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Algo que se extraña... (una historia real)

Hace poco que volví a radicarme en mi querida Buenos Aires después de vivir algunos años en Canadá. Quiero aprovechar este espacio para contar mi experiencia en ese frío país del norte, frío en cuanto a clima pero ardiente en cuanto a sexo.
Ocurrió que navegando por la internet, se me ocurrió comenzar a indagar acerca de lo que en inglés se denomina BDSM, que siempre me interesó. BDSM básicamente tiene que ver con amos(as)-esclavas(os), sadismo-masoquismo, etcétera.
Los canadienses son muy liberales y abiertos a esas cosas y en seguida el tema me atrapó. Empecé a frecuentar sitios de chat en los que se practicaban estas cosas a través del cyberespacio. Claro que no es lo mismo que cara-a-cara, pero me imaginé que eso sería el comienzo y luego podría profundizar alguna relación que me interesara especialmente y encontrarme con la esclava en cuestión personalmente.
No estaba equivocado y les quiero contar cómo la pasé con Gloria. Una vez que pudimos coincidir en cuanto a fechas, decidimos pasar una noche juntos en un Motel cerca de su College. Nos encontramos a eso de las 7pm, ya cenados, en la Biblioteca, previamente habíamos intercambiado fotos por e-mail así que no hubo problemas de reconocimiento. Tal como le había indicado, gloria, el nombre va en minúscula pues así se estila para con las esclavas(os), se vistió como para no llamar la atención con una blusa holgada y una pollera no muy corta (claro que abajo no tenía ropa interior salvo medias con portaligas).
Se veía hermosa, muy delgada para mi gusto personal pero con un par de tetas firmes y grandes (con un aro en uno de sus pezones perforados!) y un hermoso, redondo y respingado culo, 1,70 m de altura, pelo castaño, ojos marrones y 29 años de edad.
Luego de una breve charla subimos a mi auto para ir al Motel donde ya estaba alojado en una habitación con dos camas dobles. En cuanto subimos al auto me partió la boca de un beso y muerta de risa me dijo cuánto había deseado hacer eso desde que me conoció, yo la dejé hacer y le pregunté si había seguido todas mis indicaciones. Me aseguró que sí y para demostrarlo se abrió la blusa para luego levantarse la pollera exponiendo su concha recién rasurada. Estaba perfecta.
Entramos a la habitación y ella se arrodilló delante mío diciendo: "Soy completamente tuya, por favor usame para tu placer."
Yo estaba al palo, sin decir nada me acerqué y abrí mi bragueta. Ella enseguida sacó mi miembro y empezó a chuparlo. Yo necesitaba pronto desahogo de mi calentura para disfrutar a gloria completamente, le tomé la cabeza y empecé a cogerla por la boca hasta que acabé y ella se tragó todo ávidamente.
Le dije que me desvistiera, me senté en un sillón y la puse cruzada en mis rodillas, le levanté la pollera y le empecé a pegar como a las nenas desobedientes. Le expliqué que era para mostrarle qué le iba a pasar cada vez que me desobedeciera. A la cuarta o quinta nalgada empezó a suspirar y su culo a ponerse colorado, seguí castigándola y sus gemidos eran más fuertes, entonces pasé mi mano entre sus piernas y comprobé que su rasurada concha estaba muy mojada. La guachita estaba gozando el castigo como loca. Le pegué hasta que tuvo el culo rojo y caliente y le ordené que se sacara la blusa y la pollera y se acostara en la cama boca abajo con los brazos y piernas extendidos. Luego de atarle las muñecas y tobillos a las cuatro patas de la cama le hice levantar el culo y puse bajo sus caderas tres almohadas. Le dije que me gustaba como habían quedado expuestos sus ahujeros y me dijo que eran míos para mi placer. Su concha estaba cada vez más brillante y mojada, pero no estaba en mis planes dejarla acabar así nomás. Puse un poco de vaselina en mi otra vez tieso miembro y se lo apoyé en el orto empujando despacito. Empezó a gemir con placer y se lo fui enterrando hasta la raíz. Sentía el calor de su colorado culo contra mi cadera y empecé a bombear primero despacio y después más fuerte gozando de tan hermoso culo. Ella gemía sin cesar pidiendo más y más. Le acabé bien adentro y cuando la saqué le puse un algodón en el orto para que no se le saliera el semen. Me levanté, le di un beso en la mejilla, le desee buenas noches y me acosté a dormir en la otra cama bien relajado. Ella se quedó sumisa en esa posición y se durmió.
Un erótico sueño me despertó a la mañana temprano y me dispuse a cumplir un deseo largamente postergado: enterrar la erección de la mañana en el orto de una pulposa mina. Me arrodillé entre sus piernas, saqué el algodón de su culo y cuando el semen asomó apoyé mi duro miembro y se la volví a meter por el culo, ella se despertó, me acerqué, la besé en el cuello y le dije:
Buen día mi amor. Me sonrió un buen día y devolvió mi beso. Entonces agarré sus grandes tetas y empecé a apretarselas mientras le rompía el culo por segunda vez. Me eché un polvo espectacular, bien agarrado a sus tetas y acabando mientras ella gemía de dolor-placer pidiendo más y más. La desaté y le dije que fuese al baño a hacer sus necesidades y a darse una ducha y volviera. Cuando volvió la mandé a comprar el desayuno y me fui a duchar.
Salí de la ducha y el desayuno estaba servido. Ella esta otra vez vestida solo con sus medias y portaligas. Me abrazó, me besó en la boca y me dijo:
"Por favor cogeme por la concha o me muero." Me limité a sonreír y nos sentamos a desayunar.
Terminado el desayuno la hice sentar en el piso con las piernas abiertas y le dije que se masturbara para mí, pero que no podía acabar sin mi permiso. Cuando ya estaba lista para acabar, me pidió permiso y le dije que parase. Me obedeció enseguida, estaba colorada de calentura y yo sabía que se moría por acabar. Le dije que se acercara y gateó hasta donde yo estaba. Entonces la hice masturbarme con sus tetas. La sensación era fabulosa. Ella seguía calentándose más y más. Cuando yo estaba bien al palo, le dije que le daba permiso para sentarse en mis muslos y cabalgar mi pija bien adentro de su concha. Puso una cara de alegría y agradecimiento enorme, se sentó a horcajadas en mis piernas (la silla nos aguantó bien a los dos) y se enterró mi pija bien adentro con un suspiro interminable. Me empezó a cabalgar y yo le empecé a acariciar las tetas y apretarle los pezones, me abrazó y me empezó a besar apasionadamente en la boca. Yo sentía sus suspiros cada vez más fuertes adentro de mi boca. De pronto cortó el beso me miró a los ojos y me dijo: "¿Por favor puedo acabar?" Le dí permiso y casi enseguida empezó a temblar, me abrazó fuerte y empezó a gritar y sacudirse, yo sentía su concha apretando mi pija con cada convulsión de su orgasmo, cuando parecía que se aplacaba empezó de golpe a gritar y sacudirse de nuevo en un segundo orgasmo más fuerte que el anterior. Yo creí que le iba a pasar algo y del susto no pude acabar.
Cuando se tranquilizó me volvió a besar apasionadamente y después me dijo que nunca pensó que al tener que aguantarse tanto para acabar iba a resultar en un doble orgasmo como el que tuvo y que gustosa haría otra vez lo mismo. Yo todavía la tenía dura y no había acabado, fuimos a ducharnos juntos y bajo la ducha la puse de cara a la pared, le hice abrir las piernas y le volví a hacer el culo mientras le acariciaba y torturaba las tetas y nos besabamos en la boca. Fue otro polvo inolvidable. Nos aseamos el uno al otro y dejamos la habitación justo antes del mediodía.
Como se imaginarán fue una experiencia inolvidable y gloria es una de las pocas cosas que llegué a extrañar de Canadá al volver.
Si alguna lectora alguna vez se hizo los ratones con ser una obediente esclava sexual o por cualquier inquietud al respecto, me gustaría que me escriban a mi casilla de e-mail: amoysr@yahoo.com
Les prometo dos cosas: absoluta reserva y contestar todas las cartas.
Cariñosamente.

Patricio M.
Buenos Aires

2 comentarios - Algo que se extraña... (una historia real)

Cristian_Troy
Que chimba yo me quiero ir a vivir a Canadá como es la vida aya en que ciudad vivías y es fácil con un empleo normalito vivir mejor que en américa latina ??