Mi Ex- Andy - round intermedio

Llevando ya un tiempo juntos Andrés y yo habíamos logrado cierta compenetración, lo único que nunca me llenó por completo era que él se negaba a experimentar ciertos placeres que yo ansiaba conocer; el relato de hoy hace remembranza de una de esas extrañas ocasiones en las que él se dejó llevar simplemente y se permitió probar una de esas cosas que yo tanto le proponía desde el inicio de nuestra relación y que después fui abandonando frente a sus continuas negativas.

Mi ex- Andrés y yo salíamos frecuentemente, siempre con un plan de pasarla bien disfrutando alguna de nuestras aficiones comunes, esa noche decidimos ir solos a un bar que había sido inaugurado meses atrás y que para esa época iba a estar con menos personas, igual era jueves, no habría más gente que la habitual, aún así en la primer planta no encontramos lugar y decidimos ir escaleras arriba donde se asentaba una bella mesa de billar pool con fieltro rojo y una mesa en el lado más lejano, era una especie de habitación con balcón hacia la pista de baile, pero bastante apartada del resto de clientes. Encontramos la mesa disponible, y unas personas que estaban finalizando una partida de pool se fueron pronto dejándonos allí solos, cada tanto entraba alguien a mirar por sitio, pero al encontrarse ocupada la única mesa se iban de nuevo.

Después de tomar varias copas y algunas cervezas, de conversar y bailar esporádicamente, noté que nadie más se había acercado a esa habitación, supongo que por la hora ya mucha gente se había retirado del bar y había espacio suficiente en la primer planta, así que comencé a besar a Andrés más apasionadamente, y me senté más cerca de él tocándolo de cuando en cuando con el fin de excitarlo, cosa que estaba dando buen resultado a juzgar por su potente erección y su carita de deleite. En un momento álgido le dije al oído que me encantaría que me cogiera allí mismo, y tomándolo de la mano lo guié hacia la mesa de billar. Él intentó seguirme el juego, me besó y me acarició un poco sobre el vestido, pero al intentar desabrocharle el pantalón, me detuvo la mano y me dijo:
-No nena, cómo se te ocurre, aquí no
y yo acercándomele un poco más le susurro,
-Dale que tengo muchas ganas
a lo cual él replicó,
-Pero Viole, qué vamos a hacer si alguien entra?
y yo quedito, tocándole la entrepierna para darle ánimos le digo,
-Lo peor que puede pasar es que nos echen del bar, no seas miedoso.
Andy se rie, pero se niega de plano, y justo en ese momento entra una pareja a la habitación -buscando mesa seguramente-
-Si ves? nos hubieran visto! - me dice él.
-Y qué?- le digo yo un poco enojada -Y qué si nos ven? ni siquiera los conocemos, como mínimo les alegramos la noche con una anécdota para contarle a sus amigos y una calentadita para llevarse a casa.
Andrés me mira un poco preocupado, como midiendo mi grado de alcohol o mi salud mental, y me dice,
-Si tenés tantas ganas, vámonos para el baño...
Y yo que no puedo creerlo, porque hasta ese momento de la relación mi ex novio jamás había tenido un arrebato semejante, casi le grito -Vamos!-

Bajamos las escaleras, yo estaba mojadísima, y con gran suerte no había nadie cerca de la puerta del baño de chicas, así que entramos agarraditos de la mano. El baño era más bien estrecho, con poco espacio para maniobrar, pero nos ingeniamos para estar cómodos. Me senté sobre el excusado y le abrí el pantalón, bajándoselo un poco comencé a chupárle la verga con gran entusiasmo, él seguía nerviosito pero la tenía bastante dura, unos minutos después me levanté y subiendo el vestido hasta mi cintura me recliné sobre el lavamanos, con una ansiedad y una excitación inimaginables, estaba muy mojada; se acercó por detrás, corriéndome a un lado la tanguita y penetrándome con fuerza mientras me agarraba los senos y al oído me decía que estábamos locos, que alguien necesitaba entrar al baño, que nos ibamos a meter en problemas; y yo sintiendo esa verga dura y caliente entrar y salir de mí, la música y las voces de fondo, los senos estrujados con pasión, el mordisco en la nuca, los golpes insistentes en la puerta, le dije que no se atreviera a detenerse, y mientras movía mis caderas al ritmo que las suyas me imponían, me acaricié el clítoris, y me dejé llevar hasta uno de los orgasmos más geniales que he tenido.


Andrés no terminó, supongo que por los nervios, así que de tanto insistir dimos por finalizado todo luego de mi orgasmo, nos acomodamos la ropa y salimos a enfrentarnos con la chica que golpeaba la puerta con insistencia, quien nos miró con odio y entró al baño cerrando la puerta tras de ella.