EL MASAJE
Me llamo Elena, tengo 40 años, soy casada, feliz en mi matrimonio. Mi vida sexual con mi marido es buena y tenemos muchas fantasías, jugando con ellas en nuestros encuentros sexuales. El es algo mayor que yo, de 45 años, empresario. A pesar de mi edad tengo una buena figura, mido 1,67 mts. Pelirroja, de tez blanca buena cintura y caderas y cola firme y, lo que más he visto que agrada a los hombres son mis lolas: mido 102 de busto, de grandes y duros pezones, que son mi debilidad.
La verdad es que me cuido porque me siento joven y atractiva. Mi marido me dice que soy muy sensual, erótica por naturaleza, que caliento a los hombres sin siquiera quererlo.
Siempre me gustó realizar masajes por lo que hace unos años hice unos cursos para aprender a efectuarlos y de paso instalé un gabinete y he trabajado realizando masajes descontracturantes y relajantes desde hace algún tiempo.
En mi trabajo utilizo una chaqueta blanca que me llega a la mitad de mis nalgas, prendida por delante con broches, y un corpiño debajo y una falda a media pierna y unos zapatos de taco medio.
Lo que voy a contar ocurrió hace algún tiempo con un hombre de 35 años que concurrió para que le hiciera unas sesiones de masajes por dolores en la espalda y piernas. Medía alrededor de 1,80 mts., tez oscura, labios gruesos, cuerpo atlético, muy bien parecido, con una personalidad encaradora, amable. Me sentí atraída desde un principio.
Le recomendé una serie de cinco sesiones de 50 minutos de masaje corporal, al cual accedió y me preguntó si podíamos iniciarlos ese mismo día, comentándole que iba a ser imposible, pero que al día siguiente tenía un turno libre. Quedamos de acuerdo.
El resto de la jornada transcurrió sin otras novedades.
Al día siguiente se hizo la hora del turno de Nelson (así se llamaba el hombre), quien concurrió muy puntualmente.
Luego de los saludos de rigor, lo hice pasar al gabinete indicándole que solo se dejara el calzoncillo y se acostara boca abajo en la camilla y le dí una toallita para que se cubriera mientras yo me dirigí a una habitación contigua para prepararme.
Al volver al gabinete me encontré con la sorpresa de que estaba totalmente desnudo, lo que en un principio me chocó pero a su vez no pude sacar los ojos de su cola grande, parada y dura. Hice como que no pasaba nada y comencé a efectuarle los masajes. Estos comenzaron en su espalda, la que tenia piel caliente y noté que se erizaba con el paso de mis manos por su cuerpo. Inmediatamente me di cuenta que se estaba excitando. Yo continué con mi labor en toda su espalda, esparciendo aceites aromáticos para lograr una suave y placentera fricción.
Cuando mis manos se deslizaban hacia la línea de la cola él hacía un movimiento de cadera muy leve que demostraba su excitación. Eso generó en mí, algunos pensamientos pícaros ya que me agradó que se calentara, aumentando el tiempo que la dediqué a sus hermosos gluteos.
Le hice además masajes en las piernas y todo concluyó sin sorpresas, más allá de lo comentado. Quedamos para la segunda sesión dos días después, llegando también muy puntualmente.
Siguió la misma rutina del día anterior, también se desnudó totalmente y me esperó acostado boca abajo para iniciar otro masaje.
Al igual que la sesión pasada al pasar mis manos con aceites su piel se erizaba y con los masajes en la zona baja de la cintura y el nacimiento de sus hermosos glúteos hacía movimientos de cadera en señal de respuesta a mis presiones y a su calentura.
En un momento, con estos movimientos, se fue deslizando un toallita que cubría parte de su rico culo y se cayó al piso. En ese momento me apresuré a taparlo pero él me atajó diciendo que no le molestaba quedar desnudo frente a mí. Al principio sentí varias sensaciones: incomoda, vergonzosa pero me repuse y continué con mi trabajo.
Lo que no me esperaba fue lo que sucedió cuando le pedí que se diera vuelta, boca arriba para hacerle masajes anteriores. Me encontré con una poronga paradísima, se la veía dura, hinchada notándosele unas gruesas venas, totalmente depilado de tamaño mediano, lo que generó en mí excitación. Lo que más me llamó la atención es que goteaba un líquido transparente por lo que supuse que su calentura esta al máximo.
Comencé a masajearle el pecho y los hombros y brazos y a medida que lo iba haciendo su pija tenía movimientos, ¡TENIA VIDA PROPIA¡ Inmediatamente me pidió que le hiciera masajes en la parte interna de los muslos a lo que accedí y mientras lo efectuaba me empece a excitar mucho, me gustaba lo que estaba haciendo y empece a sentir que mi sexo se mojaba con mis jugos.
Posteriormente me pidió que le masajeara el abdomen situación que hacía que inevitablemente le rozara la pija con mis manos y mi excitación iba cada vez en mayor aumento.
Al volver a la cabecera para continuar con su pecho, sentí que sus manos comenzarona a acariciar mis piernas y muslos muy suavemente. En ese momento, con la calentura que tenía, me dejé llevar por esas ricas sensaciones. Yo continuaba con el masaje cuando sentí una mano que, por debajo de mi falda había logrado llegar a mi concha totalmente mojada y me masajeaba hábilmente el clítoris t mi interior, moviendo mis caderas a los compas de sus caricias.
Yo continuaba con el masaje, ya ubicada al costado de la camilla, pero sin tocarle su pija chorreante.
Con la mano libre, me desprende los broches de la chaqueta blanca quedando mis tetas libres (ese día no llevaba puesto corpiño: ¿mi inconsciente sabría algo?) y colgando a la altura de su boca. Empezó a mamarlas con frenesí metiendo en su boca alternadamente mis gruesos pezones.
Yo le agarré la pija y se la empecé a pajear, sintiéndola dura, caliente.
Los dos estábamos que volábamos de calentura. Terminó de sacarme la chaqueta, me saco la falda y una cola-les que llevaba y que estaba totalmente mojada, quedando tan desnuda como él.
Me pidió que se la chupe, cosa a la que me aboqué a complacerlo. Me la metía entera y la sacaba. El gemía y decía : -Que exquisito, que yegua rica, que mujer rica, que maravillosa forma de mamarme la verga-
Luego de un rato de jugar con su pija, y él con mi concha, me paro y lo siento en un banquito que había en un costado del gabinete y abriéndome de piernas, me lo monté clavándome totalmente su pija en mi vagina, sintiendo y inmenso placer con dicha penetración.
Mis tetas quedaron a la altura de su boca, cosa que lo llevó a volver a comérmelas. Me las chupaba y me las mordía con fuerza, mientras yo lo cabalgaba sin parar. –así estuvimos cogiendo unos 15 minutos, tiempo en el que me corrí 5 veces, quedando extenuada luego de sentirlo como se hinchaba su pija y largaba sendos chorros de leche en mi interior para luego quedarse totalmente quieto, jadeando, al igual que yo.
Fue una cogida maravillosa. Sin decirnos palabra fuimos alternadamente al baño a lavarnos y luego nos vestimos.
Se despidió con un beso diciendo –espero que haya una próxima- y las hubieron hasta que un buen día decidí cortar esta relación.
Esta historia fue real. Espero sus comentarios para saber si les gustó. Besos
Elena
Mail: elena.ardiente@hotmail.com
Me llamo Elena, tengo 40 años, soy casada, feliz en mi matrimonio. Mi vida sexual con mi marido es buena y tenemos muchas fantasías, jugando con ellas en nuestros encuentros sexuales. El es algo mayor que yo, de 45 años, empresario. A pesar de mi edad tengo una buena figura, mido 1,67 mts. Pelirroja, de tez blanca buena cintura y caderas y cola firme y, lo que más he visto que agrada a los hombres son mis lolas: mido 102 de busto, de grandes y duros pezones, que son mi debilidad.
La verdad es que me cuido porque me siento joven y atractiva. Mi marido me dice que soy muy sensual, erótica por naturaleza, que caliento a los hombres sin siquiera quererlo.
Siempre me gustó realizar masajes por lo que hace unos años hice unos cursos para aprender a efectuarlos y de paso instalé un gabinete y he trabajado realizando masajes descontracturantes y relajantes desde hace algún tiempo.
En mi trabajo utilizo una chaqueta blanca que me llega a la mitad de mis nalgas, prendida por delante con broches, y un corpiño debajo y una falda a media pierna y unos zapatos de taco medio.
Lo que voy a contar ocurrió hace algún tiempo con un hombre de 35 años que concurrió para que le hiciera unas sesiones de masajes por dolores en la espalda y piernas. Medía alrededor de 1,80 mts., tez oscura, labios gruesos, cuerpo atlético, muy bien parecido, con una personalidad encaradora, amable. Me sentí atraída desde un principio.
Le recomendé una serie de cinco sesiones de 50 minutos de masaje corporal, al cual accedió y me preguntó si podíamos iniciarlos ese mismo día, comentándole que iba a ser imposible, pero que al día siguiente tenía un turno libre. Quedamos de acuerdo.
El resto de la jornada transcurrió sin otras novedades.
Al día siguiente se hizo la hora del turno de Nelson (así se llamaba el hombre), quien concurrió muy puntualmente.
Luego de los saludos de rigor, lo hice pasar al gabinete indicándole que solo se dejara el calzoncillo y se acostara boca abajo en la camilla y le dí una toallita para que se cubriera mientras yo me dirigí a una habitación contigua para prepararme.
Al volver al gabinete me encontré con la sorpresa de que estaba totalmente desnudo, lo que en un principio me chocó pero a su vez no pude sacar los ojos de su cola grande, parada y dura. Hice como que no pasaba nada y comencé a efectuarle los masajes. Estos comenzaron en su espalda, la que tenia piel caliente y noté que se erizaba con el paso de mis manos por su cuerpo. Inmediatamente me di cuenta que se estaba excitando. Yo continué con mi labor en toda su espalda, esparciendo aceites aromáticos para lograr una suave y placentera fricción.
Cuando mis manos se deslizaban hacia la línea de la cola él hacía un movimiento de cadera muy leve que demostraba su excitación. Eso generó en mí, algunos pensamientos pícaros ya que me agradó que se calentara, aumentando el tiempo que la dediqué a sus hermosos gluteos.
Le hice además masajes en las piernas y todo concluyó sin sorpresas, más allá de lo comentado. Quedamos para la segunda sesión dos días después, llegando también muy puntualmente.
Siguió la misma rutina del día anterior, también se desnudó totalmente y me esperó acostado boca abajo para iniciar otro masaje.
Al igual que la sesión pasada al pasar mis manos con aceites su piel se erizaba y con los masajes en la zona baja de la cintura y el nacimiento de sus hermosos glúteos hacía movimientos de cadera en señal de respuesta a mis presiones y a su calentura.
En un momento, con estos movimientos, se fue deslizando un toallita que cubría parte de su rico culo y se cayó al piso. En ese momento me apresuré a taparlo pero él me atajó diciendo que no le molestaba quedar desnudo frente a mí. Al principio sentí varias sensaciones: incomoda, vergonzosa pero me repuse y continué con mi trabajo.
Lo que no me esperaba fue lo que sucedió cuando le pedí que se diera vuelta, boca arriba para hacerle masajes anteriores. Me encontré con una poronga paradísima, se la veía dura, hinchada notándosele unas gruesas venas, totalmente depilado de tamaño mediano, lo que generó en mí excitación. Lo que más me llamó la atención es que goteaba un líquido transparente por lo que supuse que su calentura esta al máximo.
Comencé a masajearle el pecho y los hombros y brazos y a medida que lo iba haciendo su pija tenía movimientos, ¡TENIA VIDA PROPIA¡ Inmediatamente me pidió que le hiciera masajes en la parte interna de los muslos a lo que accedí y mientras lo efectuaba me empece a excitar mucho, me gustaba lo que estaba haciendo y empece a sentir que mi sexo se mojaba con mis jugos.
Posteriormente me pidió que le masajeara el abdomen situación que hacía que inevitablemente le rozara la pija con mis manos y mi excitación iba cada vez en mayor aumento.
Al volver a la cabecera para continuar con su pecho, sentí que sus manos comenzarona a acariciar mis piernas y muslos muy suavemente. En ese momento, con la calentura que tenía, me dejé llevar por esas ricas sensaciones. Yo continuaba con el masaje cuando sentí una mano que, por debajo de mi falda había logrado llegar a mi concha totalmente mojada y me masajeaba hábilmente el clítoris t mi interior, moviendo mis caderas a los compas de sus caricias.
Yo continuaba con el masaje, ya ubicada al costado de la camilla, pero sin tocarle su pija chorreante.
Con la mano libre, me desprende los broches de la chaqueta blanca quedando mis tetas libres (ese día no llevaba puesto corpiño: ¿mi inconsciente sabría algo?) y colgando a la altura de su boca. Empezó a mamarlas con frenesí metiendo en su boca alternadamente mis gruesos pezones.
Yo le agarré la pija y se la empecé a pajear, sintiéndola dura, caliente.
Los dos estábamos que volábamos de calentura. Terminó de sacarme la chaqueta, me saco la falda y una cola-les que llevaba y que estaba totalmente mojada, quedando tan desnuda como él.
Me pidió que se la chupe, cosa a la que me aboqué a complacerlo. Me la metía entera y la sacaba. El gemía y decía : -Que exquisito, que yegua rica, que mujer rica, que maravillosa forma de mamarme la verga-
Luego de un rato de jugar con su pija, y él con mi concha, me paro y lo siento en un banquito que había en un costado del gabinete y abriéndome de piernas, me lo monté clavándome totalmente su pija en mi vagina, sintiendo y inmenso placer con dicha penetración.
Mis tetas quedaron a la altura de su boca, cosa que lo llevó a volver a comérmelas. Me las chupaba y me las mordía con fuerza, mientras yo lo cabalgaba sin parar. –así estuvimos cogiendo unos 15 minutos, tiempo en el que me corrí 5 veces, quedando extenuada luego de sentirlo como se hinchaba su pija y largaba sendos chorros de leche en mi interior para luego quedarse totalmente quieto, jadeando, al igual que yo.
Fue una cogida maravillosa. Sin decirnos palabra fuimos alternadamente al baño a lavarnos y luego nos vestimos.
Se despidió con un beso diciendo –espero que haya una próxima- y las hubieron hasta que un buen día decidí cortar esta relación.
Esta historia fue real. Espero sus comentarios para saber si les gustó. Besos
Elena
Mail: elena.ardiente@hotmail.com
32 comentarios - El masaje
y sera mucho pedir unas fotos de tu cuerpo me encanto como lo detallaste quiero ver esas curvas linda
te sigo van puntitos de bienvenida y pasate por mi post
http://www.poringa.net/posts/gay/1961139/mi-pija-primeras-fotos.html
quiero hacer historia
¡Que lindo los masajes descontracturantes!
Muchas gracias. Ha sido mi primer relato. Me costó publicarlo. Gracias.
Buenísimo. Estoy contenta porque para ser mi primer relato, me calienta que te haya puesto al palo. Un beso
Gracias. Me he entusiasmado con los comentarios. Ya publicaré otro. Besos
gracias. Un beso
Me vendría bien unos masajes, donde voy... 😉 Puntines
Gracias por compartirlo.
PD: ya somos varios en la lista de turno? te vendria bien un secretario?
Felicitaciones y pasate por mis post.
Tu relato es espectacular, me trasporte a la historia de todas formas el hombre fue muy afortunado de poder sentir a una mujer tan deliciosa, delicada y erotica como tu
Tu esposo es muy afortunado de tenerte gracias por compartir