Hola amigos, aqui va la prte 3 de este relato, aqui mi primer encuentro con Ana, luego de la monumental mamada que me dio en el deposito:
La Veterana- Parte 3
Después de aquel encuentro con Ana en el depósito, ya había quedado mas caliente que nunca, me pajeaba todos los días pensando en ella, y esperaba con ansias el momento de tenerla, para poder terminar lo que nunca había empezado.
Pasaban los días y no lograba quedarme solo, para poder llamarla como habíamos arreglado. La espera se me hacia eterna, por mas que me acogotaba la gallina todos los días, mi nivel lácteo era superlativo, lo dominaba un poco, echándole un polvito cada tanto a Cynthia, una compañerita de trabajo que estaba de novia con un boludo que parece que no se la cogia suficientemente bien.
Un Jueves, nos íbamos a quedar con Cynthia solos, y sabíamos que íbamos a terminar cogiendo seguro. La pendeja estuvo toda la mañana calentándome, cada vez que pasaba cerca de mí me susurraba al oído lo que quería que le hiciera. Al mediodía cuando se acercaba la hora de cerrar, y yo ya estaba como una moto, la muy trola, vino y me dijo que la había llamado su novio para almorzar juntos, me hice el enojado y me fui al baño.
Automáticamente la llame a Ana, era mi oportunidad, y con la calentura que me había hecho levantar la pendeja, estaba listo para matarla a pijasos.
Sonó el celular, me atendió el pendejo.
-Mama! Te llaman del dentista! No pude aguantar la risa.
- Si, hola, se escucho del otro lado…y susurrando agregó: Por fin llamaste hijo de puta, no sabes las ganas que tengo de probar esa pija, nos vemos ahí en una hora.
En ese momento ya la tenia dura como un caño hidrobronz, y estuve a punto de clavarme una paja ahí nomás, pero me contuve haciendo un gran esfuerzo. Me lave la pija con agua fría para bajarla y poder salir del baño.
Cerramos y me fui corriendo al depósito a preparar el terreno. Saque un colchón inflable, de esos de camping que vendíamos nosotros, lo infle y arme una cama improvisada. Me senté en el sillón a esperar.
A los 20 minutos, no mas, siento que golpean, Salí corriendo a abrirle a Ana. La muy perra se había venido vestida para el infarto: unas calzas negras, que le dibujaban perfectamente ese orto divino que tenia, y una remera blanca elasticada, sin corpiño que le marcaba las tetas y los pezones terriblemente. Ni me saludo, salio corriendo para el fondo del local, antes de que la pudiese ver alguien a través de la vidriera. Cerré y corrí detrás de ella.
Apenas entre al deposito, la agarre de la cintura y le metí la lengua hasta la garganta, nos besamos como dos novios adolescentes, nuestras lenguas se enredaban y peleaban por entrar en la boca del otro. Mientras tanto nuestras manos no se quedaban quietas, yo le sobaba el orto, lo tenia duro y bien parado, fruto, se notaba, de horas de gimnasia bien aprovechadas. Con la otra mano le tocaba esos pechos divinos que seguramente había pagado su marido y ahora yo estaba disfrutando. Enseguida se exitó, y sus pezones estaban tan duros que parecía que iban a agujerear su remera. Se la baje y le comencé a chupar las tetas, eran divinas, nunca había chupado unas hechas. Empezó a jadear, y cuanto más se excitaba, mas me calentaba yo, y mas se las chupaba. Le mordisqueaba los pezones y le encantaba, sus dos manos se aferraban a mi nuca, y me apretaban contra su pecho. –Dale así, me decía, chupame los pezones bebe, que me encanta. Yo seguía con mi trabajo, la mordía, la chupaba, la acariciaba con la lengua, hasta que la muy hija de puta…acabo!!!. Nunca me había pasado de hacer acabar a una mina, solo chupándole las tetas, pero ahí estaba Ana, para darme una de las tantas sorpresas que me daría durante nuestra relación.
-Pendejo, quiero que me pagues por lo del otro día, me dijo, chupamela, me ordeno.
Le baje las calzas, tenia una tanga negra diminuta que me volvió loco, ese hilo dental metido en la raya de ese ojete divino, me dio una visión sublime y me la termino de poner como un garrote. Se la saque, tenia la concha depilada, a no ser por una pequeña mata de vello pubico recortada…en forma de corazón!! No, que puta, pensé.
La tire en el colchón inflable, le abrí las piernas y comencé a comerle la conchita.
Le besaba los labios como si fuera su boca, la rozaba apenas con la punta de la lengua en el clítoris, se la abría con los dedos y le metía la lengua. Ana jadeaba cada vez más fuerte y me agarraba la cabeza para evitar que me aleje. Fui directo al clítoris, lo lamia, lo mordisqueaba, lo lengüetada, lo besaba. Ella no paraba de gemir, si papi, me decía, comeme toda. Empezó a jadear más fuerte y acabo.
Cuando comencé a sentir su sabor en mi boca, me volví loco, y acelere el ritmo de mi lamidas, eso la volvió loca y se empezó a mover, ayudando a que mi lengua penetrara mas profundamente su conchita, no pasaron mas de 40 segundos, que empezó a acabar de nuevo, y cuanto mas acababa, mas me excitaba y mas la chupaba.
Ana me pedía que no pare, que la haga acabar otra vez, y yo le cumplía los deseos y seguía.
No se cuanto tiempo estuvimos así, ni cuantos polvos se hecho, pero en un momento de ese frenesí, empezó a gritar y a temblar, y yo seguía como si nada, comiéndole la concha, hasta que, agarrandome de la nuca, me aparto la cara y comenzó a eyacular. Acabo como 2 o 3 chorros de líquido y se quedo temblando tirada en el colchón.
Yo no podía creer lo que veía, repito, con las pendejas con las que había estado, tan inexpertas como yo, jamás había visto eso.
La simple visión de ese orgasmo descomunal, me puso a mil, y sin más, me puse un forro y le ensarte la pija de un solo golpe. Estaba tan lubricada por sus fluidos que entro lo mas bien.
La empecé a bombear como un caballo en celo, ella me abrazo con sus piernas, y me rodeo el cuello con sus brazos. No aguante ni 3 minutos y acabe en uno de los mejores polvos de mi vida.
Nos quedamos así, yo dentro de ella, como 10 minutos, besándonos dulcemente como novios.
Se la saque y me fui al baño a lavarme, a prepararme para el segundo round…
Continuara
La Veterana- Parte 3
Después de aquel encuentro con Ana en el depósito, ya había quedado mas caliente que nunca, me pajeaba todos los días pensando en ella, y esperaba con ansias el momento de tenerla, para poder terminar lo que nunca había empezado.
Pasaban los días y no lograba quedarme solo, para poder llamarla como habíamos arreglado. La espera se me hacia eterna, por mas que me acogotaba la gallina todos los días, mi nivel lácteo era superlativo, lo dominaba un poco, echándole un polvito cada tanto a Cynthia, una compañerita de trabajo que estaba de novia con un boludo que parece que no se la cogia suficientemente bien.
Un Jueves, nos íbamos a quedar con Cynthia solos, y sabíamos que íbamos a terminar cogiendo seguro. La pendeja estuvo toda la mañana calentándome, cada vez que pasaba cerca de mí me susurraba al oído lo que quería que le hiciera. Al mediodía cuando se acercaba la hora de cerrar, y yo ya estaba como una moto, la muy trola, vino y me dijo que la había llamado su novio para almorzar juntos, me hice el enojado y me fui al baño.
Automáticamente la llame a Ana, era mi oportunidad, y con la calentura que me había hecho levantar la pendeja, estaba listo para matarla a pijasos.
Sonó el celular, me atendió el pendejo.
-Mama! Te llaman del dentista! No pude aguantar la risa.
- Si, hola, se escucho del otro lado…y susurrando agregó: Por fin llamaste hijo de puta, no sabes las ganas que tengo de probar esa pija, nos vemos ahí en una hora.
En ese momento ya la tenia dura como un caño hidrobronz, y estuve a punto de clavarme una paja ahí nomás, pero me contuve haciendo un gran esfuerzo. Me lave la pija con agua fría para bajarla y poder salir del baño.
Cerramos y me fui corriendo al depósito a preparar el terreno. Saque un colchón inflable, de esos de camping que vendíamos nosotros, lo infle y arme una cama improvisada. Me senté en el sillón a esperar.
A los 20 minutos, no mas, siento que golpean, Salí corriendo a abrirle a Ana. La muy perra se había venido vestida para el infarto: unas calzas negras, que le dibujaban perfectamente ese orto divino que tenia, y una remera blanca elasticada, sin corpiño que le marcaba las tetas y los pezones terriblemente. Ni me saludo, salio corriendo para el fondo del local, antes de que la pudiese ver alguien a través de la vidriera. Cerré y corrí detrás de ella.
Apenas entre al deposito, la agarre de la cintura y le metí la lengua hasta la garganta, nos besamos como dos novios adolescentes, nuestras lenguas se enredaban y peleaban por entrar en la boca del otro. Mientras tanto nuestras manos no se quedaban quietas, yo le sobaba el orto, lo tenia duro y bien parado, fruto, se notaba, de horas de gimnasia bien aprovechadas. Con la otra mano le tocaba esos pechos divinos que seguramente había pagado su marido y ahora yo estaba disfrutando. Enseguida se exitó, y sus pezones estaban tan duros que parecía que iban a agujerear su remera. Se la baje y le comencé a chupar las tetas, eran divinas, nunca había chupado unas hechas. Empezó a jadear, y cuanto más se excitaba, mas me calentaba yo, y mas se las chupaba. Le mordisqueaba los pezones y le encantaba, sus dos manos se aferraban a mi nuca, y me apretaban contra su pecho. –Dale así, me decía, chupame los pezones bebe, que me encanta. Yo seguía con mi trabajo, la mordía, la chupaba, la acariciaba con la lengua, hasta que la muy hija de puta…acabo!!!. Nunca me había pasado de hacer acabar a una mina, solo chupándole las tetas, pero ahí estaba Ana, para darme una de las tantas sorpresas que me daría durante nuestra relación.
-Pendejo, quiero que me pagues por lo del otro día, me dijo, chupamela, me ordeno.
Le baje las calzas, tenia una tanga negra diminuta que me volvió loco, ese hilo dental metido en la raya de ese ojete divino, me dio una visión sublime y me la termino de poner como un garrote. Se la saque, tenia la concha depilada, a no ser por una pequeña mata de vello pubico recortada…en forma de corazón!! No, que puta, pensé.
La tire en el colchón inflable, le abrí las piernas y comencé a comerle la conchita.
Le besaba los labios como si fuera su boca, la rozaba apenas con la punta de la lengua en el clítoris, se la abría con los dedos y le metía la lengua. Ana jadeaba cada vez más fuerte y me agarraba la cabeza para evitar que me aleje. Fui directo al clítoris, lo lamia, lo mordisqueaba, lo lengüetada, lo besaba. Ella no paraba de gemir, si papi, me decía, comeme toda. Empezó a jadear más fuerte y acabo.
Cuando comencé a sentir su sabor en mi boca, me volví loco, y acelere el ritmo de mi lamidas, eso la volvió loca y se empezó a mover, ayudando a que mi lengua penetrara mas profundamente su conchita, no pasaron mas de 40 segundos, que empezó a acabar de nuevo, y cuanto mas acababa, mas me excitaba y mas la chupaba.
Ana me pedía que no pare, que la haga acabar otra vez, y yo le cumplía los deseos y seguía.
No se cuanto tiempo estuvimos así, ni cuantos polvos se hecho, pero en un momento de ese frenesí, empezó a gritar y a temblar, y yo seguía como si nada, comiéndole la concha, hasta que, agarrandome de la nuca, me aparto la cara y comenzó a eyacular. Acabo como 2 o 3 chorros de líquido y se quedo temblando tirada en el colchón.
Yo no podía creer lo que veía, repito, con las pendejas con las que había estado, tan inexpertas como yo, jamás había visto eso.
La simple visión de ese orgasmo descomunal, me puso a mil, y sin más, me puse un forro y le ensarte la pija de un solo golpe. Estaba tan lubricada por sus fluidos que entro lo mas bien.
La empecé a bombear como un caballo en celo, ella me abrazo con sus piernas, y me rodeo el cuello con sus brazos. No aguante ni 3 minutos y acabe en uno de los mejores polvos de mi vida.
Nos quedamos así, yo dentro de ella, como 10 minutos, besándonos dulcemente como novios.
Se la saque y me fui al baño a lavarme, a prepararme para el segundo round…
Continuara
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