You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Reencuentro Con Una Amiga Y Su Marido

Estaba caminando por la Av. Universidad de Caracas. Iba con un paso apresurado, dirigiéndome hacia un edificio ubicado en el sector de La Candelaria, muy cerca de la plaza con el mismo nombre. Eran las 6 de la tarde, y el motivo de mi apuro era que yo iba a encontrarme en medio hora con una amiga muy especial del bachillerato, la mejor de todas. En esa época, nosotras éramos como uña y mugre. Luego de graduarnos de bachilleres a nuestros 18 años (hace unos 7 años) ella se mudo al estado Zulia para hacer vida universitaria, por lo que quedamos separadas, pero sin perder mucho la comunicación.

Su amistad significa mucho para mí, dado que ambas descubrimos nuestra bisexualidad juntas. Que les puedo decir amigos lectores, una noche de despecho por parte de mi amiga (cuyo nombre es Sara) tuvo un muy ameno desenlace con un buen rato de dulzura femenina, acompañado por los deliciosos placeres que cada una le ofreció a la otra. Nadie en ningún momento sospecho de nuestra condición de bisexuales, cada una tuvo incluso sus novios, pero ni ellos se enteraron. En fin, ella se había ido a vivir a Zulia, pero luego de graduarse en la universidad, y vivir unos añitos mas por aquellos lares, decidió volver a Caracas, para encontrar empleo acorde a su carrera.

Para hacer el relato largo corto, proseguiré por donde quede. Ella se mudo al sector La Candelaria, y me llamo, invitándome a su apartamento aprovechando que su marido (si, llevaba dos años de casada con un amigo de la universidad) no estaría en casa hasta bien tarde en la noche. Llegue a la dirección, y toque el intercomunicador, contestándome ella.

-¿Si? –sonó su voz por el parlante.

-Amiga, soy Skarlet, ¡¡¡ábreme que deseo abrazarte!!!

-¡¡¡Enseguida!!! –contesto emocionada.

Espere un par de minutos en la reja principal. Realmente estaba emocionada, con una sonrisa dibujada en mi rostro, ansiosa de charlar con mi mejor amiga. En eso sucedió: se abrió la puerta del fondo del pasillo de entrada principal, y era ella, una mujer cuyas facciones faciales eran preciosas. Catira de nacimiento, con ojos verdes claros. Un cuerpazo de infarto, el cual vestía un vestido bastante ceñido, negro, que luchaba por tapar sus enormes senos operados, así como también peleaba por alcanzar si quera la mitad de sus muslos. Una cintura bastante curva con vientre plano, se notaba que no perdió la costumbre de visitar el gimnasio. Unas largas piernas blancas, las cuales terminaban en unas sandalias de taco alto que hasta el más anti fetichista de pies se pondría de rodillas para admirar no solo las sandalias, sino los preciosos pies que enfundaban. Sin duda una verdadera diosa, como dirían muchos de los hombres al verla.

Abrió la reja, y entre cortos y graciosos saltitos nos abrazamos, alzando la voz, casi pegando gritos de alegría, felices por vernos las caras de nuevo. Nos separamos para vernos de arriba abajo.

-Amigaaaaaa –Le dije –esas lolas no serán de ese cuerpo…pero se te ven preciosas…estas espectaculares…

-Jijiji gracias…no todas tuvimos la dicha de tener un cuerpo como el tuyo, con esas chiches grandes de agencia, que aun lucen preciosas, y eso que las estoy viendo vestidas jajajaja

Me describiré. Soy una chica alta, de 1.75 metros. La madre naturaleza me moldeo con cariño, dotándome de un buen par de senos que no solo son grandes, sino también firmes y parados. Hay incluso quienes piensan que son operados, pero no, son naturales, y son mi más grande orgullo, seguido por mi cola, no muy grande, pero con bastante carnita bien moldeada y curva. Al igual que Sara, acostumbro ir a gimnasios para mantener la figura, en especial la curvatura de la cintura y de las caderas. Mis piernas son blancas, largas, y bueno, para los que son fetichistas de pies, siempre han pasado todas las pruebas de gustos masculinos, al menos las de los que se fijan en ellos. No quiero sonar como si me la esté dando de mucho, pero de rostro siempre me han dicho que soy preciosa. Soy de cabello no muy largo, un poco por debajo de los hombros, liso, y negro. Tengo ojos color marrón clarito. Para ocasión estaba vestida con un vestido bastante provocativo, color azul celeste, bastante ceñido. El escote era bastante generoso para con la vista de los hombres, proporcionándoles una preciosa visión de mis pechos, los cuales luchaban por salir de su prisión. Al igual que el vestido de Sara, el mío llegaba un poco más arriba de la mitad de mis muslos, y además, dejaba toda la espalda al descubierto, siendo anudados los tirantes provenientes de mis senos a mi nuca. Iba con sandalias negras, también de tacón alto.

Luego de un par de minutos charlando en la entrada, Sara me invito a pasar, y subir al tercer piso, donde quedaba ubicado su apartamento. Entramos, nos pusimos cómodas en los muebles de la pequeña sala, enfrente de los cuales estaba ubicada una mesita de vidrio bastante baja. En dicha mesa estaba un bote de hielo, con champaña y dos copas. Definitivamente ella quería celebrar el reencuentro por todo lo alto, y yo estaba dispuesta a ser cómplice de esto.

Sirvió las copas, y nos pusimos a hablar de todo tipo de cosas. Universidad, familia, amigos, novios, trabajo, etc. todo durante una hora. Entre estos temas de conversación surgió el más obvio de todos…

-Cuéntame una cosa Skarlet…¿aun sigo siendo única? –me pregunto.

-Claro Sara, sigues siendo única en mi vida. Si lo hubiera probado con otra, te lo habría contado..Eres mi mejor amiga, te aprecio demasiado, y sabes que eres mi confidente en todo…

-Igual lo eres para mi Skarlet…Debo admitir que estando en el Zulia te extrañe mucho, además de la amistad, los ratos deliciosos en la tina, o en el piso de una habitación…

-Te entiendo, yo también extrañe lo mismo contigo…aun recuerdo con claridad nuestra primera vez, como si hubiera sido ayer…estoy muy feliz de que haya ocurrido, así como estoy feliz por las otras veces que lo hicimos…-le conteste, algo sonrojada, pero no de la pena, sino por la excitación.

-Yo también estoy feliz…sin duda fue una de las mejores cosas que me han pasado en la vida…-en eso se acerco un poco más hacia donde yo estaba sentada, y coloco su copa sobre la mesa, para luego colocar su mano derecha sobre mi pecho izquierdo –sabes, creo que deberíamos comenzar a recuperar el tiempo perdido. Juan Carlos me lo hace bien, divino, es el mejor amante masculino que he tenido sin duda alguna, me vuele loca en la cama, pero hacerlo contigo es bastante diferente, y es algo mucho más rico…-dicho esto su mano en mi pecho comenzó a sobar mi teta delicadamente…yo solo me dejaba hacer. Al poco tiempo ella metió dicha mano por dentro del escote, para tocar la piel de mis tetas directamente con su mano. Decidí facilitar un poco su tarea y me desate el nudo de mi nuca, dejando mis pechos libres, a merced de Sara.

Ella no perdió el tiempo, apenas mis tetas quedaron al aire libre, ella se inclino para chupar mi pezón izquierdo, tomándolo con una de sus manos, mientras la otra amasaba con ansias mi seno derecho. No pude evitar soltar un rico gemido al sentir el contacto de sus labios y su lengua con la piel de mis tetas. Así como estábamos, nos recostamos un poco del mueble. Ya mi cuquita estaba manando jugos, deseosa de recibir su parte. Luego de un ratito atendiendo mis tetas, ella subió su rostro hasta que quedo a la altura del mío, mientras me amasaba las tetas con ambas manos. Nos vimos a los ojos, y nos besamos de manera deliciosa, apasionada. Fue en ese momento que le sujbi la falda del vestido por encima de la cintura, para dejar su culo casi al aire libre, de no ser por el tanga que vestía.

Me levante de nuevo para quedar ambas sentadas, aunque ella acto seguido se puso de pie, y bajo la parte que tapaba sus tetas por debajo de estas, dejándolas al desnudo. Sin duda, se veían espectaculares, grandes, y deseosas de placer. Mientras tanto, al ponerse de pie, me entretuve jugando con el tanga, tomando el para nada grande triangulo que tapaba su pubis, y rejuntándolo todo, para que quedara como un hilo. La tela se metió por entre sus labios vaginales, cosa que aproveche para hacer presión hacia arriba, rozando su vulva y su clítoris, el cual había salido de su diminuto escondite. Ella reacciono tomando su cabello con ambas manos, y jadeando deliciosamente.

Luego de un ratito de constante juego, decidí quitarle el tanga, para quedar con su precioso coño depilado a la altura de mi rostro. Lo vi por unos segundos, para luego llevar mi boca hacia su clítoris, para acariciarlo con muchísima suavidad. Ella respondió con gemiditos cortitos, divinos. Estuvimos así durante un corto ratito, para luego ella tumbarse en uno de los muebles, boca arriba, y yo colocarme encima de ella, no sin antes quitarme mi tanga y recoger mi vestido por la cintura, para llevar a cabo un rico 69. Le puse mi concha en su cara, y fui a buscar la suya. Ella pasó sus manos por debajo de mí para abrazar mis nalgas, y llegar con la punta de sus dedos a mis labios vaginales. Yo entre tanto, comencé a escupir su cuca, lo hice varias veces, y procedí a pegar mis labios de su clítoris, mientras que con mis dedos iba sobando la vulva para luego de unos minutos, introducirle dos de ellos en toda su cavidad vaginal. Ella continuaba castigando mi diminuto clítoris, jugando con mis labios vaginales a abrirlos y cerrarlos con sus dedos. El apartamento se inundo de gemidos, cada vez más fuertes. Estábamos en una intensa lucha para ver quien obtenía el mayor placer de la otra, contienda que gano Sara, al sacarme de concentración al rato.

Su lengua y sus labios castigaban mi clítoris con bastante decisión. Yo solo reaccionaba metiendo y sacando mis dedos de su coño, lentamente, mientras mi rostro estaba reposando en la cara interna de los muslos de Sara. Cerré los ojos, sentía como un mar de placer se desbocaba en todo mi cuerpo. Ella era una experta con la boca. Tanto que no le costó mucho hacerme tener el primer orgasmo de la noche.

Luego de esto, nos pusimos de pie, para terminar de quitarnos las prendas, quedar totalmente desnudas y descalzas. Luego ella se sentó en el mismo mueble donde hicimos el 69, con las piernas bastante abiertas, y yo me senté delante de ella, viéndola, también con las piernas abiertas. Nos fuimos acercando poco a poco hasta que nuestras cuquitas se pegaron, momento en el que comenzamos a mover nuestras caderas a ritmo acompasado, apoyadas en nuestros brazos, hacia atrás. Ambas cuquitas estaban bastante abrillantadas, rozaban bastante rico. La sensación era deliciosa. En ese momento sentí los pasos de alguien, que se acercaba por detrás de mí. Ambas abrimos los ojos, deteniendo nuestra acción. Al yo voltear vi a Juan Carlos, el marido de Sara, quien estaba de pie detrás de mi observando la situación.

-¿Así que esta es tu amiguita Skarlet de quien tanto hablabas no? –nos dijo, mientras nosotras estábamos paralizadas, desnudas, sonrojadas, sin saber que decir. Juan Carlos se dirigió al mueble, y aprovecho que ambas nos separamos para sentarse en el centro de nosotras, quienes seguíamos sin ser capaces de articular palabra alguna.

-No se preocupen por mi…no las condeno…es fantasía común entre nosotros los hombres observar una peli porno lésbica en vivo...y más aun el ser atendidos sexualmente por dos zorritas viciosas y requetebuenotas como ustedes al mismo tiempo…

Sara y yo nos vimos las caras, mientras Juan desabrochaba sus pantalones y bajaba su bóxer, dejando su herramienta erecta al descubierto. –Se que por tu parte no hay problema cariño, eres una zorra, te gusta el sexo, y siempre estas abierta a probar cosas nuevas. Lo de hoy será un delicioso trío con tu querida amiga, que se ve tan zorra como tú. –le dijo Juan a su esposa Sara, mientras me tomo por el cabello y me llevo el rostro directamente a su verga, la cual acepte en mi boca, con hambre. Era un güebo bastante grande, muy apetecible, metí primero la punta en mi boca, dándole cortitas culpaditas suaves, y luego de un minuto, Juan fue haciendo presión en mi cabeza para que tragara mas, metiendo poco a poco su verga cada vez más adentro, hasta llegar a mis amigadlas, momento en el cual me dieron arcadas, aunque al poco rato me acostumbre. Pude divisar por un espejo ubicado en la sala, que Sara y Juan se besaban apasionadamente en la boca, y note que Juan no era el que me sostenía ahora por el cabello, en realidad era Sara, la que empujaba mi cabeza más y más. Nunca espere esta reacción de su parte. Pensé que ella no aceptaría, pero su marido bien lo dijo: es una zorrita fanática del sexo. Esta oportunidad de seguro no la iba a desaprovechar, ni yo tampoco.

Con ese gigantesco falo en mi boca, decidí adoptar otra posición. Me baje del pueble, sin sacar la polla de mi boca, y me ubique de rodillas entre las piernas de Juan. En esa posición, y al tener toda su extensión de carne en mi boca, se me facilitaba el poder masajear sus bolas con la lengua, la cual soltaba una deliciosa cascada de babita, producto de la salivación acelerada al tener la boca ocupada con su carne dura.

Durante unos minutos estuvimos así, hasta que Sara se coloco sobre él, abierta de piernas y de rodillas en el sofá, casi sentada en mi rostro. Yo entendí la idea y saque la vega de Juan de mi boca, tomándola con una mano e introduciéndola en el coñito encharcadito de Sara, quien al instante comenzó a moverse deliciosamente para su marido, quien la tomaba por el cuello, y le daba cachetadas no muy fuertes. Se notaba que a ellos les gusta lo rudo, así como a mí también me encanta. Me puse de pie, mientras ellos permanecían en esa posición, y me subí al mueble. Pase una de mis piernas entre ambos, para quedar mis caderas en medio de sus rostros, con mi culo viendo hacia Sara, y mi cuca viendo hacia Juan. Con mi mano izquierda tome la cabeza de Sara, y la hundí entre mis nalgas, las cuales ella abrió con sus manos, para llegar a mi agujerito anal, y con la derecha hice lo mismo con Juan, pero a este obviamente le apreté la cara en mi pubis, para que su lengua trabajara mi clítoris. Ambos comenzaron un delicioso trabajo con sus lenguas en mis partes, haciéndome gemir como una autentica loba en celo. La lengua de Sara peleaba con el hoyo de mi culo para entrar en el, mientras que Juan hacía gala de sus deliciosos movimientos con su lengua. Al cabo de un rato cambio su lengua por sus dientes, mordiendo ligeramente mi clítoris, lo que me hizo estallar en un segundo orgasmo, más brutal que el primero. Mis piernas temblaron, pensé que desfallecería, pero logre mantenerme de pie entra ambos. En ese momento, sentí que Sara pegaba gritos ahogados por la presión que yo jeria sobre su cabeza en mi culo, y sentí también como entre temblores deliciosos, tenía su orgasmo, muy bien merecido.

En ese momento los solté a ambos. Sara se levanto, Juan se quedo en su sitio, y yo me di la vuelta y me incline lo mas que pude hacia delante, flexionando las piernas lo menos posible, para alcanzar el güebo de Juan con mi boca. Mi culo ahora quedaba a la altura de la cara de Juan, quien comenzó a castigarlo con sonoras y fuertes nalgadas. Chupe la verga con la mejor de mis dedicaciones, espoleada por dichos azotes. Ese delicioso trozo de carne de primera estaba lleno de los fluidos vaginales de Sara, como aderezo a su exquisito sabor. Yo estaba hirviendo, me sentía como una autentica puta, y me gustaba sentirme así en estos ratos de sexo.

Luego de esa mamada, la cual fue un poco breve, me baje del mueble para ocupar el lugar de Sara, aunque en lugar de colocarme de rodillas sobre el mueble con mis piernas abiertas, viendo hacia él, como Sara estaba, me coloque a sentadillas sobre su verga, dirigiéndola el hacia mi agujero anal, lubricado por su esposa minutos atrás. Poco a poco me fui sentando, sintiendo como su enorme herramienta se abría paso en mi culo, sintiendo como las paredes de este se adhería a cada irregularidad en el relieve de su invasor. No pude evitar gemir tanto de dolor como de placer, hasta que lo tuve todo dentro de mí. Dure unos segundos sentada, sin moverme, para acostumbrarme a su verga en mi interior, segundo en los cuales Sara se coloco delante de mí, y tomándome del cuello, comenzó a besarme apasionadamente, sin dejarme respirar mucho. Al ratito de estarnos besando, Juan tomo mis caderas con sus manos y comenzó a forzarme para hacer un sube y baja, el cual comencé primero lentamente, para luego aumentar el ritmo. Sara no dejaba de besarme, aunque la cosa a los minutos paso de ser un beso apasionado a ser algo un poco más duro, comenzó a lamer mi rostro, y a escupirme en el.

Juan gemía, le encantaba como m estaba moviendo, tanto así que los gemidos pasaron a ser gritos d placer –AAAAAAAHHPERRA SIII QUE DIVINO TIENES EL CULO AAHHH SII MUEVETE ZORRA, ASI….AAHH –decía, mientras con sus manos dirigía mis movimientos y me daba nalgadas fuertes d vez en cuando. Sara ya no solo me escupía el rostro, me daba cachetadas, y me decía de todo –VAMOS PUTA, MUEVETE, MI MARIDO QUIERE PLACER, DASELO FURCIA, COMPLACELO, ESE ES TU TRABAJO, SATISFACERNOS –la cosa se torno bastante ruda la verdad. Yo gozaba como una loca, el ser tratada así por ambos era divino.

En ese momento, Juan me tomo por el estomago y recostándome de su cuerpo, tomo impulso para cambiar de mueble, cargándome sin sacar su polla de mi culo. Nos pasamos a otro mueble, colocándome el a cuatro patas, y pasando a hacer el típico mete y saca, mientras que con un pie me pisaba la cabeza contra el mueble. Sara se coloco a su lado, colocando su pie en mi riostro, ordenándome besarlo, lamerlo, cosa que hice con hambre y devoción, haciendo el papel de sumisa de ambos, mientras ellos se besaban apasionadamente, con ella acariciándole el pecho a él y el respondiéndole con una sobada de cuca, que la hizo acabar en poco tiempo.

Luego de un rato en esa posición, Juan me saco el güebo del culo, me tomo por los pelos, y apuntando a mi rostro, acabo abundantemente, llenándome toda la cara de leche, entrando un par de chorros en mi boca y cayendo un poco en mi cabello, mientras su esposa le lamia las bolas con devoción. Luego de terminar de acabar en mi rostro, el tomo a Sara por los pelos, y nos hizo besarnos, pasándole yo la leche de mi boca a la suya, y embarrando el rostro de Sara de la leche que estaba en el mío.

El resto de la noche transcurrió casi de manera normal. Preparamos una deliciosa cena entre los tres, después de darnos una rica ducha, y cenamos. Toda la velada Sara y yo la pasamos desnudas, Juan se vistió cómodamente para disfrutar de esta situación, la cual nos daba mucho morbo al estar solo nosotras en traje de Eva. Luego de cenar nos metimos los tres en la cama matrimonial, con Juan el centro, y nosotras a cada lado, desnudas, y abrazadas a él, mientras veíamos una película. Me quede dormida rápidamente, con una amplia sonrisa dibujada en mi rostro por imaginar las deliciosas cosas que sucederán a futuro a las cuales daba pie este gran reencuentro…

0 comentarios - Reencuentro Con Una Amiga Y Su Marido