Hola amigos, por fin me he decidido a aportar algo de mi. Aquí esta historia real, por precaución uso nombres diferentes a los reales.
Espero que lo disfruten y comenten!! D:
Escondidos en mi habitación, estábamos de 10 años mi hermana Antonia y yo de casi 12 sin pantalones, parados de frente. Recuerdo su pubis sin vello y con piel de apariencia tersa, en la parte de abajo, una pequeña línea y luego sus delgadas piernas. Enfrente de esto, mi pene erecto, su pubis aun sin pintar ningún vello y nuestra ropa interior botada a un lado.
Obviamente ninguno de los dos sabíamos lo que hacíamos, simplemente nos gustaba jugar y mirarnos, a mí me causaba curiosidad como ella no tenía un pene colgando y a ella, mi pene erecto.
-¿Qué se siente Fede?... tener “eso”
- Nada, es normal, es como si te preguntara que se siente no tenerlo.
- ¿Puedo tocarlo?
-Si, tu sabes que si.
- Esta duro y es chistoso.
Así fue como comenzaron una serie de encuentros con mi hermana que durarían unos cuantos meses. Ella tocaba y jugaba con mi pene y yo acariciaba con este y con mis manos su pubis.
Después, fuimos perdiendo el interés en hacer esto pero nuestra relación no cambio, seguíamos siendo muy buenos hermanos, el tiempo pasó y al menos yo, extrañaba esos momentos de intimidad con mi hermana.
Cinco años después del primer encuentro, nuestros padres habían salido a cenar y estábamos solos, Antonia y yo. Era una tarde fría pero cálida debido a los colores del cielo y el tono de la luz del sol al atardecer, me encontraba viendo mi serie favorita y estaba muy entretenido con ella. En unos comerciales, Antonia se sienta a mi lado.
-Fede ¿te acuerdas cuando éramos niños?
-emmm si, Antonia ¿Por qué?
Había tantos recuerdos de nuestra infancia, las idas al zoológico, las visitas a los primos o de los primos.
-Si te acuerdas que teníamos un juego, ¿verdad?
-Si claro.
No sabía de qué me hablaba, de niños teníamos muchísimos juegos.
-Bueno, te lo diré ya – tomó aire- ¿Me enseñas tu “ese”?
Me lo dijo señalando hacia mi pantalón, hacia tantos años que habíamos tenido esa intimidad que no creí que hablara de mi pene por lo que me metí la mano a la bolsa de mi pantalón y saque mi iPod, creí que eso quería ver.
-No, eso no.
-Entonces que quieres ver, toca donde este.
Y dudosa acerco su mano a mi bulto y mientras lo tocaba.
-“Este” quiero ver- lo dijo casi como una orden.
Me paré, ella creyó que me había molestado, pero era todo lo contrario.
-Puedes sacarlo si quieres – dije
Con algo de nervios, mi hermana empezó a desabrochar el pantalón, bajó el cierre y luego jaló los pantalones hacia abajo quedándome yo en bóxer.
-Me gustan tus bóxer- me dijo esbozando una nerviosa sonrisa a la que contestes con una sonrisa igual de nerviosa.
Después, lentamente fue bajando el bóxer hasta que de un rebote, salió mi pene. Ella jaló el bóxer hasta abajo y luego giro la cabeza hacia arriba, mirando mi pene y así se quedó un rato, contemplándolo hasta que habló.
-No es así como lo recuerdo, era más tieso aunque si se ve más grande y eso me gusta pero no me gustan esos vellos que tienes, lo hacen ver desordenado.
-¿Entonces quieres que me quite los bellos?- Le dije.
-No estaría mal, ¿Puedo tocarlo?- me contesto.
Pasando saliva, le di una respuesta afirmativa. Tan pronto lo tocó, empezó a erectarse y una sonrisa se dibujaba en la cara de Antonia, le dio un beso y luego se paró, antes de que pudiera decir algo, se empezó a desabrochar su pantalón y se lo bajó quedándose solo con su calzón, de tipo boy-cut, de esos que llegan a media nalga, de color violeta sin estampados.
-¿Quieres terminar de hacerlo?- me dijo, yo solo menee la cabeza diciendo que sí.
La tome por la cintura y bajé lentamente su prenda tratando de acariciar sus piernas. Alcé la mirada hacia su pubis y era justo como lo recordaba, piel tersa y sin ningún vello.
-¿Por qué no tienes vellos?
-Me los quito desde que me empezaron a salir ¿Quieres tocar?
La toqué, hicimos lo que solíamos cuando niños y así fue como regresaron los encuentros sexuales con mi hermana.
Espero que lo disfruten y comenten!! D:
Escondidos en mi habitación, estábamos de 10 años mi hermana Antonia y yo de casi 12 sin pantalones, parados de frente. Recuerdo su pubis sin vello y con piel de apariencia tersa, en la parte de abajo, una pequeña línea y luego sus delgadas piernas. Enfrente de esto, mi pene erecto, su pubis aun sin pintar ningún vello y nuestra ropa interior botada a un lado.
Obviamente ninguno de los dos sabíamos lo que hacíamos, simplemente nos gustaba jugar y mirarnos, a mí me causaba curiosidad como ella no tenía un pene colgando y a ella, mi pene erecto.
-¿Qué se siente Fede?... tener “eso”
- Nada, es normal, es como si te preguntara que se siente no tenerlo.
- ¿Puedo tocarlo?
-Si, tu sabes que si.
- Esta duro y es chistoso.
Así fue como comenzaron una serie de encuentros con mi hermana que durarían unos cuantos meses. Ella tocaba y jugaba con mi pene y yo acariciaba con este y con mis manos su pubis.
Después, fuimos perdiendo el interés en hacer esto pero nuestra relación no cambio, seguíamos siendo muy buenos hermanos, el tiempo pasó y al menos yo, extrañaba esos momentos de intimidad con mi hermana.
Cinco años después del primer encuentro, nuestros padres habían salido a cenar y estábamos solos, Antonia y yo. Era una tarde fría pero cálida debido a los colores del cielo y el tono de la luz del sol al atardecer, me encontraba viendo mi serie favorita y estaba muy entretenido con ella. En unos comerciales, Antonia se sienta a mi lado.
-Fede ¿te acuerdas cuando éramos niños?
-emmm si, Antonia ¿Por qué?
Había tantos recuerdos de nuestra infancia, las idas al zoológico, las visitas a los primos o de los primos.
-Si te acuerdas que teníamos un juego, ¿verdad?
-Si claro.
No sabía de qué me hablaba, de niños teníamos muchísimos juegos.
-Bueno, te lo diré ya – tomó aire- ¿Me enseñas tu “ese”?
Me lo dijo señalando hacia mi pantalón, hacia tantos años que habíamos tenido esa intimidad que no creí que hablara de mi pene por lo que me metí la mano a la bolsa de mi pantalón y saque mi iPod, creí que eso quería ver.
-No, eso no.
-Entonces que quieres ver, toca donde este.
Y dudosa acerco su mano a mi bulto y mientras lo tocaba.
-“Este” quiero ver- lo dijo casi como una orden.
Me paré, ella creyó que me había molestado, pero era todo lo contrario.
-Puedes sacarlo si quieres – dije
Con algo de nervios, mi hermana empezó a desabrochar el pantalón, bajó el cierre y luego jaló los pantalones hacia abajo quedándome yo en bóxer.
-Me gustan tus bóxer- me dijo esbozando una nerviosa sonrisa a la que contestes con una sonrisa igual de nerviosa.
Después, lentamente fue bajando el bóxer hasta que de un rebote, salió mi pene. Ella jaló el bóxer hasta abajo y luego giro la cabeza hacia arriba, mirando mi pene y así se quedó un rato, contemplándolo hasta que habló.
-No es así como lo recuerdo, era más tieso aunque si se ve más grande y eso me gusta pero no me gustan esos vellos que tienes, lo hacen ver desordenado.
-¿Entonces quieres que me quite los bellos?- Le dije.
-No estaría mal, ¿Puedo tocarlo?- me contesto.
Pasando saliva, le di una respuesta afirmativa. Tan pronto lo tocó, empezó a erectarse y una sonrisa se dibujaba en la cara de Antonia, le dio un beso y luego se paró, antes de que pudiera decir algo, se empezó a desabrochar su pantalón y se lo bajó quedándose solo con su calzón, de tipo boy-cut, de esos que llegan a media nalga, de color violeta sin estampados.
-¿Quieres terminar de hacerlo?- me dijo, yo solo menee la cabeza diciendo que sí.
La tome por la cintura y bajé lentamente su prenda tratando de acariciar sus piernas. Alcé la mirada hacia su pubis y era justo como lo recordaba, piel tersa y sin ningún vello.
-¿Por qué no tienes vellos?
-Me los quito desde que me empezaron a salir ¿Quieres tocar?
La toqué, hicimos lo que solíamos cuando niños y así fue como regresaron los encuentros sexuales con mi hermana.
8 comentarios - Crónica de incesto - Primera parte