Recién vuelvo de Mina Clavero, Córdoba; y les quería contar lo que me pasó en estas vacaciones.
Hace un par de meses que volví a la soltería, ya que terminamos con mi novia después de cuatro años, y no pude organizar bien mis vacaciones. Justo cuando creía que me iba a quedar en Buenos Aires, mis tíos me invitaron a pasar dos semanas en la casa que alquilaron allá; también iba mi primo con su novia. Él, más que mi primo es mi mejor amigo, hemos compartido salidas y sabemos secretos y confidencias del otro que nadie más sabe. Si bien él me lleva dos años, sexualmente debutamos al mismo tiempo.
Un poco la relación con él se puso más distante cuando cada uno de nosotros formalizó una relación; aunque ahora estoy soltero, mi relación iba para casorio. Él, en cambio, está comprometido con su novia: eso fue lo que me contó cuando me fue a recibir a la terminal de micros.
Los días pasaban entre ir al río, asados, mucha fiaca, salidas por la noche, la pileta que tenía en la casa... Con mis tíos y mi primo me llevaba muy bien; con Gimena, la novia de mi primo, en cambio no. No es tampoco que nos lleváramos mal, directamente no nos llevábamos. Incluso en Buenos Aires, la relación con ella no era como mi primo quizá esperaba. Conversaciones cortantes y distantes, sí o no, una sonrisa, poco contacto visual. En pocas palabras, me pareció la novia más antipática que mi primo haya conocido, encima pronto llegaría el casorio.
Pero en el fondo soy hombre, y pienso con dos cabezas. Mientras la primera sentía rechazo, la otra me decía que no dejara de mirarla. La verdad es que hay que seguir las vibraciones de la pija.
Gimena era una mina normal, tiene cuatro años menos que mi primo, o sea dos años menos que yo. 29 para ser más exactos. Cuando viste jeans o algún otro pantalón, que de hecho siempre la conocí con ese tipo de vestimenta, los usa bastante holgados. Pelo morocho, apenas pasando los hombros, ojos miel.
Pero al verla en bikini, en diversos modelos de bikinis debería decir, me cambió bastante la impresión. Si bien de tetas no tiene mucho, ya lo sospechaba desde un principio, era un poco flaca para mi gusto. Tenía un ombligo redondo y profundo, debo confesar aquí que los ombligos femeninos me gustan y me calientan bastante. Pero lo que tenía escondido era su cola y sus muslos, bien redonda y sus piernas musculosas. Una de las pocas cosas que supe de ella es que practica spinning.
Así, cada vez que la veía en bikini o con algún cambio de atuendo que dejaba sus apreciar su anatomía, mi pija reaccionaba. Se hacía difícil, porque con la malla no siempre es fácil ocultar la erección.
Mientras me estaba duchando, una tardecita, no aguanté más y empecé a pajearme. Mientras me estaba bombeando, escucho el movimiento de un arbusto. Ahí me di cuenta que la ventanita (no tan pequeña) del baño daba a una parte del jardín de la casa. También me di cuenta que la cortina de baño era transparente.
No pude acabar, terminé la ducha y salí del baño medio con la cabeza gacha, temiendo que alguien me hubiera visto. Recorrí la casa, Gimena estaba durmiendo en una reposera, y mis tíos se preparaban para salir a comprar unas cosas para el asado de la noche. A último momento se sumó mi primo.
-Ya volvemos -gritó mi primo al cerrar la puerta. El auto arrancó y todos se marcharon. Mientras volvía a mi habitación, noté que Gimena ya no estaba en la reposera. Tampoco estaba en la pileta. El agua corría en la ducha del baño.
La cabeza dos, o sea mi pija, tomó el control de mi cuerpo. Salí al jardín a buscar esa ventanita. Efectivamente la encontré, y había que ponerse en puntas de pie para ver hacia adentro. Pude ver a Gimena de espaldas, duchándose. Por fin pude ver su cola desnuda. La pija la tenía al palo, bajé el cierre de la bermuda, me bajé el boxer y saqué la pija. Miraba su cola y me frotaba la pija otro poco. Pero en el medio de la paja, noté que Gimena se estaba por dar vuelta. Guardé, el tronco, y despacio me fui alejando de allí (lógicamente, el arbusto hizo un poco de ruido).
Fui a mi habitación y me puse a leer un libro. No quería problemas, ante todo porque era un invitado en esa casa, y, por el otro, como con la novia de un amigo, con la de mi primo no se jode.
Pasaron unos minutos o segundos, la verdad no lo sé. El corazón me latía rápido, pensando excusas para explicarle. Encima entre nosotros no había ninguna relación.
Escuchaba sus pasos acercándose a la pieza, ahí noté que su bolso, abierto, estaba en la habitación. Me acosté en la cama, me puse a leer y me hice el boludo.
La puerta se abrió y entró Gimena en una bata blanca y con una toalla en la cabeza. Yo parecía el hombre invisible, no me dijo ni mú. Se puso a buscar algo en el bolso, ropa supongo, dándome la espalda. Se sacó la bata y quedó en musculosa y una tanga que le calzaba a la perfección. De reojo miraba su cola, imaginando como se la destrozaría.
-¿Me estabas mirando? -me dijo después de un interminable silencio.
-No... -dije casi tartamudeando.
-¿Te estabas haciendo una paja? - se dió vuelta, mirándome a los ojos.
Yo sólo la miraba a los ojos, no sabía qué responder.
-Mostrámela - me ordenó.
-¿Qué cosa ? - dije como un pelotudo.
-No seas boludo.
Me desabotoné la bermuda y bajé el cierre.
-Para ver un boxer, veo el de tu primo. ¿Tenés miedo?
Era lógico que ella estaba al mando de la situación.
-Mirá boludo -dijo mientras se sacaba la toalla de la cabeza.
Entonces, se bajó la tanga y dejó al descubierto una hermosa concha toda depilada.
-¿Te late la pija hijo de puta? -dijo con el mismo tono.
Sin decir nada me bajé el boxer, mi pija se estaba moviendo, alzándose.
-Ahora pajeate hijo de puta, como lo hacías antes.
Obviamente se había dado cuenta que le estuve espiando y era ella la que me había visto pajeandome en la ducha. No me quedó otra, entonces, que pajearme para ella. Pero Gimena no se dedicó a mirar; mientras me masturbaba, ella comenzó a tocarse, metiéndose un par de dedos en su hermosa concha. Sus dedos salían húmedos de su vagina y se tocaba las tetas. Decidió sacarse la musculosa y quedó toda desnuda. Yo estaba entre caliente y nervioso, no fuera que justo ahora volvierian mis tíos y mi primo.
Mientras se acariciaba su clítoris, se acercó a la cama. Subió una pierna y su concha quedó sobre mi pija. Dejé de pajearme y ella, abriéndose la concha, se seguía tocando y ahora se metía la cabeza de mi pija en su concha. Mis ojos iban entre la puerta y su concha abierta.
Sin decir ni una palabra, se levantó y se dio vuelta, poniéndose en cuatro, quedamos haciendo un 69. Me empezó a chupar la pija con mucha fuerza, apretándome las bolas, pasando la lengua por el glande. Dejé de mirar la puerta y sólo me dediqué a la hermosa concha que tenía frente a mi cara. Mi lengua recorría toda la zona, toda la concha y su culo. Le metí un par de dedos, mientras le seguía chupando. Mordisqueaba sus labios vaginales, y, con la punta de la lengua, recorría su clítoris. Ahí fue la única vez que sentí algunos gemidos de su parte.
Se levantó sin avisar y fue a su bolso. Miraba como movía su cola y no podía parar de pajearme. Sacó un forro y vino hacia mí. Me lo puso, y se sentó arriba mío, dándome la espalda. Me cabalagaba sin decir un palabra, dando fuertes y profundos movimientos. Mis manos apretaban su cola con fuerza, también le daba unas palmadas, cada vez más fuertes, ya que no decía si le dolía o no.
La agarré y la traje hacia mi, quedando ella acostada sobre mi. Con una mano le tocaba las tetas, apretándole los pezones. Con la otra, me dedicaba a su concha, le tocaba el clitoris todo mojado. Gemía muy bajito, estaba con los ojos cerrados, y cuando abrió un poco la boca le di un lengüetazo. Ella siguió, y nos dábamos lenguazos. Mi pija se movía cada vez más rápido y más profundo dentro de ella. Gimena también se movía cada vez más rápido.
Noté que sus ojos estaban en blanco, de su boca salió un gemido muy suave y largo. Dejó de moverse. Pronto volvió en sí, desenganchó mi pija de su concha y se paró.
-Necesitaba una cogida así -murmuró sin mirarme.
Mientras se ponía la bata, yo me levanté de la cama.
-Hijo de puta, no acabaste- me dijo mirándome la pija, ya un poco flácida.
Era verdad, no había acabado y el forro no me dejaba mentir: estaba vacío.
Pronto se agachó, me sacó el forro, y me empezó a chupar rápido y hasta el fondo. Con una mano me agarró la cola, metiéndome un dedo en el culo. Con la otra, me apretaba los huevos, que a esta altura estaban más que cargados.
Empecé a sentir que estaba por acabar. Tenía la pija muy hinchada. Ella siguió bombeandome, hasta que no aguanté más. Sentí cómo me salían los chorros de leche adentro de su boca.
Ella abrió un poco su boca, para que pudiera sacar mi pija, le cayó un hilo de semen por su boca. Tenía los cachetes inflados, conteniendo la leche. Hizo como una especie de buche y se lo tragó todo. Yo sólo la miraba.
Cuando se paró me dio un beso en la boca, al sentir su lengua saqué la mía y así nos dimos un beso de lengua. Sentía en su boca el sabor de mi semen.
-Largaste mucha. hijo de puta - fue lo único que me dijo.
Así, agarró la ropa de su bolso y se fue de la pieza. Yo me vestí rápidamente, y volví a la cama. A los pocos minutos volvieron mis tíos y mi primo; más tarde hicimos el asado. Con Gimena recién nos volvimos a ver a la hora de la cena. El trato, por supuesto, seguía frío y distante. No sé que pensaba ella, pero cada vez que la miraba, o si intercambiaba palabra con ella, me sentía nervioso. ¿Y si se lo contaba a mi primo?
Pasaron los días y mi nerviosisimo y ritmo cardíaco volvió a la normalidad. No se volvió a dar nada parecido y ella, a la vez, me trataba con mayor distancia y frialdad. A la ducha iba con total normalidad, y me hice un par de pajas pensando que, quizá, ella me estuviera mirando.
Cuando las vacaciones se terminaron y tuve que ir a la terminal a tomar el micro de vuelta, me acompañó mi tío y, raramente, Gimena. Mi primo se quedó arreglando algo en la casa y mi tía leyendo la Paparazzi. Me despedí de ellos antes de subir al auto.
El viaje a la terminal fue casi un monólogo de mi tío. Gimena sólo miraba por la ventana.
Al llegar, mi tío abrió el baúl me saludó con un abrazo y volvió al auto. Gimena también había bajado, cosa que me había llamado la atención. Me pareció raro pero me ayudó a bajar la valija. Cuando estaba por cerrar el baúl, me puso una mano en el paquete, mis ojos se levantaron primero a ver a mi tío, y después a su cara.
-Cuidala, hijo de puta - fue lo último que me dijo, mientras me la acariciaba.
Cerré el baúl, ella se metió en el auto, y yo, con una erección incipiente, me dirigí a la plataforma de Chevallier. No sé qué pasará con mi primo y su novia de aquí en más, cómo será nuestra relación en Buenos Aires. Lo único que sé es que así fue cómo pasé mis vacaciones este año.
Hace un par de meses que volví a la soltería, ya que terminamos con mi novia después de cuatro años, y no pude organizar bien mis vacaciones. Justo cuando creía que me iba a quedar en Buenos Aires, mis tíos me invitaron a pasar dos semanas en la casa que alquilaron allá; también iba mi primo con su novia. Él, más que mi primo es mi mejor amigo, hemos compartido salidas y sabemos secretos y confidencias del otro que nadie más sabe. Si bien él me lleva dos años, sexualmente debutamos al mismo tiempo.
Un poco la relación con él se puso más distante cuando cada uno de nosotros formalizó una relación; aunque ahora estoy soltero, mi relación iba para casorio. Él, en cambio, está comprometido con su novia: eso fue lo que me contó cuando me fue a recibir a la terminal de micros.
Los días pasaban entre ir al río, asados, mucha fiaca, salidas por la noche, la pileta que tenía en la casa... Con mis tíos y mi primo me llevaba muy bien; con Gimena, la novia de mi primo, en cambio no. No es tampoco que nos lleváramos mal, directamente no nos llevábamos. Incluso en Buenos Aires, la relación con ella no era como mi primo quizá esperaba. Conversaciones cortantes y distantes, sí o no, una sonrisa, poco contacto visual. En pocas palabras, me pareció la novia más antipática que mi primo haya conocido, encima pronto llegaría el casorio.
Pero en el fondo soy hombre, y pienso con dos cabezas. Mientras la primera sentía rechazo, la otra me decía que no dejara de mirarla. La verdad es que hay que seguir las vibraciones de la pija.
Gimena era una mina normal, tiene cuatro años menos que mi primo, o sea dos años menos que yo. 29 para ser más exactos. Cuando viste jeans o algún otro pantalón, que de hecho siempre la conocí con ese tipo de vestimenta, los usa bastante holgados. Pelo morocho, apenas pasando los hombros, ojos miel.
Pero al verla en bikini, en diversos modelos de bikinis debería decir, me cambió bastante la impresión. Si bien de tetas no tiene mucho, ya lo sospechaba desde un principio, era un poco flaca para mi gusto. Tenía un ombligo redondo y profundo, debo confesar aquí que los ombligos femeninos me gustan y me calientan bastante. Pero lo que tenía escondido era su cola y sus muslos, bien redonda y sus piernas musculosas. Una de las pocas cosas que supe de ella es que practica spinning.
Así, cada vez que la veía en bikini o con algún cambio de atuendo que dejaba sus apreciar su anatomía, mi pija reaccionaba. Se hacía difícil, porque con la malla no siempre es fácil ocultar la erección.
Mientras me estaba duchando, una tardecita, no aguanté más y empecé a pajearme. Mientras me estaba bombeando, escucho el movimiento de un arbusto. Ahí me di cuenta que la ventanita (no tan pequeña) del baño daba a una parte del jardín de la casa. También me di cuenta que la cortina de baño era transparente.
No pude acabar, terminé la ducha y salí del baño medio con la cabeza gacha, temiendo que alguien me hubiera visto. Recorrí la casa, Gimena estaba durmiendo en una reposera, y mis tíos se preparaban para salir a comprar unas cosas para el asado de la noche. A último momento se sumó mi primo.
-Ya volvemos -gritó mi primo al cerrar la puerta. El auto arrancó y todos se marcharon. Mientras volvía a mi habitación, noté que Gimena ya no estaba en la reposera. Tampoco estaba en la pileta. El agua corría en la ducha del baño.
La cabeza dos, o sea mi pija, tomó el control de mi cuerpo. Salí al jardín a buscar esa ventanita. Efectivamente la encontré, y había que ponerse en puntas de pie para ver hacia adentro. Pude ver a Gimena de espaldas, duchándose. Por fin pude ver su cola desnuda. La pija la tenía al palo, bajé el cierre de la bermuda, me bajé el boxer y saqué la pija. Miraba su cola y me frotaba la pija otro poco. Pero en el medio de la paja, noté que Gimena se estaba por dar vuelta. Guardé, el tronco, y despacio me fui alejando de allí (lógicamente, el arbusto hizo un poco de ruido).
Fui a mi habitación y me puse a leer un libro. No quería problemas, ante todo porque era un invitado en esa casa, y, por el otro, como con la novia de un amigo, con la de mi primo no se jode.
Pasaron unos minutos o segundos, la verdad no lo sé. El corazón me latía rápido, pensando excusas para explicarle. Encima entre nosotros no había ninguna relación.
Escuchaba sus pasos acercándose a la pieza, ahí noté que su bolso, abierto, estaba en la habitación. Me acosté en la cama, me puse a leer y me hice el boludo.
La puerta se abrió y entró Gimena en una bata blanca y con una toalla en la cabeza. Yo parecía el hombre invisible, no me dijo ni mú. Se puso a buscar algo en el bolso, ropa supongo, dándome la espalda. Se sacó la bata y quedó en musculosa y una tanga que le calzaba a la perfección. De reojo miraba su cola, imaginando como se la destrozaría.
-¿Me estabas mirando? -me dijo después de un interminable silencio.
-No... -dije casi tartamudeando.
-¿Te estabas haciendo una paja? - se dió vuelta, mirándome a los ojos.
Yo sólo la miraba a los ojos, no sabía qué responder.
-Mostrámela - me ordenó.
-¿Qué cosa ? - dije como un pelotudo.
-No seas boludo.
Me desabotoné la bermuda y bajé el cierre.
-Para ver un boxer, veo el de tu primo. ¿Tenés miedo?
Era lógico que ella estaba al mando de la situación.
-Mirá boludo -dijo mientras se sacaba la toalla de la cabeza.
Entonces, se bajó la tanga y dejó al descubierto una hermosa concha toda depilada.
-¿Te late la pija hijo de puta? -dijo con el mismo tono.
Sin decir nada me bajé el boxer, mi pija se estaba moviendo, alzándose.
-Ahora pajeate hijo de puta, como lo hacías antes.
Obviamente se había dado cuenta que le estuve espiando y era ella la que me había visto pajeandome en la ducha. No me quedó otra, entonces, que pajearme para ella. Pero Gimena no se dedicó a mirar; mientras me masturbaba, ella comenzó a tocarse, metiéndose un par de dedos en su hermosa concha. Sus dedos salían húmedos de su vagina y se tocaba las tetas. Decidió sacarse la musculosa y quedó toda desnuda. Yo estaba entre caliente y nervioso, no fuera que justo ahora volvierian mis tíos y mi primo.
Mientras se acariciaba su clítoris, se acercó a la cama. Subió una pierna y su concha quedó sobre mi pija. Dejé de pajearme y ella, abriéndose la concha, se seguía tocando y ahora se metía la cabeza de mi pija en su concha. Mis ojos iban entre la puerta y su concha abierta.
Sin decir ni una palabra, se levantó y se dio vuelta, poniéndose en cuatro, quedamos haciendo un 69. Me empezó a chupar la pija con mucha fuerza, apretándome las bolas, pasando la lengua por el glande. Dejé de mirar la puerta y sólo me dediqué a la hermosa concha que tenía frente a mi cara. Mi lengua recorría toda la zona, toda la concha y su culo. Le metí un par de dedos, mientras le seguía chupando. Mordisqueaba sus labios vaginales, y, con la punta de la lengua, recorría su clítoris. Ahí fue la única vez que sentí algunos gemidos de su parte.
Se levantó sin avisar y fue a su bolso. Miraba como movía su cola y no podía parar de pajearme. Sacó un forro y vino hacia mí. Me lo puso, y se sentó arriba mío, dándome la espalda. Me cabalagaba sin decir un palabra, dando fuertes y profundos movimientos. Mis manos apretaban su cola con fuerza, también le daba unas palmadas, cada vez más fuertes, ya que no decía si le dolía o no.
La agarré y la traje hacia mi, quedando ella acostada sobre mi. Con una mano le tocaba las tetas, apretándole los pezones. Con la otra, me dedicaba a su concha, le tocaba el clitoris todo mojado. Gemía muy bajito, estaba con los ojos cerrados, y cuando abrió un poco la boca le di un lengüetazo. Ella siguió, y nos dábamos lenguazos. Mi pija se movía cada vez más rápido y más profundo dentro de ella. Gimena también se movía cada vez más rápido.
Noté que sus ojos estaban en blanco, de su boca salió un gemido muy suave y largo. Dejó de moverse. Pronto volvió en sí, desenganchó mi pija de su concha y se paró.
-Necesitaba una cogida así -murmuró sin mirarme.
Mientras se ponía la bata, yo me levanté de la cama.
-Hijo de puta, no acabaste- me dijo mirándome la pija, ya un poco flácida.
Era verdad, no había acabado y el forro no me dejaba mentir: estaba vacío.
Pronto se agachó, me sacó el forro, y me empezó a chupar rápido y hasta el fondo. Con una mano me agarró la cola, metiéndome un dedo en el culo. Con la otra, me apretaba los huevos, que a esta altura estaban más que cargados.
Empecé a sentir que estaba por acabar. Tenía la pija muy hinchada. Ella siguió bombeandome, hasta que no aguanté más. Sentí cómo me salían los chorros de leche adentro de su boca.
Ella abrió un poco su boca, para que pudiera sacar mi pija, le cayó un hilo de semen por su boca. Tenía los cachetes inflados, conteniendo la leche. Hizo como una especie de buche y se lo tragó todo. Yo sólo la miraba.
Cuando se paró me dio un beso en la boca, al sentir su lengua saqué la mía y así nos dimos un beso de lengua. Sentía en su boca el sabor de mi semen.
-Largaste mucha. hijo de puta - fue lo único que me dijo.
Así, agarró la ropa de su bolso y se fue de la pieza. Yo me vestí rápidamente, y volví a la cama. A los pocos minutos volvieron mis tíos y mi primo; más tarde hicimos el asado. Con Gimena recién nos volvimos a ver a la hora de la cena. El trato, por supuesto, seguía frío y distante. No sé que pensaba ella, pero cada vez que la miraba, o si intercambiaba palabra con ella, me sentía nervioso. ¿Y si se lo contaba a mi primo?
Pasaron los días y mi nerviosisimo y ritmo cardíaco volvió a la normalidad. No se volvió a dar nada parecido y ella, a la vez, me trataba con mayor distancia y frialdad. A la ducha iba con total normalidad, y me hice un par de pajas pensando que, quizá, ella me estuviera mirando.
Cuando las vacaciones se terminaron y tuve que ir a la terminal a tomar el micro de vuelta, me acompañó mi tío y, raramente, Gimena. Mi primo se quedó arreglando algo en la casa y mi tía leyendo la Paparazzi. Me despedí de ellos antes de subir al auto.
El viaje a la terminal fue casi un monólogo de mi tío. Gimena sólo miraba por la ventana.
Al llegar, mi tío abrió el baúl me saludó con un abrazo y volvió al auto. Gimena también había bajado, cosa que me había llamado la atención. Me pareció raro pero me ayudó a bajar la valija. Cuando estaba por cerrar el baúl, me puso una mano en el paquete, mis ojos se levantaron primero a ver a mi tío, y después a su cara.
-Cuidala, hijo de puta - fue lo último que me dijo, mientras me la acariciaba.
Cerré el baúl, ella se metió en el auto, y yo, con una erección incipiente, me dirigí a la plataforma de Chevallier. No sé qué pasará con mi primo y su novia de aquí en más, cómo será nuestra relación en Buenos Aires. Lo único que sé es que así fue cómo pasé mis vacaciones este año.
6 comentarios - Mis vacaciones 2012
ssaludos IMAT
saludos.