijo al despedirme.
Debo confesar que salí de su oficina sin saber lo que iba a hacer. Me despedí de la secretaria con cara de culo, y al volver a verla me di cuenta de porque el doctor tenía que acosar a una que venía de afuera. Salí de la clínica y caminé lentamente por Salguero, yendo hacia la dirección que había anotado en el recetario. Llegue a la confitería sin saber que hacer todavía. En un rato tenía que encontrarme con Quique, ya habíamos quedado en vernos desde el día anterior, él se mostraba particularmente ansioso por saber como me había ido en mi búsqueda. Estuve rondando por la esquina de la confitería por algunos minutos, hasta que me decidí y entré. Tomé asiento en una mesa cerca de la ventana, para que me viera con facilidad, y antes de pedir nada, saqué el celular y llamé a mi novio. Le dije que tenía otra entrevista justo en el horario en que tenía que encontrarme con él, que me perdonara, pero que me habían llamado y parecían estar bastante interesados en mí. “Demasiado”, pensé.
-No te preocupes gordi- me dijo el amor de mi novio –Nos vemos mañana, ojalá que te tomen, que tengas suerte-
-Bueno, “culo” tengo- le aclaré.
-Jajaja… decímelo a mí- se rió.
Seguimos charlando un rato hasta que tuvimos que despedirnos. Le pedí al mozo un agua sin gas y me dispuse a esperar. En eso miro por la ventana y lo veo al doctor acercándose. Lo saludo con la mano. Al verme se le ilumina la mirada y se le dibuja una sonrisa lasciva en el rostro. Ya no tiene puesto el delantal blanco, sino un traje de primera marca. Entra a la confitería, saluda cordialmente al mozo y se sienta a mi mesa.
-Que bueno verte- me dice.
-¿Pensaba que no iba a venir?- le pregunté, disponiéndome a ser clara ya desde el inicio.
-Tenía mis reservas-
-Bueno, pero acá estoy- le dije con tono de gata, intuyendo que eso era lo que le gustaba.
Era obvio que se trataba de un viejo verde, un jovato al que le atraen las jovencitas con pinta de puta como yo, por lo que si quería una putita, como una putita me iba a portar.
-Me gusta que nos entendamos así de rápido, eso ahorra mucho tiempo- dijo mirándome en esa forma que ahora me resultaba tan incitante.
-Creo que no hay nada que aclarar, ¿o sí?- repliqué, dándole a entender que las cosas ya estaban sobreentendidas.
-No, claro que no… acá a la vuelta hay un lugar muy bonito, si querés…- no lo deje terminar.
-¿Qué estamos esperando, entonces?- lo apuré.
Le pagó al mozo mi botella de agua, nos levantamos y juntos, con él tomándome en todo momento de la cintura, salimos de la confitería. Ir caminando con él así, en una situación tan inequívoca, me producía un morbo terrible. La gente nos miraba y eso me provoca un cosquilleo en el estómago absolutamente irresistible. Tan es así que al entrar al telo, giré levemente para ver si alguien nos miraba y si, algunos curiosos también giraban para ver entrar en un albergue transitorio a un viejo casi sexagenario con una jovencita de 25… eso fue el golpe definitivo, lo que me decidió a entregarme por completo.
Tras abonar la habitación, caminamos por un tenuemente iluminado pasillo y fue ahí que su mano bajó de mi cintura hasta mi cola, acariciándomela en forma dulce y entusiasta. Eso fue solo el comienzo, porque al entrar a la habitación y tras cerrar la puerta, empezó a manosearme toda, parecía un pulpo, no sé de donde salían tantas manos. Quiso darme un beso, pero aunque me gustan los besos, la verdad que me daba algo de cosa recibirlos de alguien como él, tan mayor, por lo que aparté ligeramente la cara, recibiendo sus besos en la mejilla. No le importó, igual siguió besándome toda la cara.
-¡Me encantan las pendejas así tan putas y regaladas como vos… me fascinan!-
-¡Y a mí me gustan los viejitos degenerados como vos… mmm… que caliente que estás… como se te puso la pija, papi…!- le dije tocándosela por sobre el pantalón, notando una erección bastante saludable y portentosa para su edad.
-¡Si… soy tu papi… y vos sos mi bebita…!- me decía el viejo ya completamente cebado.
-¿Y te vas a coger a la bebita, papi?- le preguntaba haciéndome la bebota.
-¡Si… si… te voy a recontracoger… te la voy a meter hasta que me supliques que te la saque… te la voy a dar toda, mamita!-
-¿Por la cola también?-
-¡Si… te voy a coger hasta por los oídos…!-
Así, mientras él seguía diciéndome por donde y de que modo me la metería, yo me fui dejando caer, hasta quedar de rodillas ante él, para desabrocharle el pantalón y pelar esa verga que pese a su edad prometía un poderío acorde a la lujuria de su portador. Cuándo la tuve en la mano, debo admitir que me sorprendió su volumen y consistencia, el cuál ya de por justificaba la lascivia que el doctor exhibía. Aunque se trataba de un viejo, se la chupe con ganas, comiéndome todo lo que pude y más también… saboreando cada pedazo, masticando cada porción, dejando que ese brutal porongazo fluyera por entre mis labios con absoluta comodidad. De a ratos me la sacaba de la boca y se la escupía, esparcía la saliva con la lengua sobre toda su superficie y me la volvía a comer, con más ganas que antes, llenándome el paladar con su tamaño.
Se la hubiera chupado por un buen rato más, pero me puse a pensar que se trataba de un hombre mayor y que si lo hacía acabar por ahí no podría volver a levantarse. Así que me levanté, me relamí frente a él los labios y empecé a desvestirme. El viejo me miraba alucinado, subiendo y bajando con la mirada por todo mi cuerpo, recorriéndome de pies a cabeza. Cuándo ya estuve en bolas, él se desnudó también. Debo decir que el resto de su cuerpo no se comparaba en absoluto a lo que portaba entre las piernas. Arrugas, carnes flojas y caídas, si no hubiera sido por el supremo pijazo que ostentaba, lo hubiera hecho acabar con una sola mamada y me hubiera ido de ahí sin pensarlo, pero… quería sentirla. Quería sentirla toda. Me eché de espalda en la cama, me abrí de piernas y en forma incitante le dije:
-¡Veni… comeme toda, papi!-
La chupada de concha que me pegó no tiene comparación, abrió bien la boca y me la devoró con una gula impresionante, sentía su lengua moviéndose por dentro, lamiendo todo en derredor, punteándome el clítoris, poniéndome en un estado cada vez más desesperante. Si bien su forma de chuparme me provocaba un goce soberbio, yo también me sentía algo urgida, así que lo aparté de un empujón y con un tono por demás exaltado, le dije:
-¡Cogeme papi… quiero que me cojas YA!-
Le puse un forro, hice que se acostara de espalda en la cama y me le subí encima, a caballito. Me acomodé por mí misma la verga enfundada en látex en la entrada de la concha y me la fui metiendo de a poco.
-¡Decime papi, por favor… me encanta que me digas papi…!- me pidió casi con desesperación.
-¡Ayyyy… como la siento, papi… le estás metiendo toda la pija a tu bebota…!- le dije con ese tonito de voz que a él lo enloquecía.
Me la metí bien adentro y empecé a moverme, frotándole las tetas por toda la cara cada vez que bajaba, él me las chupaba, besaba, lamía, y hasta mordía, mientras yo aumentaba de a poco el ímpetu de mi cabalgata, subiendo y bajando, deslizándome en torno a esa bestial poronga que cada vez parecía endurecerse más y más.
-¡Ayyyy… si papi… si… que rico me cogés… mmmm…!- me estremecía yo, sintiendo la punta de su verga golpear en lo más profundo de mi concha, repiqueteando contra las paredes de mi útero.
Estuve un buen rato cabalgándolo, sin parar, sin preocuparme ya porque pudiera acabar antes de llegar a mi propio goce, esa pija estaba para hacerse un festín. Así que me bajé, me eche de costado, con la colita hacia él y con la misma sensualidad que había usado desde el comienzo, le pregunté:
-¿Le vas a hacer la colita a tu bebita, papi?-
Su respuesta fue puertearme el culito con su pija. Me estremecí toda al sentirla, que un viejo de su edad, un viejo verde, un degenerado, un pervertido me culeara me llenaba de morbo y calentura. Yo misma me abría las nalgas para que se metiera más a fondo.
-¡Si papi… así… metela… metela toda… si… más… más… ahhhhh… que rico papi… como me partís el culo…!-
Lo sentía entrando y me temblaba hasta el meñique del pie. Por los espejos veía la cara transfigurada del viejo y eso me excitaba mucho más todavía, me sacaba de quicio, me imaginaba a mí misma, una doncella virgen e ingenua raptada y violada por el anciano decrépito y depravado de la comarca… Jajaja… bueno, tampoco era tan decrépito, aunque depravado si… mientras me la metía y sacaba del culo, paseaba sus manos por todo mi cuerpo, me acariciaba las tetas, me las apretaba y pellizcaba o me tocaba la conchita, poniéndome el clítoris casi a punto de estallar.
-¡Si papi… si… rompeme bien el culo… rompele el culo a tu bebita… mmmm…!- le decía entre susurros, y al escucharme como que se entusiasmaba más todavía y me daba más fuerte.
Me pegaba fuerte en las nalgas sin dejar de embestirme, dándome toda esa complaciente verga que no se correspondía con su edad. Pero por supuesto no me importaba entrar en tales divagues, por lo que disfrutaba de cada pedazo con sumo entusiasmo, gimiendo, retorciéndome, empujando la cola hacia atrás cada vez que se retiraba, buscando el calor y la comodidad de su pelvis. Ya hasta podía sentir en mi nuca sus bufidos que se intensificaban a cada segundo, estaba por llegar al orgasmo, no me propuse detenerlo.
-¡Si papi… seguí… no pares… ahhhhhhh… voy a… ahhhhhh… voy a acabar…!- me estremecía al ritmo de tan precisas enculadas.
Se notaba que se estaba esforzando al máximo para seguirme el ritmo y complacerme tanto como yo lo complacía a él. Mientras entraba y salía de mi culito, una de sus manos se enterró en mi entrepierna, y me frotó bruscamente el clítoris, a la vez que sentía como su verga comenzaba a pulsar en esa forma tan notoria y elemental. Un par de ensartes más y el viejo se quedó bien clavado dentro de mí… mmmmm… podía sentir la leche fluyendo por el látex, llenándolo, inflándolo, mientras mis jugos, igual de caudalosos y efusivos empapaban su mano. Nos quedamos un rato así, tendidos, abrochados, sin despegarnos, mientras la delicia del orgasmo se diversificaba por toda nuestra anatomía.
-Uffff… que polvo me regalaste chiquita, fue… maravilloso- me dijo el viejo entre plácidos suspiros.
Me corrí un cachito, provocando que la verga se saliera de mi culo y me eche a un lado, acariciándome suavemente la entrepierna, como tratando de calmar el ardor que sentía en esa zona.
-Si así atiende a todas sus empleadas me imagino que debe tener bastante personal trabajando para usted- le comenté.
-Jajaja… no te creas- se rió –la que te atendió en la recepción creo que debe ser la más joven- dijo refiriéndose a la vieja cara de culo que me había atendido cuándo me presente para la entrevista.
-No le creo- repuse.
-No son muchas las chicas que aceptan estar con alguien tan grande como yo- se sinceró.
-Puede ser, debe ser que a mí me gustan los viejitos verdes y babosos como usted- le dije con una sonrisa y acercándome a él para agarrarle la pija y frotársela un poquito.
Le saque el forro, le hice un nudito en la punta para que no se volcara el semen, lo tiré en el cesto que estaba al costado de la cama y me entretuve un ratito limpiándole con la lengua los restos pegajosos que todavía impregnaban su flácida superficie.
-Te espero mañana para que ya empieces a trabajar- me dijo antes de salir, ya vestidos y arreglados.
Justo en ese momento recibía un mensaje de mi novio. Le contesté que ya estaba saliendo de la entrevista, que en un rato lo llamaba.
-OK, mañana estoy ahí- le dije.
Salimos juntos del telo y nos despedimos en la puerta con un beso en la mejilla, yéndonos cada uno por su lado. Me fui lo más rápido que pude, ya no me excitaba tanto que me vieran con él, hasta debo decir que me daba vergüenza. Mientras caminaba hacia la parada del colectivo, llamé a mi novio.
-¿Y, como te fue?- me preguntó entusiasmado.
-No sé, quedaron en que me llamaría, pero no creo que lo hagan- le respondí.
-No importa, ya va a aparecer algo- trato de consolarme.
Finalmente no me presente al trabajo y cuándo me llamaron les dije que tenía que viajar urgentemente y que no podía tomar el puesto, que igualmente se los agradecía. Por supuesto lo del viaje era mentira, solo que no quería caer de nuevo en lo de antes, lo del viejo había estado bien, pero solo para una vez, no me interesaba que me acosara permanentemente y estaba segura que de trabajar para él eso era lo que iba a pasar. Además quería conseguir algo por mí misma, por mi capacidad para trabajar y no por ser buena en la cama. Si fuera así me pongo a trabajar de puta, pero no es eso lo que quiero para mi vida, y más ahora que estoy a punto de reconciliarme con mi novio.




Entrevista laboralanal[/align]
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12 comentarios - Entrevista laboral

fanatico2pechos +2
muy vueba tu historia me iso poner como el viejo jajaja le faltaron mas fotos
1990eloii
creo que voi a empezar hacer la carrera de recursos humanos asi en un par de añitos te encuentro a vos buscando trabajito! 😉 🤤 no le das asco a nada eh! que peterita
cao3008
Muy buen relato. Te imagino entrando al telo con el veterano y me calienta mal!!!
makeass
Excelente relato, clap, clap, clap
macuta
Diosa del relato! Que calidad de putita por dios. El decano todavía debe soñar con tu orto bebota! Gracias por compartir!! 🙎‍♂️
fer_z
No se si es mejor el relato o tu coherencia en la forma de buscar laburo 🙂 me encanto!
dark_pulga
vaya pero que buena estas!!! xD de haber sabido que habia foto, la pasaba a ver primero y luego a leer
puchin85
flor de yegua!!! como me gustan tus relatos me dejas al palo
bicar
super exitante
paulacasada
sos una genia cuando escribis esto :
-¡Me encantan las pendejas así tan putas y regaladas como vos… me fascinan!-
-¡Y a mí me gustan los viejitos degenerados como vos… mmm… que caliente que estás… como se te puso la pija, papi…!- le dije tocándosela por sobre el pantalón, notando una erección bastante saludable y portentosa para su edad.
-¡Si… soy tu papi… y vos sos mi bebita…!- me decía el viejo ya completamente cebado.
-¿Y te vas a coger a la bebita, papi?- le preguntaba haciéndome la bebota.
-¡Si… si… te voy a recontracoger… te la voy a meter hasta que me supliques que te la saque… te la voy a dar toda, mamita!-
-¿Por la cola también?-
-¡Si… te voy a coger hasta por los oídos…!-
es genial me haces mojar toda divina muchos besitos y escribe mas hermosa