Me sorprendió recibir el llamado del Tano (¿se acuerdan?, el tipo con el que me tuve que encamar para saldar una deuda de Pablo). Sin embargo, debo admitir que no me desagrado el hecho de que me llamara, por algo le había dado mi número, la había pasado bastante bien con él por lo que ciertamente albergaba la esperanza de concretar un nuevo encuentro, pero esta vez sin Pablo cerca.
-Hola nena, ¿Cómo estás?- me saludó cuándo atendí.
-Bien, saliendo recién del laburo- le dije, aunque era mentira, ya que hace casi dos meses que estoy sin trabajo, pero eso él no tiene porque saberlo.
-Mirá, ¿hay alguna posibilidad de que mañana nos veamos?, a la hora que vos digas- quiso saber.
-¿Te quedaste con ganas de más?- le pregunté con un tonito incitante.
-Jajaja- se rió –Ya se me esta parando de solo escucharte, claro que me quede con ganas de más, pero esta vez quiero hablarte de algo, proponerte algo así como un negocio- me dijo.
-¿Un negocio? Mirá que yo no tengo un mango- le replique.
-No, no es eso, vos no tenés que poner ni un centavo, se trata de otra cosa, no te lo puedo explicar por acá, es mejor hablarlo en persona, ¿te parece?- insistió.
-Bueno… con escucharte no pierdo nada, aunque…-
-¿Aunque qué…?-
-Creía que me llamabas por otra cosa, como que me desilusionaste un poco- le comenté.
-Jajaja- se volvió a reír –Sos tremenda pendeja, mirá, hagamos una cosa, nos vemos, charlamos un poco sobre lo que quiero ofrecerte y después vamos a un telo, ¿que decís?-
-Digo que me encantaría- asentí.
Quedamos en vernos al día siguiente. Me esperaría en una confitería, la verdad es que me intrigaba saber sobre que quería hablarme, si lo que buscaba era cogerme de nuevo solo tenía que decírmelo, ya le había dejado en claro que me gustaría estar de nuevo con él, pero aún así insistía en que quería hablarme sobre algo, sobre un supuesto negocio.
Llegué a la confitería en el horario pactado, previamente habíamos estado intercambiando mensajes por lo que estaba al tanto de mi inminente llegada.
-¿Qué querés tomar?- me preguntó luego de saludarnos con un beso.
-Cerveza esta bien- le dije viendo la botella que ya estaba abierta en su mesa.
Pidió otro vaso, me sirvió y tras un rápido brindis comenzó a contarme eso por lo que me había citado.
-Mirá, después de salir de la cárcel empecé a trabajar en la noche, me contacté con algunos viejos amigos y de a poco fui recuperando el terreno que alguna vez supe tener- comenzó.
-Pero eso que tiene que ver conmigo- me sorprendí todavía más ya que no sabía por donde venía la mano.
-Tiene que ver en que estoy manejando algunas chicas… profesionales, minas que trabajan en esto de complacer a los hombres tal como vos me complaciste a mí…-
-Putas…- lo interrumpí.
-Si, putas, acompañantes, escorts, como quieras llamarles- completó.
-Si, ya varios me dijeron que tendría que trabajar de eso, pero la verdad te digo, a mí no me gusta, no te miento, alguna que otra vez cobré por sexo pero lo hice más por calentura que por la plata- le dije.
-A eso voy, vos lo hacés porque te gusta, no por obligación, eso fue lo que sentí el otro día cuándo estuvimos juntos, aunque no me conocías, al empezar a chapar como que te soltaste, liberaste tus ataduras y te revelaste como una loba… te confieso Giselle- y diciendo esto se acercó un poco más y bajó el tono de su voz –Generalmente soy yo el que prueba a las minas que van a trabajar para mí, por lo que me garché a unas cuántas, pero con vos fue distinto… hacia tiempo que no me calentaba tanto con una mina-
-Te agradezco el elogio, pero dejame preguntarte algo, ¿acaso me estabas probando?-
-Si, era una prueba, y te aseguro que superaste todas mis expectativas… y las de Pablo también-
-Pero, ¿y lo de la deuda?-
-Eso era mentira, fue la forma que encontró el guacho de Pablo para hacer que aceptaras acostarte conmigo-
-¡Que flor de hijo de puta!- exclamé.
-Coincido con vos, ¿Qué hacés con un tipo así? Si es por garche por vos misma podés conseguir al tipo que quieras-
-Es complicado-
-Mirá, él me llamó unos días antes, me dijo que tenía una chica que me podía servir, muy buena en la cama, petera a full y que le gustaba de todo, que si quería probarla él podía arreglarlo-
Yo estaba escandalizada. Me habían engañado, había caído en una trampa, me habían tomado el pelo y mucho más también.
-No lo puedo creer- expresé decepcionada.
-También nena, solo vos te podés comer el cuento ese de la deuda carnal… jajaja… cuándo Pablo me lo dijo casi me descompongo de la risa-
Yo seguía acumulando bronca, debió darse cuenta porque enseguida trató de conciliar.
-Podés pensar lo que quieras, pero las minas que trabajan para mí ganan bien, y reciben el mejor trato, no soy un monstruo, acá el verdadero hijo de puta es Pablo que te quiere hacer laburar-
-¿Entonces qué? ¿Querés que sea una de tus chicas?-
-No, tampoco es eso, me gusta como sos y la verdad es que me gustaría atenderte yo mismo de vez en cuándo, la cosa es que tengo un par de clientes muy especiales, son tipos poderosos que vienen del norte, son dueños de curtiembres y cada tanto vienen a ver como marchan sus negocios acá-
-¿Y?-
-Hace rato que les consigo chicas, pero últimamente están medio quisquillosos, ya no quieren chicas profesionales, la última vez les lleve un par haciéndoles creer que eran chicas nuevas pero les sacaron la ficha enseguida, lo que ellos buscan son chicas comunes, chicas de barrio, minas que lo hagan porque les gusta no por la plata… aunque, claro, recibirías una buena suma por el trabajito y además ellos son de hacer muy buenos regalos-
-¿Ellos? ¿Tendría que estar con dos?-
-A eso iba, de ser posible tendrías que ir con una amiga-
Enseguida, cuándo mencionó lo de la amiga, pensé en Mara. Hacia unos días había estado con ella y me había comentado que estaba con algunos problemas económicos, al igual que yo no tenía trabajo y los padres ya no la ayudaban tanto como antes, porque había vuelto con Diego, un chico que a ninguno de los dos les gustaba. Y la verdad es que tenían razón, ya que Diego no es trigo limpio, anda en cosas raras, pero bueno, ese es otro tema. (Además, después de lo de Pablo y el Tano yo no podía condenarla).
-A ver si entiendo- le dije entonces al tano -¿Lo que estás proponiendo es que me prostituya?-
-Bueno si, algo así-
-¿Algo así? Me estás diciendo que tengo que salir con un tipo, y me imagino que no me va a llevar solamente a cenar, va a querer otra cosa también, disculpame pero eso me suena a hacer de puta- le expresé.
-Teniendo en cuenta tu performance del otro día, me parece que eso es algo que no te va a costar demasiado- me replicó.
Y tenía razón, más allá del importante efectivo que me ofrecía, el hecho de hacer de acompañante era algo que había comenzado a excitarme. Además no sería la primera ni la última vez que cobraría por sexo.
-Hablo con una amiga y te contesto- le dije finalmente, dando por aceptado el ofrecimiento.
-Buenísimo, me vas a hacer un gran favor- exclamó.
-Entonces, ahora que ya arreglamos nuestros asuntos…- comencé.
-¿Ahora qué?- se sonrió, viendo por donde venía la mano.
-Quiero que me cojas- le dije casi susurrando.
Llamó al mozo, pagó lo consumido, y sin decirnos más nada salimos de la confitería. Fuimos a un telo que estaba en la esquina.
-¡Que perra sos… como te gusta la pija, nena!- me dijo apenas entramos a la habitación, agarrándome de la cintura y pegándome a su cuerpo, haciéndome sentir en la cola el rigor de su abultada entrepierna.
-¡Me gusta tu pija!- le aclaré por si hacía falta, a la vez que deslizaba una mano por entre nuestros cuerpos y acariciaba ese pronunciado abultamiento.
Esta vez me deje hacer, me entregué por completo a él, como si ya fuera suya, como si fuera su mercancía, deje que me sacara la ropa, bruscamente y con urgencia, y que me tirara de un empujón sobre la cama. Caí de espalda, con las piernas abiertas, la concha húmeda y anhelante. Me toqué y sentí el clítoris hinchado, puntiagudo, asomando impaciente por entre los labios mayores. ¡Que calentura por Dios! ¡Como me ponía ese tipo! Sin demora se echó entre mis piernas, separó los gajos de mi concha con los dedos y comenzó a lengüetear por el borde y en la entrada, yo me retorcía de placer, sentía unos incitantes pinchazos que me atravesaban hasta lo más íntimo. Lo agarraba de los pelos y lo sepultaba todavía más en mi entrepierna, pidiéndole, suplicándole, rogándole que me chupara, que me comiera toda. Así lo hizo, claro, devorándome toda esa zona con una gula a la cuál solo yo podría igualar. Dejándome la concha a punto caramelo, se levantó y con la pija en estado de suma tensión, se subió a la cama, se colocó de rodillas a escasos centímetros de mi cara, y me la dio para que le devolviera atenciones. Apenas abrí la boca, el suculento pedazo me atravesó hasta llegar a la garganta por lo menos, lo sentí encajándose entre las paredes de mi laringe, tapándome por completo cualquier conducto respiratorio. Y encima, teniendo toda su verga atravesada en la garganta, con los dedos me tapaba la nariz, por lo que durante algunos segundos me era imposible respirar, me soltaba recién cuándo se daba cuenta que me quedaba sin aire. Sentía como se me enrojecían las mejillas y como me brotaban las lágrimas de los ojos cuándo me hacía eso, pero aunque se trataba de un jueguito por demás sádico y morboso, me resultaba sumamente excitante. Me sacaba la pija de la boca y me la frotaba fuertemente por toda la cara, haciéndome sentir su dureza, su voluptuosa consistencia. En cierto momento me miré en uno de los espejos de las paredes y tenía toda la cara enrojecida, con los ojos vidriosos y las venas de la frente bien marcadas. El Tano apenas me dejo respirar, me puso en cuatro y me la mandó hasta lo más profundo de un solo empujón. Me hizo gritar al metérmela toda de una sola vez, pero así y todo no se apiadó de mí, ya que enseguida me agarró bien fuerte de la cintura y empezó a bombearme con todo… me garchó pero a lo bestia, entrando y saliendo de mi concha en toda su extensión, a la vez que con uno de sus pulgares comenzaba a frotarme el agujero del culo. Al igual que Pablo, el Tano tiene una especial predilección por el sexo anal, debe ser por eso de haber pasado tanto tiempo en la cárcel, por lo que no estuvo mucho tiempo en mi concha, prefiriendo metérmela por el culo… yo encantada, obvio, me encanta sentirla por ahí, por lo que cuándo me enculó estallé en plácidos y álgidos gemidos. Ahora sí, en mi culo se sentía a sus anchas, se movía con una fluidez sorprendente para un conducto tan estrecho, aunque el mío ya estuviera lo suficientemente elastizado como para recibir la verga de un rinoceronte… jajaja. Entre metida y sacada el Tano me pegaba fuerte en la cola, haciendo resonar mis nalgas por sobre los gemidos de ambos. Me estaba demoliendo, sentía que con cada pijazo me empujaba todo para adentro, las tripas y todo lo demás.
-¡Mmmm… pendeja… parece que no tuvieras fondo…!- me decía sin dejar de surtirme, embistiéndome con todo, haciéndome vibrar con cada arremetida.
Me estuvo culeando por un buen rato, hasta que se apiadó de mi conchita y decidió ocuparla también, así que me la sacó del culo y me la mandó por la concha. Un nuevo estremecimiento y más gemidos y jadeos. El gusto que sentía era inmenso y más cuándo empezó a alternar entre ambos agujeros, la sacaba de la concha y la metía en el culo, la sacaba del culo y la metía en la concha, así una y otra vez, sin pausa ni respiro, dándome cada vez más fuerte, disfrutándome por ambos orificios.
-Pendeja, si aceptás mi propuesta te aseguro que nos llenamos de guita los dos- me dijo luego, mientras se echaba de espalda, con la pija apuntando hacia el techo.
Me le subí encima, acomodando mis piernas a ambos lados de su cuerpo y con una mano apoyé la pija justo en la entrada de mi concha, apenas un mínimo movimiento bastó para que me la metiera toda entera de nuevo, haciéndomela sentir hasta lo más íntimo y profundo. Arqueando la espalda y echando la cabeza hacia atrás, trate de clavarme lo más que pude en él, sintiendo el palpitar de su verga en mi útero. Con los ojos cerrados y la boca abierta, emitiendo los más plácidos suspiros, comencé a cabalgarlo, con más ímpetu cada vez, sintiendo cada pliegue, cada vena de su poronga, metiéndomela hasta los huevos, deseando sentirla mucho más adentro todavía pese a que ya la tenía íntegramente dentro de mí. No me dejo disfrutar mucho, sin embargo, a él le gustaba tener el control, por lo que me dio vuelta y echándose sobre mí me cogió a quemarropa. Me atravesó hasta lo más recóndito, una, dos, mil veces, lacerándome el interior de la concha con la dureza de su pija.
-¡Tomá puta… putita… te voy a destrozar… te voy a hacer mierda…!- me gritaba desaforado, escupiendo saliva, salive que me chorreaba por toda la cara.
-¡Tomá… tomá… guardate esta…!- me seguía gritando, mandándomela sin concesiones, haciéndome delirar de gusto y placer.
-¡Ahhhhhhhhhhh…!- los dos llegamos en el mismo instante, echándonos un polvo supremo y alucinante, de esos que te dejan temblando por un largo rato.
Mientras la leche se descargaba en el forro, el Tano se derrumbó sobre mí y me besó con la lengua.
-Pendeja… cada vez que estoy con vos termino seco- me dijo.
-Y yo, no puedo caminar por una semana- me reí.
Ni bien salí del telo llamé a Mara y le dije que tenía que hablar con ella, que viniera esa noche a mi casa. Después les cuento que me respondió.
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-Hola nena, ¿Cómo estás?- me saludó cuándo atendí.
-Bien, saliendo recién del laburo- le dije, aunque era mentira, ya que hace casi dos meses que estoy sin trabajo, pero eso él no tiene porque saberlo.
-Mirá, ¿hay alguna posibilidad de que mañana nos veamos?, a la hora que vos digas- quiso saber.
-¿Te quedaste con ganas de más?- le pregunté con un tonito incitante.
-Jajaja- se rió –Ya se me esta parando de solo escucharte, claro que me quede con ganas de más, pero esta vez quiero hablarte de algo, proponerte algo así como un negocio- me dijo.
-¿Un negocio? Mirá que yo no tengo un mango- le replique.
-No, no es eso, vos no tenés que poner ni un centavo, se trata de otra cosa, no te lo puedo explicar por acá, es mejor hablarlo en persona, ¿te parece?- insistió.
-Bueno… con escucharte no pierdo nada, aunque…-
-¿Aunque qué…?-
-Creía que me llamabas por otra cosa, como que me desilusionaste un poco- le comenté.
-Jajaja- se volvió a reír –Sos tremenda pendeja, mirá, hagamos una cosa, nos vemos, charlamos un poco sobre lo que quiero ofrecerte y después vamos a un telo, ¿que decís?-
-Digo que me encantaría- asentí.
Quedamos en vernos al día siguiente. Me esperaría en una confitería, la verdad es que me intrigaba saber sobre que quería hablarme, si lo que buscaba era cogerme de nuevo solo tenía que decírmelo, ya le había dejado en claro que me gustaría estar de nuevo con él, pero aún así insistía en que quería hablarme sobre algo, sobre un supuesto negocio.
Llegué a la confitería en el horario pactado, previamente habíamos estado intercambiando mensajes por lo que estaba al tanto de mi inminente llegada.
-¿Qué querés tomar?- me preguntó luego de saludarnos con un beso.
-Cerveza esta bien- le dije viendo la botella que ya estaba abierta en su mesa.
Pidió otro vaso, me sirvió y tras un rápido brindis comenzó a contarme eso por lo que me había citado.
-Mirá, después de salir de la cárcel empecé a trabajar en la noche, me contacté con algunos viejos amigos y de a poco fui recuperando el terreno que alguna vez supe tener- comenzó.
-Pero eso que tiene que ver conmigo- me sorprendí todavía más ya que no sabía por donde venía la mano.
-Tiene que ver en que estoy manejando algunas chicas… profesionales, minas que trabajan en esto de complacer a los hombres tal como vos me complaciste a mí…-
-Putas…- lo interrumpí.
-Si, putas, acompañantes, escorts, como quieras llamarles- completó.
-Si, ya varios me dijeron que tendría que trabajar de eso, pero la verdad te digo, a mí no me gusta, no te miento, alguna que otra vez cobré por sexo pero lo hice más por calentura que por la plata- le dije.
-A eso voy, vos lo hacés porque te gusta, no por obligación, eso fue lo que sentí el otro día cuándo estuvimos juntos, aunque no me conocías, al empezar a chapar como que te soltaste, liberaste tus ataduras y te revelaste como una loba… te confieso Giselle- y diciendo esto se acercó un poco más y bajó el tono de su voz –Generalmente soy yo el que prueba a las minas que van a trabajar para mí, por lo que me garché a unas cuántas, pero con vos fue distinto… hacia tiempo que no me calentaba tanto con una mina-
-Te agradezco el elogio, pero dejame preguntarte algo, ¿acaso me estabas probando?-
-Si, era una prueba, y te aseguro que superaste todas mis expectativas… y las de Pablo también-
-Pero, ¿y lo de la deuda?-
-Eso era mentira, fue la forma que encontró el guacho de Pablo para hacer que aceptaras acostarte conmigo-
-¡Que flor de hijo de puta!- exclamé.
-Coincido con vos, ¿Qué hacés con un tipo así? Si es por garche por vos misma podés conseguir al tipo que quieras-
-Es complicado-
-Mirá, él me llamó unos días antes, me dijo que tenía una chica que me podía servir, muy buena en la cama, petera a full y que le gustaba de todo, que si quería probarla él podía arreglarlo-
Yo estaba escandalizada. Me habían engañado, había caído en una trampa, me habían tomado el pelo y mucho más también.
-No lo puedo creer- expresé decepcionada.
-También nena, solo vos te podés comer el cuento ese de la deuda carnal… jajaja… cuándo Pablo me lo dijo casi me descompongo de la risa-
Yo seguía acumulando bronca, debió darse cuenta porque enseguida trató de conciliar.
-Podés pensar lo que quieras, pero las minas que trabajan para mí ganan bien, y reciben el mejor trato, no soy un monstruo, acá el verdadero hijo de puta es Pablo que te quiere hacer laburar-
-¿Entonces qué? ¿Querés que sea una de tus chicas?-
-No, tampoco es eso, me gusta como sos y la verdad es que me gustaría atenderte yo mismo de vez en cuándo, la cosa es que tengo un par de clientes muy especiales, son tipos poderosos que vienen del norte, son dueños de curtiembres y cada tanto vienen a ver como marchan sus negocios acá-
-¿Y?-
-Hace rato que les consigo chicas, pero últimamente están medio quisquillosos, ya no quieren chicas profesionales, la última vez les lleve un par haciéndoles creer que eran chicas nuevas pero les sacaron la ficha enseguida, lo que ellos buscan son chicas comunes, chicas de barrio, minas que lo hagan porque les gusta no por la plata… aunque, claro, recibirías una buena suma por el trabajito y además ellos son de hacer muy buenos regalos-
-¿Ellos? ¿Tendría que estar con dos?-
-A eso iba, de ser posible tendrías que ir con una amiga-
Enseguida, cuándo mencionó lo de la amiga, pensé en Mara. Hacia unos días había estado con ella y me había comentado que estaba con algunos problemas económicos, al igual que yo no tenía trabajo y los padres ya no la ayudaban tanto como antes, porque había vuelto con Diego, un chico que a ninguno de los dos les gustaba. Y la verdad es que tenían razón, ya que Diego no es trigo limpio, anda en cosas raras, pero bueno, ese es otro tema. (Además, después de lo de Pablo y el Tano yo no podía condenarla).
-A ver si entiendo- le dije entonces al tano -¿Lo que estás proponiendo es que me prostituya?-
-Bueno si, algo así-
-¿Algo así? Me estás diciendo que tengo que salir con un tipo, y me imagino que no me va a llevar solamente a cenar, va a querer otra cosa también, disculpame pero eso me suena a hacer de puta- le expresé.
-Teniendo en cuenta tu performance del otro día, me parece que eso es algo que no te va a costar demasiado- me replicó.
Y tenía razón, más allá del importante efectivo que me ofrecía, el hecho de hacer de acompañante era algo que había comenzado a excitarme. Además no sería la primera ni la última vez que cobraría por sexo.
-Hablo con una amiga y te contesto- le dije finalmente, dando por aceptado el ofrecimiento.
-Buenísimo, me vas a hacer un gran favor- exclamó.
-Entonces, ahora que ya arreglamos nuestros asuntos…- comencé.
-¿Ahora qué?- se sonrió, viendo por donde venía la mano.
-Quiero que me cojas- le dije casi susurrando.
Llamó al mozo, pagó lo consumido, y sin decirnos más nada salimos de la confitería. Fuimos a un telo que estaba en la esquina.
-¡Que perra sos… como te gusta la pija, nena!- me dijo apenas entramos a la habitación, agarrándome de la cintura y pegándome a su cuerpo, haciéndome sentir en la cola el rigor de su abultada entrepierna.
-¡Me gusta tu pija!- le aclaré por si hacía falta, a la vez que deslizaba una mano por entre nuestros cuerpos y acariciaba ese pronunciado abultamiento.
Esta vez me deje hacer, me entregué por completo a él, como si ya fuera suya, como si fuera su mercancía, deje que me sacara la ropa, bruscamente y con urgencia, y que me tirara de un empujón sobre la cama. Caí de espalda, con las piernas abiertas, la concha húmeda y anhelante. Me toqué y sentí el clítoris hinchado, puntiagudo, asomando impaciente por entre los labios mayores. ¡Que calentura por Dios! ¡Como me ponía ese tipo! Sin demora se echó entre mis piernas, separó los gajos de mi concha con los dedos y comenzó a lengüetear por el borde y en la entrada, yo me retorcía de placer, sentía unos incitantes pinchazos que me atravesaban hasta lo más íntimo. Lo agarraba de los pelos y lo sepultaba todavía más en mi entrepierna, pidiéndole, suplicándole, rogándole que me chupara, que me comiera toda. Así lo hizo, claro, devorándome toda esa zona con una gula a la cuál solo yo podría igualar. Dejándome la concha a punto caramelo, se levantó y con la pija en estado de suma tensión, se subió a la cama, se colocó de rodillas a escasos centímetros de mi cara, y me la dio para que le devolviera atenciones. Apenas abrí la boca, el suculento pedazo me atravesó hasta llegar a la garganta por lo menos, lo sentí encajándose entre las paredes de mi laringe, tapándome por completo cualquier conducto respiratorio. Y encima, teniendo toda su verga atravesada en la garganta, con los dedos me tapaba la nariz, por lo que durante algunos segundos me era imposible respirar, me soltaba recién cuándo se daba cuenta que me quedaba sin aire. Sentía como se me enrojecían las mejillas y como me brotaban las lágrimas de los ojos cuándo me hacía eso, pero aunque se trataba de un jueguito por demás sádico y morboso, me resultaba sumamente excitante. Me sacaba la pija de la boca y me la frotaba fuertemente por toda la cara, haciéndome sentir su dureza, su voluptuosa consistencia. En cierto momento me miré en uno de los espejos de las paredes y tenía toda la cara enrojecida, con los ojos vidriosos y las venas de la frente bien marcadas. El Tano apenas me dejo respirar, me puso en cuatro y me la mandó hasta lo más profundo de un solo empujón. Me hizo gritar al metérmela toda de una sola vez, pero así y todo no se apiadó de mí, ya que enseguida me agarró bien fuerte de la cintura y empezó a bombearme con todo… me garchó pero a lo bestia, entrando y saliendo de mi concha en toda su extensión, a la vez que con uno de sus pulgares comenzaba a frotarme el agujero del culo. Al igual que Pablo, el Tano tiene una especial predilección por el sexo anal, debe ser por eso de haber pasado tanto tiempo en la cárcel, por lo que no estuvo mucho tiempo en mi concha, prefiriendo metérmela por el culo… yo encantada, obvio, me encanta sentirla por ahí, por lo que cuándo me enculó estallé en plácidos y álgidos gemidos. Ahora sí, en mi culo se sentía a sus anchas, se movía con una fluidez sorprendente para un conducto tan estrecho, aunque el mío ya estuviera lo suficientemente elastizado como para recibir la verga de un rinoceronte… jajaja. Entre metida y sacada el Tano me pegaba fuerte en la cola, haciendo resonar mis nalgas por sobre los gemidos de ambos. Me estaba demoliendo, sentía que con cada pijazo me empujaba todo para adentro, las tripas y todo lo demás.
-¡Mmmm… pendeja… parece que no tuvieras fondo…!- me decía sin dejar de surtirme, embistiéndome con todo, haciéndome vibrar con cada arremetida.
Me estuvo culeando por un buen rato, hasta que se apiadó de mi conchita y decidió ocuparla también, así que me la sacó del culo y me la mandó por la concha. Un nuevo estremecimiento y más gemidos y jadeos. El gusto que sentía era inmenso y más cuándo empezó a alternar entre ambos agujeros, la sacaba de la concha y la metía en el culo, la sacaba del culo y la metía en la concha, así una y otra vez, sin pausa ni respiro, dándome cada vez más fuerte, disfrutándome por ambos orificios.
-Pendeja, si aceptás mi propuesta te aseguro que nos llenamos de guita los dos- me dijo luego, mientras se echaba de espalda, con la pija apuntando hacia el techo.
Me le subí encima, acomodando mis piernas a ambos lados de su cuerpo y con una mano apoyé la pija justo en la entrada de mi concha, apenas un mínimo movimiento bastó para que me la metiera toda entera de nuevo, haciéndomela sentir hasta lo más íntimo y profundo. Arqueando la espalda y echando la cabeza hacia atrás, trate de clavarme lo más que pude en él, sintiendo el palpitar de su verga en mi útero. Con los ojos cerrados y la boca abierta, emitiendo los más plácidos suspiros, comencé a cabalgarlo, con más ímpetu cada vez, sintiendo cada pliegue, cada vena de su poronga, metiéndomela hasta los huevos, deseando sentirla mucho más adentro todavía pese a que ya la tenía íntegramente dentro de mí. No me dejo disfrutar mucho, sin embargo, a él le gustaba tener el control, por lo que me dio vuelta y echándose sobre mí me cogió a quemarropa. Me atravesó hasta lo más recóndito, una, dos, mil veces, lacerándome el interior de la concha con la dureza de su pija.
-¡Tomá puta… putita… te voy a destrozar… te voy a hacer mierda…!- me gritaba desaforado, escupiendo saliva, salive que me chorreaba por toda la cara.
-¡Tomá… tomá… guardate esta…!- me seguía gritando, mandándomela sin concesiones, haciéndome delirar de gusto y placer.
-¡Ahhhhhhhhhhh…!- los dos llegamos en el mismo instante, echándonos un polvo supremo y alucinante, de esos que te dejan temblando por un largo rato.
Mientras la leche se descargaba en el forro, el Tano se derrumbó sobre mí y me besó con la lengua.
-Pendeja… cada vez que estoy con vos termino seco- me dijo.
-Y yo, no puedo caminar por una semana- me reí.
Ni bien salí del telo llamé a Mara y le dije que tenía que hablar con ella, que viniera esa noche a mi casa. Después les cuento que me respondió.
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7 comentarios - El tano...
sos mi idola
muchas veces fantasee con una propuesta asi
y lo que contas en el telo... ufff me puso muy mallll
van los 10 puntos