Hola a todos!
Me llamo Manu, tengo 29 años y es la primera vez que escribo un relato. Adelantaros que la historia que vais a leer a continuación es mi propia historia. Una historia que comenzó hace algo más de seis años, justo a mi llegada a Madrid
Soy un chico normal, aunque bastante resultón. Moreno y andaluz. Simplemente se me cruzaron los cables y me vine a vivir a la capital. Llegué un 16 de Mayo del año 2005. Solo, con dos maletas y 600 euros en el bolsillo. Allí estaba yo, sin saber dónde ir. Sin conocer a nadie. Ni siquiera sabía dónde iba a dormir esa noche.
Después de mucho andar y buscar, pasé la noche en un hostal y me levanté súper temprano para empezar a buscar trabajo. Soy un tio valiente, decidido y un buscavidas. Al anochecer ya había encontrado piso, esi si, en el barrio de San Blas, y también trabajo, en un tienda de ropa de chico.
Recuerdo que me costó una eternidad dormir en aquella habitación el primer día. El piso no estaba mal. Típico, quizás. Tres habitaciones, cocina, salón y un baño. Todo compartido con una chica que me sacaba unos 5 años, Carolina, y su perrito, Boris.
Mis primeros días fueron un caos. Tíos! Imaginaos un chico andaluz, que jamás había salido de mi tierra, con 22 años y en toda la capital de España. Un show. Aunque recuerdo aquellos primeros días con una mezcla de ilusión, nostalgia y felicidad. Aunque en el fondo fueron muy difíciles, ya que jamás me había separado de mi madre y mis hermanas… No tengo padre desde los 7 años, y al igual que para algunos de vosotros… mi madre no fue solo mi madre, sino también mi padre, mi mejor amiga, etc. Pero bueno, cambiemos de tema que me enrollo mucho.
Hacédmelo saber tíos, porque a veces me lío demasiado contando cosas que no vienen al caso, jeje.
A los diez días de estar en Madrid estaba que me subía por las paredes, me faltaba sexo! Con lo que soy yo! Jaja, Esto…er… ¿Os lo había dicho ya? ¿o se me ha pasado?
Soy gay!
Y muy orgulloso que estoy de ello. Necesitaba ya un tio que calmara mi sed, así que lo primero que hice fue hablar con Carolina sobre mi homosexualidad, a ver sino le sentaba mal, y preguntarle sobre como ir a Chueca. Ese día esperé a que llegase a casa para hablar con ella. Todavía no habíamos tenido mucho tiempo para intimar, pero era mi primera compañera de piso, así que me acerqué a ella con una sonrisa y esforzándome en parecer un chico majo entablé conversación después de que se sentase en el sofá del salón.
-¿Qué tal el día niña?
-Bueno, uno más-contestó-.(Mierda. Primera contestación en plan seria y demostrando no tener ganas de hablar.)
-¿No has tenido un buen día o qué?-volví a preguntar para ver si arrancaba y era ella la que desarrollase algún tema de conversación-.
- No, tío. Es que estoy un poco harta de mi curro-comenzó, bien!- no sabes lo frustrante que es que mi mierda de compañero esté todo el día describiéndome cómo se folla a su mujer,-Carolina estaba empezando a hablar algo irritada, pero yo la dejé hablar- Vale que esté recién casado, pero, ¿a mi que coño me importa? Si yo no estoy a dos velas… estoy a dos cirios! Joder! Que no me tiro a nadie desde hace meses y tengo la entrepierna con telarañas!
La verdad, aluciné con la contestación, pero algo era algo. La dejé que se deshogase y que hablase un buen rato, esperando el momento. Después de cinco minutos hablando de su trabajo me preguntó.
-¿Y tu qué tal? En la tienda me refiero.
-Muy bien. Estoy alucinando, -empecé a contarle- es todo nuevo pero estoy conociendo a mucha gente y disfruto de cada momento…
Estuve contándole a Carolina durante un buen rato cómo me iba en la tienda. Vale que fuese una simple tienda de ropa, pero era la marca de moda del momento. Teníamos la libertad incluso de bailar sobre las mesas de la propia tienda, y a veces, ejercíamos de relaciones públicas con los clientes. Estaba muy contento de trabajar allí y para colmo la tienda estaba situada en el centro comercial más concurrido de todo Madrid. Con mayor afluencia de clientes. No solo había tiendas, sino también muchísimos restaurantes, zonas de ocio, incluso cines y hasta una bolera. La conversación se fue alargando entre ambos, pero fue muy fluida y hablamos de temas diferentes, incluso contándonos algunos secretillos. Me empezó a caer genial Carol, sinceramente.
Se acercaba la hora de la cena, así que me lancé a contarle lo mío, ya que si se hacía de noche no saldría de casa al final, y terminaría de nuevo, una noche más, haciéndome una paja antes de dormir, y como que no me apetecía.
-Carol, yo quería contarte una cosilla.
-Dime.-atenta a mi, Carol parecía estar viendo el final de una peli interesante, o al menos, yo me sentí así de observado-.
-Que soy… gay.
-¿Y? –ala! Eso fue lo único que me dijo, que fuerte!-.
-Que quería que lo supieses.-le dije con una sonrisa tonta-.
-Buaaah… Ya me lo había imaginado Manu. –Toma del frasco Carrasco! Me dejó muerto. Yo flipaba con esta tía-.
-Ah… ¿Si?
-Haber Manu, que yo soy lesbiana y eso se nota. –quéeee fuerte. Mi boca se abrió de par en par, jamás lo intuí- además, -continuo hablando- desde que viniste a ver el piso me di cuenta a los cinco minutos y pensé que te habías dado cuenta de que yo también soy lesbi.
-Que va… -yo! Que seguía con mi boca abierta- para nada tía, ni me lo había imaginado.
-¿Por qué crees que odio tanto a mi compañero de trabajo? –me preguntó- tsss, como si me importase cuanto folla, o cómo se lo monta, yo creo que se piensa que me pone cachonda, cuando si yo me caliento es pensando en su mujer, pero abierta de piernas y frente a mi…
Carol no era la típica lesbiana que se le notase algo de pluma, (porque sí tíos, las lesbianas también tienen o no pluma, igual que los chicos gays, solo depende de las maneras con las que hayan llegado al mundo) Seguimos hablando del tema otro rato más, hasta que la invité a tomar algo por Chueca. Pero me dijo que no, que no le apetecía salir por allí un jueves. Si me indicó cómo llegar, así que cené algo rápido, me puse guapo, me despedí de Carol y de Boris y puse mis ilusiones en un metro camino a Chueca. La verdad es que estaba algo acojonado… Jamás había ido a la capital del mundo gay español. (Con todos mis respetos a Sitges y a Torremolinos, pero es así, Chueca es Chueca) Tampoco sabía con lo que me podría encontrar.
Salí del metro en dirección a la superficie, y mientras subía las escaleras me fijé en un chico que llevaba una camisa verde limón, y que tenía algo de pluma por su forma de andar, así que supuse que era gay y me acerqué a él.
-Hola!-le saludé-.
-Hola. –me contestó-.
-Perdona, es que no conozco Chueca, ¿sabes de algún sitio donde pueda tomar algo en plan tranquilo?
-¿No conoces Chueca?-me preguntó algo sorprendido-.
-No.
-¿No eres de Madrid?
-No, vivo en Madrid hace muy poco tiempo y no lo conozco mucho.-le dije algo apesumbrado-.
-¿Pero eres gay?-el chaval no salía de su asombro, y eso me ponía nervioso-.
-Si.-le afirmé con una sonrisa-.
-¿Eres gay, vives en Madrid, no conoces Chueca y encima has venido solo?
-Er… Si, ¿por?
-Pues… quédate conmigo que ahora vienen mi novio y nuestros amigos y sales con nosotros, -me dijo con una sonrisa en la cara. (Yo, evidentemente me quedé muerto. No creía en mi suerte y sin embargo, ahí estaba)
-Me llamo Manu. –me presenté-.
Carlos –me contestó dándome dos besos- Encantado.
-Igualmente!
Tíos, tuve mucha suerte, porque jamás me esperé que sucediese eso. Carol me había dicho que en Chueca hay un buen rollo increíble, y que pasan cosas súper espontáneas. Dicho y hecho!
A los cinco minutos de estar hablando con Carlos llegaron hasta nosotros un grupo de siete chicos. Carlos me los presentó uno por uno y les contó como nos habíamos conocido. Tuve que hacer alguna proeza porque todos se sorprendieron mucho por mi hazaña, aunque yo lo vi lo más normal del mundo.
Paso a detallaros como eran los chicos:
-Jose era el novio de Carlos. Alto, moreno. Con un poco de pluma también, muy simpático. Junto a su chico era el más joven de todos.
-Raúl era su verdadero nombre, pero todos le llamaban Manga por ser un friki de los comics, juegos de rol, etc. Era muy fibrado, con un tribal tatuado en el cuello y ambas orejas con dilataciones. Iba con el pelo rapado y de mi misma altura, sobre el1,78 cm. Muy guapete.
-Robert. Catalán de 22 años, igual que yo. Muy moreno, de ojos negros muy profundos. Delgado y con mucho acento catalán.
-Borja. Sin duda el más impactante, no por su físico, sino por cómo vestía, a lo “moderna”. Llevaba media melena. Tenía también mucha pluma, pero se te rompían las bragas de la risa con él siempre.
-Roland. Colombiano de 23 añitos y el buenorro del grupo. Tenía un cuerpo de infarto. Súper masculino. Tenía el pelo negro y los ojos azules, morenazo de piel. Era un poco más bajito que yo. El niño estaba para comérselo!
-Agu. Guapísimo también. Rubio de ojos verdes y con la piel muy clarita. Sus amigos le llamaban cuando se referían a él como “querubín”. De mi misma altura y delgadito. Siempre de guasa.
-Isaac. Más serio que los demás. Moreno, ojos marrones. De cuerpo perfecto, sobre todo tenía un culazo de miedo! Muy masculino y con una bonita voz. Con brazos fuertes. Sus ojos eran negros como el carbón y su sonrisa perfecta. Fue el que más me llamó la atención, la verdad.
Después de las presentaciones decidieron ir al “cielo café”. Cuando entramos allí el sitio me pareció precioso. Todo de color azul, con mesas y cojines tirados por el suelo. Nos acomodamos y pedimos nuestras bebidas a la chica que nos atendió.
Luego llegó lo malo…la lluvia de preguntas, jaja. Supongo que como yo era el nuevo querían saber cosillas de mi. Y no creáis que fueron preguntas formales, no señor! Me preguntaron si tenía mucha experiencia en la cama! Jaja. O si era pasivo o activo. Fueron Robert y Agu los más pícaros, aunque el resto los llamaba “los más putas”.
Más tarde, sobre la 1 de la madrugada nos fuimos a una discoteca llamada “Me da igual”. Amplia, con plataformas para subirse y bailar, y muy buena música. Me encanta bailar, y con una copa en una mano y un cigarro en la otra más aún… (antes se podía fumar en el interior de las discotecas, ahora en España está prohibido) Los chicos, uno a uno, fueron pidiendo en la barra sus respectivas copas y volvían a la pista a bailar. La noche se iba desarrollando y yo estaba muy a gusto. Había tenido una suerte increíble al conocer a Carlos y sus amigos, pero recordé que yo había ido a Chueca a por algo de sexo… bueno algo de sexo no, buscaba a un tío con el que echar un buen polvo y follar para relajarme, que desde mi llegada a Madrid aún no había cumplido con mis ansias de calmarme.
Todo ello me llevo a un planteamiento. ¿Debía de escoger a alguno de los chicos del grupo y follar con él? ¿o pedirles sus teléfonos para mantenerlos como amigos? Así podría irme a otra discoteca yo solo en busca de algún pibón!
Haber tíos, poneos en mi situación. Jose y Carlos eran pareja, y no sabía el rollo que llevaban como pareja, si tenían una relación abierta o no. Descartados ambos, además la pluma en un hombre no me atrae, con lo cual descartamos también a Borja. Manga era un tío genial y habíamos hablado muchísimo acerca del mundo nipón, ya que yo también me considero un mangaka, pero no me atraía nada sexualmente, así que descartado también. Aunque me consideran un chico bastante aparente tíos, Roland se escapaba a mis posibilidades. El tío estaba tremendo, demasiado bueno para un chico como yo, así que descartado también. Solo me quedaban Robert, Isaac y Agu… Desde el principio me había atraído bastante Isaac, así que decidido. A por Isaac!
Antes me fui a la barra a pillar una copa de ron (siempre es lo que suelo beber) y me dirigí a los baños a evacuar mi vejiga, ya que estaba a punto de reventar.
Una vez dentro del baño me acerqué a los sanitarios de pared, había cinco y me coloqué en el segundo por la derecha, dejando mi copa apoyado sobre el. Me desabroché el pantalón y comencé a descargar. En ese momento se abrió la puerta y entraron Robert y Agu
-¿Qué tal andaluz?-me preguntó Agu mientras se colocaba a mi izquierda-.
-Ei! Aquí, evacuando!-contesté con una sonrisa, aunque más bien producida por el alcohol que ya había ingerido-.
Mientras, Robert, el catalán, se colocó a mi izquierda
-¿Cómo vas de alcohol? –me preguntó-.
-Bien, tengo bastante aguante-mentí, porque ya iba algo mareado-.
En ese momento, sorprendí a Agu echándole el ojo a mi polla, in fraganti. Le miré y le sonreí, inocentemente. Robert se separó del sanitario y me miré pensando que había dejado de mear, pero mi sorpresa fue cuando le vi la polla medio morcillota. Entonces empezó a sobarme el culo con una de sus manos.
-Tío…-empecé a decir, pero noté como Agu agarraba mi polla y empezaba a acariciármela-.
Robert tenía muy buena polla, incluso a media asta, yo noté como la mía empezaba a despertar gracias a la situación y a la mano de Agu. Robert me besó, obligándome a abrir la boca para recibir su húmeda lengua.
En ese punto tíos…me dejé llevar.
Mientras Agu no dejaba de sobarme la polla, Robert no paraba de besarme, cogió mi mano y me la colocó en su polla. Dios! Qué polla. Empezaba a estar dura, y agarrándola con mi mano aún sobresalía la mitad fuera de mis dedos, y aún sin empalmar del todo. Tras unos instantes allí en medio del baño fue Agu el que puso sus manos en mi cadera y empezó a moverme hacia el interior de uno de los retretes. Me tenían enganchado entre los dos y sin duda intuí que era algo que habían planeado. Pero me dejé llevar y entramos en el retrete los tres. Robert cerró la puerta. Sentía su lengua aplacar la mía, mientras mi mano seguía amasándole la polla ya dura.
Por supuesto, amigos cabroncetes, tenía mi rabo duro. No tengo un pollón, aunque sí tirando a grande, recta y hasta “bonita” me han llegado a decir. Noté también como Agu se salivó la mano porque notaba mi polla demasiado húmeda. El retrete era amplio tíos, pero no para abarcar a tres tíos sedientos de sexo. Entre el morbo que sentía por estar donde estábamos, el alcohol que ya había ingerido y las ganas que tenía de follar… no os imagináis lo majada que tenía la polla.
De repente, noté un calor en la polla y enseguida una boca mamándomela, era Agu. Robert y yo nos comíamos nuestras bocas, mientras yo le pajeaba esa polla y el me bajaba el pantalón para amasarme el culo con sus manos Dios! Qué gustazo. Estaba a punto de correrme gracias a Agu cuando Robert me cogió por la cadera y me puso frente a Agu (que estaba sentado en el retrete y pajeándose), mientras él se colocaba detrás mía. Se mojó los dedos en saliva y me los refregó por mi esfínter, presionando sin llegar a penetrarme con ellos. Agu sacaba mi polla de su boca y la volvía a tragar una y otra vez, produciéndole arcadas, pero seguía nuevamente, dispuesto a sacarme la leche. Me dejaba llevar, extasiado, dejándome al placer. Estaba a punto de correrme, estaba al límite, cuando noté como el glande de Robert presionaba mi esfínter y entró…Me partió. Yo no estaba muy acostumbrado a que me metieran una polla en el culo y menos aún de ese tamaño. Dolor, fue lo que sentí, y pánico cuando sentía como entraba poco a poco, abriéndose camino a través del recto, más y más hacia el interior. Parecía que no terminaría por entrar nuca, hasta que sentí el torso de Robert en mi espalda. Dios! Qué polla tenía dentro. Estaba empalado por Robert. Lo peor fue cuando comenzó a sacarla y meterla… me estaba rompiendo por dentro. Me dolía y me daba morbo a la vez, encima tenía mi polla a punto de reventar en la boca de Agu.
Poco más duré, las arcadas de Agu me ponían más cachondo si cabe, hasta que exploté en su boca, llenándola de mi lefa, sin que dejase ninguna gota escapar. Me sentía en el cielo por un lado, pero por otro en el infierno. Tenía el culo ardiendo. Sentía en mi recto un ardor bastante desagradable. Notaba entrar y salir de mi interior la polla de Robert al completo. Agu seguía comiéndome la polla, aún dura, mientras se pajeaba.
-Robert….ah!...para tío!
-Ya me corro, aguanta… ah! Por favor…-gemía-.
-No te corras dentro Robert,-le pedí- sácala.
Robert me hizo caso y con cuidado me apartó un poco, dirigiéndose a Agu, que seguía con mi polla en su boca.
-Agu… trágatela también-le pidió Robert, acercándole la polla a la boca-.
Se la clavó. Agu tenía nuestras pollas en su boca y gemía a punto de correrse. Entonces Robert se corrió, llenándole la boca a Agu de leche. Éste no pudo tragar del todo la corrida de Robert y empezó a babear por la barbilla. Entonces él también se corrió.
Nos quedamos exhaustos unos instantes y Robert me besó. Agu cogió papel higiénico del retrete y se limpió la boca, luego la polla y nos pasó a nosotros el rollo para que nos limpiáramos. Entonces, comenzamos a reír los tres.
-Ha estado bien, ¿no?-pregunté-.
-Si!-contestaron los dos entre risas-.
-¿Te he hecho daño?-me preguntó Robert-.
-Algo, pero tranquilo, -yo estaba ardiendo por dentro tíos- es que no estoy muy acostumbrado.
-Ya lo haremos tranquilamente niño, verás como si la disfrutas bien –dijo acariciándome el culo-.
-Bueno, tórtolas –nos interrumpió Agu- vamos fuera!
Una vez vestidos salimos los tres del retrete. Nos miramos en el espejo y nos colocamos bien todo el atuendo. Agu hizo gárgaras de agua con la garganta (me imagino que para quitarse algo del sabor de nuestras corridas)
Salimos fuera del baño y alucinamos. La discoteca estaba hasta arriba, así que ya teníamos excusa para explicar el motivo de nuestra tardanza. Cuando volvimos al lugar donde habíamos estado con anterioridad ninguno de los del grupo estaban allí. Entre tanta gente los perdimos. Nos pillamos una copa cada uno y nos pusimos a buscar al resto.
Fuente: http://www.todorelatos.com/relato/81025/
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