Mi hijo juega al rugby. Me pidió que lo acompañara a un partido muy importante para él. No soy afecta a ese deporte, pero lo hice por él.
Llegamos a la cancha, en las afueras de la ciudad, y me indicó en qué sector sentarme y dónde encontrarnos después.
El partido fue brusco, como todos. Apenas terminó fui hasta el punto de encuentro.
Lo ví llegar entre un montón de jugadores y otras personas, entrenadores, etcétera. Se me heló la sangre cuando ví a mi hijo conversando con un hombre.
Apenas llegó a mi lado lo besé, lo felicité por el juego, y le pregunté quién era ese hombre con el que lo había visto hablando.
-¿Qué, lo conocés?
-¿Quién es?
-Un ex jugador que nos da entrenamiento. Una bestia el tipo. Mala gente.
-Sí, lo sé -se me escapó.
-¿De dónde lo conocés?
Suspiré y dije:
-Es uno de los amigos de tu padre.
-¿Qué? ¿Mi entrenador fue uno de los que te enfiestaron?
-Lo siento hijo, no lo sabía.
-Además tiene un… yo lo he visto en las duchas… tiene un… es enorme…
-Lo sé, lo sé.
-¿Ese es uno de los que te dio por el culo?
-Bajá la voz.
-Mamá… ¿cómo pudiste aguantarlo?
-Ese es tu padre… planificó todo a sabiendas…
-Mamá, vamos a hablar de esto en casa.
-Allá vamos.
-No, yo me voy a comer con mis compañeros, no puedo faltar al tercer tiempo. pero apenas termine voy para allá.
-Está bien, yo me tomo un taxi.
Nos despedimos con un beso.
Iba caminado hacia la parada de taxis cuando escuché que decían a mis espaldas.
-¿Te acerco?
Era el entrenador de mi hijo.
Miré para todos lados, mi hijo ya no estaba a la vista.
-No, me voy en taxi.
-De ninguna manera. Te acerco. Quedate tranquila, tu hijo no lo va a saber.
Me tomó del brazo con firmeza y me condujo hacia su auto.
Ya estaba anocheciendo, manejó lentamente.
-Qué tipo particular es tu marido, ¿no?
-No es mi marido. Estamos divorciados.
-No es lo que nos dijo él.
Yo iba sentada con los brazos cruzados. La falda corta dejaba al descubierto mis rodillas.
-Te confieso que cuando nos dijo que quería compartirte con sus amigos no lo podía creer -dijo sonriendo- No es que no hayamos compartido mujeres otras veces, pero nunca la esposa.
-¿Vos tenés esposa?
-Sí, pero no es tan linda como vos. Ni tan apasionada.
Me puse colorada.
-Hasta esa timidez que tenés me calienta.
Miré por la ventanilla para darle vuelta la cara.
Sonrió y dijo:
-¿No te parece que vos y yo podemos tener algo, por afuera del grupo?
-No. Jamás.
-Vamos… yo me doy cuenta cuando una mujer siente. Y vos conmigo sentís mucho. ¿O me equivoco?
-Te equivocás.
Puso una mano sobre mis rodillas.
-No me mientas…
De pronto giró el auto y lo metió por un camino vecinal muy oscuro.
-¿Qué hacés?
Lo estacionó y me miró de frente.
-Te voy a echar uno rápido. No tengo mucho tiempo.
-Estás loco.
Se bajó rápidamente los pantalones. Su miembro descomunal estaba erecto.
-Esto es lo que a vos te gusta.
Fue prácticamente una violación. Me hizo poner en cuatro en el asiento, me subió la falda, hizo a un lado mi bombacha y me penetró por detrás.
Cuando sentí entrar la cabeza lancé un grito de dolor.
-Agh… está muy seca…
-No tengo crema acá… te voy a poner saliva.
Me ensalivó el ano, hizo lo mismo con su miembro y volvió a intentarlo.
Estaba ansioso, incómodo por la posición y no acertaba a penetrarme.
-Guiame -me dijo.
Mansamente estiré una mano hacia atrás, tomé su miembro y lo guié hacia mi ano.
-Ah… ahora sí.
-Agh… -volví a quejarme- despacio…
-Despacio, sí, despacio…
Debo admitir que cumplió. Me fue penetrando lentamente, sentía entrar cada centímetro de su tronco duro, grueso, interminable.
-¿Así va bien? ¿Así va bien?
-Ah… ah…
-¿Va bien? -gritó.
-Sí -murmuré entre jadeos.
-Abrite bien… usá las manos, abrite…
-Ay… esperá… de a poco…
-Qué bien te comés toda la pija con el culo… es una maravilla.
-Ay… despacio… de a poco…
Ante lo inevitable, no tuve más remedio que resignarme. Él lo tomó como que me gustaba. ¿Tenía razón?
Cuando me entró hasta la base, cuando sentí sus pelitos rozando mis nalgas, empezó a bombearme rápido, fuerte, intenso. Creo que todo el auto se sacudía. Sólo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas, el “plop plop plop” de su pelvis rebotando contra mis nalgas y el chapotear de su verga ensalivada entrando y saliendo.
Yo gemía, jadeaba, y eso lo excitaba más.
-Qué perra que sos… qué perra… mové vos el culo… movelo para atrás…
Obedecí. Lo sentía tan adentro en mis entrañas que me dolía hasta el estómago.
Como no podía ser de otra manera, acabó abundante dentro de mí, gritando como un cerdo, diciendo groserías.
-Ahhh… te la entierro hasta el fondo… ahhh… me vaciás las pelotas…
Parecía que tenía convulsiones a medida que lanzaba más y más chorros dentro de mí.
Luego volvió a su asiento y se subió el pantalón.
-Uf… qué culo fantástico tenés… como a mí me gusta… elástico… usado…
Yo estaba sin aliento. Me acomodé la bombacha, me bajé la falda y me senté echa un ovillo.
-¿Estuvo bueno, no? Para ser un rapidito, y en el auto, estuvo bien.
No contesté. Él seguía hablando.
-Vos acabaste. Me dí cuenta, aunque no digas nada. Son pocas las minas que acaban por el culo. Sos especial.
Intentó darme un beso.
-Vos sí que sabés satisfacer a un hombre. Y a tres -sonrió.
Puso en marcha el auto y volvimos al camino principal, rumbo a mi casa.
-Podemos repetirlo cuando quieras. Con más tiempo. Vos sabés cuánto te puedo hacer gozar.
Yo sólo quería llegar a casa y bajarme del auto.
Cuando por fin llegamos iba a bajarme pero me tomó una mano y la llevó a su bulto.
-¿Lo vas a pensar?
-Dejame ir.
-Te dejo, te dejo. Ah, y dejá de hacerle tantas pajas a tu hijo. Llega cansado a los entrenamientos -sonrió.
-¿De qué hablás?
-Vos sabés de qué hablo. Yo entiendo que el pendejo te calienta, pero para descargarte buscame a mí.
-Pervertido.
-¿Yo? -dijo riendo.
Yo temblaba de pies a cabeza por los nervios.
-Jaja, te pusiste colorada. Está todo bien, yo no te juzgo. Si te gusta hacerle pajas a tu hijo, por mí está todo bien.
-Soltame, no sabés lo que decís.
Me safé como pude, bajé del auto y entré corriendo a mi casa.
Estaba agotada, dolorida y algo descompuesta por tener tanto semen dentro de las tripas. Tomé un baño tibio y me fui a la cama sin esperar a mi hijo. Me dormí de inmediato.
Desperté en medio de la noche. Mi hijo estaba en la cama, sentado a mi lado, desnudo, masturbándose.
Entreabrí los ojos y los volví a cerrar. Suspiré resignada.
-¿Te molesta si acabo acá? -me preguntó en un susurro.
-Hijo… tenemos que terminar con esto.
-Estoy muy excitado… no me puedo contener…
-Pero no hijo…
-Ay… ya me viene…
Dijo eso y me tiró varios chorros de leche sobre los pechos y la cara.
-Hijo… esto no puede seguir…
-Estoy muy excitado… ya me hice una en el baño… pero no aguanté, necesitaba otra.
Se acostó a mi lado. Tomó mi mano y la llevó hacia su miembro. Estaba en reposo y mojado.
-Ay hijo… en qué locura estamos metidos -dije sin abrir los ojos.
-Sostenela así en tu mano mami… vamos a dormirnos así.
Se la sostuve como me pedía. Mis dedos quedaron empapados por los restos de su acabada.
-Mañana tenemos que hablar -dije.
-Sí, mañana hablamos. Pero no la sueltes mami. Me gusta mucho tu mano ahí.
Así nos dormimos.
Llegamos a la cancha, en las afueras de la ciudad, y me indicó en qué sector sentarme y dónde encontrarnos después.
El partido fue brusco, como todos. Apenas terminó fui hasta el punto de encuentro.
Lo ví llegar entre un montón de jugadores y otras personas, entrenadores, etcétera. Se me heló la sangre cuando ví a mi hijo conversando con un hombre.
Apenas llegó a mi lado lo besé, lo felicité por el juego, y le pregunté quién era ese hombre con el que lo había visto hablando.
-¿Qué, lo conocés?
-¿Quién es?
-Un ex jugador que nos da entrenamiento. Una bestia el tipo. Mala gente.
-Sí, lo sé -se me escapó.
-¿De dónde lo conocés?
Suspiré y dije:
-Es uno de los amigos de tu padre.
-¿Qué? ¿Mi entrenador fue uno de los que te enfiestaron?
-Lo siento hijo, no lo sabía.
-Además tiene un… yo lo he visto en las duchas… tiene un… es enorme…
-Lo sé, lo sé.
-¿Ese es uno de los que te dio por el culo?
-Bajá la voz.
-Mamá… ¿cómo pudiste aguantarlo?
-Ese es tu padre… planificó todo a sabiendas…
-Mamá, vamos a hablar de esto en casa.
-Allá vamos.
-No, yo me voy a comer con mis compañeros, no puedo faltar al tercer tiempo. pero apenas termine voy para allá.
-Está bien, yo me tomo un taxi.
Nos despedimos con un beso.
Iba caminado hacia la parada de taxis cuando escuché que decían a mis espaldas.
-¿Te acerco?
Era el entrenador de mi hijo.
Miré para todos lados, mi hijo ya no estaba a la vista.
-No, me voy en taxi.
-De ninguna manera. Te acerco. Quedate tranquila, tu hijo no lo va a saber.
Me tomó del brazo con firmeza y me condujo hacia su auto.
Ya estaba anocheciendo, manejó lentamente.
-Qué tipo particular es tu marido, ¿no?
-No es mi marido. Estamos divorciados.
-No es lo que nos dijo él.
Yo iba sentada con los brazos cruzados. La falda corta dejaba al descubierto mis rodillas.
-Te confieso que cuando nos dijo que quería compartirte con sus amigos no lo podía creer -dijo sonriendo- No es que no hayamos compartido mujeres otras veces, pero nunca la esposa.
-¿Vos tenés esposa?
-Sí, pero no es tan linda como vos. Ni tan apasionada.
Me puse colorada.
-Hasta esa timidez que tenés me calienta.
Miré por la ventanilla para darle vuelta la cara.
Sonrió y dijo:
-¿No te parece que vos y yo podemos tener algo, por afuera del grupo?
-No. Jamás.
-Vamos… yo me doy cuenta cuando una mujer siente. Y vos conmigo sentís mucho. ¿O me equivoco?
-Te equivocás.
Puso una mano sobre mis rodillas.
-No me mientas…
De pronto giró el auto y lo metió por un camino vecinal muy oscuro.
-¿Qué hacés?
Lo estacionó y me miró de frente.
-Te voy a echar uno rápido. No tengo mucho tiempo.
-Estás loco.
Se bajó rápidamente los pantalones. Su miembro descomunal estaba erecto.
-Esto es lo que a vos te gusta.
Fue prácticamente una violación. Me hizo poner en cuatro en el asiento, me subió la falda, hizo a un lado mi bombacha y me penetró por detrás.
Cuando sentí entrar la cabeza lancé un grito de dolor.
-Agh… está muy seca…
-No tengo crema acá… te voy a poner saliva.
Me ensalivó el ano, hizo lo mismo con su miembro y volvió a intentarlo.
Estaba ansioso, incómodo por la posición y no acertaba a penetrarme.
-Guiame -me dijo.
Mansamente estiré una mano hacia atrás, tomé su miembro y lo guié hacia mi ano.
-Ah… ahora sí.
-Agh… -volví a quejarme- despacio…
-Despacio, sí, despacio…
Debo admitir que cumplió. Me fue penetrando lentamente, sentía entrar cada centímetro de su tronco duro, grueso, interminable.
-¿Así va bien? ¿Así va bien?
-Ah… ah…
-¿Va bien? -gritó.
-Sí -murmuré entre jadeos.
-Abrite bien… usá las manos, abrite…
-Ay… esperá… de a poco…
-Qué bien te comés toda la pija con el culo… es una maravilla.
-Ay… despacio… de a poco…
Ante lo inevitable, no tuve más remedio que resignarme. Él lo tomó como que me gustaba. ¿Tenía razón?
Cuando me entró hasta la base, cuando sentí sus pelitos rozando mis nalgas, empezó a bombearme rápido, fuerte, intenso. Creo que todo el auto se sacudía. Sólo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas, el “plop plop plop” de su pelvis rebotando contra mis nalgas y el chapotear de su verga ensalivada entrando y saliendo.
Yo gemía, jadeaba, y eso lo excitaba más.
-Qué perra que sos… qué perra… mové vos el culo… movelo para atrás…
Obedecí. Lo sentía tan adentro en mis entrañas que me dolía hasta el estómago.
Como no podía ser de otra manera, acabó abundante dentro de mí, gritando como un cerdo, diciendo groserías.
-Ahhh… te la entierro hasta el fondo… ahhh… me vaciás las pelotas…
Parecía que tenía convulsiones a medida que lanzaba más y más chorros dentro de mí.
Luego volvió a su asiento y se subió el pantalón.
-Uf… qué culo fantástico tenés… como a mí me gusta… elástico… usado…
Yo estaba sin aliento. Me acomodé la bombacha, me bajé la falda y me senté echa un ovillo.
-¿Estuvo bueno, no? Para ser un rapidito, y en el auto, estuvo bien.
No contesté. Él seguía hablando.
-Vos acabaste. Me dí cuenta, aunque no digas nada. Son pocas las minas que acaban por el culo. Sos especial.
Intentó darme un beso.
-Vos sí que sabés satisfacer a un hombre. Y a tres -sonrió.
Puso en marcha el auto y volvimos al camino principal, rumbo a mi casa.
-Podemos repetirlo cuando quieras. Con más tiempo. Vos sabés cuánto te puedo hacer gozar.
Yo sólo quería llegar a casa y bajarme del auto.
Cuando por fin llegamos iba a bajarme pero me tomó una mano y la llevó a su bulto.
-¿Lo vas a pensar?
-Dejame ir.
-Te dejo, te dejo. Ah, y dejá de hacerle tantas pajas a tu hijo. Llega cansado a los entrenamientos -sonrió.
-¿De qué hablás?
-Vos sabés de qué hablo. Yo entiendo que el pendejo te calienta, pero para descargarte buscame a mí.
-Pervertido.
-¿Yo? -dijo riendo.
Yo temblaba de pies a cabeza por los nervios.
-Jaja, te pusiste colorada. Está todo bien, yo no te juzgo. Si te gusta hacerle pajas a tu hijo, por mí está todo bien.
-Soltame, no sabés lo que decís.
Me safé como pude, bajé del auto y entré corriendo a mi casa.
Estaba agotada, dolorida y algo descompuesta por tener tanto semen dentro de las tripas. Tomé un baño tibio y me fui a la cama sin esperar a mi hijo. Me dormí de inmediato.
Desperté en medio de la noche. Mi hijo estaba en la cama, sentado a mi lado, desnudo, masturbándose.
Entreabrí los ojos y los volví a cerrar. Suspiré resignada.
-¿Te molesta si acabo acá? -me preguntó en un susurro.
-Hijo… tenemos que terminar con esto.
-Estoy muy excitado… no me puedo contener…
-Pero no hijo…
-Ay… ya me viene…
Dijo eso y me tiró varios chorros de leche sobre los pechos y la cara.
-Hijo… esto no puede seguir…
-Estoy muy excitado… ya me hice una en el baño… pero no aguanté, necesitaba otra.
Se acostó a mi lado. Tomó mi mano y la llevó hacia su miembro. Estaba en reposo y mojado.
-Ay hijo… en qué locura estamos metidos -dije sin abrir los ojos.
-Sostenela así en tu mano mami… vamos a dormirnos así.
Se la sostuve como me pedía. Mis dedos quedaron empapados por los restos de su acabada.
-Mañana tenemos que hablar -dije.
-Sí, mañana hablamos. Pero no la sueltes mami. Me gusta mucho tu mano ahí.
Así nos dormimos.
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