Mis vacaciones con Viviana
Todas las mañanas eran magnificas. Despertarse con la misma vista era como despertar en el paraíso pero con el calor del infierno. El culo de Viviana siempre apuntaba hacia mí desde la otra cama. Cuantas veces pensé en abalanzarme y no hacer más que bombear el orificio de esas nalgas hasta caer desmayado de cansancio.
Dormíamos en una habitación con tres camas, pero la tercera rara vez era ocupada dado que en la estancia de mis tíos nunca los visitaba nadie que se quedara a dormir salvo yo.
El lugar era hermoso, un río a unos 500 metros, muchos árboles frutales, pileta, todo muy pintoresco. Era una casa muy antigua, tenía el baño afuera y el cuarto donde dormíamos también.
Había llegado hacia 2 días, todos los veranos pasaba mis vacaciones ahí, mis padres me mandaban porque decían que no había que perder los lazos con la familia y que como nunca nos vemos tenia que ir para mantenerlos.
En kilómetros solo estábamos nosotros 4, Tío Alberto, Tía Verónica, mi prima Viviana y alguna que otra visita que pudiera haber.
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Viviana volvía de la casa de una amiga y recién esta última noche volvimos a compartir el cuarto como lo hacíamos todos los veranos.
Siempre me arrepentí de la elección que hicimos de chicos, había tres camas y los dos elegimos las de la pared, dejando la vacía en el medio. Hoy hubiese elegido no solo la misma cama de Viviana, sino que hubiese elegido dormir sobre ella.
Apoyar mi cabeza en sus pechos firmes, con el tamaño suficiente como para llamar la atención y para que hace un tiempo atrás al rozarme de manera accidental con ellos me provocara una erección instantánea que tuve que disimular tirándome a la pileta enseguida.
De veras tenía un cuerpo escultural. Su cintura era la entrada a la felicidad, unas caderas que nadie podía pasar por alto desembocaban en unas piernas bien marcadas que hacían sentir que no solo los senos y las nalgas con lo mejor de una mujer. Su culo, porque merece ser llamado culo con mayúscula era un cuadro maravilloso, redondo y duro como las manzanas que cosechaban mis tíos.
Su panza marcada de tanto trabajo de granja, chata como rampa que levaba a su irresistible entrepierna. Origen de todo pensamiento pecaminoso.
Ese día Viviana llegó cuando yo estaba dormido, sino también hubiese contemplado ese espectáculo más tiempo. Me desperté y al ver su culo a medio asomarse con ese short suelto que al moverse descubría sus nalgas no pude evitar agradecer estar ahí. Nos llamaron para desayunar y la saludé. Ella se tapó enseguida con la sábana y por debajo se acomodo la ropa. Esperó a que me levante para irme, tuve que esperar un poco ya que estaba tan excitado que creí que mi erección no iba a desaparecer nunca.
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Desayunamos y tía Verónica nos mando a recolectar fruta. Nos pusimos al tanto de nuestras cosas. Me contó que estaba saliendo con un chico de una granja cercana pero que solo era porque no había mucha gente más para conocer.
Agradecía que no me miré a los ojos al hablar, así podía contemplar su cuerpo cuando se estiraba a las ramas más altas para poder agarrar las manzanas más altas. La unión de las piernas y sus nalgas bien marcadas se podían apreciar perfectamente ya que no se había cambiado el short. Una y otra vez que se estiraba me regocijaba de verla.
A contraluz se podían ver sus pechos dibujados por el sol.
Preguntó si yo estaba con alguien, le contesté que no. Pero que quizá ese verano conocería a alguien. Por qué no?
Nos acercamos al río y dejamos los canastos de fruta y decidimos zambullirnos ahí. Una elección que me regalo la imagen del día.
Ella me tomó de la mano y me dijo vamos, sacate la ropa y tirémonos.
Esperé a que ella se sacara la ropa pero solo esperaba que yo me tiré primero. Me saqué la remera las zapatillas y me zambullí, el agua era realmente refrescante. Pero eso solo duró unos instantes, ya que ella se dio vuelta, le daba timidez que la vea, claro, estábamos dejando de ser chicos. Nuestros cuerpos hace unos años estaban cambiando. Y vaya si cambiaba el suyo.
Tomó por los laterales el elástico de su short y se los bajó, dejando ver un culote que rebalsaba de carne firme. Como haciendo el mayor esfuerzo en contener tanta mujer dentro de él. Al levantar cada pie para pasar el short fue calentando el agua que antes era fresca. Luego se sacó la remera. Al fin pude verla en ropa interior, el bikini es similar, pero saber que era ropa interior me puso a mil.
Nadamos y me propuso jugar al tesoro, juego que practicábamos de chicos, consistía en tirar una esponja y ver quien legaba primero a tomarla.
En ese momento me decían de correr un triatlón y podía asegurar que llegaría al final.
Arrojó la esponja y nos salimos disparados a buscarla. Íbamos palmo a palmo hasta que nuestras manos la agarraron simultáneamente y empezamos a forcejear. Entre tantos tironeos ella me dio la espalda y estiró las manos de manera tal que no podía vencer su resistencia. En un momento de lucidez pude sentir sus nalgas apretujadas contra mi miembro y la esponja desapareció por completo de mi mente, solo quería no alcanzarla nunca más para poder sentir su cuerpo pegado al mío.
Hata que ella me dio; Ey! Ya la tenes, podes soltarme. Me miró sorprendida y salió del agua. Sin secarse se pudo la ropa y se fue dejándome en un río que estaba a punto de entrar en ebullición de la temperatura que había alcanzado.
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continuara...
4 comentarios - Mis vacaciones con Viviana 1ra parte
Dale... contá mas!
SEGUI ASI !!! FELICITACIONES !!!
GRACIAS POR COMPARTIR !!!