Mi historia comienza con un nuevo trabajo como secretaria en una clínica privada de mi ciudad. Mi nombre es Cathy, tengo 22 años y soy una chica morocha, con unas buenas tetas, y un culo grandecito.
Empecé con tareas de recepción, atención a los pacientes del centro, cargando datos, etc. Típico de un trabajo aburrido, con unos jefes de los 50 años para arriba, hasta que un día apareció él. Mi doctor favorito desde ese momento, un morochazo de ojos miel, de 34 años de edad, muy lindo y muy simpático. Su nombre era Alejandro. Ale me saludó con una sonrisa, y desde ese día me dije a mi misma que yo iba a estar con ese hombre.
Los días transcurrían como de costumbre, sin mucho trato entre nosotros, solo lo laboral. Una tarde de Noviembre Ale me pide que lo ayude en el consultorio, ya que tenía que ver a muchos pacientes y no daba a basto con las cosas que tenia por delante. Entonces me senté con él en su escritorio, ayudándolo en todo lo que necesitaba, haciéndonos chistes sobre “secretaria”, “jefe”. En fin pasamos la tarde paveando, riendo, y conociéndonos un poco más.
Pasaron los días, y yo cada día estaba más obsesionada con este hombre, hasta que un día me enteré por los pasillos de la clínica que este hombre era casado. Se me vino el mundo abajo. Las chances eran pocas, pero mis ganas y mi obsesión de estar con él crecieron.
Empezó diciembre y trajo muchísimo calor en Buenos Aires, por lo cual la ropa era cada vez más escotada, más suelta, y más provocativa. Una de esas tantas tardes que pasábamos en el consultorio juntos, la charla entre nosotros empezó a subir de tono, yo estaba demasiado caliente como para pensar en otra cosa que no sea acostarme en ese mismo momento con él, decidí que era momento de mover mis fichas.
Se me cayó la lapicera abajo del escritorio, Alejandro estaba sentado al lado mío, me tuve que agachar a buscarla, dejándole todo mi escote a su disposición. Cuando me levanté lo miré a los ojos, y me di cuenta como había subido todo el calor, la pasión y el fuego en esa habitación. Sabía muy bien que mi doctor había observado cada movimiento de mis tetas, por lo cual decidí ir un poco más allá:
- qué pasó doc?
- Nada, nada……………..
- Se quedó mal por algo, perdón si hice algo que no debía
- No Cathy, yo hice algo indebido jajajaja
- Qué hizo Doc? No me asuste….
- Nada, ………. Bueno, nada más te miré el escote ese que tenés.
- Aiiii, perdón Doctor, ya mismo voy a buscar un saco para taparme.
En ese momento me levanté y él me agarró de la mano y me dijo que no, que hacía mucho calor, y me obligó a sentarme de nuevo. Seguimos atendiendo a los pacientes, y el calor seguía subiendo en la habitación. Me levanté y prendí el aire acondicionado, al pasar por su lado lo rocé con mi cola, y me di cuenta que él se quedó helado con el roce. Yo ya estaba jugando mi última carta. Sino era ese día, no iba a ser nunca más. Terminamos con los pacientes, y me estiré en la silla, traje una botellita de agua, y me dispuse a relajarme como todos los días después de ver a tantos pacientes.
Alejandro estaba incómodo, lo sentía y lo notaba en el aire.
- Doctor se encuentra bien? Hace mucho calor acá, le voy a traer agua.
- No Cathy, no tiene nada que ver con el calor, estoy nervioso.
- Nervioso? Porqué Doc? Qué pasó?
- Vos me pones nervioso Cathy. Estás hermosa, sos sensual, sexy. Seguro todos los hombres se ponen nerviosos al lado tuyo. Mírate lo que sos, los pacientes se quedan helados mirándote cuando vienen. Cómo no me voy a poner nervioso?
- Ahí Doc, esta diciendo pavadas. Yo soy normal, un poco loca nada más.
- No, sos hermosa, hoy estas preciosa. No se porque te digo todas estas cosas, perdóname.
- Doctor, usted también es hermoso. Su sonrisa me encanta.
Pasaron varias cosas al mismo tiempo. Alejandro se me acercó tanto que quedé entre la pared y su cuerpo. Me tomó de la cintura y me besó con locura, pasión y ganas y obviamente yo le correspondí el beso. Al momento siguiente yo estaba sentada arriba de la camilla, besándolo con locura, y muchas, muchísimas ganas. Me desabrochó la camisa, y yo ya estaba tocándole toda la espalda. Pero como todo había sido muy rápido, sabía que se iba a terminar tan rápido. El doctor se separó de mí. Se agarró la cabeza y me dijo:
- Perdóname, esto está mal. No puedo. Perdón.
Y Así sin decir nada más, sin dejar siquiera que le responda, se fue. Me quedé helada, con toda la camisa abierta y súper caliente.
Me fui a mi casa, pensando en lo que había pasado. Ese hombre me había dejado con una calentura terrible, no sabía que hacer. Llegué a la puerta de mi casa, estaba por poner la llave, cuando me sonó el celular. Era él, obvio que era él. Lo atendí:
- Hola?
- Perdón, perdóname Cathy, no te quise dejar así. Dónde estas?
- Estoy por entrar a mi casa Doc. Todo bien, olvídese. Ahora me doy una ducha y listo. El lunes nos vemos en la clínica.
- No, no, por favor, perdóname. Me siento un tarado. Sos una mujer increíble Cathy, pero yo estoy casado. No puedo, de verdad.
- Doctor está todo bien, en serio. Yo tengo muy claro que usted tiene una familia. Me sorprendió lo que pasó hoy en el consultorio, pero ya está. Qué podemos hacer?
- Muchas cosas se me ocurren para hacer con vos.
- Jajaja, no juegue con fuego Doctor. Se puede quemar.
- Yo me quiero quemar con vos.
- En media hora lo espero en el restaurante frente a la clínica, dispuesto a todo. Sin alianza, sin pensar, solo disfrutar, se anima Doc?
- Te veo ahí.
Y me cortó. Ese hombre me estaba volviendo loca, no entendía si estaba bien o estaba mal. No sabía que hacer. Así que me bañé, me puse mi mejor ropa interior, y mi mejor vestido de verano, unos zapatos divinos y salí a buscar a ese hombre que me había dejado tan caliente.
Estaba sentado en la barra, tomando una cerveza.
- Hola Doc. Vino………..
- Si, vine. Vine por vos. Tomás algo?
- No, gracias. Nos vamos?
- Así? Sin más?.
- Yo le dije que venga preparado Doc, si me va a dejar como esta tarde…. Prefiero irme….
- No, no perdón. Me termino la cervecita y vamos a donde quieras.
Esperé paciente a que mi acompañante terminara su cerveza. Salimos del restaurante, yo estaba muy nerviosa, él un poco relajado por la cerveza. Nos subimos al auto, nos miramos.
- Adónde vamos? – me preguntó.
- Donde quiera usted Doctor. Hoy puede elegir.
- Se me ocurren tantos lugares que nose por donde empezar.
- Empiece por el principio – Le dije mientras me acercaba y le daba un beso en la boca. Me respondió al instante, mis manos buscaron su espalda, que tanto me gustaba. Sus manos buscaban mi escote, me tocaba, me agarraba la cara. Estaba irreconocible.
Se separó de mi, y me preguntó de nuevo adonde quería ir. Le respondí que eligiera el. Empezó a andar, y estacionó en un bar en Palermo. Muy lindo. Lo miré y le dije:
- Qué hacemos acá?
- Vamos a tomar algo, te noto tensa – Tenía mucha razón, estaba muy nerviosa.
Así que nos bajamos del auto, nos sentamos en la mesa más apartada y oscura. Yo pedí un trago, él otra cerveza. Empezamos a hablar, el alcohol empezó a hacer efecto en mí, me reía mucho, lo estaba disfrutando. Tenía razón un trago me iba a hacer bien. Lo agarré de la mano, y le dije:
- Vamos a un lugar más tranquilo?
- La estas pasando mal? – Me preguntó.
- No, nada que ver, pero quiero besarte y acá no podemos.
Pidió la cuenta, a los 5 minutos estábamos de nuevo en el auto, besándonos, yo no aguantaba más. Me estaban volviendo loca sus besos, como me tocaba, la forma en que lo hacía. Lo deseaba. Me preguntó de nuevo “adonde vamos?” . Le dije si me dejaba manejar a mí. Me miró, me besó y se bajó del auto. Yo me pasé al lado del piloto. Empecé a manejar mientras el tocaba mis piernas. Yo estaba muy excitada. A las 10 cuadras frené el auto, lo besé, le besé el cuello, la boca, la pera, le desabroché la camisa. Me agarró las manos. Me detuvo y me dijo:
- Sos hermosa, pero acá no. Sigamos.
- No, por favor, necesito tenerte adentro mío, acá, ahora. Qué importa? Por favor.
- No mi amor, vamos a otro lado, más tranquilo – Lo seguí besando. El me respondía, pero me agarraba las manos. No podía tocarlo. Me separé y me dejé caer en el asiento.
Se acercó y me besó el cuello, los hombros, el brazo, fue a mi escote, me besaba, con la mano derecha me acariciaba las piernas, con la izquierda me tocaba acompañando sus besos. Me estaba volviendo loca. Le dije que parara sino quería terminar en el auto teniendo sexo. No me escuchó, siguió besándome, tocándome. Me separé de él. Apagué el auto, y de un movimiento rápido me senté arriba de él. Lo besé con locura. Alejandro me agarró de la cola, me tocaba, me quería arrancar el vestido y yo lo sabía. Me besaba las tetas, me las sacó del escote, me subió el vestido, me chupaba las tetas. Hasta que me frenó y me dijo que siguiéramos en otro lado. Que era peligroso estar ahí a esas horas. Se bajó del auto y fue del lado del piloto.
Empezó a manejar y ahora era mi turno de jugar con él. Le toqué la pierna, me agarró la mano y la alejó. Le agarré la mano y le toqué de nuevo la pierna, me dejó.. Seguí tocándole la pierna. Empecé a subir mi mano hacia su bulto. Estaba grande, lo sentía debajo del pantalón. Lo desabroché. Me preguntó “adonde vamos?”. Donde quieras le dije. Toqué su pija con ganas. Estaba enorme, la liberé de su bóxer. LA vi. y enseguida me agaché. Me frenó, me dijo que esperara. Le dije que no, esquivé su mano, me agaché y la metí a la boca. Gimió. Estaba enorme, mojada y con muchas ganas de sexo. Un segundo gemido me indicó que no parara, seguí, lo chupaba con fuerza, con ganas, lo tocaba a la misma vez. Ale gemía, hasta que me dijo que no podía manejar, que por favor me enderezara. Estábamos cerca de un hotel que yo conocía. Le indiqué el camino. Entramos y me abalancé sobre él, lo tiré en la cama, le saqué su camisa, y el pantalón. Por fin me podía comer esa verga tranquila, ale me tocaba la cabeza, el pelo mientras yo lo pajeaba y me metía en la boca su pija. Me ahogaba, él me retenía la cabeza contra su pija cuando ya no tenía más aire y eso me encantaba. Necesitaba tenerlo adentro. Me paré, y me agarró, me tumbó en la cama, me sacó el vestido mientras me tocaba. Bajó y me empezó a chupar el clítoris, yo estaba en la gloria, necesitaba cogerlo. Esperé paciente, me estaba retorciendo y le gritaba que lo quería adentro. Me dio vuelta, me sacó la tanguita y me puso su pija en la entrada de mi conchita. Estaba loca, jugó conmigo, me la metía hasta la cabeza y la sacaba. Yo estaba a punto de acabar. Le dije que no siga por favor. Me dijo que si la quería adentro lo tenía que pedir. Se lo rogué hasta que en un momento me la metió entera y empezó a cogerme frenéticamente. Me tiraba del pelo, y yo le pedía más, más, más. Me agarraba la cola y me daba, me la metía y sacaba muy rápido y yo lo estaba disfrutando mucho. Estaba tan caliente que no sabía cuanto podía aguantar. Me agarró las tetas y me decía al oído que le encantaba cogerme, que era hermosa, una putita y su secretaria privada. Yo estaba a punto de acabar y se lo dije, me la sacó, me dio vuelta y acabó en mis tetas toda su leche calentita y al mismo tiempo yo me vine como hacía mucho no lo hacía.
Me quedé así como estaba, él se fue al baño, yo no sabía que hacer. Me levanté, se estaba duchando, me metí en la ducha con él, lo besé, me limpió, me enjuagó, me enjabonó toda y me puso de contra la pared de espaldas. El agua caía por nuestros cuerpos y yo no veía que estaba haciendo. Me empezó a tocar las tetas suavemente, a besarme el cuello, la espalda, los hombros. Bajó un poquito más, me daba besos en la cola. Me hizo inclinarme un poco sacando culo, me pegó una cachetada, me quejé y me pegó otra. El agua seguía corriendo por nuestros cuerpos, yo estaba caliente de nuevo y me dejaba hacer. Me pegó de nuevo, me hizo agacharme un poco más, quedé con la cola para afuera, me puso un dedo en la entrada de mi cola, me quejé, me pegó una cachetada en la cola de nuevo. Me dolió, pero me callé. Me puso jabón en toda la cola, me metió un dedo, me quejé de nuevo y me volvió a pegar. Me dijo que era su secretaria y tenía que hacer todo lo que el me dijera. Me metió otro dedo, esta vez me quedé callada. Me preguntó si me gustaba, le dije que si. Lo estaba disfrutando, aunque me dolía, me gustaba. Se levantó puso la punta de su pija en la entrada de mi cola, yo no quería le dije que no, me agarró del pelo, me tiró, me hizo mal, y yo le gritaba que me dejara. Me puso contra la pared, apoyó su pija en mi conchita y me la metió. Deje de gritar, lo estaba disfrutando de nuevo, tenía una pija tan linda y la movía tan bien que no podía quejarme. Me mordía la oreja, me la chupaba, me decía putita y yo me volvía loca. Salimos de la ducha, me apoyó contra el lavabo y me inclinó, quedé de nuevo con el culito a su disposición. Me metió un dedo en el culo, dos, y hasta tres. Yo estaba callada, me dolía, pero me quedé quieta. Me tiró del pelo y me preguntó si quería su pija en mi culo. Le dije que no y me pegó una cachetada en la cola. Me preguntó de nuevo le dije que sí, me estaba dominando y me encantaba. Puso su pija de nuevo en la entrada de mi cola, empezó a meter la cabecita despacio. Me dolía muchísimo, le pedí que parara y con una mano me tocó la conchita, el clítoris, con la otra me tenía agarrada de la cintura. Siguió metiendo la verga en mi cola, me dolía, muchísimo pero me excitaba también. Metió la mitad, me preguntó si me dolía, le respondí que sí. Me pregunto si me gustaba, le dije que si. Me dijo que era una puta, y me la clavó hasta el fondo. Grité mucho, de dolor y de placer. Empezó a cogerme, despacio, me dolía pero me encantaba. Me tiraba del pelo, me besaba el cuello y mientras me cogía despacio, mi culito se lubricó, empezó a cogerme rápido, muy rápido, me acostumbré al dolor y lo empecé a disfrutar, me relajé, y él metía y sacaba su pija de adentro mío. Me la sacó, se la lavó, me hizo arrodillarme y me la metió en la boca. Me agarró la cabeza y empezó a cogerme por ahí. Me dolía porque me la metía hasta la garganta pero veía su cara de satisfacción enorme y eso me excitaba muchísimo. Me levanté y le dije que me cogiera, me alzó me puso arriba del lavabo y así me empezó a coger. Estábamos los dos en las nubes, me la metía y sacaba con un ritmo perfecto y yo estaba por venirme. Se lo dije, me la sacó, se agachó, me la chupó hasta que me vine en su boca. Me tiró del pelo me hizo arrodillarme y me la metió de nuevo en la boca. Me cogía, me la sacaba y metía muy rápido hasta la garganta, hasta que presionó su pija contra mi cara y su leche empezó a salir en mi boca. Me estaba ahogando, pero a él no le importaba, no cedía su fuerza, la leche me salía por las comisuras de la boca, hasta que me la sacó. Me dijo que me tragara toda la leche, y así lo hice. Él se limpió, yo me duché y salí del baño.
Nos vestimos, nos reíamos un rato, y nos fuimos del hotel. Desde ese día somos amantes, nos amamos a escondidas y nos damos calor, sexo y lujuria en cualquier lado. Pero esas historias otro día las contaré!
Lanena_cathy@hotmail.com
Empecé con tareas de recepción, atención a los pacientes del centro, cargando datos, etc. Típico de un trabajo aburrido, con unos jefes de los 50 años para arriba, hasta que un día apareció él. Mi doctor favorito desde ese momento, un morochazo de ojos miel, de 34 años de edad, muy lindo y muy simpático. Su nombre era Alejandro. Ale me saludó con una sonrisa, y desde ese día me dije a mi misma que yo iba a estar con ese hombre.
Los días transcurrían como de costumbre, sin mucho trato entre nosotros, solo lo laboral. Una tarde de Noviembre Ale me pide que lo ayude en el consultorio, ya que tenía que ver a muchos pacientes y no daba a basto con las cosas que tenia por delante. Entonces me senté con él en su escritorio, ayudándolo en todo lo que necesitaba, haciéndonos chistes sobre “secretaria”, “jefe”. En fin pasamos la tarde paveando, riendo, y conociéndonos un poco más.
Pasaron los días, y yo cada día estaba más obsesionada con este hombre, hasta que un día me enteré por los pasillos de la clínica que este hombre era casado. Se me vino el mundo abajo. Las chances eran pocas, pero mis ganas y mi obsesión de estar con él crecieron.
Empezó diciembre y trajo muchísimo calor en Buenos Aires, por lo cual la ropa era cada vez más escotada, más suelta, y más provocativa. Una de esas tantas tardes que pasábamos en el consultorio juntos, la charla entre nosotros empezó a subir de tono, yo estaba demasiado caliente como para pensar en otra cosa que no sea acostarme en ese mismo momento con él, decidí que era momento de mover mis fichas.
Se me cayó la lapicera abajo del escritorio, Alejandro estaba sentado al lado mío, me tuve que agachar a buscarla, dejándole todo mi escote a su disposición. Cuando me levanté lo miré a los ojos, y me di cuenta como había subido todo el calor, la pasión y el fuego en esa habitación. Sabía muy bien que mi doctor había observado cada movimiento de mis tetas, por lo cual decidí ir un poco más allá:
- qué pasó doc?
- Nada, nada……………..
- Se quedó mal por algo, perdón si hice algo que no debía
- No Cathy, yo hice algo indebido jajajaja
- Qué hizo Doc? No me asuste….
- Nada, ………. Bueno, nada más te miré el escote ese que tenés.
- Aiiii, perdón Doctor, ya mismo voy a buscar un saco para taparme.
En ese momento me levanté y él me agarró de la mano y me dijo que no, que hacía mucho calor, y me obligó a sentarme de nuevo. Seguimos atendiendo a los pacientes, y el calor seguía subiendo en la habitación. Me levanté y prendí el aire acondicionado, al pasar por su lado lo rocé con mi cola, y me di cuenta que él se quedó helado con el roce. Yo ya estaba jugando mi última carta. Sino era ese día, no iba a ser nunca más. Terminamos con los pacientes, y me estiré en la silla, traje una botellita de agua, y me dispuse a relajarme como todos los días después de ver a tantos pacientes.
Alejandro estaba incómodo, lo sentía y lo notaba en el aire.
- Doctor se encuentra bien? Hace mucho calor acá, le voy a traer agua.
- No Cathy, no tiene nada que ver con el calor, estoy nervioso.
- Nervioso? Porqué Doc? Qué pasó?
- Vos me pones nervioso Cathy. Estás hermosa, sos sensual, sexy. Seguro todos los hombres se ponen nerviosos al lado tuyo. Mírate lo que sos, los pacientes se quedan helados mirándote cuando vienen. Cómo no me voy a poner nervioso?
- Ahí Doc, esta diciendo pavadas. Yo soy normal, un poco loca nada más.
- No, sos hermosa, hoy estas preciosa. No se porque te digo todas estas cosas, perdóname.
- Doctor, usted también es hermoso. Su sonrisa me encanta.
Pasaron varias cosas al mismo tiempo. Alejandro se me acercó tanto que quedé entre la pared y su cuerpo. Me tomó de la cintura y me besó con locura, pasión y ganas y obviamente yo le correspondí el beso. Al momento siguiente yo estaba sentada arriba de la camilla, besándolo con locura, y muchas, muchísimas ganas. Me desabrochó la camisa, y yo ya estaba tocándole toda la espalda. Pero como todo había sido muy rápido, sabía que se iba a terminar tan rápido. El doctor se separó de mí. Se agarró la cabeza y me dijo:
- Perdóname, esto está mal. No puedo. Perdón.
Y Así sin decir nada más, sin dejar siquiera que le responda, se fue. Me quedé helada, con toda la camisa abierta y súper caliente.
Me fui a mi casa, pensando en lo que había pasado. Ese hombre me había dejado con una calentura terrible, no sabía que hacer. Llegué a la puerta de mi casa, estaba por poner la llave, cuando me sonó el celular. Era él, obvio que era él. Lo atendí:
- Hola?
- Perdón, perdóname Cathy, no te quise dejar así. Dónde estas?
- Estoy por entrar a mi casa Doc. Todo bien, olvídese. Ahora me doy una ducha y listo. El lunes nos vemos en la clínica.
- No, no, por favor, perdóname. Me siento un tarado. Sos una mujer increíble Cathy, pero yo estoy casado. No puedo, de verdad.
- Doctor está todo bien, en serio. Yo tengo muy claro que usted tiene una familia. Me sorprendió lo que pasó hoy en el consultorio, pero ya está. Qué podemos hacer?
- Muchas cosas se me ocurren para hacer con vos.
- Jajaja, no juegue con fuego Doctor. Se puede quemar.
- Yo me quiero quemar con vos.
- En media hora lo espero en el restaurante frente a la clínica, dispuesto a todo. Sin alianza, sin pensar, solo disfrutar, se anima Doc?
- Te veo ahí.
Y me cortó. Ese hombre me estaba volviendo loca, no entendía si estaba bien o estaba mal. No sabía que hacer. Así que me bañé, me puse mi mejor ropa interior, y mi mejor vestido de verano, unos zapatos divinos y salí a buscar a ese hombre que me había dejado tan caliente.
Estaba sentado en la barra, tomando una cerveza.
- Hola Doc. Vino………..
- Si, vine. Vine por vos. Tomás algo?
- No, gracias. Nos vamos?
- Así? Sin más?.
- Yo le dije que venga preparado Doc, si me va a dejar como esta tarde…. Prefiero irme….
- No, no perdón. Me termino la cervecita y vamos a donde quieras.
Esperé paciente a que mi acompañante terminara su cerveza. Salimos del restaurante, yo estaba muy nerviosa, él un poco relajado por la cerveza. Nos subimos al auto, nos miramos.
- Adónde vamos? – me preguntó.
- Donde quiera usted Doctor. Hoy puede elegir.
- Se me ocurren tantos lugares que nose por donde empezar.
- Empiece por el principio – Le dije mientras me acercaba y le daba un beso en la boca. Me respondió al instante, mis manos buscaron su espalda, que tanto me gustaba. Sus manos buscaban mi escote, me tocaba, me agarraba la cara. Estaba irreconocible.
Se separó de mi, y me preguntó de nuevo adonde quería ir. Le respondí que eligiera el. Empezó a andar, y estacionó en un bar en Palermo. Muy lindo. Lo miré y le dije:
- Qué hacemos acá?
- Vamos a tomar algo, te noto tensa – Tenía mucha razón, estaba muy nerviosa.
Así que nos bajamos del auto, nos sentamos en la mesa más apartada y oscura. Yo pedí un trago, él otra cerveza. Empezamos a hablar, el alcohol empezó a hacer efecto en mí, me reía mucho, lo estaba disfrutando. Tenía razón un trago me iba a hacer bien. Lo agarré de la mano, y le dije:
- Vamos a un lugar más tranquilo?
- La estas pasando mal? – Me preguntó.
- No, nada que ver, pero quiero besarte y acá no podemos.
Pidió la cuenta, a los 5 minutos estábamos de nuevo en el auto, besándonos, yo no aguantaba más. Me estaban volviendo loca sus besos, como me tocaba, la forma en que lo hacía. Lo deseaba. Me preguntó de nuevo “adonde vamos?” . Le dije si me dejaba manejar a mí. Me miró, me besó y se bajó del auto. Yo me pasé al lado del piloto. Empecé a manejar mientras el tocaba mis piernas. Yo estaba muy excitada. A las 10 cuadras frené el auto, lo besé, le besé el cuello, la boca, la pera, le desabroché la camisa. Me agarró las manos. Me detuvo y me dijo:
- Sos hermosa, pero acá no. Sigamos.
- No, por favor, necesito tenerte adentro mío, acá, ahora. Qué importa? Por favor.
- No mi amor, vamos a otro lado, más tranquilo – Lo seguí besando. El me respondía, pero me agarraba las manos. No podía tocarlo. Me separé y me dejé caer en el asiento.
Se acercó y me besó el cuello, los hombros, el brazo, fue a mi escote, me besaba, con la mano derecha me acariciaba las piernas, con la izquierda me tocaba acompañando sus besos. Me estaba volviendo loca. Le dije que parara sino quería terminar en el auto teniendo sexo. No me escuchó, siguió besándome, tocándome. Me separé de él. Apagué el auto, y de un movimiento rápido me senté arriba de él. Lo besé con locura. Alejandro me agarró de la cola, me tocaba, me quería arrancar el vestido y yo lo sabía. Me besaba las tetas, me las sacó del escote, me subió el vestido, me chupaba las tetas. Hasta que me frenó y me dijo que siguiéramos en otro lado. Que era peligroso estar ahí a esas horas. Se bajó del auto y fue del lado del piloto.
Empezó a manejar y ahora era mi turno de jugar con él. Le toqué la pierna, me agarró la mano y la alejó. Le agarré la mano y le toqué de nuevo la pierna, me dejó.. Seguí tocándole la pierna. Empecé a subir mi mano hacia su bulto. Estaba grande, lo sentía debajo del pantalón. Lo desabroché. Me preguntó “adonde vamos?”. Donde quieras le dije. Toqué su pija con ganas. Estaba enorme, la liberé de su bóxer. LA vi. y enseguida me agaché. Me frenó, me dijo que esperara. Le dije que no, esquivé su mano, me agaché y la metí a la boca. Gimió. Estaba enorme, mojada y con muchas ganas de sexo. Un segundo gemido me indicó que no parara, seguí, lo chupaba con fuerza, con ganas, lo tocaba a la misma vez. Ale gemía, hasta que me dijo que no podía manejar, que por favor me enderezara. Estábamos cerca de un hotel que yo conocía. Le indiqué el camino. Entramos y me abalancé sobre él, lo tiré en la cama, le saqué su camisa, y el pantalón. Por fin me podía comer esa verga tranquila, ale me tocaba la cabeza, el pelo mientras yo lo pajeaba y me metía en la boca su pija. Me ahogaba, él me retenía la cabeza contra su pija cuando ya no tenía más aire y eso me encantaba. Necesitaba tenerlo adentro. Me paré, y me agarró, me tumbó en la cama, me sacó el vestido mientras me tocaba. Bajó y me empezó a chupar el clítoris, yo estaba en la gloria, necesitaba cogerlo. Esperé paciente, me estaba retorciendo y le gritaba que lo quería adentro. Me dio vuelta, me sacó la tanguita y me puso su pija en la entrada de mi conchita. Estaba loca, jugó conmigo, me la metía hasta la cabeza y la sacaba. Yo estaba a punto de acabar. Le dije que no siga por favor. Me dijo que si la quería adentro lo tenía que pedir. Se lo rogué hasta que en un momento me la metió entera y empezó a cogerme frenéticamente. Me tiraba del pelo, y yo le pedía más, más, más. Me agarraba la cola y me daba, me la metía y sacaba muy rápido y yo lo estaba disfrutando mucho. Estaba tan caliente que no sabía cuanto podía aguantar. Me agarró las tetas y me decía al oído que le encantaba cogerme, que era hermosa, una putita y su secretaria privada. Yo estaba a punto de acabar y se lo dije, me la sacó, me dio vuelta y acabó en mis tetas toda su leche calentita y al mismo tiempo yo me vine como hacía mucho no lo hacía.
Me quedé así como estaba, él se fue al baño, yo no sabía que hacer. Me levanté, se estaba duchando, me metí en la ducha con él, lo besé, me limpió, me enjuagó, me enjabonó toda y me puso de contra la pared de espaldas. El agua caía por nuestros cuerpos y yo no veía que estaba haciendo. Me empezó a tocar las tetas suavemente, a besarme el cuello, la espalda, los hombros. Bajó un poquito más, me daba besos en la cola. Me hizo inclinarme un poco sacando culo, me pegó una cachetada, me quejé y me pegó otra. El agua seguía corriendo por nuestros cuerpos, yo estaba caliente de nuevo y me dejaba hacer. Me pegó de nuevo, me hizo agacharme un poco más, quedé con la cola para afuera, me puso un dedo en la entrada de mi cola, me quejé, me pegó una cachetada en la cola de nuevo. Me dolió, pero me callé. Me puso jabón en toda la cola, me metió un dedo, me quejé de nuevo y me volvió a pegar. Me dijo que era su secretaria y tenía que hacer todo lo que el me dijera. Me metió otro dedo, esta vez me quedé callada. Me preguntó si me gustaba, le dije que si. Lo estaba disfrutando, aunque me dolía, me gustaba. Se levantó puso la punta de su pija en la entrada de mi cola, yo no quería le dije que no, me agarró del pelo, me tiró, me hizo mal, y yo le gritaba que me dejara. Me puso contra la pared, apoyó su pija en mi conchita y me la metió. Deje de gritar, lo estaba disfrutando de nuevo, tenía una pija tan linda y la movía tan bien que no podía quejarme. Me mordía la oreja, me la chupaba, me decía putita y yo me volvía loca. Salimos de la ducha, me apoyó contra el lavabo y me inclinó, quedé de nuevo con el culito a su disposición. Me metió un dedo en el culo, dos, y hasta tres. Yo estaba callada, me dolía, pero me quedé quieta. Me tiró del pelo y me preguntó si quería su pija en mi culo. Le dije que no y me pegó una cachetada en la cola. Me preguntó de nuevo le dije que sí, me estaba dominando y me encantaba. Puso su pija de nuevo en la entrada de mi cola, empezó a meter la cabecita despacio. Me dolía muchísimo, le pedí que parara y con una mano me tocó la conchita, el clítoris, con la otra me tenía agarrada de la cintura. Siguió metiendo la verga en mi cola, me dolía, muchísimo pero me excitaba también. Metió la mitad, me preguntó si me dolía, le respondí que sí. Me pregunto si me gustaba, le dije que si. Me dijo que era una puta, y me la clavó hasta el fondo. Grité mucho, de dolor y de placer. Empezó a cogerme, despacio, me dolía pero me encantaba. Me tiraba del pelo, me besaba el cuello y mientras me cogía despacio, mi culito se lubricó, empezó a cogerme rápido, muy rápido, me acostumbré al dolor y lo empecé a disfrutar, me relajé, y él metía y sacaba su pija de adentro mío. Me la sacó, se la lavó, me hizo arrodillarme y me la metió en la boca. Me agarró la cabeza y empezó a cogerme por ahí. Me dolía porque me la metía hasta la garganta pero veía su cara de satisfacción enorme y eso me excitaba muchísimo. Me levanté y le dije que me cogiera, me alzó me puso arriba del lavabo y así me empezó a coger. Estábamos los dos en las nubes, me la metía y sacaba con un ritmo perfecto y yo estaba por venirme. Se lo dije, me la sacó, se agachó, me la chupó hasta que me vine en su boca. Me tiró del pelo me hizo arrodillarme y me la metió de nuevo en la boca. Me cogía, me la sacaba y metía muy rápido hasta la garganta, hasta que presionó su pija contra mi cara y su leche empezó a salir en mi boca. Me estaba ahogando, pero a él no le importaba, no cedía su fuerza, la leche me salía por las comisuras de la boca, hasta que me la sacó. Me dijo que me tragara toda la leche, y así lo hice. Él se limpió, yo me duché y salí del baño.
Nos vestimos, nos reíamos un rato, y nos fuimos del hotel. Desde ese día somos amantes, nos amamos a escondidas y nos damos calor, sexo y lujuria en cualquier lado. Pero esas historias otro día las contaré!
Lanena_cathy@hotmail.com
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