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Enseño a masturbar a mi suegra!!

La madre de mi esposa, mi suegra, es una mujer normal que se quedó viuda con 56 años y que quiso que mi mujer, su hija, y yo, nos fuéramos a vivir con ella a lo que yo me negué rotundamente, yo quería que se cumpliera el refrán "el casado casa quiere", estábamos al comienzo de nuestro matrimonio y no podía permitir que algo externo nos desestabilizara y diera al traste con nuestra relación.

Durante algunos años tuvimos una relación tensa y distante, hasta que ella comenzó a necesitar más cercanía y cariño y comenzó a venir a dormir a casa un par de veces en semana. Al comienzo, la relación fue un tanto distante hasta que me di cuenta de que mi suegra añoraba un hombre y, en concreto, lo que un hombre le podía proporcionar entre las piernas, estaba muy necesitada, mi suegro no la había satisfecho desde tiempo inmemorial y además estaba viuda, lo que hacía que transmitiera mucha calentura, me di cuenta de lo evidente y decidí que había que aprovechar las oportunidades que se presentan, aunque fuera una señora mayor, y fragüe un plan para determinar hasta donde llegaba su calentura. No es que fuera ni guapa, ni su cuerpo era especialmente atractivo, representaba algo distinto de lo que había probado hasta la fecha, una mujer mayor.
Solía llegar a mi casa a media tarde cuando mi mujer salía a realizar una serie de gestiones, lo que me daba un margen de media hora para realizar las pruebas que considerara oportunas.

La primera prueba que realicé fue recibirla semidesnudo, con un pantaloncito muy corto y muy ancho, me sacaba mis órganos genitales por el pernil, me lo excitaba y lo exponía a su vista estando yo sentado en el ordenador, de forma que ella tenía que acercarse por detrás, lo que le permitía recrearse mirando, sin miedo a que yo la viera. El primer día que la recibí de esa guisa se acercó por detrás y al ver lo que asomaba, se fue corriendo, huyendo de esa visión y ahí quedo todo. El segundo día su reacción fue distinta llegó a mi espalda, se quedó mirando y me preguntó cualquier cosa, estuvo cinco minutos recreándose en mis atributos.

El tercer día también se quedó mirando detrás de mí y yo aproveché para acariciarme el pene en dos o tres ocasiones, intentó hablar y le temblaba la voz pero no se separaba de mi espalda.

El cuarto día, llegó, se colocó detrás mía, puso sus manos en mis hombros y yo comencé a acariciarme la polla muy suavemente, inmediatamente cogió mi cabeza y comenzó a refregarla en sus tetas, comencé a acelerar las caricias y ella metió su vientre en mi hombro y se refregó suspirando, me dejaba hacer y me pajeaba y me volví, le metí las manos bajo la falda y sentado la apreté contra mí mientras le besaba las tetas por encima del vestido, ya estaba en disposición de ser follada, las pruebas iban estupendamente y me la iba a follar en el momento que a mí me interesara.
A partir de ese momento era cuestión de ir calentándola hasta llegar al polvo definitivo, tenía que disfrutar cada momento de cada paso que daba, de cada sorpresa que le presentaba, en fin, disfrutar del momento.

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