Era bonita, con el mejor color de pelo que haya visto jamás (un rojo infernal, sin ser ella colorada), se adivinaban lindas gomas, y flor de ojete, ese típico de las petisitas culonas, como era ella.
Mala suerte que no trabajaba en mi sector, ni en mi horario, por lo cual me era imposible entablar un diálogo con ella, además teniendo en cuenta que yo soy por demás tímido. Igualmente solía pasearse por el lugar de trabajo en general (aún recuerdo ese pantalón verde que tan bien le marcaba su culo redondo), así que tuve ciertas oportunidades en las cuales estuvimos muy cerca, y poder cruzar miradas intensas, y hasta sonrisas pícaras. Esos "encuentros" fueron los que me decidieron a ir por ella, sin ningún tipo de verso berreta.
Me acuerdo que cierto día me dije "es hoy, salís de laburar, vas hacia ella y le pedís el mail". Poco antes de cumplir mi horario me tomé una raya en el baño para disipar mi timidez. Ya me encontraba estimulado así que fuí decidido a su encuentro.
-Disculpá, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Preguntale a él (señalandome a un superior laboral)
-Es que no es una pregunta de trabajo.
-Ah, ok, decime.
-¿Me darías tu mail?
(Si, así, bien cabeza, pero bueno, a veces hay que patear de afuera del área, en una de esas la clavás en un ángulo)
Ella se rió, abrió el msn en su compu, clickeó sobre agregar contactos y me preguntó el mío.
Se lo dije, y bien, quedamos al habla.
Hablamos algunas veces, muy buena onda. Hasta que un día me comentó algo "del novio" (típica jugada de ciertas minas) y yo le corté el rostro. Cierto día me habla por el chat del laburo: me separé de mi novio, me escribe, con una carita feliz al costado. Me levanto de mi asiento buscando el suyo, y la veo, parada, ya mirando hacia mi y sonriendosé a más no poder. Buenísimo.
No recuerdo muy bien que pasó durante esos días previos a que saliéramos por primera vez, solo una charlita en la cual no dejaba de mirarme la boca como una perra hambrienta.
Bueno, la cuestión es que salimos, nos encontramos, fuimos a un bar, y en cuestión de 10, 15, 20 minutos como mucho ponganlé, ya nos estábamos comiendo la boca y ella refregandomé el pedazo que estaba hecho una morcilla, encima el lompa que tenía puesto lo marcaba.
En ese momento no tuve mejor idea que preguntarle
-¿Vamos a un telo?
Ella me miró sorprendida, se rió y me dijo que como le iba a preguntar eso. Le dije, aunque con palabras más sutiles, que me estaba acariciando el ganso a full, que no se me venga a hacer la estrecha ahora.
Se volvió a reír, meditó unos segundos, y me dijo que bueno, que ahí a la vuelta había uno (que ahora que lo pienso la mina ya tenía todo calculado quizás)
Garpamos, salimos como una parejita, hacemos unos metros y me tira:
-Hay un problema.
-¿Qué?, le inquiero yo.
-Estoy indispuesta.
-Bueno, mirá, yo no tengo problema (el famoso canelones con tuco). Pero si a vos no te va, todo bien, si te da vergüenza u algo así...
-Si, no lo vamos a hacer.
Me arrepentí de mi caballerosidad, pero sabía que había hecho lo correcto. Le pregunto si la acompañaba a la casa, si volvíamos al bar o que...
-¿¡Qué?! ¿No estábamos yendo al telo?
-Si, pero me dijiste que no lo íbamos a hacer.
-Si, no me vas a penetrar, pero bueno, te la chupo, me gusta chuparla.
Imaginensé mi cara de sorpresa...
-Ok, vamos.
Ya en la entrada le entré a manosear sus gomas por atrás, mientras le besaba el cuello, y ella estaba totalmente entregada.
Subimos, y habrán pasado, no sé, 10, 15 segundos que la mina me empuja hacia la cama, yo caigo boca arriba apoyándome con los codos (clásica), me mira con esa cara y miradita de gato que tenía, y se dirige a mi bragueta, con sus manos, con su boca. Mientras me miraba en el espejo del techo pensaba que esa compañerita de trabajo que todos los días veía y me ponía al palo, ahora estaba sacudiendo su roja cabellera al compás de su lengua paseandosé por todo mi pene erecto. Impresionante. En algo así como media hora, 40 minutos desde que nos habíamos encontrado, ya me estaba tirando la piola. Me pajeaba con esas manos tan delicaditas que tenía, me entusiasmaba pensar en sus dedos humectados por mi leche. Me la chupaba con furia, rápido, muy rápido, me hacía garganta profunda, se atragantaba, salía a tomar aire con toda su boca hecha un enchastre de saliva y mis propios jugos, mientras mi verga estaba al rojo vivo, toda bañada por su lengua, parecía ya un palo enjabonado. Me comía los huevos, me sorprendía la violencia con que hacía todo, me excitaba por demás el hecho de verla tan sumida, esclavizada, ella con su vestido azul y zapatillas, mientras yo estaba completamente en pelotas.
Como ya dije en el post anterior, "sufro" de eyaculación retardada, así que el torrente lácteo no llegaba. Comenzó a preguntarme si era ella que no la sabía chupar, o si no me calentaba. Le expliqué que no, pero que debía seguir masajeandomé. Lo seguía haciendo con fuerza, me hablaba al oído, bien cerca, podía sentir su aliento a pija, a leche, a sexo, me comía la oreja, me pasaba la lengua.
-Quiero la leche, decía.
-Quiero la mema, me buscaba.
Hasta que deposité mi acaloradísimo trozo de carne en su hermosa boca, y ella comenzó a chupar, chupar y chupar con suave firmeza, hasta que el torrente llegó y le brindé todo mi esperma, toda mi calentura.
Historia breve y quizás sin matices sorprendentes, pero que aún me calienta recordar.
Mala suerte que no trabajaba en mi sector, ni en mi horario, por lo cual me era imposible entablar un diálogo con ella, además teniendo en cuenta que yo soy por demás tímido. Igualmente solía pasearse por el lugar de trabajo en general (aún recuerdo ese pantalón verde que tan bien le marcaba su culo redondo), así que tuve ciertas oportunidades en las cuales estuvimos muy cerca, y poder cruzar miradas intensas, y hasta sonrisas pícaras. Esos "encuentros" fueron los que me decidieron a ir por ella, sin ningún tipo de verso berreta.
Me acuerdo que cierto día me dije "es hoy, salís de laburar, vas hacia ella y le pedís el mail". Poco antes de cumplir mi horario me tomé una raya en el baño para disipar mi timidez. Ya me encontraba estimulado así que fuí decidido a su encuentro.
-Disculpá, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Preguntale a él (señalandome a un superior laboral)
-Es que no es una pregunta de trabajo.
-Ah, ok, decime.
-¿Me darías tu mail?
(Si, así, bien cabeza, pero bueno, a veces hay que patear de afuera del área, en una de esas la clavás en un ángulo)
Ella se rió, abrió el msn en su compu, clickeó sobre agregar contactos y me preguntó el mío.
Se lo dije, y bien, quedamos al habla.
Hablamos algunas veces, muy buena onda. Hasta que un día me comentó algo "del novio" (típica jugada de ciertas minas) y yo le corté el rostro. Cierto día me habla por el chat del laburo: me separé de mi novio, me escribe, con una carita feliz al costado. Me levanto de mi asiento buscando el suyo, y la veo, parada, ya mirando hacia mi y sonriendosé a más no poder. Buenísimo.
No recuerdo muy bien que pasó durante esos días previos a que saliéramos por primera vez, solo una charlita en la cual no dejaba de mirarme la boca como una perra hambrienta.
Bueno, la cuestión es que salimos, nos encontramos, fuimos a un bar, y en cuestión de 10, 15, 20 minutos como mucho ponganlé, ya nos estábamos comiendo la boca y ella refregandomé el pedazo que estaba hecho una morcilla, encima el lompa que tenía puesto lo marcaba.
En ese momento no tuve mejor idea que preguntarle
-¿Vamos a un telo?
Ella me miró sorprendida, se rió y me dijo que como le iba a preguntar eso. Le dije, aunque con palabras más sutiles, que me estaba acariciando el ganso a full, que no se me venga a hacer la estrecha ahora.
Se volvió a reír, meditó unos segundos, y me dijo que bueno, que ahí a la vuelta había uno (que ahora que lo pienso la mina ya tenía todo calculado quizás)
Garpamos, salimos como una parejita, hacemos unos metros y me tira:
-Hay un problema.
-¿Qué?, le inquiero yo.
-Estoy indispuesta.
-Bueno, mirá, yo no tengo problema (el famoso canelones con tuco). Pero si a vos no te va, todo bien, si te da vergüenza u algo así...
-Si, no lo vamos a hacer.
Me arrepentí de mi caballerosidad, pero sabía que había hecho lo correcto. Le pregunto si la acompañaba a la casa, si volvíamos al bar o que...
-¿¡Qué?! ¿No estábamos yendo al telo?
-Si, pero me dijiste que no lo íbamos a hacer.
-Si, no me vas a penetrar, pero bueno, te la chupo, me gusta chuparla.
Imaginensé mi cara de sorpresa...
-Ok, vamos.
Ya en la entrada le entré a manosear sus gomas por atrás, mientras le besaba el cuello, y ella estaba totalmente entregada.
Subimos, y habrán pasado, no sé, 10, 15 segundos que la mina me empuja hacia la cama, yo caigo boca arriba apoyándome con los codos (clásica), me mira con esa cara y miradita de gato que tenía, y se dirige a mi bragueta, con sus manos, con su boca. Mientras me miraba en el espejo del techo pensaba que esa compañerita de trabajo que todos los días veía y me ponía al palo, ahora estaba sacudiendo su roja cabellera al compás de su lengua paseandosé por todo mi pene erecto. Impresionante. En algo así como media hora, 40 minutos desde que nos habíamos encontrado, ya me estaba tirando la piola. Me pajeaba con esas manos tan delicaditas que tenía, me entusiasmaba pensar en sus dedos humectados por mi leche. Me la chupaba con furia, rápido, muy rápido, me hacía garganta profunda, se atragantaba, salía a tomar aire con toda su boca hecha un enchastre de saliva y mis propios jugos, mientras mi verga estaba al rojo vivo, toda bañada por su lengua, parecía ya un palo enjabonado. Me comía los huevos, me sorprendía la violencia con que hacía todo, me excitaba por demás el hecho de verla tan sumida, esclavizada, ella con su vestido azul y zapatillas, mientras yo estaba completamente en pelotas.
Como ya dije en el post anterior, "sufro" de eyaculación retardada, así que el torrente lácteo no llegaba. Comenzó a preguntarme si era ella que no la sabía chupar, o si no me calentaba. Le expliqué que no, pero que debía seguir masajeandomé. Lo seguía haciendo con fuerza, me hablaba al oído, bien cerca, podía sentir su aliento a pija, a leche, a sexo, me comía la oreja, me pasaba la lengua.
-Quiero la leche, decía.
-Quiero la mema, me buscaba.
Hasta que deposité mi acaloradísimo trozo de carne en su hermosa boca, y ella comenzó a chupar, chupar y chupar con suave firmeza, hasta que el torrente llegó y le brindé todo mi esperma, toda mi calentura.
Historia breve y quizás sin matices sorprendentes, pero que aún me calienta recordar.
4 comentarios - Con una compañera de trabajo (Real)
Relato espectacular
Me sentí identificado jeje
Abrazo.