Somos una pareja del interior de la Provincia de Santa Fe, Argentina y habitamos en un pequeño pueblo de casi 5500 habitantes…Eso y decir que nos conocemos todos es una obviedad. Mi mujer tiene 42 años, mide 1.75, percherona (caderona) como le decimos aca, carnosa, muy linda cola y cintura aunque pocas tetas a mi gusto. Somos pareja desde hace una década, con una muy linda vida sexual (al menos eso pensábamos antes de lo que les voy a contar). Yo tengo 43 años, bien mantenido, tanto que no los parezco en ningún aspecto.
Como toda pareja, con el tiempo, los juegos y las fantasías empezaron a aflorar en medio de las relaciones sexuales. Mi sueño era verla cogida por otro hombre. La primera vez que se lo dije en pleno juego sexual, casi me pone las valijas en la calle. Es por eso, que decidí, poner punto muerto a ese deseo mío, al menos por el momento.
Tiempo después, no mucho más que dos meses creo, empecé de nuevo a involucrar a un tercero en las charlas calientes que tanto nos gustan, y ante mi asombro, ya la respuesta no fue no…sino que de a poco empezaba a entrar en ese juego (hasta ese momento) sólo de palabras. Le gustaba y la calentaba más que lo que yo pudiera creer y alcanzaba unos orgasmos más rápidos y más profundos. La fase 1 ya estaba en lento pero seguro camino.
Pasaron las semanas y empece a pensar en cómo llevarlo a la realidad, que la sentía cerca. Una vez, en la cama y pleno franeleo, Carla, me desafío a niveles que nunca hubiera esperado. “Son solo fantasías tuyas, nunca las llevaremos a la realidad ya que no te animas a verme coger con otro”… La alarma de mi pija sonó como nunca. Le dije….”Ahora que me desafiaste, tendrás recompensa..Te animaras vos a cogerte a otro hombre delante de mí?”.. Su respuesta fue…”OBVIO, si es lo que vos querés”… Esa noche cogimos como desaforados, como si fuera la última relación de nuestras vidas…
Pasaron los días y no encontraba candidato. Nuestro pueblo es chico y ya había decidido que nadie de nuestro lugar de residencia sería el beneficiado, por una cuestión de puteríos (chismeríos) que tanto pasan en estos pueblos.
Estaba en un problema, hasta que por trabajo debi viajar a un pueblo vecino de 20000 habitantes y me encontré con un el hijo de un cliente, de 34 años, muy parecido y la onda que a mi mujer le gusta. Morocho, 1.80, de 75 kilos y casado para mejor. Pensé para mí ESTE ES EL ELEGIDO. Pero la duda era como planteárselo a él, sin caer demasiado regalón de mi mujer.
Se me ocurrió pedirle el celular para combinar una entrega de mercadería que le solia vender a su padre (que tenía en mi auto, poero se me ocurrió posponer la entrega para ver que se me ocurria). Así quedamos.
Esa noche cogi en casa pensando y hablando muy sucio, sabiendo que estaba a horas de cumplir la fantasía. Mi mujer intuyó eso (tienen ese 6to sentido) y gozó mas que nunca, al menos hasta ese momento.
Al día siguiente, llame a Alberto, el hijo de mi cliente, y le dije que había recibido la mercadería pero que por un problema en mi vehículo, no podía llevárselo, pero estaba a disposición en mi depósito. Rogaba que no me dijera no hay dramas, traelas cuando puedas, por fin escuche…”Esta tarde la puedo ir a buscar e la hora de la siesta porque mas tarde debo abrir el local.” A lo que le respondí, pero antes, pasa por casa así vamos al deposito.” Todo había salido mas que bien..Ahora faltaba el final, como hacer para prender a mi mujer con Alberto.
Por suerte, nuestros chicos van al colegio a la tarde, asi que las siestas solían ser nuestros momentos sexuales más fogosos, ya que no teníamos que reprimirnos nada.
Los chicos se fueron puntuales al colegio y empezaba la cuenta regresiva. Preparé un Gancia con /up, como le gusta a mi mujer, con más alcohol que de costumbre para que la ponga mas en llamas aún.
En menos de media hora, estábamos cogiendo los dos a pata tendida, en el sillón del comedor, yo sabiendo que a las 14:30, tendríamos visitas. En plena cogida, empecé a hablar de un tercero y ella me recordaba que todo estaba en mis manos….que yo prepara todo, que ella estaba mentalmente dispuesta y físicamente deseosa de probar otra pija, pero siempre delante mío…En ese momento no pude más, faltaban 5 minutos para la hora señalada, “te parece que sea hoy??? En cinco minutos??? Se sorprendió y me dijo “Recorda que de este pueblo no quiero nada”……
En eso sentí que un auto estacionaba en la puerta de mi casa, lo veía a través de la hendija de la ventana. Era El, largo, grandote, bien parecido. En ese momento, le dije a mi mujer, si ese hombre que no es del pueblo, nos toca el timbre, que hacemos??? A ella se le fueron los ojos, ME LO COJO, dijo de una…..y así fue, sonó el timbre y cuando yo iba a atender, ella me dijo, dejalo por mi cuenta. Desnuda, se acercó a la puerta y abrió. Lamentablemnete, no le pude ver la cara a él, pero creo que habrá sido de sorpresa. Preguntó por mí, y mi mujer le dijo venis por él o por mí? Y lo invitó a pasar. La mirada de la visita, me buscaba sin perder de vista a mi mujer, que de desnuda le marcaba el camino. La sala estaba en penumbras, y tardó unos segundos en acostumbrarse a ver así. Me miró profundamente y me preguntó, sin sacarme la mirada..
- Puedo?? o sólo quieren que mire?
- Preguntale a ella - le respondí yo, desnudo, al palo, tirado en el futon,
Mi mujer, sin esperar su pregunta, lo tomó de la mano y la llevó a sus tetas. A partir de allí, se abrazaron, se besaron húmedas y calientes. Las manos de mi mujer, sin perder tiempo, fueron a su bragueta, que dejaba ver su erección notable. Alberto le chupaba las tetas tan desenfrenadamente que parecía que las gastaría. Mi mujer, lo acerco a un sillón y lo sentó de un empujón. Intentó quitarle el pantalón pero no pudo, a lo que él ayudo a quedarse en slip, dejando ver una linda verga. Ya sentado, en slip y medias y mi mujer empezando a acariciarle por sobre el slip, apuntando su linda cola hacia mi posición, ya casi a punto de empezar a hacerle una de sus especialidades: El PETE. Yo miraba, sin moverme, viendo la cabeza de mi mujer, subiendo y bajando y las manos de nuestro amigo, acariciándole la cabeza dulcemente por sobre el cabello. En un momento, nos cruzamos la mirada con Alberto y sólo sonreímos. Yo me rozaba con mis dedos, disfrutando de mi fantasía, que tb era de mi mujer. En un momento, mi mujer dejó de mamarlo y me pidió los forros. Me levanté del sillón con mi pija como asta, apse al lado del sillón y ví la verga de Alberto, no era tan grande pero si gruesita (más que la mía). Fui al dormitorio y al regresar, ya no estaban en el sillón de un cuerpo, me habían usurpado el futón (sillón de tres cuerpos que se hace cama), cosa que ya habían hecho. Mi mujer acostada, con las piernas abiertas y los ojos cerrados, gimiendo y Alberto, lamiendo su sexo, jugando con los dedos en sus entradas. La imagen me calentó por demás. Con el forro en la mano, la pija al palo, me acerqué a mi mujer y le dije,
- chúpamela un poco.
Ella entre gemido y gemido, me dijo
- no…ahora estoy con él, no era eso lo que querías??? Disfruta como disfruto yo……
Le dí el forro a Alberto que lo dejó sobre el vientre de mi mujer y me alejé al sillón que habían dejado liberado, aún húmedo de la saliva de mi mujer cuando le hizo el pete.
La sesión de sexo oral brindada por nuestro amigo, hizo que mi mujer acabara a los gritos como hace rato no lo hacía.
En un momento, el salió de esa posición, se colocó el forro, mi muejr me miró y me dijo:
- Así te gusta o queres que sea mas Puta?
- Sé como desees, pero sé vos, saca todo lo que tenes adentro- Le respondí mientras me meneaba la pija, cuya cabeza ya ardía.
Alberto se acomodo sobre mi mujer, que seguía de espaldas al sillón, y suavemente, dirigió su verga a la concha empapada de sus orgasmos y de la saliva de su amante de mi mujer. La apoyó lento primero y de un empujón la metió hasta el fondo de una. Los ojos de mi mujer parecían salirse, sus gemidos, creo que se escucharon en medio pueblo. Así estuvieron un rato, mientras mi mujer enlazaba sus piernas en la cintura del amante fervoroso.
En un momento, ella le pidió cambiar de posición…lo sentó y ella de a poco, se fue sentando sobre el y sobre su verga, con el forro y brillosa por las humedades de ella…asi ella cabalgo hasta que se vino varias veces mientras él, disfrutaba sin siquiera pensar en terminar…Cambiaron de posición con ella en 4 y él penetrándola a full. En ese momento mi mujer me miró y me dijó: “Ahoira sí vení que quiero sentirte en mi boca”. Obviamente, fui hasta ella, que tenia las manos apoyadas en el sillón, y me paré fuera de él poniendo mi pija venosa y dura pese a haber acabado dos veces en su boca. Ella aprovechaba el movimiento que tenía por detrás, para mamarme de manera preciosa. Esto fue así, hasta el momento en el que Alberto acabó pegando unos alaridos que mezclados con los gemidos de mi mujer, hacían que todo pareciera una producción porno. Cuando Alberto, salió d elas entrañas de mi mujer, yo tome la posta, bombeándola hasta que inunde su vagina de leche caliente ante sus gritos de “dame fuerte, cornudo mio”.
Descansamos un poco, así desnudos, ella en el medio del sillón con uno de nosotros a cada lado, meintras sus manitos, tocaban nuestras vergas aún en estado de recuperación después del momento vivido. Alberto miró el reloj y pidió disculpas, pero se acercaba la hora de abrir su comercio y debía retirarse, no sin antes, desplegar su arsenal de piropos hacia mi mujer y sus ganas de repetirlo cuando nosotros querramos. Se vistió rápido mientras mi mujer y yo lo mirábamos y prometíamos repetir con mas tiempo y quizás con más gente.
Pero eso será parte del próximo relato, una vez que lo hayamos vivido.
fuente:gemidos
Como toda pareja, con el tiempo, los juegos y las fantasías empezaron a aflorar en medio de las relaciones sexuales. Mi sueño era verla cogida por otro hombre. La primera vez que se lo dije en pleno juego sexual, casi me pone las valijas en la calle. Es por eso, que decidí, poner punto muerto a ese deseo mío, al menos por el momento.
Tiempo después, no mucho más que dos meses creo, empecé de nuevo a involucrar a un tercero en las charlas calientes que tanto nos gustan, y ante mi asombro, ya la respuesta no fue no…sino que de a poco empezaba a entrar en ese juego (hasta ese momento) sólo de palabras. Le gustaba y la calentaba más que lo que yo pudiera creer y alcanzaba unos orgasmos más rápidos y más profundos. La fase 1 ya estaba en lento pero seguro camino.
Pasaron las semanas y empece a pensar en cómo llevarlo a la realidad, que la sentía cerca. Una vez, en la cama y pleno franeleo, Carla, me desafío a niveles que nunca hubiera esperado. “Son solo fantasías tuyas, nunca las llevaremos a la realidad ya que no te animas a verme coger con otro”… La alarma de mi pija sonó como nunca. Le dije….”Ahora que me desafiaste, tendrás recompensa..Te animaras vos a cogerte a otro hombre delante de mí?”.. Su respuesta fue…”OBVIO, si es lo que vos querés”… Esa noche cogimos como desaforados, como si fuera la última relación de nuestras vidas…
Pasaron los días y no encontraba candidato. Nuestro pueblo es chico y ya había decidido que nadie de nuestro lugar de residencia sería el beneficiado, por una cuestión de puteríos (chismeríos) que tanto pasan en estos pueblos.
Estaba en un problema, hasta que por trabajo debi viajar a un pueblo vecino de 20000 habitantes y me encontré con un el hijo de un cliente, de 34 años, muy parecido y la onda que a mi mujer le gusta. Morocho, 1.80, de 75 kilos y casado para mejor. Pensé para mí ESTE ES EL ELEGIDO. Pero la duda era como planteárselo a él, sin caer demasiado regalón de mi mujer.
Se me ocurrió pedirle el celular para combinar una entrega de mercadería que le solia vender a su padre (que tenía en mi auto, poero se me ocurrió posponer la entrega para ver que se me ocurria). Así quedamos.
Esa noche cogi en casa pensando y hablando muy sucio, sabiendo que estaba a horas de cumplir la fantasía. Mi mujer intuyó eso (tienen ese 6to sentido) y gozó mas que nunca, al menos hasta ese momento.
Al día siguiente, llame a Alberto, el hijo de mi cliente, y le dije que había recibido la mercadería pero que por un problema en mi vehículo, no podía llevárselo, pero estaba a disposición en mi depósito. Rogaba que no me dijera no hay dramas, traelas cuando puedas, por fin escuche…”Esta tarde la puedo ir a buscar e la hora de la siesta porque mas tarde debo abrir el local.” A lo que le respondí, pero antes, pasa por casa así vamos al deposito.” Todo había salido mas que bien..Ahora faltaba el final, como hacer para prender a mi mujer con Alberto.
Por suerte, nuestros chicos van al colegio a la tarde, asi que las siestas solían ser nuestros momentos sexuales más fogosos, ya que no teníamos que reprimirnos nada.
Los chicos se fueron puntuales al colegio y empezaba la cuenta regresiva. Preparé un Gancia con /up, como le gusta a mi mujer, con más alcohol que de costumbre para que la ponga mas en llamas aún.
En menos de media hora, estábamos cogiendo los dos a pata tendida, en el sillón del comedor, yo sabiendo que a las 14:30, tendríamos visitas. En plena cogida, empecé a hablar de un tercero y ella me recordaba que todo estaba en mis manos….que yo prepara todo, que ella estaba mentalmente dispuesta y físicamente deseosa de probar otra pija, pero siempre delante mío…En ese momento no pude más, faltaban 5 minutos para la hora señalada, “te parece que sea hoy??? En cinco minutos??? Se sorprendió y me dijo “Recorda que de este pueblo no quiero nada”……
En eso sentí que un auto estacionaba en la puerta de mi casa, lo veía a través de la hendija de la ventana. Era El, largo, grandote, bien parecido. En ese momento, le dije a mi mujer, si ese hombre que no es del pueblo, nos toca el timbre, que hacemos??? A ella se le fueron los ojos, ME LO COJO, dijo de una…..y así fue, sonó el timbre y cuando yo iba a atender, ella me dijo, dejalo por mi cuenta. Desnuda, se acercó a la puerta y abrió. Lamentablemnete, no le pude ver la cara a él, pero creo que habrá sido de sorpresa. Preguntó por mí, y mi mujer le dijo venis por él o por mí? Y lo invitó a pasar. La mirada de la visita, me buscaba sin perder de vista a mi mujer, que de desnuda le marcaba el camino. La sala estaba en penumbras, y tardó unos segundos en acostumbrarse a ver así. Me miró profundamente y me preguntó, sin sacarme la mirada..
- Puedo?? o sólo quieren que mire?
- Preguntale a ella - le respondí yo, desnudo, al palo, tirado en el futon,
Mi mujer, sin esperar su pregunta, lo tomó de la mano y la llevó a sus tetas. A partir de allí, se abrazaron, se besaron húmedas y calientes. Las manos de mi mujer, sin perder tiempo, fueron a su bragueta, que dejaba ver su erección notable. Alberto le chupaba las tetas tan desenfrenadamente que parecía que las gastaría. Mi mujer, lo acerco a un sillón y lo sentó de un empujón. Intentó quitarle el pantalón pero no pudo, a lo que él ayudo a quedarse en slip, dejando ver una linda verga. Ya sentado, en slip y medias y mi mujer empezando a acariciarle por sobre el slip, apuntando su linda cola hacia mi posición, ya casi a punto de empezar a hacerle una de sus especialidades: El PETE. Yo miraba, sin moverme, viendo la cabeza de mi mujer, subiendo y bajando y las manos de nuestro amigo, acariciándole la cabeza dulcemente por sobre el cabello. En un momento, nos cruzamos la mirada con Alberto y sólo sonreímos. Yo me rozaba con mis dedos, disfrutando de mi fantasía, que tb era de mi mujer. En un momento, mi mujer dejó de mamarlo y me pidió los forros. Me levanté del sillón con mi pija como asta, apse al lado del sillón y ví la verga de Alberto, no era tan grande pero si gruesita (más que la mía). Fui al dormitorio y al regresar, ya no estaban en el sillón de un cuerpo, me habían usurpado el futón (sillón de tres cuerpos que se hace cama), cosa que ya habían hecho. Mi mujer acostada, con las piernas abiertas y los ojos cerrados, gimiendo y Alberto, lamiendo su sexo, jugando con los dedos en sus entradas. La imagen me calentó por demás. Con el forro en la mano, la pija al palo, me acerqué a mi mujer y le dije,
- chúpamela un poco.
Ella entre gemido y gemido, me dijo
- no…ahora estoy con él, no era eso lo que querías??? Disfruta como disfruto yo……
Le dí el forro a Alberto que lo dejó sobre el vientre de mi mujer y me alejé al sillón que habían dejado liberado, aún húmedo de la saliva de mi mujer cuando le hizo el pete.
La sesión de sexo oral brindada por nuestro amigo, hizo que mi mujer acabara a los gritos como hace rato no lo hacía.
En un momento, el salió de esa posición, se colocó el forro, mi muejr me miró y me dijo:
- Así te gusta o queres que sea mas Puta?
- Sé como desees, pero sé vos, saca todo lo que tenes adentro- Le respondí mientras me meneaba la pija, cuya cabeza ya ardía.
Alberto se acomodo sobre mi mujer, que seguía de espaldas al sillón, y suavemente, dirigió su verga a la concha empapada de sus orgasmos y de la saliva de su amante de mi mujer. La apoyó lento primero y de un empujón la metió hasta el fondo de una. Los ojos de mi mujer parecían salirse, sus gemidos, creo que se escucharon en medio pueblo. Así estuvieron un rato, mientras mi mujer enlazaba sus piernas en la cintura del amante fervoroso.
En un momento, ella le pidió cambiar de posición…lo sentó y ella de a poco, se fue sentando sobre el y sobre su verga, con el forro y brillosa por las humedades de ella…asi ella cabalgo hasta que se vino varias veces mientras él, disfrutaba sin siquiera pensar en terminar…Cambiaron de posición con ella en 4 y él penetrándola a full. En ese momento mi mujer me miró y me dijó: “Ahoira sí vení que quiero sentirte en mi boca”. Obviamente, fui hasta ella, que tenia las manos apoyadas en el sillón, y me paré fuera de él poniendo mi pija venosa y dura pese a haber acabado dos veces en su boca. Ella aprovechaba el movimiento que tenía por detrás, para mamarme de manera preciosa. Esto fue así, hasta el momento en el que Alberto acabó pegando unos alaridos que mezclados con los gemidos de mi mujer, hacían que todo pareciera una producción porno. Cuando Alberto, salió d elas entrañas de mi mujer, yo tome la posta, bombeándola hasta que inunde su vagina de leche caliente ante sus gritos de “dame fuerte, cornudo mio”.
Descansamos un poco, así desnudos, ella en el medio del sillón con uno de nosotros a cada lado, meintras sus manitos, tocaban nuestras vergas aún en estado de recuperación después del momento vivido. Alberto miró el reloj y pidió disculpas, pero se acercaba la hora de abrir su comercio y debía retirarse, no sin antes, desplegar su arsenal de piropos hacia mi mujer y sus ganas de repetirlo cuando nosotros querramos. Se vistió rápido mientras mi mujer y yo lo mirábamos y prometíamos repetir con mas tiempo y quizás con más gente.
Pero eso será parte del próximo relato, una vez que lo hayamos vivido.
fuente:gemidos
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