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El vecino perverso (2da. parte)

Cuando despertó al día siguiente, dudó. ¿ Había soñado? Sin embargo el escozor en su sexo le decía a gritos que no. Que realmente la habían cogido como a una puta sin ningún miramiento. ¿ Qué cara pondría ahora cuando se cruzara con Damián?
Su esposo fue a trabajar como siempre y ella se quedó meditando en lo que había pasado. Nadie tenía porque saberlo y si no se repetía nadie se enteraría. Pero no estaba dispuesta a dejar a este macho hasta no poder exprimirlo del todo. Sentía que todavía tenía mucho para darle a una mujer como ella. El problema era como conseguirlo sin que nadie sospechara.
Por un momento se sintió preocupada. Pero luego de varios días sin que nada sucediera, se tranquilizó. No se cruzó con Damián en ningún momento.
Una tarde de tantas, se recostó un rato y a media tarde decidió nadar un rato. Su esposo no volvería hasta la noche. Se cambió y tomando una toalla se dirigió a la piscina. Cuando llegó su sorpresa fue mayúscula. Allí apoyado en un borde, con el agua al cuello estaba Damián.
- Hola Miriam, el agua está fabulosa.
- ¿Pero que haces?, dijo asustada, Vete que alguien puede verte.
- Miriam, tu esposo no vuelve hasta tarde y ningún vecino tiene acceso a ver lo que ocurre aquí. Si dejás de gritar nadie va a enterarse, y si te acercas tengo algo para tí le dijo con los ojos brillosos.
- Tu desfachatez nos va a perjudicar. No conté nada de lo de la otra noche para que no ocurriera una tragedia, pero ni sueñes con que se hará costumbre.
- Vamos Miriam. No contaste nada porque lo disfrutaste como una perra. Y no vas a contar nada de esto porque te aseguro que vas a volver a disfrutar mas que esa noche. Hoy tenemos más tiempo, y si puedo ver tu cuerpo te aseguro que me caliento más. Voy a hacerte unas cosas que ni imaginas, dijo bajando la voz.
Miriam dudo. Su esposo no volvería y realmente los vecinos no podían ver nada. Se acercó al borde y amagó ingresar.
- No, así no, le dijo Damián deteniéndola.
- ¿ Como así no?, preguntó
- Sacate la malla, quiero verte desnuda como yo, le dijo mientras debajo del agua masturbaba su herramienta.
La sorpresa la dejó helada. El animal estaba desnudo y esperando para cogerla. Lentamente, mientras su sexo comenzaba a humedecerse, se quitó la malla y entró al agua.
- Pero que cuerpo de sueño que tienes, ven aquí, o mejor yo iré hacia tí, le dijo acercándose a nado hasta la escalera donde ella estaba.
La tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo. Ella sintió como la verga del macho entraba entre sus piernas, mientras el la besaba. Sus manos recorrieron sus pechos que tenían los pezones duros por el frío del agua, pero también por la situación. Miriam se dejó llevar.
Se besaron apasionadamente, como si realmente hubiera amor entre ellos. Nada más lejos de la realidad, lo que había era pura química animal. Miriam fue retrociendo lentamente hasta sentarse en el escalón y separó sus piernas. Con ellas envolvió el trasero de Damian incitandolo a penetrarla.
- Vaya que eres toda una puta, nunca lo hubiera pensado, le dijo mirándola a los ojos mientras la cabeza de su verga se abría paso en su sexo.
- Soy tu puta, nada más, y a ver si hablas menos y coges más, marica, dijo una Miriam totalmente sacada y desconocida.
- Que no sabes con quien te has metido, le dijo Damian mientras avanzaba y la empalaba de una sola vez, dejándola sin aire.
- Despacio, bruto, que me vas a lastimar.
- No te voy a lastimar, te voy a partir en cuatro, puta barata, le dijo mientras tomaba sus piernas y las colocaba sobre sus hombros, haciéndola caer hacia atraś contra el siguiente escalón.
En esa posición ella sentí que esa verga la destrozaba. Era muy grande, pero no quería gritar para que los vecinos no escucharan. Se mordió los labios mientras miraba los ojos brillosos de ese semental que la estaba poseyendo por completo.
Largo rato estuvieron tirando. Su vagina se adaptó a esa herramienta descomunal e increíblemente podía albergarla toda.
El rostro del macho se fue endureciendo, signo inequívoco del grado de excitación que tenía y de lo cerca que estaba de eyacular.
- Dame todo, todo, le dijo ella acariciando su cabello, y el aceleró sus movimientos y clavándola hasta el fondo, se puso tenso, dejó de respirar, sus ojos de oscurecieron y un ramalazo de semen la inundo. Luego del primero, Damian se fue aflojando, mientras Miriam emprendía el vuelo del orgasmo, tirando su cabeza hacia atrás, con los dientes apretados para no gritar, y mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos ante el intenso placer.
Quedaron allí, uno sobre el otro mientras boqueaban como peces para recuperar la respiración.
- Ha sido fantástico, no me digas, dijo por fin Damián, sentándose a su lado.
- Si, es maravilloso, pero esto no puede repetirse seguido porque terminaremos por descubrirnos.
- No te preocupes que el cornudo de tu marido jamás se enterará, si es un idiota.
- No lo insultes, que es una buena persona. Esto no tiene nada que ver con él.
- No, tienes razón, tiene que ver con como te gusta mi verga dentro tuyo, putita, pero sabes una cosa, a mi verga también le gusta vaciarse en tu coño, para que lo sepas, dijo mientras la besaba suavemente en los labios.
- Bueno, pero ahora vete. Yo me voy a bañar y no quiero que nadie nos descubra, y dándole un beso rápido, salió de la pileta, se puso su traje de baño e ingresó a la casa.
Entró al baño, abrió la ducha y se quedó un largo rato bajo el agua caliente. Pensaba en lo ocurrido y volvió a excitarse. No podía ser que ese jovencito la tuviera todo el día al borde del orgasmo, y sin darse cuenta se masturbó rápidamente, alcanzando un ruidoso orgasmo. Cuando corrió la mampara, se encontró sorpresivamente con Damian, desnudo, empalmado y sentado en la taza.
- Vaya que eres puta. No te alcanza conmigo que además de matas a pajas, le dijo sonriendo.
- ¡¡Vete de aquí¡¡¡ atinó a decir, pero en segundos el joven estuvo encima de ella acariciandola íntimamente, y volviendo a descontrolarla.. La hizo arrodillar sobre la taza y comenzó a recorrer su espalda con sus manos, magrear sus tetas, e introducir sus dedos en su vagina. En un momento dado, tomó un pote de crema del botiquín y comenzó a embadurnarle el culo, metiendo uno de sus dedos dentro.
- ¿ Qué estás haciendo?, preguntó Miriam alarmada.
- Tu tranquila que la vas a pasar bomba, le dijo Damian mientras lentamente ya eran dos los dedos que entraban en su trasero.
- Ni lo sueñes, nunca lo he hecho por ahí, se resistía ella.
- No me digas que eres virgen que me caliento más, perra, Que mejor momento y que mejor verga que esta para abrirte bien el culito, le decía al oído, Damian continuando con su tarea.
Miriam perdió la noción de tiempo y espacio, las sensaciones se agolpaban en su cuerpo sin pausa y se había abandonado por completo a su dominador. Parecía que ella era una niñita y su macho un adulto, tal era la manera en que se dejaba hacer. Luego de un rato, cuando su trasero ya estuvo bien lubricado y receptivo, Damian se acomodó a su grupa, y apoyó la cabeza de su monstruo en la puerta de su ojete.
- Vamos despacio así no te duele, le dijo mientras empujaba y la cabeza de su verga separaba lentamente su esfínter.
- Despacio, por favor, despacio, suplicaba ella, aguantando el dolor.
Cuando la cabeza traspasó el esfinter, ella no pudo evitar un gemido. Damián se quedó quieto dejando que ella se acostumbrara al empalamiento.
En ese momento se sintió la puerta de calle que se abría. El susto de Miriam, hizo que quisiera dejar lo que estaba haciendo, pero Damian la contuvo, la obligó a quedarse quieta y al mismo tiempo le metió la mitad de su verga en el culo, mientras le tapaba la boca. La hembra al sentirse empalada no pudo hacer nada.
- ¡¡Querida¡¡¡¡ llamó su esposo. ¿ donde estás?
- Vamos contestale, le susurró Damián
- ¡¡Estoy en el baño, mi amor¡¡¡
Sintió pasos que se acercaban a la puerta del baño.
- ¿ te sientes mal ? Preguntó su solícito esposo.
- No mi amor, estoy un poquito estreñida nada mas.
- Siempre te digo que comas mas verduras, dijo su esposo regañandola.
Damian aprovechó el diálogo y empujó un poco mas, metiéndole las tres cuartas partes de su verga, mientras le decía “ no sabe el pepino que te estás comiendo”.
- Si mi amor, ¿ Que necesitas?
- Nada, tuve unos minutos libres y decidí pasar a verte. ¿ No te metiste a la pileta?
- Te la metieron en la pileta en realidad, le dijo Damian al oído, y ahí te va toda, dijo empujando y juntado su cuerpo al de la hembra, la que ante la situación solo podía recibir la herramienta sin quejarse, aunque tuvo que gemir por desesperación.
- ¿ Estás bien? Volvió a preguntar su esposo, te escuché quejarte.
- Si, ya estoy mejor, todo se está normalizando. Ya estuve en la pileta, vine a bañarme y me agarraron ganas de ir al baño.
- ¿ Te duele mucho? Le preguntó Roberto
- No, ya no, pensé que iba a ser peor, le contestó, mientras Damián sonreía pícaramente, y comenzaba a bombearla despacio.Miriam de aferraba a las piernas del macho y le clavaba las uñas para que se quedara quieto, pero esa acción en lugar de detenerlo le daba más ímpetu a las arremetidas.
- Bueno mi amor, me voy, nos vemos luego, y que tengas suerte.
- 20 cms. de suerte tienes adentro, dijo Damian al oído de la hembra, casí tan grande como los cuernos de este idiota, mientras tomaba mas ritmo en la penetración.
- Chau mi amor, nos vemos.
La puerta se cerró con llave y la casa quedó en silencio.
- Bueno perra, ahora te voy a llenar el culo con mi leche, y vas a ser mía para siempre. Nunca vas a olvidar al que te desvirgó ese hermoso trasero que tienes. Aguanta que voy con todo, le dijo mientras aceleraba sus embites y la hembra tuvo que apoyarse en la pared para aguantarlo.
- Despacio, despacio, que me corroooooo, hay por Dios, me corrro, animal, me corro.
- Y no veas como me corro yo, puta de mierda, le decía mientras se vaciaba por completo dentro de ella. Siguió empujando durante varios minutos mientras los chorros de semen trepaban por el mástil y florecian dentro de su ojete.
- ¡Me matas! ¡Basta!, suplicó Miriam, pero tuvo que aguantar que el macho terminara de vaciar por completo sus huevos dentro de ella.
Por fin, todo había terminado. Cuando la verga de Damián se ablandó un poco, la sacó, quedando a la vista un agujero espectacular.
- Pues te lo he abierto bien, putita. ¿ Sabes que? Puedes darle una alegría a tu esposo entregandole el culito. Con el pito que tiene no te hará ningún daño seguramente. La horma que usamos te ha dejado preparada para cualquier cosa, le decía Damian mientras se reía.
- Eres un animal. Mi esposo no nos descubrió de casualidad.
- Gozaste como una puta, no lo niegues.
- No, si no lo niego. Me haces gozar mucho, pero esto no puede seguir. Nos vamos a perder.
- Ahora me la vas a lavar, vamos putita, le dijo acercándose al lavabo . Ella tomó la verga en sus manos y la enjabonó y la enjuagó con verdadero amor.
- ¿ Sabes que? Me has vaciado casi por completo, y sin embargo me gustaría que me masturbaras un rato, a ver que pasa, le dijo, a lo que Miriam sin contestar y poniendo manos a la obra, le obedeció. Allí frente al espejo del baño, esa mujer desnuda sacudiendo esa verga era una imagen muy excitante, y la juventud de Damián jugaba a favor, por eso no fue raro que luego de unos minutos el monstruo levantara nuevamente la cabeza.
Miriam sentía como se iba endureciendo en su mano y su excitación crecía. Inconscientemente su otra mano buscó el hueco entre sus piernas y comenzó a acariciarse.
- ¿ Te gusta masturbarte, putita?
- Si, me gusta
- ¿ Y te gusta sacudírmela? ¿ Te gusta mi verga? ¿ Has visto otra como esta?
- Me gusta acariciarte, y no, no he visto nada parecido, dijo ella acelerando la masturbación de ambos.
Damián la tomó de la mano y la sacó del baño llevándola al dormitorio matrimonial. Una vez allí se sentó en la cama.
- Ahora me las vas a chupar, mientras veo como te masturbas perra, le dijo. Miriam se agacho y tomando la verga con su boca, continuó metiendo sus dedos en su sexo.
- Que lindo paisaje que tengo desde aquí. Lo estoy disfrutando horrores. Sabes, durante mucho tiempo te veía pasar por la calle y pensaba “ esa si que es una señora de su casa. Jamás voy a poder ni siquiera tocarla”. Y ya ves, no solo te toqué. Hoy te cogí en tu piscina, llenándote con mi leche, luego de enculé a centímetros de tu marido y te volví a vacunar, y ahora mientras te masturbas te vas a tomar la poca leche que me queda, cuando dentro de un rato explote en tu boca. Uno se engaña con las personas. He salido con muchas hembras, pero nunca encontré una puta como tú. Eres insaciable. ¿ Te gustaría que montáramos una fiestita con alguno de mis amigos? Te aseguro que todos calzan mas o menos como yo y hay uno que la tiene realmente grande. Sería un sueño verte penetrada al mismo tiempo por todos los agujeros ¿ Te gustaría?
La sola idea la hizo acelerar sus caricias y sus dedos ya entraban y salían de su vagina con una velocidad increíble. Ella, en una orgía con varios jóvenes, era más de lo que había soñado en su vida. Sin darse cuenta comenzó a acabar, enterrándose los dedos hasta el fondo, y soltando la verga para poder gritar a gusto.
- ¿ Quieres fiesta putita? ¿ te va?
- Si, lo que quieras, lo que quieras, decía Miriam mientras completaba su orgasmo.
- Bueno ahora sigue que me falta un ratito, le dijo mientras le golpeó cariñosamente la cabeza.
Miriam volvió a posesionarse de la lanza y a chuparla con placer, mientras su otra mano sobaba las pelotas del macho. Damian se recostó sobre la cama, cerrando los ojos y dejándose llevar por el placer que sentía.
En un par de minutos estaba a punto.
- Ahora cométela toda que voy, dijo y Miriam tragó todo lo que pudo mientras Damian comenzaba a temblar y hacía un evidente esfuerzo por acabar. Fueron apenas dos chorros los que salieron de esa verga agotada, pero fue suficiente para satisfacer a la mamadora en que se había convertido Miriam. La habían corrompido totalmente. Mientras tragaba el semen se asustaba de lo que le había provocado pensarse empalada por varios hombres al mismo tiempo. No podía ser tan puta. No podía. Tenía que controlarse. Su matrimonio se iba por el drenaje. Su marido no iba a tolerar esa promiscuidad. Pero que hermosa sensación de dominio que le daría satisfacer a varios machos al mismo tiempo. Ella sería toda una hembra aprovechándose de los hombres. Y la idea le quedó dando vueltas .
Cuando el sábado siguiente en la rutinaria sesión de sexo con su esposo, tomó su verga y la dirigió a su culo, Roberto no podía creerlo. Se volvió loco. La enculó por completo, mientras Miriam le rogaba que fuera despacio y simulaba que le dolía mucho, cuando en realidad apenas si lo sentía, y cuando él se vació en su culo, el recuerdo hizo que ella también acabara como había mucho que no le pasaba con su marido. La novedad es un excelente afrodisíaco . Pero esta historia no termina aquí.

8 comentarios - El vecino perverso (2da. parte)

kramalo
mmm... bien caliente tu relato..!!
tanno4
la tercer parte???
pulga53 +1
http://www.poringa.net/posts/relatos/2085570/El-vecino-perverso-Parte-final.html
tanno4
muchas gracias