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El medico laboral


Hoy (por ayer martes) me quede en casa. Me sentía algo alicaída, como afiebrada, quizás sea el calor que no da tregua, ¿o será la calentura? Como sea, me quede en la camita.
Bien temprano llame a la oficina. Me atendió “Él”. Ya saben, el hombre que me gusta, todavía no había llegado nadie de recepción, por lo que el destino quiso que justo él atendiera el teléfono. Charlamos un ratito y aproveche para pasarle mi número de celular… jajaja… la excusa fue que podían llegar a necesitar algunos papeles o alguna agenda, que no había problema en que me llamaran. Me agradeció el gesto. Confieso que mientras hablábamos y escuchaba su voz, empecé a tocarme, suavecito, sin llegar a masturbarme. Es que me excita tanto, ¡Dios!, como quisiera que me cogiera y me desnucara a pijazos. Luego de despedirnos y cortar, recibo un mensaje suyo: “Que te mejores”.
“Gracias, ahora voy a estar mejor”, le respondí. Me quede en la cama leyendo su mensaje, imaginando todo lo que podríamos hacer juntos, cosas buenas, cosas malas… jajaja… de todo. A media mañana mi mamá me trajo el desayuno, y me puse a ver algo de tele, no había nada interesante así que aprovechando que luego ella se fue a hacer algunas compras, entre un ratito en Poringa para leer los comentarios y los mensajes. De a poco me fui quedando dormida, me despertó mi mamá para avisarme que había llegado el médico laboral. Me arreglé un poco, arreglé también la cama y le dije a mi mamá que podía hacerlo pasar. Cuándo entro… ¡mamita mía! ¡Era un churro bárbaro! Debía tener 30, 31 años, alto, de buen cuerpo, ojos claros, todo un príncipe azul.
-Hola, ¿Qué tal? ¿Cómo estás?- me saludó con una voz fuerte y varonil.
Quise contestarle pero no me salía la voz. Estaba impactada.
-B… Bien- pude decir finalmente.
Mi mamá me aviso que tenía que salir por un rato, y me dejo sola con ese Adonis de ambo y estetoscopio. Entonces el médico se sentó al lado mío, en el borde de la cama, y comenzó a revisarme mientras me iba preguntando cosas. Cómo me sentía. Cuándo empezó el malestar. Si había tenido fiebre durante la noche. Si tomaba algún medicamento. Mientras le contestaba yo no podía apartar mis ojos de los suyos ni de esos labios que ya deseaba sentir recorriendo los míos, pero los de abajo, esos mismos que en ese preciso instante comenzaban a humedecerse.
-A ver, levantáte el camisón- me dijo de repente.
Dudé por un momento, ya que ni bien me lo dijo, me di cuenta que estaba con el camisón puesto… sin nada debajo. O sea que si me lo levantaba, tal como él me pedía, mis lolas iban a quedar al descubierto. Así que… no me importó. Sin pensarlo más, me lo levanté y deje mis pechos desnudos, los cuáles subían y bajaban a causa de mi respiración.
-Estás agitada- comento con una sonrisa mientras apoyaba el estetoscopio entre mis tetas.
-Si… un poquito- asentí, sintiéndome tremendamente nerviosa.
Retiró el estetoscopio, me dijo que ya me podía bajar el camisón y sacó un recetario de su maletín mientras me preguntaba si era alérgica a algún medicamento. Le contesté que no. Me hizo entonces una receta y me la dio, dándome además un par de días de reposo. Le di las gracias y me levanté para acompañarlo a la puerta, ya que mi mamá había salido. En el trayecto y mientras atravesábamos el pasillo le iba mirando el rico culito que se le marcaba a través del pantalón del ambo. ¡Que ganas de pellizcárselo… de mordérselo… de comérselo a besos! Estábamos a un par de pasos de la puerta, cuándo, prácticamente sin pensarlo, le digo:
-¿Ya te tenés que ir?-
Al escucharme se detiene, se da la media vuelta y se me queda mirando. En mi cara se nota la excitación del momento, esto colorada, pero no por la fiebre y no solo eso, mis pezones, hinchados y en punta se traslucen nítidamente a través de la tela del camisón.
-Bueno, podrías invitarme un vaso de agua- me dice.
Sin dudarlo lo invito a pasar a la cocina y le invito un vaso de agua mineral. Lo bebe sin dejar de mirarme, en especial a esos dos puntos oscuros que sobresalen de mi cuerpo. Me devuelve el vaso. Lo recibo y me acerco a la pileta para enjuagarlo. Abro la canilla. Todo esto de espaldas a él. Entonces percibo un leve calor en mi cuello, es su aliento.
-¿Te gustaría que me quede un rato más?- me susurra.
-¡… mmmhhhhh… si…!- me estremezco al sentir que me apoya como aquel chico del colectivo, aunque él si esta dispuesto a ir por más.
Sus manos se posan en mi cintura y de ahí ascienden por mis caderas hasta tomarme los pechos y amasarlos como si quisiera darles una nueva forma. Se siente delicioso, exquisito. Me derrito entre sus manos. Me doy la vuelta y nos besamos. Su lengua enseguida encuentra la mía y la hace su prisionera. Obvio que mientras dura el beso también nos tocamos, contagiándonos esa repentina calentura que envuelve nuestros cuerpos. Una de mis manos se desliza por su entrepierna. ¡Dios! ¡Lo que hay ahí! La pija ya erecta se le marca por debajo del pantalón con una fuerza inusitada, impetuosa. Se la agarró y se la aprieto, sintiendo entre mis dedos la potencia viril que allí se manifiesta. Es algo brutal, imponente. Caigo de rodillas ante él, le desabrocho el pantalón del ambo y se lo bajo, le bajo también el slip liberando aquella prodigiosa dureza que salta ante mí en toda su formidable exuberancia.
Se la agarro con una mano y se la chupo con todas mis ganas, me la meto y me la saco de la boca, le paso la lengua por los lados, le escupo en la punta para hacer más fluida la mamada. Me lleno la boca con ese pedazo de carne que palpita agitadamente. Me la como toda, me la trago, me la devoro hasta que los pelos me rozan los labios. Se la chupo hasta que me duele la quijada de tanto mover los maxilares, entonces me levanto, lo tomo de la mano y lo llevo a mi pieza. Cierro la puerta con llave, por si vuelve mi mamá, me deshago del camisón, y desnuda me recuesto de espalda en la cama, apoyada sobre mis codos me abro de piernas y le digo:
-Veni, chupame la conchita-
El médico también se desnuda, y con su tremenda erección apuntándome, se echa entre mis piernas. Su boca se dirige precisamente hacia el centro neurálgico de mi cuerpo. Primero me pasa la lengua arriba y abajo, saboreando el néctar que fluye de mi interior. En ese momento siento los primero dardos de placer atravesando todo mi cuerpo. Ahora su lengua se introduce en mí, busca y encuentra el botón que sobresale y se inflama ante ese tan ansiado contacto. Al sentirlo echo la cabeza hacia atrás y suelto un emocionado suspiro. No se detiene, sigue lamiendo y chupando mi clítoris a la vez que con sus dedos inicia la exploración de esa zona que se encentra en llamas… en llamas por él. Me chupa como nadie, parece que en cualquier momento fuera a meterse adentro, sus labios, su lengua y sus dientes hacen maravillas, me saborean sin concesiones, poniéndome ya en un estado desesperante. Él se da cuenta de ello, entonces se incorpora un poco, lo suficiente como para que su verga quede a la altura de mi concha. Primero me refriega la cabeza por sobre los labios, los que se abren e intentan atraparla, pero se resiste, se aparta y vuelve a acercarse, hasta que… ¡ahhhhhhhh…! de un empujón me la manda a guardar casi hasta la mitad. Se queda un momento ahí, hasta que vuelve a avanzar, un poco más, un poco más, hasta que ya lo tengo todo dentro de mí, latiendo e hinchándose deliciosamente. Ahí mismo empieza a moverse, deslizando su pija por todo mi interior, entra y sale mientras jadea al ritmo de sus movimientos, yo también me muevo con él, acoplo mis caderas a las suyas y me dejo arrastrar por esa cadencia estremecedora. De repente parece cansarse de la suavidad de la cogida, y poniéndose de rodillas se pone mis piernas sobre sus hombros y empieza a darme con todo, me coge con un ritmo por demás brutal e impetuoso, a veces, por lo rápido con que me la mete, la pija se sale, entonces yo misma la vuelvo a acomodar en el sitio exacto y con otro fuerte empujón él me la manda a guardar hasta más allá de mi útero.
Luego de un rato me la saca y hace que me ponga en cuatro, lo hago, me pongo como una perrita alzada, entonces con un par de palmadas me indica que levante más la colita. La levanto. Me sujeta de la cintura y me la vuelve a meter. Es increíble lo diferente que resultan las sensaciones con el cambio de poses, ahí en cuatro, me aniquila, siento que en cualquier momento me va a partir por el medio y mi cuerpo quedara dividido en dos para siempre. Sus penetraciones golpean en lo más profundo, retumban en mis paredes más íntimas, llenándome de un gozo pleno y absoluto.
Me estoy entregando por completo a ese hombre, sin guardarme nada, sin ninguna reserva, incluso hasta mi culito se abre para complacerlo. Sin dejar de cogerme, un dedo se introduce en mi mano, dando vueltas y vueltas, de inmediato se da cuenta de que lo tengo bien rotito, entonces me la saca de la concha, y sin espera alguna, me la clava por la colectora, mi esfínter se abre sin problema recibiendo todo ese volumen palpitante e incandescente. Me lo mete de una, en toda su extensión, llenándome también de carne por atrás. Me culea con un ritmo preciso y acelerado. Bien sujeto de mi cintura fluye a través de mi estrecho canal posterior con una fuerza que parece que en cualquier momento fuera a salirme por la garganta. Mis gemidos se intensifican, los de él también… a lo lejos me parece escuchar la voz de mi mamá llamándome: “Nena… nena…”.
-¡Dale… dale…!- le digo al médico.
El orgasmo esta próximo y no pienso perderme ese polvo por nada del mundo, ni siquiera por el hecho de que mi madre este a punto de descubrirme cogiendo con el mismo médico laboral. A causa de mi aliento, acelera aún más sus embestidas, haciéndome saltar de la cama cada vez que me llega al fondo.
-¡Siiiiiii… siiiiiii…!- le digo, sintiendo que el final se encuentra todavía más cerca.
La voz de mi mamá se hace más nítida: “Nena… nena…”.
Unos cuántos enviones más y dejándomela clavada bien adentro, acaba… al igual que yo, nuestros fluidos se encuentran y se mezclan en mi interior, rebalsándome con una efusividad agobiante. Me derrumbó sobre la cama, extática, satisfecha.
-Nena… nena- me sacude mi mamá –Despertate que ya llego el médico-
Tardo unos instantes en salir de aquel ensueño, entonces me doy cuenta que todo fue un sueño, que el memorable polvo que acabo de echarme solo fue producto de mi febril imaginación. Me refriego los ojos, me arreglo un poquito y le digo a mi mamá que esta bien, que lo haga pasar. El médico entra a la habitación, y… no es nada parecido a lo que era en mi fantasía. Este es un viejo de cincuenta años o más quizás, pelado y con un feo grano en la nariz. Encima resulta por demás antipático. Me pregunta rápidamente los síntomas que tengo, garabatea algo en un recetario y me dice que me levante el camisón. No tengo corpiño, pero me lo levanto igual, como en el sueño. Mis pechos quedan desnudos para que coloque el estetoscopio sobre ellos, pero no están ni agitados ni endurecidos. Finalmente me hace una receta y se va, sin darme ningún día. ¡Guacho! Pero mejor así, pienso entonces, así vuelvo a la oficina cuanto antes y lo veo a “Él” y sueño que hacemos juntos todo eso que imaginé un rato antes. ¡Que lindo!...























9 comentarios - El medico laboral

gabrielpixel
Quisiera soñar asi contigo 😀
Q gran relato
+10
bufarraco
qué sueños calientes tenés nena!!!
cómo me arrepiento de haber abandonado medicina, bah, si me recibía me sacaban el título por volterarme a todos mis pacientes y pacientas. Y más si eran calientes como vos ❤️
🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
dreicon
como siempre tus relatos exitantes de por de mas!!!


te felicito por la redaccion

besos y +10
drsexrg
PEDAZO DE RELATO Y FANTASIA, NENA...
TRE-MEN-DO...!!!!
monica_lov
El medico laboralhay nenaaaaaaaaaaaaaaaa
me encanto tu post en especial porque me re embromaste y era un sueño ajajaj sos una princesa te dejo 5 y obvio me hago tu seguidora me encanto tu estilo pequeña 🤤 🤤 🤤 besotes y nos leemos 😉
licantropo18 +1
Que lastima que era un sueño jaja, y por que no pones fotos tuyas pero hot? Como si fuera la representacion del post, en tu cama con la colita para arriba, otra con el camison y los pezones duritos marcados y todo eso:o
thecau
me enamoré...
mu_a2
TREMENDO RELATO GRACIAS POR COMPARTIR 😉 😉 😉 😉
cuernos infidelidadmaritainfiel