Esta historia es absolutamente real y ocurrió en el mes de septiembre de 2010. Soy un abogado de 44 años, casado, que vivo en el interior de la Provincia de Buenos Aires, a unos 400 km de La Plata, ciudad en la cual trabajo durante un par de días a la semana.
Con motivo de mi trabajo debo viajar semanalmente a La Plata, haciéndolo siempre en combi, tanto de ida como de regreso. En un viaje de regreso desde La Plata, me ubiqué en la última fila de asientos, contra la ventanilla izquierda, quedando vacíos los restantes 3 asientos de esa última fila. Unos minutos después, en el recorrido de la combi buscando pasajeros, noté que subió una pendeja rubiecita y que luego de titubear en sentarse en una de las filas de adelante, miró hacia atrás y al ver que había 3 asientos vacíos, optó por sentarse en la última fila contra la ventanilla derecha.
Cuando la vi me encantó porque era muy bonita de cara y se notaba debajo de su ropa (un jean ajustado, remera bastante escotada y una camperita de media estación) que tenía un cuerpito hermoso.
Como buena pendeja, venía con los auriculares del celular conectados y mandando mensajitos. Pude escuchar unos minutos después que empezó el viaje que hablaba con alguien que sería su novio porque lo despidió de modo amoroso. Luego de eso siguió escuchando música sin darme un poquito de bola nunca.
Como el viaje era nocturno me deleitaba viendo su escote cada vez que se encendía la pantalla de su celular y podía verse que tenía unas tetitas hermosas, no grandes pero sí muy firmes. También me ratoneaba mucho la carita de pícara que tenía a pesar de que ni me miraba.
Al cabo de una hora y media de viaje, la combi hace una parada en una estación de servicio y al verla íntegramente me di cuenta que estaba más buena de lo que parecía. Cruzamos una mirada rápida a unos metros y nada más.
Volvimos a la ruta y me dije que no me podía quedar con las ganas de decirle lo buena que estaba, aún a pesar de que ni me diera bola o se cagara de risa dado lo pendeja que era para alguien madurito como yo.
No encontraba la forma de entablar conversación dado que ella seguía conectada a su celular, así que luego de pensar un rato saqué una tarjeta personal mía y le escribí “como no tengo tu celu, te dejo este SMS: sos increíblemente hermosa” y luego le puse el nro de mi celular abajo. Me estiré desde mi butaca y le ofrecí la tarjeta, la cual agarró un poco sorprendida. La iluminó con su celular y esbozó una sonrisa que me dijo que la cosa podía ir bien.
Inmediatamente empezó a escribir un mensaje en su celular e intentó enviármelo pero dado que estábamos en una zona de ruta sin señal no me llegaba nunca. Imaginen mi ansiedad por ver qué me decía dado que su cara me decía que había onda. Luego de un par de minutos y viendo que era imposible enviar el mensaje, me ofrece su teléfono para que vea el mensaje y cuando lo leí casi me muero. Me decía que desde que arrancamos el viaje se moría de ganas de venirse a mi asiento y tocarme todo. Me estalló la cabeza y me puse al palo de inmediato por la excitación.
De inmediato le escribí otro mensaje en su celular y se lo pasé. Le decía que se venga para mi lugar que me la iba a comer. Volvió a sonreir y me mandó otro donde decía que yo era casado y además el padre del amigo de su hermanita. Uh dije, acá soné, la pendeja no va a querer otra cosa que histeriquearme y dejarme recaliente. Le dije que era muy discreto y que era una oportunidad inmejorable de cumplir su fantasía de toquetearme. Esta vez no contestó nada y de un momento a otro estaba sentada en la butaca a mi lado, mirándome de frente, desafiante y con cara de putita. Lo primero que hizo la guacha es meterme mano en la verga, la cual la tenía explotando de la calentura. La dejé que me tocara y le partí la boca a besos metiéndole la lengua por todos lados y metiéndome bajo su remera le levante el corpiño y quedaron sueltas dos tetitas hermosas al tacto, suaves, firmes y calientes.
Ella fue más lejos y me desprendió el cinto, cierre y me metió la mano agarrándome la pija con fuerza y pajeándome. Pensé que estaba soñando porque hacía cinco minutos éramos dos desconocidos histeriqueando nada más.
Intenté abrirle el pantalón y meterle mano en la conchita pero me frenó. Seguimos besándonos mientras me pajeaba y le pregunté que quería hacer y me dijo quiero chupártela. Imaginen mi respuesta. La pendeja se inclinó y me la empezó a chupar con una suavidad increíble, con la boca bien llena de saliva, acompañando movimientos con su mano y pasándome la lengua por todos lados. Dado que tenía un jean elastizado tiro bajo, pude meterle la mano por la cola y llegar hasta su conchita toda mojada y colarle un dedo, lo cual hizo que intensificara su mamada de una manera que me estaba volviendo loco. A ratitos, dejaba de chuparme y daba vuelta su cabeza y me miraba fijo a los ojos. Se veia poco porque viajábamos de noche, pero las luces de los vehículos que nos cruzaban me permitían disfrutar un poco más de verla como me estaba tirando la goma semejante pendeja.
Luego de unos minutos que seguimos así, ella chupándomela y yo masturbándola, sentí que en cualquier momento me iba a hacer acabar asi que la retire suavemente de mi pija y le dije suavemente que me iba a hacer acabar, y me dijo que quería que le acabara dentro de la boca para tomarse toda la leche. Me mató la cara de putita que puso al decírmelo, así que luego de un par de chupadas más me empezó a pajear más intensamente con la cabeza de la pija dentro de la boca y me hizo pegar una acabada impresionante, intensa, deliciosa, la cual se tragó hasta la última gota mientras seguía chupándomela suavemente, como solo hacen las que saben que después de acabar es delicioso que te sigan chupando despacito, cosa que en mi caso me hace mantener una erección casi completa. La borrega siguió chupándome despacito mientras yo segui metiéndole el dedo en la conchita hasta que logré que acabara con unos espasmos intensos, único momento en que se sacó la verga de la boca. Me siguió mamando un poco más, se levantó y me estampó un beso bien lleno de saliva y de lengua, en el cual se mezclaban los sabores y los olores, lo cual me excitó muchísimo. Saqué mi mano de su conchita y aproveché para hacerle chupar mi dedo lleno de sus juguitos, lo cual disfrutó mucho saboreándolo hasta que me hizo calentar tanto que la pija se me puso como fierro otra vez. Le dije que no aguantaba más las ganas de cogerla, que me dejara que se la ponga y me volvió a decir que no. Le dije que estaba más excitado que antes y con una sonrisa me dijo, cómo crees que estoy yo, pero no se puede porque se van a dar cuenta los otros viajeros. La verdad que tenía razón pero la calentura me había nublado el cerebro y mi instinto animal no me dejaba pensar en las consecuencias, solamente quería cogerla porque su actitud de pendeja putita me había quemado la cabeza.
Me dijo, si querés te la chupo de nuevo. Yo no podía creer lo que me pasaba y la dejé que empezara nuevamente con su exquisita mamada. Otra vez, su boca estaba caliente y mojada, sus manos suavecitas y su lengua era una serpiente reptando por toda mi pija que estaba hinchada a punto de explotar de nuevo. La dejé unos minutos, solamente atinando a disfrutar y a recordar cada instante porque era una historia increíble la que me estaba pasando.
Como buena mamadora, supo reconocer mi estado de excitación y la proximidad de mi acabada, y comenzó a intensificar los movimientos con su mano mientras seguía chupandome intensamente. Yo acariciaba su pelo suave y dejaba que mi cabeza volara por el éxtasis hasta que sentí que no podía detener más la eyaculación. Le di aviso con un quejido suave para que se preparara y esta vez, a diferencia de la primera, el orgasmo fue más corto pero con una potencia tal que la leche le desbordó su boca quedando cerca de mi ombligo. Cuando tragó todo lo que tenía en su boquita, se dedicó a lamer mi panza hasta que se tomó toda la leche derramada y con los últimos restos en sus labios volvió a besarme la muy puta preguntándome si me gustaba el sabor de la leche. Le dije que no estaba mal pero que su conchita era más rica aún. Querés juguito de mi concha me preguntó. Por supuesto le dije y sin decir más nada, se abrió el cierre del jean y se lo bajó un poco junto a su tanguita y me dejó su conchita depilada a merced de mis dedos.
Primero la froté suavemente y luego metí un par de dedos. Estaba empapada de jugos. Saqué los dedos y me los chupé despacito disfrutando el sabor y el olor de una pendeja en celo. El olorcito de su concha era exquisito y el sabor salado me encantaba. Volví a meterle los dedos y esta vez le di para que ella chupara y la guacha lo hacía de una manera que lograba que se me parara la verga nuevamente. Hicimos asi unas cuantas veces hasta que luego decidí que tenía que demostrarle que mis manos podían hacerla gozar como una perra.
Me puse de costado y le metí dos dedos de mi mano izquierda en la concha tratando de llegar a su punto G. Le encantaba porque cerraba los ojos y se tensaba a punto de acabar. Me acerqué a su oido y empecé a decirle cosas para calentarla. Le decía que le iba a meter la verga y la iba a coger hasta hacerla gritar. Que le iba a romper la cola. Que la iba a llenar de leche de nuevo. Parece que todo lo que le dije aumentaba su excitación porque al cabo de unos segundos se tapó la boca para no gritar y se mandó un orgasmo con acabada que me mojó todos los dedos. Seguí tocándola, ahora frotándole suavemente el clítoris con el pulgar y metiendo el índice en su concha. Estaba desenfrenada, me agarró de la pija otra vez y me la apretaba con furia. Al ratito tuvo otro orgasmo delicioso y le saqué los dedos y volvió a chupárselos con fruición.
Ya estábamos próximos a llegar a la ciudad donde vivimos y luego de quedarnos un par de minutos sin saber que decir, se acomodó la ropa, yo también. Me dio un beso intenso y me pasó su celular.
Intercambiamos un par de mensajes muy subidos de tono y llegamos. Quedamos en encontrarnos al otro día. La llamé y me dijo que mejor que nos encontraramos en La Plata cuando yo viaje de nuevo.
A partir de alli, casi todas las semanas nos encontramos y cada encuentro es un volcán. Pero esa historia es para otro relato.
Que lo disfruten.
Con motivo de mi trabajo debo viajar semanalmente a La Plata, haciéndolo siempre en combi, tanto de ida como de regreso. En un viaje de regreso desde La Plata, me ubiqué en la última fila de asientos, contra la ventanilla izquierda, quedando vacíos los restantes 3 asientos de esa última fila. Unos minutos después, en el recorrido de la combi buscando pasajeros, noté que subió una pendeja rubiecita y que luego de titubear en sentarse en una de las filas de adelante, miró hacia atrás y al ver que había 3 asientos vacíos, optó por sentarse en la última fila contra la ventanilla derecha.
Cuando la vi me encantó porque era muy bonita de cara y se notaba debajo de su ropa (un jean ajustado, remera bastante escotada y una camperita de media estación) que tenía un cuerpito hermoso.
Como buena pendeja, venía con los auriculares del celular conectados y mandando mensajitos. Pude escuchar unos minutos después que empezó el viaje que hablaba con alguien que sería su novio porque lo despidió de modo amoroso. Luego de eso siguió escuchando música sin darme un poquito de bola nunca.
Como el viaje era nocturno me deleitaba viendo su escote cada vez que se encendía la pantalla de su celular y podía verse que tenía unas tetitas hermosas, no grandes pero sí muy firmes. También me ratoneaba mucho la carita de pícara que tenía a pesar de que ni me miraba.
Al cabo de una hora y media de viaje, la combi hace una parada en una estación de servicio y al verla íntegramente me di cuenta que estaba más buena de lo que parecía. Cruzamos una mirada rápida a unos metros y nada más.
Volvimos a la ruta y me dije que no me podía quedar con las ganas de decirle lo buena que estaba, aún a pesar de que ni me diera bola o se cagara de risa dado lo pendeja que era para alguien madurito como yo.
No encontraba la forma de entablar conversación dado que ella seguía conectada a su celular, así que luego de pensar un rato saqué una tarjeta personal mía y le escribí “como no tengo tu celu, te dejo este SMS: sos increíblemente hermosa” y luego le puse el nro de mi celular abajo. Me estiré desde mi butaca y le ofrecí la tarjeta, la cual agarró un poco sorprendida. La iluminó con su celular y esbozó una sonrisa que me dijo que la cosa podía ir bien.
Inmediatamente empezó a escribir un mensaje en su celular e intentó enviármelo pero dado que estábamos en una zona de ruta sin señal no me llegaba nunca. Imaginen mi ansiedad por ver qué me decía dado que su cara me decía que había onda. Luego de un par de minutos y viendo que era imposible enviar el mensaje, me ofrece su teléfono para que vea el mensaje y cuando lo leí casi me muero. Me decía que desde que arrancamos el viaje se moría de ganas de venirse a mi asiento y tocarme todo. Me estalló la cabeza y me puse al palo de inmediato por la excitación.
De inmediato le escribí otro mensaje en su celular y se lo pasé. Le decía que se venga para mi lugar que me la iba a comer. Volvió a sonreir y me mandó otro donde decía que yo era casado y además el padre del amigo de su hermanita. Uh dije, acá soné, la pendeja no va a querer otra cosa que histeriquearme y dejarme recaliente. Le dije que era muy discreto y que era una oportunidad inmejorable de cumplir su fantasía de toquetearme. Esta vez no contestó nada y de un momento a otro estaba sentada en la butaca a mi lado, mirándome de frente, desafiante y con cara de putita. Lo primero que hizo la guacha es meterme mano en la verga, la cual la tenía explotando de la calentura. La dejé que me tocara y le partí la boca a besos metiéndole la lengua por todos lados y metiéndome bajo su remera le levante el corpiño y quedaron sueltas dos tetitas hermosas al tacto, suaves, firmes y calientes.
Ella fue más lejos y me desprendió el cinto, cierre y me metió la mano agarrándome la pija con fuerza y pajeándome. Pensé que estaba soñando porque hacía cinco minutos éramos dos desconocidos histeriqueando nada más.
Intenté abrirle el pantalón y meterle mano en la conchita pero me frenó. Seguimos besándonos mientras me pajeaba y le pregunté que quería hacer y me dijo quiero chupártela. Imaginen mi respuesta. La pendeja se inclinó y me la empezó a chupar con una suavidad increíble, con la boca bien llena de saliva, acompañando movimientos con su mano y pasándome la lengua por todos lados. Dado que tenía un jean elastizado tiro bajo, pude meterle la mano por la cola y llegar hasta su conchita toda mojada y colarle un dedo, lo cual hizo que intensificara su mamada de una manera que me estaba volviendo loco. A ratitos, dejaba de chuparme y daba vuelta su cabeza y me miraba fijo a los ojos. Se veia poco porque viajábamos de noche, pero las luces de los vehículos que nos cruzaban me permitían disfrutar un poco más de verla como me estaba tirando la goma semejante pendeja.
Luego de unos minutos que seguimos así, ella chupándomela y yo masturbándola, sentí que en cualquier momento me iba a hacer acabar asi que la retire suavemente de mi pija y le dije suavemente que me iba a hacer acabar, y me dijo que quería que le acabara dentro de la boca para tomarse toda la leche. Me mató la cara de putita que puso al decírmelo, así que luego de un par de chupadas más me empezó a pajear más intensamente con la cabeza de la pija dentro de la boca y me hizo pegar una acabada impresionante, intensa, deliciosa, la cual se tragó hasta la última gota mientras seguía chupándomela suavemente, como solo hacen las que saben que después de acabar es delicioso que te sigan chupando despacito, cosa que en mi caso me hace mantener una erección casi completa. La borrega siguió chupándome despacito mientras yo segui metiéndole el dedo en la conchita hasta que logré que acabara con unos espasmos intensos, único momento en que se sacó la verga de la boca. Me siguió mamando un poco más, se levantó y me estampó un beso bien lleno de saliva y de lengua, en el cual se mezclaban los sabores y los olores, lo cual me excitó muchísimo. Saqué mi mano de su conchita y aproveché para hacerle chupar mi dedo lleno de sus juguitos, lo cual disfrutó mucho saboreándolo hasta que me hizo calentar tanto que la pija se me puso como fierro otra vez. Le dije que no aguantaba más las ganas de cogerla, que me dejara que se la ponga y me volvió a decir que no. Le dije que estaba más excitado que antes y con una sonrisa me dijo, cómo crees que estoy yo, pero no se puede porque se van a dar cuenta los otros viajeros. La verdad que tenía razón pero la calentura me había nublado el cerebro y mi instinto animal no me dejaba pensar en las consecuencias, solamente quería cogerla porque su actitud de pendeja putita me había quemado la cabeza.
Me dijo, si querés te la chupo de nuevo. Yo no podía creer lo que me pasaba y la dejé que empezara nuevamente con su exquisita mamada. Otra vez, su boca estaba caliente y mojada, sus manos suavecitas y su lengua era una serpiente reptando por toda mi pija que estaba hinchada a punto de explotar de nuevo. La dejé unos minutos, solamente atinando a disfrutar y a recordar cada instante porque era una historia increíble la que me estaba pasando.
Como buena mamadora, supo reconocer mi estado de excitación y la proximidad de mi acabada, y comenzó a intensificar los movimientos con su mano mientras seguía chupandome intensamente. Yo acariciaba su pelo suave y dejaba que mi cabeza volara por el éxtasis hasta que sentí que no podía detener más la eyaculación. Le di aviso con un quejido suave para que se preparara y esta vez, a diferencia de la primera, el orgasmo fue más corto pero con una potencia tal que la leche le desbordó su boca quedando cerca de mi ombligo. Cuando tragó todo lo que tenía en su boquita, se dedicó a lamer mi panza hasta que se tomó toda la leche derramada y con los últimos restos en sus labios volvió a besarme la muy puta preguntándome si me gustaba el sabor de la leche. Le dije que no estaba mal pero que su conchita era más rica aún. Querés juguito de mi concha me preguntó. Por supuesto le dije y sin decir más nada, se abrió el cierre del jean y se lo bajó un poco junto a su tanguita y me dejó su conchita depilada a merced de mis dedos.
Primero la froté suavemente y luego metí un par de dedos. Estaba empapada de jugos. Saqué los dedos y me los chupé despacito disfrutando el sabor y el olor de una pendeja en celo. El olorcito de su concha era exquisito y el sabor salado me encantaba. Volví a meterle los dedos y esta vez le di para que ella chupara y la guacha lo hacía de una manera que lograba que se me parara la verga nuevamente. Hicimos asi unas cuantas veces hasta que luego decidí que tenía que demostrarle que mis manos podían hacerla gozar como una perra.
Me puse de costado y le metí dos dedos de mi mano izquierda en la concha tratando de llegar a su punto G. Le encantaba porque cerraba los ojos y se tensaba a punto de acabar. Me acerqué a su oido y empecé a decirle cosas para calentarla. Le decía que le iba a meter la verga y la iba a coger hasta hacerla gritar. Que le iba a romper la cola. Que la iba a llenar de leche de nuevo. Parece que todo lo que le dije aumentaba su excitación porque al cabo de unos segundos se tapó la boca para no gritar y se mandó un orgasmo con acabada que me mojó todos los dedos. Seguí tocándola, ahora frotándole suavemente el clítoris con el pulgar y metiendo el índice en su concha. Estaba desenfrenada, me agarró de la pija otra vez y me la apretaba con furia. Al ratito tuvo otro orgasmo delicioso y le saqué los dedos y volvió a chupárselos con fruición.
Ya estábamos próximos a llegar a la ciudad donde vivimos y luego de quedarnos un par de minutos sin saber que decir, se acomodó la ropa, yo también. Me dio un beso intenso y me pasó su celular.
Intercambiamos un par de mensajes muy subidos de tono y llegamos. Quedamos en encontrarnos al otro día. La llamé y me dijo que mejor que nos encontraramos en La Plata cuando yo viaje de nuevo.
A partir de alli, casi todas las semanas nos encontramos y cada encuentro es un volcán. Pero esa historia es para otro relato.
Que lo disfruten.
13 comentarios - Sexo casual en la combi
Te dejo + 10...
Gise: Cuándo quieras te digo en qué combi viajo 😃 . Gracias por los puntos a todos.