Se lo habían contado muchas veces, pera la verdad es que no había prestado atención en su efecto practico.
Esa mañana se había levantado muy caliente, soñó algo muy caliente pero no termino en el sueño, y al salir corriendo para sus compromisos, se baño a las apuradas y se puso en marcha.
Estuvo inquieta ya desde lo primero que tenia que hacer. Cobró un alquiler, fue al banco y para volver se tomo un colectivo hasta donde tenia el auto estacionado. No eran lejos, pero el transito lo convirtió en un largo viaje.
Cuando subió y vio el ultimo asiento completo de señores sentados, la asaltó ese pensamiento, el conocimiento que desde años tenia y que nunca imaginó que le podía traer un poco de acción para calmar esa ansiedad.
Se fue escurriendo entre la gente que se apiñaba en el colectivo, hasta llegar al ultimo sitio. Se tomo con una sola mano del techo y recostada sobre una pierna, espiaba por debajo de su axila.
Escrutó todas las braguetas, y vio lo cierto de la historia. Todos tenían sospechosas arrugas en su pantalones. Dos se la tapaban como podían con sus manos, y le pareció ver que esa mano no solo tapaba, algún roce mas allá del propio traqueteo, se llevaba a la entrepierna.
La rubia inclinó su cadera y dejo su glúteo máximo bien visible a los cinco habitantes del ultimo asiento.
Parecieron todos concentrarse en ese culo que se ofrecía inclinado a sus vistas.
El colectivo seguía recorriendo cunetas, calles mal arregladas, frenadas bruscas y maniobras zigzagueantes, que entretenían las próstatas de los últimos pasajeros.
La cabeza de la rubia apoyada contra su brazo alzado y extendido, le permitía cierta impunidad para recorrer con la mirada las vergas endurecidas.
El del lado de la ventanilla, no se había percatado que era observado, y distraído mira para la calle. El palo, sin limites, empujaba su pantalón, hecho en alguna tela muy suave, que permitía advertir hasta las venas del choto. La rubia sintió subir la calentura, esta vez no fue de la nuca a la espalda, como era normal. Esta vez, fue de la entrepierna subiendo por la espalda y mojando con transpiración todo en su recorrido. Ella pensó que su culo parado artificialmente iba a delatar los latidos de su concha, que se abría paso entre las costuras del jean apretadito.
Los dueños de las vergas que ella tenia a su vista, intentaban elegantemente distraer su mirada en alguna dirección que no los siga calentando, pero los que tenia detrás, le miraban el orto con interés científico. Advertían el pulso del glúteo, y la humedad de la entrepierna. Le veian la cara como dirigia la mirada a las caderas de quienes tenían sentados en el mismo asiento.
La rubia debió tragar saliva, para no babearse, y en un intento por salir de esa calentura se acomodo en la otra dirección, Trabando su pierna derecha contra el hierro que rodea la escalera trasera. Mirando hacia un costado del bondi, a través de la puerta de salida, quedó en posición como si fuera a bajar pronto. Pero no bajaba.
Pasaron dos paradas, y la rubia seguía inmóvil. Como si se tratara de zombis, se incorporaron dos primero y luego un tercero, atraídos por la figura que tenían delante, y que todos imaginaban caliente. La desnudaban con la mirada. Ninguno pudo adivinar donde estaba la tanga, o no había o era minúscula.
La rubia se sostuvo firmemente, e hizo un gesto de que no estaba ahí para descender. Los zombis tampoco descendían. Aunque creo que ya se les habían pasado varias paradas.
El que estaba justo detrás, también tomado del caño por encima de la mano de la rubia, no la tocaba en ninguna punto, mas que con el extremo de la verga. No se preocupó en disimular la apoyada con una encimada completa. Es mas, parecia preocuparse en solo tocarla con la verga. La rubia sintio la durza y se aferró con las dos manos al caño, como para justificar que no tenia donde ir o moverse.
El zombi se acerco mas aun, y el pito al presionarse contra el culo, recorrió el camino descendente, perfectamente encajado.
La rubia volaba de calor, sentía su concha aplaudir, y hasta creyó sentir como movía con sus latidos la pija que le empujaba.
Vio la cara de distraído del que tenia detrás, por un juego de espejos que se formaba. Se vio la propia, muy caliente. Vio sus mejillas rojas como si hicieran 40 grados.
Intento contenerse, destrabarse del pijón que la ensartaba. Esos movimientos no hicieron mas que calentarla a ella y hacerle entender claramente al dueño de la pija que estaba disfrutando mas allá de pasar un mal momento.
Finalmente logra destrabarse, dejando la punta de la verga muy mojada y su concha tambien con jugos de ambos. Pero ese movimiento la llevo a poner todo su cuerpo sobre el caño, que sostenia con su mano el ultimo de los zombis que estab sentado aun. La concha se le apoyo justo sobre la mano que sostenia en puño el caño.,
La sensación de tener lo que queria, le impidio retirarla. Ella misma estaba tentada de tocarse, y esa mano estaba justo donde la queria.
Aunque sintió mucha vergüenza, porque el gordo la miraba con cara de degenerado, no pudo mas que disfrutar el alivio que le daba ese puño. El gordo, corrió los dedos y los mojo con el jugo humedecía el jean. Los labios hinchadísimos, golpeteaban contra el caño y lo mojaban, el gordo había retirado casi todos los dedos, y solo extendía la mano para tocarla. La rubia buscó un espejo para poder verle el rostro al gordo, ya que no se animaba a mirarlo directamente. El gordo ofrecía un gesto de calentura in-disimulable. Parecía importarle poco que lo vieran tan caliente. Y con su otra mano entro por su bolsillo y se acogotó la verga, casi como enseñándosela a la rubia.
Temblando de miedo, pensó que estos bestias se bajarían detrás de ella, y dejo pasar también su parada. Los zombis seguro dejaron pasar varios kilómetros su parada también. Nadie rendía su posición. Aferrada a su caño, con la mano encajada en sus labios mojados, sintió como se le escurría sus jugos por la pierna y la sensación la hizo acabar en un flash. Reprimió el suspiro para no inquietar mas a los desconocidos. Cuando arrancaba el micro, y la puerta se estaba cerrando, juntó fuerzas y saltó en el ultimo segundo. El chofer la puteó por el espejo y ella corrió por M T Alvear y Callao, hasta perderse riendo entre la gente.
Esa mañana se había levantado muy caliente, soñó algo muy caliente pero no termino en el sueño, y al salir corriendo para sus compromisos, se baño a las apuradas y se puso en marcha.
Estuvo inquieta ya desde lo primero que tenia que hacer. Cobró un alquiler, fue al banco y para volver se tomo un colectivo hasta donde tenia el auto estacionado. No eran lejos, pero el transito lo convirtió en un largo viaje.
Cuando subió y vio el ultimo asiento completo de señores sentados, la asaltó ese pensamiento, el conocimiento que desde años tenia y que nunca imaginó que le podía traer un poco de acción para calmar esa ansiedad.
Se fue escurriendo entre la gente que se apiñaba en el colectivo, hasta llegar al ultimo sitio. Se tomo con una sola mano del techo y recostada sobre una pierna, espiaba por debajo de su axila.
Escrutó todas las braguetas, y vio lo cierto de la historia. Todos tenían sospechosas arrugas en su pantalones. Dos se la tapaban como podían con sus manos, y le pareció ver que esa mano no solo tapaba, algún roce mas allá del propio traqueteo, se llevaba a la entrepierna.
La rubia inclinó su cadera y dejo su glúteo máximo bien visible a los cinco habitantes del ultimo asiento.
Parecieron todos concentrarse en ese culo que se ofrecía inclinado a sus vistas.
El colectivo seguía recorriendo cunetas, calles mal arregladas, frenadas bruscas y maniobras zigzagueantes, que entretenían las próstatas de los últimos pasajeros.
La cabeza de la rubia apoyada contra su brazo alzado y extendido, le permitía cierta impunidad para recorrer con la mirada las vergas endurecidas.
El del lado de la ventanilla, no se había percatado que era observado, y distraído mira para la calle. El palo, sin limites, empujaba su pantalón, hecho en alguna tela muy suave, que permitía advertir hasta las venas del choto. La rubia sintió subir la calentura, esta vez no fue de la nuca a la espalda, como era normal. Esta vez, fue de la entrepierna subiendo por la espalda y mojando con transpiración todo en su recorrido. Ella pensó que su culo parado artificialmente iba a delatar los latidos de su concha, que se abría paso entre las costuras del jean apretadito.
Los dueños de las vergas que ella tenia a su vista, intentaban elegantemente distraer su mirada en alguna dirección que no los siga calentando, pero los que tenia detrás, le miraban el orto con interés científico. Advertían el pulso del glúteo, y la humedad de la entrepierna. Le veian la cara como dirigia la mirada a las caderas de quienes tenían sentados en el mismo asiento.
La rubia debió tragar saliva, para no babearse, y en un intento por salir de esa calentura se acomodo en la otra dirección, Trabando su pierna derecha contra el hierro que rodea la escalera trasera. Mirando hacia un costado del bondi, a través de la puerta de salida, quedó en posición como si fuera a bajar pronto. Pero no bajaba.
Pasaron dos paradas, y la rubia seguía inmóvil. Como si se tratara de zombis, se incorporaron dos primero y luego un tercero, atraídos por la figura que tenían delante, y que todos imaginaban caliente. La desnudaban con la mirada. Ninguno pudo adivinar donde estaba la tanga, o no había o era minúscula.
La rubia se sostuvo firmemente, e hizo un gesto de que no estaba ahí para descender. Los zombis tampoco descendían. Aunque creo que ya se les habían pasado varias paradas.
El que estaba justo detrás, también tomado del caño por encima de la mano de la rubia, no la tocaba en ninguna punto, mas que con el extremo de la verga. No se preocupó en disimular la apoyada con una encimada completa. Es mas, parecia preocuparse en solo tocarla con la verga. La rubia sintio la durza y se aferró con las dos manos al caño, como para justificar que no tenia donde ir o moverse.
El zombi se acerco mas aun, y el pito al presionarse contra el culo, recorrió el camino descendente, perfectamente encajado.
La rubia volaba de calor, sentía su concha aplaudir, y hasta creyó sentir como movía con sus latidos la pija que le empujaba.
Vio la cara de distraído del que tenia detrás, por un juego de espejos que se formaba. Se vio la propia, muy caliente. Vio sus mejillas rojas como si hicieran 40 grados.
Intento contenerse, destrabarse del pijón que la ensartaba. Esos movimientos no hicieron mas que calentarla a ella y hacerle entender claramente al dueño de la pija que estaba disfrutando mas allá de pasar un mal momento.
Finalmente logra destrabarse, dejando la punta de la verga muy mojada y su concha tambien con jugos de ambos. Pero ese movimiento la llevo a poner todo su cuerpo sobre el caño, que sostenia con su mano el ultimo de los zombis que estab sentado aun. La concha se le apoyo justo sobre la mano que sostenia en puño el caño.,
La sensación de tener lo que queria, le impidio retirarla. Ella misma estaba tentada de tocarse, y esa mano estaba justo donde la queria.
Aunque sintió mucha vergüenza, porque el gordo la miraba con cara de degenerado, no pudo mas que disfrutar el alivio que le daba ese puño. El gordo, corrió los dedos y los mojo con el jugo humedecía el jean. Los labios hinchadísimos, golpeteaban contra el caño y lo mojaban, el gordo había retirado casi todos los dedos, y solo extendía la mano para tocarla. La rubia buscó un espejo para poder verle el rostro al gordo, ya que no se animaba a mirarlo directamente. El gordo ofrecía un gesto de calentura in-disimulable. Parecía importarle poco que lo vieran tan caliente. Y con su otra mano entro por su bolsillo y se acogotó la verga, casi como enseñándosela a la rubia.
Temblando de miedo, pensó que estos bestias se bajarían detrás de ella, y dejo pasar también su parada. Los zombis seguro dejaron pasar varios kilómetros su parada también. Nadie rendía su posición. Aferrada a su caño, con la mano encajada en sus labios mojados, sintió como se le escurría sus jugos por la pierna y la sensación la hizo acabar en un flash. Reprimió el suspiro para no inquietar mas a los desconocidos. Cuando arrancaba el micro, y la puerta se estaba cerrando, juntó fuerzas y saltó en el ultimo segundo. El chofer la puteó por el espejo y ella corrió por M T Alvear y Callao, hasta perderse riendo entre la gente.
2 comentarios - Se Levantó Caliente
buenisimo ..................................................como calienta cada renglon q vas leyendo!!