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El delito del fin de semana III

Sabado a la tarde

La tarde transcurrió sin sobresaltos. Los hombres se dedicaron a mirar televisión y ella los atendía, trayéndoles bebidas y comida. A la pasada la acariciaban y elogiaban su cuerpo y comentaban lo puta que era, y como le gustaba chupar vergas pero nada más pasó, por suerte para ella.
A la tardecita, sonó el telefono. La dejaron que atendiera escuchando al lado de ella. Era el padre de Leonardo.

- Disculpe señora pero necesitaría hablar con Ud.
- Venga, lo espero y colgó antes que sus captores pudieran reaccionar.
- ¿ Qué hiciste puta? Le recriminó el más joven
- No pude evitarlo. Era el padre del joven que vino antes.
- Espera, no te enojes. Es mejor si viene. Y tu sabes como tienes que comportarte. Nosotros estaremos aquí contigo y nos presentarás como tus amigos. Yo soy Raúl y él José, y manéjate con cuidado.

Que ellos quisieran estar presentes la desubicó. No iba a poder decir nada. Ràpidamente fue a vestirse.

- ¿ Porqué la dejaste hacer eso? Preguntó el más joven
- Tengo una idea para cubrir nuestra visita y que no puedan acusarnos de nada, y de inmediato le contó su plan, a lo que el otro festejó la ocurrencia.

Sonó el timbre y ella fui a abrir mientras los dos se sentaban comodamente en el living.

- Hola, pasa por favor

Un hombre de unos 45 años, alto, moreno, canoso, atravesó la puerta. Saludó a los delincuentes sin imaginar la razón por la que estaban en esa casa y se quedó de pie.

- Mira mejor vengo en otro momento, necesitaba hablarte de mi hijo.
- No hay problema, los señores son de confianza dijo ella tratando de disimular.

En ese momento el jefe habló al oído de su cómplice y éste la llamó .
- Clara, por favor ¿ puedes acompañarme? le dijo levantándose

- Espera un minuto José, dijo ella tratando de ganar tiempo
- Será solo un minuto, ven y enfiló hacia el dormitorio, sin darle la posibilidad de rechazar la orden. Imaginó que el socio iba a asaltar al vecino, y se alegró porque luego de eso tendrían que huir de prisa.

Una vez en la pieza, el joven cerró la puerta y comenzó a besarla, lo que la sorprendió.

- Espera, ¿ qué haces?, dijo tratando de frenarlo, pero era como tratar de frenar una tromba.
- Me agarraron ganitas y será mejor que me des el gusto, si no quieres que tengamos problemas, le dijo mientras le arrancaba la ropa, y la arrojaba sobre la cama y ya sobre ella siguió besándola y magreandole las tetas y el sexo, hasta tenerla entregada totalmente.

En el living,ajenos a lo que ocurría, El jefe dialogaba con el vecino.

- ¿ Viene seguido de visita a esta casa?
- No, en verdad es la primera vez que vengo. Siempre hablamos por teléfono porque nuestros hijos son amigos.
- Disculpe, pensé que era una visita habitual, como nosotros.
- Sin embargo, no recuerdo verlos por aquí alguna otra vez.
- Seguramente tampoco nos vio entrar esta vez. Llegamos anoche, no?
- Es cierto, reconoció el vecino.
- Es que somos muy discretos en nuestras visitas, como se imaginará.
El otro no entendía de que iba la conversación , pero nada dijo.
- Hace mucho que somos amigos de Clara, pero nuestra clase de amistad tratamos de mantenerla privada, siguió el jefe. Veo que no entiende. Venga conmigo, le dijo y una vez parados lo guió hasta el dormitorio. Al llegar , entreabrió la puerta y con un gesto le indicó al otro hombre que mirara dentro. La sorpresa se reflejó en su rostro. Allí sobre la cama, su vecina estaba cabalgando salvajemente sobre José. Podia verse como la verga entraba y salía de su vagina.
- Ud. comprenderá. Tenemos que esperar que esté sola para visitarla, por eso no nos ven llegar.
- Comprendo, dijo el vecino totalmente desconcertado, sin poder dejar de observar la escena que evidentemente lo enloquecía. Le voy a ser sincero. Siempre me gustó esta mujer, pero pensé que era inalcanzable.
- Lo mismo pensaba su hijo, dijo el ladrón
- ¿ Mi hijo? ¿ Qué tiene que ver mi hijo? Dijo el hombre sobresaltado.
- Vamos, no se asuste, simplemente que ella lo llamó y se lo comió en esa misma cama. Le aseguro que su hijo se lució y disfrutó como un salvaje.
Ahora sí que el rostro del vecino estaba desencajado. Estaba totalmente fuera de sí, caliente y excitado.
- No puedo creer que sea tan puta, comentó en voz baja que reflejaba su estado de ánimo noté a mi hijo muy raro cuando volvió de aquí, y por eso venia a hablar con ella. Pensé que Leonardo había hecho algo mal, pero nunca imaginé que esta puta se abusara de él.
- No se equivoque, no es ninguna puta. Simplemente su marido no la atiende. Que pena que Ud. que vive tan cerca no le haya hecho el favor, así nosotros no tendríamos que venir de tan lejos
- Es que nunca se me insinuó, sino le aseguro que estaría mas que satisfecha y no andaría pervirtiendo niños
- Mire, no quiero crearle problemas a Clarita. Hagamos una cosa. Yo lo dejo entrar para que se divierta un rato, pero Ud no dice nada de su hijo. Además, me parece que su niño le tiene ganas a la hija de Clarita y sería una lástima entrometerse.
- ¿ Ud me dejaría entrar?
- Dejelo por mi cuenta, que se la voy a dejar lista para Ud.
Dicho esto, entró en la habitación justo cuando el combate llegaba al final. El joven estaba acabando sin darle tiempo a la mujer a alcanzar su orgasmo, lo que sin dudas favorecía el perverso proyecto del jefe.
- Ahhh, que buen polvo que le eché, Tenías razón es toda una zorra
- Bueno, ahora es mi turno
- Basta, que hay gente en la casa, dijo ella tratando de levantarse
- Eso ya está resuelto, quedate acostada y no te muevas
Sin chistar ella tomó esa posición y se preparó para una nueva penetración. El jefe se desnudó y subiendo sobre ella la penetró por completo. En ese momento le hizo una seña al otro quien salió de la habitación. De inmediato entró el vecino.
El jefe miró al costado al nuevo invitado.

- Esto es lo que te decía. A esta puta le encanta que la cogan entre varios. Si te gusta participa, sino observa. Luego que terminemos con ella podrán hablar si quieres, dijo el jefe mientras Clara con terror veía al padre de Leonardo parado al lado de la cama y observando como la tenían empalada
- ¡¡ No es lo que crees!! alcanzó a decir antes que los labios de su penetrador sellaran su boca.

Con el rabillo del ojo pudo ver como el padre de Leonardo se acercaba tímidamente a la cama. Su rostro se había puesto rojo. Era evidente su calentura ante la escena. El jefe, dejando su boca, y mientras la tapaba con la mano aprovechaba a decirle al oído que su vida y la del vecino estaban en sus manos. “ una palabra y será el final para los dos” le dijo amenazante.

- Vamos, muestranos lo que tienes, lo incitaba el joven.
- Nunca tuve sexo grupal, dijo tímidamente
- Pues no sabes lo que te pierdes cuando consigues una puta como esta

Despacio, el vecino comenzó a desvestirse. Ella lo miraba como rogándole que se detuviera, pero parecía que su expresión de miedo lo calentaba aún mas. Se sacó su camisa, sus zapatos, las medias y se quitó el pantalón. Cuando se bajó el slip, un alarido se escuchó.
- Uauu, esa sí que es una verga, dijo el más joven, mientras observaba a mi vecino desnudo. Realmente el aparato que había sacado era descomunal. Superaba largamente los 20 cms. y era grueso como mi muñeca.

- Ahora te dejamos trabajar solito. No me quiero perder este encuentro, dijo el jefe, retirándose del cuerpo de la hembra, un ruido como si destaparan una botella, acompañó la salida de la verga.

La vista de semejante herramienta la había paralizado. Ni siquiera notó que la habían desensillado.
Su ultimo cogedor se levantó y se sentó en una silla. El vecino avanzó hasta sentarse en la cama. Se miraron con la hembra. Se agachó y comenzó a besarla tiernamente en la cara y los labios mientras una de sus manos acariciaba suavemente sus pezones.

- Vaya, es todo un caballero, no puedes quejarte, se reía el jefe mirando la escena, vamos a ver si es tan delicado cuando te entierre ese taladro neumático que tiene entre las piernas decía entre carcajadas.
- No creo que vaya a poder, acotaba el joven. Eh tú, dime ¿ alguna vez pudiste enterrarla toda en una hembra?
El vecino estaba tan concentrado en la mujer que no escuchaba nada de lo que pasaba fuera de esa cama. La natural lascivia de la hembra hizo que empezara a responder al ataque, acariciando el fibroso cuerpo del macho. La lengua del varón viajaba entre sus labios y sus pezones, dándole un gusto increíble. Su mano bajó por el cuerpo del macho hasta encontrar la herramienta. Al tacto le pareció aún mas grande que al verla. Tembló de solo pensar como haría para acomodarla pero al mismo tiempo la calentaba la idea de sentirse llena como nunca. Sus amigas siempre decían que el tamaño no era importante pero seguramente nunca habían encontrado un monstruo como este. La de su marido parecía una muestra gratis.
Despacio, y respondiendo a su atrevimiento, una mano del macho llegó a su sexo,y lo encontró bien lubricado, no solo por sus jugos, sino también por el semen del visitante anterior. Esa circunstancia no pareció importarle. Muy por el contrario, su verga se estiró un poco más, si eso era posible. Rápidamente montó sobre ella, obligándole a separar las piernas, luego colocó sus manos detrás de sus rodillas y las levantó hasta abrirla por completo y dejarla lista para la acción. Ya en esa posición se acercó y la hembra sintió como sus labios vaginales se distendían brutalmente. Un objeto caliente y enorme estaba en las puertas de su sexo. Instintivamente se aflojó por completo, para facilitar el empalamiento, pero de cualquier manera, cuando la cabeza ganó la batalla y entró en su cuerpo, tuvo que gritar. La sensación era única. Sus gritos, mezcla de dolor y placer solo sirvieron para excitar aún mas al macho que empujando introdujo otro par de centímetros de su lanza. Los observadores festejaban y alentaban al vecino. Se estaban divirtiendo como nunca.
- ¡¡Vamos, mete esa pija de burro!!! ¡¡¡¡ Reviéntala!!!!
- ¡¡¡Eso perra!!!¿Tienes bastante ahora, puta barata?
La pareja no escuchaba nada. Los dos estaban concentrados en ese acto , en esa cópula que sin saber habían esperado durante mucho tiempo. Costó unos 5 minutos de maniobras para que el macho se la diera toda, y ella se sorprendió cuando sintió el cuerpo de él pegado al suyo. No podía haberse tragado esa verga. No había como acomodarla, y sin embargo, allí estaba dentro suyo, hasta el fondo.
El la siguió besando y besando, y lentamente comenzó a bombearla, dejando que ella se adoptara al monstruo. Luego de un rato, habían tomado un ritmo armonioso que reflejaba toda la belleza del acto sexual magnificamente ejecutado. Los ladrones satisfechos disfrutaban sin dudas del mejor polvo que habían visto en su vida.
Ella fue la primera en acabar. Un orgasmo la sacudió y aferrándose al cuerpo del macho como una ventosa, lloró de placer. El se quedó quieto dejándola gozar tranquila y cuando ella terminó, la desmontó y trepando por su cuerpo colocó una rodilla a cada lado de su cuerpo y le entregó su verga para que la chupara, cosa que ella hizo de innmediato. Trató de tragar todo lo que pudo pero apenas pudo sorber la mitad y estirando sus labios al límite. El macho comenzó a moverse mientras le acariciaba la cara. Ella veía como su rostro iba transfigurándose. Iba a acabar. Y ella lo deseaba. Era increíble el gusto que le había tomado al semen en menos de 24 horas. Se notaba el esfuerzo que el macho hacía para no enterrarle la verga hasta la garganta y ahogarla y por fin, con un gemido sordo sus huevos comenzaron a vaciarse en su boca, y ella comenzó a tragar y tragar sin pausa, a pesar de lo cual un hilo de semen se escapó de su boca y chorreó por su mejilla. Cuando el terminó, la sacó y con un dedo dirigió ese semen a su boca para que ella también lo bebiera, y luego la besó profundamente metiéndole la lenga hasta el fondo.
- ¡¡¡ Bravo!!! ¡¡¡ Escelente ejecución!!! eres todo un maestro, ¿ no Clarita? Dijo el jefe acercándose.
- Eres extraordinaria, dijo el padre de Leonardo, levantándose de la cama, casi nunca encuentro una hembra dispuesta a albergar mi pedazo.
- Lo disfruté mucho dijo Clara sinceramente.
- Bueno, si me prometen que van a seguir viéndose, nosotros no vendremos más a visitarte dijo el Jefe,.
- Pues por mi no hay problemas, cuando quieras y estés solas me avisas y vengo, dijo el vecino satisfecho.
- Lo tendré en cuenta, dijo Clara y pensando que realmente lo tendría en cuenta.

2 comentarios - El delito del fin de semana III

patin
Jao Mingh