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La esclava del pirata (de Angela Kinght)

Esta es un novela que me encantó.
Espero que la disfrutes tanto como yo

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LA ESCLAVA DEL PIRATA

Me elevaba desnuda, con un collar de plomo oprimiendo mi garganta , cada una de mis muñecas limitaban con el codo opuesto de tal manera que echaba hacia atrás mis hombros y empuja mi pecho desnudo hacia delante en una lasciva demostración. Hacía mucho frío en el cuarto, y este escalofrío puso mis pezones vergonzosamente duros. Pero mis mejillas resplandecían ardientes. Casi podía sentir las hambrienta miradas fija de mi audiencia masculina deslizándose sobre mí como ácido, quemando mi piel desnuda, despojándome de mi orgullo.

Extraño. De todos los destinos que había visualizado para mí, éste no había sido uno de ellos. La muerte, sí, había visto mi muerte cien veces... por disparos de los piratas, los mercenarios o traficantes de armas que di caza, explotando en diminutas partículas mi barco patrulla por algún enemigo afortunado, acuchillada por un prisionero que se fuga. Incluso, los sucesos producidos recientemente, liquidados por mí parte. Pero nunca esto.

El subastador apretó uno de mis pezones y lo retorció cruelmente. No le di el gusto de hacer una mueca de desagrado.— Hace un mes ella era la Capitana Rayna Kinkaid de la Patrulla Sideral... pero eso fue antes de que fuese declarada culpable de aceptar sobornos por los mismos piratas que le correspondía cazar —Él miró con lasciva, su redonda cara mostrando malevolencia.— ¿Cuál de vosotros caballeros quiere ser el que la castigue por sus delitos?

Agarrando mi brazo, él me hizo girar alrededor, luego atrapó la cadena que colgaba de mi cuello y la sacudió con fuerza, arrastrando mi cabeza hacia abajo.— Simplemente mira ese culo, hombre —Él pasó su regordeta mano sobre el.— Ve qué redondo y firme es. Y pálido. Esta pidiendo unos azotes ¿verdad? Implora por ser azotado hasta que pida a gritos perdón —Toscamente, él agarró mis mejillas y las observó aisladamente— Y luego, cuando estés duro y ella este rogando, podréis utilizar este apretado coño, o tal vez este pequeño ano rosado. Eso es a tu elección. Y ella se lo merecería ¿no es así? Cada azote, cada empuje de tu pene. Ella traicionó el honor de su uniforme de la Patrulla Sideral. El tribunal dice que merece lo peor que puedas hacerle. Ella queda solo quedara a tu misericordia.

Contemplando la cortina trasera, doble mi labio y luche contra el impulso de golpear fuertemente con mi pie en medio de su entrepierna. Pero sólo me ganaría una bofetada.

Él me mantuvo inclinada así para la puja, instigándome cuando las ofertas comenzaron a decaer metió un gordo dedo a la fuerza en mi ano y recordando al gentío mi anterior rango. Después de todo, no era realmente la oportunidad de castigar a un convicto lo que los atraía; era la oportunidad follar y torturar a una mujer capitán de la Patrulla Sideral.

Mi espalda dolía por la forzosa posición cuando él finalmente decidió dar al gentío otra vistazo de mis tetas. No sé que él pensó que podría impulsar la puja aún más alto; ya había alcanzado alturas astronómicas en ese momento. De hecho, todos los hombre habían sido sacados a la fuerza excepto dos implacables postores, pujando por mis favores con sumas escandalosas. No percatándose, aparentemente, de que cualquiera que me comprara estaría comprando su muerte. Había jurado matar a mi nuevo amo y escapar por cualquier medio necesario.

Pero entonces, mire a la muchedumbre mientras el subastador magullaba mis pezones, reconocí a uno de los postores. Y mi corazón se paró.

Armand Deguere.

Aquellos con inclinación a la poesía le llamaba El Negro Señor de las Estrellas; nosotros en la Patrulla Sideral simplemente le llamábamos pirata. O rebelde. O bastardo.

Y algunas veces, en lo más profundo de nuestros corazones, le habíamos llamado brillante, despiadado, esquivo... O por lo menos yo lo había hecho. Había perseguido a Armand Deguere durante cinco años.

Más de una vez, había esperado que el Negro Señor era el arquitecto de la muerte que había sabido vendría. Aún ahora parecía que él tenía en mente otro destino para mí completamente. Él clavó los ojos en mí a través del cuarto, su apuesta cara determinada en duras líneas, inexpresiva excepto por un especie de helada determinación. Raro. Había esperado que se regodeara en el placer.

Aquí estaba yo de pie, desnuda con cadenas, siendo subastada al mejor postor para el uso de la forma más humillante posible. Y él aparentemente tenía la intención de ser ese postor.

Aunque si la Patrulla hubiera sabido que él estaba aquí... entonces era afortunado para él que Slave Mart fuese un planeta fuera de la jurisdicción de la Patrulla; El máximo jefe lo había establecido de ese modo para hacer la vista gorda ante alguna de las violaciones que pasaban aquí.

Al final, no estuve realmente sorprendida cuando mi otro presunto amo se rindió, y Armand caminó a grandes pasos hacia el frente para reclamarme. En todos mis años de acosar al Negro Señor, había aprendido que él generalmente obtenía lo que quería. Y las pocas veces que él no lo había conseguido, fue porque yo le había frustrado por cierta combinación de suerte y argucia.

De todos modos, yo nunca había logrado tener la victoria final poniéndole las cadenas.

Ahora fue el quien tomó mi correa del subastador.

Y en ese momento, cuando vi su duros y morenos dedos cerrándose alrededor de la cadena, sentí una sensación de inevitabilidad. Como si este fuera el momento al que yo había estado dirigiéndome desde el principio, como si debiera haber sabido que todos aquellos años de combate y búsqueda terminarían de esta forma y en este lugar.

— Felicitaciones, señor —dijo el hombre gordo, dándome una mirada húmeda— Encontrarás el domesticarla un agradable desafío

— Cierra tu boca, pequeño aguijonzazo vil —gruñó mi enemigo.

La boca del subastador cayó floja. Su pasmo fue tal que casi deja caer el chip de crédito de Armand cuando el Negro Señor se lo lanzó.

Todavía parpadeaba por idéntico asombro cuándo Armand se quitó su capa de sus macizos hombros y la colocó alrededor de mí.— Después de que pagué, no quiero a nadie más mirando con lascivia mi propiedad —me gruñó.
Pero lo mismo que pensaba que mi enemigo era implacable tenía un lado más suave, él envolvió una mano grande en mi correa y giró sobre los tacones de su bota— Ven, perra. Tú y yo tenemos una larga noche por delante
Casi me caí del duro tirón que él dio a la cadena. Amordazada, corrí tras de él.

Dios mío, era irónico. Una vez, en los días antes de que la Patrulla Sideral me hubiese traicionado, había soñado con el escenario opuesto. En mi fantasía, yo había capturado a Armand, declarando contra él en los tribunales, viéndolo sentenciado a la esclavitud... y era yo quien lo compraba. Soñaba con mantener al deliciosamente apuesto prisionero en mi casa de campo familiar. Renunciaría a la Patrulla para dedicarme a rehabilitarle con amor empleando mi lengua y mis manos y mi cremoso coño.

Ahora parecía que el collar de esclavo estaba en el otro cuello.

Armand me arrastró hacía abajo en el largo cuarto, haciendo una pausa sólo cuando él advirtió a los otros clientes echándome miradas de reojo porque no podía mantener la capa cerrada con mis brazos atados a mi espalda. Impacientemente, él pasó su musculoso brazo y lo dobló a mi alrededor, sujetando la capa cerrada mientras me deslizaba a su lado. Fui repentinamente, vivamente consciente de que la parte superior de mi cabeza apenas alcanzaba su axila. Por primera vez, tuve una instintiva compresión de lo grande que era él.

Extraño que no lo hubiera advertido antes... ni siquiera la noche que luchamos con cuchillos en el bar Rigel. Demonio, él realmente me había derrotado esa vez; sólo la llegada de mi respaldo me salvó. Podría defenderme de Armand en una batalla barco a barco, pero cuerpo a cuerpo era algo por lo que nunca había rezado . Él era simplemente demasiado fuerte, demasiado hábil, demasiado rápido.

Fue tan inquietante el pensamiento que cruzó mi conciencia que miré hacia arriba y vi el mural que pasábamos. Mostraba a un esclava rubia encadenada, desnuda y follando... sodomizada... por su amo macizamente dotado. Una imagen superpuesta detrás de ellos mostraba que su ano se estiraba imposiblemente ancho alrededor de su enorme pene. Era una pintura eróticamente violenta, y me recordó con inquietud las veces que Armand me había amenazado con ese destino precisamente.

Había habido un momento en el Rigel cuando él me había inmovilizado bajo él, y pude sentir el tamaño de su erección mientras él se aplastaba contra mí. Y con una voz áspera por la lujuria, describió cómo iba a llevarme de regreso a su barco, ponerme un collar como a un esclavo, y darle a mi virginal ano la tradicional atención de una noche de subasta.
Nunca le dije a nadie que cuándo mi equipo de asalto pasó a través de la puerta, sentí una momentánea desilusión.
Pero esta noche, la subasta era real, y no habría ningún tipo de ayuda de parte de la Patrulla Sideral para salvarme. Demonios, la Patrulla prácticamente me había entregado a él con sus bendiciones. Él me podría hacer todo lo que alguna vez me había prometido, y no había forma de poder escapar.

Simplemente deseé no sentirme realmente tan... intrigada por la idea.

— Si hubiera sabido, antes que eras tan fácil de comprar, —él me apretó repentinamente, su brazo apretando dolorosamente alrededor de mis hombros— lo habría hecho hace mucho tiempo y me habría salvado una gran cantidad de frustración

— No me presenté a subasta antes —me recobré rápidamente, encogiéndome de hombros intentando escapar de su agarre. Fue en vano.

Él me dirigió una apasionada, maliciosa mirada.— No según los demandantes de la Patrulla Sideral
Me tensé.

— Imagina mi sorpresa cuando oí que la siempre virtuosa Capitana Kinkaid había estado aceptando sobornos desde el principio —Sus hermosos labios formaron una mueca despectiva.— ¿Mil créditos? Vamos, Rayna. No sólo eres corrupta, también eres barata.

No me molesté en negarlo, aunque mis mandíbulas tuvieron que apretarse fuertemente para contener las palabras. Él nunca creería que me habían tendido una trampa. Nadie más lo hizo.

— Lo que me asombra es que aparentemente no sientes vergüenza por nada. Después de todos esos discursos santurrones para mí de cómo es la ley la única cosa que nos separa del abismo, dejas a Will Tucker sobornarte por unos mil créditos— Él negó con la cabeza.— Y luego tú, una criminal condenada, estabas de pie sobre esa plataforma mientras ese bastardo subastador magullaba tus pechos, y tu cara era tan tranquila y tu espalda tan recta como si estuvieses de pie en el patio de armas de la Academia Sideral. Tienes un montón de descaro, mujer
Levanté mi barbilla y guardé silencio.

Repentinamente él se giró hacia mí, su gran cuerpo abalanzándose sobre el mío, haciéndome retroceder contra de la pared del corredor.— Tan inexpresiva —gruñó el— Tan fría. Me pregunto si podrás controlar todo ese orgullo cuando sientas mi pene golpeando duramente tu pequeño ano. No obstante, tal vez eres capaz de eso. Tal vez Tucker te ha follado allí ya

Clave mi mirada en sus ardientes ojos oscuros, luchando por esconder mi asombro a su ardiente furia.— ¿Celoso, Capitán Deguere?

Él se retiro de golpe de mí como si se hubiera escaldado.— Demonios, no. Eso no tiene importancia si Tucker te ha follado mil veces. Él nunca podrá tocarte otra vez

—Estas insultándome si piensas que tengo tan poco gusto. —Fui agudamente consciente que la capa que él me había dado se había abierto involuntariamente sobre mis pechos con el empuje.
Él clavaba los ojos en ellos ávidamente.— Oh, estoy seguro que sabes absolutamente maravilloso. Y voy a enterarme. Vamos

Arrastrándome de regreso bajo su brazo, él rápidamente me llevó al puerto de la lanzadera. Apenas me di cuenta del atronador ruido que llenaba el enorme hangar mientras el cargamento era colocado encima de las lanzaderas para transportarlas hasta los barcos que orbitaban alrededor en lo alto. Estaba mucho más ocupada reflexionando sobre los asombrosos celos de Armand.

Él me metió apresuradamente a bordo de su lanzadera... fui marcada por un ardiente láser que sospeché yo misma que había fabricado... y directamente a su diminuto puente.

Antes de ponerme con estrépito en un diván, él abrió las cadenas que ataban mis muñecas a mis codos.
Refrené un grito como mis estirados, maltratados músculos sentían el flujo de sangre llenarlos otra vez por primera vez en horas.

Armand juró por lo bajo y amablemente comenzó a masajear mis brazos acalambrados.— ¿Vas a estar bien? —preguntó bruscamente.

Me encogí de hombros.— Estoy segura de que sobreviviré

Sus ojos oscuros se entrecerraron, su hermosa cara asumió una expresión severa.— No digas estupideces. Si necesitas atención médica, entonces dímelo ahora. Te puedo tener en un hospital planetario en tres minutos

Me obligué a mí misma a dirigirle una sonrisa burlona.— Por que, capitán... no sabía que te importara

— No me importa,—chasqueó— simplemente tengo otros planes para esas largas manos que dejarlas echarse a perder por la gangrena

Con eso, se lanzó al asiento del piloto y comenzó a preparar con destreza el despegue. Le miré— ¿No vas a abofetearme otra vez ?

— ¿Para qué molestarme? —Sus grandes, morenos dedos se movieron sobre la consola, acariciando los mandos con presteza.— Dudo que puedas mover tus brazos lo suficiente como para ser peligrosa

Estudié mis manos. Yacían fláccidamente en mi regazo, ardiendo cruelmente mientras la circulación regresaba. Traté de levantar una y no pude— Tienes un buen punto

Él guardó silencio durante el despegue, el cuál fue notablemente suave; Armand era un piloto infernal, y permanecí de ese modo hasta que me sentí tentada a aguijonearle.

— ¿Dónde esta el Blackbeard?

Él me lanzó una mirada— A algo más de un día. No estaba por traerlo cerca de cualquier planeta donde podría haber barcos de la Patrulla Sideral

No parecía haber algo que decir a eso, así es que guarde silencio. En mi agotamiento, no tarde mucho antes de caer adormecida.

* * * * *

Me desperté con la ardiente boca de Armand mordiendo y chupando mis pezones. La sensación rodó sobre mí lentamente mientras todavía estaba dormida, quemándome, despertándome. Hasta, cuando fui completamente consciente, mi coño ya estaba cremoso y mi respiración irregular. Gemí y traté de levantar mis manos, únicamente para descubrir que él me había encadenado al diván.

Él levantó la vista desde mi reluciente pecho, una áspera, oscura mano jugueteando con el otro rígido y rosado pico. Sus ojos eran tan negros, demoníacos y tentadores como el mismísimo Satán, y su sonrisa fue lenta y blanca.— Si hubieras esperado mucho más, entonces te habrías despertado con mi pene en tu vagina. O posiblemente en tu ano. Todavía trataba de tomar una decisión

Resoplé.— ¿A quién estás tratando de engañar, Armand? Cuando decidas follarme como esclava, vas a quererme despierta para cada empuje

Él se rió suavemente en un vibrante sonido aterciopelado que acarició mis sentidos.— Me conoces demasiado bien, Rayna. He estado esperando colocar mis manos sobre ti durante cinco años, y no voy a dejarte perder un segundo de la humillación, el sufrimiento o el placer que he estado planificado

Me relamí los labios, observando en inquieta fascinación como su caliente mirada vagaba a través de mi cuerpo atado.— Siempre fuiste un malévolo bastardo, Armand

Él me echó un vistazo, una esquina de su hermosa boca curvándose.— Cariño, no tienes ni idea

Su pulgar probó un pezón, acariciando su duro pequeño pico.— La cosa es,— dijo distraídamente, contemplándolo en absorta especulación— que ofreces a un negro corazón bastardo tal riqueza de posibilidades eróticas. Tomar estos magníficos pechos, por ejemplo. Mira qué redondos y llenos son, con todo consiguen impulsarse incluso cuando estás acostada. Y son tan exquisitamente sensibles —Él paso sus dedos sobre ellos con un toque tan ligero como plumas que contuve mi respiración por el placer— Tengo un delicado látigo de “nueve colas” en el barco. Este látigo es muy pequeño, diseñado estrictamente para el uso en las tetas de un esclava —Él me contempló, su voz descendiendo a un seductor ronroneo.— Espero que no esperes que yo me resista a la tentación

Apenas logré suprimir el hambriento balanceo de mis caderas.— Eso en cuanto a tu reputación para tratar a enemigos honorablemente

La cólera llameó en sus ojos.— Siempre he tratado a los enemigos honorables dignamente. Desafortunadamente para ti, tu propia Patrulla Sideral ya ha establecido que no tienes honor

Refrené una calurosa diatriba de autodefensa.

— Además, las reglas siempre han sido diferentes entre tú y yo —Él bajó una mano acariciando por mi desnudo abdomen. Habría cerrado mis muslos, pero mis tobillos estaban amarrados a las patas del diván— Tú, con esas impecables pequeñas trampas que colocabas para mí, o la forma que siempre adivinabas mis planes y cómo superarlos... Hiciste imposible que hubiera nada más entre nosotros excepto que calor

— No fui la única que puso trampas, —grité. Él había descubierto la suave maraña de pelo entre mis muslos.—¿recuerdas esa emboscada en Argilia?

Él se rió. — Casi te tuve esa vez. Estaba tan seguro que te poseería y dispersaría para el final del día que estuve duro durante toda la batalla

Cambié de posición ansiosamente en mis cadenas mientras él rastreaba la suave línea de mis labios inferiores.— ¿Por qué nos dejaste ir, Armand?

— Los motores de tu barco estaban todavía en línea, aunque tú estabas demasiado dañada para combatir. Supe que si trataba de abordarte, harías estallar los motores... y a ti con ellos

Asentí con la cabeza.— Cierto. Pero no había ninguna cosa para detenerte de destruirnos.

— ¿Y perderme el placer de este momento? —Él deslizó un grueso dedo profundamente en mi coño. Tocando mi crema, él sonrió abiertamente como el pirata que era.— Supe que te colocaría un collar con el tiempo. Sin embargo francamente, preferiría haberte esclavizado de alguna forma más dramática. Siempre he fantaseado en perderme entre tus piernas en el puente de tu barco —Él comenzó a empujar su curtido dedo profundamente en mi impotentemente mojada vagina. He hice todo lo que pude para no gemir.— Después de que una dura batalla espacial, puede ser, seguida por un poco de combate cuerpo a cuerpo... en el que no tendrías ninguna esperanza de superarme, por supuesto.

— Por supuesto —chasqueé, ofendida. Aunque tenía razón, maldito.

— Luego, después de todo eso, te bajaría los pantalones del apretado uniforme gris y te lubricaría hacia arriba para una lenta, pausada penetración de tu ano —Él sacó su mojado dedo índice de mi sexo y buscó mi ano, a duras penas presionando.— He fantaseado acerca de observar mi pene deslizarse sobre tu ano mil veces —Lentamente, él comenzó a entrar. Me quedé sin aliento, instintivamente arquee mi columna vertebral. Los ojos derretidos con lascivo disfrute, él sonrió hacia abajo a mis pechos, empuje hacia arriba para posicionarme. Su dedo se sentía enorme, abrasador, como si realmente fuese un aguijón con el que me desfloraba. Doblando su cabeza, él comenzó a lamer y chupar mis duros pezones mientras mantenía ensanchando mi virginal trasero. La sensación no se pareció a nada de lo que alguna vez había sentido; Abrumador, doloroso... Pero allí había algo mas que se torno salvajemente erótico. Mi más mortífero enemigo exploraba mi inexplorado ano en la preparación para la penetración. Y me puso más caliente de lo que alguna vez había estado en mi vida.

— Pobre pequeña Rayna, —ronroneó él, retirándose sólo para volver a entrar con dos dedos agarrotados. Respiro profundamente— un recto tan apretado. Sólo puedo imaginar el dolor que vas a sentir dentro cuando te folle como un esclavo. Estoy algo temeroso ya que estoy bastante bien dotado, así es que el ajuste será algo... brutal
— Y tú no puedes esperar —apreté los dientes, mientras sus dedos excavaron más profundo.
Él sonrió lentamente.— Cuento los segundos. Espero que no esperes clemencia.
— No de ti
— Chica lista —Repentinamente él quitó arrastrando su mano y se puso de pie rápidamente sacando más músculo. Con un único, violento movimiento, él abrió la bragueta de sus pantalones negros y extrajo su pene. Mis ojos se abrieron por la sorpresa. Su sarcástico comentario acerca de su tamaño no era una ociosa bravata; Su vara era tan gruesa que dudé el poder cerrar mis dedos alrededor de ella.
Balanceando una pierna sobre el diván, él se sentó a horcajadas sobre mi cuerpo desnudo, una mano agarrando un puñado de mi negro pelo. Jadeé. Él apuntó la cabeza del gran mástil a mi boca.— Abre, Rayna. Es hora de chupar la vara de tu amo

Lamí mis labios y obedecí. En un momento, él empujó su dura longitud profundamente en mi boca. Cerrando mis ojos en contra el resplandeciente triunfo en él, comencé a chupar. Él era más que un bocado, más grande de lo que yo podía alojar acomodadamente, pero él no me dio opción, así es que lo tomé de cualquier manera. La cabeza de su órgano era aterciopelada, tenía un delicioso sabor a antes de correrse y al propio perfume masculino de Armand. Mi lengua sobre ello, saboreando el calor, el sabor, la textura. Saboreándolo la forma de Armand apareció sobre mí, su gran, musculoso cuerpo dominando el mío.

Él comenzó a bombear hacia adentro y hacia fuera entre mis labios, follando mi boca, sus dos duras manos sosteniendo mi cabeza quieta mientras él me usaba. Gemí por el placer.

— Sí, perra —siseó— Dios mío, siempre he querido ver que esa boca envuelta alrededor de mi pene. Tan dulce. Tan sumisa. Simplemente la forma que quise que fuera

Él salió y entro, más y más profundo mientras yo peleaba por no tener náuseas.

—Eso es —Él arrojó hacia atrás su cabeza.— Tú eres mía por fin, Rayna. Mía para follar de cualquier forma que quiera. Mía para encadenar y atormentar. Voy a poner abrazaderas en los pezones de esas bonitas tetas y en ese precioso culo. Voy a tomarte en cada forma posible. Voy a dominarte... —Sus manos se apretaron dolorosamente en mi pelo mientras sus golpes aumentaban de velocidad. Los ojos giraron cerrándose con el violento placer de follar mi boca, él se quedó sin aliento, se tensó, arqueando su espalda.

Sentí que su pene comenzaba a bombear esperma, amargo y caliente en mi lengua.

Los ojos de Armand se abrieron de golpe, y se quedó con la mirada fija abajo en mí con una salvaje luz quemándose en sus ojos.— Trágalo,—gruñó.— trágalo todo

Temblando, lo hice.

* * * * *

El Blackbeard era una fragata armada hasta los dientes, rápida y maniobrable, hasta tal punto que la Patrulla Sideral nunca había podido derrotarla en combate.

Admitiré sentir una cierta aprensión fría y húmeda cuándo atracamos en el gran hangar de la fragata; no estaba segura cómo reaccionaría la tripulación a la vista de un oficial desnudo de la Patrulla Sideral, con un collar de esclavo. Ex”oficial.
Especialmente la misma que había tratado de hacerlos estallar en el espacio tantas veces.

Yo no tenía que haberme preocupado. La tripulación de Armand estaba demasiado bien entrenada para exteriorizar cualquier reacción cuando pase de prisa dentro de la curva del musculoso brazo de su capitán, aunque vi momentáneamente una sádica satisfacción aquí y allá en los ojos de algunos hombre. Probablemente anticipando los tormentos que pronto sufriría en las expertas manos de Armand.

El pensamiento hizo que mi boca se secase.

Él me condujo directamente hacia sus aposentos... y directamente a través de ellos. Apenas conseguí un vistazo de una oscura, rudamente masculina decoración antes de ser guiada a un gran cuarto conectado. Los cuartos de los esclavos. Muchos barcos civiles los tenían, por lo general cerca de los aposentos del capitán; clasificando la posesión de sus privilegios.

El cuarto era sorprendentemente de buen gusto, el mobiliario pesado y caro en la calidad, todo elegido en azul y zambullido de gris. La cama era enorme, cubierta con una gruesa colcha azul... aunque era obvio que las anillas en la cabecera y en las tabla de los pies eran algo más que simples adornos. Un alto armario de roble apoyado en una esquina, una cómoda reflejada contra la pared, y una variedad de pequeñas mesas que tenían piezas de esculturas de bronce. La única indicación que el cuarto era usado para el placer dominante era la presencia de un número de anillas colocadas en el piso, el techo y las mamparas.

— Voy a tener que dejarte por un rato —me dijo Armand mientras entraba cautelosamente al cuarto.— Asuntos del barco

— No te apresures por mi culpa —mascullé.

Él se rió.— Te aseguro, Rayna, que tu tiempo llegará.

Con eso, él me dejó sola. Ni siquiera me molesté en averiguar si él me había encerrado; sabía que lo había hecho.
Para matar el tiempo, comencé a explorar. Fue entonces cuando descubrí que esas figuras de bronce eran bastante menos inocentes de lo que se veían a distancia.

La estatua en la pequeña mesa redonda de la esquina representaba a un caballero medieval. Vestido con cota de malla, manteniendo su espada en un ángulo amenazador. Una mujer se arrodillaba en sus pies, vestida con finas ropas, una corona en su cabeza. Ella chupaba el pene del caballero, su mano cerrada en un puño en su pelo.

El bronce en la cómoda era un corpulento vikingo, sus labios curvados ya en una sonrisa abierta de triunfo. Sobre un hombro acarreaba a una mujer, desnuda, atada y amordazada, su exuberante cuerpo contorsionado por la baldía lucha.
El tercer bronce, un oficial de prisión estadounidense inmovilizaba a una doncella india en el suelo. Las dos manos de ella estaban encerradas en las de él, y él había desplegado sus piernas ampliamente con sus musculosos muslos. Él succionaba un pecho descubierto mientras propulsaba su pene profundamente en su coño.

La estatua de delante representaba a un pirata del siglo diecisiete agarrando a una mujer que se contorsiona doblada sobre un cañón mientras él la poseía por su ano con su macizo pene duro. Como todas las víctimas, la mujer tenía mi cara. Como todos los secuestradores, el pirata tenía la de Armand.

Clavando los ojos en el bronce, me percaté que respiraba con dificultad. Trague y me senté en la cama.

Debería de estar disgustada. Abrumada por las formas de las estatuas, con sus representaciones de antiguas violaciones, sugerían que yo estaba predestinada a ser una exuberante presa hembra para Armand que era el depredador macho dominante. Era un oficial de la Patrulla Sideral, maldición, capitana. En pro del honor, no podría, no lo haría, no se rendiría.

Repentinamente me di cuenta que estaba acostada boca arriba, mis dedos enterrados profundamente en mi vagina. Gimiendo, gire mi cabeza para clavar los ojos en la estatua del oficial de prisiones Armand violando a la joven india Rayna. Comencé a acariciarme más rápido, deslizándome entre los resbaladizos, calientes pliegues, restregando el botón duro de mi clítoris. Casi podría sentir sus dedos clavándose en mis muñecas mientas él me sujetaba inmovilizándome, su vara saliendo y entrando de mi indefenso cuerpo extendido.

Imaginando sus triunfantes gruñidos, me corrí.

* * * * *

Cuatro horas después, Armand echo hacia atrás su musculoso brazo, luego lanzó el látigo de “nueve colas” alrededor con un arco silbante. Los livianos nueve látigos atravesaron mis desnudos, hinchados pezones, y salté sobre mis uñas.
Mis muñecas estaban encadenas juntas sobre mi cabeza a un anillo en el techo, y mi ano ardía. Él había lanzado un cargado chorro de espeso lubricante anal a mi recto, después de rellenarlo había colocado un tapón en mi parte trasera.

El tapón, recabe, estaba diseñado para mantener el lubricante en el lugar hasta que él estuviera listo a darme mi primera follada como esclava.

Mientras tanto él se estaba poniendo duro azotando mis tetas con el látigo. El látigo era demasiado liviano para cortar realmente, pero cómo escocía... Mis pezones estaban tiesos y rojos, inundados con la sangre del golpeteo.
Temblando en mis cadenas, le observe retirarse para golpear otra vez. Él se había desnudado hasta la cintura, y el músculo ondeó a lo largo de su ancho torso mientras él se movía.

ZAS

Salté del susto cuando los látigos cortaron a través de mis tetas— ¡Hijo de puta! Nunca me di cuenta qué jodido sádico eres, Armand

— Sólo en lo que a ti concierne, querida —Había un bulto en sus apretados pantalones lo suficientemente grande como para avergonzar a un caballo.— Además, según lo veo yo, sólo estoy cumpliendo con mi deber cívico

ZAS.

Tiré fuertemente de las cadenas que ataban mis muñecas. Cuando él estuviera bien preparado, él se iba a doblar encima de mí y deslizar ese macizo pene profundamente en mi inmaculado ano.

ZAS.

Él me follaría en largos, brutales golpes, y a él no le importaría qué ancho y duro se expandiría mi ano.

Y no podía esperar.

Realmente lo quería. Era realmente una cosa espantosa. En cierta forma cada sucio latigazo…

ZAS

... me puso más hambrienta por conquistar el final, con el que él me había estado amenazando todos estos años. Si Armand era un sádico del cual debía preocuparme, entonces me había convertido en una masoquista deseando su ardientemente dominación.

ZAS

— Te mereces esto, pequeña perra, —gruñó mientras me contorsionaba— después de lo que hiciste, después del modo en que te vendiste a Will Tucker, te mereces todo lo que puedo darte. Me hiciste pensar que eras mejor que eso, cuando desde el principio tú no fuiste sino a una puta…

ZAS
ZAS
ZAS

— ¡Me tendieron una trampa! —Las palabras me salieron precipitadamente. Apreté mis dientes, consternada por haberme permitido estar tan distraída por mis ardientes pezones que realmente lo dije.

Él movió hacia atrás su brazo en medio del golpe.— ¿Qué dijiste?

Joder. Bien podría contarle la historia completa.— Dije, que me tendieron una trampa—

Él resopló— Sí, seguro

Mi mandíbula se apretó por su tono burlón. Controlando mi furia, expliqué lentamente— Estaba investigando el corredor de armas del anillo de Yeman II. Habíamos desbaratado una de sus computadoras. Encontré archivos asociando a la Almirante Bryson con el crimen organizado. Al principio no lo creí, pero la documentación era simplemente demasiado buena. Evidentemente alguien había recopilado un archivo para chantajear a la Almirante

Él frunció el ceño, enderezándose lentamente.— Sigue

— Pero mi segundo de a bordo resultó estar a sueldo de la Almirante. Él consiguió avisarla de alguna forma. La siguiente cosa que supe, fue que Will Tucker había dicho a la Seguridad Interna que había estado aceptando sobornos —Sentí mi boca curvarse en una amargada sonrisa.— Parece ser que precisamente habían pillado a Tucker, y él trataba de reducir los cargos cooperando con ellos

— Te condenaron de manera apresurada con cargos falsos —Con un gruñido de furia, él se giró rápidamente y arrojó el látigo a una esquina.— Todo esto, simplemente por una apresurada condena por falsos cargos.

— Sabes, no me asombró que Tucker perjurara; él es escoria. Pero la cosa que realmente me disgustó fue el número de personas que yo pensaban eran honorables quiénes se dispusieron ayudar a enterrarme, simplemente para avanzar en sus carreras. Sabes, una docena de miembros de la tripulación dieron un paso adelante afirmando haberme visto aceptar sobornos. Claro está, los otros dijeron que estaba limpia, pero esos testigos fueron barridos directamente bajo la alfombra. Sólo escucharon a los mentirosos —Reí burlonamente con amargura — Eso en cuanto al honor del servicio
Lentamente, él comenzó a jurar, su voz queda, cruel por la ferocidad. Le escuché con creciente malestar.— Digo la verdad, Armand

— Demonios, sé que dices la verdad —escupió él— He luchado contra ti durante cinco años. Se puede aprender bastante sobre una persona en la intensidad de combate, la forma en que piensa, lo que hará y no hará. El hecho es que, tú no eres del tipo que acepta sobornos. Tu sentido del honor es demasiado agudo

Gruñendo, él se arrojó hacia abajo sobre la cama y clavó los ojos en mí por un largo momento. Cambié de posición ansiosamente en mis cadenas, no gustándome la amenazante cólera en sus ojos.

— Dios maldito, no tengo opción —masculló finalmente.

— ¿Qué estás planeando, Armand?

Repentinamente su expresión se alivió— Planeo joder tus pequeños sesos, eso es lo que planeo —Él rodó fuera de la cama y regresó, alcanzando las cadenas que me amarraban al techo. Las abrió, luego los grilletes de mis tobillos, y me cogió entre sus brazos. De forma refleja, rodeé su musculoso cuello con ambos brazos.

— ¿Armand, qué diablos estás haciendo?

Él cambió de dirección conmigo y me bajó a la cama. — Nada a lo que tener miedo, Rayna. Simplemente...

Su boca bajó sobre la mía. Pero no fue el beso saqueador que había esperado de él; Fue suave, dulce, preguntando en vez de tomar con labios que eran calientes y aterciopelados y tentadores. Instintivamente, me volví floja bajo él. Él me abrazo más fuertemente en sus poderosos brazos y estableció su peso sobre el mío. Sus grandes manos me acariciaron, delicadamente acariciando mis hinchados pechos, flotando suavemente sobre mi sensible estómago.— Dime si te lastimo —murmuró.

— ¿Por qué? ¿Para que puedas regodearte?

Él ignoró ese sarcástico comentario y siguió tocándome, rozando mi sudorosa piel, rastreando con tierno fuego sobre mis muslos. Todo el tiempo, sus oscuros ojos se quedaron fijos en mi cara como estuviera tratando de memorizar cada rasgo.

Realmente me llevó un momento entender lo que pasaba. Armand estaba haciendo el amor conmigo, no follándome.
Cautelosamente, me atreví a tocarle, doblando una mano alrededor de la curva de sus anchos bíceps, trazando la dureza del músculo que cubría su pecho.

— Oh Dios —gimió.— Eso es. Así no más

Nunca había oído realmente ese tono suyo antes, ni aun cuando le había succionado completamente. Él había gruñido, había ronroneado, había refunfuñado, pero nunca había hablado tan dulcemente, como si yo fuese alguien precioso para él.

La idea era original, escandalosa. Y muy intrigante.

Él restregó sus dedos entre mis muslos, y yo dejé que mis piernas descendieran separadamente para permitirle el acceso. Temblé ante la sensación de sus dedos tocando mi carne más sensible.

— Eres tan cremosa —murmuró.— ¿Me deseas, querida? ¿Estás lista?

Medio gemí, medio reí— He estado lista durante dos días, Armand. Si no me tomas pronto, entonces voy a volverme loca
Él se levantó y abrió la bragueta de sus pantalones, luego los desplazo rápidamente hacia abajo por sus duras piernas morenas. Su pene rebotó libre, elevándose en un rígido ángulo ascendente, oscuro y grueso. Se veía deliciosamente enorme.

Lentamente, moviéndose con esa misma rara gallardía, él bajó sobre mí. Extiendo mis piernas ansiosamente, levante mis caderas. Cuidadosamente, él dirigió la redonda cabeza del pene a mi suave vagina. Sentí esa sonda, encontrar la cremosa abertura, comenzó un largo, interminable deslizamiento hacia dentro. Jadeé, dejando caer mis ojos cerrándolos por el crudo placer que me daba. Él era tan grande, me llenaba tan completamente... era todo lo que necesitaba, todo lo que había anhelado durante tanto tiempo.

— Abre tus ojos —murmuró él—. Mírame

Obedecí, y él me besó, acariciando con su lengua profundamente en mi boca incluso mientras empezaba a meter lentamente ese maravilloso pene en mí. Muy lentamente. Estaba ya tan cerca de llegar que podía sentir mi clímax a mi alcance. Incapaz de resistirme, comencé a elevarme bajo él, queriéndole más profundo, más rápido. Su pene se sentía tan bien, tan duro, tan suave... envolví mis piernas alrededor de su estrecha cintura y su base contra él, jadeando.
— Espera —gimió él.— No voy a ser capaz de contenerme si tú...

— Entonces no te contengas —rechiné— Follame, Armand

Durante sólo un momento él se congeló, como si no pudiera creer lo que yo había dicho. Entonces él comenzó a embestir con fuerza en mí interior, dejándome sentir su fuerza, su poder. Me agarré a sus amplios hombros y sentí la primera olas romper, chamuscando mis terminaciones nerviosas con el crudo placer que se centró en el enorme pene golpeando ruidosamente en mi mojado coño.

Arrojé hacia atrás mi cabeza y grité, convulsionándome. Y lejanamente escuche su masculino rugido.

* * * * *
Cuando me desperté a la siguiente mañana él se había ido. No le vi de nuevo hasta que no pasaron dos semanas.

* * * * *
Aunque un tripulante venia tres veces al día a traerme la comida y quedarse conmigo mientras paseaba alrededor del barco, estaba aburrida durante el tiempo que él estuvo ausente.

Luego descubrí la colección pornográfica de sims de Armand. Con nada mejor que hacer, comencé inspeccionarlos. Todos parecía ocuparse del ultraje: Crueles agentes de contraespionaje y enemigas espías estas hembras, comandos y bonitas prisioneras de guerra, expertos de seguridad y bellas rateras. La persecución, la captura, un poco de tormento erótico.
Luego el héroe comenzaría a explorar a cada orificio de su víctima con tal habilidad que ella pronto gemía por el placer, su muy complaciente esclava.

* * * * *

El día que él regresó, estiraba mi ano. Al haber sentido ese gran pene en mi vagina, me había decidido tratar de prepararme.

Había encontrado una extraña silla en un armario. Era alta como un taburete de un bar, pero su asiento estaba hecho de cuero con la forma de una silla de montar del oeste, inclusive con un cuerno de abrazadera y estribos.

Había una segunda, protuberancia más larga sobresalir del asiento. Tenía la forma de un pene, y tuve una idea bastante buena de dónde iba esa prolongación. Él había estado ausente una semana cuando me decidí a probarlo.

En uno de los films que observaba hoy era especialmente obsceno. Una preciosa hembra víctima de un rapto que había tenido la mala suerte de caer en las garras de un secuestrador con un apetito por la violación anal y un pene como un garrote. Atada y amordazada, ella estaba doblada encima del respaldo de un sofá y a la espera de él para deslizarse en su virginal orificio. Por supuesto, ella estaba haciendo ruidos suplicantes detrás de la mordaza, eso era aparentemente una parte crucial de la fantasía que la chica implorara misericordia.

No estaba en mi naturaleza mendigar nada, pero si mi gimoteo ponía a Armand tan ardiente, decidí hacer la prueba.

Sujetando el cuerno de la silla de montar, me establecí en la montura, sintiendo el largo, engrasado pedazo de la superficie resbaladiza del consolador arriba de mi ano. Fue doloroso, pero había descubierto que la sensación era también increíblemente erótica.

En la pantalla, el secuestrador presionaba la cabeza de su enorme pene en el diminuto brote rosado de la chica.

Observándole forzarlo dentro, me deslicé hacía abajo sobre el consolador, fantaseando lo que sentiría cuando Armand me lo hiciera. Él era muchísimo más grande que el falso pene que estaba follando...

Sonriendo abiertamente por el triunfo, el secuestrador se estableció dentro dándole a su víctima una larga, lenta perforación. La cámara en la desesperación de ella cuando su ano se expandía sujetando su pene mientras la follaba dentro y fuera. Ella gimió por el dolor de la anchura de él.

Pellizcando mis pezones duramente, me alcé en los estribos, luego me deslicé de regreso hacia abajo atormentar mi ano.

Dios mío, estaba caliente. Me pregunté si Armand alguna vez había observado este sim y se había masturbado, su pene se levantaría mientras se imaginaba desflorando mi ano. ¿Se ponía él duro pensando en mi apretado recto y el cremoso placer que él encontraría al usarlo brutalmente? ¿Soñaba él conmigo implorándole clemencia, con mis suaves gemidos?

La víctima comenzó a lloriquear por el placer, al sentir que los primeros placeres masoquistas de tomar un pene tan grande en el culo. Sus caderas se levantaron, y ella hizo un corto empujón hacia atrás. Su secuestrador sonrió.— Te dije que esto te gustaría —gruñó él.

Agarré el cuerno de abrazadera y comencé a montar el consolador más rápido, abrazando el dolor y el placer de ello cuando la víctima comenzó a brincar sobre el recto taladro de su secuestrador. Estremeciéndome, sentí que la tensión del orgasmo comenzaba.

Cuando el secuestrador separó los glúteos de la chica para revelar su hinchado ano rociado en esperma, grité mi clímax.

* * * * *
Al día siguiente yacía tumbada desgarbadamente en la cama, pensando.

Se me había ocurrido un plan de fuga.

No era malo, realmente. Era simple, sencillo, con la ventaja añadida de ser irónico. Utilización de una de las fustas que yo había encontrado en el armario como un garrote, agarraría a la mujer de la tripulación que traía mis comidas y la forzaría a llevarme al hangar de la bahía. Luego robaría una lanzadera, corriendo el riesgo de que estarían poco dispuestos a disparar a la muy cara esclava de su capitán. Por supuesto, no podía hacerlo en el hangar, y si lo hacía, ellos podrían hacerme explotar hasta el infierno de todos modos, pero merecía el intento. Y seguramente, si hubiera sido la prisionera de otro, pero Armand, yo lo habría realizado en un latido del corazón.

Pero era la esclava de Armand, y el hecho era que mi ingenioso, simple, irónico y pequeño plan de fuga tenía muy pocos deseos de llevarlo a cabo.

Cómo habían caído los poderosos.

La cosa era, que siempre había vivido una existencia más bien limitada; mi vida se había centrado en la Patrulla Sideral y mi batalla en curso con Armand. Ahora La Patrulla estaba fuera de mi vida para siempre, pero todavía estaba Armand. Y en cierta forma, realmente no podía resignarme a cortar esa última conexión.

Además, era un esclava. Aun si tenía éxito en escapar, mi código genético provocaría una alerta siempre que tratara de alquilar un apartamento o comprara un vehículo aéreo. O hasta para conseguir comida, en realidad.

Girando la cabeza agitadamente en la almohada, vi la figurilla del oficial de prisiones Armand y su bonita cautiva— Estas tan llena de mierda, Rayna —mascullé para mí misma, repentinamente altamente indignada con mis racionalizaciones.— Esto no tiene nada que ver con ser esclava. Simplemente no quieres dejarle.

Jóder. Era deprimente. Mejor emprendía otro ronda de masturbación antes que lanzarme a una tertulia de compasión, conque me decidí poner uno de los sims y gozar de ello.

Escogí a uno que había visto antes “ sobre un comando de la selva y el correo del que había recibido órdenes para acechar y matar. Siendo creativo y estando excitado sexualmente, decidió que tenía mejores usos para su bella prisionera que destruirla. Este sim era uno de mis favoritos porque el comando me recordaba un poco a Armand... y lo que hacía a su prisionera durante la escena del interrogatorio nunca dejaba de ponerme caliente.

Pronto estuve absorta observándole acechar a la pequeña y bonita mensajera.

Cuando él atacó de súbito, ella empezó una valiente y absolutamente inútil batalla, la cuál finalizó instantáneamente con ella desnuda y su manos y pies atados.

Anticipando lo qué venía después, saqué el tubo de lubricante del armario y unte mi ano con la espesa grasa. Estaba definitivamente de humor para un entrenamiento en la silla de montar.

— Rayna

Salté del susto y me di la vuelta, simultáneamente deslizando el tubo bajo una almohada.

Armand estaba de pie en la entrada, con una voluminosa, alegremente envuelta caja entremetida bajo un brazo.

— Finalmente estás de regreso —dije, algo estúpidamente.
— Me llevó un poco más tiempo de lo que me esperaba —Él me adelantó el regalo— Te traje algo.

Azorada, me adelante un poco para reclamarlo. Fui bruscamente consciente de mi desnudez... y aún más que un poco desconcertada de la forma en la que Armand parecía creerse en la obligación de no mirar de manera lasciva.
Con mi rudeza habitual, me abalancé sobre el regalo, encontrando una larga caja de ropas adentro. Medio esperando ver un vestido de color raso rojo de viuda alegre adentro, lancé la tapa... para descubrir mi uniforme gris de la Patrulla Sideral. Escondiendo una puñalada de dolor, me obligué a sonreír abiertamente a Armand.— ¿Quieres que me lo ponga para jugar?

— ¡No! —Él pareció un poco horrorizado.— No, sólo quise... Rayna, has sido absuelta. Tu sentencia será revocada cualquier día de estos. Supongo que recuperaras tu antiguo rango en la Patrulla

Le miré boquiabierta.— ¿Qué? ¿Es esto alguna clase de broma?

Sus ojos se entrecerraron.— No me gustan las bromas.

— No, por supuesto que no —Desconcertada, me hundí hacia abajo en la cama.— Simplemente no lo entiendo. ¿Cómo ocurrió esto ?
— Fui a buscar a tu anterior segundo al mando y golpeé su asquerosa persona hasta que estuvo de acuerdo en ir a los medios de comunicación interesterales con el archivo de la conexión de la Almirante Bryson con el crimen organizado —dijo Armand con sombría satisfacción.— El asunto entero explotó como una estrella homicida o una bomba atómica. El hijo de perra lo contó todo, incluyendo la forma que habían ideado para acallarte. Aparentemente pensó que si cantaba bastante y lo suficientemente duro, podría recuperar su propia carrera
— ¿Hiciste todo esto? ¿Y revocado mi sentencia? Parpadeé, completamente estupefacta.— Armand... ¿Por Qué? Jesús, hemos sido enemigos durante años. Finalmente me tienes donde querías. ¿Por qué te has arriesgado para limpiar mi nombre?

Él cambió de posición sus pies. Tenia la extraña sensación que él se sentía incómodo.— Sé que puedes encontrar esto difícil de creer, pero soy un hombre honorable. Lo que te hicieron... No poda quedarme parado y dejarles salirse con la suya

— Sí, pero... —Negué con la cabeza, mareada.

Armand suspiró y se sentó a mí lado.— Rayna, ¿sabes que eres la única mujer que alguna vez he querido violar?
Clavé los ojos en él.— Sé que me has amenazado con ello mucho, sí. Y ahora que me has cogido...

— He estado obsesionado contigo desde nuestra primera batalla. Al principio solamente quería follarte un par de veces, pero cuando el tiempo pasó, cuando llegué a conocer la forma en que piensas, tu coraje, tu... Supe que no sería suficiente —Él hizo una pausa, quedándose con la mirada fija lejos en el espacio.— Luego se me ocurrió que te podría esclavizar. Una vez que te tuviera, simplemente... No te dejarías ir —Él estaba ladeado mirándome— Parecía la única forma
— ¿La única forma de qué?
— La única forma en la que podría tenerte —Él agitó una mano impaciente.— Rayna, tú eres una buena persona, yo soy un mal tipo. No es como si pudiéramos tener una cita. Supe que la única forma en que alguna vez podría mantenerte sería si estuvieses encadenada
— Entonces ellos me exhibieron en una subasta —dije despacio.
—Y yo estaba enojado. No eras lo que había creído. Demonios, sospeché que incluso habías estado follando hasta a Will Tucker, y eso realmente me volvió loco. Pero cuando averigüé que habías sido condenada de manera apresurada con cargos falsos, supe que simplemente no podría quedarme parado —Él me dio una repentina, arrogante sonrisa. Fui herida por la tristeza detrás de esas palabras.— Pero te lo advierto, si alguna vez te capturo en combate, tu culo es mío.
Le miré.— ¿Por qué esperar?
Él parpadeó.— ¿Qué?
— Follame por detrás, Armand —Me giré, me arrodillé en la cama sobre mis manos y mis rodillas.— Sodomíceme. Abusa de mi virginal ano. Sé que quieres hacerlo, has estado hablando de eso durante años
Su sonrisa fue agridulce.— ¿Una vez por los viejos tiempos ? No creo que no.
— Maldito seas, Armand, deja de ser tan obtuso —gruñí, de repente impaciente. Respirando hondo, articule cuidadosamente— ¡No quiero volver a la Patrulla Sideral!
Él jadeó.— ¿Qué?
— Significa mucho que tú limpiaras mi nombre, y te doy las gracias por ello. Pero no quiero esa vida nunca más. Fue una mentira. Todo ese puro cuento acerca del honor y el servicio, y me jodieron al minuto que les vino bien. Por lo menos tú tuviese la amabilidad de avisarme que querías doblegarme
— ¿Quieres decir que realmente quieres ser mi esclava?
— Realmente, —le dije suavemente— tengo la sensación que la esclavitud es mutua
Su incredulidad se tornó en cautela— ¿Qué quieres decir?
— Simplemente me di cuenta de algo. Todos estos años, has estado enamorado de mí
— Que demonios —gruñó. él— Quiero follarte, sí...
— Me amas, —insistí— o tú malditamente bien no habrías realizado deliberadamente las gestiones que devolverían mi honor privándote de lo que has querido durante años. Este sacrificio solo puede moverse por que me amas —Aspiré profundamente.— ¿Y sabes qué? Yo también te amo, a ti sádico y vil bastardo
Una lenta sonrisa comenzó a extenderse a través de su cara.— ¿Lo haces?
— Demonios, sí. ¿Por qué piensas que estoy todavía aquí? Si no te amara, entonces esa imbécil que ha estado trayendo mis comidas se habría encontrado cautiva con uno de esos látigos que tienes colgados en el armario. Habría salido tan rápido de este barco que habría dejado una estela de iones
Sus ojos oscuros se estrecharon.— No estés tan segura que lo habrías encontrado tan fácil
—¿No? Pruébalo — Desnuda, levanté mi cadera en el aire avanzando lentamente desde su cara.— Mi barco estuvo en llamas a nuestro alrededor, Armand. Tú golpeaste a mi segundo de a bordo hasta machacarlo, y luego me obligaste a desnudarme a mano armada. Has untado mi estrecho virginal ano, y tienes una erección que llega hasta tu ombligo —Extendí mis brazos por detrás de mí.— Estoy a tu piedad

Para un largo momento él no se movió, simplemente me contempló. Hasta que, lentamente, una cruda sonrisa estiró su generosa boca.— Muy malo para ti que no tenga nada —Una de sus manos se sujetó alrededor de las mías tan duramente que me quedé sin aliento. Él sacudió con fuerza mis brazos hacia atrás, luego paso hacia fuera su otra mano para colocarla sobre la curva de mi vagina... y entre los cachetes, lentamente empujando su camino por el medio, buscando la apretada abertura. Un rudo dedo índice la encontró y la forzó a extenderse, luego excavó profundamente en el interior.

Jadeé y arqueé mi espalda por la penetración.— ¡Soy un capitán de la Patrulla Sideral, bastardo! Lamentarás esto
—Oh, lo dudo muchísimo —ronroneó él.— Pero lo desearas —Repentinamente apalancando mis brazos, él me obligó a bajarla cabeza para elevar mi culo a gran altura en el aire. Un segundo dedo halló su camino profundamente. Gemí, sólo en parte fingiendo.— Considerando qué momento tan duro estás teniendo con mis dedos, mi pene te separará extensamente

— Y apuesto que amarás cada segundo de ello, sádico hijo de puta —Temblé, la lujuria rodando a través de mí en ardientes olas.
— Oh, siiiiii —Él movió en círculos sus dedos, hiriéndome— He tenida una erección por ti todo el tiempo que hemos estado peleado, pensando en este momento
Su voz descendió hasta un gruñido bajo, rasgado por la lujuria.— Mi pene es más grueso que mi muñeca, Rayna, y mis pelotas están calientes y apretadas. ¿Lista para sufrir?
Gemir “Oh sí” estaría completamente fuera del personaje, así es que en lugar de eso gruñí— Hazlo lo que puedas, bastardo
— No te preocupes... lo haré

Pero en lugar de eso él retiró sus ensartadores dedos y soltó mis muñecas.

Toqué el borde de la cama y oí el cajón de la mesita de noche deslizarse, pero antes de que pudiera darme la vuelta, él agarró mis brazos otra vez y empezó a enrollar un pedazo de áspera cuerda alrededor de ellas.— Para esto quiero mis dos manos libres —él me dijo mientras giraba mi cabeza para mirarle fijamente con ansiedad— Quiero extender tus bonitos y blancos glúteos y observar a mi pene empalar tu virginal ano

Tan pronto como él me tuvo fuertemente atada, abrió su bragueta y libero su pene. Era macizo, rojo oscuro excitado y venoso, y relamí mis labios en una combinación de nerviosismo y lujuria. Esto iba a doler.

Agarrando mis glúteos, Armand los forzó mientras los abría tan ampliamente como podían.
Entonces, por fin, sentí la suave, redondeada cabeza de su pene contra de mi ano.

— ¡Aarrrrrmaaaaaannnd! —El ingreso no fue nada breve o brutal mientras el inmenso órgano taladraba mi ano, obligándolo a dilatarse con presión implacable. Pero Armand estaba metido a fondo en su papel, y no me dio cuartel, forzando su largo, grueso pedazo más y más profundo unos pocos centímetros.

Clavando la mirada salvajemente hacia atrás a él, vi su demoníaca sonrisa.. Él ya no estaba simplemente jugando a ser un conquistador dominante que sodomiza a su indefensa cautiva. Él era mi amo. Saquear mi virginal ano era su derecho y su placer.

— No, por favor —gemí, el dolor chamuscaba mi pasaje anal.— Eres demasiado grande, no puedo tomarlo...

— Puedes, —gruñó él— y lo harás —Podría tocar sus peludas pelotas contra mi cadera ahora, y su entera y flamante longitud propulsándose directamente hacia mi ombligo. Él comenzó a recular su golpe, saliendo despacio, tan despacio...
Y sentí los primeros espasmos de placer.

— Dios —rechinó él— Eres aún más apretada de lo que esperabas, te sientes tan bien agarrando mi pene, tan caliente, tan... —Empujo hacia adentro, interminable y ardiente.— ¿Cómo sienta, Rayna? —ronroneó él.— ¿Todo este pene en un hoyo pequeño?

— Esto... Oh, duele. Es... Eres demasiado grande...

— No te preocupes... Lo encontrarás más fácil... Con la práctica

Al retirarse. El placer aumentando a través del dolor como una rosa abriéndose paso por un matorral de espinas.
Mirando hacia arriba, repentinamente me percaté que podía vernos en el espejo. Él se erguía sobre mí, su enorme pene efectuando un túnel en mi ano, completamente vestido, su negro traje naval completamente contra mi blanco, desnudo cuerpo. Su apuesta cara estaba feroz por el triunfo, la lujuria y el placer crudo y duro. Gemí al observarle.
Y me rendí.

Los músculos de mi invadido esfínter se relajaron, dándole permiso de empujar más suavemente, más fácilmente.

— Exacto, Rayna —gruñó él.— No hay ninguna razón para pelear más. Estas conquistada. Esclavizada. Mía
— Sí —gemí.
— ¡Dilo!
— Soy tuya —El placer y el dolor, golpeando a través de mí con cada largo empuje de excavamiento.
— ¿Tú eres mi qué?
— Soy tu. . .UH... ¡esclava!
Él comenzó a adquirir el ritmo, de la penetración dentro y fuera.— ¿Y qué ocurre a esclavos, Rayna?
— Son... ¡Oh!... Son follados esclavizándolos
— Correcto —Le podría ver sonriendo como un lobo en el espejo— Son doblados y expandidos ampliamente, sus amos empujan sus grandes y duros penes follando sus pequeños anos —Él comenzó a golpearme duramente, enfatizando cada palabra con un despiadado empuje.— DENTRO y FUERA y DENTRO y FUERA, hasta que los pobres esclavos saben que están completamente en la misericordia de sus amos. Y sus amos no tienen ninguna indulgencia.

El dolor apenas se notaba ahora, nada menos que un agudo contrapunto al placer atormentador de su posesión. Y ascendiendo a través del placer estaba el calor, la lujuria, la necesidad de someterse a él.— Mi enemigo —jadeé, deleitándome en cada cruel estocada— Mi pirata. Tú amas... torturando ... mi ano...

Él golpeó duramente dentro tan duro que mi respiración dejó mis pulmones en deliciosa agonía.— Sí, me gusta horrores
— Sádico, —lloriqueé.— cruel conquistador. Córrete en mi ano, conquístame. Esclavízame
— Siiiiiii —Él golpeó duramente profundamente.
Ese último y brutal empuje me golpeó ruidosamente corriéndome. Mi clímax óleo sobre mí justo cuando él comenzó a bombear mi recto invadido llenándolo con su semen.
* * * * *
Yaciendo sobre mi estomago, apenas consciente. Armand se ajusto junto a mí, ambas manos abriendo mi culo mientras inspeccionaba los resultados de sus acometidas con perezosa satisfacción.— Tú, —me dijo— pareces una esclava bien follada
Suspiré.— Ciertamente lo soy
— Tan pronto como recupere mi fuerza, voy a fustigar tu culo con una fusta y hacerlo nuevamente
— Vil bastardo — Mis ojos fueron cerrándose.
— Ciertamente lo soy —Me estaba quedando dormida por el sueño cuando él murmuró— Y te amo
— No se lo diré a nadie —murmuré.
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Angela Kinght

2 comentarios - La esclava del pirata (de Angela Kinght)

angieyruben
Excelente !!!
De primera el relato de sumisión !!!


Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!

La esclava del pirata (de Angela Kinght)

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