Una de las primeras tardes de primavera…. Ámbar sentada en la arena… son muchas las emociones que la invaden y sólo una la imagen en sueños….imagen de ausencias…. de viejos y confusos sentires… imagen que por momentos se aleja y en otros la envuelve…. la acaricia… le eriza el alma y la piel.
Ella se entrega a los recuerdos, a los que son inmunes al olvido…. a los que se firmaron con pactos de sangre… a aquellos que se escribieron en cartas…. los que se confesaron al viento….. los que sólo se dijeron con miradas, abrazos y disfrazas palabras…
El atardecer la sorprende entre realidades y sueños; el aire primaveral se vuelve más frío…siente la necesidad del abrazo.... Ámbar sin embargo, esperando que esa playa le devuelva algo de lo vivido en ella una tarde de hace veintidós años; bautiza la brisa que le acaricia su cara… esa brisa de nombre de pocas letras se siente ahora suave y cálida, se ha convertido en las manos con que desea ser tocada, mimada; esas manos saben recorrerla, saben cómo estremecerla, ellas tienen la ductilidad y precisión de quien toca un instrumento… saben extraer los mejores acordes, crean melodías que sellan pasiones… locuras… deseos… gemidos de un …. ¿deslumbramiento adolescente? ¿amistad distinta? o de un ¿amor imposible? La vida le ha enseñado que ya importa bien poco si fue deslumbramiento, amor, amistad, inocencia o deseo …. ella ha aprendido que la vida merece ser vivida… sin rótulos… sin la envidia y miramientos ajenos….. con fortaleza…. convicciones… intensidad…plenitud… con impersonales apasionamientos.
En pequeños instantes se resume toda una esencia….. vive como real el calor y presión de esas manos, sin embargo…… las sabe también imposibles y a pesar de ello se siente inmune…. quizás …otra vez! … la misma paradoja de otrora!
Cuando ya los recuerdos y el sólo reflejo de ellos en sueños imposibles comenzaban ciertamente a pesar un poco; la vida se encargó de hacerle un giño… de rescatarla …. de acercarle lo que realmente merece…….. Afortunadamente él estaba ahí, observando a esa mujer que permanecía aún sentada en la arena … advertía él …que sus hombros estaban cubiertos con tan sólo su perfume predilecto, era capaz de percibirlo, podía sentir que sus labios carnosos estarían sedientos, ansiosos de ser humedecidos… en ese momento pidió al genio de la lámpara un deseo que llevaba ya dos años: anhelaba un motivo para estar ahí…tan sólo unos minutos de soledad con esa mujer… poder vibrar al recorrido de sus ojos y entregarle los suyos. El genio no hizo más que ayudarlo a dar pasos firmes hacia esa mujer de seductora y desafiante mirada, aquella que le había hablado con su cuerpo, aquella que le hacía inventar en su mente las locuras más excitantes. Esa mujer que en intensos momentos supo desconcentrarlo en su formal oratoria… la que buscaba una excusa para rozar su mano, la misma que lo provocaba saboreando caramelos que la obligaban a mover su lengua de un extremo al otro de su boca…. esa mujer estaba ahora frente a él… sola…indefensa….vulnerable…
A medida que se acercaba podía sentir cómo su corazón se agitaba, su respiración se aceleraba, todo su cuerpo se sensibilizaba, se excitaba sin poder controlarlo. Ámbar pudo reconocer su presencia, sonrió y se entregó a la realidad de ese sueño. Él se sentó detrás suyo, abrió sus piernas y la abrazó con ellas, apoyó su pecho en la espalda de Ámbar, extendió sus brazos, deslizó sus manos por debajo de su vestido y al tiempo que acariciaba sus tetas suaves y firmes, besaba su cuello y sus hombros como si fuera a devorarla… No pasaría mucho tiempo para que esa “señora” sintiera también apoyada en su baja espalda la enorme y dura verga de él, sintió la desesperación de esa pija por escapar de la escocesa barrera de tela en la que estaba y poder cogerla en todos los rincones y de todas las maneras posibles. Ámbar inclinó su cabeza buscando la mirada de ese caballero de apenas unos siete años mayor y comenzó a besarlo, lamió su oreja, besó sus ojos, succionó cada uno de los labios de su boca tierna; ella pudo sentir como su concha comenzaba a hincharse, a abrirse y cerrarse mojándose cada vez más…. puso una de las manos de él debajo de su cola para que pudiera llevar con sus dedos la humedad de la concha hacia su culo también caliente y enloquecido, invitó a que la otra mano acompañara el juego de la suya en su clítoris agrandado y ante tamaña calentura y acompasada paja, tampoco se hizo esperar el primero de los orgasmos de Ámbar , el primero de los tantos que sintió esa noche. Los gemidos y el incesante pedido de ella para que él la cogiera, hicieron que se pusieran uno frente al otro, abrieran ambos sus piernas y pudieran unirse en una penetración tan profunda e intensa que hizo que ella acabara nuevamente. Incesante el movimiento de las olas, incesante también el cabalgar de Ámbar sobre él, sus pechos rebotaban, los huevos llenos de leche caliente y espesa golpeaban su cola, la penetrante mirada de su amante parecía cogerla también; él hace sentirla la más puta de todas las señoras….él sabe que puede someterla con sólo mirarla. Ella pudo sentir en sus ojos el deseo que lo inundaba… comenzó a acariciarle el rostro dulcemente, descendiendo cada vez más…. hizo que él vibrara en cada caricia; besó todo su pecho…succionó sus tetillas y con su boca babeante lamió todo resquicio, hasta tener entre sus labios la pija más carnosa que haya chupado. Él recostado en la arena, la ayudaba recogiéndole también el cabello, al tiempo que con sus manos firmes en la nuca de ella estimulaba los movimientos con los que se metía la pija una y otra vez hasta el tronco, ella la escupía, la lamía apasionadamente.. quería que esa mamada fuese única… inolvidable! Y vaya si lo logró … la leche bien calentita inundó su boca…. la recorrió por dentro y también por fuera. Ámbar se excitaba con cada gota , gemía mientras se atragantaba con la leche de su macho… alcanzó uno de los orgasmos más auténticos!
Ambos se acurrucaron en la arena, él prendió su cigarrillo… le susurraba al oído toda clase de palabras…. dulces…. audaces…. tiernas…..obscenas… abrazados caminaron por la orilla. Se dirigieron a una habitación de hotel … ella cargaba en su bolso su bebida favorita…. aquella que la estimula a toda clase de fantasías….
Ella se entrega a los recuerdos, a los que son inmunes al olvido…. a los que se firmaron con pactos de sangre… a aquellos que se escribieron en cartas…. los que se confesaron al viento….. los que sólo se dijeron con miradas, abrazos y disfrazas palabras…
El atardecer la sorprende entre realidades y sueños; el aire primaveral se vuelve más frío…siente la necesidad del abrazo.... Ámbar sin embargo, esperando que esa playa le devuelva algo de lo vivido en ella una tarde de hace veintidós años; bautiza la brisa que le acaricia su cara… esa brisa de nombre de pocas letras se siente ahora suave y cálida, se ha convertido en las manos con que desea ser tocada, mimada; esas manos saben recorrerla, saben cómo estremecerla, ellas tienen la ductilidad y precisión de quien toca un instrumento… saben extraer los mejores acordes, crean melodías que sellan pasiones… locuras… deseos… gemidos de un …. ¿deslumbramiento adolescente? ¿amistad distinta? o de un ¿amor imposible? La vida le ha enseñado que ya importa bien poco si fue deslumbramiento, amor, amistad, inocencia o deseo …. ella ha aprendido que la vida merece ser vivida… sin rótulos… sin la envidia y miramientos ajenos….. con fortaleza…. convicciones… intensidad…plenitud… con impersonales apasionamientos.
En pequeños instantes se resume toda una esencia….. vive como real el calor y presión de esas manos, sin embargo…… las sabe también imposibles y a pesar de ello se siente inmune…. quizás …otra vez! … la misma paradoja de otrora!
Cuando ya los recuerdos y el sólo reflejo de ellos en sueños imposibles comenzaban ciertamente a pesar un poco; la vida se encargó de hacerle un giño… de rescatarla …. de acercarle lo que realmente merece…….. Afortunadamente él estaba ahí, observando a esa mujer que permanecía aún sentada en la arena … advertía él …que sus hombros estaban cubiertos con tan sólo su perfume predilecto, era capaz de percibirlo, podía sentir que sus labios carnosos estarían sedientos, ansiosos de ser humedecidos… en ese momento pidió al genio de la lámpara un deseo que llevaba ya dos años: anhelaba un motivo para estar ahí…tan sólo unos minutos de soledad con esa mujer… poder vibrar al recorrido de sus ojos y entregarle los suyos. El genio no hizo más que ayudarlo a dar pasos firmes hacia esa mujer de seductora y desafiante mirada, aquella que le había hablado con su cuerpo, aquella que le hacía inventar en su mente las locuras más excitantes. Esa mujer que en intensos momentos supo desconcentrarlo en su formal oratoria… la que buscaba una excusa para rozar su mano, la misma que lo provocaba saboreando caramelos que la obligaban a mover su lengua de un extremo al otro de su boca…. esa mujer estaba ahora frente a él… sola…indefensa….vulnerable…
A medida que se acercaba podía sentir cómo su corazón se agitaba, su respiración se aceleraba, todo su cuerpo se sensibilizaba, se excitaba sin poder controlarlo. Ámbar pudo reconocer su presencia, sonrió y se entregó a la realidad de ese sueño. Él se sentó detrás suyo, abrió sus piernas y la abrazó con ellas, apoyó su pecho en la espalda de Ámbar, extendió sus brazos, deslizó sus manos por debajo de su vestido y al tiempo que acariciaba sus tetas suaves y firmes, besaba su cuello y sus hombros como si fuera a devorarla… No pasaría mucho tiempo para que esa “señora” sintiera también apoyada en su baja espalda la enorme y dura verga de él, sintió la desesperación de esa pija por escapar de la escocesa barrera de tela en la que estaba y poder cogerla en todos los rincones y de todas las maneras posibles. Ámbar inclinó su cabeza buscando la mirada de ese caballero de apenas unos siete años mayor y comenzó a besarlo, lamió su oreja, besó sus ojos, succionó cada uno de los labios de su boca tierna; ella pudo sentir como su concha comenzaba a hincharse, a abrirse y cerrarse mojándose cada vez más…. puso una de las manos de él debajo de su cola para que pudiera llevar con sus dedos la humedad de la concha hacia su culo también caliente y enloquecido, invitó a que la otra mano acompañara el juego de la suya en su clítoris agrandado y ante tamaña calentura y acompasada paja, tampoco se hizo esperar el primero de los orgasmos de Ámbar , el primero de los tantos que sintió esa noche. Los gemidos y el incesante pedido de ella para que él la cogiera, hicieron que se pusieran uno frente al otro, abrieran ambos sus piernas y pudieran unirse en una penetración tan profunda e intensa que hizo que ella acabara nuevamente. Incesante el movimiento de las olas, incesante también el cabalgar de Ámbar sobre él, sus pechos rebotaban, los huevos llenos de leche caliente y espesa golpeaban su cola, la penetrante mirada de su amante parecía cogerla también; él hace sentirla la más puta de todas las señoras….él sabe que puede someterla con sólo mirarla. Ella pudo sentir en sus ojos el deseo que lo inundaba… comenzó a acariciarle el rostro dulcemente, descendiendo cada vez más…. hizo que él vibrara en cada caricia; besó todo su pecho…succionó sus tetillas y con su boca babeante lamió todo resquicio, hasta tener entre sus labios la pija más carnosa que haya chupado. Él recostado en la arena, la ayudaba recogiéndole también el cabello, al tiempo que con sus manos firmes en la nuca de ella estimulaba los movimientos con los que se metía la pija una y otra vez hasta el tronco, ella la escupía, la lamía apasionadamente.. quería que esa mamada fuese única… inolvidable! Y vaya si lo logró … la leche bien calentita inundó su boca…. la recorrió por dentro y también por fuera. Ámbar se excitaba con cada gota , gemía mientras se atragantaba con la leche de su macho… alcanzó uno de los orgasmos más auténticos!
Ambos se acurrucaron en la arena, él prendió su cigarrillo… le susurraba al oído toda clase de palabras…. dulces…. audaces…. tiernas…..obscenas… abrazados caminaron por la orilla. Se dirigieron a una habitación de hotel … ella cargaba en su bolso su bebida favorita…. aquella que la estimula a toda clase de fantasías….
2 comentarios - Un amigo de la adolescencia