La mamá de mi amigo o el deseo con canas. Parte 2
La química tiene la cualidad de que un mal cálculo o una mala combinación de elementos puede ocasionar que ocurra un accidente, y yo lo sabía. Gustavo no entendió porqué le pedí que en lugar de agua agregara refresco, pero lo hizo, y un chorro de la mezcla resultante cayó en su ropa por lo que no hubo de otra mas que meterse a bañar (tuve que aclararle que sería mejor que se metiera a la tina ya que podía ser peligroso si no se bañaba y tallaba bien durante un buen rato) mientras yo recogía la mesa y el desastre que había quedado.
A los 3 minutos había recogido, prendí la televisión y las agallas, además de la calentura, me empujaron al cuarto de Sofía. Ahí estaba ella, dormida, bella y voluptuosa, sobre el buro se hallaba un frasco de pastillas, que ella usaba para tranquilizarse y dormir desde que su esposo la había abandonado, y su ropa interior. Ella estaba envuelta en un camisón que permitía ver su hermoso par de piernas hasta los muslos:
-Hola Sofía- hable en voz baja, sabiendo que no obtendría respuesta y aceptando que ya no había marcha atrás, ella tan solo entreabrió los ojos y los volvió a cerrar; giró un poco y quedó boca arriba.
Mi pene parecía tranca y quería salir del pantalón.
-Subí por un trapo para limpiar- volví a decir sin recibir respuesta.
Las cartas estaban echadas y ella en la cama. Me acerqué lentamente y posé mi mirada sobre sus tetas, aún tapadas, enormes y maduras; el pensamiento se rindió al deseo y le desanudé la bata dejando al descubierto todo eso que tanto imaginaba y que ahora teniéndolo en vivo era mucho mejor. Me puse al lado de la cama y acerqué mi boca a sus pechos mientras mis manos los acariciaban y jugaban con sus pezones; recorrí con mi lengua esos dos manjares que habían amamantado a mi amigo y succionaba uno a uno sus pezones de manera frenética; ella comenzó a gemir, pero sin abrir los ojos, mientras una de sus manos se movió hacia su concha y la otra hacia mi cabeza jugando con mi cabello; desabroché mi pantalón y bajé mi bóxer quedando al descubierto mi pene con una erección como pocas veces la he vuelto a ver; de los pechos comencé besar el estomago, el ombligo hasta que llegué a esa mata de bellos rubios que seguían siendo acariciados por la mano de Sofía; me acomodé de rodillas sobre la cama y abrí esas piernas robustas y hermosas; besaba sus muslos, mientras ella se acariciaba los pechos y gemía como endemoniada, hasta llegar a su rajita rosada y palpitante misma que comencé a devorar al mismo tiempo que mis manos estrujaban con ansias locas sus nalgas; sentí, nuevamente sus manos en mi cabeza ahora jalando mi cabello lo que me excito aún más.
-¡Dale, dale. No pares!- decía Sofía entre gemidos – ¡No pares, hijo de puta! ¡No pares Ricardo!- continuaba diciendo.
Supe entonces que creía que yo era su marido y me dejé llevar por el juego, así es que seguí chupando esa concha hasta que entre movimientos bruscos y gritos sofocados se corrió en mi cara. Volvió a moverse y quedó ahora de espaldas hacia mí, aun se agitaba y sus nalgas temblaban después del tremendo orgasmo que había tenido. Me acomodé entre sus nalgas y las abrí para rozar con mi verga su orto delicioso y su conchita empapada, así continué durante un rato meneando mi verga entre sus nalgas hasta que me corrí sobre su espalda. Me levanté lentamente y con un pedazo de papel limpié mi corrida y besé con locura ese culo. La tapé con su bata y salí de la recamara. No sé si fue mi imaginación pero creí escuchar un gracias mientras bajaba la escalera.
Me senté a ver la televisión y al minuto mi amigo salió del baño.
-Buena la hiciste cabrón y aún no terminamos el proyecto- dijo Gustavo secándose todavía.
-No te preocupes, mañana terminamos- respondí mientras me levantaba del sillón para salir.
Continuará…..
La química tiene la cualidad de que un mal cálculo o una mala combinación de elementos puede ocasionar que ocurra un accidente, y yo lo sabía. Gustavo no entendió porqué le pedí que en lugar de agua agregara refresco, pero lo hizo, y un chorro de la mezcla resultante cayó en su ropa por lo que no hubo de otra mas que meterse a bañar (tuve que aclararle que sería mejor que se metiera a la tina ya que podía ser peligroso si no se bañaba y tallaba bien durante un buen rato) mientras yo recogía la mesa y el desastre que había quedado.
A los 3 minutos había recogido, prendí la televisión y las agallas, además de la calentura, me empujaron al cuarto de Sofía. Ahí estaba ella, dormida, bella y voluptuosa, sobre el buro se hallaba un frasco de pastillas, que ella usaba para tranquilizarse y dormir desde que su esposo la había abandonado, y su ropa interior. Ella estaba envuelta en un camisón que permitía ver su hermoso par de piernas hasta los muslos:
-Hola Sofía- hable en voz baja, sabiendo que no obtendría respuesta y aceptando que ya no había marcha atrás, ella tan solo entreabrió los ojos y los volvió a cerrar; giró un poco y quedó boca arriba.
Mi pene parecía tranca y quería salir del pantalón.
-Subí por un trapo para limpiar- volví a decir sin recibir respuesta.
Las cartas estaban echadas y ella en la cama. Me acerqué lentamente y posé mi mirada sobre sus tetas, aún tapadas, enormes y maduras; el pensamiento se rindió al deseo y le desanudé la bata dejando al descubierto todo eso que tanto imaginaba y que ahora teniéndolo en vivo era mucho mejor. Me puse al lado de la cama y acerqué mi boca a sus pechos mientras mis manos los acariciaban y jugaban con sus pezones; recorrí con mi lengua esos dos manjares que habían amamantado a mi amigo y succionaba uno a uno sus pezones de manera frenética; ella comenzó a gemir, pero sin abrir los ojos, mientras una de sus manos se movió hacia su concha y la otra hacia mi cabeza jugando con mi cabello; desabroché mi pantalón y bajé mi bóxer quedando al descubierto mi pene con una erección como pocas veces la he vuelto a ver; de los pechos comencé besar el estomago, el ombligo hasta que llegué a esa mata de bellos rubios que seguían siendo acariciados por la mano de Sofía; me acomodé de rodillas sobre la cama y abrí esas piernas robustas y hermosas; besaba sus muslos, mientras ella se acariciaba los pechos y gemía como endemoniada, hasta llegar a su rajita rosada y palpitante misma que comencé a devorar al mismo tiempo que mis manos estrujaban con ansias locas sus nalgas; sentí, nuevamente sus manos en mi cabeza ahora jalando mi cabello lo que me excito aún más.
-¡Dale, dale. No pares!- decía Sofía entre gemidos – ¡No pares, hijo de puta! ¡No pares Ricardo!- continuaba diciendo.
Supe entonces que creía que yo era su marido y me dejé llevar por el juego, así es que seguí chupando esa concha hasta que entre movimientos bruscos y gritos sofocados se corrió en mi cara. Volvió a moverse y quedó ahora de espaldas hacia mí, aun se agitaba y sus nalgas temblaban después del tremendo orgasmo que había tenido. Me acomodé entre sus nalgas y las abrí para rozar con mi verga su orto delicioso y su conchita empapada, así continué durante un rato meneando mi verga entre sus nalgas hasta que me corrí sobre su espalda. Me levanté lentamente y con un pedazo de papel limpié mi corrida y besé con locura ese culo. La tapé con su bata y salí de la recamara. No sé si fue mi imaginación pero creí escuchar un gracias mientras bajaba la escalera.
Me senté a ver la televisión y al minuto mi amigo salió del baño.
-Buena la hiciste cabrón y aún no terminamos el proyecto- dijo Gustavo secándose todavía.
-No te preocupes, mañana terminamos- respondí mientras me levantaba del sillón para salir.
Continuará…..
4 comentarios - La mamá de mi amigo o el deseo con canas. Parte 2
+10 Saludos
Gracias por el desquinte
muy bueno loco, al fin un relato que se deja leer! 🙂