A mi novia y a mi nos gusta divertirnos, nos encanta el sexo y lo erótico, así que hemos seguido a poringa. Este post lo escribimos juntos y es el primero. El color azul es mio y el rojo es de ella. Es una historia real, con algunos toques para mostrar más el sabor.
Llevábamos unos meses juntos, era un fin de semana soleado, en la blanca ciudad de Mérida, ese día teníamos que ir a ver a unos amigos, pero decidimos adelantarnos para estar un rato juntos por el centro histórico. Eran como las dos de tarde, había mucha gente afuera, así que entramos a plaza antigua para descansar. Ahí apenas habían unos establecimientos funcionando, tenía un jardín central, y el segundo piso estaba completamente vació, con establecimientos sin puertas, pero a pesar de estar algo abandonado pudimos ver a un vigilante merodeando la plaza. Todo eso fue atrayente, era como estar en un museo pero sin otras personas ni avisos de "No tocar".
Nos sentamos en una banca frente al jardín, el lugar pasaba de ser un viejo edificio a un lugar donde podíamos concentrarnos en nosotros, apartados del bullicio de afuera, justo para desconectarnos del tiempo y de la ciudad. En ese momento cabia cualquier gesto, cualquier palabra, cualquier caricia... hablamos un poco de nosotros, hasta que caimos en el silencio y nuestros cuerpos, que ya estaban abrazados, se entrelazaron aún más. Aun recuerdo sus ojos brillantes, fijos en mi rostro, pero bailando suavemente mientras recorrían mis labios, como llamándolos. Yo, que estaba en las mismas y nuestra atención se puso en los roces de nuestros labios. Lo besos eran suaves, pero mi cuerpo y mi mente me pedían más. Mis manos sutilmente recorrían su espalda y sus hombros, deseando llegar hasta aquellos pechos que resaltaban sensualmente a través de su escote... algo que me encanta de ella es que le gustan las ropas escotadas, y es que tiene unos hermosos y deliciosos pechos, de buen tamaño redonditos y suaves, siempre son una exquisita tentación para mi.
Después de una sugerente sesión de besos decidimos ver el segundo piso, ahí no había nadie. Nos acercamos a las escaleras, despidiéndonos de la poca gente que se veía a lo lejos
Mi corazón latía muy fuerte y muy rápido, mientras subíamos las escaleras él tomaba mi mano, y de vez en vez nos dedicábamos unas miradas de complicidad, por mi mente pasaban muchas cosas, y podía sentir mi cuerpo estremecerse a cada escalón que subíamos, la luz se iba haciendo mas tenue, solo entraba por las pocas ventanas abiertas de los establecimientos ya vacíos, a mitad de la escalera entre uno y otro piso, había un descanso, un escalón más amplio que permitía la estancia de los dos al mismo tiempo, haya nos detuvimos, nos miramos fijamente, el me miro desnudándome, con deseo; cerré los ojos, sintiendo esa mirada recorriendome completamente, yo sólo disfrute de esa exquisita mirada que tanto me gusta, al abrir los ojos no resistí más, lo deseaba, mi cuerpo lo pedía y lo arrincone, subí mi rodilla a la altura de su cadera, y le puse su mano sobre mi pierna, inhalé profundamente su aroma que me llamaba, y lo bese apasionadamente, deteniéndome justo en el momento preciso, para dejarlo deseando más, lo tome de la mano le dedique una coqueta mirada y continué subiendo.
Esa fue una chispa para mi, una muy rica que me encendía más, así que la detuve, la tome de los hombros y sin decir nada le di un apasionado beso, mientras mi pierna buscaba un lugar entre las suyas, presionando como diciéndole "quiero algo más". Cada vez era más obvio que había un motivo más excitante para subir al segundo piso. Al llegar paseamos un poco por aquellos rincones olvidados, compartiendo caricias y besos, coqueteando entre nosotros. Yo veía las secciones de las plazas y pensaba si alguna pareja ya se había animado a usarlas para deleitarse entre sus silenciosas paredes, así como nosotros queríamos hacerlo. Después de caminar un poco ingresamos a una sección junto a otras escaleras, unas que daban a un cine ya inexistente. Ahí la tome de la cintura, mis manos se ajustaban a su cintura y lentamente se movieron hasta sus nalgas, imaginándolas al descubierto, que exquisita imagen de mis dedos palpando entre su trasero y su espalda, llegando en aquella oscura división de sus nalgas morenas, a sus piernas y subiendo de nuevo rozando su entrepierna.
El silencio era cómplice de nuestras intenciones, nos hablábamos con nuestras miradas ardientes, y poco a poco nuestras caricias empezaban a unirse a este diálogo pasional. Cada respiración y cada pequeño gemido de excitación resonaba en aquellas paredes, y regresaba a nosotros como música, que nos alentaba a seguir con nuestra pequeña aventura, sentía su respiración en mi cuello, que era un tierno aviso de la inevitable llegada de su húmedos y calientes labios. Yo acariciaba su espalda, subiendo hasta su cuello, saborendo cada rincon de ese delicioso cuerpo, deseando sentir sus manos en los mas profundos rincones de mi ser, imaginaba cómo seria estar solos en aquella plaza, de noche con solo la luz de la luna entrando por las ventanas, era totalmente excitante... ya sentía como mi entre pierna se humedecía más y más de excitación.
Entonces él me sorprendió, comenzó a bajar por mi escote, beso a beso iba descubriendo más mis pechos hasta dejarlos desnudos ante su mirada, aumentando mi excitación a cada centímetro que recorría. Poco a poco me fue guiando hasta una columna en aquellos pasillos abandonados, iba retirando sus brazos de mi espalda conforme la dejaban recargada en la columna, mientras sus labios iban regresando por el camino que anteriormente habían trazado sobre mi escote, pasando por mi cuello hasta llegar a mis labios, sus manos ahora se encontraban en mi cintura, descendieron hasta el punto donde comenzaba la blusa y se introdujeron debajo de aquella tela que ahora representaba un estorbo para nuestra pasión, mi piel se iba erizando, y yo lo deseaba cada vez mas, mis manos lentamente descendían por su espalda hasta llegar a sus nalgas, una de mis partes favoritas, aquellas nalgas redonditas que en ese momento deseaba sentir al desnudo, mis manos dejaban ese manjar para pasar a acariciar uno aun mejor, su pene, que ya se sentía duro y palpitante bajo de su ropa, imaginé cómo se sentiría tenerlo entre mis manos, su calor, su humedad, su textura, sentía unos enormes deseos de arrancarle la ropa,sin embargo deje de acariciarlo unos minutos para acercarlo a mi cuerpo, y sentir su excitación en mi vientre.
Yo disfrutaba de el aroma intimo de sus pechos, que despierta en mi no sólo mi cuerpo, sino mis ganas de saborear esas sensuales tetas, quería recorrerlas beso a beso, así que fui alzando poco a poco su blusa mientras ella me apretaba, uniendo nuestros sexos, ansiosos de sentirse. Yo deseaba remojar mi erecto y bombeante pene en aquella aromática fuente que seguro derramaba sus jugos poco a poco. Mientras esa imagen me ponia más excitado fui descubriendo su piel y el top que reguardaba aquellos dulces tesoros los cuales estaba dispuesto a probar, les di unos besos por encima de del top, llegando hasta la punta de sus pezones, oscuros y erectos, y les di una pequeña chupada, siempre sobre el top. Nuestras caderas comenzaron a moverse a un ritmo natural, lleno de ese instinto de fundirnos uno dentro del otro.
Su piel respondía a ese baile, los movimientos aumentaban y sus brazos se aferraban a mi cuerpo. Mi pene ya estaba humedecido, lubricado y listo para encontrarse fácilmente con aquella puerta al placer, jugosa y suave. De pronto, tome sus piernas, la cargue. sus piernas rodeaban mi trasero. Ella hizo a un lado su top... que fascinante imagen aquella, mi novia montada sobre mi, con sus pechos en mi rostro, arrinconados en el secreto de una plaza. Las embestidas sobre la ropa y el sabor de sus tetas, que ya estaban excitadisimas... que delicioso momento. Ella se entregaba con cada mamada, mi lengua no dejaba ningún punto sin lamer. Ya antes la había mamado y habíamos cogido bien rico, pero esto era diferente.
Mi respiración estaba agitada, y mi cuerpo se bañaba de sudor, luchaba para poder contener mis gemidos, del placer que me hacia sentir, con cada roce de su palpitante miembro, deseaba más y más despojarme de mi ropa, y sentir su caliente piel, su sudor mezclándose con el mio, y el aroma de ambos llenando todo.
Note como ella se mordía los labios, sabíamos que el vigilante estaba cerca, se podía escuchar, eso nos tenia más excitados. Nuestras ropas estaban ya mojadas, mi verga quería ser comida por su coño. no dejaba de mamar como niño hambriento. Quería hacerle el amor ahí mismo, por mi mente pasaron tantas imágenes, que rico seria penetrarla en esa posición, y luego ponerla de rodillas para venirme justo en esos dos ricos manjares suyos...
A cada momento el placer se iba intensificando, cada gemido era más y más difícil de contener, esa deliciosa y ardiente lengua comiéndome las tetas, yo recargada en una columna, montada de ese hombre tan ardiente, que es mi novio amado, la sola idea de que en cualquier momento alguien nos podía ver hacia todo más excitante.
En un momento en el que ya no podía ocultar más su placer, ella iba soltando disimulados gemidos, me decía lo rico que sentía. hasta que no pudo contenerse y dejó ir un majestuoso gemido. Su rostro era de pleno placer. Seguro nos habían escuchado... pero continuamos. Ella sentía mi miembro y estaba ya a punto de un delicioso orgasmo de tantas mamadas y embestidas que le daba... era algo inevitable, se vino apretando mi cuerpo, su mirada se perdió y se pudo escuchar un poco más esa exquisita muestra de placer.
Me vine en un magnifico orgasmo, uno de los mejores que he tenido, sentí como mi cuerpo vibraba, y me aferraba más a el deseando prolongar lo mas posible aquel exquisito placer, pero algo me regresaba repentinamente a la realidad.
En unos momentos escuchamos pisadas, nos acomodamos la ropa y llegó un joven vigilante que no sabia que hacer más que pedirnos que bajemos. La sonrisa no nos la quitaba nadie, después de un rato vimos a nuestros amigos. Nos quedamos con ganas de repetir algo similar, ahora sin ropa ni tiempo de por medio.
Deseando continuar con lo que habíamos apenas comenzado.
Esa fue una de varias experiencias que hemos pasado, esperamos que les guste así que comenten para subir otros post. Y si me animo algunas fotos que nos hemos tomado.
Llevábamos unos meses juntos, era un fin de semana soleado, en la blanca ciudad de Mérida, ese día teníamos que ir a ver a unos amigos, pero decidimos adelantarnos para estar un rato juntos por el centro histórico. Eran como las dos de tarde, había mucha gente afuera, así que entramos a plaza antigua para descansar. Ahí apenas habían unos establecimientos funcionando, tenía un jardín central, y el segundo piso estaba completamente vació, con establecimientos sin puertas, pero a pesar de estar algo abandonado pudimos ver a un vigilante merodeando la plaza. Todo eso fue atrayente, era como estar en un museo pero sin otras personas ni avisos de "No tocar".
Nos sentamos en una banca frente al jardín, el lugar pasaba de ser un viejo edificio a un lugar donde podíamos concentrarnos en nosotros, apartados del bullicio de afuera, justo para desconectarnos del tiempo y de la ciudad. En ese momento cabia cualquier gesto, cualquier palabra, cualquier caricia... hablamos un poco de nosotros, hasta que caimos en el silencio y nuestros cuerpos, que ya estaban abrazados, se entrelazaron aún más. Aun recuerdo sus ojos brillantes, fijos en mi rostro, pero bailando suavemente mientras recorrían mis labios, como llamándolos. Yo, que estaba en las mismas y nuestra atención se puso en los roces de nuestros labios. Lo besos eran suaves, pero mi cuerpo y mi mente me pedían más. Mis manos sutilmente recorrían su espalda y sus hombros, deseando llegar hasta aquellos pechos que resaltaban sensualmente a través de su escote... algo que me encanta de ella es que le gustan las ropas escotadas, y es que tiene unos hermosos y deliciosos pechos, de buen tamaño redonditos y suaves, siempre son una exquisita tentación para mi.
Después de una sugerente sesión de besos decidimos ver el segundo piso, ahí no había nadie. Nos acercamos a las escaleras, despidiéndonos de la poca gente que se veía a lo lejos
Mi corazón latía muy fuerte y muy rápido, mientras subíamos las escaleras él tomaba mi mano, y de vez en vez nos dedicábamos unas miradas de complicidad, por mi mente pasaban muchas cosas, y podía sentir mi cuerpo estremecerse a cada escalón que subíamos, la luz se iba haciendo mas tenue, solo entraba por las pocas ventanas abiertas de los establecimientos ya vacíos, a mitad de la escalera entre uno y otro piso, había un descanso, un escalón más amplio que permitía la estancia de los dos al mismo tiempo, haya nos detuvimos, nos miramos fijamente, el me miro desnudándome, con deseo; cerré los ojos, sintiendo esa mirada recorriendome completamente, yo sólo disfrute de esa exquisita mirada que tanto me gusta, al abrir los ojos no resistí más, lo deseaba, mi cuerpo lo pedía y lo arrincone, subí mi rodilla a la altura de su cadera, y le puse su mano sobre mi pierna, inhalé profundamente su aroma que me llamaba, y lo bese apasionadamente, deteniéndome justo en el momento preciso, para dejarlo deseando más, lo tome de la mano le dedique una coqueta mirada y continué subiendo.
Esa fue una chispa para mi, una muy rica que me encendía más, así que la detuve, la tome de los hombros y sin decir nada le di un apasionado beso, mientras mi pierna buscaba un lugar entre las suyas, presionando como diciéndole "quiero algo más". Cada vez era más obvio que había un motivo más excitante para subir al segundo piso. Al llegar paseamos un poco por aquellos rincones olvidados, compartiendo caricias y besos, coqueteando entre nosotros. Yo veía las secciones de las plazas y pensaba si alguna pareja ya se había animado a usarlas para deleitarse entre sus silenciosas paredes, así como nosotros queríamos hacerlo. Después de caminar un poco ingresamos a una sección junto a otras escaleras, unas que daban a un cine ya inexistente. Ahí la tome de la cintura, mis manos se ajustaban a su cintura y lentamente se movieron hasta sus nalgas, imaginándolas al descubierto, que exquisita imagen de mis dedos palpando entre su trasero y su espalda, llegando en aquella oscura división de sus nalgas morenas, a sus piernas y subiendo de nuevo rozando su entrepierna.
El silencio era cómplice de nuestras intenciones, nos hablábamos con nuestras miradas ardientes, y poco a poco nuestras caricias empezaban a unirse a este diálogo pasional. Cada respiración y cada pequeño gemido de excitación resonaba en aquellas paredes, y regresaba a nosotros como música, que nos alentaba a seguir con nuestra pequeña aventura, sentía su respiración en mi cuello, que era un tierno aviso de la inevitable llegada de su húmedos y calientes labios. Yo acariciaba su espalda, subiendo hasta su cuello, saborendo cada rincon de ese delicioso cuerpo, deseando sentir sus manos en los mas profundos rincones de mi ser, imaginaba cómo seria estar solos en aquella plaza, de noche con solo la luz de la luna entrando por las ventanas, era totalmente excitante... ya sentía como mi entre pierna se humedecía más y más de excitación.
Entonces él me sorprendió, comenzó a bajar por mi escote, beso a beso iba descubriendo más mis pechos hasta dejarlos desnudos ante su mirada, aumentando mi excitación a cada centímetro que recorría. Poco a poco me fue guiando hasta una columna en aquellos pasillos abandonados, iba retirando sus brazos de mi espalda conforme la dejaban recargada en la columna, mientras sus labios iban regresando por el camino que anteriormente habían trazado sobre mi escote, pasando por mi cuello hasta llegar a mis labios, sus manos ahora se encontraban en mi cintura, descendieron hasta el punto donde comenzaba la blusa y se introdujeron debajo de aquella tela que ahora representaba un estorbo para nuestra pasión, mi piel se iba erizando, y yo lo deseaba cada vez mas, mis manos lentamente descendían por su espalda hasta llegar a sus nalgas, una de mis partes favoritas, aquellas nalgas redonditas que en ese momento deseaba sentir al desnudo, mis manos dejaban ese manjar para pasar a acariciar uno aun mejor, su pene, que ya se sentía duro y palpitante bajo de su ropa, imaginé cómo se sentiría tenerlo entre mis manos, su calor, su humedad, su textura, sentía unos enormes deseos de arrancarle la ropa,sin embargo deje de acariciarlo unos minutos para acercarlo a mi cuerpo, y sentir su excitación en mi vientre.
Yo disfrutaba de el aroma intimo de sus pechos, que despierta en mi no sólo mi cuerpo, sino mis ganas de saborear esas sensuales tetas, quería recorrerlas beso a beso, así que fui alzando poco a poco su blusa mientras ella me apretaba, uniendo nuestros sexos, ansiosos de sentirse. Yo deseaba remojar mi erecto y bombeante pene en aquella aromática fuente que seguro derramaba sus jugos poco a poco. Mientras esa imagen me ponia más excitado fui descubriendo su piel y el top que reguardaba aquellos dulces tesoros los cuales estaba dispuesto a probar, les di unos besos por encima de del top, llegando hasta la punta de sus pezones, oscuros y erectos, y les di una pequeña chupada, siempre sobre el top. Nuestras caderas comenzaron a moverse a un ritmo natural, lleno de ese instinto de fundirnos uno dentro del otro.
Su piel respondía a ese baile, los movimientos aumentaban y sus brazos se aferraban a mi cuerpo. Mi pene ya estaba humedecido, lubricado y listo para encontrarse fácilmente con aquella puerta al placer, jugosa y suave. De pronto, tome sus piernas, la cargue. sus piernas rodeaban mi trasero. Ella hizo a un lado su top... que fascinante imagen aquella, mi novia montada sobre mi, con sus pechos en mi rostro, arrinconados en el secreto de una plaza. Las embestidas sobre la ropa y el sabor de sus tetas, que ya estaban excitadisimas... que delicioso momento. Ella se entregaba con cada mamada, mi lengua no dejaba ningún punto sin lamer. Ya antes la había mamado y habíamos cogido bien rico, pero esto era diferente.
Mi respiración estaba agitada, y mi cuerpo se bañaba de sudor, luchaba para poder contener mis gemidos, del placer que me hacia sentir, con cada roce de su palpitante miembro, deseaba más y más despojarme de mi ropa, y sentir su caliente piel, su sudor mezclándose con el mio, y el aroma de ambos llenando todo.
Note como ella se mordía los labios, sabíamos que el vigilante estaba cerca, se podía escuchar, eso nos tenia más excitados. Nuestras ropas estaban ya mojadas, mi verga quería ser comida por su coño. no dejaba de mamar como niño hambriento. Quería hacerle el amor ahí mismo, por mi mente pasaron tantas imágenes, que rico seria penetrarla en esa posición, y luego ponerla de rodillas para venirme justo en esos dos ricos manjares suyos...
A cada momento el placer se iba intensificando, cada gemido era más y más difícil de contener, esa deliciosa y ardiente lengua comiéndome las tetas, yo recargada en una columna, montada de ese hombre tan ardiente, que es mi novio amado, la sola idea de que en cualquier momento alguien nos podía ver hacia todo más excitante.
En un momento en el que ya no podía ocultar más su placer, ella iba soltando disimulados gemidos, me decía lo rico que sentía. hasta que no pudo contenerse y dejó ir un majestuoso gemido. Su rostro era de pleno placer. Seguro nos habían escuchado... pero continuamos. Ella sentía mi miembro y estaba ya a punto de un delicioso orgasmo de tantas mamadas y embestidas que le daba... era algo inevitable, se vino apretando mi cuerpo, su mirada se perdió y se pudo escuchar un poco más esa exquisita muestra de placer.
Me vine en un magnifico orgasmo, uno de los mejores que he tenido, sentí como mi cuerpo vibraba, y me aferraba más a el deseando prolongar lo mas posible aquel exquisito placer, pero algo me regresaba repentinamente a la realidad.
En unos momentos escuchamos pisadas, nos acomodamos la ropa y llegó un joven vigilante que no sabia que hacer más que pedirnos que bajemos. La sonrisa no nos la quitaba nadie, después de un rato vimos a nuestros amigos. Nos quedamos con ganas de repetir algo similar, ahora sin ropa ni tiempo de por medio.
Deseando continuar con lo que habíamos apenas comenzado.
Esa fue una de varias experiencias que hemos pasado, esperamos que les guste así que comenten para subir otros post. Y si me animo algunas fotos que nos hemos tomado.
6 comentarios - Mamando sus ricos pechos en una plaza.
Una donde hagamos lo que no pudismos ese dia quiza jajaja
😢 😢 😢