"Que dices si nos vamos a la recamara? Tu y yo nos hemos corrido, pero Rocío aun no. Creo que no es cortes que la dejes así." Dijo mi esposa después que Rocío me había dado la mamada del siglo. Yo estaba de acuerdo, no estaba bien que Rocío no se hubiera corrido junto con nosotros y yo me aseguraría que esto no se quedara así…
Y nos dirigimos a la recamara principal.
Hay que recalcar que hace unos meses habíamos comprado un par de colchones nuevos para nuestra cama. Eran de esos que, ya montados, hacían que la cama estuviera alta. La parte superior del colchón fácilmente llegaba a medio muslo (al estar parado junto a ella), lo que facilitaba una penetración por detrás cuando mi esposa, con los pies en el suelo, se doblaba apoyando su pecho sobre el colchón. Yo, parado tras de ella podía penetrarle la panocha o el culo y darle duro. Era una cama perfecta para nuestras sesiones de amor.
Mi esposa se desapareció en el baño mientras yo desvestía a Rocío al tiempo que la besaba y que mis manos exploraban más su cuerpo juvenil.
Mmmm., que rica estas chiquita. Como se han de divertir tus amiguitos…
Ahhh. Mmmm. Sigue, masajéame las tetas que me encanta, dijo Rocío.
Todo lo que quieras y más, dije mientras chupaba su cuello, electrizando todo su cuerpo.
Rocío ahora tomaba una posición pasiva. Solamente se dedicaba a disfrutar de las sensaciones que le brindaban mis besos, mis chupetes y mis dedos que exploraban cada rincón de su piel. La levante en mis brazos y la recosté al borde de la cama. Mi esposa, ya de regreso, se había sentado en un sillón reclinable que se encontraba en la esquina de la habitación. Se dedicaba a observar y a jugar con su panocha. En una mano tenía un pequeño juguete que le había regalado en su último cumpleaños. Con él, se masajeaba sus tetas ya grandes al prepararse para la producción de la leche para el bebe.
Con Rocío recostada en la cama, separe sus piernas y le volví a besar su cuello. Con la lengua dibuje un caminito lleno de curvas hasta llegar a sus tetas que, ahora que la tenia de frente, eran perfectas. Cabían muy bien dentro de mi mano. Eran del tamaño de una manzana grande y tenían la consistencia de un durazno llegando a su madurez. Mi lengua visito una, luego la otra. En cada una de ellas, dibujaba círculos sobre su aureola y después el pezón. Estos se excitaron de tal manera que se le ponía la piel de gallina y se estremecía al sentir como jugaba con ellos.
Ma…ma…me…las… decía en forma quebrada. Ahhh, me… vuelves… lo…ca… Ya, mámamelas
Con gusto la complací. Tome un pezón entre mis labios y comencé a succionar. Luego tomaba la teta completa y me la metía en la boca. Casi toda cabía dentro y la mamaba como si fuera un bebe hambriento. Ella se arqueaba y gemía como si fuera a correrse. Cambie de teta y repetí la operación. Mientras esto hacia, una de mis manos le tocaba el clítoris y, entre mis dedos, lo presionaba para dar más efecto.
Ahhh, me corro, me corro, me corro!
Su cuerpo se tenso, y sus manos aprisionaban mi cabeza contra su teta. Sus piernas me abrazaban con presión para no dejarme escapar. Estuvo así hasta que la corrida pasó. Se relajo y sus piernas quedaron tendidas a mis costados. Aproveche para arrodillarme frente a ella y mi boca busco sus jugos. Su panocha estaba muy mojada por la corrida recién pasada. Con solamente sentir mi lengua viajar por su raja, su cuerpo se estremecía y ella no dejaba de gemir, hasta gritaba come en mezcla de dolor, pasión y éxtasis.
Mi esposa estaba detrás de mí. Al tiempo que yo comía a mi cuñadita, mi esposa se arrodillo junto a mí y sus manos jugaban con mi verga que estaba más dura que una piedra. Me enfoque en mi cuñada y seguí con mi maniobra. Enterraba mi lengua en su agujero. Mis manos juagaban con sus tetas. Sus ojos se abrían para verme y en ellos me decía que yo era un cabron; que la mataba de alegría; y que quería correrse una y otra vez. Con su cuerpo moviéndose como si estuviera en un terremoto, tome su clítoris entre mis labios; comencé a chuparlo y esto la hizo estallar de nuevo.
Ahhh, que cabron eres cuñadito. Me co…rroooooo, me coooorrrrrooooo!
Mi esposa, que masajeaba mis bolas y mi palo me soltó de repente.
Ya métesela, es lo que quiere. Haz que sienta lo que yo. Cógetela ya!
Me enderece y apunte la cabeza de mi verga endurecida en su agujerito. Introduje la cabeza y Rocío seguía corriéndose.
Mmmm, Ayyyy, que garrote! Hazlo con cuidado que me matas!
Seguí metiendo mi verga centímetro por centímetro hasta que estaba toda dentro. Sus piernas volvieron a atraparme y su cadera se levanto como para enterrar mi verga lo más posible. Empecé a bombear; despacio al principio y acelerando poco a poco. No tarde en llegar a la máxima velocidad. Esto la volvía loca. Gritaba de forma descontrolada en una mezcla de:
Más, más, más. Ayyyy, que delicia. Mátame cuñado, mátame.
Mi esposa metía su mano entre mis muslos y jugaba con mis huevos en una mano. Con la otra, masajeaba mi culo y esto me acercaba cada vez más al orgasmo. Al mismo tiempo jugaba con su clítoris y también ella se acercaba a otra corrida.
Ay papi, que bien te estás cogiendo a mi hermanita. Me encanta verte feliz cogiéndola como lo haces conmigo. Ya pronto podremos hacerlo así de nuevo. Disfruta. Disfruta.
Rocío, estas deliciosa. Apriétame la verga con tu panochita. Estoy a punto de correrme.
Así lo hizo. Con cada embestida de mi verga, su panochita se contraía como queriendo atajar mi palo haciendo que sintiera las paredes en su interior. Su cadera seguía levantándose para encontrar las embestidas de mi verga. Mi esposa jugando conmigo. Yo, jugando con las tetas de Rocío. Rocío gritando como loca. Esto estaba por estallar!
Me corro! Anuncie. Toma mi leche cuñadita. Toma mi leche!
Ayyyy. Me corro también. Dámela, lléname la panocha con tu leche. Llénamela toda!
Mi esposa aprovecho para introducir un dedo en mi culo al tiempo que explotaba dentro de Rocío. Al hacer esto, me mando a la gloria. Nunca antes había tenido una corrida así. Chorro tras chorro llenaban la cuevita de Rocío. Mi esposa me abrazaba por detrás y ella llegaba a su propio orgasmo ya que seguía jugando con su propia panocha mientras me culeaba con su dedo.
Me corro yo, decía mi mujer. Me corro también! Ayyyy, Ayyyy!
Quedamos como estatuas por un rato. Nuestros cuerpos dejando que el orgasmo y todas las sensaciones que este trae con el pasaran. Mi esposa rodeo la cama y se acostó junto a la cabeza de Rocío. Yo saque mi verga de su panocha y mi leche salía y corría hacia su culo. Con mi mano tome mi leche y la tome para frotar su clítoris con ella, luego sus tetas. Estaba cubierta con mis jugos. Le di mis dedos para que los lamiera hasta quedar limpios. Rocío así lo hizo. Limpio mis dedos con su lengua.
Mmmm., que rico sabes, ven acá y deja que limpie tu vergota también.
Me arrodille junto a su cara y ella se metió mi verga en su boca y comenzó a chupar hasta dejarla completamente limpia. Mientras ella hacia eso, mi esposa se dedicaba a lamer mi leche en las tetas de Rocío. Luego bajo hasta su panocha y comenzó a chuparla para sacar y saborear mi leche. Aproveche para alcanzar la panocha de mi mujer. Jugué con su clítoris. Le metía uno y dos dedos en su agujero. Estábamos ahora formando un triangulo perfecto.
Mi verga comenzó a tomar forma en la boca de Rocío. Ella, con los ojos cerrados, disfrutaba de la mamada que le proporcionaba su propia hermana.
Mami, dije dirigiéndome a mi esposa. Quiero cogerte a ti ahora.
Si amor, pero hazlo con cuidado. Con mucho cuidado.
Saque mi verga de la boca de Rocío y me acomode detrás de mi mujer. Alcancé una crema que guardo dentro de la mesita junto a la cama y le unte algo en el culo. Puse una pequeña cantidad en la cabeza de mi palo. Apunte y empuje. Mi verga se deslizo dentro de ella. Rocío veía con emoción lo que ocurría.
Mmmm., se ve delicioso. Te gusta hermanita?
Siiiiii, es delicioso. Ya que no podemos por el frente, esto es de lo mejor. Dame amor, dame…
Introduje toda mi verga y comencé a moverme despacio. Entraba y salía y Rocío no quitaba el ojo. Veía como el agujero de mi mujer se dilataba haciendo la penetración más fácil. Acelere y mi esposa gemía al tiempo que seguía jugando su boca con la panocha de Rocío. Ella también aceleraba sus movimientos y chupaba el clítoris con más apego. Rocío jugaba con sus tetas. Entre sus dedos apretaba sus pezones y los estiraba apuntando al techo de la habitación.
Mmmm., que rica estas. Me encantas por detrás. Mmmm.
Dale papi, dale. Mmmm., que rico. Cógeme el culo, rómpemelo todo!
Ahhh, creo que me corro de nuevo, decía Rocío. Ayyyy, me corro!
Mi esposa introdujo su lengua en el agüero de Rocío. Con su mano, masajeaba el culo de Rocío y le introducía un dedo en su culo, con mucha precaución.
Ahhh, hermanita, me matas. Rocío alcanzaba un orgasmo mayor. Ahhh….
Me corro yo, dije, aquí va mi leche amor.
Lléname, Lléname con tu leche! Ahhhhh. Dijo ella al alcanzar su propio clímax.
Continúe bombeando al tiempo que le llenaba el culo con mi leche. Se oía una mezcla de gemidos, gritos, y el incesante flop,flop,flop de mis embestidas. Sus cuerpos se convulsionaban hasta llegar a un relajamiento total. Los tres quedamos quietos, cansados, llenos de sudor. Así como estábamos, nos abrazamos y dejamos que el tiempo nos guiara a lo que seguía…
Y nos dirigimos a la recamara principal.
Hay que recalcar que hace unos meses habíamos comprado un par de colchones nuevos para nuestra cama. Eran de esos que, ya montados, hacían que la cama estuviera alta. La parte superior del colchón fácilmente llegaba a medio muslo (al estar parado junto a ella), lo que facilitaba una penetración por detrás cuando mi esposa, con los pies en el suelo, se doblaba apoyando su pecho sobre el colchón. Yo, parado tras de ella podía penetrarle la panocha o el culo y darle duro. Era una cama perfecta para nuestras sesiones de amor.
Mi esposa se desapareció en el baño mientras yo desvestía a Rocío al tiempo que la besaba y que mis manos exploraban más su cuerpo juvenil.
Mmmm., que rica estas chiquita. Como se han de divertir tus amiguitos…
Ahhh. Mmmm. Sigue, masajéame las tetas que me encanta, dijo Rocío.
Todo lo que quieras y más, dije mientras chupaba su cuello, electrizando todo su cuerpo.
Rocío ahora tomaba una posición pasiva. Solamente se dedicaba a disfrutar de las sensaciones que le brindaban mis besos, mis chupetes y mis dedos que exploraban cada rincón de su piel. La levante en mis brazos y la recosté al borde de la cama. Mi esposa, ya de regreso, se había sentado en un sillón reclinable que se encontraba en la esquina de la habitación. Se dedicaba a observar y a jugar con su panocha. En una mano tenía un pequeño juguete que le había regalado en su último cumpleaños. Con él, se masajeaba sus tetas ya grandes al prepararse para la producción de la leche para el bebe.
Con Rocío recostada en la cama, separe sus piernas y le volví a besar su cuello. Con la lengua dibuje un caminito lleno de curvas hasta llegar a sus tetas que, ahora que la tenia de frente, eran perfectas. Cabían muy bien dentro de mi mano. Eran del tamaño de una manzana grande y tenían la consistencia de un durazno llegando a su madurez. Mi lengua visito una, luego la otra. En cada una de ellas, dibujaba círculos sobre su aureola y después el pezón. Estos se excitaron de tal manera que se le ponía la piel de gallina y se estremecía al sentir como jugaba con ellos.
Ma…ma…me…las… decía en forma quebrada. Ahhh, me… vuelves… lo…ca… Ya, mámamelas
Con gusto la complací. Tome un pezón entre mis labios y comencé a succionar. Luego tomaba la teta completa y me la metía en la boca. Casi toda cabía dentro y la mamaba como si fuera un bebe hambriento. Ella se arqueaba y gemía como si fuera a correrse. Cambie de teta y repetí la operación. Mientras esto hacia, una de mis manos le tocaba el clítoris y, entre mis dedos, lo presionaba para dar más efecto.
Ahhh, me corro, me corro, me corro!
Su cuerpo se tenso, y sus manos aprisionaban mi cabeza contra su teta. Sus piernas me abrazaban con presión para no dejarme escapar. Estuvo así hasta que la corrida pasó. Se relajo y sus piernas quedaron tendidas a mis costados. Aproveche para arrodillarme frente a ella y mi boca busco sus jugos. Su panocha estaba muy mojada por la corrida recién pasada. Con solamente sentir mi lengua viajar por su raja, su cuerpo se estremecía y ella no dejaba de gemir, hasta gritaba come en mezcla de dolor, pasión y éxtasis.
Mi esposa estaba detrás de mí. Al tiempo que yo comía a mi cuñadita, mi esposa se arrodillo junto a mí y sus manos jugaban con mi verga que estaba más dura que una piedra. Me enfoque en mi cuñada y seguí con mi maniobra. Enterraba mi lengua en su agujero. Mis manos juagaban con sus tetas. Sus ojos se abrían para verme y en ellos me decía que yo era un cabron; que la mataba de alegría; y que quería correrse una y otra vez. Con su cuerpo moviéndose como si estuviera en un terremoto, tome su clítoris entre mis labios; comencé a chuparlo y esto la hizo estallar de nuevo.
Ahhh, que cabron eres cuñadito. Me co…rroooooo, me coooorrrrrooooo!
Mi esposa, que masajeaba mis bolas y mi palo me soltó de repente.
Ya métesela, es lo que quiere. Haz que sienta lo que yo. Cógetela ya!
Me enderece y apunte la cabeza de mi verga endurecida en su agujerito. Introduje la cabeza y Rocío seguía corriéndose.
Mmmm, Ayyyy, que garrote! Hazlo con cuidado que me matas!
Seguí metiendo mi verga centímetro por centímetro hasta que estaba toda dentro. Sus piernas volvieron a atraparme y su cadera se levanto como para enterrar mi verga lo más posible. Empecé a bombear; despacio al principio y acelerando poco a poco. No tarde en llegar a la máxima velocidad. Esto la volvía loca. Gritaba de forma descontrolada en una mezcla de:
Más, más, más. Ayyyy, que delicia. Mátame cuñado, mátame.
Mi esposa metía su mano entre mis muslos y jugaba con mis huevos en una mano. Con la otra, masajeaba mi culo y esto me acercaba cada vez más al orgasmo. Al mismo tiempo jugaba con su clítoris y también ella se acercaba a otra corrida.
Ay papi, que bien te estás cogiendo a mi hermanita. Me encanta verte feliz cogiéndola como lo haces conmigo. Ya pronto podremos hacerlo así de nuevo. Disfruta. Disfruta.
Rocío, estas deliciosa. Apriétame la verga con tu panochita. Estoy a punto de correrme.
Así lo hizo. Con cada embestida de mi verga, su panochita se contraía como queriendo atajar mi palo haciendo que sintiera las paredes en su interior. Su cadera seguía levantándose para encontrar las embestidas de mi verga. Mi esposa jugando conmigo. Yo, jugando con las tetas de Rocío. Rocío gritando como loca. Esto estaba por estallar!
Me corro! Anuncie. Toma mi leche cuñadita. Toma mi leche!
Ayyyy. Me corro también. Dámela, lléname la panocha con tu leche. Llénamela toda!
Mi esposa aprovecho para introducir un dedo en mi culo al tiempo que explotaba dentro de Rocío. Al hacer esto, me mando a la gloria. Nunca antes había tenido una corrida así. Chorro tras chorro llenaban la cuevita de Rocío. Mi esposa me abrazaba por detrás y ella llegaba a su propio orgasmo ya que seguía jugando con su propia panocha mientras me culeaba con su dedo.
Me corro yo, decía mi mujer. Me corro también! Ayyyy, Ayyyy!
Quedamos como estatuas por un rato. Nuestros cuerpos dejando que el orgasmo y todas las sensaciones que este trae con el pasaran. Mi esposa rodeo la cama y se acostó junto a la cabeza de Rocío. Yo saque mi verga de su panocha y mi leche salía y corría hacia su culo. Con mi mano tome mi leche y la tome para frotar su clítoris con ella, luego sus tetas. Estaba cubierta con mis jugos. Le di mis dedos para que los lamiera hasta quedar limpios. Rocío así lo hizo. Limpio mis dedos con su lengua.
Mmmm., que rico sabes, ven acá y deja que limpie tu vergota también.
Me arrodille junto a su cara y ella se metió mi verga en su boca y comenzó a chupar hasta dejarla completamente limpia. Mientras ella hacia eso, mi esposa se dedicaba a lamer mi leche en las tetas de Rocío. Luego bajo hasta su panocha y comenzó a chuparla para sacar y saborear mi leche. Aproveche para alcanzar la panocha de mi mujer. Jugué con su clítoris. Le metía uno y dos dedos en su agujero. Estábamos ahora formando un triangulo perfecto.
Mi verga comenzó a tomar forma en la boca de Rocío. Ella, con los ojos cerrados, disfrutaba de la mamada que le proporcionaba su propia hermana.
Mami, dije dirigiéndome a mi esposa. Quiero cogerte a ti ahora.
Si amor, pero hazlo con cuidado. Con mucho cuidado.
Saque mi verga de la boca de Rocío y me acomode detrás de mi mujer. Alcancé una crema que guardo dentro de la mesita junto a la cama y le unte algo en el culo. Puse una pequeña cantidad en la cabeza de mi palo. Apunte y empuje. Mi verga se deslizo dentro de ella. Rocío veía con emoción lo que ocurría.
Mmmm., se ve delicioso. Te gusta hermanita?
Siiiiii, es delicioso. Ya que no podemos por el frente, esto es de lo mejor. Dame amor, dame…
Introduje toda mi verga y comencé a moverme despacio. Entraba y salía y Rocío no quitaba el ojo. Veía como el agujero de mi mujer se dilataba haciendo la penetración más fácil. Acelere y mi esposa gemía al tiempo que seguía jugando su boca con la panocha de Rocío. Ella también aceleraba sus movimientos y chupaba el clítoris con más apego. Rocío jugaba con sus tetas. Entre sus dedos apretaba sus pezones y los estiraba apuntando al techo de la habitación.
Mmmm., que rica estas. Me encantas por detrás. Mmmm.
Dale papi, dale. Mmmm., que rico. Cógeme el culo, rómpemelo todo!
Ahhh, creo que me corro de nuevo, decía Rocío. Ayyyy, me corro!
Mi esposa introdujo su lengua en el agüero de Rocío. Con su mano, masajeaba el culo de Rocío y le introducía un dedo en su culo, con mucha precaución.
Ahhh, hermanita, me matas. Rocío alcanzaba un orgasmo mayor. Ahhh….
Me corro yo, dije, aquí va mi leche amor.
Lléname, Lléname con tu leche! Ahhhhh. Dijo ella al alcanzar su propio clímax.
Continúe bombeando al tiempo que le llenaba el culo con mi leche. Se oía una mezcla de gemidos, gritos, y el incesante flop,flop,flop de mis embestidas. Sus cuerpos se convulsionaban hasta llegar a un relajamiento total. Los tres quedamos quietos, cansados, llenos de sudor. Así como estábamos, nos abrazamos y dejamos que el tiempo nos guiara a lo que seguía…
11 comentarios - Rocio, la hermanita de mi esposa II