You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

La Emboscada (final)

Buenos, llegamos al final. Les agradezco la paciencia de haber llegado hasta aquí. Por un tiempo no publicaré nada más ya que me merezco ( igual que Uds.) unas vacaciones.
Espero que esta historia les haya gustado y nos veremos más adelante.

7ma. y última parte
El sabado se arreglaron tranquilamente. Carlos agregó al conjunto un pantalón y zapatos negros, y al mirarse al espejo descubrió que la imagen que daba con esa ropa era realmente fuerte. Seguramente Clara la había elegido pensando en él. Y al mismo tiempo, pensaba: ¿ Habría posibilidad de acercarse a ella durante la noche? ¿ Cómo hacer para que su esposa no sospeche, ni el marido de ella tampoco?
Pensó que iba a ser dificil pasar desapercibido con ese disfraz y que Raúl sabía que él estaba adentro, así que era muy dificil conseguir alguna privacidad con Clara, que luego del encuentro salvaje que tuvieron, cortó todo contacto.
Mientras, Eva, vestida con su traje, se sentía realmente liberada. Nadie, salvo Clara y Raúl, podían saber quien era ella, así que podría interactuar con los demás sin sentirse cohibida por la belleza o la riqueza que seguramente les sobraba. Podía disimular y mentir sobre ella, sin problemas. La túnica tenía cuerpo, por lo que decidió no ponerse debajo más que su ropa interior, por miedo a que le diera calor en el transcurrir de la noche.
Raúl había sido muy hábil. Y Clara también, pensó. Ahora ellos nos reconocerán como si tuviéramos una señal fosforecente en la cabeza. Estoy segura que está sera la noche que aprovechará Clara. Pero por otro lado también era una buena oportunidad para ella con Raúl. ¿ Cómo conciliar ambas cosas?

A las nueve de la noche emprendieron el viaje. No conocían bien esa zona así que equivocaron una bajada de la autopista, algunas calles estaban cortadas. Conclusión: Eran las 22,45 cuando estacionaban frente a la casa.
Un valet parking recibió el auto y otro los acompañó a la puerta de entrada. No le pidieron la tarjeta lo que les pareció raro, hasta que entraron. Un gran salón, con una luz muy tenue, una música bailable muy pegajosa, y allí, unas 10 ó 12 parejas departían animadamente. Algunas bailaban, otras conversaban, pero lo que los asombró fue que todos los hombres y todas las mujeres estaban vestidos como ellos. Y de pronto comprendieron la morbosidad de la reunión. Con la escasa luz, y las bebidas, en el transcurso de la noche toda individualidad se perdería, y nadie sabría cual era realmente su pareja. Como decía la tarjeta, era una ocasión inmejorable para que todos se liberaran.
Inmediatamente Carlos penso en lo fácil que iba a ser acercarse a Clara, si podía encontrarla. Nadie sabría quien era él.
Eva por su lado, tenía una doble preocupación. Se dio cuenta que era del todo imposible vigilar a su esposo toda la noche, y también que no podría evitar que Raúl se acercara a ella aprovechando el anonimato de la situación. Su esposo no podría sospechar nada.
Los dos por diversas razones, estaban profundamente alterados. Quedaron allí uno al lado del otro sin saber que hacer, hasta que la llegada de nuevas parejas, los obligó a moverse. De pronto fueron saludados por otros invitados sin que nadie dijera ni preguntara el nombre. Esa parecía ser la consigna. Luego de unos minutos en esta tarea, luego de que los mozos les dieran unos tragos, Eva se dio vuelta y no pudo encontrar a su marido. Todos los hombres que veía eran iguales. Otro tanto le pasó a Carlos. Se había alejado de Eva y ahora no podía encontrarla. Luego de un momento de confusión, cada uno de ellos siguió conversando con quienes tenia mas cerca.
En ese momento una pantalla gigante que había sobre una pared se iluminó y Raúl y Clara aparecieron en la imagen.
- Buenas noches queridos amigos, les agradecemos que estén aquí, dijo Raúl desde la pantalla.
- Muchos de Uds. se habrán preguntado porque una fiesta de disfraces donde todos estén vestidos iguales, agregó Clara.
- La tarjeta de invitación era muy franca. Apostamos al anonimato, pero este plan tiene algunas reglas. Simples, pero reglas al fin, y para que sea un éxito es necesario que todos se comprometan a seguirla, remató Clara.
- Como dice mi mujercita, intentamos que este encuentro sea inolvidable para todos, y sobre todo de liberación absoluta. Para empezar necesito que todas las mujeres se reúnan en el extremo Oeste del salón y todos los hombres en el extremo Este.
Todos se miraron, y despacio fueron ocupando sus lugares.
- Ahora le voy a pedir a cada grupo que se mezclen entre sí.
Los hombres se movieron cambiando de posición y las mujeres hicieron otro tanto.
- Bueno, ahora la segunda regla. Está absolutamente prohibido conversar entre hombres y mujeres. Podrán bailar, beber, hacer lo que tengan ganas pero no hablar, como tampoco quitarse las máscaras, completó Raúl.
- Por supuesto, si podrán hablar los hombres y las mujeres con los de su mismo sexo, sino la fiesta sería muy monótona, cerró Clara, pero no podrán decir ni preguntar nombres ni nada que permita identificarlos.
Un murmullo recorrió el salón. Nadie entendía demasiado.
- Veo que todos están confusos. Se lo explicaré. En el transcurso de la noche alguien puede sentirse atraído por una persona del sexo opuesto. Podrá llegar hasta donde el otro le permita, para lo que los diversos espacios de la casa estarán habilitados, pero, cuidado. Puede ser tarde cuando descubran que el otro, o la otra no es quien Uds. piensan. Quizás creyeron que era su esposa, y no lo es, quizaś su marido, y tampoco lo sea. Habrán de conducirse con suma discreción, pero a la vez con gran decisión. Y hacerse cargo de la decisión que tomen., terminó Raúl
- A partir de este momento, diviértanse y disfruten conociendo y conociéndose. Piensen que la vida es una sola, dijo Clara tirando un besito. La pantalla quedó en negro.
- Que idea más retorcida, comentó un hombre al lado de Carlos
- Pero interesante, le contestó otro
- Vamos que no me voy a arriesgar a insinuarme a una mujer que puede ser mi esposa.
- No hay problema. Si ella acepta, nadie se deberá explicaciones porque ella tampoco sabrá que tu eras su marido. Estarán iguales, y soltó una carcajada.
- Pues visto desde ahí. A ver dejame contar. Somos 15 o sea que las posibilidades de que intente tirarme a mi mujer es de 1 en 15. Tengo buenas chances de no acertar, dijo también riendo.
Comentarios similares se produjeron en el ala de mujeres, y más subidos de tono de los de los hombres, como suele suceder.
Terminados estos diálogos, los invitados comenzarón a reunirse nuevamente y con gestos los hombres invitaban a bailar a las mujeres que les resultaban, por alguna razon interesantes. Los sirvientes comenzaron a recorrer el salón con bandejas que contenían lo que a primera vista parecían chocolates envueltos. Carlos tomó un par y descubrió con sorpresa que eran condones. Los guardó rapidamente en el bolsillo de su pantalón. Vio que casi todos los invitados hacían lo mismo. Luego estas bandejas quedaron sobre las mesas del salón, y desde allí, tanto hombres como mujeres hicieron una buena provisión.
Eva fue invitada a bailar, a lo que aceptó amablemente. Ya en la pista, se dedicó a tratar de encontrar a su esposo o a Raúl, pero no había manera de reconocer a nadie. La tenue luz solo permitía a cierta distancia distinguir los contornos de las personas y con esas prendas sueltas, los contornos eran bastante indefinidos.
Su compañero se movía agilmente, y rodeaba su cintura con firmeza. Luego de un par de temas, la acercó mas a su cuerpo. Eva se tensó un poco, pero luego se tranquilizó. Otro caballero le tocó el hombro a su compañero, y este le cedió el lugar. Su nueva pareja la tomó con más fuerza hasta pegarla a su cuerpo, a lo que Eva se resistió, retirándose. Un nuevo intento fue menos rechazado y al tercero, sus cuerpos quedaron pegados. Eva podía sentir el sexo de su pareja rozando su humanidad, mientras se movían al son de la música.
Carlos, mientras tanto trató también de identificar a su mujer o por lo menos a Clara, pero era del todo imposible. Lo único que podía ayudar era la altura, pero con tacos, era complicado identificar a nadie. Decidió entonces comenzar a bailar con todas, para poder saber a que atenerse. Le hizo señas a una que no aceptó. La segunda si salió a bailar, y lo hicieron con mucho respeto. Terminado el tema ella se alejó y el invitó a otra, la que con más confianza se pegó a su cuerpo mientras bailaban. La situación lo excitó y su pareja seguramente lo notaba.
Eva se excitó al sentirse apoyada por su pareja. A partir de allí, cada vez que la invitaban a bailar y que su pareja la avanzaba ella se dejaba hacer. Aparentemente su complacencia fue percibida por todos los presentes, porque cada vez los hombres eran más y más atrevidos. Al final, directamente al comenzar a bailar, una de sus manos bajaba de la cintura para acariciarle su trasero, y a Eva le gustaba. Las demás mujeres la observaban, y comentaban. Algunas siguieron sus pasos. Otras en cambio se alejaban de ella como si estuviera infectada. A ella no le importaba. Nadie la conocía y ella no conocia a nadie
Carlos mientras tanto luego de probar bailar con 4 ó 5 mujeres, deambulaba por la casa. Una mujer lo tomó de la mano y lo llevó a la pista. Comenzaron a bailar. La dama se pego a su cuerpo, obligándolo a apretarla mas fuerte.
Carlos tembló. Le parecía que allí estaba Clara a su lado. Instintivamente la acercó más a su cuerpo. Ella debía sentir, seguramente, su instrumento totalmente hinchado. Luego de un tema, la dama acarició su cuello con un dedo y se alejó perdiéndose entre todas las demás. Carlos no pudo detenerla, al no poder hablar.
Se sentó con otros hombres que comentaban el transcurrir de la fiesta, destacando el comportamiento de algunas mujeres. Se contentaba con escuchar, mientras miraba la pista.
- Lo que voy a hacer es elegir a la dama más ligera de la pista y me la llevaré hasta el fondo del jardín.
- A que no te atreves, lo acicateó otro.
- Te apuesto una caja de buen vino a que me la llevo y una vez allí, la podremos pasar por la piedra entre varios. A ver ¿ Quienes me van a acompañar? Preguntó
- Yo, por supuesto. Si tengo que pagar la apuesta quiero estar seguro de que las cosas ocurren, dijo sonriente.
- Yo no. Y debieras tener cuidado. Mira si es tu esposa. O la de él. Dijo otro
- Mientras que no sea la tuya terció otro. Bueno, si lo logras yo te sigo.
Carlos no intervino. Era verdad que algunas de las mujeres que estaban en la pista, parecían mas que deshinibidas. A varias de ellas sus parejas les estaban morreando el culo sin ningún disimulo. Pensó si Clara no estaría entre ellas, pero ni manera de descubrirla. A esa distancia, y con esa luz y ropa, todas eran iguales. Por un momento se preocupó por Eva, pero más allá vio a varios mujeres que estaban charlando mientras tomaban algo, y sabía que el baile no era el fuerte de su mujercita, y el sexo con desconocidos, tampoco.
Eva, mientras tanto, acalorada por el baile y el morreo, cada vez que un mozo pasaba cerca, tomaba una copa, con lo que al acaloramiento y el morreo, le agregó un mareo importante. Sus parejas disfrutaban de ella. Ya no solo le acariciaban el trasero, sino que poniendo la otra mano en su costado aprovechaban para subirla y tocarle las tetas por unos segundos para volver luego a la posición original. Eva, mientras tanto, si su pareja la complacía, bajaba una de sus manos y le acariciaba por un momento la verga a través del pantalón, lo que hacía que su pareja ocasional se enloqueciera totalmente. Varios la tironearon para sacarla del salón, pero ella se negó cortesmente. Esperaba que Raúl se la llevara.
Mientras Carlos, excitado por la charla y lo que veía se acercó a una de las mujeres que estaban en la pista. Le hizo una seña a quien estaba con ella y de inmediato el le dejó el camino libre. La posesión en esa fiesta estaba muy mal vista.
Comenzó a bailar con ella, y la acerco bien a su cuerpo, hasta que su erección latía contra el cuerpo de la mujer. Muy lejos de cortarse la dama se refregaba contra su herramienta. En un momento otra mujer lo hizo girar y se pegó a su cuerpo, con la misma excitación que su anterior pareja, la cual fue de inmediato ocupada por otro hombre, que repitió su maniobra, consiguiendo la misma reacción. Mientras bailaba con su nueva compañera, notó que el hombre de su pareja anterior iba llevándola despacio hacia la puerta del jardín, y él quiso hacer lo mismo pero su pareja se negó. Dejó de bailar y sin pensarlo siguió a la pareja que había abandonado el salón. Una vez afuera, vio como la otra pareja se perdía hacia la izquierda. Unos pasos mas allá, detrás de unos arbustos, un banco estaba libre y oculto de ojos indiscretos. Se dirigíeron hacia él, el hombre empujando a su pareja, mientras ella, con una de sus manos le sobaba la verga a través de su ropa. La sentó en el banco y ella de inmediato lo atrajó y habilmente le bajó el cierre, sacó su verga, y se la comió de un solo bocado. Carlos veía todo desde una posición privilegiada, por encima de los arbustos. Luego de un rato de succíón, el hombre acostó a la dama sobre el asiento de piedra. Sacó un condón de su bolsilló y hábilmente encapuchó su miembro. La dama lo miraba y lentamente se aferró con sus manos por detrás de su cabeza, del borde del asiento. El invitado, levantó la túnica de su pareja y ella separó sus piernas.El se acostó sobre ella cubriéndola. Se notó como él le corrió la bombacha hacia un costado y colocó su herramienta en la puerta de su vagina. La mujer lo envolvió con sus piernas. En ese momento, el hombre se apoyó con sus manos a cada lado de la cabeza de la mujer y empujó hacia adelante. El gemido de ella mostró a las claras que la posesión se había consumado. El movimiento de las caderas de él mostraba a las claras que la consumación estaba en marcha. Carlos se alejó. Un frío corría por su cuerpo. Por un lado lo había excitado la situación, pero por otro lado pensó: ¿ Y si era Eva?. Era imposible saberlo. Realmente Raúl y Clara eran dos degenerados, capaces de destruir a cualquiera con tal de dar rienda suelta a su morbosidad. Iba a regresar al salón cuando otra dama, visiblemente mareada era llevada practicamente en andas por tres hombres. Automáticamente Carlos los siguió. Al fondo del jardín había una cabañita. El grupo entró en ella y Carlos se asomó y ante la oscuridad reinante también entró sin que los demás lo notaran. En el medio había una cama tenuemente iluminada, mientras que fuera de ese círculo de luz todo era negro.
Los hombres rodearon a su presa y comenzaron a acariciarla y sobarle todo el cuerpo.Carlos lo veía a contraluz de donde estaba, con el fondo de la cama iluminada. La mujer gemía y se quejaba pero su estado le impedía cualquier defensa seria. Luego de unos minutos, la resistencia desapareció. En ese momento los machos la llevaron hasta la cama. Los tres se sentaron en ella y descubrieron sus varas, indicándole a la hembra que se las chupara. Ela trabajosamente se arrodilló y comenzó su trabajo con el primero de la fila. Luego de unos minutos, un golpecito en la cabeza le indicó que debía cambiar de pareja. Ella lo entendió y deslizándose por el piso comenzó a ocuparse de la segunda. La escena se fue repitiendo. Un golpecito y nuevo cambio. Así varias veces. Por fin, cada uno de ellos a medida que ella se retiraba se colocó un condón, y cuando los tres estuvieron listos, la hicieron ponerse de pie.
Uno de ellos, el que parecía el jefe del grupo metió su mano por debajo de la túnica y de un tirón le arrancó la tanga. Luego la subió a la cama colocandola en el borde en cuatro patas. Levantó la túnica arrollándola sobre sus caderas y su mano jugueteó con la vagina de la mujer, hasta meterle su dedo medio completo hasta el fondo. Ella respondió con gemidos y grititos ahogados a ese tratamiento, pero al final abrió sus piernas y apoyó su cabeza en la cama, quedando en una posición muy accesible. Los hombres se miraron y el que la estaba sobando, sacó su mano, se acopló detrás de ella y de un golpe guardó su herramienta hasta que sus cuerpos chocaron. La mujer se quejó, pero como respuesta sólo consiguió que se iniciara un bombeo brutal que la terminó de someter. Cada uno de ellos por turno se posesionó de la mujer. Cuando ya estaban por correrse se retiraban y su lugar era ocupado por otro. En un rato, ella comenzó a acabar, ante el tratamiento que recibía, y esta fue la señal que los hombres esperaban. El que estaba en ese momento poseyéndola, aceleró y se corrió. Cuando terminó se retiró y su lugar fue ocupado por otro que siguió el mismo camino. Así hasta que los tres disfrutaron de una buena corrida. Cuando quedaron satisfechos, se arreglaron la ropa y dándole una palmadita en el trasero a la mujer que había quedado desmadejada sobre la cama, abandonaron la habitación. Carlos se quedó unos minutos más allí. La mujer se dio vuelta sobre la cama quedando boca arriba. Se irguió sobre sus codos, miró a su alrededor y comprobó que la habían dejado sola. En ese momento se sacó la mascara para poder respirar mejor y Carlos vio con alegría que no era ni Eva ni Clara. Era una hermosa mujer pero una completa desconocida. En ese momento se escucharon voces que se acercaban. La mujer rapidamente se colocó la mascara. Dos hombres entraron al lugar.
- Vaya, vaya. El rumor era cierto. Alguien nos esperaba aquí, y sin decir nada más se acercaron a la cama y comenzaron a acariciar a la mujer. Sin hacer ruido, Carlos salió de la cabaña.
Luego volvió a la fiesta. Se acercó a cuatro hombres que estaban conversando.
- Te dije que te iba a ganar la apuesta.
- Debo reconocer que eres muy loco, pero lo más retorcido es que ni siquiera se a quien nos cogimos, comentaba el otro.
- Vamos muchachos, tratemos de identificarla, decía el tercero.
- ¿ Cuál era? Preguntó el otro buscando por la sala
- Pero mirá que eres estúpido. ¿ No te digo que no podemos identificarla?
La pantalla volvió a iluminarse, y la música cesó. Los anfitriones volvieron a aparecer en imágenes.
- Bueno, parece que ya estamos un poco más sueltos, pero todavía no vemos mucha acción, y algunos de Uds. no terminan de aprovechar las ventajas de esta noche. Así que vamos a darle más emoción. Los que no estén dispuestos a arriesgar más, este es el momento para saludar y volver a sus casas. Si se quedan, se van a divertir, pero por su cuenta y riesgo.
Un murmullo recorrió la sala, pero nadie se movió. Lo sirvientes comenzaron a recorrer a los invitados entregándoles un número a cada uno.
- Ya que todos tienen sus números, les diré lo que significan, siguió Clara. Los números rojos son dominantes y los amarillos dominados. Cada uno deberá buscar al invitado del sexo opuesto que tiene el mismo número, y el que tenga cartón amarillo deberá ponerse a las órdenes de quien tiene el cartón rojo con igual número. Y esto significa que deberá obedecer todas las órdenes que reciba, sin importar de que se trate. Quienes tienen números azules, solo podran mirar o participar de las atenciones de los esclavos o esclavas, si su dueño lo permite. ¿ interesante no?. Recuerden, no se puede hablar, ni quitarse la máscara, y les agrego: tampoco quitarse el disfraz, por si a alguno se le ocurre pedir esto. Que se diviertan, dijo la imagen de Raúl antes de que la pantalla quedara oscura.
Los hombres se miraron entre sí, viendo que había la misma cantidad de números de cada color. Igual conclusión sacaron las mujeres. De acuerdo a las instrucciones quienes tenían números amarillos salieron a buscar a su amo ó ama. Carlos y Eva tenían los dos números amarillos y se cruzaron sin reconocerse.
Eva encontró a su amo, y se quedó frente a él. El la tomó de la mano y se sentó en el sillón obligándola a sentarse a su lado. La tomó del hombro y se quedó alli viendo a los demás.
Carlos encontró a su ama. Esta lo miró y le dio a entender que quería una copa, ante lo cual Carlos fue a buscarsela.
Quien estaba con Eva, la tomó de la mano y levantándose la llevó hasta la pista donde comenzaron a bailar, aunque en realidad poco tenía de baile. Se dedicaba a apoyarla sin ningún disimulo. Lo mismo hicieron los demás amos con sus esclavas.
Carlos volvió con la copa para su dueña. Esta la recibió, tomó un sorbo y se la devolvió. Luego se puso de pie y comenzó a inspeccionar su cuerpo, ante la mirada lujuriosa de las demás mujeres.
Acarició su herramienta sin disimulos y cuando esta respondió a sus caricias, lo llevó escaleras arriba, ante la mirada de envidia de sus compañeras.
Clara se sentía realmente como un objeto. Su amo la estaba refregando a la vista de todos y los demás aplaudían y gritaban dandole animos al amigo.
- ¡Eso! ¡Así! ¡Que sepa quien manda!
Dejaron de bailar y tomándola de la mano la llevó escaleras arriba. Los demás se quejaron de que el espectáculo terminara pero de inmediato comenzaron a ver a las demás parejas que estaban en una situación parecida. Una vez arriba, la hizo entrar en una habitación. Eva estaba atemorizada. Su amo la empujó sobre un sofá que estaba en el salón.
- Bueno ya basta de juegos, dijo Eva tratando de terminar con la situación.
El hombre le hizo señas de que guardara silencio. Se acercó a un televisor y lo encendió. En las imágenes se veía a una mujer sentada en un sofa similar al que ocupaba ella. Frente a ella un hombre estaba de pie.
La mujer se levantó su túnica y quitándose la bombacha se quedó alli con las piernas abiertas. El hombre se arrodilló y comenzó a practicarle sexo oral.
Eva comenzó a excitarse, máxime cuando estas imagenes fueron acompañadas por una mano de su amo que se metió en su entrepierna y comenzó a introducirle un dedo en la vagina. La imagen de la mujer estaba tomada de frente, por lo que Eva no podía notar que en un televisor similar, frente a esa mujer, se transmitían las imagenes de lo que pasaba en su habitación.
La otra mujer, notoriamente excitada hizo que el hombre se sentara a su lado. Desabrochó su pantalón , sacó su herramienta y rápidamente se la engulló. Desde esa posición ahora el hombre descubrió el televisor, y a la fellatio que recibía se agregaba el manoseo que veía por televisión. Esto lo excitaba aún mas.
Las caricias íntimas que recibía y las imágenes que veía la llevaron a Eva a apoderarse del miembro de su amo. Y cuando lo sacó a la luz no tuvo dudas. Era Raúl quien estaba con ella. Esa verga era inconfundible, y esto la alegró y la excitó aún mas. Comenzó a tragarla con desesperación, gozando del momento que había esperado toda la noche. Raúl sin embargo tenía otros planes. La obligó a soltarla y poniéndola de pie la llevó detrás del sillón. Allí hizo que apoyara sus manos en el respaldo, levantó la túnica y comenzó a empalarla. Suavemente fue guardando toda su herramienta en el cuerpo de la esclava. Apenas había entrado la mitad cuando el primer orgasmo arrasó con Eva.
Cuando se recuperó, Raúl siguió taladrándola sin pausa. En la televisión, como un espejo, fue la hembra la que se colocó detrás del sillón, se levantó la túnica e invitó al esclavo a penetrarla. El esclavo no se hizo rogar. Se colocó un condón y la penetró. Cuando la tuvo toda adentro, con un hábil movimiento se quitó la túnica por la cabeza quedando totalmente desnuda. Se quitó la máscara y apareció en pantalla el rostro de Clara, la mujer de Raúl. Carlos ante el gesto. Tomó el rostro de la mujer y la giró para verla. Cuando la reconoció aceleró sus embestidas. Eva quedó sorprendida y paralizada, pero la fuerza con que el la pareja de Clara comenzó a taladrarla le mostró que el lo estaba disfrutando. Algo llamó su atención. El partenaire de Clara, desensilló, se quitó el condón y así, a pelo, volvió a clavarla hasta el fondo. Clara miró a la cámara y jugando con su lengua en su labio superior, arrancó la máscara de su esclavo, y el rostro de Carlos gozando como un animal apareció en la pantalla, para sorpresa de Eva. Así que la muy puta lo había conseguido. Por un momento se tensó, pero las sensaciones que le brindaba esa verga que la estaba destrozando, no le dio tiempo para pensar.
- Tu mujer se está cogiendo a mi esposo, alcanzó a decir.
- Y no es la primera vez. ¿ porqué te crees que me autorizó a visitarte en tu casa? Le dijo Raúl sin dejar de moverse dentro de ella.
Se sentía totalmente llena, y por otro lado disfrutaba de la manera en que su esposo estaba bombeando a Clara. La cara de placer que tenia nunca la había visto mientras tenían sexo. En ese momento Carlos fijó su atención en el televisor. Su cara era de total lujuria al ver repetida la imagen que el estaba protagonizando al mismo tiempo. Ese fue el momento que eligió Raúl para arrancar la máscara de Eva. Ella asustada trató de ocultarse, pero Carlos la había visto. Primero su rostro fue de sorpresa, luego de furia, pero la hembra que estaba clavando no le daba respiro. Sus manos jugaban con sus pelotas por entre las piernas y el no podía desensillar e irse. No quería. Se sentía bien. Cuando aceptó lo que estaba pasando, fue cuando Raúl se quitó su máscara y le mostró quien estaba empalando a su mujer. Nada menos que el marido de la mujer que el estaba empalando. Nada podía decir. Se limitó a encogerse de hombros y volvió a dedicarse de lleno al pedazo de hembra que tenía en la punta de la verga.
Veía como se encadenaban los orgasmos de Eva mientras sentía los de Clara. Por fin, en una arremetida salvaje se corrió . Gritó como un animal y se quedó temblando. Cuando se repuso miró el televisor y vio a Raúl hundiéndose hasta el fondo del cuerpo de su mujer y teniendo una acabada bestial que casi desmayó a Eva. Los televisores se apagaron.
- Uds. son dos hijos de puta, dijo Eva de pronto consciente de lo que había pasado. Había engañado a su esposo y había sido engañada y ambos lo sabían.
- Querida, simplemente decubrimos zonas de vuestra personalidad que ni Uds. conocían. Te aseguro que ahora serán más felices, y si quieren, todos podemos ser más felices. Ahora vistete que es tarde, y diciendo esto Raúl salió de la habitación.
- No entiendo porque haces esto, le decía mientras Carlos a Clara.
- ¿ Qué cosa, mi bebé?
- Esto de engañar a tu marido y permitir que te engañe.
- ¿ Engañar? Si lo disfrutamos los dos, bebé. Planificamos hasta el último detalle. Tu y tu esposa son los engañados. Ahora tendrán que resolver si siguen adelante o terminan con todo. Nos vemos, dijo Clara vistiéndose y saliendo del salón.
Los dos esposos se vistieron y bajaron la escalera, dirigiéndose hasta el auto que tenían estacionado afuera. Al pasar por el salón vieron diversas escenas de sexo en todos los lugares. Parejas, tríos, todo estaba permitido. Cuando llegaron al auto, cada uno por su lado, se quitaron las máscaras para reconocerse. Sin decir palabra, subieron al vehículo y se alejaron rumbo a su casa.
Iban los dos pensando como continuar sus vidas. La fidelidad siempre había sido un factor fundamental en la relación. Ahora tenía que seguir sin ese elemento. Ambos habían sido infieles, y lo que es peor, lo habían disfrutado. Hasta se atreverían a seguir adelante con estos encuentros, si pensaran que el otro los aceptaría.
Llegaron al hogar y Carlos sin decir palabra fue a bañarse. Quería sacarse el aroma de Clara y esperaba que Eva hiciera lo mismo para quitarse de encima la posesión salvaje de Raúl. Una vez bañado se acostó, y siguió repasando lo que había ocurrido. Eva se bañó y desnuda también se acostó. Apagaron la luz. Ninguno dormía. Ambos pensaban lo ocurrido. De pronto la mano de Eva buscó el cuerpo de Carlos. Recorrió su pecho con temor a ser rechazada, pero cuando bajó su mano se encontró con una verga dura que lo menos que pensaba era en rechazar nada. Su boca siguió su mano y comenzó a succionar su lanza como si en ello le fuera la vida. Un dedo de Carlos se perdió en su ano hasta los nudillos. Eva muy lejos de ofenderse se aflojó y lo dejó hacer. El la atrajo sobre su cuerpo y comenzó a lamer su vagina y su culo con deleite, compensando el profundo trabajo que su esposa hacia en su herramienta. Cuando la tuvo bien lubricada, salió de debajo de ella y la hizo quedarse así, en cuatro patas. Ensalivó la punta de su vara, y lentamente comenzó a sodomizarla como nunca lo habia hecho. La enculada que le había pegado Raúl unos días antes fue una buena práctica. Ahora fue capaz de aguantar la empalada con muy poco dolor, y luego disfrutar de la relación en forma completa.
Carlos que nunca había conseguido tener sexo anal con ella, estaba totalmente fuera de sí. Comenzó a empujar con todo lo que tenía, y luego de un buen rato se vació dentro de ella. Se quedó dentro hasta que se ablandó y salió sola, se besaron y se durmieron abrazados.
Nunca hablaron de esa noche, pero a partir de allí las fiestas de Raúl y Clara siempre los tuvieron como invitados y de los más activos, e inclusive disfrutaron de algunas veladas los cuatro solos. Tal vez, algún día, contemos otras historias.







La Emboscada por pulga53 se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0

3 comentarios - La Emboscada (final)

lamorbosa
me encantann tus finales siempre terminan todos bien me encanta ban mis 10 puntitos 😉
mu_a2
TREMENDO EL RELATO, GRACIAS POR COMPARTIR 😉 😉 😉 😉
Mi mejor masturbación de mi vida pornosex
MarioLeyenda +1
buenisima saga de historia..... el final se parece a una nota que salio en http://www.playboylatino.com/una-locura-llamada-sanctum/.... bue.. tmb a la de ojos cerrados.. etc.. ja.. buenisima!!