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El delito del fin de semana II

El delito del fin de semana II
La mañana del sábado



La despertaron los golpes en la puerta.

- ¿ Mamá? ¿ estás despierta?

Reaccionó de inmediato.

- Si querida, pero todavía estoy acostada, contestó mientras sus acompañantes se ponían en guardia.
- Ya llegó el transporte así que me voy, le dijo
- Ve hija y que te diviertas. De inmediato se oyó la puerta de frente abrir y cerrar y quedó sola. Sola con sus dos visitantes. De cualquier manera se sintió totalmente liberada. Había conseguido salvar a su hija. Ahora tenía todo el día para intentar liberarse de sus captores.
- Al fin solos, dijo el jefe mientras se desperezaba.
El joven del otro lado, se destapó y apareció su verga dura y parada.
- Bueno querida me parece que tienes trabajo. Ven chupa, le ordenó a lo que ella obedeció de inmediato para que se mantuvieran confiados.
- Mientras ve a preparar algo para comer, le dijo al mayor.
Ella sabía que se iba a encontrar en problemas, porque esa mañana pensaba ir a hacer las comprar. No había prácticamente nada para desayunar. Esa podía ser la excusa perfecta para liberarse.
Mientras seguía chupando, el jefe volvió.
- Tendremos que conformarnos con unas tostadas y café. Esta puta no tiene nada para comer
- ¿ Cómo pudiste ser tan descuidada? le dijo mientras sacaba su verga de la boca.
- Es que hoy tengo que ir a hacer las compras, dijo con inocencia, si me dan un rato soluciono el problema.
- Claro, te dejamos ir al super y vuelves con las compras y la policía. Somos dos estúpidos, seguramente, dijo el mas joven.
- Les juro que no es así, dijo, pero era evidente que no le darían esa posibilidad.
- A ver, seguramente algún amigo de tu hija vive en el edificio, dijo el jefe.
- Si, hay un muchacho unos años mayor que ella, Leonardo, pero eso que tiene que ver, preguntó.
- Muy simple. Lo llamas y le pides que vaya a hacer unas compras que tu estás ocupada. Hazlo ya.
Sin estar de acuerdo fue hasta el teléfono confiando en que Leonardo hubiera salido o estuviera durmiendo. La atendió el padre. Lo recordó como un hombre, delgado, moreno, viudo, de unos 45 años.
- Hola, si habla la madre de Carla, quisiera hablar con Leonardo
- Como está Ud. Mucho gusto, aguarde un momento, ¿ Algún problema?
- No, nada, simplemente tenía que pedirle un favor a su hijo.
En un minuto Leonardo estaba del otro lado del auricular.
- Hola Leonardo, necesitaba pedirte un favor: mi hija no está y no puedo salir, y necesito algunas cosas del super ¿ tú podrías traerlas? ¿ si? Bueno baja que te doy la lista y el dinero. Gracias.
- Ya viene, le comentó a sus captores.
- Bueno vístete mientras yo preparo la lista y el dinero.

Fue al baño de la habitación, se dio una ducha rápida y se vistió con una remera y un short. Apenas terminaba de peinarse cuando tocaron el timbre.
- Si has pensado en que podrás darle alguna señal a tu vecinito, quítatelo de la cabeza. Estaremos escuchando y ante la menor duda, tendrás que explicarle a su familia que pasó con su hijo, ¿ entiendes?. Me dieron la lista y el dinero y se escondieron de manera de ver lo que pasaba en la puerta y escuchar lo que hablaran. El más joven le mostró la navaja y le hizo un gesto de silencio, que era innecesario. No estaba dispuesta a arriesgar su vida o la del joven.
Abrió la puerta, y allí estaba el muchacho de unos 18 años. Lo hizo pasar y fue hasta un mueble simulando que tomaba el dinero y la lista y se la entregó. Leonardo dijo que volvería de inmediato y partió.

- Querida, tienes un efecto muy interesante sobre los hombres de cualquier edad, comentó el jefe.
- Por favor, deja de burlarte, dijo ella.,
- ¿ Burlarme? Ese jovencito te comió el culo con la mirada cuando le diste la espalda. Seguramente debe masturbarse muy seguido pensando en tí.
- Si es un nene. Seguramente le gusta mi hija, comentó ella
- Seguramente, pero que le encantaría tirarse a la madre no tengo dudas.
- Miren, dejemos esto que va a volver en cualquier momento.
- Vamos a hacer una cosa para darle un poco más de diversión al día de hoy, sugirió el jefe.
- ¿ Qué se te ocurre? Preguntó el más joven
- Cuando vuelva, le vas a agradecer el favor de una forma que no se olvide más. Lo vas a seducir y te lo vas a tirar. Vamos a ver si te tiene o no te tiene ganas, y de paso te vamos a ver en acción con otro macho lo que seguramente me va a calentar a morir, dijo de un tirón
- Tú estas loco, dijo ella, es amigo de mi hija y vive en el mismo edificio. No voy a pasar por una puta barata.
- Tu vas a hacer lo que yo te diga. No te olvides que a la noche vuelve tu hija y no quisiera desquitarme con ella la insatisfacción que me provoques, dijo mientras se acariciaba el pedazo a través de la ropa.
- Pero nunca he hecho esto antes. Es un niño. No sabría ni como empezar.
- Confío en tu capacidad para improvisar. A ver. Nosotros te miramos desde el pasillo, hasta que consigas traerlo al dormitorio.
- Cuando vengas hacia aquí nos enconderemos en el placard y desde allí seguiremos tus movimientos. Si quedo satisfecho, en lugar de irnos el domingo a la noche, nos vamos mañana al mediodia y todos contentos. Creo que es un buen trato.

Aceptó a regañadientes. No imaginaba como hacer para avanzar a este chiquillo y que no saliera corriendo gritando que una vieja lo quería violar.
Para empezar dejó la puerta abierta y fue al baño y allí se mojó la cabeza nuevamente.
Cuando sonó el timbre desde la puerta del baño le gritó a Leonardo que pasara. Cuando entró le dijo que dejara todo en la cocina y que la esperara en el living que se estaba duchando. Dejó pasar unos minutos y luego envuelta en una toalla pequeña que apenas cubría su cuerpo y con el cabello chorreando agua fue al living. En el pasillo, los huéspedes se divertían con la escena.
Cuando entró al living, a Leonardo se le cortó la respiración. Ella lo notó y tuvo que darle la razón al ladrón. Este jovencito esta recaliente con ella. Tomó el vuelto del dinero de sus manos que estaban paralizadas y fue hasta el mueble agachando su cuerpo para dejarlo en un cajón, segura de que esa pose mostraba aún mas partes de mi cuerpo. Volvió y se sentó a su lado. Para que negarlo, que un niñato como ese la deseara era algo que realmente la excitaba. Pensó en la poca experiencia que ese jovencito podía tener y en el recuerdo que le dejaría para siempre, si algo pasaba.

- Disculpa mi aspecto, pero pensé que ibas a tardar un rato más. Veo que eres rápido, dijo con doble intención mientras se notaba en su pantalón un bulto que crecía.
- Si, señora, pero no se disculpe. Lamento haberla molestado. Igual yo ya me voy, dijo levantándose.
- No hay problema, quédate un rato, dijo cruzando las piernas, y viendo con satisfacción como sus ojos se perdían en ellas.
- Así que Carla no está, dijo tratando de cambiar de tema.
- Si, no va a estar hasta la noche, y mi esposo no vuelve hasta el lunes así que estoy sumamente aburrida dijo dejando caer la punta de la toalla y descubriendo timidamente buena parte de una de sus tetas.
- Sssi, me imagino que debe aburrirse, dijo tartamudeando ante la escena.
Ella se acercó y acarició su cabeza.
- Que lindo cabello que tienes, y bien cuidado. El mio me da mucho trabajo, le dijo.
- Se ve bien, sin embargo, dijo temblando.

Tomó la mano del jovencito y la pasó por su cabellera.

- Toca sin miedo, ahora está humedo pero cuando se seca tengo que cuidarlo mucho. Ya no tengo 20 años dijo con tristeza.
- Por favor, señora, conozco muchas veinteañeras que les gustaría estar como Ud. dijo el joven mientras pasaba timidamente de acariciar su cabello a acariciar sus mejillas.
- No bromees, dijo la mujer, seguramente tienes todas las chicas que necesitas, mientras acariciaba su cuello
- Me gustan las mujeres con más experiencia y todavía no tuve ninguna, dijo mientras su mano bajaba hasta el hombro de la mujer.
- Ya tendrás todas las que quieres, dijo ella mientras su mano se posaba en la pierna del joven provocando en él una descarga eléctrica que lo hizo temblar, mientras tanto haces bien en practicar con niñitas.
- Es que ya es hora de pasar a las ligas mayores, Señora, por favor, dijo tomandola de la nuca y apoderándose de su boca para besarla con desesperación. Lo dejó hacer por unos segundos y luego se apartó.
- Te equivocas jovencito. No me interesan los infantes. Me gustan los hombres con personalidad que pelean por lo que quieren y no piden por favor.

Se quedó paralizado.

- Ahora me voy a mi habitación a cambiarme, y mientras piensa en lo que te dije. Se levantó y caminó hacia el dormitorio. Cuando iba a entrar, se quitó la toalla y dejó su cuerpo desnudo ante sus ojos antes de perderse en la habitación.

Dentro de ella, los visitantes disfrutaban a lo loco.

- Realmente me has sorprendido. Nos meteremos en el placard y esperamos por el resto. Te felicito ya lo tienes caliente y enloquecido. Se escondieron mientras ella se sentaba en la cama mientras me secaba el cabello, y pensaba en como seguir preguntándose si no estaba loca al hacer estas cosas. Leonardo entró como una tromba y sin detenerse se arrojó encima de ella acostándola en la cama y comenzando a besarla con furia.
- No te voy a pedir por favor. Te voy a poseer como hace mucho que lo sueño. Y no te resistas porque no podrás, le dijo entre beso y beso.
Ella lo dejó seguir mientras disfrutaba del momento. Una de sus manos buscó su verga por fuera de la ropa. Estaba dura y latía. Luego de dejarla sin aire, el necesitó separarse tambien para recuperar el aliento.
- ¿ Qué piensas hacer vestido? Le susurró al oido. Se levantó como un resorte y rápidamente se desnudó por completo, mostrando una verga dura de buen tamaño . Nada despreciable .

Con la misma velocidad volvió a arrojarse sobre ella, separando esta vez sus piernas con su cuerpo. Ella sintió su verga refregarse contra su abdomen y por supuesto se excitó por la acción y de pensar que sus amigos estaban mirando todo lo que pasaba.
El jovencito se separó un segundo, tomó su verga y la dirigió a su nido, comenzando a empujar para penetrarla. Todavía no estaba lista, pero aunque se lo dijo no le hizo ningún caso y con trabajo consiguió penetrarla no sin antes hacerla gritar de dolor.

- Espera animal, despacio, le dijo tirándole de los pelos para alejarlo, pero no había fuerza humana que evitara la conjunción de sus cuerpos. Gritaba por el dolor del tirón de cabello pero seguía empujando y metiéndole su herramienta centímetro a centímetro. Por fin lo soltó, y aprovechando el momento se la enterró hasta el fondo, quedándose allí. Comenzó a suspirar y gemir de una manera que parecía que iba a darle un ataque. Buscó nuevamente sus labios y cuando le metió la lengua, se vació dentro de la hembra. Su cuerpo se tensó y comenzó a escupir semen como una máquina.

Ella se quedó quieta dejándolo que terminara. Realmente no tenía necesidad de acabar, porque ya el día anterior había tenido su dosis, pero se sentía decepcionada de la rapidez conque se había terminado su experiencia juvenil. Por supuesto, no recordaba lo que eran los jóvenes.
El se quedó dentro hasta el fondo, y luego de unos minutos, sin notar ella que su verga se ablandara en ningún momento comenzó a serrucharla con ritmo, saliendo y entrando totalmente de su cuerpo, y provocándole una excitación interesante.
Estuvo no menos de 15 minutos dándole a todo gas y esta situación la llevó a un orgasmo fulminante, que se mantuvo por varios minutos, dado que no dejaba de cepillarla. Por fin, luego de dejarla totalmente agotada, volvió a vaciarse dentro como un animal. Se quedó un rato fundido a ella y luego se levantó.

- Ha sido hermoso, señora, dijo sonrojándose, hace mucho que le tenía ganas.
- Tu no has estado nada mal Leonardo, pero sabes que esto no se repetirá, le dijo
- ¿ Por qué no? Yo pensé que jamás pasaría y pasó, dijo mientras se vestía.
La besó y se fue. Nada pudo decirle sobre lo que estaba pasando, y que me había obligado a actuar así.
- Felicitaciones mujer, ahora vamos a desayunar.

Fueron a la cocina y ella preparó el desayuno para los tres. Lo sirvió y cuando iba a sentarse, el joven se lo impidió.

- No nena, tu leche te la voy a dar yo, mientras desayuno ven debajo de la mesa a terminar lo que empezamos esta mañana. Lo miró y sumisamente se arrodilló y se metíó bajo la mesa. Mientras el desayunaba desabrochó su pantalón y comenzó a succionarle la verga, que ya estaba dura, pero al poco rato se volvió totalmente intratable. Era una barra de hierro. Terminó de desayunar y siguió charlando con su socio, hasta que aferrando su cabeza, se vino en su boca, consiguiendo ya sin demasiado esfuerzo que ella se tomara toda su simiente y luego se la limpiara completamente. La hembra estaba aprendiendo a realizar estos trabajos, y casi se diría que lo disfrutaba. Ella fue la primera en asombrarse que hubiera podido hacerlo sin sentir asco y hasta un cierto placer.
- Ahora me toca a mí dijo el jefe , pero vamos al dormitorio que quiero ponerme cómodo. Tu mientras revisa la casa a ver si encuentras mas dinero, le dijo al cómplice
Una vez en el dormitorio se acostó, peló su verga y me dejó que se la chupara mientras el cerraba los ojos y se relajaba. Su amigo recorría la casa revisando todo.
- Bueno, me parece que ya estás para cosas mayores. Desnúdate, le ordenó.
Ella obedeció sin chistar. La experiencia de la mañana la había dejado bastante caliente, y sabía que su vida dependía en tener contentos a estos degenerados. Se acostó boca arriba, y él la hizo girar de costado hasta que quedaron frente a frente. Allí comenzó a besarla en toda la cara y la boca, mientras jugueteaba con sus tetas. Por fin, colocó sus piernas entre las de ella y bajando un poco su cuerpo, hizo que la punta de la verga, se pegara a la puerta de su sexo. La cabeza le hacía cosquillas en su nido. Le hubiera gritado que la penetrara pero no quería demostrar sus ganas. El la seguía besando y acariciando. Ella cerró los ojos.
- Abre los ojos, putita. Vamos quiero verlos, le dijo el. Ella obedeció. Cuando lo miró se asustó de la mirada de furia que tenía su amo. La tomó de la cara con ambas manos, obligándola a mantenerle la mirada y en un par de empujones se metió dentro de su cuerpo.
- ¿ no que te gusta? Vamos dime que te gusta, quiero oirlo.
- No es cierto, decía ella tratando de esquivar esa mirada que la quemaba.
- Dime que te gusta que te claven, perra. Vamos, dime cuanto hace que no te comías una buena verga, insistía el humillándola, pero a la vez excitándola.
- Soy una mujer decente, ustedes me obligan a hacer esto, insistía tratando de justificarse.
En ese momento el se retiró, dejándola vacía.
Ella gimió.
- Ahora me vas a pedir que te clave, sino no te la voy a dar mas.
- Eres un violador, ¿ sabes? Un violador. Me estás obligando a tener sexo contra mi voluntad, decía ella desesperada y excitada.
- Tienes razón, soy un degenerado, así que no voy a tocarte más.
Ella buscó con su mano la verga y la apretó.
- No tienes ningún derecho a entrar a esta casa y abusar de mí, decía mientras trataba de empalarse nuevamente, sin conseguirlo, ya que ella se acercaba y el macho se alejaba.
- Si, soy un delincuente que estoy forzando una mujer decente y respetada, decía el sonriendo.
- Por favor, por favor, dijo ella
- ¿Por favor que?
- Tu sabes
- No, yo soy un delincuente, un violador, no sé nada
- Por favor, no aguanto más
- No aguantes
- Vamos, tienes ganas , no me dejes así,
- Pidelo como corresponde, insistió él
- Por favor, penetrame, cogeme, partime al medio, no aguanto más.
- Así si, ahí la tienes, dijo volviendo a acercarse y a introducirle su herramienta hasta el fondo.
Sentirla dentro fue suficiente para que ella alcanzar un clímax fabuloso.
- ¡¡¡ Ahhhhhh!! Me corro, por mi madre, me corro como nunca me corri !!!!!!
- Eso te pasa por jugar con chicos, ahí te va la leche de un adulto , putona, dijo él mientras se vaciaba por completo dentro de ella, en 6 ó 7 chorros espesos y copiosos.
Cuando sintió este líquido quemante los orgasmos se multiplicaron. Cada chorro era un nuevo clímax, hasta quedar rendida por completo, y casi inconsciente. Se quedaron allí los dos sin moverse. El otro se asomó por la puerta y le hizo una seña al que estaba acostado. Se levantó sin hacer ruido y salió al pasillo.
- Encontré otros 500 en la habitación de la hija. De paso encontré algunas fotos de ella. Es realmente hermosa. Sale a la madre, dijo sonriendo lascivamente y pasandole las fotos a su socio. Este las tomó y las miró. A pesar de la sesión de recién su pija empezó a latir.
- ¿ te gusta, no?
- Se me ocurre una forma de que las tengamos a las dos sin correr riesgos. Tú dejame a mí, y diciendo esto volvió a la habitación.

2 comentarios - El delito del fin de semana II

morochadel84
Atrapante historia, aunque un poco desprolija la narración que alterna la primera y la tercera persona, a veces habla la protagonista y a veces un narrador...
Esperamos ver cómo sigue!