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Cortos exihibicionistas

En el auto.
Como ya detallé en mi otro relato tengo 40 años, pelirroja, 1.64 mts., tengo un buen culo y un buen par de tetas con grandes pezones que es lo que más me gusta de mi cuerpo. Me encanta que me las chupen, que se las refrieguen por la cara, que jueguen con mis pezones con la lengua. He tenido infinidad de orgasmos con sólo dedicarse un buen amante a mis tetas.
Lo que les voy a contar sucedió en la ruta. A mi esposo y a mí nos encanta sacarnos fotos. Ese día tuvimos que hacer un viaje por trabajo y, como siempre lo hacemos, cargamos la cámara de fotos y la filmadora. Ese día yo estaba bastante cachonda y me preparé, a propósito, para la ocasión. Me puse una falda a media pierna, bastante cómoda, negra y una camiseta de micro tul, transparente, blanca y, por supuesto, sin corpiño. Encima de ésta me puse un saquito negro. Me veía bastante sexy teniendo en cuenta que se me veían hasta el lunar más chiquito de mis tetas. Llevaba el cabello suelto.
Me gusta mucho ver que caliento a los hombres.
Ese día emprendimos el viaje; de vez en cuando mi amor me metía mano en una teta mientras manejaba y yo estaba caliente, con ganas de hacer cualquier cosa. Me gusta sentir esa sensación: la calentura.
Decidimos poner la filmadora en el tablero del auto acomodándola para que me viera de la cintura para arriba sentada en mi asiento de acompañante y allí comenzó “mi película”.
Comencé acariciándome las dos tetas por arriba de la camiseta sin importarme de saber que los autos que pasaban en sentido contrario me podrían ver. En ese momento me percato que de un auto me estaba mirando un hombre como me tocaba. Me gustó verle la cara de “quiero chuparte esas tetas”. Eso me entusiasmó más y me saque una lola y me la acariciaba. Mi marido aminoró la velocidad a propósito para también él disfrutar del espectáculo.
Me saco las dos tetas y me las acaricio, especialmente mis grandes pezones, que los mojo con saliva que saco de mi boca, sintiendo inmenso placer. Todo el que venía de frente podía verme con las dos tetas afuera sin ningún problema.
Cada vez me calentaba más. Me levanto la falda y expongo mi tanga. Al sobrepasar un camión, lentamente, el chofer me veía perfectamente mis tetas afuera de la camiseta, grandes, con los pezones durísimos y mi tanga negra. Me tocaba bocina sin parar, cosa que me ponía a cien mil de calentura, por lo que me empiezo a masturbar mi depilada conchita frotándome el clítoris y metiéndome dos dedos en mi vagina, que más mojada no la podía tener. Me pajeaba y a la vez me tocaba las tetas y me lamía mis grandes y hermosos pezones, que repito, son mi gran debilidad hasta que exploté en un profundo orgasmo que mi esposo privilegiadamente y en primer plano presenció. Luego de esto, aceleramos y seguimos camino a nuestro destino.

En el banco.
Era una mañana primaveral. Vestía un jean negro ajustado, marcando bien mi cola y una remera blanca escote en V, sin corpiño. Encima tenía una camperita negra livianita.
Entré en un banco a pagar unas boletas de impuestos y me encontré con mucha gente que hacía una fila para llegar a las cajas de pagos. Resignándome a perder un buen tiempo me puse en ella.
Al cabo de un rato me doy cuenta que un muchacho de unos 25 años me estaba mirando.
Le doy poca importancia pero veía que se fijaba en mí con mucha insistencia; yo fijo mi vista en sus ojos y empiezo un coqueteo de miradas, pero esas miradas que te penetran y te da un cosquilleo en la panza. Me gustaba esa excitación. Era rico sentir excitación con sólo mirar.
Me doy cuenta que me miraba las tetas y yo, ni lerda ni perezosa, empiezo a jugar gracias a la remera que tenía puesta y sin corpiño. Se traslucían mis grandes pezones y como ya estaba excitada, los tenía bien parados y duros. Jugaba disimuladamente destapando y tapándolos con mi camperita. Me miraba muy intensamente y luego me miraba mis tetas. Yo le seguía la mirada con cara de yegua. Le miraba los ojos y luego la boca y luego todo el cuerpo.
La vedad, era muy raro, los dos estábamos muy calientes con sólo mirarnos. El me miraba las tetas, la concha, la boca y yo hacía lo mismo, lo miraba entero. Con el lenguaje de nuestros ojos nos decíamos “quiero cogerte”. Sentía mi concha super mojada, me latía. Creo que si me la tocaba acababa de inmediato.
También me di cuenta que otros hombres me miraban disimuladamente y no tanto, pero a esa altura no me importaba. Solo me importaba lo que estaba sintiendo, mucho placer.
Podía ver a través del jogging su bulto. Eso hacía que mi corazón latiera tan fuerte que llegaba a sentirlo en mi garganta. Volaba de calentura pero la fila estaba llegando a su fin y faltaban pocas personas para que fuera su turno en la ventanilla por lo que tuvimos que aterrizar.
Fue muy excitante, un cachondeo muy caliente. A terminar su trámite, cuando se estaba yendo me miró muy insistentemente al salir del banco, pero mi marido me esperaba en el auto.
No sé qué hubiera pasado si mi esposo no hubiese estado; probablemente habría terminado cogiendo con un desconocido.
Elena.ardiente@hotmail.com

2 comentarios - Cortos exihibicionistas

josemanuel602003
te mande un mensajito por msn,espero respuesta,tus relatos son explosivos!!!!(al menos me explotan la poronga!) 😃 😃 😃 😃 😃
ricardofink
ESPECTACULARRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
Me encanta leerte, y verte sería fabuloso...
Gracias por publicar