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La Veterana- Parte 5- El probador

Después de aquel terrible primer encuentro con Anita, no podía sacarme de la cabeza todo lo que había pasado. No había tenido oportunidad de llamarla, ya que siempre alguien se quedaba al mediodía y me cagaba la fiesta. Ella fiel a lo dicho, no me llamaba para no despertar ninguna sospecha. Seguramente mataría su calentura garchandose al marido, que para eso lo tenia; y yo, me desquitaba con Cynthia, mi compañerita de laburo, a la que le pegaba unas buenas culeadas bastante seguido, ya les contare mas adelante.

Esa semana nos quedamos un par de veces solos con la pendeja y nos dimos duro, yo ponía en práctica con ella, mis nuevos saberes sexuales aprendidos con Ana, y la pendeja se volvía loca con las innovaciones. Pero volvamos a lo nuestro.

Era sábado, siempre era el peor día de laburo, ya que todos los que no pueden salir de compras en la semana, salen ese día. El local se llenaba de pendejos con sus madres, que revolvían y desacomodaban toda la ropa y en la mayoría de los casos no compraban un carajo. Por suerte para mi, ese Sábado fue un tanto particular, apenas llegue por la mañana, el encargado me aviso que me dejaría las llaves, porque al mediodía no se iba a quedar nadie (a la tarde también abríamos). Fue la mejor noticia que me podía dar, podía pegarle un llamadito a la vete y nos podíamos matar en el deposito.

Me fui al baño para llamarla, me atendió media seca, se nota que no podía hablar mucho, y me dijo: -Disculpe doctor, pero voy a tener que suspender el turno, y me corto la muy turra.
La puta madre, una semana esperando la oportunidad y esta hija de puta me deja con la leche a mil, pensé.

Esa mañana, de más esta decir, que yo tenía un humor de mierda, atendía de mala gana, con una cara de ojete que me la pisaba. Era tal mi cara que yo veía que mis compañeros me miraban raro, pero ninguno se nota que se animo a preguntar que me pasaba.
Estaba acomodando un perchero con pantalones, que dos viejas habían dejado todo desordenado, cuando siento una voz a mis espaldas que dice: -Disculpe joven, ¿Podría ayudarme con esto? Me doy vuelta, y ahí la tenía a Ana, frente a mí con 5 o 6 perchas. Me quede helado. –Podría ayudarme para llevar esto a un probador?
Con mi mejor cara de póker le dije: Como no, sígame por favor señora. Agarre las prendas y enfile para el fondo del local donde estaban los probadores. Abrí la puertita de uno, entre y le colgué las perchas. Adelante, le dije. Cuando Ana pasó frente a mí le susurre: ¿Qué haces acá? Vine, me dijo, ¿O te creíste la joda de que suspendía, boludito? –Pero me re cortaste…pensé. Vos no pienses, cogeme nada más, y me cerró la puerta en la cara riéndose.
Me quede parado como un granadero al lado del probador, con mi mejor cara de boludo. Al minuto, me dice desde adentro: ¿Le parece bien este talle? Abrí la puerta unos 10 cm, y asome tímidamente la cara.
Automáticamente se me paro la pija con la visión que tenia enfrente. Ana de espaldas, en bolas, bah, con una tanga hilo dental roja, que se coronaba arriba de sus nalgas, con un corazoncito de encaje rojo, sus manos en la cintura, ofreciéndome una vista privilegiada de su hermoso y durísimo ojete. Yo no sabia que hacer primero, si encajarme la mandíbula en su lugar o taparme la erección con las dos manos. Como no emití palabra me dijo: Bien, parece que no le gusta, cierre por favor, y espere que yo le aviso para que vea el otro.

Como imaginaran, lo que siguió fue un desfile de ropa interior, o más bien de tangas, una más pequeña y más zarpada que la otra, y yo que no sabia como carajo hacer para disimular el hecho de que mi pija, estuviese mas dura que el mástil de la bandera de Plaza de Mayo.

Salí corriendo al baño en un momento que nadie podía ver mi erección, y metí la poronga debajo de la canilla fría, hasta que logre mas o menos bajarla un poco.
Justo cuando volvía, Anita salía con todas las perchas, me las da y me dice: -Las llevo todas, me quedan todas muy bien. Caminamos juntos hasta la caja, en el camino le susurre: -No podes ser tan puta.
¿Te gusto nene?, me respondió, vine a preparar el terreno, espero haberte dejado lo suficientemente caliente para que me pegues una linda cogida.
Llegamos a la caja, le di las gracias y me fui. Hice dos pasos y me llamo: Ah, joven, disculpe…
Si señora dígame.
En voz baja me dijo: -Preparate que en dos horas vuelvo…

Continuara…

4 comentarios - La Veterana- Parte 5- El probador

alliens66
IMPRESIONANTE APORTE !!!!

FELICITACIONES

GRACIAS POR COMPARTIR !!

petepaja