Este relato va en homenaje a la madre de mi esposa, mi linda suegra. Raquel, es una mujer de 1,58 mt. más o menos, 56 años, algo rellenita (¿o bien rellenita?), de pelo corto. Tiene unas grandes y hermosas tetas, que le gusta lucir con escotes pronunciados y un trasero, que al menos para mi, es fabuloso, de nalgas muy grandes y caderas sobresalientes, bueno, para que quede claro muy culona y tetona.
Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.
Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.
Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.
Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.
En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.
Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.
Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.
Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.
Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.
Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.
Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.
Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.
Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.
Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.
Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.
Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.
Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.
Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.
-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!
Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.
Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.
Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.
No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.
Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.
Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.
No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.
Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.
Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.
Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.
La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.
Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.
Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.
Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.
Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.
Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.
Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.
Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.
Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.
En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.
Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.
Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.
Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.
Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.
Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.
Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.
Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.
Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.
Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.
Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.
Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.
Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.
Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.
-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!
Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.
Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.
Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.
No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.
Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.
Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.
No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.
Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.
Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.
Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.
La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.
Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.
Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.
Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.
Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.
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