Antes de empezar con la historia de Mercedes, quiero agradecer a todos los lectores por sus comentarios y votos.
También quiero señalar que me llamo Ana, soy de España, tengo 33 años, y la historia de Mercedes es una historia medio real, medio fantasía. Ella existe realmente y siempre ha fantaseado con su hermano desde que un día, bien jovencita, ella se estaba masturbando, y vio a su hermano espiándola. Mercedes no hizo nada para impedirlo y siguió dándose placer, abriendo, si cabe, más aun las piernas para ofrecer mejor espectáculo.
¿Mercedes, puedo meterte un dedito?
Esta es la pregunta que me hizo mi hermano, hace algunos días. Yo lógicamente, le contesté que no, pero ahora les cuento con tranquilidad nuestra historia.
Me llamo Mercedes, tengo 18 años y soy de Argentina. Soy una chica bastante recatada, no suelo hablar con casi nadie de sexo, me da vergüenza, pero hace poco conocí a una persona que me hizo cambiar de opinión, y por eso les voy a contar mi gran e inconfesable atracción por mi hermano.
Soy morena, pelo largo rizado y una figura bastante bonita para una chica de mi edad, pechos medianos, pezones de puntita y un buen culito. Tengo bastante pelito en mi cuca, sólo me depilo las ingles y alguna vez me corto los pelitos con tijeras.
Nunca he estado con un hombre, si que he tenido algún noviete, pero sigo siendo virgen, sólo nos hemos besado y tocado un poquito, aunque me ha encantado tocarles la polla por encima del pantalón, nunca he tenido una de verdad en mi mano.
En mis fantasías, me caliento mucho pensando en las pollas, me da igual su tamaño, me gustaría ponerlas bien duras, para poder pajearlas, mientras me meten una mano dentro de mi bomabachita y me tocan el botoncito del placer. Espero el momento de pajear lentamente, apretando bien la polla, cambiando de ritmo, notando que tengo el poder de hacer que se corran cuando yo quiera.
Bueno, mi vida cambió cuando por casualidad descubrí a mi hermano, cinco años mayor que yo, sentado en su silla de la habitación, con los pantalones bajados, mirando una revista pornográfica, mientras con una mano iba moviendo su pija lentamente.
Yo no sabía que era aquello, pero sólo intuí que no debía molestarlo, así que sigilosamente permanecí oculta, hasta que de la polla de mi hermano salió un chorro de un líquido espeso y pegajoso. Rápidamente me fui a mi habitación, sin tener mucha idea de lo que acababa de presenciar.,
Siempre he tenido muy buena relación con él, es muy amable conmigo y hablamos de todo, el me cuenta algunas cosas de las chicas con las que sale, y yo aunque tengo unos celos terribles, también le cuento algunas cosas, pero nunca hemos hablado de sexo.
Pasaron los años, y desde entonces había vuelto a repetir la escena en mi mente muchas veces, pero sin hacer nada, no sabía que significaba aquello, y porqué no podía sacármelo de la cabeza, tan solo notaba que de vez en cuando mis bombachitas se mojaban más de lo habitual.
Por la noche cuando me acuesto en mi camita, apago la luz y me pongo boca abajo, y sin esperar un segundo, levanto un poco el culito, me bajo los pantaloncitos y el tanga por debajo de mi culito bien paradito y empiezo a dedearme.
Dejo un dedito sobre mi clítoris y empiezo a culear, primero lento, pero poco a poco me voy calentando más y aumento el ritmo hasta que experimento un placer muy grande y me quedo totalmente satisfecha y relajada.
Otras veces, cuando estoy sola en casa, me gusta sentarme delante del ordenador, sólo con mis braguitas puestas, empiezo a leer algún relato erótico que me pasa un amigo, y sigo las instrucciones que el me da para masturbarme.
Pongo mis pezoncitos duros contra el borde de la mesa y me los rozo, suavemente, al mismo tiempo que abro al máximo mis piernas. Aguanto así todo lo que puedo, contrayendo y relajando mi cuquita, igual que cuando hago pipí. Cuando noto mis suaves y finitas braguitas súper mojadas, hago una tirita finita con ellas y me las aprieto contra mi rajita, estimulándome el clítoris todo lo que puedo. Me gusta sentirme así de caliente durante el máximo de rato posible, me he llegado a correr hasta seis veces….me pongo recaliente sólo de escribirlo.
Un sábado por la mañana me desperté pronto, eran como las ocho, salí al servicio y al pasar por delante de la habitación de mi hermano, tenía la puerta entreabierta, no pude resistirme y me asomé.
Lo que presencié me dejó totalmente helada, mi hermano estaba boca arriba, llevaba tan solo unos slips puestos, el sol entraba levemente por su persiana con la luz suficiente para apreciar aquel bulto enorme de mi querido hermanito. Me quedé unos segundos admirando aquella pija enorme, y volví rápidamente a mi habitación.
No lo dudé ni un segundo, me metí en mi camita como todas las noches, bajé mis pantaloncitos y mi tanga, y me puse a masturbarme.
Estaba mojada como nunca antes lo había estado. Me rozaba con mi dedito el clítoris cada vez más fuerte, culeaba mucho, cada vez más rápido. No podía aguantar más estaba muy caliente. Me quité toda la ropa quedándome totalmente desnuda.
Continué masturbándome en la misma posición, boca a bajo, rozaba mis pezones contra las sábanas y me gustaba, imaginaba a mi hermano chupándolos al mismo tiempo que yo cabalgaba sobre su pija.
Seguí rozándome con el dedito más fuerte, de vez en cuando subía mi culito y me pegaba dos palmaditas en el clítoris para seguir tocándome, hasta que no puede aguantar más y me corrí como nunca antes en mi vida.
Me quedé totalmente relajada, y aunque tenía la mano llena de mi flujo espeso y reluciente, no podía ni moverme, así que me cubrí con la sabana y me quedé dormida bien satisfecha.
No se el tiempo que había pasado, pero me desperté sobresaltada.
Había alguien en mi cama.
Rápidamente recordé que estaba totalmente desnuda, y me avergoncé ya que además de no llevar nada puesto, mi habitación olía toda a sexo, a coñito mojado y virgen.
Me ladee un poco y observé a mi hermano, sentado en mi cama, mirándome.
El suavemente me dijo:
- “Mercedes, te encuentras bien?”
- Si, porque lo preguntas?
- Nada, escuché quejidos hace un par de horas.
Yo totalmente avergonzada, pensé que esta era mi oportunidad de hacer realidad mis fantasías, me giré y me puse sentada en la cama, con mis rodillas flexionadas y mi espalda apoyada en la pared y tapándome con la sabana le dije:
- Pues estoy perfectamente, aunque si quieres que te diga que eran esos quejidos, tendrás que responderme a una pregunta.
- De acuerdo, pregúntame lo que quieras, hermanita.
Yo sacando valor de donde no lo había, le pregunté:
- ¿Con cuantas chicas has follado y cuando fue tu primera vez?
El se sorprendió un poco por la pregunta de su hermanita pequeña, sabía que si contestaba, seguramente no habría vuelta atrás, y tras unos segundos en silencio dijo:
- ¿Seguro que quieres hablar de esto?
Yo mordiéndome levemente el labio inferior, le dije:
- Si, por favor, cuéntamelo todo.
- Está bien, perdí mi virginidad a tu edad actual, a los 18, y sólo me he acostado con tres chicas.
Entonces él comenzó a contarme como fue su primera vez, con todo lujo de detalles, yo en ese momento, disimuladamente, bajé una mano entre mis piernas, y lentamente con mi dedito corazón empecé a tocarme mi coñito, que a pesar de haberme corrido hacía un momento, estaba otra vez con los labios hinchados y totalmente mojado.
Mi hermano pareció darse cuenta de mis movimientos bajo las sábanas, y con una mano empezó a apretarse la polla por encima de su slip.
Aquí fue cuando mi hermano paró de contarme sus experiencias y mirándome fijamente a los ojos me dijo:
- Mercedes, ¿Puedo meterte un dedito?
- No hermanito, un dedito no. Estoy harta de deditos, quiero que me metas otra cosa.
Hasta yo misma me sorprendí de las palabras que acababa de pronunciar, pero mi excitación no me dejó ni pensar. Después de pronunciar estas palabras, aparté la sábana, y mi hermano me pudo contemplar totalmente desnuda, con mis pechos duros de excitación, mis pezones a punto de estallar de lo puntiagudos que los tenía. A continuación, mirándole a los ojos, aparté mi mano de mi cuca y con las piernas flexionadas como las tenía, las abrí al máximo dándole una vista extraordinaria de mi bien abierto y mojado coñito.
Mi hermano rápidamente se desnudó y con su pija grande y dura, curvada hacia arriba se tumbó sobre mí y empezó a rozarme muy lentamente toda su herramienta contra mi bien lubricado coñito.
- Uffff, hermanito, que rico se siente, sigue así…..
Mi hermano dominaba bien la situación, estuvo rozándome durante unos minutos que a mi se me hicieron eternos por la excitación y morbo del momento, el no decía nada, sólo disfrutaba del momento, me seguía dando mucho placer rozándome mi cuca mientras me mordía levemente los pezones.
- ¿Estas lista Mercedes? ¿Estas preparada para dejar de ser una niña?
- Siiiiiiiiiiiiii, no aguanto más, fóllame cabrón, quiero que me la metas entera….
Entonces el apoyó su glande rosado en la entrada de mi cuquita, y muy despacio para no lastimarme me fue penetrando.
Se paró el mundo, notaba cada milímetro de su pollón entrando dentro de mí.
Yo me abrí de piernas todo lo que pude para facilitarle la penetración, mientras con mis manos acariciaba su duro culo, rozándole su ano para excitarlo más si cabe.
No noté nada de dolor, algunas de mis amigas me habían contado que su primera vez fue muy dolorosa y desagradable. Yo estaba disfrutando del momento. Estaba atenta y expectante ante todo lo que me hacía mi hermanito querido.
Me tumbó totalmente, y puso mis pies apoyados sobre su pecho, el empezó a embestirme fuertemente, metiendo y sacando toda su polla. Entonces hizo algo que recordaré el resto de mi vida, mientras me follaba fuertemente empezó a masturbarme el clítoris con su dedo pulgar.
No duré ni un minuto, y me arrancó mi primer orgasmo entre gritos y gemidos de placer.
En mi vida me había corrido de esa manera, de dentro de mi salieron varios chorros de flujo vaginal, que el rápidamente recogió con su boca, lamiéndome sin parar arrancándome un segundo orgasmo seguido que me hizo quedarme traspuesta.
Creo que perdí la noción del tiempo.
Sólo recuerdo que cuando me desperté al cabo de unos minutos, el ya no estaba, se había marchado al baño a tomar una ducha.
Entré en el baño, y me puse a orinar. Sentada en la taza del wc podía distinguir la silueta de mi hermano con la polla aún mirando al cielo, entonces suavemente aparté la cortina y le dije:
- Hermanito, ha sido genial, pero me gustaría hacerte acabar igual que tu lo has conseguido conmigo.
Entonces sin decir nada, empezó a masturbarse lentamente mirándome como orinaba.
Yo lentamente separe mis piernas y le dejé mirar como salía de mi coñito el río de orina, cuando terminé, me limpié con mi mano, sin papel. Recogí del interior de mi cuca los restos de pipi y flujos de la follada, me levanté y le puse mi mano en su boca mientras con la otra mano le cogí fuertemente su polla.
Era la primera vez que tenía una polla en mi mano, y me encantó pajearla lentamente, notando su dureza.
Lentamente me arrodillé dentro de la ducha y empecé a chuparla mientras la pajeaba con una mano y con la otra le apretaba sus pelotas.
No duró mucho mi primera mamada, ya que a los pocos segundos recibí en mi boquita toda la leche de mi hermanito. Fue una corrida extraordinaria, no puede aguantarla toda en mi boca y la derramé sobre mis tetitas. Después me levanté y nos besamos apasionadamente, mientras el recogió con sus manos su leche y me la llevó a la boca para que no se desperdiciara ni una sola gota.
Fue un día genial que como podrán imaginar, recordaré toda mi vida.
Más adelante les contaré las numerosas historias que sucedieron en los días posteriores.
Espero que les haya gustado y que hayan disfrutado tanto al leerlo como yo al escribirlo.
Me gustaría recibir sus votos y comentarios. Ha sido mi primer relato y espero que sigan muchos más.
Dedicado a Mercedes.
También quiero señalar que me llamo Ana, soy de España, tengo 33 años, y la historia de Mercedes es una historia medio real, medio fantasía. Ella existe realmente y siempre ha fantaseado con su hermano desde que un día, bien jovencita, ella se estaba masturbando, y vio a su hermano espiándola. Mercedes no hizo nada para impedirlo y siguió dándose placer, abriendo, si cabe, más aun las piernas para ofrecer mejor espectáculo.
¿Mercedes, puedo meterte un dedito?
Esta es la pregunta que me hizo mi hermano, hace algunos días. Yo lógicamente, le contesté que no, pero ahora les cuento con tranquilidad nuestra historia.
Me llamo Mercedes, tengo 18 años y soy de Argentina. Soy una chica bastante recatada, no suelo hablar con casi nadie de sexo, me da vergüenza, pero hace poco conocí a una persona que me hizo cambiar de opinión, y por eso les voy a contar mi gran e inconfesable atracción por mi hermano.
Soy morena, pelo largo rizado y una figura bastante bonita para una chica de mi edad, pechos medianos, pezones de puntita y un buen culito. Tengo bastante pelito en mi cuca, sólo me depilo las ingles y alguna vez me corto los pelitos con tijeras.
Nunca he estado con un hombre, si que he tenido algún noviete, pero sigo siendo virgen, sólo nos hemos besado y tocado un poquito, aunque me ha encantado tocarles la polla por encima del pantalón, nunca he tenido una de verdad en mi mano.
En mis fantasías, me caliento mucho pensando en las pollas, me da igual su tamaño, me gustaría ponerlas bien duras, para poder pajearlas, mientras me meten una mano dentro de mi bomabachita y me tocan el botoncito del placer. Espero el momento de pajear lentamente, apretando bien la polla, cambiando de ritmo, notando que tengo el poder de hacer que se corran cuando yo quiera.
Bueno, mi vida cambió cuando por casualidad descubrí a mi hermano, cinco años mayor que yo, sentado en su silla de la habitación, con los pantalones bajados, mirando una revista pornográfica, mientras con una mano iba moviendo su pija lentamente.
Yo no sabía que era aquello, pero sólo intuí que no debía molestarlo, así que sigilosamente permanecí oculta, hasta que de la polla de mi hermano salió un chorro de un líquido espeso y pegajoso. Rápidamente me fui a mi habitación, sin tener mucha idea de lo que acababa de presenciar.,
Siempre he tenido muy buena relación con él, es muy amable conmigo y hablamos de todo, el me cuenta algunas cosas de las chicas con las que sale, y yo aunque tengo unos celos terribles, también le cuento algunas cosas, pero nunca hemos hablado de sexo.
Pasaron los años, y desde entonces había vuelto a repetir la escena en mi mente muchas veces, pero sin hacer nada, no sabía que significaba aquello, y porqué no podía sacármelo de la cabeza, tan solo notaba que de vez en cuando mis bombachitas se mojaban más de lo habitual.
Por la noche cuando me acuesto en mi camita, apago la luz y me pongo boca abajo, y sin esperar un segundo, levanto un poco el culito, me bajo los pantaloncitos y el tanga por debajo de mi culito bien paradito y empiezo a dedearme.
Dejo un dedito sobre mi clítoris y empiezo a culear, primero lento, pero poco a poco me voy calentando más y aumento el ritmo hasta que experimento un placer muy grande y me quedo totalmente satisfecha y relajada.
Otras veces, cuando estoy sola en casa, me gusta sentarme delante del ordenador, sólo con mis braguitas puestas, empiezo a leer algún relato erótico que me pasa un amigo, y sigo las instrucciones que el me da para masturbarme.
Pongo mis pezoncitos duros contra el borde de la mesa y me los rozo, suavemente, al mismo tiempo que abro al máximo mis piernas. Aguanto así todo lo que puedo, contrayendo y relajando mi cuquita, igual que cuando hago pipí. Cuando noto mis suaves y finitas braguitas súper mojadas, hago una tirita finita con ellas y me las aprieto contra mi rajita, estimulándome el clítoris todo lo que puedo. Me gusta sentirme así de caliente durante el máximo de rato posible, me he llegado a correr hasta seis veces….me pongo recaliente sólo de escribirlo.
Un sábado por la mañana me desperté pronto, eran como las ocho, salí al servicio y al pasar por delante de la habitación de mi hermano, tenía la puerta entreabierta, no pude resistirme y me asomé.
Lo que presencié me dejó totalmente helada, mi hermano estaba boca arriba, llevaba tan solo unos slips puestos, el sol entraba levemente por su persiana con la luz suficiente para apreciar aquel bulto enorme de mi querido hermanito. Me quedé unos segundos admirando aquella pija enorme, y volví rápidamente a mi habitación.
No lo dudé ni un segundo, me metí en mi camita como todas las noches, bajé mis pantaloncitos y mi tanga, y me puse a masturbarme.
Estaba mojada como nunca antes lo había estado. Me rozaba con mi dedito el clítoris cada vez más fuerte, culeaba mucho, cada vez más rápido. No podía aguantar más estaba muy caliente. Me quité toda la ropa quedándome totalmente desnuda.
Continué masturbándome en la misma posición, boca a bajo, rozaba mis pezones contra las sábanas y me gustaba, imaginaba a mi hermano chupándolos al mismo tiempo que yo cabalgaba sobre su pija.
Seguí rozándome con el dedito más fuerte, de vez en cuando subía mi culito y me pegaba dos palmaditas en el clítoris para seguir tocándome, hasta que no puede aguantar más y me corrí como nunca antes en mi vida.
Me quedé totalmente relajada, y aunque tenía la mano llena de mi flujo espeso y reluciente, no podía ni moverme, así que me cubrí con la sabana y me quedé dormida bien satisfecha.
No se el tiempo que había pasado, pero me desperté sobresaltada.
Había alguien en mi cama.
Rápidamente recordé que estaba totalmente desnuda, y me avergoncé ya que además de no llevar nada puesto, mi habitación olía toda a sexo, a coñito mojado y virgen.
Me ladee un poco y observé a mi hermano, sentado en mi cama, mirándome.
El suavemente me dijo:
- “Mercedes, te encuentras bien?”
- Si, porque lo preguntas?
- Nada, escuché quejidos hace un par de horas.
Yo totalmente avergonzada, pensé que esta era mi oportunidad de hacer realidad mis fantasías, me giré y me puse sentada en la cama, con mis rodillas flexionadas y mi espalda apoyada en la pared y tapándome con la sabana le dije:
- Pues estoy perfectamente, aunque si quieres que te diga que eran esos quejidos, tendrás que responderme a una pregunta.
- De acuerdo, pregúntame lo que quieras, hermanita.
Yo sacando valor de donde no lo había, le pregunté:
- ¿Con cuantas chicas has follado y cuando fue tu primera vez?
El se sorprendió un poco por la pregunta de su hermanita pequeña, sabía que si contestaba, seguramente no habría vuelta atrás, y tras unos segundos en silencio dijo:
- ¿Seguro que quieres hablar de esto?
Yo mordiéndome levemente el labio inferior, le dije:
- Si, por favor, cuéntamelo todo.
- Está bien, perdí mi virginidad a tu edad actual, a los 18, y sólo me he acostado con tres chicas.
Entonces él comenzó a contarme como fue su primera vez, con todo lujo de detalles, yo en ese momento, disimuladamente, bajé una mano entre mis piernas, y lentamente con mi dedito corazón empecé a tocarme mi coñito, que a pesar de haberme corrido hacía un momento, estaba otra vez con los labios hinchados y totalmente mojado.
Mi hermano pareció darse cuenta de mis movimientos bajo las sábanas, y con una mano empezó a apretarse la polla por encima de su slip.
Aquí fue cuando mi hermano paró de contarme sus experiencias y mirándome fijamente a los ojos me dijo:
- Mercedes, ¿Puedo meterte un dedito?
- No hermanito, un dedito no. Estoy harta de deditos, quiero que me metas otra cosa.
Hasta yo misma me sorprendí de las palabras que acababa de pronunciar, pero mi excitación no me dejó ni pensar. Después de pronunciar estas palabras, aparté la sábana, y mi hermano me pudo contemplar totalmente desnuda, con mis pechos duros de excitación, mis pezones a punto de estallar de lo puntiagudos que los tenía. A continuación, mirándole a los ojos, aparté mi mano de mi cuca y con las piernas flexionadas como las tenía, las abrí al máximo dándole una vista extraordinaria de mi bien abierto y mojado coñito.
Mi hermano rápidamente se desnudó y con su pija grande y dura, curvada hacia arriba se tumbó sobre mí y empezó a rozarme muy lentamente toda su herramienta contra mi bien lubricado coñito.
- Uffff, hermanito, que rico se siente, sigue así…..
Mi hermano dominaba bien la situación, estuvo rozándome durante unos minutos que a mi se me hicieron eternos por la excitación y morbo del momento, el no decía nada, sólo disfrutaba del momento, me seguía dando mucho placer rozándome mi cuca mientras me mordía levemente los pezones.
- ¿Estas lista Mercedes? ¿Estas preparada para dejar de ser una niña?
- Siiiiiiiiiiiiii, no aguanto más, fóllame cabrón, quiero que me la metas entera….
Entonces el apoyó su glande rosado en la entrada de mi cuquita, y muy despacio para no lastimarme me fue penetrando.
Se paró el mundo, notaba cada milímetro de su pollón entrando dentro de mí.
Yo me abrí de piernas todo lo que pude para facilitarle la penetración, mientras con mis manos acariciaba su duro culo, rozándole su ano para excitarlo más si cabe.
No noté nada de dolor, algunas de mis amigas me habían contado que su primera vez fue muy dolorosa y desagradable. Yo estaba disfrutando del momento. Estaba atenta y expectante ante todo lo que me hacía mi hermanito querido.
Me tumbó totalmente, y puso mis pies apoyados sobre su pecho, el empezó a embestirme fuertemente, metiendo y sacando toda su polla. Entonces hizo algo que recordaré el resto de mi vida, mientras me follaba fuertemente empezó a masturbarme el clítoris con su dedo pulgar.
No duré ni un minuto, y me arrancó mi primer orgasmo entre gritos y gemidos de placer.
En mi vida me había corrido de esa manera, de dentro de mi salieron varios chorros de flujo vaginal, que el rápidamente recogió con su boca, lamiéndome sin parar arrancándome un segundo orgasmo seguido que me hizo quedarme traspuesta.
Creo que perdí la noción del tiempo.
Sólo recuerdo que cuando me desperté al cabo de unos minutos, el ya no estaba, se había marchado al baño a tomar una ducha.
Entré en el baño, y me puse a orinar. Sentada en la taza del wc podía distinguir la silueta de mi hermano con la polla aún mirando al cielo, entonces suavemente aparté la cortina y le dije:
- Hermanito, ha sido genial, pero me gustaría hacerte acabar igual que tu lo has conseguido conmigo.
Entonces sin decir nada, empezó a masturbarse lentamente mirándome como orinaba.
Yo lentamente separe mis piernas y le dejé mirar como salía de mi coñito el río de orina, cuando terminé, me limpié con mi mano, sin papel. Recogí del interior de mi cuca los restos de pipi y flujos de la follada, me levanté y le puse mi mano en su boca mientras con la otra mano le cogí fuertemente su polla.
Era la primera vez que tenía una polla en mi mano, y me encantó pajearla lentamente, notando su dureza.
Lentamente me arrodillé dentro de la ducha y empecé a chuparla mientras la pajeaba con una mano y con la otra le apretaba sus pelotas.
No duró mucho mi primera mamada, ya que a los pocos segundos recibí en mi boquita toda la leche de mi hermanito. Fue una corrida extraordinaria, no puede aguantarla toda en mi boca y la derramé sobre mis tetitas. Después me levanté y nos besamos apasionadamente, mientras el recogió con sus manos su leche y me la llevó a la boca para que no se desperdiciara ni una sola gota.
Fue un día genial que como podrán imaginar, recordaré toda mi vida.
Más adelante les contaré las numerosas historias que sucedieron en los días posteriores.
Espero que les haya gustado y que hayan disfrutado tanto al leerlo como yo al escribirlo.
Me gustaría recibir sus votos y comentarios. Ha sido mi primer relato y espero que sigan muchos más.
Dedicado a Mercedes.
3 comentarios - ¿Mercedes, puedo meterte un dedito?
estoy de acuerdo