A Mariana, mi esposa, se le ocurrió hacer lugar en nuestro vestidor-repositorio de ropa y de un sinnúmero de otras cosas, de uso no frecuente o en desuso, como cobijas, acolchados, bolsos, valijas, zapatos, etc..
Como era fin de semana, me llamó reiteradas veces, para ayudarla casi exclusivamente para llevar, a la basura, lo que decidía que no tenía ninguna posibilidad de utilidad futura. Por precaución, antes del decomiso, revisaba bolsillos de las prendas, abría las cajas y bolsas. Llegó el turno de un bolso de viaje, maltratado largos años por autos, trenes y aviones. En una de las manijas pude ver un precinto de Aerolineas Argentinas – Aeroporto di Roma. Al inspeccionarlo, descubrí en uno de sus compartimientos, un rollo AgfaColor HDC 36-135 (por High Definition Color 36 tomas, 135mm). Tenía un autoadhesivo con escrito “Firenze 2003” apenas legible. En 2003 Mariana había viajado sola, por un tema de herencia familiar, a Italia. Obviamente había olvidado el rollo en el bolso y al no recordar donde lo había guardado, lo dio por perdido. No se debido a que, pero tuve una premonición y lo guardé, sin mencionárselo a Mariana. El lunes, por precaución (menos mal) no lo llevé a revelar en la casa de fotografía de conocidos nuestros. Lo dejé en una óptica en Buenos Aires. Fiel mi premonición fui personalmente a retirar las fotos reveladas. No quiero imaginar lo que se hubiese comentado en la empresa si le pedía a mi asistente, Sonia, que fuese a la óptica por mi. Con seguridad habría curioseado cada una de las 36 tomas y ella conocía a mi esposa, de los encuentros empresarios de fin de año.
Supongo que el revelador (mecánico o el operador) las había ordenado por orden de exposición. Las primeras veintena, más o menos, mostraban la ciudad y, en la mayoría, Mariana en la ciudad acompañada por Ercole, un primo lejano de ella que yo había conocido en viajes anteriores.
Pensé que hacían una linda pareja de turistas para quien los viera deambular por Florencia.
Ella es realmente atrayente: rostro delicado con ojazos color miel, nariz pequeña y respingona, rubia de cabello lacio largo, 1,75 m de estatura, seno, cintura, cola y piernas sobresalientes.
El, atlético, estatura cercana a los 1,90 m, lindas facciones piel bronceada natural cabello renegrido.
La primera exposición, discordante con lo que se suponía un paseo turístico, mostraba los dos sonrientes lado a lado, él tomándola de la cintura y el fondo no era un edificio histórico ni un monumento, sino una habitación con un gran espejo en el cual se reflejaban de espaldas.
Deduje, por las tomas restantes, que no había una tercera persona fotografiando, usaron el “disparo” temporizado.
Ya la segunda foto los mostraba besándose despojados de las prendas superiores: blusa y corpiño ella, camisa él.
En la siguiente, ambos sin pantalones, culo de Mariana vuelto a la cámara, las dos manos de Ercole introducidas en la bombacha disfrutando de las nalgas alucinantes de mi mujer.
A continuación posaron de perfil, ya totalmente desnudos, en la siguiente sucesión:
a) Ercole parado con su verga, importante, que me impresionó no por el tamaño sino porque, al tensarse se había arqueado con la punta hacia el cielorraso formando una especie de J. Mariana, a la derecha de la foto con la boca abierta aproximándose al glande y su mano derecha con los dedos en semicírculo próxima al tronco. No necesité mucha imaginación para deducir que sucedió entre esa instantánea y la siguiente. Mariana es mi esposa y conozco bien como succiona el pene, mientras que con la mano lo va acariciando con movimientos de subida y bajada, y agrega el toquecito de pasar la lengua por el prepucio y también por los testículos, las sensaciones que uno experimenta, son increíbles.
b) Devolución de atenciones: Mariana ya acostada con el culo al borde la cama, piernas colgantes y abiertas de par en par, Ercole, rodillas al suelo, cabeza en el entrepiernas de ella. Otra vez por lo que se de Mariana supe lo que sucedía. La lengua es una gran aliada para provocarle descargas eróticas al estimularle el clítoris. Moviendo lengua sobre el clítoris, tocándolo solo con la punta, haciendo movimientos en todas direcciones, le provoca excitación y éxtasis superlativos.
c) La pose siguiente fue para dejar testimonio del comienzo de una cogida propiamente dicha en la tradicional posición “misionero”: Ella acostada de espaldas, piernas con rodillas plegadas a medias y abiertas, entre ellas Ercole la boca en la boca y verga, si no ya adentro, enfrentada a la concha.
Obviamente, a partir de ahí se dedicaron a disfrutar de la mejor diversión que nos es dado a experimentar: el sexo. La cámara fotográfica quedó, por supuesto olvidada.
Vaya uno a saber si fue uno o múltiples los polvos. Lo que sí quisieron dejar impresa es la ducha compartida, supongo de “fin de fiesta” aunque bien pudo ser una inter-fifada.
Completaron las 36 exposiciones con más estampas de la linda ciudad de Florencia. La última foto se la tomaron, en una calle de acceso a la autopista (para el regreso a Roma), abrazados al lado de la señalización vial que marca, al automovilista que transita de sur a norte, que ha llegado a Firenze.
Después de mirarlas una y otra vez ese día en la soledad de la oficina, a última hora, introduje, una a una todas las fotos, y los negativos, en una de las máquinas destructoras de documentos.
Nunca hice algún comentario sobre las imágenes descubiertas a Mariana ni, lógicamente, a nadie.
Aunque ganas no me faltaron, ni me faltan. No tengo autoridad moral para recriminar a mi esposa el desliz italiano, pero para mí es un misterio por qué lo dejó documentado, y a ese nivel de detalle, como un recuerdo más de la visita turística a una ciudad, como quien intercala, porque así sucedió temporalmente, entre el puente de la Santa Trinidad sobre el río Arno, la Piazza della Signoría, la catedral di Santa Maria del Fiore, el Capanile di Giotto, la estátua del David de Miguel Angel, etc.. su abandono al apetito sexual.
No dudo que puede ser un recuerdo placentero, pero no encaja con la natural tendencia de la mujer a la discreción en todo lo que atañe a sus experiencias sexuales, lícitas y, más aun, a las extramatrimoniales.
La idea debe haber sido de Ercole (los hombres somos más proclives a los trofeos) pero me intriga el porqué Mariana se quedó con el rollo incriminatorio.
fuente. gemidos
Como era fin de semana, me llamó reiteradas veces, para ayudarla casi exclusivamente para llevar, a la basura, lo que decidía que no tenía ninguna posibilidad de utilidad futura. Por precaución, antes del decomiso, revisaba bolsillos de las prendas, abría las cajas y bolsas. Llegó el turno de un bolso de viaje, maltratado largos años por autos, trenes y aviones. En una de las manijas pude ver un precinto de Aerolineas Argentinas – Aeroporto di Roma. Al inspeccionarlo, descubrí en uno de sus compartimientos, un rollo AgfaColor HDC 36-135 (por High Definition Color 36 tomas, 135mm). Tenía un autoadhesivo con escrito “Firenze 2003” apenas legible. En 2003 Mariana había viajado sola, por un tema de herencia familiar, a Italia. Obviamente había olvidado el rollo en el bolso y al no recordar donde lo había guardado, lo dio por perdido. No se debido a que, pero tuve una premonición y lo guardé, sin mencionárselo a Mariana. El lunes, por precaución (menos mal) no lo llevé a revelar en la casa de fotografía de conocidos nuestros. Lo dejé en una óptica en Buenos Aires. Fiel mi premonición fui personalmente a retirar las fotos reveladas. No quiero imaginar lo que se hubiese comentado en la empresa si le pedía a mi asistente, Sonia, que fuese a la óptica por mi. Con seguridad habría curioseado cada una de las 36 tomas y ella conocía a mi esposa, de los encuentros empresarios de fin de año.
Supongo que el revelador (mecánico o el operador) las había ordenado por orden de exposición. Las primeras veintena, más o menos, mostraban la ciudad y, en la mayoría, Mariana en la ciudad acompañada por Ercole, un primo lejano de ella que yo había conocido en viajes anteriores.
Pensé que hacían una linda pareja de turistas para quien los viera deambular por Florencia.
Ella es realmente atrayente: rostro delicado con ojazos color miel, nariz pequeña y respingona, rubia de cabello lacio largo, 1,75 m de estatura, seno, cintura, cola y piernas sobresalientes.
El, atlético, estatura cercana a los 1,90 m, lindas facciones piel bronceada natural cabello renegrido.
La primera exposición, discordante con lo que se suponía un paseo turístico, mostraba los dos sonrientes lado a lado, él tomándola de la cintura y el fondo no era un edificio histórico ni un monumento, sino una habitación con un gran espejo en el cual se reflejaban de espaldas.
Deduje, por las tomas restantes, que no había una tercera persona fotografiando, usaron el “disparo” temporizado.
Ya la segunda foto los mostraba besándose despojados de las prendas superiores: blusa y corpiño ella, camisa él.
En la siguiente, ambos sin pantalones, culo de Mariana vuelto a la cámara, las dos manos de Ercole introducidas en la bombacha disfrutando de las nalgas alucinantes de mi mujer.
A continuación posaron de perfil, ya totalmente desnudos, en la siguiente sucesión:
a) Ercole parado con su verga, importante, que me impresionó no por el tamaño sino porque, al tensarse se había arqueado con la punta hacia el cielorraso formando una especie de J. Mariana, a la derecha de la foto con la boca abierta aproximándose al glande y su mano derecha con los dedos en semicírculo próxima al tronco. No necesité mucha imaginación para deducir que sucedió entre esa instantánea y la siguiente. Mariana es mi esposa y conozco bien como succiona el pene, mientras que con la mano lo va acariciando con movimientos de subida y bajada, y agrega el toquecito de pasar la lengua por el prepucio y también por los testículos, las sensaciones que uno experimenta, son increíbles.
b) Devolución de atenciones: Mariana ya acostada con el culo al borde la cama, piernas colgantes y abiertas de par en par, Ercole, rodillas al suelo, cabeza en el entrepiernas de ella. Otra vez por lo que se de Mariana supe lo que sucedía. La lengua es una gran aliada para provocarle descargas eróticas al estimularle el clítoris. Moviendo lengua sobre el clítoris, tocándolo solo con la punta, haciendo movimientos en todas direcciones, le provoca excitación y éxtasis superlativos.
c) La pose siguiente fue para dejar testimonio del comienzo de una cogida propiamente dicha en la tradicional posición “misionero”: Ella acostada de espaldas, piernas con rodillas plegadas a medias y abiertas, entre ellas Ercole la boca en la boca y verga, si no ya adentro, enfrentada a la concha.
Obviamente, a partir de ahí se dedicaron a disfrutar de la mejor diversión que nos es dado a experimentar: el sexo. La cámara fotográfica quedó, por supuesto olvidada.
Vaya uno a saber si fue uno o múltiples los polvos. Lo que sí quisieron dejar impresa es la ducha compartida, supongo de “fin de fiesta” aunque bien pudo ser una inter-fifada.
Completaron las 36 exposiciones con más estampas de la linda ciudad de Florencia. La última foto se la tomaron, en una calle de acceso a la autopista (para el regreso a Roma), abrazados al lado de la señalización vial que marca, al automovilista que transita de sur a norte, que ha llegado a Firenze.
Después de mirarlas una y otra vez ese día en la soledad de la oficina, a última hora, introduje, una a una todas las fotos, y los negativos, en una de las máquinas destructoras de documentos.
Nunca hice algún comentario sobre las imágenes descubiertas a Mariana ni, lógicamente, a nadie.
Aunque ganas no me faltaron, ni me faltan. No tengo autoridad moral para recriminar a mi esposa el desliz italiano, pero para mí es un misterio por qué lo dejó documentado, y a ese nivel de detalle, como un recuerdo más de la visita turística a una ciudad, como quien intercala, porque así sucedió temporalmente, entre el puente de la Santa Trinidad sobre el río Arno, la Piazza della Signoría, la catedral di Santa Maria del Fiore, el Capanile di Giotto, la estátua del David de Miguel Angel, etc.. su abandono al apetito sexual.
No dudo que puede ser un recuerdo placentero, pero no encaja con la natural tendencia de la mujer a la discreción en todo lo que atañe a sus experiencias sexuales, lícitas y, más aun, a las extramatrimoniales.
La idea debe haber sido de Ercole (los hombres somos más proclives a los trofeos) pero me intriga el porqué Mariana se quedó con el rollo incriminatorio.
fuente. gemidos
5 comentarios - rollo de fotos olvidado
🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️