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Una pequeña debilidad III

Una pequeña debilidad (tres)

A pasos lentos y con los audífonos a todo volumen caminaba tranquilo Matías, el joven conserje del edificio, llevaba aun su ropa de trabajo y se disponía a realizar la limpieza diaria de la oficina donde trabajaba la ejecutiva favorita de la empresa, la sola posibilidad de verla lo hacía suspirar, diariamente se tomaba mucho más tiempo en la oficina de Sandra para regocijarse con sus sinuosas curvas que eran resaltadas por las escotadas blusas y las micro-minifaldas que solía usar, el joven conserje estaba resignado a grabar esas imágenes que lo lleven a fantasear en su soledad. Sandra por su parte hacía caso omiso a las miradas del tímido joven, no era consciente de la calentura que le generaba, a él y a todo el público masculino de la empresa, muchas veces lo había pillado cuando éste se quedaba embobado mirando la parte trasera de su anatomía, y no era para menos pues era la parte de su cuerpo que más atraía las miradas, enfundada en pantalones ajustados o minifaldas, siempre trataba de lucir sus atributos con la mayor inocencia y naturalidad sin caer en cuenta de los morbosos deseos que levantaba a su paso... Dirigiendo su palpitante virilidad el Señor Muñoz se dispuso a profanar la tan pulcra cavidad íntima de la ejecutiva que situada de rodillas delante del viejo aún seguía fuera de sí, sintiendo las caricias debajo de su minifalda que había sido levantada y arremangada alrededor de su delicada cintura, cuando de pronto se oyó que alguien tocaba la puerta, el viejo quedó por un momento paralizado sin saber que hacer, se lamentó por no haber asegurado la puerta, Sandra empezó a volver del trance en el que había estado sumida, volteó la mirada y se encontró con la del viejo que aún esperaba que no se abriera la puerta de la oficina, la ejecutiva trató de acomodarse las prendas al instante, aún no podía explicarse asimisma cómo había llegado a estar en ese estado, con los documentos tirados en el piso arrugandose debajo de sus rodillas, con la minifalda subida hasta la cintura y con la blusa abierta mostrando sus bellas voluptuosidades delanteras. El viejo le hacía señas para que se tranquilice y no haga ruido, ella sin entender sólo le dedicaba miradas de repudio. Matías al no recibir respuesta supuso que no había nadie y se dispuso a ingresar, grande fue su sorpresa al ver a la sexy ejecutiva de espaldas, terminando de acomodarse los botones de la blusa... - Se..se..se...ñoo...rita Sandra... venía a limpiar la oficina, si esta ocupada pue..e..do hacerlo dee...e...espues. La ejecutiva trató de disimular su propio nerviosismo por el estado en el que se encontraba y dándose vuelta se dirigió al tímido joven. - Hola Matías, no te preocupes haz tu trabajo. El señor ya se va (dirigiendose al viejo Sr Muñoz, que aún se limpiaba las gotas de sudor sentado en el sofá que encontró más cercano), yo sólo termino de recoger unas cosas y luego te dejo libre. Le dijo la sexy ejecutiva al conserje que se mostraba extrañado por la rara situación en la que los encontró, y asintiendo moviendo la cabeza de arriba para abajo el joven empezó con su trabajo. Mientras que el Sr. Muñoz luego de arreglarse el traje se dispuso a salir no sin antes dirigirle una última mirada a la ejecutiva y lamentandose de no haber podido saciar sus bajos instintos. - Te veré en otra ocasión Sandrita Lanzo el viejo antes de irse, la ejecutiva se mostró temblorosa luego de escucharlo. Sandra trataba de explicarse cómo habia llegado a estar en semejante situación mientras simulaba ordenar los documentos q se encontraban en el piso, el tímido jóven no podía desviar la mirada de la suculenta anatomía trasera de la ejecutiva que en ese momento recogía los papeles sin flexionar las rodillas, luego volviendo la mirada hacia el jóven le regalo una sonrisa al verlo tan concentrado en admirarla. Matías sólo se limitaba a apreciar las rotundas piernas de la ejecutiva cada vez que le era posible, al darse cuenta de ésto Sandra se dispuso a seguirle el juego, mostrándose en posiciones cada vez más sugestivas... no entendía porque lo hacía simplemente se dejaba llevar por la calentura que sentía en ese momento. Luego de unos minutos la ejecutiva se dió cuenta de la hora... ya era bastante tarde y se dispusó a salir. Se acercó al jóven y se despidió dándole un beso en la mejilla, eso ya era demasiado para el muchacho que sólo pensaba en el momento de ir al baño y disfrutar en su soledad teniendo en su mente a la atractiva ejecutiva. Sandra salió rapidamente con el contoneo de caderas característico, sensual y natural, los pocos trabajadores del piso dejaban como siempre de lado sus quehaceres para admirar sus voluptuosas curvas. Al llegar al primer piso recibió el saludo del guardia de seguridad. -Hola Angel, saludó la ejecutiva al fornido agente que atento le abría la puerta principal y luego automáticamente su mirada se clavaba en la parte más preciada y admirada de Sandra. -- Uhmm mamacita rica, decía para sus adentros el guardia. Tuvo que caminar un par de cuadras para encontrar un taxi que la llevara a casa, en su trayecto tuvo que soportar los piropos de los trabajadores del taller de autos contiguo, ya estaba acostumbrada a la mayoría de frases soeces que le decían... -Que rica cola!, Que putona!, Te lo chuparía todo mamacita! bramaban entre ellos codeandose y señalando a la preciosa ejecutiva, ella trataba de escuchar lo más que podía y aminoraba el paso, con lo que su contoneo de caderas se hacía más evitente y excitante, en ese momento sintió otra vez que emanaba una sensación rara de su interior, como si le gustara escuchar esas palabras que antes había considerado sucias. Al llegar a casa encontró a su sobrino viendo una película. Se saludaron con normalidad y Martín la invito para que viera la última parte de la película, ella gustosa se acomodó en el sofá y no tardó en quedar profundamente dormida, todo lo que había pasado en el día habia hecho que llegara bastante cansada a casa. Martín había estado pensando todo el día en lo que había leído acerca de su queridisima y atractiva tía y al verla dormida su mente empezo a maquinar un plan. Trato de despertarla pero ella no daba señales de querer despertar. Se concentró en ese par de suculentas nalgas enfundadas en aquella minifalda, acercó sus manos y palpó suavemente por encima de la pequeña prenda, poco a poco comenzo a acariciar con más empeño la tan codiciada parte de la ejecutiva luego empezo a levantar la minifalda cuando... el sonido ensordecedor del teléfono hizo que Sandra despertara de su sueño y corriera rápidamente a contestar, Martín no perdía detalle de los sexys movimientos de caderas de Sandra al caminar. - Alo? : contestaba Sandra. - Hola Sandrita como estas? Sigues con ganas de jugar? : Contestaba con esa inconfundible voz ronca el Señor Muñoz, por alguna razón que no podía explicar a la ejecutiva se le vino a la mente la imagen del viejo manoseandola y comenzo a excitarse. - Que demonios quiere : Le dijo Sandra despertando del letargo y tratando de poner en su sitio al viejo Señor Muñoz pero recordando también lo que le había pasado horas atrás.- No se que me hizo hoy en la oficina pero es algo que no se volverá a repetir y por favor no vuelva a llamar. bramó la ejecutiva tratando de terminar esa conversación. - Sandrita, Sandrita... tranquilizate: Decía el viejo. - Lo que hoy pasó fue gracias a que te vistes de una manera muy sensual, tu no tienes la culpa. (El viejo trataba de calmar a la hermosa ejecutiva y Sandra se atemorizaba cada vez más por no saber exactamente lo que pasó) -Mira linda - Prosiguió el viejo - Te veré mañana a primera hora en tu casa, aprovecharemos el fin de semana para arreglar algunos asuntos pendientes -- Sandra respiro hondo y trató de ordenar sus ideas para responderle, se sentía convencida de poder manejar la situación. - Bueno Sr. Muñoz, si existe algún asunto de la empresa que no hayamos tratado lo haremos en su debido momento, es más lo comunicaré con otro agente para que solucione su problema, olvidese de cualquier reunión conmig ... -Ah ah ha uhmm ha ha! ahh haa! - Se escuchaba tras el teléfono. Indudablemente eran gemidos de una mujer, Sandra pensó que posiblemente el viejo haya reproducido algún video pornográfico, ¡Que degenerado! pensó para si misma, y antes de colgar el teléfono logró oir otra vez al viejo. - Escuchaste Sandrita?, o le pongo más volumen... recuerdas esos gemidos que me regalaste hoy verdad? ... que delicia no voy a poder dormir -- El Sr. Muñoz había grabado parte de lo sucedido en la oficina con la cámara de su celular, estaba convencido de culminar lo que había empezado y así comenzó su sucio plan, sabía que tenía que actuar cautelosamente. Los gemidos seguían escuchandose tras el teléfono y esta vez más fuertes, Sandra no daba crédito a lo que oía, era ella, estaba convencida que era su voz, pero no entendía como habia pasado. - Sandrita mañana te veo a primera hora, espero encontrarte de buen humor para hablar de "negocios". -- Dijo el viejo antes de colgar. Sandra aún no salía del shock que le había ocasionado escucharse asimisma en esa situación, no pudo más que resignarse y pensar en lo que haría cuando sea visitada por el viejo Sr. Muñoz...

... CONTINUARA ...[/
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