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Relato Gay: Tuercas y Tornillos

Tengo que admitir que nunca me ví como bisexual. Pero desde que conocí a Mariano, las cosas en mi vida cambiaron bastante. El tiene 18 años pero el hecho de que sea 22 años menor que yo, no impide que podamos gozar de una relación que ya va para los 6 meses y seguimos contando. Yo poseo un negocio de barrio que tiene sus altibajos como cualquier otro: una ferretería. Soy soltero y la puse con la ayuda de mi viejo y por ahora me va bien.
Uno de esos días de calor del último verano, apareció una personita que me llamó la atención más de lo normal. Era un flaquito de físico muy bien formado, rubión y de pelo por los hombros. Llevaba puesto un short de baño y una musculosa amplia, lo que dejaba ver muy bien su cuerpo. Muy simpático para charlar, me comentó que necesitaba un repuesto para el regador del jardín de su casa. Nos pusimos a charlar del calor y esas boludeces mientras yo revolvía cajoncitos de repuestos. Le pregunté qué le había pasado y me comentó que quiso arreglar el regador por su cuenta y lo había descompuesto del todo. Nos reímos pero me comentó que cuando volvieran sus viejos de viaje, se le iba a pudrir todo. Para colmo, de la pieza que él necesitaba ya no me quedaba ninguna. Se quiso morir, y la mía era la única ferretería en kilómetros. Me dijo que no importaba, que ya se las arreglaría de otra forma. Le ofrecí traerme el aparatito a ver si lo podíamos solucionar acá, pero me contestó que no sabía y qué sé yo.
Aún no sé por qué lo hice (mejor dicho, después sí me di cuenta de porqué) pero le dije:
-Tomá, llevate éste que es como el tuyo y después me lo pagás. (salía 200 mangos)
Se quedó mirándome sin saber qué decir. Obviamente le gustó mi gesto. Se despidió y se fue, dejando en el aire un leve rastro de su desodorante.
Luego de eso me quedé pensando, replanteando mis sentimientos. De golpe me encontré disfrutando del poder contemplar un lindo cuerpo adolescente, sentir su perfume, etc. Pero traté de minimizar el tema y seguí con mi vida normal.
A los pocos días volvió con la intención de pagarme el aparato. Me comentó que todo funcionaba bien y que los viejos volvieron y no se percataron de nada "gracias a vos", me dijo. Como dije, le resté importancia y nos pusimos a charlar. Parecía que esa tarde el calor se ensañaba más que nunca. Le comenté que ese día iba a cerrar temprano porque me había llegado un cargamento de cajas que tenía que acomodar en el depósito sí o sí.
Para mi sorpresa, Mariano se ofreció a ayudarme gustoso. En un principio le dije que no era necesario pero él me retrucó que me dejara de joder, que después de lo que yo había hecho por él, no iba a aceptar un "no" como respuesta. Acepté encantado, para mis adentros, la oferta de mano de obra extra como pago del aparato. Me sentí turbado, eufórico, no sé. Una sensación rara me hacía sentir como cuando estuve desnudo por primera vez delante de una mina para debutar. A la mierda el negocio: lo cerré a esa misma hora y fuimos hacia la parte trasera del depósito para ponernos a trabajar. Allí yo tenía, además del depósito mencionado, un pequeño rincón donde había una cama desvencijada con un colchón viejo pero limpio y una mesita que hacía las veces de mesa de comer para un sereno que hubo en un tiempo. Jamás saqué esas cosas del galpón, no me pregunten por qué. Nos fuimos a acarrear cajas y bultos por lo menos dos horas, charlando y contándonos anécdotas para pasar el rato, mientras escuchábamos radio. Pude ver cómo sus músculos trabajados por el deporte sobresalían de su cuerpo joven, cómo se movía con gracia y presteza. Yo tampoco estoy nada mal y poseo un buen estado físico. A cada momento notaba que entre nosotros se generaba una tensión rara, pero no mala. Simplemente rara...
Le propuse descansar un rato y tomarnos una gaseosa. No hubo objeciones. Luego seguimos un rato más y paramos de nuevo. Le dije que me iba a pegar un duchazo rápido y que si él quería, podía darse uno después de mi. Ningún problema, me bañé tratando de bajar mi calentura (al pedo), divagando para no hacerme el bocho y pensar cosas que en otras circunstancias no pensaría. Luego se bañó él, que salió con la toalla atada en la cintura y el pelo mojado. Ya hacía un rato que estábamos en la cama charlando y tomando otro refresco cuando el tema de conversación derivó indefectiblemente en el sexo (cuando no). Me contó que tenía una novia de su edad pero que con ella hacían poco y nada ya que era muy católica y no sé qué.
-Debés estar que explotás, entonces- le comenté.
-Y no sabés cómo- me dijo riéndose-. Tengo los huevos como un sachet de leche.
Carcajada que nos hizo llorar. Luego se hizo un silencio largo en que nos mirábamos y nos tentábamos de risa de nuevo, pero esquivándonos la mirada, el uno al otro. Cuál no fue mi sorpresa al comprobar que debajo de la toalla se insinuaba una erección, y muy grande, por cierto. El notó que me di cuenta y se puso de todos colores.
-Perdón, es que pienso en eso y.... - dijo, señalando su bulto con la mirada.
-Jaja, no te disculpes- le dije- ¿Puedo verla? Debés estar muy bien armado.
Y me reí como para llevar el momento. Medio que se sorprendió pero con una mano se desprendió la toalla y la corrió a un lado, dejándome ver que un monstruo se asomaba a medio parar. Grueso, con la mitad de la cabezota cubierto con la polerita de piel, latiendo y levantándose. Eso me calentó bastante.
-Mirá, yo estoy igual- le dije y me bajé el short, sacando a relucir mi verga, casi tan grande como la de él.
Se quedó mirándomela un ratito, aparentemente le llamó la atención.
-Nunca había visto otra pija que no sea la mía tan de cerca- comentó.
-¿Querés tocarla? Agarrala- me escuché decir.... ¡Y él la agarró!
La tanteó como sopesándola, la apretó un poquito y la terminó de sacar. La empezó a pajear suavecito y se me terminó de parar. Ahi fue cuando la soltó y sacó la mano, como cayendo en la cuenta de lo que acababa de hacer.
Yo también me animé y agarré su vergota, tanteándola un poco. Lo mismo que él, nunca había tocado otra verga que no fuera la mía. El suave contacto de la piel del tronco y cómo se deslizaba por mi mano, me dio un escalofrío de placer. El, por su parte, dejó escapar un leve gemido y suspiró más cuando lo empecé a pajear. Se tiró boca arriba y yo lo tomé como una luz verde. Me subí bien a la cama y le empecé a hacer lo que a mi me hubiese gustado que me hicieran. Con una mano lo pajeaba y con la otra le toqué las pelotas duras y grandes. Realmente estaban como a punto de estallar. Se las masajeaba suavecito y él gemía. Yo aceleré mis movimientos y con un gemido, acabó sobre su panza y en mi mano. Era mucho, como él dijo. No paraba de acabar, temblaba y acababa. Cuando terminé, se quedó asi unos momentos. Yo me limpié la mano con un trapo y lo quedé mirando. Luego lo limpié yo a él. Ahí se incorporó y me quedó mirando como sorprendido y no pudiendo entender.
-¿Sos gay?- me preguntó.
-¿Vos lo sos?- le pregunté enseguida yo.
-No...
-Yo tampoco- le contesté-. Pero sentí las ganas de hacerlo desde que te conocí. No me llaman la atención los hombres para nada pero vos me calentaste.
-Vos a mi también...
-¡Ya veo!- bromeé y nos reímos.
-No, en serio, creo que nunca gocé una paja como la que me acabás de hacer vos recién. ¿Está mal?
-¿Y por qué habría de estarlo?- le contesté-. Mirá, si los dos disfrutamos haciendo ésto ¿qué tiene de malo?
-Creo que tenés razón, pero igual me siento raro. Tengo ganas de....
-¿De tocarme?- le pregunté.
Asintió con la cabeza, mirando mi verga super parada. Y acto seguido, me agarró el tronco y se acercó hasta que su cara casi se pegó a mi verga. Realmente parecía un nene que explora un juguete que no entiende cómo funciona. Me sentía extasiado y super caliente. Luego que tocó, apretó y pajeó mi poronga suavemente todo lo que quiso, siguió pasando su mano por mis huevos. Hacia atrás (a mi cola) me acarició el nacimiento de las nalgas y pasó su dedo mayor por mi raya, buscando mi agujero. Ahi me apoyé con los brazos hacia atrás, como tomando sol, y abri más las piernas como para facilitarle la tarea. Mi verga latía con cada caricia suya y ya la cabezota asomaba morada en todo su esplendor. Me acarició los muslos, llegó a mi panza, me tocó las tetillas, volvió a mi verga y la agarró firme.
-Chupala- le dije.
Me miró a los ojos como preguntándome si no le iba a morder y luego miró mi verga. Para mi agradable sorpresa, su boca se fue abriendo hasta posarse en la cabeza. Pegué un leve saltito y me reí. El lo tomó bien y siguió. Ya sus labios rodearon toda la cabeza y llegaron a la unión con el tronco. Noté cómo su lengua me rozaba internamente. Lo describo asi para que ustedes se den una idea de lo que sentí, ya que lo recuerdo como si me hubiera pasado recién. Al parecer lo hacía por intuición, la que por cierto le funcionó muy bien. Comenzó entonces a querer meterse mi pija hasta donde diera y con la lengua me acariciaba y lamía el tronco.
Le dije lo bien que lo hacía y me contestó que le daba vergüenza que le hablara. El verlo hablar con los labios mojados de saliva y mis jugos me calentó sobremanera y se lo dije. Se puso colorado pero yo me incorporé y por primera vez en mi vida, besé a otro hombre. Creo que él no se lo esperó y yo solamente respondí a un instinto primario, nada más. Tuve la necesidad de besarlo, de sentir esa lengua trenzada a la mía lleno de ese delicioso gustito a salado....
A pesar de sorprenderlo, respondió casi al instante. Devolvió la lengua con maestría y asi estuvimos pegados dándonos lengua con lo que nuestra calentura creció a full. Me lo subí a caballito y lo monté sobre mis piernas como a una mina, con lo que nuestras pijas se juntaron y se rozaban. El cruzó sus piernas detrás mio y nos dimos lengua como en bolsa. Nuestras manos acariciaban la espalda, el pecho y la cola del otro. Su culito era apretadito, firme, lampiño, suavecito y redondo. Jugueteé con su agujerito. Pasé mi mano por su boca y le metí un par de dedos que chupeteó como una putita. Me aseguré de embadurnarle bien el culito con su propia saliva y le empecé a meter un dedo. Gimió y abrió los ojos, pero no dejó de darme lengua. Entré y salí de su agujerito para lubricarlo bien y sus besos se hicieron más profundos, si eso era ya posible. No aguanté más y lo puse boca abajo con una almohada debajo de su panza.
-¿Qué hacés?- me preguntó jadeando. Pude adivinar su miedo.
-Te quiero ver asi, entregado.
Me le tiré encima sin penetrarlo y bajé mis decibeles; decidí que ya que me estaba pasando ésto por primera vez en mi vida, lo iba a disfrutar. Comencé a besarle la nuca, mientras mis manos acariciaban sus caderas. Bajé por su cuello, su espalda ancha y musculosa hasta llegar a su cintura. El permanecía callado pero jadeaba como si se fuera a quedar sin aire. Llegué al nacimiento de su cola y acaricié esos cachetes hermosos. Los amasé y besé. Luego los separé, abriendo ante mi la visión de ese culito rosadito y apretado. Y venciendo la resistencia de hacer algo que nunca me hubiera animado antes, me abalancé hacia él con mi boca. Lo lamí, lo besé, lo mordisqueé y fue cuando comencé a sentir con orgullo y calentura, cómo Mariano empezó a retorcerse y a gemir sacando más la cola hacia mi boca. Comencé a taladrar con mi lengua y él lo entregó cada vez más abierto y lubricado. A veces mi lengua iba hasta sus pelotas gigantes que chupaba como podía y de vuelta a su culo. Tenía que tenerlo. Tenía que hacerle la colita. Era hermoso. Asi que me arrodillé y comencé a pasarle la chota por la raya del culo.
-¡Pará, qué hacés?- me preguntó medio alarmado.
-Tranquilo- le dije-. Voy a ser muy pero muy suave. Tenés una colita de nena que me mata, Mariano. Dejame cogerte...
No dijo nada pero se acomodó mejor y sacó más la cola como una gatita. Enfilé mi verga a su culito y apoyé la cabeza. Estaba todo empapado por mi saliva, entonces presioné suavemente pero firme. Noté cómo se abría paso mi verga en su culo. Lo estaba ensanchando bastante. Pude ver cómo Mariano apretaba las sábanas y hundía su cabeza en el colchón. Pegó un gritito corto y gimió fuerte pero no hizo ademán de retirarme. Yo me quedé un momentito quieto, disfrutando cómo su esfínter me presionaba latiendo, Mariano jadeaba. En mi mente se arremolinaban los pensamientos: sabía que estaba haciendo algo que yo consideraba que sólo hacían los "putos". También sabía que era mi primera vez y la de Mariano también, por tanto, qué estaría pensando él. ¡Me lo estaba cogiendo como una trola y se entregaba a mi verga sumiso y gustoso! Todo eso hacía que mi verga latiera dentro suyo. Presioné un poco más y entro casi toda de golpe, tragada por esa colita virgen. Ahi sí, Mariano lloriqueó y mordió la sábana. Me volví a quedar quieto para que se acostumbre pero me asusté un poco. Lo menos que quería era lastimarlo.
-¿Te hice mal? Perdoname- le dije e hice un ademán de retirarme.
-¡No! No la saques- respondió con lágrimas en los ojos-. Dejala quietita un poco. Arde... pero me está gustando sentirla adentro. Me siento... lleno.
Me acerqué a su boca y lo besé suavemente, con cuidado de no penetrarlo más. Lo besé mucho, sintiendo su culito de seda envolverme la pija y latir. El solito comenzó a ir y venir con sus caderas contra mi. Se la terminó de enterrar y asi nos quedamos unidos, sintiéndonos. Pero no aguanté más y lo empecé a serruchar lento y luego fuerte. Mariano gemía pero ya no parecía dolerle. Es más, se movía como queriendo cogerse él mismo. Le dí gusto y lo penetré como se debe. Le empecé a dar como para clavarlo al colchón, con furia. Sus gemidos se mezclaban con el ruido de mis caderas y mis bolas chocando contra sus cachetes. Entonces la saqué de golpe y acabé como un marrano sobre su espalda y glúteos, en su raya y hasta en su pelo. Nunca había acabado tanto, tan espeso y abundante. Fue eterno, y ver el agujero de su culo enrojecido y abierto por mí segundos antes, me hizo tener la sensación de un segundo orgasmo pero sin acabar. Fue bestial. Me derrumbé a un costado y vi su silueta con la cabeza a un costado, mirándome con los ojsos entreabiertos. Nuestros jadeos se sincronizaron graciosamente y le sonreí.
-No sabés lo que sentí....- me confesó debilmente.
-Y yo no te cuento- logré decir.
Luego nos adormilamos pero me obligué a levantarme. Lo limpié con el trapo pero se quedó en la misma posición boca abajo, rendido. Lo besé y me metí a ducharme otra vez. Me costaba moverme y hacer las cosas más básicas como enjabonarme, pero ahi se sumó Mariano y me ayudó en la tarea. Nos prodigamos todo tipo de caricias y besos. Fue muy... romántico, si se quiere. Muy loco para ser dos hombres que habíamos estado por primera vez con otro hombre, no sé si se entiende.
A pesar del calor reinante afuera (y de que eran más de las ocho de la noche), el vapor de la ducha creó un ambiente muy disfrutable, y nos quedamos largo rato en el baño. En determinado momento, me senté en el inodoro con la tapa cerrada y lo observé bañarse. ¡Qué hermoso cuerpo que tenía el pendejo! Sería redundante decirlo nuevamente pero debería hacerlo en su honor. La lluvia de la ducha me daba a mi también dado el reducido espacio. Me lo acerqué a mi y con sumo cuidado, le examiné el culito. Estaba todo colorado pero se la bancó muy bien para ser vírgen. Se lo dije y me contestó que yo era un buen maestro y que le gustaría hacermelo a mi. Con su mirada me lo dijo todo. Se la empecé a sobar y se le fue parando hasta que alcanzó todo su esplendor. Dura, gruesa y grandota, brillaba con el agua. Mariano quedó parado frente a mi, con su pijota apuntando directamente a mi cara, latiendo. Aunque no me lo pidió, yo sabía lo que él quería. Se la chupé lo mejor que pude. La sensación de tener una pija en la boca, el ver las sensaciones que causa en la persona que está a tu merced y saber que es uno el que las provoca, va más allá de toda convicción machista o heterosexual. Es, sencillamente, bárbaro.
Jadeó y se aferró a mis hombros y yo que cada vez se la tragaba más hondo. No tardó mucho, naturalmente, en vaciarse en mi boca. Abrí la boca y acabó adentro, en mis labios, cara, pecho, en fin.
Para ser sincero, no tragué nada pero sí sentí su gustito. Aunque suene muy estúpido, aun me sentía muy "macho" como para tragarme la leche. Mientras él se recuperaba, yo me lavé y salimos a secarnos.
Le pregunté si se le hacía tarde y me dijo que disponía de toda la noche, si quería. Le propuse seguirla en casa y accedió sin dudarlo. a la mierda con el inventario.
En el camino a casa se mantuvo hablando de pelotudeces, como esquivando el tema de lo que habíamos hecho, mirando siempre para adelante.
-¿Estás bien?- pregunté.
No me contestó en seguida que sí, a lo que pregunté si se arrepentía de lo que habíamos hecho.
-No, y eso es lo que más me come la cabeza- me contestó-. Creo que nunca me hubiese imaginado gozar tanto con otra persona.
No se lo dije, pero en ese momento algo hizo CLICK dentro mío. Me sentí desconcertado. Al llegar a casa, nos pedimos unas pizzas con cervezas y cenamos. Nos tomamos unas cuantas latas y el alcohol comenzó a darnos mucho calor y la noche veraniega no ayudaba para nada. Terminamos él en bóxer y yo en short. Me le acerqué y lo observé. El estaba sentado con las piernas abiertas en el sillón y medio en pedo. En realidad los dos estábamos medio borrachos, en ese estado divertido y de liviandad característicos. La cerveza me animó más todavía y casi sin mediar palabra me senté en frente suyo, bajé su boxer al suelo sacando su verga y me la metí de un solo bocado en la boca hasta donde pude. Tenía plena conciencia de lo que hacía y él también, sinó no hubiera sido divertido. Chupé suave, experimentando las sensaciones potenciadas por el alcohol, la piel tan suave acariciada por mi lengua, su cabezota contra mi paladar, su gusto salado. Otra vez, le hice todo lo que me hubiese gustado que me hicieran a mi. Lamí, mordisqueé, chupé sus enormes (enormes) pelotas. Mientras lo pajeaba me comí su culito y como él subió las piernas automáticamente, quedó entregado. Pero luego me concentré en su cabezota morada y en hacerlo acabar. Juro que sentí como su verga se tensaba en mi boca y la acabada subir por su tronco. Saqué la boca y lo pajeé fuerte para verlo acabar asi. Tomándose de mis brazos y cabeza comenzó a vaciarse. Otra vez. Ahi no más me incorporé. Usando su propia leche y mi saliva como lubricante, me afirmé con las rodillas en el sillón y subiéndole las piernas, se la empecé a enchufar de nuevo. Gemía de dolor y placer y tomándose de mi nuca, me acercó hacia sí y me chuponeó la cara y la boca mientras yo lo cogía firme y sin pausa. Yo estaba desatado; si antes le dí con furia, creo que ahora era con desesperación. Con sus patitas al hombro, era una muñequita de trapo debajo mio. Lloraba y se retorcía pero no porque le doliera mucho sinó porque, me lo dijo más tarde, estaba soltando todo su lado trolo conmigo. Me sentía en el summun. Tardé en acabar y eso fue la gloria. Le lamía la cara, le mordía la boca, le chupeteaba los labios y la lengua. Yo era una bestia y él un monigote sumiso que recibía mis embestidas como el mejor remedio a su calentura. Su cuerpo lampiño, su piel blanca, su carita, su pelo rubio, su pijota que se bamboleaba, su posición como si fuera una mina, todo, todo hizo en mi cabeza un cóctel explosivo que fue directo a mis huevos. La sentí venir y aminoré las embestidas, pero las hice más profundas. Me miró a los ojos con los suyos rojos de llorar y quejarse. Eso fue lo que me rebalsó. Me salí de él, me paré, apunté mi verga a su boca y de un saque firme pero suave, se la metí en la boca para acabarle hasta la garganta. El se abrazó de mi culo, me atrajo más adentro y, literalmente, me dejé ir...
Cómo describirlo con palabras adecuadas para explicar lo que sentí. No se puede. Mi leche se le salía de la boca por la comisura de los labios, aunque yo veía que él tragaba y tragaba. Me desplomé sobre la alfombra del piso y él quedó con las piernas abiertas en el sillón. Supongo que casi me desmayé del cansancio y me adormecí tratando de recuperarme. No me dormí, directamente me desperté sin saber cuándo había cerrado los ojos. Pero lo hice viendo cómo Mariano me comía la verga despacito, lamiendo suavemente. Me entregué completamente, estaba demasiado exhausto todavía. Pero él tenía otras intenciones. Me subió las piernas al pecho y me lamió y comió el culo de una manera casi enfermiza. Su lengua me taladraba el ano de una manera firme. Ahi entendí... No ofrecí mucha resistencia y me relajé. Mariano se incorporó de golpe y sin muchos miramientos me ensartó hasta que sentí su colchoncito de pendejos contra mi cola. ¡Qué dolor, cómo me estiraba! Pero no me quejé, él se la había bancado como un duque y yo no iba a ser menos. Apoyándose en la parte de atrás de mis rodillas me bombeó fuerte y constante. El dolor inicial poco a poco dio paso al placer más increíble que hubiera podido gozar nunca. El sentirme lleno de verga, ese calorcito que sentía cuando entraba y salía de mi, la potencia de sus embestidas, tocaron algo ahi adentro que me hicieron acabarme en la panza al poco rato. Pero él seguía dándome. Hasta que no aguantó más, y con unos temblores espasmódicos, se vació en mi interior. Pude sentir cómo latía su vergón dentro mio.
Cuando de a poco se salío de mi, habían pasado no sé cuántos minutos en los que permanecimos uno arriba del otro. Al retirarse, sentí que me ardía el culito, pero el aire me lo refrescó. Todavía estábamos medio en pedo los dos y asi como estábamos nos dormimos, uno sobre la alfombra y el otro sobre el sillón.
Al día siguiente yo abrí el negocio como todos los días y él se volvió para la casa, caminando despacito. Pasaron varios días en los que no lo ví, pero mi cabeza revivía una y otra vez los momentos de aquél día. De última, empecé a pensar en salir a caminar a ver si me lo cruzaba y lo volvía a ver, pero me mantuve en el molde y seguí con mi vida habitual. Hasta que una tarde que no había ni el loro en la calle, apareció por el local. Luego de charlar de boludeces para romper el hielo, le pregunté cómo estaba y cómo se sentía, a lo que me contestó con monosílabos y casi como sin ganas. Yo no aguanté más y le pregunté si a partir de ahora él iba a venir a estar conmigo, que yo lo necesitaba. Estuvo callado por unos momentos y cuando yo estaba por hablar de nuevo, me confesó que después de pensarlo mucho, él también me necesitaba a mi y que quería estar conmigo. Y al parecer se lo tomó en serio porque la pasamos bomba como pareja bisexual y no tenemos intenciones de que se corte.


Comenten qué les pareció, y si les gustó, lean y recomienden mis otros relatos. 🆒

30 comentarios - Relato Gay: Tuercas y Tornillos

danny_uy +1
Muy bueno..... termine en japa jeje
a fav y +10
AxelPassaro +2
me dejastes la cabeza de la chota mojadaaaaaa
nenecachondo +1
excelenteee, me encantoo ! Te dejo puntitooss
blopayo
Dale, muchas gracias por pasar! 😃
LoboOne +1
meeee dejasteee mojaditoo.... rico relatoo..
blopayo
Es la idea. 😉
entrerrianoput +1
excelente che, muy muy bueno!!! ojala tuviera esa suerte jajaja
valga la redundancia, toy al palo, me dejaste al rojo vivo hdp 😀
blopayo +1
Cuanto más mejor. 😀 Es la idea. Aún hoy me la acogoto con éste relato y con el de "Diego y Gastón..." 🤤
¡Gracias por el feedback. 😃!
kramalo +1
muy bueno.....recaliente...!!
crossfiter +2
ah, me encantó, que buen relato, muy bien escrito, no decae el suspenso en ningún momento, me dejó temblando... van puntos 😘
blopayo
Muchas gracias, loco. Al parecer es el que más le gusta a la gente. Se agradecen los puntos, pero lo más importante es que te guste y te caliente. 😉
¡Un abrazo!
dariobenz
hacia rato no leia un relato tan bueno como este! felicitaciones !!!!!!!!!!! segui contandonos mas!!!
blopayo +2
¡Pero muchísimas gracias, loco! ¿Leíste mis otros relatos? 😉
peludolechero +1
se me paro la pija de solo leerlo, MUY BUENO
blopayo +1
Ja, es la idea, man. Buenísimo que te haya gustado y gracias por pasar y comentar. 😉
luchosoundflow +1
Que caliente me dejó este relato... Estoy con la verga que me explota. Soy virgen y me imagino el momento en que llegue mi turno de hacer tantas cosas ricas como las del relato.
blopayo
Esa es la que va. Me encanta que te haya gustado tanto. 🙂 Cualquier cosa, charlamos por MP. 😉
ferrosas +1
Wooow!! Nada más que agradecer... Qué buen relato, che!! #Haaarmoso!! Daré puntos si me dejan...
blopayo +1
Lo que me llena es que a ustedes les guste, loco. Con eso, misión más que cumplida.¿Leíste los otros relatos? 😉
ferrosas +1
Sos un #Experto... ya leeré los otros
blopayo
Ja, no creo serlo, porque es ficticio y yo no tengo experiencia, pero es como lo sentiría si lo hiciera. 🙂
profezonasur +1
"el ver las sensaciones que causa en la persona que está a tu merced y saber que es uno el que las provoca, va más allá de toda convicción machista o heterosexual". Totalmente de acuerdo. Un abrazo.
blopayo
Si, no? 😉
Gracias por pasar, comentar y por los puntos, loco. 🙂 Un gran abrazo.
profezonasur +1
Por favor, trato de leer todo lo que puedo y me gustan muchos los relatos erótico y no los pornográficos. Además no me olvido de tus primeras sugerencias. Voy lento pero seguro.
blopayo
Me alegra ayudar, che; la comunidad es para eso. A las órdenes. 😃
StrongC +1
Casi no lo puedo terminar!! Ya sabés lo que pienso de vos, sos excelente, no solo como escritor!! jejeje Sigo con el resto. Abrazo
StrongC +1
Ah, me olvidaba, te dejo puntos, y gracias.
kramalo +1
muy buen relato...!! vale la pena leer hasta el final....
blopayo
Bueno, muchas gracias, loco. Si te causó algo, misión cumplida. 🙂
Gracias por comentar, por los puntos y leer.
emacolita +1
Donde decis que queda esa ferreteria?? Jajaj!!
Muy buenoO!! Me encantó la idea del descubrimiento mutuo de las ganas de garchar con otro.. !!! Gracias!
blopayo +1
La verdad, gracias a vos. El relato es producto de mi subconsciente. Pero debo decir que hubiera sido hermoso de ser real.
Gracias x pasar y puntuar!
gonza_bisex
Recién lo descubro y me re copó! me puso a full! te felicito, soy nuevo por acá así que no puedo dar puntos pero si comentarte que estuvo de 10! quisiera charlar con vos por mp, si te parece claro, abrazo!